Expresar su más enérgico repudio a la razzia y posterior represión violenta que la Policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Policía Federal desataron contra mujeres que participaban de la movilización por el Día Internacional de la Mujer, el pasado 8 de marzo de 2017.

Señor presidente:

El pasado 8 de marzo del corriente año se conmemoró y alzó la voz de todas las mujeres con un paro de actividades y movilización en distintos puntos del país. La misma fue multitudinaria, se pidió un trato igualitario, como así también exigir que ninguna mujer más sufra violencia de género.

Sin embargo, esta movilización, en horas de la noche, se vio manchada por una “razzia policial”, una escena violenta con “olor” a dictadura. Fue un violento operativo que la Policía de la Ciudad de Buenos Aires y la Policía Federal, ambas al mando del mismo espacio político, el PRO, realizaron en conjunto, tras la masiva marcha a Plaza de Mayo. Fueron detenidas un grupo de mujeres que cenaba en las cercanías de Plaza, sin motivo alguno. La policía entró al lugar a los gritos, exigiéndoles que circulen, según contaron los testigos del lugar.

El 9 de diciembre del año 2015, en su último discurso como presidenta de la Nación, la Dra. Cristina Fernández de Kirchner advirtió, a la inmensa multitud que la despedía en Plaza de Mayo, que esperaba que durante el ciclo político que se abriría al día siguiente no fueran atacadas las libertades de un pueblo que se acostumbró a que le fueran reconocidos sus derechos en la década en que gobernaron ella y Néstor Kirchner. Pueblo que, por las mismas razones, dará pelea cada vez que se le quiera arrancar calidad de vida.

Un gobierno decidido a terminar con lo que mal denomina “la fiesta populista”, en la que la ciudadanía se habría creído que podía vivir por encima de lo que el presidente Mauricio Macri dictamina que son sus posibilidades, necesita de la represión como herramienta que reemplaza el consenso que jamás obtendrían para semejante propósito.

El contexto de esta represión brutal es el de un gobierno que representa a los sectores civiles que se beneficiaron con la última dictadura cívico militar, cuando el plan sistemático de tortura y desaparición/asesinato (cuya existencia niega el actual oficialismo) fue lo que posibilitó la planificación de la miseria, política económica de este país hasta 2003. Los que seguramente habrían resistido ese despojo fueron abatidos por aquella junta militar, que sin embargo sólo ejecutó las aspiraciones de otros, los mismos que dirigen el accionar del actual gobierno, y que de ese modo lograron lo que ahora quieren repetir: enriquecerse a costa de las mayorías.

La cara más auténticamente opuesta a las ambiciones que gerencia el macrismo es la de la presidenta mandato cumplido, Cristina Fernández de Kirchner, quien comete para ellos el doble pecado de haber levantado a un pueblo que no se resigna, y, para peor, rebelándose también contra el destino de relegamiento que determinadas estructuras culturales quieren para la mujer. Esto explica la persecución judicial al margen de cualquier legalidad de que es víctima actualmente.

Otra expresión de la lucha por la causa popular, y también mujer, Milagro Sala, por las mismas razones que Cristina, cumple pena como presa política, porque tampoco en este caso hay derecho que sustente su encierro, casi desde el instante siguiente a la asunción del gobernador Gerardo Morales, socio de Macri en Jujuy, pese a la condena de numerosas entidades dedicadas a la lucha por los derechos humanos a nivel global.

Como las luchas, tal lo enseñara Eva Perón, son todas una sola, hoy debemos ver también cómo desde el mismo espacio político se responde al reclamo docente por salario digno con amenazas a los dirigentes sindicales que la encabezan. De igual manera lo hizo el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, con los camaristas laborales que fallaron a favor de los acuerdos paritarios de los trabajadores bancarios: el juicio político pedido por el funcionario a raíz de ello no puede ser interpretado sino como un vulgar apriete. En las mismas horas en que tres marchas en tres días consecutivos impugnaban fuertemente la política oficial, fue cancelada la personería gremial del combativo sindicato de trabajadores del subterráneo porteño.

La enumeración precedente da, creo, acabada cuenta de un modus operandi del gobierno nacional en contra de toda forma de oposición que encuentre en su camino.

Para peor, las mujeres somos una minoría social sensiblemente significativa en el marco del agravamiento del flagelo de la violencia de género que las estadísticas demuestran, y que deberían mover al Poder Ejecutivo a un tratamiento especial de nuestro sector, repudiando y actuando contra la crueldad con que somos tratadas a diario, y no sumándose a la misma.

Por todo lo expuesto, y porque las señales de alarma de violencia estatal son cada vez más, lo que nos impone el deber de reaccionar a favor del pueblo que es atacado, como representantes que somos, es que solicito a mis pares el acompañamiento del presente proyecto.