Hugo Yasky
Diputado de la Nación
UNIÓN POR LA PATRIA
Período: 10/12/2021 - 09/12/2025
PROYECTO DE RESOLUCION
Expediente: 2961-D-2019
Sumario: DECLARAR DE INTERES DE LA H. CAMARA LA CONVOCATORIA DEL PAPA FRANCISCO A ECONOMISTAS JOVENES DEL MUNDO, PARA PARTICIPAR DEL EVENTO "ECONOMY OF FRANCESCO", A REALIZARSE DEL 26 AL 28 DE MARZO DE 2020 EN LA CIUDAD DE ASIS, REPUBLICA ITALIANA.
Fecha: 11/06/2019
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 75
Declarar de interés nacional la convocatoria efectuada por su Santidad, el Papa Francisco a los economistas jóvenes del mundo que trabajen para una economía humana, con el propósito de que asistan al evento “Economy of Francesco” a realizarse en la ciudad de Asís, Italia, entre los días 26 y 28 de marzo de 2020.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
La convocatoria efectuada por el Sumo Pontífice mediante carta abierta fechada el 11 de mayo del corriente año al evento “Economy of Francesco” a realizarse en la ciudad de Asís, Italia, entre los días 26 y 28 de marzo de 2020 resulta de enorme trascendencia para los oprimidos y excluidos del mundo, y de particular interés para la Argentina en el actual contexto político y económico.
En la misma, el primer Papa argentino de la historia, Jorge Mario Bergoglio, quien adoptó como nombre papal “Francisco”, hace un llamamiento a los y las economistas de todo el mundo para que sienten las bases de un nuevo modelo inclusivo, imprescindible a la hora de trazar como horizonte el sendero de un pacto global hacia una economía que tenga como epicentro al ser humano y el respeto por el medio ambiente.
En su generosa invitación, el Papa Francisco, nos recuerda que “en la Carta Encíclica Laudato si ' subrayé que hoy más que nunca, todo está íntimamente conectado y que la protección del medio ambiente no puede separarse de la justicia para los pobres y de la solución de los problemas estructurales de la economía mundial. Por lo tanto, es necesario corregir los modelos de crecimiento que son incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente, la acogida de la vida, el cuidado de la familia, la equidad social, la dignidad de los trabajadores, los derechos de las generaciones futuras. Desgraciadamente, sigue sin escucharse la llamada a tomar conciencia de la gravedad de los problemas y, sobre todo, a poner en marcha un nuevo modelo económico, fruto de una cultura de comunión, basado en la fraternidad y la equidad”.
En un mundo signado por la desigualdad, el Sumo Pontífice se ha transformado en el gran líder mundial en pos de una sociedad más justa, en el gran protector de una amplia mayoría de la población, en la voz de aquellos que no tienen voz, en el faro de millones de personas que observan como convidados de piedra el bacanal que organizan los mercados y una minoría de ricos y poderosos. Los trabajadores precarizados, los desempleados, batallones de hombres y mujeres, niños y niñas, ancianos y ancianas, quedan al margen del banquete de los poderosos, que el Papa Francisco desnuda y denuncia en cada uno de sus alegatos. En ese marco, su crítica a la ideología del neoliberalismo que corrompe las almas y las conciencias, y la difusión de ideas económicas emanadas de aquella, aparece como un elemento central, que debe movernos a la reflexión, ya que, como sostiene Francisco en su Evangelii Gaudium “algunos todavía defienden las teorías del «derrame», que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera”.
En este sentido, también advirtió con lucidez en su primera exhortación apostólica que “así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida”.
(Evangelii Gaudium 26 de noviembre de 2013).
En momentos en que a los argentinos y las argentinas se nos impone como pauta cultural el apego al individualismo, el interés egoísta entreverado por la competencia vil de los mercados y el desprecio por lo público y lo colectivo en beneficio de los intereses de una ínfima minoría, Francisco se distingue y evoca el bien común como valor supremo de la sociedad: “El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar” (Laudato Si, párrafo 13).
Su Santidad subraya en cada uno de sus pasos la importancia de alcanzar un gran consenso que ponga el acento en la inclusión social como objetivo universal de las nuevas generaciones. “Queridos jóvenes –señala el Papa Francisco en la última convocatoria a los economistas–, sé que sois capaces de escuchar con el corazón los gritos cada vez más angustioso de la tierra y de sus pobres en busca de ayuda y de responsabilidad, es decir, de alguien que "responda" y no dé la espalda. Si escucháis a vuestro corazón, os sentiréis portadores de una cultura valiente y no tendréis miedo de arriesgaros y de comprometeros en la construcción de una nueva sociedad. ¡Jesús resucitado es nuestra fortaleza! Como os dije en Panamá y escribí en la Exhortación apostólica post-sinodal Christus Vivit: "¡Por favor, no dejen que otros sean los protagonistas del cambio!" ¡Ustedes son los que tienen el futuro! Por ustedes entra el futuro en el mundo. A ustedes les pido que también sean protagonista de este cambio. [...] Les pido que sean constructores del mundo, que se metan en el trabajo por un mundo mejor"(No. 174).
Se revela como un verdadero pastor, dispuesto a dejar a un lado las comodidades que ofrece su sitial en la Iglesia Católica, para encabezar la lucha por una sociedad más justa y enarbolar la bandera universal por la equidad social.
Como un excelso profeta, el Papa Francisco vive de cerca y encarna las dificultades que embargan a la gran mayoría de la humanidad sin perder de vista que las soluciones requieren de una visión integral y elevada para enfrentar una problemática compleja. Se despoja de las actitudes dogmáticas y sectarias y abre las puertas de la Iglesia Católica a sectores de la sociedad que antes se encontraban excluidos del debate.
Es consciente de que el desafío descomunal que tiene por delante requiere del diálogo y la confluencia de ideas y acciones de todos aquellos y aquellas que resultan damnificados por las políticas neoliberales y por el abandono del rol del Estado como garante de derechos fundamentalísimos de la población.
Francisco ha sido muy enfático a la hora de criticar las políticas neoliberales y sus efectos devastadores sobre las naciones. En la encíclica Laudato Si puntualiza: “Cuando el dinero se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo”. En este aspecto, resalta que “ningún poder fáctico o constituido, tiene derecho a privar a los países pobres del pleno ejercicio de su soberanía”. Por su parte, en el Evangelii Gaudium expresa:“La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano. La crisis mundial, que afecta a las finanzas y a la economía, pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo”. En el párrafo 56, sostiene que “mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real”.
Así, mientras los países centrales habilitan un endeudamiento insostenible a las naciones en desarrollo como la Argentina, Francisco denuncia el condicionamiento político que los prestamistas imponen a las naciones en vías de desarrollo, mientras se avanza en la depredación de sus recursos estratégicos: “la deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica. De diversas maneras, los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro. La tierra de los pobres del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos para satisfacer sus necesidades vitales les está vedado por un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso” (Laudato Si, párrafo 52).
En una economía que transformó a las necesidades básicas en un privilegio inaccesible para las grandes mayorías de la población, Francisco proclama las responsabilidades de los Estado para su garantía: “la falta de viviendas es grave en muchas partes del mundo, tanto en las zonas rurales como en las grandes ciudades, porque los presupuestos estatales sólo suelen cubrir una pequeña parte de la demanda” (Laudato Si, párrafo 152).
En la Argentina, uno de los principales problemas es el desempleo, o el empleo precario y/o irregular, sentando posición sobre la concepción humana del trabajo y su necesidad para la realización personal, el Papa ha remarcado que “el gran objetivo debería ser siempre permitir una vida digna a través del trabajo. Pero la orientación de la economía ha propiciado un tipo de avance tecnológico para reducir costos de producción en razón de la disminución de los puestos de trabajo, que se reemplazan por máquinas” (Laudato Si, párrafo 128).
Contra las políticas de dominio financiero de las relaciones económicas y el liberalismo económico, el Santo Padre llama a los economistas a promover un desarrollo sustentable basado en la producción real y ecológica que genere empleo digno para todos los habitantes del planeta: “para que haya una libertad económica de la que todos efectivamente se beneficien, a veces puede ser necesario poner límites a quienes tienen mayores recursos y poder financiero. Una libertad económica sólo declamada, pero donde las condiciones reales impiden que muchos puedan acceder realmente a ella, y donde se deteriora el acceso al trabajo, se convierte en un discurso contradictorio que deshonra a la política. La actividad empresarial, que es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos, puede ser una manera muy fecunda de promover la región donde instala sus emprendimientos, sobre todo si entiende que la creación de puestos de trabajo es parte ineludible de su servicio al bien común.” (Laudato Si, párrafo 129).
El Papa nos interpela, no como personas que profesan una religión determinada, sino como hacedores de política y tomadores de decisiones económicas que nos afectan a todos y todas. Comprende que los intelectuales y políticos desconectados de la realidad de los desposeídos impiden el desarrollo de una economía al servicio del hombre y lo público. Así se expresa en el párrafo 49 de Laudato Si: “Quisiera advertir que no suele haber conciencia clara de los problemas que afectan particularmente a los excluidos. Ellos son la mayor parte del planeta, miles de millones de personas. Hoy están presentes en los debates políticos y económicos internacionales, pero frecuentemente parece que sus problemas se plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por obligación o de manera periférica, si es que no se los considera un mero daño colateral. De hecho, a la hora de la actuación concreta, quedan frecuentemente en el último lugar. Ello se debe en parte a que muchos profesionales, formadores de opinión, medios de comunicación y centros de poder están ubicados lejos de ellos, en áreas urbanas aisladas, sin tomar contacto directo con sus problemas. Viven y reflexionan desde la comodidad de un desarrollo y de una calidad de vida que no están al alcance de la mayoría de la población mundial. Esta falta de contacto físico y de encuentro, a veces favorecida por la desintegración de nuestras ciudades, ayuda a cauterizar la conciencia y a ignorar parte de la realidad en análisis sesgados. Esto a veces convive con un discurso «verde». Pero hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”.
También en su Evangelii Gaudium nos interpela, al sostener que “Una reforma financiera que no ignore la ética requeriría un cambio de actitud enérgico por parte de los dirigentes políticos, a quienes exhorto a afrontar este reto con determinación y visión de futuro, sin ignorar, por supuesto, la especificidad de cada contexto. ¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. Os exhorto a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética en favor del ser humano”.
Siendo esencial este tipo de enfoques para proponer como ejemplo a seguir por las academias, lo que le permitirá a quienes se forman, estudian y practican la Ciencia Económica contar con un enfoque diferente, orientado a la inclusión y a una mejor distribución del ingreso y la riqueza, y resultando en consecuencia la corrección de los imperantes modelos económicos por otros que establezcan como principal prioridad la igualdad social, la dignidad de de las personas y el acceso a un trabajo digno para las generaciones venideras.
Como señala en su mensaje el Sumo Pontífice, este proceso de cambio global está destinado a una comunión de intenciones entre los que tienen el don de la fe y todos los hombres de buena voluntad, más allá de las diferencias de credo y nacionalidad, unidos por un ideal de fraternidad que privilegie a los pobres y excluidos y que priorice la equidad distributiva.
Por un nuevo modelo de desarrollo socio-económico destinado al bien común, que garantice los derechos fundamentales, el acceso a la tierra, el techo, el trabajo y la dignidad del hombre y la mujer y de todos los hombres y las mujeres, en pos de una economía donde prevalezca una ética de la solidaridad y no los privilegios y la riqueza de una minoría, donde los Estados sean reconocidos en su derecho y obligación de velar por el bien común dictando las normas que pongan límites a los mercados, solicito a mis pares la aprobación del presente proyecto.
Firmante | Distrito | Bloque |
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VALLEJOS, FERNANDA | BUENOS AIRES | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
CORREA, WALTER | BUENOS AIRES | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
MERCADO, VERONICA | CATAMARCA | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
FILMUS, DANIEL | CIUDAD de BUENOS AIRES | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
BASTERRA, LUIS EUGENIO | FORMOSA | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
FRANA, SILVINA PATRICIA | SANTA FE | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
LLANOS MASSA, ANA MARIA | CHUBUT | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
YASKY, HUGO | BUENOS AIRES | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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