Expresar su más enérgico repudio por la violencia política de la nota periodística titulada ‘Ser psicópata’ que el Diputado Nacional Fernando Iglesias, perteneciente al partido PRO -Cambiemos – por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, escribió el pasado domingo 17 de marzo para el sitio web Infobae, en la que descalifica, valiéndose de dicha patología mental, a la ex presidenta de la Nación, Dra. Cristina Fernández de Kirchner, a su familia y al peronismo en general; y a su hija Florencia Kirchner por la enfermedad que recientemente se le detectó, en particular.

Señor presidente:

El pasado domingo 17 de marzo, en el sitio web Infobae, el Diputado Nacional de Cambiemos, Fernando Iglesias, se refirió en términos despectivos a la presidenta mandato cumplido Dra. Cristina Fernández de Kirchner, a quien llamó psicópata; a toda su familia en general y a la enfermedad de su hija Florencia Kirchner en particular.

Un recorrido por cada línea del texto insultante y lleno de odio de Iglesias, sería agotador por lo extenso; como así también, redundante e innecesario, porque se trata apenas de otro capítulo de la ya larga serie de injurias con que este personaje se ha dedicado en los últimos tiempos a intentar lastimar al peronismo. El diputado carece del don de la originalidad.

Hace tiempo, Iglesias ha iniciado una campaña difamatoria del peronismo, de sus figuras, de sus conquistas y de la relación de amor que, gracias a ellas, ha establecido con un pueblo que le agradece que haya reconocido sus derechos por medio de la acción política.

Esta difamación y odio expresado por doquier, había comenzado durante el mandato anterior del diputado a partir de la asunción presidencial de Mauricio Macri, volviéndose una práctica sistemática por medio de la que se agrede toda pretensión de oponerse al programa que puso en marcha Cambiemos, a nuestro criterio regresivo para la patria y para su pueblo.

El esquema de persecución está claro. Lo estamos viendo, al mismo tiempo que Florencia Kirchner se enferma por ello, se inventa basura sobre quienes representan una molestia para los intereses que hoy exprimen a sus anchas al país y a su ciudadanía, con eso se arman causas judiciales que --encima de mentirosas-- violan cuanta regla legal queda en pie en nuestro cada vez más ilusorio Estado de Derecho, los medios difunden para instalar por hartazgo lo que no se sostiene en pruebas y finalmente alguien construye sentido común con la mentira.

Esta mecánica perversa se cobra la salud de sus víctimas y es la única manera en que se consigue aceptación para un modelo cuyos resultados sociales y económicos son catastróficos.

Iglesias proyecta y pretende instalar que es el peronismo en realidad el que hace uso de la mentira (así califica él al cáncer que llevó a la muerte a Eva Perón y al anuncio de Cristina Fernández de Kirchner sobre su hija). Pierde de vista que nuestro movimiento y quienes lo han honrado en los hechos no precisan de eso para contar con el amor del pueblo, algo posible de obtener sencillamente procurando no traicionar sus intereses a la hora de las decisiones.

Al diputado le cuesta comprenderlo porque su vida política se ha tratado siempre de lo cipayo y lo antipopular. Para sobrevivir políticamente a eso, sí hace falta el engaño.

Iglesias sufre de un problema grave con la realidad. Sigue acusando a la familia Kirchner pese a que la trama delictiva en la que esos señalamientos se edificaron está siendo expuesta cada día con mayor contundencia. Es un problema político del oficialismo el de no saber girar a tiempo. A estas prácticas que dañaron nuestra democracia y su calidad republicana les está llegando su final. Porque, como enseña una frase muy sabia, “no se puede engañar a todos todo el tiempo”. La crisis económica despierta a los estafados por Cambiemos, ya no se puede ocultar el hambre que hay en las calles y lo mal que la está pasando el pueblo. Y el amor del pueblo por Néstor y Cristina seguirá firme como siempre, pero Iglesias y los suyos no podrán esquivar el juicio de la Historia. Quizá por eso tanto resentimiento. Ningún enojo de nuestra parte para con ellos. Apenas lástima por el odio que los enferma, y del que ojalá alguna vez puedan librarse.

Argentina está sedienta de paz. La que le ha quitado, como tantas otras cosas, un gobierno que se ha valido del odio como método para avanzar en la escalada antiderechos que lo caracteriza, en una tendencia que ya es de dimensiones globales --al igual que lo es el Lawfare, y no por casualidad--, y que llega al punto de cobrarse víctimas fatales, ya sea por hambre o porque deriva en reacciones violentas contra personas señaladas como el enemigo social. Por eso es necesario accionar institucionalmente contra discursos como estos.

Por todo lo expuesto, solicito a mis pares me acompañen con el siguiente proyecto de resolución.