Expresar repudio y preocupación por los despidos de trabajadores del Instituto Nacional de Tecnología Industrial ocurridos durante el mes de enero de 2018.

Señor presidente:

Señor presidente:

En los últimos días de enero se conoció el envío de telegramas de despido por parte de las autoridades a más de 250 trabajadores del Instituto Nacional de Tecnología Industrial. Apenas producidos, las autoridades del organismo argumentaron que la razón de los despidos se originaba en un ausentismo reiterado, incumplimiento de horarios laborales y de desempeños. Sin embargo, no tardaron en hacerse públicos múltiples casos de trabajadores despedidos que cobraban todos los meses el presentismo y contaban con recomendaciones de sus superiores. Estos despidos pueden, por tanto, motivarse presumiblemente en razones políticas y gremiales, así como de un cambio profundo en los ejes centrales de las políticas públicas que hacen al sector. No resulta muy difícil de entender que son esos trabajadores despedidos la principal resistencia que cualquier administración que hace del ajuste y el vaciamiento su objetivo estratégico necesita barrer.

Inmediatamente, la totalidad del personal comenzó medidas de fuerza tanto en la central del INTI en Buenos Aires como en distintos centros en todo el país y dieron una versión de los hechos muy diferente. Afirmaron que se decidió echar de manera selectiva a delegados con mandato, profesionales y técnicos que fueron candidatos en alguna elección o que participaron en marchas para luego poder aplicar un plan de reforma del instituto que implique entregar funciones y reducir su estructura.

En estos días, y gracias a la voz de los trabajadores, también nos hemos enterado de que el INTI tercerizará en parte los controles de calidad sobre productos industriales, favoreciendo a un conjunto de laboratorios privados que realizarán tareas de certificación y homologación, bajo el argumento de que necesita un

apoyo externo. De esta manera cederá la facultad de los controles en ciertas áreas de la industria. Ya el año pasado a través del decreto 960/2017 el Gobierno habilitó el ensayo de laboratorios extranjeros para productos de medición importados esgrimiendo que el organismo se encontraba saturado de tareas.

La situación es aún más preocupante porque significa un freno a la política científica argentina y a la posibilidad de contar con desarrollos y conocimientos que incrementen nuestra propia soberanía. El Estado nacional ha invertido en cada uno de esos trabajadores grandes recursos para fórmarlos como capital humano con un grado de conocimiento específico en cada una de sus materias del más alto nivel. La mayoría de ellos se han formado en universidades públicas, financiadas asimismo desde el presupuesto público, y han tenido becas y estímulos estatales para avanzar y crecer en su derrotero profesional. Por eso resultan tan inexplicables y dolorosos estos despidos arbitrarios. Ni siquiera bajo una lógica economicista pueden justificarse, ya que lejos de ser un ahorro se convierte en todo lo contrario, un despilfarro de recursos.

Los argentinos estamos viviendo con mucha preocupación la situación crítica que atraviesa la ciencia y la técnica en nuestro país. A pesar de no ocupar el centro de los grandes medios, lo venimos advirtiendo desde hace meses, cuando el gobierno decidió disminuir progresivamente los recursos destinado a Ciencia y Tecnología. Los problemas vienen desde que no se cumplieron con las propias promesas de campaña del partido gobernante, cuando en aquel momento nos decían que la ciencia era una herramienta fundamental para solucionar los problemas de la gente y para impulsar el desarrollo de las economías regionales. Y desde que prometió duplicar el presupuesto en Ciencia y Tecnología llevándolo a 1,5% del PBI, en lugar de reducirlo como luego se hizo.

Los argentinos conocemos por nuestra propia historia las políticas que implicaron continuos ajustes y falta de oportunidades de trabajo para los científicos y técnicos. Hoy somos testigos que detrás de la excusa de modernizar el Estado se

dejan a cientos de familias en la calle y vacían organismos que cumplen una importante función social para avanzar lenta y solapadamente en su privatización

Ojalá estas decisiones se reviertan rápidamente. Nuestro país merece y necesita imperiosamente tener herramientas de progreso, desarrollo y equidad para todos, sumando y aprovechando los saberes por los que nuestros profesionales se destacan en el mundo entero.

Por las razones expuestas invito a mis pares a la aprobación de este proyecto.