Manifestar su beneplácito por la aprobación por parte de la Organización de Estados Americanos (OEA) de una resolución que abre los caminos de acercamiento entre Ecuador y Colombia acto seguido a los acontecimientos producidos producto del bombardeo perpetrado por la Fuerza Aérea colombiana sobre territorio ecuatoriano y la posterior movilización de tropas ecuatorianas y venezolanas a sus respectivas fronteras con Colombia.

Señor presidente:

La aprobación por parte de la Organización de Estados Americanos (OEA) de una resolución que abre los caminos de acercamiento entre Ecuador y Colombia es un hecho auspicioso para todo el continente demostrando que los organismos multilaterales tienen un valor importantísimo a la hora de mantener la paz entre sus miembros cuando todos los estados miembros trabajan mancomunadamente para sostenerla.

Dicha resolución encomienda al Secretario General de la OEA encabezar una Comisión de alto nivel para que converse con las autoridades de ambos países y luego eleve un informe a los Ministros de Relaciones Exteriores de la organización que se reunirán en Washington DC el 17 de marzo.

Numerosas delegaciones de los Estados miembros afirmaron la importancia de respetar principios internacionales enmarcados en la Carta del Organismo, los que destacan que "el derecho que tiene el Estado de proteger y desarrollar su existencia no lo autoriza a ejecutar actos injustos contra otro Estado". El bombardeo perpetrado por la Fuerza Aérea colombiana sobre territorio ecuatoriano y la posterior movilización de tropas ecuatorianas y venezolanas a sus respectivas fronteras con Colombia dio como consecuencia una creciente tensión en la región la cual no se observaba desde hace ya bastante tiempo.

La minimización de la cuestión y la tesis de la imposibilidad de un choque armado entre países democráticos puede ser muy peligrosa dado que la misma ya ha sido refutada en nuestro continente a partir del enfrentamiento entre Perú y Ecuador en 1995, mas conocida como guerra del CENEPA que concluyó con el 17 de febrero de 1995 con la firma de la Declaración de Paz de Itamaraty, en Brasil, que determina el retiro de las tropas de ambos países y el desplazamiento en marzo de los delegados de los países garantes del Tratado de Rio de Janeiro entre los cuales se encuentra nuestro país. El enfrentamiento dejó numerosos muertos y heridos en ambos lados dando por concluidos largos años sin un conflicto armado entre países sudamericanos.

Los hechos acaecidos entre las repúblicas de Colombia, Ecuador y Venezuela, requieren una inmediata intervención, a favor del diálogo, el repudio a la violencia, atendiendo al derecho internacional, garantizando los principios de no injerencia, relacionado con las respectivas soberanías y plena garantía de los derechos humanos.

Una crisis de éstas características, es lo último que pretendemos para la región, no sólo por las implicancias emocionales que esas naciones tienen para nuestro pueblo y una historia común, sino para el desarrollo actual y futuro de nuestras economías, del sistema político y de los propios pueblos.

La sociedad Latinoamérica demanda fortalecer todas las iniciativas tendientes a reforzar, consolidar, extender y promover la democracia y el diálogo por parte de los actores responsables.

Es por ello, que solicito a mis pares quieran tener a bien acompañar el presente proyecto de declaración.