Su preocupación y enérgico repudio al simulacro de fusilamiento realizado con niños de la escuela primaria Alfredo Benítez, realizado el jueves 24 de Marzo del corriente año, en la Plaza 25 de Mayo de la ciudad cordobesa de la Cumbre, de la Provincia de Córdoba, en ocasión de conmemorar el Golpe de Estado realizado en el país, el 24 de Marzo de 1976.

Señor presidente:

El pasado 24 de marzo de 2017, en alusión al día de la Memoria, la Verdad y la Justicia, un grupo de alumnos representó los fusilamientos ocurridos durante la última dictadura militar argentina.

El acto tuvo lugar en la plaza 25 de Mayo, situada en la ciudad cordobesa de La Cumbre, y luego fue subido a YouTube por el canal 11 de dicha localidad. Allí, algunos niños disfrazados de militares simulaban fusilar a otros, arrodillados con vendas en los ojos, los cuales actuaban de detenidos civiles. Además, los alumnos recrearon también cómo fue la lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, cómo se vivió la disputa del Mundial de fútbol de 1978 en el país y la guerra de las Islas Malvinas.

Sr. Presidente, la ley nacional N° 26061 “DE PROTECCION INTEGRAL DE LOS DERECHOS DE LAS NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES”, fue un hito institucional en Argentina, debido a que cambiaba precisamente el enfoque con que los Niños, Niñas y Adolescentes deben ser tratados en un Estado de derecho: como sujetos de derecho y no como objeto de las necesidades de los adultos o Estado, padres o maestros. En el mismo sentido, la Convención Internacional del Niño, ratificada por Argentina, por la Ley 23.849, promulgada el 16 de Octubre de 1990 en aplicación del artículo 70 de la Constitución Nacional, establece como obligación para los Estados en el inciso 1 del artículo 3 que “en todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño.” Y, en su artículo 5, establece que “Los Estados Partes respetarán las responsabilidades, los derechos y los deberes de los padres o, en su caso, de los miembros de la familia ampliada o de la comunidad, según establezca la costumbre local, de los tutores u otras personas encargadas legalmente del niño de impartirle, en consonancia con la evolución de sus facultades, dirección y orientación apropiadas para que el niño ejerza los derechos reconocidos en la presente convención”.

El simulacro de fusilamiento teatralizado protagonizado por niños a cargo de los docentes de la Escuela hace suponer que ellos interpretaron que para que los niños aprendan deben poder experimentar emocionalmente las atrocidades que pueden realizar los adultos, como es el caso de la intensidad de violencia experimentada por las víctimas de la última dictadura militar. Luego de haber visto por distintos medios de comunicación masiva lo mismo que vieron quienes fueron a la Plaza pública de la Ciudad cordobesa de la Cumbre, incluido sus padres o responsables no podemos sino preguntarnos con consternación y preocupación colectiva ¿Qué otra experiencia emocional entienden los maestros de esa institución, avalada por el Estado de la Provincia de Córdoba, deberían los niños tener que protagonizar para aprender de hechos de la vida privada de los habitantes de un país o de la historia política o del presente social del país? En esa representación Sr. Presidente, entendemos faltaron docentes que respeten las leyes nacionales que la democracia argentina viene sancionando para que los niños de cualquier provincia no estén expuestos a situaciones que ni sus propios padres o responsables parentales hubieran elegido. Sobró experimentación, faltó docencia. No se aprende con la fuerza. Mucho menos en una democracia.

Para instar a que los directivos y docentes enseñen en sus escuelas primero la Convención Internacional de los niños y la ley nacional que los protege como sujetos de derecho, es que creemos que esta Cámara de Diputados debe dar en primer lugar el ejemplo de decir que se puede enseñar y reflexionar sobre nuestro pasado político sin exponer a niños y niñas a una situación de violencia o intimidación personal y pública, que pretende emular actos atroces y violatorios de los derechos humanos ocurridos en nuestro país.

Por los motivos aquí expuestos, solicito a mis pares que me acompañen en la aprobación del presente proyecto.