Repudiar enérgicamente la política del gobierno de Donald Trump de separar a los niños/as de sus padres en la frontera con México para llevarlos a “albergues” en donde se los enjaula y mantiene en condiciones paupérrimas, o internarlos en instituciones militares.

Repudiar la política de “tolerancia cero” que sostiene el gobierno de Estados Unidos desde hace años contra los inmigrantes, a quienes se detiene en la frontera para ser encarcelados con causas civiles y penales.

Apoyar incondicionalmente a las familias que, al huir de situaciones de pobreza en sus países en busca de una vida mejor, sufren la represión por parte de las fuerzas de seguridad estadounidenses.

Hacer llegar esta Resolución al embajador estadounidense en nuestro país y a través de nuestra embajada en Estados Unidos al gobierno de Donald Trump.

Señor presidente:

Desde abril de este año la política de “tolerancia cero” que el gobierno de Estados Unidos aplica sobre la frontera sur del país desde hace años, tuvo un nuevo salto que puso al desnudo frente al mundo la perversidad y la deshumanización del sistema capitalista. No hay que ir a Siria o a la Franja de Gaza para ver imágenes que desgarran, de familias desesperadas que sufren la prepotencia de las fuerzas de seguridad, niños llorando porque fueron separados de sus padres y dejados hacinados en lugares sin las más mínimas condiciones de higiene, quedando desprotegidos, como carnada para proxenetas.

Se calcula que desde el mes de abril cerca de 2.300 niños fueron separados de sus padres. La medida fue justificada perversamente como un modo de disuadir a los migrantes. Según imágenes y videos que fueron difundidos, los/as niños/as son llevados a verdaderos campos de concentración, son encerrados en jaulas en instalaciones sin condiciones para albergar niños/as y mucho menos bebes. Se hicieron públicas denuncias que hablan de que los chicos se encuentran bajo “la tutela” de personas de las fuerzas de seguridad. A través de abogados que atienden a madres de niños/as que fueron separados, se conoce que los guardias de seguridad se los llevan violentamente o a través de engaños, como que les van a dar un baño y luego los devuelven (en otra escala, el engaño de los nazis para que los judíos entraran mansamente en las cámaras de gas).

Los videos y audios que se hicieron públicos muestran niños llorando con desesperación pidiendo por sus padres. No saben por qué se encuentran ahí y tampoco saben qué será de ellos. Muchas de las madres que buscan a sus hijos, a través de abogados, denuncian que aún no los han siquiera localizado.

Esta operatoria bestial comienza en la frontera, los padres de los/as niños/as son apresados por las fuerzas de seguridad, procesados con cargos criminales –antes eran cargos civiles por ingresar ilegalmente al país- y enviados a centros carcelarios. El gobierno de Trump, si bien tuvo que retroceder con la medida de separar a las familias, por el enorme repudio popular e incluso internacional, pretende mantener intacta la política de “tolerancia cero” y seguirá insistiendo en la construcción del muro con México.

Lo cierto es que esta política no es nueva. Distintas organizaciones de derechos humanos y de protección de la infancia han denunciado los tratos inhumanos contra inmigrantes de todas las franjas etarias y la separación de familias es moneda corriente en la frontera de Estados Unidos desde hace décadas. En 1997 tuvo que firmarse un acuerdo, “The Flores Settlement Agreement”, que establecía que los/as niños/as inmigrantes no podían quedar detenidos mucho tiempo en campos de detención de inmigrantes. Sin embargo, la separación de sus familias es un hecho a partir del momento en que sus padres son apresados por el delito de ingresar ilegalmente al país.

La crisis de los refugiados y desplazados es una catástrofe global que se enmarca en un contexto de derrumbe del sistema capitalista. Según la ONU, en 2017 alcanzó a 68,5 millones de personas, casi un 5% más que el año anterior (La Nación, 20/6). Diariamente, 44.500 personas escapan de guerras, conflictos internos y limpiezas étnicas. A su vez, se indica que en todo el mundo los refugiados que huyeron de sus países representan 25,4 millones del total. Los otros 43,1 millones son desplazados internos, con Colombia a la cabeza del ranking internacional. El 53% son menores, muchos de ellos no acompañados o separados de sus familias.

La guerra imperialista destruye países enteros y promueve las oleadas de refugiados que luego golpean las propias metrópolis capitalistas, como se ve actualmente en Europa.

No es casual que estas políticas xenófobas, tendientes a crear un clima político facistizante, no hayan sido repudiadas por el gobierno argentino. No debemos olvidar que aquí también se lleva adelante una política represiva y de expulsión de los inmigrantes de las naciones vecinas (Bolivia, Chile, Paraguay, etc.). Hace muy poco se quería prohibir el uso de los hospitales públicos por los inmigrantes.

La podredumbre del capitalismo desborda todas las fronteras. Desde la banca del Frente de Izquierda – Partido Obrero, sostenemos la necesidad de luchar por la organización independiente de la clase obrera en todo el mundo para terminar con este sistema que apunta a la deshumanización y pauperización cada vez más fuerte de la humanidad. La necesidad de subvertir este sistema organizado a partir del lucro capitalista, que genera desplazamientos y el sufrimiento de las masas de trabajadores en busca de una vida mejor, y su reemplazo por uno organizado a partir de las necesidades de la sociedad es una tarea histórica y urgente.

Solicitamos el acompañamiento de los/as señores/as diputados/as.