30 años, 30 artistas
A 39 años de la recuperación democrática
La colección 30 años, 30 artistas, propiedad del Museo Legislativo, que fue realizada y expuesta en 2013 por la celebración del 30° aniversario de recuperación de la democracia, está compuesta por 30 urnas intervenidas por reconocidos plásticos contemporáneos. Las obras que componen la muestra están expuestas en distintas dependencias y pasillos de circulación del anexo A de la HCDN.
El trabajo, a modo de catálogo, se plasmó en un libro que contiene las imágenes de las obras de arte, una pequeña biografía y el sentir de cada autor en primera persona. La publicación contiene también el texto curatorial de Julio Sánchez, especialista en arte contemporáneo, que se reproduce a continuación:
“Algún día, Dios borrará del corazón de los hombres todas las leyes que no sean de amor”, M. Y
Estas palabras no pertenecen a ningún diputado o senador, se pueden leer en Opus Nigrum, la novela alquímica de Marguerite Yourcenar. La acción de intervenir urnas electorales por artistas revela una síntesis entre creatividad y participación ciudadana, es una propuesta que obliga a los artistas a desplegar su imaginación en un cubo de madera y a la vez los invita a repensar treinta años de democracia. Los creadores convocados provienen de disciplinas como la pintura, la historieta, el fileteado, el mural, la instalación, la fotografía o la intervención urbana, entre otras; como no podía ser de otra forma, sobrevuela el eclecticismo de poéticas, hay imágenes expresionistas, figuración, abstracción y conceptualismo. De algún modo, estas urnas electorales intervenidas son pars pro toto -una parte por el todo. El grupo de treinta artistas constituye un punteo azaroso y a la vez acertado de lo mucho que se pudo hacer en todos estos años de libertad; desde aquella explosión de la “primavera alfonsinista” hasta nuestros días, las pulsaciones de la cultura se aceleraron como en pocos momentos de la historia argentina.
En estas urnas, los artistas investidos de plena ciudadanía celebran los logros de la democracia, avances sociales impensables años antes, como el divorcio o el matrimonio igualitario, la libertad de expresión, o el derecho a la identidad entre otros tantos; pero no serían artistas si fueran complacientes, también están atentos a la deudas: el trabajo y el abuso infantil, la violencia, el derecho a una vivienda digna o la marginación social. Las cuatro caras laterales fueron usadas para celebrar y recordar, para proclamar y reclamar; algunas caras se dejaron en blanco como la posibilidad de completar un sueño, de dejar la puerta abierta al futuro. Hay trayectorias intachables, individualidades fuertes, y también hay lugar para el trabajo colectivo, como lo demostraron Escombros y Onaire, artistas que crean entre pares. También artistas que conectan con su descendencia, como Jorge Abot, que pintó la urna con su nieto de cinco años, un gesto para legarle la democracia que se merece. Los artistas no se limitaron a intervenir un objeto, participaron activamente de su condición ciudadana, tal como se lee en este catálogo, han “Algún día, Dios borrará del corazón de los hombres todas las leyes que no sean de amor”, M. Y. manifestado por escrito sus aspiraciones y satisfacciones del sistema democrático. El escudo nacional está presente en una de las caras de la urna, hay quienes lo pintaron como solíamos hacerlo en los cuadernos de la escuela primaria, otros que lo resaltan entre sus personajes, y hay quienes lo mimetizan con su entramado plástico; dos palabras mayúsculas lo acompañan: República Argentina, dos palabras que parecen sonar más fuertes cuando se colorean, debajo de ellas un artista escribe: libre, justa y soberana, otro grita “liberta´, liberta´, liberta´”. La urna electoral, aquel objeto simple, de madera, que en algún tiempo supo “estar bien guardado”, hoy renace celebrado por treinta artistas que celebran su costado más mítico, una urna que es caja de Pandora, donde sigue guardada la esperanza.
