Su repudio a la represión que ha desencadenado el gobierno del Ecuador, presidido por Lenín Moreno, contra las fuertes protestas obreras y populares para enfrentar un ajuste fondomonetarista, antiobrero y antipopular.

Su reclamo a la libertad de todos los detenidos, el levantamiento del estado de sitio y el cese de todo tipo de represión contra la clase obrera y las masas explotadas del Ecuador.

Su repudio a los planes fondomonetaristas impulsados en toda América Latina (Brasil, Puerto Rico, Haití, etc.), incluyendo nuestro país.

Su apoyo al planteo de que la crisis económica social la deben pagar las clases dominantes -que la han creado- y no el pueblo trabajador.

Su solidaridad al pueblo explotado de Ecuador y a todos los trabajadores latinoamericanos que luchan por sus derechos.

Señor presidente:

El FMI para otorgar un préstamo de 4209 millones de dólares al gobierno de Ecuador ha colocado como condición directa, aplicar un fuerte ajuste contra el pueblo trabajador. Una reforma laboral antiobrera que rebaja vacaciones a los empleados públicos, rebaja salarios a los trabajadores de empresas públicas, ataca los convenios colectivos de trabajo, permite extender la jornada laboral a seis días semanales y hasta doce horas diarias (sin pagar el plus por hora extra). Y una reforma previsional reaccionaria que disminuye pensiones y alarga la edad de retiro.

Estas medidas de ajuste vienen provocando paros y movilizaciones que el gobierno de Lenín Moreno ha respondido con oídos sordos a las demandas populares y con una creciente represión (llegó a sacar ómnibus manejados por militares para actuar como ‘carneros’ de los paros de choferes transportistas).

El 1° de octubre se produjo un nuevo salto en esta situación: se decretaron tarifazos contra el bolsillo del trabajador. El gobierno anunció la supresión de las subvenciones a los combustibles, lo cual llevó a un drástico aumento de los precios de la gasolina y el diésel (120%), que se traslada al conjunto de los precios de los artículos de consumo popular.

Esto ha desencadenado una impresionante rebelión popular planteando terminar con el plan fondomonetarista, anular los aumentos de tarifas y un conjunto de reclamos obreros y populares para enfrentar la crisis.

El gobierno ha declarado el estado de sitio y desarrolla una fuerte represión. Al momento, según datos oficiales hay un muerto, 73 heridos y 477 detenidos, pero la rebelión popular se extiende, comunidades indígenas marchan hacia la capital, Quito; en varias localidades se han ocupado los pozos petroleros.

El presidente Lenín Moreno ha huido de Quito y se refugió en la ciudad de Guayaquil, a la que ha declarado capital del Ecuador. No quiere dar marcha atrás en los planes ‘ajustadores’ contra los trabajadores. Pretende aislarse de la movilización popular para poder reprimir mejor las protestas y la semihuelga general que se está desarrollando.

No se nos debe escapar que Lenín Moreno subió al poder como supuesto gobierno “nacional y popular”, apoyado directamente por el anterior mandatario, Rafael Correa. Pero ha devenido en un agente del capital financiero internacional y lleva adelante las políticas de ajuste fondomonetaristas.

Rompió el histórico derecho al asilo y entrego a Julián Assange, el autor de los Wikeleaks, donde se denuncia las maniobras conspirativas del poder yanqui contra las naciones y los pueblos oprimidos.

Mike Pompeo, secretario de Estado norteamericano, visitó Ecuador hace unos meses, declarando ante Moreno que "Trump está muy agradecido de contar con amigos como usted". El ‘amigo de Trump’ autorizo al Ejército de Estados Unidos a "la utilización del aeropuerto de las islas Galápagos en caso de emergencia o misiones contra el narcotráfico”. Una base para atacar las revoluciones y resistencias de los trabajadores norteamericanos. ¿Comenzará a ser usada para reprimir con marines al propio pueblo ecuatoriano?

La rebelión ecuatoriana -y el ajuste fondomonetarista que se intenta aplicar- no son un rayo en cielo sereno. Son la punta del iceberg que recorre a todo Latinoamérica y que se está constituyendo también en la Argentina. La clase obrera, los campesinos y los explotados de Latinoamérica tenemos objetivos comunes: romper con el FMI, no pagar la deuda externa ilegitima y usuraria, romper con el dominio de las multinacionales, los bancos y las oligarquías sudamericanas y los gobiernos que aplican las ‘recetas’ contra el pueblo. Esto nos hermana en la lucha por Gobiernos de Trabajadores y la Unidad Socialista de América Latina.

Llamamos a los Diputados y Diputadas a acompañar este repudio dirigido contra la represión al pueblo trabajador de Ecuador.