Artículo 1°.- OBJETO. Se establece por la presente ley que los planes públicos de viviendas deberán incluir obligatoriamente en el proyecto arquitectónico y en el presupuesto de obra destinado a tal fin, el arbolado urbano correspondiente.

Artículo 2°.- ALCANCE. Quedan alcanzados por lo dispuesto en el artículo 1° de esta ley los planes de viviendas en desarrollo y a construirse, ejecutados o financiados por el Estado Nacional, en sus diversas modalidades.

De la misma manera deberá procederse en los proyectos arquitectónicos destinados a la construcción o refacción de edificios y reparticiones públicas

Artículo 3°.- ADHESIÓN. Se invita a las Legislaturas de las provincias, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a los Concejos Deliberantes municipales, a adherir a la presente ley y a adoptar los mismos criterios para los planes de viviendas y edificios públicos que construyan o financien con fondos propios.

Artículo 4°.- REGLAMENTACIÓN. El Poder Ejecutivo Nacional reglamenta esta ley en un plazo que no podrá exceder los sesenta días desde su sanción.

Artículo 5°.- De forma.

Señor presidente:

El cambio en las condiciones climáticas que sufre el planeta, que acarrea severas consecuencias sobre el hábitat de nuestras comunidades, encuentra entre sus factores determinantes la propia acción del hombre. Como muestra, en nuestro país observamos con tristeza cómo empresas y ciudadanos particulares han contribuido a la deforestación de bosques nativos y áreas rurales con fines exclusivamente económicos, habitacionales o simplemente por ignorancia, amparados en ocasiones por la coparticipación, la negligencia o el silencio cómplice de ciertos representantes del Estado en sus diversos niveles.

Los procesos de crecimiento demográfico y concentración urbana ponen en evidencia un déficit habitacional crónico y la falta de disponibilidad de tierras públicas aptas para darles una solución satisfactoria. En consecuencia, parece consolidarse la tendencia, tanto pública como privada, a aumentar las superficies construidas al máximo posible, en desmedro de la disposición de los necesarios espacios públicos o zonas verdes que se requieren para garantizar un estándar mínimo de calidad de vida. Al hacinamiento se suma entonces un empeoramiento en la salud del medio/ambiente.

Como contracara, la forestación, reforestación y preservación de zonas arbóreas, así como el arbolado urbano, llevadas a cabo con criterios de responsabilidad y profesionalismo, trae consecuencias positivas y con efecto multiplicador.

Según información disponible en el sitio web www.fao.org de la FAO – Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, son múltiples los beneficios de los árboles urbanos:

- Los grandes árboles de las ciudades son excelentes filtros para los contaminantes urbanos y las pequeñas partículas. Un árbol puede absorber hasta 150 kg de CO2 al año, secuestrar carbono y en consecuencia mitigar el cambio climático;

- Son grandes aislantes térmicos. La colocación estratégica de árboles en zonas urbanas puede bajar la temperatura del aire entre 2 ºC y 8 ºC. Colocados de manera adecuada entorno a los edificios reducen las necesidades de aire acondicionado en un 30% y ahorran entre un 20% y un 50% de calefacción. Incluso la leña se puede usar para cocinar y calentar. Además protegen contra inclemencias climáticas y en u estado maduro regulan el flujo y mejoran la calidad del agua;

- Los árboles proporcionan alimentos, como frutas, frutos secos y hojas.

- Pasar tiempo cerca de los árboles mejora la salud física y mental aumentando los niveles de energía y la velocidad de recuperación, a la vez que descienden la presión arterial y el stress;

- Su presencia y conservación ayuda a embellecer los espacios públicos. Los árboles proporcionan hábitat, alimentos y protección a plantas y animales, aumentando la biodiversidad urbana;

- Su selección y disposición planificada contribuyen fijar los suelos, evitar daños en las instalaciones domiciliarias subterráneas y aéreas, y a disminuir los riesgos sobre la seguridad de bienes y personas;

- Una política pública puede utilizarla como motivación para fortalecer la identidad de un espacio territorio y aumentar el valor de sus construcciones. Por caso, el paisajismo, especialmente con árboles, puede incrementar el valor de un inmueble un 20%;

- Adicionalmente, los planes de forestación contribuyen a generar una cultura amigable con el ambiente y a generar nuevos posibilidades de trabajo.

Contabilizando todos estos beneficios, sorprende la poca atención que los Estados, sus legislaciones y organismos de control prestan a esta cuestión.

El presente proyecto de Ley pretende dar un pequeño paso en el sentido correcto, comenzando por una actitud proactiva del Estado y su responsabilidad directa en lo referido a los planes de viviendas públicas que construye o financia, atentos además al cambio de paradigma que responde a la inviabilidad de continuar con la disposición de grandes “pulmones verdes”. Se propone aquí que los responsables del diseño arquitectónico de estos proyectos incluyan en el mismo la disposición espacial del arbolado urbano correspondiente, especialmente el de vereda, y un abanico de especies que resulten aptas en función de las cualidades propias de suelo, clima, usos sociales y disponibilidad de cada territorio en particular.

Por lo demás, esta incorporación no modifica sustancialmente el cálculo de gastos o inversión económico-financiera del proyecto, mas sí contribuye sustancialmente a la sustentabilidad del entorno urbano. Este dato resulta fundamento suficiente para invitar a cooperar a los estados provinciales y municipales que también construyen o financian la construcción de viviendas públicas, adoptando el mismo criterio.

Por tales motivos, solicito a mis pares la aprobación del presente proyecto de ley.