Su beneplácito por la celebración de los comicios presidenciales el pasado 20 de mayo en la República Bolivariana de Venezuela, en un marco de probada transparencia y legitimidad, en los cuales resultó reelecto el presidente Nicolás Maduro.

Señor presidente:

La soberanía de los Estados nacionales es un valor que defendemos con la más absoluta convicción y, en tal sentido, rechazamos cualquier tipo de injerencia extranjera en los asuntos internos de los países.

Este proyecto no es una excepción a la afirmación anterior, sino todo lo contrario. Es nuestra intención destacar la legitimidad y transparencia que han caracterizado a las elecciones presidenciales que tuvieron lugar el pasado 20 de mayo en la República Bolivariana de Venezuela.

Y esta necesidad se funda, precisamente, en la campaña de difamación internacional a la que ha sido sometida Venezuela y que buscó deliberadamente influir en su situación interna, tal y como viene haciendo de manera sostenida Estados Unidos, por ejemplo, financiando las actividades de los opositores al proceso político fundado por el Comandante Hugo Chávez Frías.

Venezuela concurrió a las urnas en el contexto de una severa crisis económica, la cual se explica en buena medida por las acciones de sabotaje y desabastecimiento que vienen aplicando los sectores más concentrados del poder económico venezolano, sumadas al bloqueo impuesto por los Estados Unidos y que impide por ejemplo la importación de medicamentos, hecho sobre el cual no hace falta abundar en sus perniciosas consecuencias humanitarias.

Justamente ese dato es el principal argumento que los detractores de Venezuela esgrimieron el mismísimo día de la elección para impugnar su legitimidad. Sin embargo, eso no sólo es una falacia jurídica, sino que además constituye una mentira deliberada y sin sustento.

La abstención del 54% del padrón (o dicho de otra manera: una participación efectiva del 46%), evaluada a la luz del promedio de participación electoral de la región, representa un número altísimo . De hecho el actual presidente de Chile, Sebastián Piñera, accedió a su cargo en una elección en la cual la abstención fue del 46% y en el caso de su par colombiano, Juan Manuel Santos, fue elegido en medio de una abstención del 60% .

Y si quisiéramos mirar índices de abstención electoral más allá de nuestra región tampoco encontraríamos otra cosa: Merkel fue electa en Alemania con 60% de abstención, Rajoy en España con 35% y Trump en Estados Unidos con el 45%.

Como vemos, señor Presidente, no todos los países del mundo gozan de niveles masivos de participación electoral. Y muchos de esos Estados gozan de una sólida fama de democracias consolidadas, transparentes y legítimas. Pues bien, lo mismo debemos decir de la República Bolivariana de Venezuela.

Y si cabe agregar algo sobre la cuestión del fraude, discurso ya desprestigiado a fuerza de haber sido esgrimido por la derecha a lo largo y ancho del continente en todas las elecciones ganadas por fuerzas populares, dejemos que sea el expresidente norteamericano Jimmy Carter quien dictamine sobre la transparencia del sistema electoral venezolano: “el proceso electoral en Venezuela es el mejor en el mundo” .

En definitiva, Señor Presidente, la República Bolivariana de Venezuela, nación hermana, latinoamericana y soberana, ha desarrollado –una vez más- elecciones libres, transparentes y legítimas, lo cual nos enorgullece como latinoamericanos y profundamente demócratas que somos, conscientes de cuánto han sufrido nuestros pueblos para poder gozar de nuestras libertades y derechos.

Por todos estos motivos solicito a mis pares la aprobación del presente proyecto.