Expresar su más profundo repudio por el acto de agresión del que fueran víctimas los señores ministros de Cultura de la Nación y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Pablo Avelluto y Enrique Avogadro, el día 26 de abril en la inauguración de la 44ª Feria del Libro de Buenos Aires.

También expresar la solidaridad de esta Cámara para con el señor Ministro de Cultura de la Nación Pablo Avelluto y para con el señor Ministro de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires señor Enrique Avogadro.

Señor presidente:

Los hechos ocurridos el 26 de abril en la inauguración de la 44ª Feria del Libro de Buenos Aires, en donde un grupo de supuestos estudiantes de institutos terciarios de la Ciudad de Buenos Aires impidió por la fuerza que los ministros de Cultura de la Nación y de la Ciudad hicieran uso de la palabra en el acto de apertura, nos retrotrae a épocas en donde prevalecía la fuerza por sobre las ideas.

Los desafortunados acontecimientos se suscitaron no como un reclamo sino como una veda a la expresión de los señores ministros. Queda esto demostrado cuando al intentar comenzar con su discurso de apertura el ministro Avelluto se vio impedido de hacerlo por los cánticos y gritos de un centenar de personas en el recinto y por el avance en el escenario de dos manifestantes, a quien el ministro ofrece un tiempo para expresarse. Al finalizar el manifestante su proclama, Avelluto intenta comenzar a hablar y nuevamente es interrumpido y vedado en el uso de la palabra.

El grupo de alumnos, militantes de una agrupación política afín al anterior gobierno nacional, ejerció la intolerancia y el autoritarismo de utilizar la fuerza para impedir la expresión de los funcionarios. Este país es un doloroso padeciente de capítulos oscuros de su historia donde los unos no dejaban expresar a los otros, copiando los más repudiables métodos del fascismo donde el escrache y la imposición de una idea por la fuerza eran el recurso cotidiano. Bien decía un ex presidente argentino que la fuerza es el derecho de las bestias.

En esta democracia no queda ya lugar para este tipo de expresiones violentas. La ciudadanía lo sabe y rechaza y es por eso que cada vez toma más distancia de este tipo de prácticas y de aquellos que las impulsan.

Por todo lo antes expuesto, solicito a las señoras diputadas y a los señores diputados que me acompañen en la aprobación del presente proyecto de resolución.