En el año 1994 durante casi tres meses, 137 convencionales votados democráticamente que representaban a 18 fuerzas políticas, debatieron acerca de las reformas que tendrían una gran trascendencia jurídica, social, política e institucional. El 25 de mayo de 1994 se inauguró a la Asamblea Nacional Constituyente. Las sesiones fueron presididas por el Dr. Eduardo Menem, quien se desempeñaba en ese momento como presidente provisional del Senado.
Este proceso dio como resultado, uno de los acuerdos políticos más importantes que tuvo la sociedad argentina en su conjunto y posee el valor inmenso de haber contribuido a la consolidación de la Democracia ininterrumpida en nuestro país, luego de la recuperación de la misma en el año 1983.
Algunas de las destacadas reformas fueron: la incorporación con jerarquía constitucional de Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos, fuerte compromiso en la protección de derechos sociales y colectivos, compromiso del Estado frente al problema de la discriminación y la desigualdad estructural, defensor del Pueblo, fortalecimiento del federalismo, rol del Estado de protección social al ejercicio del libre mercado, atenuación del sistema presidencialista, Consejo de la Magistratura, Reconocimiento del dominio originario de las provincias de sus recursos naturales, Reconocimiento constitucional de la autonomía universitaria y la gratuidad de la enseñanza universitaria.
Esto fue posible porque se dejaron de lado diferencias apuntando al consenso democrático para un mejor país y apostando a la política como el camino del diálogo y la búsqueda de acuerdos. A 30 años, su legado y aporte a la vida institucional de la Argentina merece ser destacado y celebrado. Este homenaje es para las mujeres y los hombres que hicieron posible esta reforma, la primera en toda la historia de nuestro país que se aprobó con el acuerdo de todo el arco político, sin exclusiones.