Declarar de interés los eventos organizados por el Museo del Holocausto de Buenos Aires entre los meses de octubre y noviembre de 2018 en esta Ciudad, en conmemoración del 80º Aniversario del episodio ocurrido el 09 de noviembre de 1938 en Alemania conocido como Kristallnacht (“Noche de los cristales rotos”).

Señor presidente:

La Kristallnacht (“Noche de los cristales rotos”), organizada por los nazis en Alemania y territorios controlados un año antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, puede considerase el acontecimiento que inició las acciones concretas conducentes al Holocausto judío conocido como “Shoá”.

Al mismo tiempo, fue el punto en el cual la violencia verbal, institucional y simbólica contra un grupo o sector pasó a convertirse en violencia real y física, secuencia que —desgraciadamente— ha tendido a cumplirse siempre en la historia cada vez que una nación se desliza hacia el autoritarismo o totalitarismo.

Utilizando como excusa el asesinato de un diplomático germano en París, el 9 de noviembre de 1938 tuvo lugar en toda Alemania una serie de pogromos (agresiones violentas por parte de turbas) contra la comunidad judía.

Los nazis trataron de presentar este episodio como parte de una “justa ira popular”, pero lo cierto es que fueron personalmente planificados y coordinados por las más altas esferas del gobierno alemán, incluyendo el canciller Adolf Hitler, y ejecutado mayormente por militantes del NSDAP (partido nazi), fuerzas de choque como las SA y las SS y elementos encubiertos de la Gestapo.

La propaganda de odio contra los judíos, metódicamente organizada a lo largo de un lustro de gobierno nazi y que pretendía culparlos colectivamente y como etnia por los problemas de Alemania (pese a que eran menos del 1% de la población), también sirvió para preparar un caldo de cultivo adecuado.

Como resultado de la Kristallnacht, cuyos estertores se prolongaron a lo largo de un par de días, fueron destruidas casi todas las sinagogas que había en Alemania: cerca de 1.500 templos, así como muchos cementerios judíos, 7.000 negocios y unas 30 tiendas importantes. Hubo judíos linchados, muertos a golpes o por incendios y otros que llegaron a suicidarse.

El número de muertos nunca se supo con certeza, pero las estimaciones rondan el centenar. También hubo incidentes en Austria, por aquel entonces anexada a Alemania.

La Kristallnacht fue la culminación de una serie de actitudes y políticas gubernamentales antisemitas que se fueron dando in crescendo. Desde el llano, el nazismo había hecho del odio a los judíos el eje de su propaganda. Pero no se trataba meramente de una bravuconada electoralista, sino de un demencial principio que tenían profundamente internalizado, dado que pasaron a implementarlo también desde el poder.

Ya en 1933 los funcionarios nazis solicitaban el boicot a los comercios o profesionales de origen judío, el cual fue ejecutado por las SA, cuyos efectivos pintaban estrellas en los locales afectados junto a inscripciones que decían: “no compre a los judíos” o “comprar sólo en tiendas alemanas”.

A la vez, se aprobaron leyes que impedían a los judíos trabajar en la administración pública o ejercer determinadas profesiones. A partir de 1935 se aprobaron las Leyes de Nüremberg, incluyendo la llamada Ley de Protección de la Sangre y el Honor Alemán, que prohibió el matrimonio entre judíos y “arios”. Otra aberrante norma, la Ley de Ciudadanía del Reich, privó a los judíos alemanes de la mayor parte de sus derechos políticos (incluido el voto)

La ofensiva prosiguió con los mensajes vehiculizados a través de la prensa, la radio y el cine, convertidos en un poderoso aparato de propaganda nazi. En 1937, por ejemplo, se había estrenado con gran despliegue la película antisemita Der Ewige Jüde (El judío eterno).

La Kristallnacht fue el primer paso hacia la acción directa, es decir, a la persecución sistemática y el asesinato masivo de judíos en Alemania y la Europa controlada por los nazis. A los pocos días de acontecida, más de 30.000 judíos alemanes fueron arrestados y enviados a campos de concentración, cuya red comenzaba a multiplicarse y sistematizarse, a la vez que se ensayaban en ellos los tristemente célebres procedimientos para el asesinato a escala industrial, como las cámaras de gas, los cuales se volverán omnipresentes a partir de 1941.

Ya reducidos a la miseria debido a las medidas de gobierno y la destrucción de sus propiedades, los judíos fueron condenados luego de la Kristallnacht a pagar una multa colectiva de mil millones de marcos “como castigo por sus crímenes abominables”, según dijo entonces el dirigente nazi Hermann Göering.

En realidad, faltaba poco entonces para que comenzaran los verdaderos “crímenes abominables”: los perpetrados por los nazis bajo el cínico nombre de “solución final” y que implicarían el exterminio de millones de judíos y no judíos en los campos de concentración, consagrándose estas acciones como uno de los más pavorosos genocidios de la Historia de la Humanidad.

La rememoración de la Kristallnacht en la Argentina que lleva adelante el Museo del Holocausto de Buenos Aires no sólo busca rendir homenaje a una minoría étnica perseguida y masacrada. También es una fecha apropiada para llamar la atención también acerca del fanatismo, el odio y las teorías demenciales manipuladas con objetivos políticos, factores sobre los cuales se montan las acciones preparatorias que desembocan invariablemente en totalitarismos criminales y genocidios.

Por todas estas razones, señor Presidente, solicito que se apruebe el presente proyecto de Declaración.