RECURSOS NATURALES Y CONSERVACION DEL AMBIENTE HUMANO
Comisión PermanenteOf. Administrativa: Piso P01 Oficina 149
Secretario Administrativo DR. SAADE MARTIN OMAR
Jefe SR. OTTONE IGNACIO
Martes 14.30hs
Of. Administrativa: (054-11) 6075-2132 Internos 2132/2133
crnaturales@hcdn.gov.ar
- RECURSOS NATURALES Y CONSERVACION DEL AMBIENTE HUMANO
Reunión del día 13/09/2016
- JORNADAS DE ESTUDIO SOBRE LA PROBLEMÁTICA DE LA APLICACIÓN DE AGROQUÍMICOS EN LA ARGENTINA.
- En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los trece días del mes de septiembre de 2016, a la hora 10 y 15:
SR. PRESIDENTE BARLETTA Damos inicio a la reunión, que constituye la tercera jornada relacionada con la problemática de la aplicación de agroquímicos en la Argentina.
Ustedes saben que en un determinado momento se decidió abordar los diferentes problemas vinculados con la aplicación de agroquímicos a través de distintas normas. Así, para el día de mañana está previsto el tratamiento del proyecto de ley de envases, que cuenta con Sanción del Honorable Senado y que ha recibido despacho en esta Cámara de Diputados.
Por lo tanto, para continuar con el tratamiento del tema -sabiendo todos ustedes que a nivel nacional existen distintas disposiciones en diferentes localidades, municipios y provincias- nos pareció apropiado comenzar escuchando a todos aquellos que tienen incidencia en él.
Tal como les comenté, hemos realizado dos jornadas -esta es la tercera-, pero ello no significa que aquí concluya todo. Probablemente tengamos que seguir trabajando hasta que logremos dar formato a un consenso que nos permita establecer presupuestos mínimos para ordenar la cuestión.
Los temas que serán abordados ya les fueron remitidos. En la jornada de hoy contamos con la presencia de representantes del Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción de la provincia de San Luis; de Aapresid, Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa; de RAP-AL, Red en Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América latina; de la Sociedad Argentina de Pediatría; del INTA; del Instituto de Ingeniería Rural; del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación; de FeArCA, Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas y del Ministerio de Salud de la Nación, Dirección Nacional de Determinantes de la Salud e Investigación.
Como mecánica de la reunión cada expositor de las organizaciones que acabo de mencionar contará con quince minutos para realizar su exposición. No habrá debate pero sí preguntas por parte de los señores diputados para solicitar aclaraciones a quienes realicen las exposiciones.
Asimismo, queremos solicitarles que todo el material que presenten hoy relacionado con el tema -filminas o documentos- tengan a bien dejarlo en el ámbito de la comisión porque seguramente será muy valioso para los legisladores a la hora de comenzar con el debate propio de la comisión, o las comisiones, ya que seguramente no solo se tratará en esta comisión sino también en las comisiones de Acción Social y Salud Pública, de Agricultura y Ganadería, entre otras.
Estableceremos el comienzo de las exposiciones en función del orden en que fueron llegando a esta reunión, ya que creo que así también se preparó la proyección de las filminas.
En primer lugar, hará uso de la palabra el ingeniero agrónomo Ramiro Cid, representante del Instituto de Ingeniería Rural, del INTA Castelar.
Pido a todos los expositores que acoten sus exposiciones a quince o veinte minutos.
Ustedes saben que en un determinado momento se decidió abordar los diferentes problemas vinculados con la aplicación de agroquímicos a través de distintas normas. Así, para el día de mañana está previsto el tratamiento del proyecto de ley de envases, que cuenta con Sanción del Honorable Senado y que ha recibido despacho en esta Cámara de Diputados.
Por lo tanto, para continuar con el tratamiento del tema -sabiendo todos ustedes que a nivel nacional existen distintas disposiciones en diferentes localidades, municipios y provincias- nos pareció apropiado comenzar escuchando a todos aquellos que tienen incidencia en él.
Tal como les comenté, hemos realizado dos jornadas -esta es la tercera-, pero ello no significa que aquí concluya todo. Probablemente tengamos que seguir trabajando hasta que logremos dar formato a un consenso que nos permita establecer presupuestos mínimos para ordenar la cuestión.
Los temas que serán abordados ya les fueron remitidos. En la jornada de hoy contamos con la presencia de representantes del Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción de la provincia de San Luis; de Aapresid, Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa; de RAP-AL, Red en Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América latina; de la Sociedad Argentina de Pediatría; del INTA; del Instituto de Ingeniería Rural; del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación; de FeArCA, Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas y del Ministerio de Salud de la Nación, Dirección Nacional de Determinantes de la Salud e Investigación.
Como mecánica de la reunión cada expositor de las organizaciones que acabo de mencionar contará con quince minutos para realizar su exposición. No habrá debate pero sí preguntas por parte de los señores diputados para solicitar aclaraciones a quienes realicen las exposiciones.
Asimismo, queremos solicitarles que todo el material que presenten hoy relacionado con el tema -filminas o documentos- tengan a bien dejarlo en el ámbito de la comisión porque seguramente será muy valioso para los legisladores a la hora de comenzar con el debate propio de la comisión, o las comisiones, ya que seguramente no solo se tratará en esta comisión sino también en las comisiones de Acción Social y Salud Pública, de Agricultura y Ganadería, entre otras.
Estableceremos el comienzo de las exposiciones en función del orden en que fueron llegando a esta reunión, ya que creo que así también se preparó la proyección de las filminas.
En primer lugar, hará uso de la palabra el ingeniero agrónomo Ramiro Cid, representante del Instituto de Ingeniería Rural, del INTA Castelar.
Pido a todos los expositores que acoten sus exposiciones a quince o veinte minutos.
SR. CID Buenos días a todos, mi nombre es Ramiro Cid y dentro del INTA tengo la función de dirigir el área de tecnología de aplicación de agroquímicos. Es decir, hay un módulo específico dentro del INTA y soy el encargado de coordinarlo.
El tema que me fue asignado es el planteo sobre si existía una tecnología capaz de hacer las aplicaciones de manera eficiente, correcta y sin provocar daño.
En primer lugar, me pregunté como pauta qué es una aplicación correcta. Obviamente, debe cumplir con el objetivo propuesto, que sería controlar que la plaga, la maleza o lo que fuere, no cause daño a las personas ni a animales domésticos y que no afecte significativamente al medio ambiente.
En la filmina que estamos viendo coloqué la palabra "significativamente" en un color distinto, porque debemos tener en claro que con cualquier actividad humana que llevemos delante de alguna manera estamos afectando el ambiente. Por ejemplo, cuando venimos desde nuestra casa al trabajo en un vehículo, ya estamos afectando el ambiente. Por lo tanto, pretender que no haya ningún tipo de afectación es una utopía.
Por supuesto que la aplicación debe ser económicamente rentable; ello significa que debe hacerse a partir de lo que se llama el umbral de aplicación, es decir, el momento en el cual el costo del tratamiento se equipara a los beneficios que brindará dicho tratamiento. Debemos reconocer que en muchas ocasiones esto no sucede sino que se hace la aplicación frente a la aparición de las primeras plagas sin hacer una evaluación económica previa y ese es uno de los puntos que debemos corregir.
Además, las aplicaciones deben ser sustentables a largo plazo. O sea que permitan que el ambiente se mantenga de manera tal que el suelo, el agua y demás, pueda trabajarse durante muchos años y muchas generaciones.
La pregunta es la siguiente: ¿tenemos tecnología disponible que nos permita hacer todo esto? Realmente estamos a la par de la primera tecnología que existe en el mundo. Los países más avanzados no tienen equipos mejores que los nuestros. Incluso, aquellos que son de fabricación nacional me atrevo a decir que están perfectamente a la par de aquellos que se fabrican en países industrialmente más desarrollados. No tenemos absolutamente nada que envidiarles.
En cuanto a las pastillas de pulverización -y no sé cuál es el grado de conocimiento de los presentes-, se trata de aquello que me permite que el caldo de pulverización que tengo en el tanque se transforme en millones de gotitas de características diferentes según lo que esté aplicando.
En nuestro país contamos prácticamente con todas las pastillas que existen en el mundo, que hacen gotas grandes, chicas, medianas, de abanico simple y doble. Existe una enorme variedad, año tras año nos presentan nuevas pastillas y están ingresando al mercado. Por lo tanto, esa tampoco es una limitación.
Otros adelantos que tenemos disponibles, como pueden ver en la filmina sobre el lado izquierdo, son los sensores de malezas que están disponibles en nuestro mercado desde hace unos cuantos años y permiten hacer aplicaciones localizadas solamente donde están presentes las malezas en el barbecho.
Además, coloqué el sistema DynaJet como otra innovación tecnológica importante, ya que sobre la marcha permite cambiar el tamaño de las gotas, los caudales o acelerar y mantener constante el tamaño de las gotas. Es decir, no hay que hacer ninguna modificación en las pastillas para seguir trabajando.
Esto que puede ser sumamente interesante es una herramienta desarrollada en conjunto con el INTA, el Instituto de Ingeniería Rural y una empresa privada, Gustavo Casal, que es un sistema de monitoreo remoto de las aplicaciones. Es decir, desde algún municipio se puede saber en qué condiciones está trabajando una pulverizadora que opera en una zona periurbana, si el viento sopla hacia el pueblo e inclusive si la temperatura y la humedad relativa no están en condiciones como para que se pueda trabajar.
Eventualmente, desde el municipio podría solicitarse u obligarse a que la aplicación se interrumpa si no se está llevando a cabo en condiciones seguras.
En cuanto a la tecnología de los propios agroquímicos, vemos en la parte superior de la filmina cómo con el paso de los años la enorme mayoría de los agroquímicos fue pasando a ser de banda verde. En 1985 teníamos alrededor de un 25 por ciento de productos de banda roja, mientras que ahora prácticamente ya no se usan esos productos; la enorme mayoría es de banda verde, muy pocos de banda azul y otros tantos de banda amarilla. No sé si tienen en claro qué significan estas bandas toxicológicas: la banda verde es la menos tóxica de todos y la roja es la más tóxica, siguiendo el criterio del semáforo, mientras que en el medio están la amarilla y la azul.
En el cuadro se puede ver como pauta general los períodos de carencia, es decir el tiempo desde la aplicación hasta la cosecha, el cual se ha ido achicando justamente en función de que con el paso de los años los agroquímicos son cada vez menos tóxicos.
En definitiva, esta conflictividad en las zonas periurbanas no es un problema de falta de tecnología sino que faltan normativas claras. Pido disculpas al señor diputado Barletta por el siguiente comentario: tenemos una ley nacional de agroquímicos de 1958, y es absolutamente ridículo que un país como la Argentina no tenga una ley actualizada. Es una falencia enorme que nuestros legisladores tienen que subsanar. En esa ley debería incluirse capacitación para todos los aplicadores porque, como en toda actividad humana, puede generarse algún tipo de riesgo, y entonces la tarea la tienen que hacer personas debidamente capacitadas.
Como fruto de esa capacitación, habrá que disponer de una matrícula habilitante. En la actualidad, hay provincias en las que en cualquier momento una persona sin adiestramiento previo se puede subir a una máquina aplicadora y hacer los correspondientes tratamientos sin cuestionamientos de nadie.
Además, hay que verificar que los equipos estén en perfectas condiciones para hacer el trabajo. También falta presencia de profesionales en aquellas aplicaciones que implican algún tipo de riesgo particular, es decir en estas aplicaciones periurbanas o cercanas a alguna escuela o a fuentes de agua para consumo humano o animal. Allí tiene que haber un profesional que se haga responsable de la calidad de las aplicaciones.
En conclusión, falta trabajar en serio. Una vez alguien me dijo que no existe absolutamente ningún tipo de control sobre las aplicaciones, con algunas excepciones como en la provincia de Córdoba. Lo cierto es que muchas provincias están sumamente atrasadas en este tipo de regulaciones en las aplicaciones, que necesariamente tiene que ser una actividad regulada. En esto estamos de acuerdo tanto el INTA como la enorme mayoría de las agrupaciones de productores y aeroaplicadores. Todos estamos de acuerdo en que los trabajos se tienen que hacer de manera responsable y controlada.
Supongo que a esta altura ya estarán un poco hartos de escuchar hablar de la deriva, que es el principal problema que se suscita, pero aclaro que la deriva es básicamente el movimiento de las gotas -fundamentalmente por acción del viento, aunque también por evaporación- por fuera de lo que se considere el objetivo o blanco de un tratamiento. Esto trae una serie de consecuencias negativas: riesgo para la salud de personas en cercanías; riesgos para otros seres vivos, es decir, animales domésticos; posibles daños a cultivos vecinos; eventuales daños al medio ambiente y pérdida económica del producto aplicado, porque lo que se lleva la deriva no queda dentro del lote a pulverizar.
Desde el punto ambiental, los factores que afectan a la deriva son: temperatura, humedad relativa, velocidad y dirección del viento, inversiones térmicas, estabilidad del aire, tamaño de las gotas producidas -factor muy importante, ya que es la principal herramienta que tenemos para controlar la deriva-, densidad y viscosidad del caldo de pulverización, cobertura requerida en la aplicación -si hay que aplicar un fungicida que requiere mucha cobertura, se lo debe hacer con gotas pequeñas, más susceptibles de ser arrastradas por el viento-, decisiones de aplicación del operador y el grado de volatilidad del agroquímico. Esto último se refiere fundamentalmente a casos particulares de herbicidas hormonales como el 2,4-D, sobre lo cual destaco que en la actualidad están apareciendo nuevas formulaciones con mucho menor grado de volatilidad y que podrían reemplazarlo perfectamente.
En cuanto al tamaño de las gotas, 8 gotas de 500 micrones tienen el mismo volumen que una gota de 1.000 micrones, es decir que con el mismo volumen se podría aplicar teóricamente una sola gota de 1.000 micrones, 8 gotas de 500 micrones -con lo cual la cobertura mejoraría sensiblemente-, 64 gotas de 250 micrones, con lo cual tengo una cobertura excelente, y eventualmente podría pasarse a 512 gotas de 125 micrones, con lo cual mi cobertura también sería perfecta. El problema es que a medida que se achican las gotas, se incrementa muy seriamente el riesgo de deriva. Lamentablemente, en la actualidad existe una tendencia a usar cada vez menores caudales de agua, lo que implica mayores riesgos de deriva.
Muestro a continuación ejemplos de pastillas y la cantidad de gotas que tienen por debajo de 150 micrones, valor que internacionalmente se considera como gotas derivables. Observamos que las gotas de más de 150 micrones tienen menor riesgo de deriva mientras que las gotas por debajo de esa medida -y, por supuesto, en la medida que se van haciendo más chicas- tienen mayores riesgo de deriva.
Hay pastillas, como la de inducción de aire, que tienen un muy bajo porcentaje de gotas por debajo de 150 micrones. Esa es nuestra principal herramienta para controlar la deriva, teniendo obviamente en cuenta las condiciones ambientales y la dirección del viento. Queda clarísimo que no hay manera de que las gotas vayan en sentido contrario a la dirección del viento: si el viento no sopla hacia el pueblo, es absolutamente imposible que las gotas vayan hacía ese lugar.
Proyecto en la pantalla un software simulador de deriva que se desarrolló en la Universidad de Ohio para que tengamos alguna idea acerca de las distancias de deriva. El jefe del equipo que desarrolló este software es seguramente una de las personas más reconocidas en el mundo en tecnología de aplicación de agroquímicos.
Primero se cargan las características de aplicación de nuestro equipo, es decir la altura en la que se encuentra el botalón. En esa casilla puse 1 metro. Luego tenemos la velocidad del viento en metros por segundo, en la cual puse 5 metros por segundo, unos 18 kilómetros por hora, es decir un viento relativamente importante. Además cargué la humedad relativa -que también incide porque se va disminuyendo el tamaño de las gotitas en la medida que se van evaporando en su recorrido- y la velocidad de salida de las gotas, que es un informe que brinda el mismo software.
Simulé el uso de la pastilla de cono hueco, que justamente es la que tiene mayor riesgo de deriva porque hace las gotas más pequeñas. El simulador arroja que el 1 por ciento del volumen va a llegar a una distancia de 8,32 metros con un viento de 18 kilómetros por hora, pero ese asterisco significa que estas gotas se evaporan antes de llegar a destino.
Aquellas gotas que tienen entre 51 y 85 micrones, que representan el 9 por ciento del caldo pulverizado, llegarían a 24,42 metros, pero también se evaporan, porque son gotas muy pequeñas. Las gotas de 85 a 103 micrones, llegarían a 31 metros, pero también se evaporan. Recién tenemos llegada del líquido de manera efectiva a los 16,72 metros, que es la mayor distancia que en promedio llegan las gotas con este tipo de pastillas, que -repito- es la más riesgosa de todas.
La pregunta obvia es qué pasa con estas gotas que se evaporan. Pueden suceder dos cosas: si estamos trabajando con un producto que es volátil -caso típico del 2,4-D éster-, puede generar algún tipo de daño. Si estamos trabajando con un producto no volátil, un caso típico es el glifosato, esa sustancia precipita, cae al suelo y hasta ahí llegó. Es decir, no hace ningún efecto colateral.
Les pido que memoricen esta distancia y los valores máximos de los que estamos hablando con esta pastilla, porque a continuación pasaremos a analizar el caso de la pastilla XR, que es una pastilla de abanico plano común. En este ejemplo hablamos de 25 metros para el caso de las gotas más pequeñas que se evaporan u 8,85 metros, con un viento de 18 kilómetros por hora y a una altura de descarga de 1 metro. Ahora les pido que comparemos esto con los valores que en muchos casos están pretendiendo poner como zonas de exclusión. Es decir, no tienen absolutamente ninguna correlación con los valores realmente medidos y estos valores han sido confirmados, con variaciones -aunque no con grandes variaciones-, por montones de estudios que miden las distancias de deriva.
Esto es un trabajo que se hizo en el INTA de San Nicolás, en el cual fijan zonas de afectación diferente, zonas buffer de distintas distancias e indican la cantidad de hectáreas que quedan afectadas en cada uno de los tres partidos, tanto en hectáreas como en porcentajes sobre la superficie total.
Fíjense en el partido de Zárate, que es el más urbanizado de todos. Si se aplicara una distancia de mil metros como zona de exclusión, quedaría como zona de exclusión el 33,3 por ciento de lo que es la superficie total del partido.
En el caso de Ramallo y San Nicolás, los valores máximos pueden ser de 14,7 o de 17,8. Lamentablemente, no tenemos un estudio general de lo que sería a nivel nacional, pero me parece que estos valores pueden ser indicativos. Es decir, aplicando una zona de exclusión muy grande podríamos estar dejando afuera de producción alrededor de un 15 o 17 por ciento de nuestra superficie total, que son cerca de 36 millones de hectáreas, según la campaña anterior y en esta pareciera ser que vamos a estar cerca de los 40 millones de hectáreas.
Continúo con algunos valores de Estados Unidos, del USDA, que es algo así como el INTA nacional pero con facultades para dictar normas agropecuarias. Observen que para aplicaciones terrestres y cultivos sensibles, fija una distancias de 20 pies, que son aproximadamente 8 metros; para ambientes acuáticos también 20 pies y en el caso de aplicaciones aéreas, las distancias máximas que sugiere son de 250 pies, que vienen a ser algo así como 80 metros, contra los valores que en muchos casos se pretende aplicar en nuestro país.
De esta imagen que tomé de una nota del diario La Nación del año 2013, titulada "Una perfecta armonía entre el agro y lo urbano", quiero destacar que ni bien termina la ciudad inmediatamente al lado comienzan los cultivos.
La siguiente fotografía es de Nueva Zelanda. Fíjense que aquí también, terminan las ciudades e inmediatamente al lado comienzan los cultivos. La lectura dice que paradójicamente, en la medida que las ciudades crecen, se van perdiendo las mejores tierras justamente en momentos en que la necesidad de producción de alimentos se va incrementando año en año.
A continuación vemos un artículo que salió en una revista científica de Gran Bretaña en el cual se preguntan, si sería posible, si no sería demasiado conflictivo fijar una zona de exclusión de 10 metros para proteger a los vecinos, considerando que 10 metros es una distancia adecuada para brindar cierto margen de seguridad.
Les pido que comparemos estos 10 metros contra los valores que se están manejando
Quiero dejar absolutamente en claro que no estoy proponiendo que saquemos todo tipo de exclusiones sino simplemente que debemos llegar a eso, con máquinas verificadas, con aplicadores capacitados y con controles. Se trata de un proceso que debemos iniciar y al que perfectamente se puede llegar si se trabaja de manera seria.
En esta filmina podemos ver otro trabajo científico en el que se marca el grado de exposición de eventuales transeúntes ante aplicaciones con el viento en dirección hacia ellos. ¿Cómo lo han hecho? Colocaron maniquíes de tamaño de adultos y de niños y se tomaron algunos valores. Por ejemplo, a 12 metros la cantidad de mililitros que llegaron hacia los maniquíes adultos, en el caso máximo, es de 0,11. Imaginen que un mililitro es la medida de un dado de los que se utiliza para jugar; entonces, este valor representaría la décima parte de ese dado. Tengamos en cuenta que ese es el daño que se puede causar a esa distancia y con el viento en esa dirección; si el viento soplara hacia otro lado los valores serían cero.
En el caso de los niños, los valores disminuyen porque el tamaño es menor -los maniquíes son más chicos- aunque debemos tener en cuenta que son mucho más sensibles. Por lo tanto, debemos ser mucho más respetuosos con ellos de lo que podríamos ser con los adultos.
Seguramente ustedes se preguntarán qué tiene que ver la imagen que se está proyectando. En lo personal supuse que en la Cámara de Diputados habría un comedor y mi objetivo es demostrar que todo lo que figura en el menú del comedor, en algún momento de su etapa productiva ha necesitado del uso de fitosanitarios, tanto los de origen vegetal como los de origen animal, ya que estos últimos se nutren de vegetales. En consecuencia, de forma directa o indirecta los alimentos que consumimos todos los días -que venimos consumiendo desde que nacimos con algunas excepciones particulares, como pueden ser los pescados- han necesitado de los fitosanitarios en alguna etapa de su producción.
Por lo tanto, quiero que tomemos consciencia de que los fitosanitarios están absolutamente incorporados a nuestra forma de vida actual, del mismo modo que el transporte automotor, los medicamentos o el uso de Internet. Si hoy no dispusiéramos de los fitosanitarios no podríamos llevar el tipo de vida que tenemos.
Para concluir, esta filmina que estamos viendo la utilicé en mi primera presentación cuando en el año 2009 traté el tema de las aplicaciones periurbanas y dice lo siguiente: "La mejor manera de evitar inconvenientes y conflictos en aplicaciones periurbanas es trabajar responsablemente cumpliendo con toda la normativa vigente -aunque en algunos casos puede faltar- con los conocimientos técnicos adecuados, con un equipo aplicador en perfectas condiciones y sometidos al control de las autoridades municipales correspondientes." Aquí coloqué municipales porque la única manera de que los controles sean efectivos es que sean manejados a nivel municipal. Es imposible que desde el nivel nacional o provincial se pueda efectuar un control eficiente. Esta presentación fue en el año 2009. Lamentablemente estamos en 2016 y este cierre sigue absolutamente vigente.
Espero que en unos pocos años podamos decir que hemos avanzado y solucionado el inconveniente. (Aplausos.)
El tema que me fue asignado es el planteo sobre si existía una tecnología capaz de hacer las aplicaciones de manera eficiente, correcta y sin provocar daño.
En primer lugar, me pregunté como pauta qué es una aplicación correcta. Obviamente, debe cumplir con el objetivo propuesto, que sería controlar que la plaga, la maleza o lo que fuere, no cause daño a las personas ni a animales domésticos y que no afecte significativamente al medio ambiente.
En la filmina que estamos viendo coloqué la palabra "significativamente" en un color distinto, porque debemos tener en claro que con cualquier actividad humana que llevemos delante de alguna manera estamos afectando el ambiente. Por ejemplo, cuando venimos desde nuestra casa al trabajo en un vehículo, ya estamos afectando el ambiente. Por lo tanto, pretender que no haya ningún tipo de afectación es una utopía.
Por supuesto que la aplicación debe ser económicamente rentable; ello significa que debe hacerse a partir de lo que se llama el umbral de aplicación, es decir, el momento en el cual el costo del tratamiento se equipara a los beneficios que brindará dicho tratamiento. Debemos reconocer que en muchas ocasiones esto no sucede sino que se hace la aplicación frente a la aparición de las primeras plagas sin hacer una evaluación económica previa y ese es uno de los puntos que debemos corregir.
Además, las aplicaciones deben ser sustentables a largo plazo. O sea que permitan que el ambiente se mantenga de manera tal que el suelo, el agua y demás, pueda trabajarse durante muchos años y muchas generaciones.
La pregunta es la siguiente: ¿tenemos tecnología disponible que nos permita hacer todo esto? Realmente estamos a la par de la primera tecnología que existe en el mundo. Los países más avanzados no tienen equipos mejores que los nuestros. Incluso, aquellos que son de fabricación nacional me atrevo a decir que están perfectamente a la par de aquellos que se fabrican en países industrialmente más desarrollados. No tenemos absolutamente nada que envidiarles.
En cuanto a las pastillas de pulverización -y no sé cuál es el grado de conocimiento de los presentes-, se trata de aquello que me permite que el caldo de pulverización que tengo en el tanque se transforme en millones de gotitas de características diferentes según lo que esté aplicando.
En nuestro país contamos prácticamente con todas las pastillas que existen en el mundo, que hacen gotas grandes, chicas, medianas, de abanico simple y doble. Existe una enorme variedad, año tras año nos presentan nuevas pastillas y están ingresando al mercado. Por lo tanto, esa tampoco es una limitación.
Otros adelantos que tenemos disponibles, como pueden ver en la filmina sobre el lado izquierdo, son los sensores de malezas que están disponibles en nuestro mercado desde hace unos cuantos años y permiten hacer aplicaciones localizadas solamente donde están presentes las malezas en el barbecho.
Además, coloqué el sistema DynaJet como otra innovación tecnológica importante, ya que sobre la marcha permite cambiar el tamaño de las gotas, los caudales o acelerar y mantener constante el tamaño de las gotas. Es decir, no hay que hacer ninguna modificación en las pastillas para seguir trabajando.
Esto que puede ser sumamente interesante es una herramienta desarrollada en conjunto con el INTA, el Instituto de Ingeniería Rural y una empresa privada, Gustavo Casal, que es un sistema de monitoreo remoto de las aplicaciones. Es decir, desde algún municipio se puede saber en qué condiciones está trabajando una pulverizadora que opera en una zona periurbana, si el viento sopla hacia el pueblo e inclusive si la temperatura y la humedad relativa no están en condiciones como para que se pueda trabajar.
Eventualmente, desde el municipio podría solicitarse u obligarse a que la aplicación se interrumpa si no se está llevando a cabo en condiciones seguras.
En cuanto a la tecnología de los propios agroquímicos, vemos en la parte superior de la filmina cómo con el paso de los años la enorme mayoría de los agroquímicos fue pasando a ser de banda verde. En 1985 teníamos alrededor de un 25 por ciento de productos de banda roja, mientras que ahora prácticamente ya no se usan esos productos; la enorme mayoría es de banda verde, muy pocos de banda azul y otros tantos de banda amarilla. No sé si tienen en claro qué significan estas bandas toxicológicas: la banda verde es la menos tóxica de todos y la roja es la más tóxica, siguiendo el criterio del semáforo, mientras que en el medio están la amarilla y la azul.
En el cuadro se puede ver como pauta general los períodos de carencia, es decir el tiempo desde la aplicación hasta la cosecha, el cual se ha ido achicando justamente en función de que con el paso de los años los agroquímicos son cada vez menos tóxicos.
En definitiva, esta conflictividad en las zonas periurbanas no es un problema de falta de tecnología sino que faltan normativas claras. Pido disculpas al señor diputado Barletta por el siguiente comentario: tenemos una ley nacional de agroquímicos de 1958, y es absolutamente ridículo que un país como la Argentina no tenga una ley actualizada. Es una falencia enorme que nuestros legisladores tienen que subsanar. En esa ley debería incluirse capacitación para todos los aplicadores porque, como en toda actividad humana, puede generarse algún tipo de riesgo, y entonces la tarea la tienen que hacer personas debidamente capacitadas.
Como fruto de esa capacitación, habrá que disponer de una matrícula habilitante. En la actualidad, hay provincias en las que en cualquier momento una persona sin adiestramiento previo se puede subir a una máquina aplicadora y hacer los correspondientes tratamientos sin cuestionamientos de nadie.
Además, hay que verificar que los equipos estén en perfectas condiciones para hacer el trabajo. También falta presencia de profesionales en aquellas aplicaciones que implican algún tipo de riesgo particular, es decir en estas aplicaciones periurbanas o cercanas a alguna escuela o a fuentes de agua para consumo humano o animal. Allí tiene que haber un profesional que se haga responsable de la calidad de las aplicaciones.
En conclusión, falta trabajar en serio. Una vez alguien me dijo que no existe absolutamente ningún tipo de control sobre las aplicaciones, con algunas excepciones como en la provincia de Córdoba. Lo cierto es que muchas provincias están sumamente atrasadas en este tipo de regulaciones en las aplicaciones, que necesariamente tiene que ser una actividad regulada. En esto estamos de acuerdo tanto el INTA como la enorme mayoría de las agrupaciones de productores y aeroaplicadores. Todos estamos de acuerdo en que los trabajos se tienen que hacer de manera responsable y controlada.
Supongo que a esta altura ya estarán un poco hartos de escuchar hablar de la deriva, que es el principal problema que se suscita, pero aclaro que la deriva es básicamente el movimiento de las gotas -fundamentalmente por acción del viento, aunque también por evaporación- por fuera de lo que se considere el objetivo o blanco de un tratamiento. Esto trae una serie de consecuencias negativas: riesgo para la salud de personas en cercanías; riesgos para otros seres vivos, es decir, animales domésticos; posibles daños a cultivos vecinos; eventuales daños al medio ambiente y pérdida económica del producto aplicado, porque lo que se lleva la deriva no queda dentro del lote a pulverizar.
Desde el punto ambiental, los factores que afectan a la deriva son: temperatura, humedad relativa, velocidad y dirección del viento, inversiones térmicas, estabilidad del aire, tamaño de las gotas producidas -factor muy importante, ya que es la principal herramienta que tenemos para controlar la deriva-, densidad y viscosidad del caldo de pulverización, cobertura requerida en la aplicación -si hay que aplicar un fungicida que requiere mucha cobertura, se lo debe hacer con gotas pequeñas, más susceptibles de ser arrastradas por el viento-, decisiones de aplicación del operador y el grado de volatilidad del agroquímico. Esto último se refiere fundamentalmente a casos particulares de herbicidas hormonales como el 2,4-D, sobre lo cual destaco que en la actualidad están apareciendo nuevas formulaciones con mucho menor grado de volatilidad y que podrían reemplazarlo perfectamente.
En cuanto al tamaño de las gotas, 8 gotas de 500 micrones tienen el mismo volumen que una gota de 1.000 micrones, es decir que con el mismo volumen se podría aplicar teóricamente una sola gota de 1.000 micrones, 8 gotas de 500 micrones -con lo cual la cobertura mejoraría sensiblemente-, 64 gotas de 250 micrones, con lo cual tengo una cobertura excelente, y eventualmente podría pasarse a 512 gotas de 125 micrones, con lo cual mi cobertura también sería perfecta. El problema es que a medida que se achican las gotas, se incrementa muy seriamente el riesgo de deriva. Lamentablemente, en la actualidad existe una tendencia a usar cada vez menores caudales de agua, lo que implica mayores riesgos de deriva.
Muestro a continuación ejemplos de pastillas y la cantidad de gotas que tienen por debajo de 150 micrones, valor que internacionalmente se considera como gotas derivables. Observamos que las gotas de más de 150 micrones tienen menor riesgo de deriva mientras que las gotas por debajo de esa medida -y, por supuesto, en la medida que se van haciendo más chicas- tienen mayores riesgo de deriva.
Hay pastillas, como la de inducción de aire, que tienen un muy bajo porcentaje de gotas por debajo de 150 micrones. Esa es nuestra principal herramienta para controlar la deriva, teniendo obviamente en cuenta las condiciones ambientales y la dirección del viento. Queda clarísimo que no hay manera de que las gotas vayan en sentido contrario a la dirección del viento: si el viento no sopla hacia el pueblo, es absolutamente imposible que las gotas vayan hacía ese lugar.
Proyecto en la pantalla un software simulador de deriva que se desarrolló en la Universidad de Ohio para que tengamos alguna idea acerca de las distancias de deriva. El jefe del equipo que desarrolló este software es seguramente una de las personas más reconocidas en el mundo en tecnología de aplicación de agroquímicos.
Primero se cargan las características de aplicación de nuestro equipo, es decir la altura en la que se encuentra el botalón. En esa casilla puse 1 metro. Luego tenemos la velocidad del viento en metros por segundo, en la cual puse 5 metros por segundo, unos 18 kilómetros por hora, es decir un viento relativamente importante. Además cargué la humedad relativa -que también incide porque se va disminuyendo el tamaño de las gotitas en la medida que se van evaporando en su recorrido- y la velocidad de salida de las gotas, que es un informe que brinda el mismo software.
Simulé el uso de la pastilla de cono hueco, que justamente es la que tiene mayor riesgo de deriva porque hace las gotas más pequeñas. El simulador arroja que el 1 por ciento del volumen va a llegar a una distancia de 8,32 metros con un viento de 18 kilómetros por hora, pero ese asterisco significa que estas gotas se evaporan antes de llegar a destino.
Aquellas gotas que tienen entre 51 y 85 micrones, que representan el 9 por ciento del caldo pulverizado, llegarían a 24,42 metros, pero también se evaporan, porque son gotas muy pequeñas. Las gotas de 85 a 103 micrones, llegarían a 31 metros, pero también se evaporan. Recién tenemos llegada del líquido de manera efectiva a los 16,72 metros, que es la mayor distancia que en promedio llegan las gotas con este tipo de pastillas, que -repito- es la más riesgosa de todas.
La pregunta obvia es qué pasa con estas gotas que se evaporan. Pueden suceder dos cosas: si estamos trabajando con un producto que es volátil -caso típico del 2,4-D éster-, puede generar algún tipo de daño. Si estamos trabajando con un producto no volátil, un caso típico es el glifosato, esa sustancia precipita, cae al suelo y hasta ahí llegó. Es decir, no hace ningún efecto colateral.
Les pido que memoricen esta distancia y los valores máximos de los que estamos hablando con esta pastilla, porque a continuación pasaremos a analizar el caso de la pastilla XR, que es una pastilla de abanico plano común. En este ejemplo hablamos de 25 metros para el caso de las gotas más pequeñas que se evaporan u 8,85 metros, con un viento de 18 kilómetros por hora y a una altura de descarga de 1 metro. Ahora les pido que comparemos esto con los valores que en muchos casos están pretendiendo poner como zonas de exclusión. Es decir, no tienen absolutamente ninguna correlación con los valores realmente medidos y estos valores han sido confirmados, con variaciones -aunque no con grandes variaciones-, por montones de estudios que miden las distancias de deriva.
Esto es un trabajo que se hizo en el INTA de San Nicolás, en el cual fijan zonas de afectación diferente, zonas buffer de distintas distancias e indican la cantidad de hectáreas que quedan afectadas en cada uno de los tres partidos, tanto en hectáreas como en porcentajes sobre la superficie total.
Fíjense en el partido de Zárate, que es el más urbanizado de todos. Si se aplicara una distancia de mil metros como zona de exclusión, quedaría como zona de exclusión el 33,3 por ciento de lo que es la superficie total del partido.
En el caso de Ramallo y San Nicolás, los valores máximos pueden ser de 14,7 o de 17,8. Lamentablemente, no tenemos un estudio general de lo que sería a nivel nacional, pero me parece que estos valores pueden ser indicativos. Es decir, aplicando una zona de exclusión muy grande podríamos estar dejando afuera de producción alrededor de un 15 o 17 por ciento de nuestra superficie total, que son cerca de 36 millones de hectáreas, según la campaña anterior y en esta pareciera ser que vamos a estar cerca de los 40 millones de hectáreas.
Continúo con algunos valores de Estados Unidos, del USDA, que es algo así como el INTA nacional pero con facultades para dictar normas agropecuarias. Observen que para aplicaciones terrestres y cultivos sensibles, fija una distancias de 20 pies, que son aproximadamente 8 metros; para ambientes acuáticos también 20 pies y en el caso de aplicaciones aéreas, las distancias máximas que sugiere son de 250 pies, que vienen a ser algo así como 80 metros, contra los valores que en muchos casos se pretende aplicar en nuestro país.
De esta imagen que tomé de una nota del diario La Nación del año 2013, titulada "Una perfecta armonía entre el agro y lo urbano", quiero destacar que ni bien termina la ciudad inmediatamente al lado comienzan los cultivos.
La siguiente fotografía es de Nueva Zelanda. Fíjense que aquí también, terminan las ciudades e inmediatamente al lado comienzan los cultivos. La lectura dice que paradójicamente, en la medida que las ciudades crecen, se van perdiendo las mejores tierras justamente en momentos en que la necesidad de producción de alimentos se va incrementando año en año.
A continuación vemos un artículo que salió en una revista científica de Gran Bretaña en el cual se preguntan, si sería posible, si no sería demasiado conflictivo fijar una zona de exclusión de 10 metros para proteger a los vecinos, considerando que 10 metros es una distancia adecuada para brindar cierto margen de seguridad.
Les pido que comparemos estos 10 metros contra los valores que se están manejando
Quiero dejar absolutamente en claro que no estoy proponiendo que saquemos todo tipo de exclusiones sino simplemente que debemos llegar a eso, con máquinas verificadas, con aplicadores capacitados y con controles. Se trata de un proceso que debemos iniciar y al que perfectamente se puede llegar si se trabaja de manera seria.
En esta filmina podemos ver otro trabajo científico en el que se marca el grado de exposición de eventuales transeúntes ante aplicaciones con el viento en dirección hacia ellos. ¿Cómo lo han hecho? Colocaron maniquíes de tamaño de adultos y de niños y se tomaron algunos valores. Por ejemplo, a 12 metros la cantidad de mililitros que llegaron hacia los maniquíes adultos, en el caso máximo, es de 0,11. Imaginen que un mililitro es la medida de un dado de los que se utiliza para jugar; entonces, este valor representaría la décima parte de ese dado. Tengamos en cuenta que ese es el daño que se puede causar a esa distancia y con el viento en esa dirección; si el viento soplara hacia otro lado los valores serían cero.
En el caso de los niños, los valores disminuyen porque el tamaño es menor -los maniquíes son más chicos- aunque debemos tener en cuenta que son mucho más sensibles. Por lo tanto, debemos ser mucho más respetuosos con ellos de lo que podríamos ser con los adultos.
Seguramente ustedes se preguntarán qué tiene que ver la imagen que se está proyectando. En lo personal supuse que en la Cámara de Diputados habría un comedor y mi objetivo es demostrar que todo lo que figura en el menú del comedor, en algún momento de su etapa productiva ha necesitado del uso de fitosanitarios, tanto los de origen vegetal como los de origen animal, ya que estos últimos se nutren de vegetales. En consecuencia, de forma directa o indirecta los alimentos que consumimos todos los días -que venimos consumiendo desde que nacimos con algunas excepciones particulares, como pueden ser los pescados- han necesitado de los fitosanitarios en alguna etapa de su producción.
Por lo tanto, quiero que tomemos consciencia de que los fitosanitarios están absolutamente incorporados a nuestra forma de vida actual, del mismo modo que el transporte automotor, los medicamentos o el uso de Internet. Si hoy no dispusiéramos de los fitosanitarios no podríamos llevar el tipo de vida que tenemos.
Para concluir, esta filmina que estamos viendo la utilicé en mi primera presentación cuando en el año 2009 traté el tema de las aplicaciones periurbanas y dice lo siguiente: "La mejor manera de evitar inconvenientes y conflictos en aplicaciones periurbanas es trabajar responsablemente cumpliendo con toda la normativa vigente -aunque en algunos casos puede faltar- con los conocimientos técnicos adecuados, con un equipo aplicador en perfectas condiciones y sometidos al control de las autoridades municipales correspondientes." Aquí coloqué municipales porque la única manera de que los controles sean efectivos es que sean manejados a nivel municipal. Es imposible que desde el nivel nacional o provincial se pueda efectuar un control eficiente. Esta presentación fue en el año 2009. Lamentablemente estamos en 2016 y este cierre sigue absolutamente vigente.
Espero que en unos pocos años podamos decir que hemos avanzado y solucionado el inconveniente. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE BARLETTA ¿Algún señor diputado desea formular preguntas?
SRA. GORBAN Señor presidente: ¿podría decirnos quiénes son los diputados presentes?
SR. PRESIDENTE BARLETTA Me parece una buena idea. Solicito a los señores diputados que por favor se presenten.
SR. OLIVARES Soy el diputado nacional Héctor Olivares, de la provincia de La Rioja.
SRA. LOPARDO Diputada nacional María Paula Lopardo, por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
SR. PEREYRA Diputado nacional Juan Manuel Pereyra, por la provincia de Córdoba.
SR. LÓPEZ Diputado nacional Pablo López, por la provincia de Salta.
SR. LUSQUIÑOS Diputado Luis Lusquiños, por la provincia de San Luis.
SR. WESCHLER Diputado nacional Marcelo Weschler, por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
SR. RUBÍN Diputado nacional Carlos Rubín, por la provincia de Corrientes.
SR. PRESIDENTE BARLETTA Diputado nacional Mario Barletta, por la provincia de Santa Fe.
Tiene la palabra el señor diputado López.
Tiene la palabra el señor diputado López.
SR. LÓPEZ Cuando usted plantea que los controles deben ser hechos por los municipios, quisiera saber en qué experiencia se basa. ¿Conoce los municipios de la provincia de Salta en los que se utilizan fumigaciones aéreas, donde por ejemplo, los trabajadores que recolectan la basura están en negro y ni siquiera cuentan con camiones para la recolección?
Quisiera saber cuál es su argumento para sostener que deberían ser los municipios quienes realicen los controles.
Quisiera saber cuál es su argumento para sostener que deberían ser los municipios quienes realicen los controles.
SR. CID En lo personal me baso en una cuestión de distancia y de disponibilidad.
Conozco bastante toda la provincia de Salta, si bien no conozco el funcionamiento en particular de todos sus municipios.
Sin embargo, sí tengo claro que en la zona productiva central, la provincia de Buenos Aires dispone de siete u ocho inspectores para verificar toda la provincia desde el ministerio provincial. Por lo tanto, es absolutamente imposible que realicen un control efectivo. Mi sugerencia se basa en una cuestión de cercanía.
Honestamente considero que hay varias alternativas de control. El municipio, de manera eventual, puede llegar a contratar a algún agrónomo para que esporádicamente haga los controles de las aplicaciones que generan riesgo en las cercanías de las poblaciones. Es decir, no necesariamente debe ser un empleado municipal sino que puede ser alguien que cuando se da una situación particular haga ese tipo de control con un pago razonable. Habrá que buscar de dónde sale el dinero.
Evidentemente, prefiero que el control se lleve a cabo a que no se realice, como sucede en la actualidad. En mi opinión los únicos que están en condiciones reales de hacerlo son los municipios. No sé si mi respuesta fue satisfactoria para el señor diputado.
Conozco bastante toda la provincia de Salta, si bien no conozco el funcionamiento en particular de todos sus municipios.
Sin embargo, sí tengo claro que en la zona productiva central, la provincia de Buenos Aires dispone de siete u ocho inspectores para verificar toda la provincia desde el ministerio provincial. Por lo tanto, es absolutamente imposible que realicen un control efectivo. Mi sugerencia se basa en una cuestión de cercanía.
Honestamente considero que hay varias alternativas de control. El municipio, de manera eventual, puede llegar a contratar a algún agrónomo para que esporádicamente haga los controles de las aplicaciones que generan riesgo en las cercanías de las poblaciones. Es decir, no necesariamente debe ser un empleado municipal sino que puede ser alguien que cuando se da una situación particular haga ese tipo de control con un pago razonable. Habrá que buscar de dónde sale el dinero.
Evidentemente, prefiero que el control se lleve a cabo a que no se realice, como sucede en la actualidad. En mi opinión los únicos que están en condiciones reales de hacerlo son los municipios. No sé si mi respuesta fue satisfactoria para el señor diputado.
SR. LÓPEZ Coincidimos pero debatiremos en otra ocasión.
SR. CID De todas formas, esto es una cuestión de opiniones y hay posibilidad de discutir.
SR. PRESIDENTE BARLETTA Tiene la palabra el señor diputado Olivares.
SR. OLIVARES Soy ingeniero agrónomo y mi intervención no es para formular una pregunta sino para comentar que mi departamento es productor de olivas, de aceitunas.
Actualmente en el municipio se está aplicando dimetoato para el control de plagas en el olivo, algo que está en desuso desde hace muchísimos años y con grado de toxicidad uno. Solamente menciono esto a título de comentario.
Actualmente en el municipio se está aplicando dimetoato para el control de plagas en el olivo, algo que está en desuso desde hace muchísimos años y con grado de toxicidad uno. Solamente menciono esto a título de comentario.
SR. PRESIDENTE BARLETTA Tiene la palabra la Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas, representada por el doctor Gustavo Marón y el ingeniero agrónomo Diego Oliva.
SR. OLIVA Gracias por la invitación. Como se ve en la pantalla, el objetivo de mi exposición es cambiar temor por conocimiento. Esta es la propuesta básica que se está haciendo desde la Red de Buenas Prácticas Agrícolas y la Comunidad Agroalimentaria, que surgió de la Universidad Nacional de Córdoba.
Voy a presentar cómo es el trabajo aéreo, que no implica exclusivamente la pulverización. Vamos a tipificarlo sin el tecnicismos que utilizó el ingeniero Cid respecto del uso y dinámica de las gotas -aunque de eso también vamos a hablar-, sino en el contexto de nuestra tarea y por qué debe ser considerada y promovida como una actividad estratégica en la producción primaria.
La aplicación aérea tiene una ventaja comparativa respecto de cualquier otro tipo de sistema: por el efecto aerodinámico de los planos de las alas es posible conducir y dirigir con absoluta precisión el producto pulverizado por el efecto de arrastre de flujo de las gotas. La lógica aerodinámica consiste en que los filetes de aire por encima del perfil de ala tienen mayor velocidad que por debajo, lo que hace que, si el avión está bien calibrado, en el borde del ala las gotas sean empujadas hacia abajo, para lo cual el botalón de aplicación debe estar por debajo del ala y hacia atrás. Observamos en el gráfico que con una aeronave bien calibrada es demostrable que las gotas son arrastradas hacia abajo y dirigidas correctamente.
La aeronave de aplicación tiene un beneficio adicional, que es el efecto de diferencia de presión, por el cual las gotas son succionadas, chupadas; es el efecto suelo: hay diferencia de presión por encima y por debajo de los planos. En consecuencia, la aplicación aérea es incomparable con cualquier otro tipo de aplicación por el arrastre y succión de las gotas del producto pulverizado.
Voy a detallar muy brevemente cuál es el nivel tecnológico de los equipos de pulverización. Es importante remarcar que todos los equipos cuentan con un sistema antigoteo. En la pantalla podemos ver uno en un corte transversal. A su vez, hay diferentes sistemas de aplicación que nos permiten definir y trabajar con distintas calibraciones y tamaños de gotas: de espejo, difusor-espejo, de pico y de atomizador rotativo. Siguiendo la lógica de la exposición del INTA, sabemos que al aumentar solo el 26 por ciento del diámetro, las gotas duplican su peso; y la gota más pesada, cae más rápido.
Además, en la aplicación aérea siempre se usan caldos de pulverización aditivados con espesantes, antievaporantes y adherentes, los que hacen que exista una uniformidad y un tamaño de gota precisamente calibrado según lo que se decide aplicar.
Este es un ensayo en túnel de viento, en el que vemos hasta dónde y cómo llegan las gotas. Esto no es un modelo simulado -como el que mostró el ingeniero Cid- sino un ensayo real en el túnel de viento de un laboratorio que responde a informaciones de los Departamentos de Agricultura de Kansas, Illinois, Florida y otros ministerios. Aquí se observa hasta dónde vuelvan las gotas de acuerdo con el diámetro volumétrico medio y al tamaño que tengan, pulverizadas a 3 metros y con un viento cruzado de 8 kilómetros por hora; las gotas más chicas llegan hasta 23 metros con las gotas más chicas. Con todo lo anterior, podemos asegurar aplicaciones por encima de 150 micrones -que era lo que proponía el ingeniero Cid-, con la calibración de la aeronave, con los efectos de arrastre de flujo y succión y con caldos aditivados.
Este nivel de conocimiento, experiencia y expertise concluyó en la serie de jornadas que se hicieron en la Red de Buenas Prácticas Agrícolas, donde intervinieron cuarenta instituciones públicas y privadas, productores, universidades y ministerios, en la cual se expuso mucha de la información que estuvo disponible en otras exposiciones. Allí se demostró hasta dónde vuelan nuestras gotas y de qué manera; por supuesto que en el medio está la pericia del piloto.
La aplicación aérea tiene un protocolo de aplicación y no hay lugar a ningún tipo de improvisación. Se conoce perfectamente la manera de aplicar, hacia dónde y el plan de vuelo. Las aeronaves están equipadas con caudalímetros, GPS -que marca perfectamente las transectas de traslado, es decir hacia dónde ir con el menor recorrido posible- y seguimiento satelital, constituyendo la vanguardia tecnológica del sector. Esto permite que todas las empresas tengamos perfectamente geoposicionado los lugares de aplicación y los lugares sensibles. Además las aeronaves tienen un mapeador, elemento que aporta una referencia satelital dinámica e inmediata que resalta mediante los colores amarillo y verde el ancho en que se trabaja y hacia dónde va mediante la demarcación de transectas y paralelas. En síntesis, tenemos las herramientas tecnológicas suficientes para conocer dónde puede haber algún conflicto.
Además es bueno remarcar que las empresas de aeropulverización son especialistas en meteorología. Los planes de vuelo siempre están supeditados a la condición atmosférica y todas las empresas tienen estaciones meteorológicas propias. Los seguimientos satelitales también hacen que se defina la condición, intensidad y dirección del viento, humedad, humedad relativa, temperatura ambiental y presión atmosférica, lo que condiciona la dinámica de nuestras gotas.
Algo que es absolutamente diferente de cualquier otro tipo de actividad es el programa de capacitación continua de la aeroaplicación. Mediante las cámaras provinciales, FeArCA y la integración con diferentes instituciones y empresas se llevan adelante jornadas de capacitación continuas siguiendo la lógica propuesta por el INTA. Se hace una jornada mensual y una anual a nivel a nivel nacional. En ellas participan pilotos y apoyo de tierra, así como técnicos especializados en diferentes áreas.
En cuanto a la eficiencia y oportunidad del trabajo aéreo, esta tarea no se limita a pulverización sino también a la siembra, el control de incendios y la fertilización de cultivos.
En relación con la eficiencia de aplicación en virtud de la protección de cultivos, la aplicación aérea no genera pisoteo de lotes y tiene penetración en el cultivo. Por los efectos aerodinámicos de las alas de los planos se empujan las gotas hacia abajo. De lo contrario, no habría posibilidad de demostrar el contacto por envés por debajo de la hoja.
En un cultivo cerrado -como el que estamos viendo en la pantalla- se puede demostrar que las gotas de aplicación aéreas hacen contacto por debajo de la hoja.
Además, en la lógica de la siembra aérea, ¿cómo se podría sembrar en lugares donde no tienen acceso las maquinarias, si no es con aviones? ¿Cómo se podría sembrar dentro de un monte? ¿Cómo se podría promover otro tipo de actividad, como la ganadera, incluso en zonas de difícil acceso, como un arrozal? ¿Qué tipo de tratamiento tendrían en esos casos si no es con aplicación aérea?
Finalmente, quiero mostrarlos en planos comparativos y hacer un análisis en base a parámetros ambientales acerca de qué es la aplicación aérea. Tal vez no todos conozcan qué volumen de vertidos genera una lluvia de un milímetro; una lluvia de un milímetro -lo remarco y lo muestro- es un litro por metro cuadrado. Es una lluvia que si es de gota grande apenas moja el suelo o el perfil y si es de gota chica es una bruma espesa que no llega a mojar el suelo. Esto es una lluvia de un milímetro.
Pongámonos en un parámetro de comparación y veamos: una lluvia de un milímetro es un litro por metro cuadrado, y una aplicación aérea mil veces menos que una lluvia de un milímetro; aclaro que me refiero a una aplicación aérea promedio. Entonces, me pregunto cómo no promover una actividad que es la que menor impacto ambiental genera.
Finalmente, siguiendo la lógica que se venía planteando hasta acá, en otros sistemas de producción se promueve y se difunde la actividad aérea desde el principio, desde los niños. En esta imagen podemos ver imágenes de Disney, donde el héroe de la película Planes era un avión aplicador. ¿Por qué? Porque entienden que es una actividad estratégica.
Por último, así le doy tiempo al doctor Marón, todo lo que se expuso acá es absolutamente demostrable, certificable, repetible y medible. Les dejo para el debate de los señores diputados la propuesta de hacer una demostración dinámica, en cualquier lugar del país, en la condición atmosférica que corresponda -por supuesto- y con la calibración adecuada; hacer una demostración para que vean hasta dónde vuelan nuestras gotas, desde la dirección de avance con vientos cruzados, y así vean hasta dónde vuelan con un avión bien calibrado. (Aplausos.)
Voy a presentar cómo es el trabajo aéreo, que no implica exclusivamente la pulverización. Vamos a tipificarlo sin el tecnicismos que utilizó el ingeniero Cid respecto del uso y dinámica de las gotas -aunque de eso también vamos a hablar-, sino en el contexto de nuestra tarea y por qué debe ser considerada y promovida como una actividad estratégica en la producción primaria.
La aplicación aérea tiene una ventaja comparativa respecto de cualquier otro tipo de sistema: por el efecto aerodinámico de los planos de las alas es posible conducir y dirigir con absoluta precisión el producto pulverizado por el efecto de arrastre de flujo de las gotas. La lógica aerodinámica consiste en que los filetes de aire por encima del perfil de ala tienen mayor velocidad que por debajo, lo que hace que, si el avión está bien calibrado, en el borde del ala las gotas sean empujadas hacia abajo, para lo cual el botalón de aplicación debe estar por debajo del ala y hacia atrás. Observamos en el gráfico que con una aeronave bien calibrada es demostrable que las gotas son arrastradas hacia abajo y dirigidas correctamente.
La aeronave de aplicación tiene un beneficio adicional, que es el efecto de diferencia de presión, por el cual las gotas son succionadas, chupadas; es el efecto suelo: hay diferencia de presión por encima y por debajo de los planos. En consecuencia, la aplicación aérea es incomparable con cualquier otro tipo de aplicación por el arrastre y succión de las gotas del producto pulverizado.
Voy a detallar muy brevemente cuál es el nivel tecnológico de los equipos de pulverización. Es importante remarcar que todos los equipos cuentan con un sistema antigoteo. En la pantalla podemos ver uno en un corte transversal. A su vez, hay diferentes sistemas de aplicación que nos permiten definir y trabajar con distintas calibraciones y tamaños de gotas: de espejo, difusor-espejo, de pico y de atomizador rotativo. Siguiendo la lógica de la exposición del INTA, sabemos que al aumentar solo el 26 por ciento del diámetro, las gotas duplican su peso; y la gota más pesada, cae más rápido.
Además, en la aplicación aérea siempre se usan caldos de pulverización aditivados con espesantes, antievaporantes y adherentes, los que hacen que exista una uniformidad y un tamaño de gota precisamente calibrado según lo que se decide aplicar.
Este es un ensayo en túnel de viento, en el que vemos hasta dónde y cómo llegan las gotas. Esto no es un modelo simulado -como el que mostró el ingeniero Cid- sino un ensayo real en el túnel de viento de un laboratorio que responde a informaciones de los Departamentos de Agricultura de Kansas, Illinois, Florida y otros ministerios. Aquí se observa hasta dónde vuelvan las gotas de acuerdo con el diámetro volumétrico medio y al tamaño que tengan, pulverizadas a 3 metros y con un viento cruzado de 8 kilómetros por hora; las gotas más chicas llegan hasta 23 metros con las gotas más chicas. Con todo lo anterior, podemos asegurar aplicaciones por encima de 150 micrones -que era lo que proponía el ingeniero Cid-, con la calibración de la aeronave, con los efectos de arrastre de flujo y succión y con caldos aditivados.
Este nivel de conocimiento, experiencia y expertise concluyó en la serie de jornadas que se hicieron en la Red de Buenas Prácticas Agrícolas, donde intervinieron cuarenta instituciones públicas y privadas, productores, universidades y ministerios, en la cual se expuso mucha de la información que estuvo disponible en otras exposiciones. Allí se demostró hasta dónde vuelan nuestras gotas y de qué manera; por supuesto que en el medio está la pericia del piloto.
La aplicación aérea tiene un protocolo de aplicación y no hay lugar a ningún tipo de improvisación. Se conoce perfectamente la manera de aplicar, hacia dónde y el plan de vuelo. Las aeronaves están equipadas con caudalímetros, GPS -que marca perfectamente las transectas de traslado, es decir hacia dónde ir con el menor recorrido posible- y seguimiento satelital, constituyendo la vanguardia tecnológica del sector. Esto permite que todas las empresas tengamos perfectamente geoposicionado los lugares de aplicación y los lugares sensibles. Además las aeronaves tienen un mapeador, elemento que aporta una referencia satelital dinámica e inmediata que resalta mediante los colores amarillo y verde el ancho en que se trabaja y hacia dónde va mediante la demarcación de transectas y paralelas. En síntesis, tenemos las herramientas tecnológicas suficientes para conocer dónde puede haber algún conflicto.
Además es bueno remarcar que las empresas de aeropulverización son especialistas en meteorología. Los planes de vuelo siempre están supeditados a la condición atmosférica y todas las empresas tienen estaciones meteorológicas propias. Los seguimientos satelitales también hacen que se defina la condición, intensidad y dirección del viento, humedad, humedad relativa, temperatura ambiental y presión atmosférica, lo que condiciona la dinámica de nuestras gotas.
Algo que es absolutamente diferente de cualquier otro tipo de actividad es el programa de capacitación continua de la aeroaplicación. Mediante las cámaras provinciales, FeArCA y la integración con diferentes instituciones y empresas se llevan adelante jornadas de capacitación continuas siguiendo la lógica propuesta por el INTA. Se hace una jornada mensual y una anual a nivel a nivel nacional. En ellas participan pilotos y apoyo de tierra, así como técnicos especializados en diferentes áreas.
En cuanto a la eficiencia y oportunidad del trabajo aéreo, esta tarea no se limita a pulverización sino también a la siembra, el control de incendios y la fertilización de cultivos.
En relación con la eficiencia de aplicación en virtud de la protección de cultivos, la aplicación aérea no genera pisoteo de lotes y tiene penetración en el cultivo. Por los efectos aerodinámicos de las alas de los planos se empujan las gotas hacia abajo. De lo contrario, no habría posibilidad de demostrar el contacto por envés por debajo de la hoja.
En un cultivo cerrado -como el que estamos viendo en la pantalla- se puede demostrar que las gotas de aplicación aéreas hacen contacto por debajo de la hoja.
Además, en la lógica de la siembra aérea, ¿cómo se podría sembrar en lugares donde no tienen acceso las maquinarias, si no es con aviones? ¿Cómo se podría sembrar dentro de un monte? ¿Cómo se podría promover otro tipo de actividad, como la ganadera, incluso en zonas de difícil acceso, como un arrozal? ¿Qué tipo de tratamiento tendrían en esos casos si no es con aplicación aérea?
Finalmente, quiero mostrarlos en planos comparativos y hacer un análisis en base a parámetros ambientales acerca de qué es la aplicación aérea. Tal vez no todos conozcan qué volumen de vertidos genera una lluvia de un milímetro; una lluvia de un milímetro -lo remarco y lo muestro- es un litro por metro cuadrado. Es una lluvia que si es de gota grande apenas moja el suelo o el perfil y si es de gota chica es una bruma espesa que no llega a mojar el suelo. Esto es una lluvia de un milímetro.
Pongámonos en un parámetro de comparación y veamos: una lluvia de un milímetro es un litro por metro cuadrado, y una aplicación aérea mil veces menos que una lluvia de un milímetro; aclaro que me refiero a una aplicación aérea promedio. Entonces, me pregunto cómo no promover una actividad que es la que menor impacto ambiental genera.
Finalmente, siguiendo la lógica que se venía planteando hasta acá, en otros sistemas de producción se promueve y se difunde la actividad aérea desde el principio, desde los niños. En esta imagen podemos ver imágenes de Disney, donde el héroe de la película Planes era un avión aplicador. ¿Por qué? Porque entienden que es una actividad estratégica.
Por último, así le doy tiempo al doctor Marón, todo lo que se expuso acá es absolutamente demostrable, certificable, repetible y medible. Les dejo para el debate de los señores diputados la propuesta de hacer una demostración dinámica, en cualquier lugar del país, en la condición atmosférica que corresponda -por supuesto- y con la calibración adecuada; hacer una demostración para que vean hasta dónde vuelan nuestras gotas, desde la dirección de avance con vientos cruzados, y así vean hasta dónde vuelan con un avión bien calibrado. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE BARLETTA Seguramente vamos a aceptar el desafío de hacer una demostración.
Tiene la palabra el señor Marón.
Tiene la palabra el señor Marón.
SR. MARÓN Gracias por permitir a la FeArCA participar en esta comisión. Muy brevemente voy a expresarme respecto al régimen jurídico, al marco regulatorio que rige la actividad agroaérea en la República Argentina.
A ese efecto tomo las palabras del ingeniero Cid, del INTA, cuando expresó que se requería una normativa específica y que la actividad fuera regulada. Esto es así, y en el segmento aeronáutico contamos particularmente con esa regulación que la vamos a ver a continuación.
Para empezar diremos que el trabajo agroaéreo es una especie de actividad comercial de la aviación civil argentina, que tiene su origen desde antaño. Es decir, el modelo agroproductivo argentino nació con la aeronáutica y el modelo agroproductor actual no se entiende ni se descompone lógicamente si no es con la intervención de la aeronáutica.
Nuestros primeros antecedentes en materia de aeroaplicación datan de 1921 y desde entonces han ido acompañando todo el desarrollo de la producción de nuestro país.
Esta reglamentación nacional encontró su marco normativo en un decreto de política aeronáutica de 1956. Declara que es obligación del gobierno federal, es decir, del Estado nacional, fomentar y promover este tipo de actividades que ya entonces se consideraban fundamentales para el desarrollo de la agricultura. En consecuencia, esa es la norma general que justifica, por ejemplo, que una fábrica del Estado, la fábrica militar de aviones, hoy denominada FADEA, se encuentre produciendo aviones agrícolas, o que la actividad se encuentre completamente regulada en todos sus segmentos de operación.
A continuación voy a enumerar rápidamente cuál es la normativa aplicable para que vean qué grado de desagregación tiene.
Contamos con regulación del Código Aeronáutico, Ley 17.285, régimen general; las aeronaves deben estar matriculadas y contar con certificación de aeronavegabilidad -ley de Registro Nacional de Aeronaves-; deben emplearse pilotos y personal de mantenimiento y de soporte de tierra argentinos -ley de Mano de Obra Nacional-; se aplica el régimen regulatorio del trabajo aéreo, un decreto reglamentario y específico del Poder Ejecutivo; se aplican infracciones aeronáuticas a cargo de la autoridad de aplicación, que es la Administración Nacional de Aviación Civil y contamos con la Reglamentación de Aeronavegabilidad para la Seguridad Completa de las Aeronaves. Si tomamos una típica pirámide jurídica de Kelsen el segmento aeronáutico la cumple en su totalidad.
Por otra parte, a nivel reglamentario la autoridad de aplicación, la Administración Nacional de Aviación Civil, cuenta con regulaciones específicas -las RAAC- Regulaciones Argentinas de Aviación Civil, para personal, certificación médica, certificación de la empresa operadora, certificación de las aeronaves y régimen de aeronavegabilidad de motores y hélices.
Es decir que estamos en presencia de un combo completo que todas las empresas deben cumplir, sin dejar de mencionar que no puede realizar trabajo aéreo una empresa que no cuente con su certificado de explotador de trabajo aéreo.
Definimos al trabajo aéreo como toda actividad lucrativa distinta del transporte -es una categoría residual- que en materia de aplicación agroaérea -como bien explicaba el ingeniero Oliva- tiene distintas manifestaciones y no solo la aplicación aérea de fitosanitarios. Por ejemplo, la lucha antigranizo, la generación de lluvia artificial, la siembra de alevines en los ríos, el combate aéreo contra incendios y la liberación aérea de insectos para control de plagas; todas ellas son manifestaciones que se dan en nuestro país.
Finalmente, lo que nos compete aquí, la siembra directa, la fertilización directa, la desfoliación en la aplicación de todo tipo de fitosanitarios para todos los ciclos fenológicos distintos de todos los cultivos que se dan en nuestro país.
Lo importante es visualizar que el trabajo agroaéreo es una actividad regulada. Está regulada en cuanto a la empresa explotadora, en cuanto a las aeronaves a emplear, en cuanto al personal aeronáutico, al lugar de operación y a la operación aérea en sí.
En cuanto a la empresa explotadora la propia autoridad aeronáutica exige y fiscaliza el soporte técnico y económico. Ninguna empresa será autorizada si la autoridad aeronáutica no controla desde el principio que tenga capacidad de ser conducida desde lo técnico -con aeronaves adecuadas- y desde lo económico, como empresa generadora de réditos. Esta fiscalización es anual con presentación de balances y en un grado de exigencia similar al de la AFIP; digo esto para darles una idea de la encarnadura del concepto.
Las aeronaves empleadas no pueden ser de cualquier tipo, tienen que contar con certificación de aeronavegabilidad específica.
La tecnología de nuestro país ha mutado hacia un parque aeronáutico completamente integrado -o en su mayor parte- por aeronaves de aplicación específica, diseñadas en origen para la tarea de la que se trata.
En la siguiente filmina vemos algunas manifestaciones, incluyendo la fábrica de aviones Laviasa ubicada en la provincia de Mendoza, que junto con la Fábrica Militar de Aviones produce aviones aeroaplicadores. Somos la tercera flota de aeroaplicación a nivel mundial después de Estados Unidos y de Brasil.
Este no es un dato menor, estamos hablando de más de 300 empresas perfectamente organizadas y una flota de 1.200 aviones, lo que nos coloca a la vanguardia mundial y debe ser un motivo de orgullo para un país que se viene desarrollando en la materia desde 1921.
El personal aeronáutico también se encuentra regulado, no solo en los cursos necesarios para la obtención de licencias sino en los recurrenciales a los que refería el ingeniero Oliva para llevar adelante buenas prácticas agroaéreas.
Me voy a detener un poco para repasar los contenidos mínimos que hoy exige cualquier escuela de instrucción y perfeccionamiento aeronáutico -un centro de instrucción aeronáutica civil- para otorgar la licencia a un piloto aeroaplicador. Por ejemplo, como mínimo se requiere: legislación y documentación aeronáutica, conocimiento de tipos agroaéreos, estructuras técnicas y operativas, higiene, plagas animales, plagas vegetales y prevención de accidentes. Se trata de un sistema completamente cerrado y muy serio que no merece la crítica despiadada que se le propina desde sectores sin conocimiento. En la filmina podemos ver algunas fotos que dan sentido a lo que estamos diciendo.
Se encuentra regulado hasta el lugar de operación, la propia autoridad aeronáutica establece las habilitaciones para aeródromos, lugares aptos denunciados agroaéreos y basamentos operativos, porque se opera desde todo lugar del país, no solo desde aeropuertos.
En síntesis, el éxito de la regulación pasa por la suma de la operatividad de la empresa, más las buenas prácticas agroaéreas, más el cumplimiento de la normativa local. En el segmento aeronáutico todo esto se está cumpliendo -suscribiendo lo que decía el ingeniero Oliva- con una tasa de dispersión, con un porcentual de impacto verdaderamente mínimo respecto de otros vectores de aplicación, como es el caso de los terrestres o el individual, o sea, la mochila.
En la siguiente filmina vemos algunas de las regulaciones que las empresas están cumpliendo en cada una de las jurisdicciones.
Para concluir, cito como ejemplo el respeto de las áreas buffer, o áreas colchón, generadas en cada jurisdicción. Desde un precedente producido el año pasado por el Tribunal Superior de Justicia de la provincia de Córdoba que aplicó la ley penal ambiental a aeroaplicadores que operaron al margen de estos sectores, podemos decir que tienen efectiva vigencia por cuanto si como agroaplicadores se exceden de la línea -cualquiera sea-, por el artículo 55 de la ley penal ambiental son susceptibles de ser imputados penalmente con prisión efectiva.
Nos referimos a cosas muy serias. El piloto, el aeroaplicador, es el único profesional que garantiza con su vida la calidad de su trabajo.
En consecuencia, desde la Federación de Cámaras Agroaéreas concluyo esta presentación diciendo que nosotros tenemos regulada la actividad y este quizás pueda ser el patrón sobre el cual construir una regulación para el resto del país. (Aplausos.)
A ese efecto tomo las palabras del ingeniero Cid, del INTA, cuando expresó que se requería una normativa específica y que la actividad fuera regulada. Esto es así, y en el segmento aeronáutico contamos particularmente con esa regulación que la vamos a ver a continuación.
Para empezar diremos que el trabajo agroaéreo es una especie de actividad comercial de la aviación civil argentina, que tiene su origen desde antaño. Es decir, el modelo agroproductivo argentino nació con la aeronáutica y el modelo agroproductor actual no se entiende ni se descompone lógicamente si no es con la intervención de la aeronáutica.
Nuestros primeros antecedentes en materia de aeroaplicación datan de 1921 y desde entonces han ido acompañando todo el desarrollo de la producción de nuestro país.
Esta reglamentación nacional encontró su marco normativo en un decreto de política aeronáutica de 1956. Declara que es obligación del gobierno federal, es decir, del Estado nacional, fomentar y promover este tipo de actividades que ya entonces se consideraban fundamentales para el desarrollo de la agricultura. En consecuencia, esa es la norma general que justifica, por ejemplo, que una fábrica del Estado, la fábrica militar de aviones, hoy denominada FADEA, se encuentre produciendo aviones agrícolas, o que la actividad se encuentre completamente regulada en todos sus segmentos de operación.
A continuación voy a enumerar rápidamente cuál es la normativa aplicable para que vean qué grado de desagregación tiene.
Contamos con regulación del Código Aeronáutico, Ley 17.285, régimen general; las aeronaves deben estar matriculadas y contar con certificación de aeronavegabilidad -ley de Registro Nacional de Aeronaves-; deben emplearse pilotos y personal de mantenimiento y de soporte de tierra argentinos -ley de Mano de Obra Nacional-; se aplica el régimen regulatorio del trabajo aéreo, un decreto reglamentario y específico del Poder Ejecutivo; se aplican infracciones aeronáuticas a cargo de la autoridad de aplicación, que es la Administración Nacional de Aviación Civil y contamos con la Reglamentación de Aeronavegabilidad para la Seguridad Completa de las Aeronaves. Si tomamos una típica pirámide jurídica de Kelsen el segmento aeronáutico la cumple en su totalidad.
Por otra parte, a nivel reglamentario la autoridad de aplicación, la Administración Nacional de Aviación Civil, cuenta con regulaciones específicas -las RAAC- Regulaciones Argentinas de Aviación Civil, para personal, certificación médica, certificación de la empresa operadora, certificación de las aeronaves y régimen de aeronavegabilidad de motores y hélices.
Es decir que estamos en presencia de un combo completo que todas las empresas deben cumplir, sin dejar de mencionar que no puede realizar trabajo aéreo una empresa que no cuente con su certificado de explotador de trabajo aéreo.
Definimos al trabajo aéreo como toda actividad lucrativa distinta del transporte -es una categoría residual- que en materia de aplicación agroaérea -como bien explicaba el ingeniero Oliva- tiene distintas manifestaciones y no solo la aplicación aérea de fitosanitarios. Por ejemplo, la lucha antigranizo, la generación de lluvia artificial, la siembra de alevines en los ríos, el combate aéreo contra incendios y la liberación aérea de insectos para control de plagas; todas ellas son manifestaciones que se dan en nuestro país.
Finalmente, lo que nos compete aquí, la siembra directa, la fertilización directa, la desfoliación en la aplicación de todo tipo de fitosanitarios para todos los ciclos fenológicos distintos de todos los cultivos que se dan en nuestro país.
Lo importante es visualizar que el trabajo agroaéreo es una actividad regulada. Está regulada en cuanto a la empresa explotadora, en cuanto a las aeronaves a emplear, en cuanto al personal aeronáutico, al lugar de operación y a la operación aérea en sí.
En cuanto a la empresa explotadora la propia autoridad aeronáutica exige y fiscaliza el soporte técnico y económico. Ninguna empresa será autorizada si la autoridad aeronáutica no controla desde el principio que tenga capacidad de ser conducida desde lo técnico -con aeronaves adecuadas- y desde lo económico, como empresa generadora de réditos. Esta fiscalización es anual con presentación de balances y en un grado de exigencia similar al de la AFIP; digo esto para darles una idea de la encarnadura del concepto.
Las aeronaves empleadas no pueden ser de cualquier tipo, tienen que contar con certificación de aeronavegabilidad específica.
La tecnología de nuestro país ha mutado hacia un parque aeronáutico completamente integrado -o en su mayor parte- por aeronaves de aplicación específica, diseñadas en origen para la tarea de la que se trata.
En la siguiente filmina vemos algunas manifestaciones, incluyendo la fábrica de aviones Laviasa ubicada en la provincia de Mendoza, que junto con la Fábrica Militar de Aviones produce aviones aeroaplicadores. Somos la tercera flota de aeroaplicación a nivel mundial después de Estados Unidos y de Brasil.
Este no es un dato menor, estamos hablando de más de 300 empresas perfectamente organizadas y una flota de 1.200 aviones, lo que nos coloca a la vanguardia mundial y debe ser un motivo de orgullo para un país que se viene desarrollando en la materia desde 1921.
El personal aeronáutico también se encuentra regulado, no solo en los cursos necesarios para la obtención de licencias sino en los recurrenciales a los que refería el ingeniero Oliva para llevar adelante buenas prácticas agroaéreas.
Me voy a detener un poco para repasar los contenidos mínimos que hoy exige cualquier escuela de instrucción y perfeccionamiento aeronáutico -un centro de instrucción aeronáutica civil- para otorgar la licencia a un piloto aeroaplicador. Por ejemplo, como mínimo se requiere: legislación y documentación aeronáutica, conocimiento de tipos agroaéreos, estructuras técnicas y operativas, higiene, plagas animales, plagas vegetales y prevención de accidentes. Se trata de un sistema completamente cerrado y muy serio que no merece la crítica despiadada que se le propina desde sectores sin conocimiento. En la filmina podemos ver algunas fotos que dan sentido a lo que estamos diciendo.
Se encuentra regulado hasta el lugar de operación, la propia autoridad aeronáutica establece las habilitaciones para aeródromos, lugares aptos denunciados agroaéreos y basamentos operativos, porque se opera desde todo lugar del país, no solo desde aeropuertos.
En síntesis, el éxito de la regulación pasa por la suma de la operatividad de la empresa, más las buenas prácticas agroaéreas, más el cumplimiento de la normativa local. En el segmento aeronáutico todo esto se está cumpliendo -suscribiendo lo que decía el ingeniero Oliva- con una tasa de dispersión, con un porcentual de impacto verdaderamente mínimo respecto de otros vectores de aplicación, como es el caso de los terrestres o el individual, o sea, la mochila.
En la siguiente filmina vemos algunas de las regulaciones que las empresas están cumpliendo en cada una de las jurisdicciones.
Para concluir, cito como ejemplo el respeto de las áreas buffer, o áreas colchón, generadas en cada jurisdicción. Desde un precedente producido el año pasado por el Tribunal Superior de Justicia de la provincia de Córdoba que aplicó la ley penal ambiental a aeroaplicadores que operaron al margen de estos sectores, podemos decir que tienen efectiva vigencia por cuanto si como agroaplicadores se exceden de la línea -cualquiera sea-, por el artículo 55 de la ley penal ambiental son susceptibles de ser imputados penalmente con prisión efectiva.
Nos referimos a cosas muy serias. El piloto, el aeroaplicador, es el único profesional que garantiza con su vida la calidad de su trabajo.
En consecuencia, desde la Federación de Cámaras Agroaéreas concluyo esta presentación diciendo que nosotros tenemos regulada la actividad y este quizás pueda ser el patrón sobre el cual construir una regulación para el resto del país. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE BARLETTA Quisiera informarles que se sumaron a la reunión los señores diputados Basterra y Bermejo.
A continuación hará uso de la palabra la doctora Mirta Borrás en representación de la Sociedad Argentina de Pediatría.
A continuación hará uso de la palabra la doctora Mirta Borrás en representación de la Sociedad Argentina de Pediatría.
SRA. BORRÁS Creo que luego de escuchar exposiciones tan técnicas mi participación puede resultar algo infantil. Digo esto porque soy pediatra y además, médica toxicóloga y por lo tanto mi punto de vista será desde dos visiones distintas; no sólo por lo que observo en los chicos sino por el daño instalado en los adultos, que desde hace muchos años vienen sufriendo el impacto de este tipo de fumigación.
Tengo treinta y seis años de profesión y recuerdo que cuando comencé a estudiar en la facultad nos decían que la OMS había definido a la salud como: "El estado completo de bienestar biopsíquico y social". Con los años esta definición quedó un poco alejada de lo que estábamos viviendo y en 1993 la salud medioambiental se incorporó a la definición de salud.
Vemos que el aspecto de la salud humana incluye la calidad de vida, que está determinada por la interacción de agentes medioambientales físicos, químicos, biológicos, psíquicos y sociales pero también engloba aspectos teóricos y prácticos que nos dan la posibilidad de evaluar, corregir, controlar y prevenir factores medioambientales que potencialmente afecten la salud de generaciones presentes y futuras.
Es decir, hablamos de algo que ya fue mencionado en otras sesiones. Me refiero a la epigenética, a las alteraciones en la salud por la aplicación de algún fitosanitario que pudo haber llegado a alguien y que pasadas varias generaciones pudo alterar la vida de otra persona.
También estamos hablando de enfermedades no transmisibles, porque los médicos siempre hablábamos de que un agente produce tal enfermedad, un germen tal enfermedad, tal virosis y tal patología. Pero en este caso no estamos hablando de elementos, de factores o de vectores, sino de sustancias químicas.
Desgraciadamente, como toxicóloga no voy a hablar de fitosanitarios ni de agroquímicos sino que me corresponde hablar de agrotóxicos, porque lo que yo veo es daño instalado.
En esta imagen vemos otro ejemplo de cómo influye el medio ambiente en nuestra salud. Estamos expuestos a factores de riesgo en el hogar, en el lugar de trabajo y en la comunidad a través de la contaminación del aire y agua, por falta de saneamiento e higiene, por agentes químicos, por radiaciones y también contaminación acústica, riesgos laborales, prácticas agrícolas, entornos urbanizados y sus patologías, sin dejar de lado todo lo que pasa en el medio ambiente en cuanto al cambio climático.
¿Qué importancia tienen estos cambios del ambiente sobre la salud? Se estima que el 24 por ciento de la carga de enfermedad en el mundo y el 23 por ciento de todas las defunciones pueden atribuirse a factores ambientales. Pero en los niños, que es lo que a mí me concierne, entre 0 y 14 años el porcentaje de muertes podría atribuirse al ambiente en un 36 por ciento, de lo que se desprende que es posible mejorar la salud si trabajamos en ambientes saludables.
Ya dije que no puedo hablar de agroquímicos ni de fitosanitarios, sino que solo lo hago cuando doy información en la facultad a mis alumnos. Pero desgraciadamente, como toxicóloga y como médica, veo daño instalado. Me refiero a agrotóxicos, que son herramientas utilizadas para el control de plagas y enfermedades en los sistemas de producción agropecuaria que, desgraciadamente, traen importantes riesgos ligados a la salud humana como la aparición de cáncer, los defectos en el nacimiento, afecciones en el sistema nervioso y el funcionamiento endocrino.
Siempre hablamos de que existen vulnerabilidades tanto en las mujeres como en los niños y yo explico que las mujeres son más vulnerables porque tienen menor cantidad de agua, menor masa muscular, mayor cantidad de tejido adiposo, donde durante mucho tiempo los agrotóxicos se depositan y viven. Además las mujeres tienen alteraciones hormonales por sus períodos menstruales y por el uso de anticonceptivos, agregando los disruptores endógenos por el uso de esta forma de evacuar agrotóxicos sobre los alimentos, pues todo lo que comemos diariamente está contaminado y favorece este tipo de patologías.
¿Por qué hablamos de vulnerabilidad en los niños? Porque tienen mayor exposición al suelo, al agua, al aire y porque están en constante crecimiento y desarrollo. Además, tienen una menor capacidad de desintoxicación porque no son adultos pequeños sino que no están desarrollados completamente para poder desintoxicarse. Juegan en el piso y mantienen el hábito de pie-mano-boca, por el cual todo lo que encuentran se lo llevan a la boca. También respiran más aire, comen más alimentos y toman más cantidad de agua por kilo de peso, por lo que están expuestos a cantidad mayores de pesticidas. Consideremos también que tienen una falta de maduración y por lo tanto no pueden llegar a desarrollarse como corresponde.
Por su parte, los índices de analfabetismo y pobreza en nuestro país son bastante importantes. Hay chicos que trabajan de banderilleros.
Tengo treinta y seis años de profesión y recuerdo que cuando comencé a estudiar en la facultad nos decían que la OMS había definido a la salud como: "El estado completo de bienestar biopsíquico y social". Con los años esta definición quedó un poco alejada de lo que estábamos viviendo y en 1993 la salud medioambiental se incorporó a la definición de salud.
Vemos que el aspecto de la salud humana incluye la calidad de vida, que está determinada por la interacción de agentes medioambientales físicos, químicos, biológicos, psíquicos y sociales pero también engloba aspectos teóricos y prácticos que nos dan la posibilidad de evaluar, corregir, controlar y prevenir factores medioambientales que potencialmente afecten la salud de generaciones presentes y futuras.
Es decir, hablamos de algo que ya fue mencionado en otras sesiones. Me refiero a la epigenética, a las alteraciones en la salud por la aplicación de algún fitosanitario que pudo haber llegado a alguien y que pasadas varias generaciones pudo alterar la vida de otra persona.
También estamos hablando de enfermedades no transmisibles, porque los médicos siempre hablábamos de que un agente produce tal enfermedad, un germen tal enfermedad, tal virosis y tal patología. Pero en este caso no estamos hablando de elementos, de factores o de vectores, sino de sustancias químicas.
Desgraciadamente, como toxicóloga no voy a hablar de fitosanitarios ni de agroquímicos sino que me corresponde hablar de agrotóxicos, porque lo que yo veo es daño instalado.
En esta imagen vemos otro ejemplo de cómo influye el medio ambiente en nuestra salud. Estamos expuestos a factores de riesgo en el hogar, en el lugar de trabajo y en la comunidad a través de la contaminación del aire y agua, por falta de saneamiento e higiene, por agentes químicos, por radiaciones y también contaminación acústica, riesgos laborales, prácticas agrícolas, entornos urbanizados y sus patologías, sin dejar de lado todo lo que pasa en el medio ambiente en cuanto al cambio climático.
¿Qué importancia tienen estos cambios del ambiente sobre la salud? Se estima que el 24 por ciento de la carga de enfermedad en el mundo y el 23 por ciento de todas las defunciones pueden atribuirse a factores ambientales. Pero en los niños, que es lo que a mí me concierne, entre 0 y 14 años el porcentaje de muertes podría atribuirse al ambiente en un 36 por ciento, de lo que se desprende que es posible mejorar la salud si trabajamos en ambientes saludables.
Ya dije que no puedo hablar de agroquímicos ni de fitosanitarios, sino que solo lo hago cuando doy información en la facultad a mis alumnos. Pero desgraciadamente, como toxicóloga y como médica, veo daño instalado. Me refiero a agrotóxicos, que son herramientas utilizadas para el control de plagas y enfermedades en los sistemas de producción agropecuaria que, desgraciadamente, traen importantes riesgos ligados a la salud humana como la aparición de cáncer, los defectos en el nacimiento, afecciones en el sistema nervioso y el funcionamiento endocrino.
Siempre hablamos de que existen vulnerabilidades tanto en las mujeres como en los niños y yo explico que las mujeres son más vulnerables porque tienen menor cantidad de agua, menor masa muscular, mayor cantidad de tejido adiposo, donde durante mucho tiempo los agrotóxicos se depositan y viven. Además las mujeres tienen alteraciones hormonales por sus períodos menstruales y por el uso de anticonceptivos, agregando los disruptores endógenos por el uso de esta forma de evacuar agrotóxicos sobre los alimentos, pues todo lo que comemos diariamente está contaminado y favorece este tipo de patologías.
¿Por qué hablamos de vulnerabilidad en los niños? Porque tienen mayor exposición al suelo, al agua, al aire y porque están en constante crecimiento y desarrollo. Además, tienen una menor capacidad de desintoxicación porque no son adultos pequeños sino que no están desarrollados completamente para poder desintoxicarse. Juegan en el piso y mantienen el hábito de pie-mano-boca, por el cual todo lo que encuentran se lo llevan a la boca. También respiran más aire, comen más alimentos y toman más cantidad de agua por kilo de peso, por lo que están expuestos a cantidad mayores de pesticidas. Consideremos también que tienen una falta de maduración y por lo tanto no pueden llegar a desarrollarse como corresponde.
Por su parte, los índices de analfabetismo y pobreza en nuestro país son bastante importantes. Hay chicos que trabajan de banderilleros.
SR. OLIVA Esa actividad no existe más.
SRA. BORRÁS No existirá en algunos lugares, pero personalmente puedo decirles que los he visto, sobre todo en las provincias tabacaleras y algodoneras, donde todavía se utilizan chicos como banderilleros.
Los niños son más proclives a la ingestión de plaguicidas involuntariamente. Esto se ha dado incluso con chicos que jugando en la cocina los ingieren involuntariamente, porque todos los padres dejamos los productos al alcance de los chicos, más allá de la recomendación de los pediatras. Normalmente, dejamos los insecticidas y fitosanitarios en el lavadero debajo de la pileta, hasta donde los chicos van gateando, juegan y los ingieren. No vamos a hablar solo del hecho de la contaminación en la casa; también la coloración, las propagandas y los envases llamativos hacen que puedan ingerirse estos productos.
Tenemos que saber que hay chicos que no tienen la posibilidad de vivir en una casa con determinadas comodidades, con lo cual no pueden quedarse y tienen que acompañar a sus padres durante la época de fumigación. Aclaro que me refiero a la gente que realiza esa tarea con mochila, que normalmente son acompañados por sus hijos sin la ropa adecuada, sin control, sin máscaras y a veces hasta juegan en el mismo lugar donde se desarrolla la actividad. Además, en esos mismos recipientes después acumulan el agua que van a consumir.
¿Desde cuándo uno tendría que pensar en el daño a la salud? Es un círculo de nunca acabar: si uno piensa que cualquier producto que atraviese la placenta también atraviesa el sistema nervioso central y la leche materna, podemos decir que la contaminación se da desde el momento de la gestación.
En la pantalla podemos comprobar cuáles son las ventanas vulnerables para el desarrollo de una criatura y qué puede pasar respecto de la contaminación: desde la primera a tercer semana existe riesgo de aborto y puede haber anomalías mayores desde la tercer hasta la novena semana. No son anomalías menores sino alteraciones funcionales importantes en los órganos de ese futuro niño.
Tenemos que pensar que las mujeres embarazadas expuestas pueden tener muerte neonatal, aborto espontáneo, trastornos en su fertilidad, pérdida de embarazo y, además, los niños antes de nacer están expuestas a plaguicidas que -repito- atraviesan la placenta y la leche materna, con el agravante de que el agua que produce la reconstitución de las leches también está contaminada.
Entonces hay malformaciones, reducción de miembros, labio leporino, paladar hendido, déficit en el tuvo neural, todo lo cual puede perjudicar el futuro de estas criaturas.
Hoy nos preguntaban si realmente teníamos cuantificados los efectos. Esto es internacional: yo me formé en salud ambiental en la Universidad de Valencia, donde estas cosas se veían muchísimo. La toxicología pasó de ser una materia de investigación a una asignatura clínica después de que la talidomida provocara efectos mortales e importantes malformaciones en los niños. A veces, lo que tenemos aceptado por distintas instituciones internacionales no es tan fidedigno y tienen cierto peso sobre las industrias para que se puedan aceptar o no productos, sin asumir la responsabilidad que pueda llegar a producir sobre la vida de los seres humanos.
Los efectos sobre los niños son los siguientes: microcefalia, alteraciones en el tubo neural y en el desarrollo, alteraciones dermatológicas y trastornos respiratorios. El aumento del cáncer infantil es realmente importante, y lo vemos en los chicos de las madres de Ituzaingó con la cantidad de leucemias y linfomas registrada, así como respecto de los tumores de Wilms, que son tumores renales que los pediatras antes veíamos como algo rarísimo.
Además, veíamos tumores benignos, pero la verdad es que cáncer cerebral veíamos muy pocos; hoy, no es tan poco lo que se ve.
La semana pasada estuve con la señora Leme, que es directora de un colegio de Gualeguaychú afectado por la fumigación; aquí podemos ver a uno de los niños que estaba jugando en el recreo, en ese colegio, al momento de la fumigación.
Los niños crecen y se van a transformar en granjeros o en trabajadores agrícolas que van a presentar cualquiera de estas enfermedades en cualquier época de su vida. Esto es ahora, pero también en generaciones posteriores. Con esto no quiero decirles que sean criminales; lo que sí quiero señalar es que hay que hacer las cosas como corresponde, porque los productos los conocemos todos: son herbicidas, órganoclorados, piretrinas y piretroides, carbamatos, órganofosforados y amitraz. Son productos que quizá algunos ya no usen, pero normalmente se siguen usando y se venden sin ningún problema, como así también el sulfuro de aluminio, repelentes de insectos, que si no se leen las instrucciones de cómo deben aplicarse pueden llegar a producir bastante daño.
Entonces, ¿qué es lo mejor que tenemos que hacer y pensar? Para mí, es educar e informar, porque si uno no está educado y no sabe qué es lo que está haciendo porque no se le informa el riesgo, tampoco podemos cuidarnos ni pensar que nos podemos enfermar. Esto me parece importante.
Desde la reunión cumbre de Johannesburgo, en el 2002, nos decidimos a enfrentar todas las causas que produzcan cualquier tipo de partículas que pueden llegar a alterar la salud humana. Millones de intoxicaciones siguieron pasando con los años y la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño también escribió sus capítulos. Pero esto no es lo más importante, porque ello queda en palabras. Para mí, lo más relevante es que para enfrentar los riesgos de exposición en niños se necesitan abordar estrategias que pueden ser locales, regionales o internacionales, hay que dar información al público y monitorear las condiciones de salud. Es central que sepamos que el trabajo del que cuida es tan importante como el trabajo de fumigar, porque la verdad que parecería que estuviéramos haciendo un trabajo para no sé quién; pero creo que todos somos seres humanos y merecemos el mismo tratamiento.
Además, debemos contar con la seguridad de tener un tratamiento adecuado cuando las consecuencias llegan a nosotros. Entonces, el desarrollo de instrumentos efectivos, económicos y legales me parece que es lo mejor.
Creo que lo que más me importaría es que ustedes piensen que existió el desastre de Minamata, que es una bahía ubicada en Japón, donde una empresa eliminó kilos y kilos de un tóxico durante casi treinta años. Treinta años después empezaron los cambios genéticos y las malformaciones. Los primeros en detectarlo fueron las aves, que morían en el vuelo porque comían pescados contaminados; los gatos, que tenían la misma intoxicación que después presentó la gente con los años, que era parálisis del tren posterior. Posteriormente, terminaron teniendo enfermedades gravísimas de tipo degenerativas a nivel del sistema nervioso central. Esto ocurrió durante treinta años y resulta que aún hoy Japón tiene que pagar a estos enfermos de Minamata mayores indemnizaciones que lo que ha tenido que invertir en las consecuencias de la bomba atómica. Entonces quiero que lo tengamos presente.
No todo se va en palabras, los efectos duran años, los períodos de latencia de las enfermedades ambientales son enormes: entre veinte, treinta y cincuenta años. Ténganlo presente; esto es lo único que me interesa, porque los chicos de hoy son los enfermos del futuro. (Aplausos.)
Los niños son más proclives a la ingestión de plaguicidas involuntariamente. Esto se ha dado incluso con chicos que jugando en la cocina los ingieren involuntariamente, porque todos los padres dejamos los productos al alcance de los chicos, más allá de la recomendación de los pediatras. Normalmente, dejamos los insecticidas y fitosanitarios en el lavadero debajo de la pileta, hasta donde los chicos van gateando, juegan y los ingieren. No vamos a hablar solo del hecho de la contaminación en la casa; también la coloración, las propagandas y los envases llamativos hacen que puedan ingerirse estos productos.
Tenemos que saber que hay chicos que no tienen la posibilidad de vivir en una casa con determinadas comodidades, con lo cual no pueden quedarse y tienen que acompañar a sus padres durante la época de fumigación. Aclaro que me refiero a la gente que realiza esa tarea con mochila, que normalmente son acompañados por sus hijos sin la ropa adecuada, sin control, sin máscaras y a veces hasta juegan en el mismo lugar donde se desarrolla la actividad. Además, en esos mismos recipientes después acumulan el agua que van a consumir.
¿Desde cuándo uno tendría que pensar en el daño a la salud? Es un círculo de nunca acabar: si uno piensa que cualquier producto que atraviese la placenta también atraviesa el sistema nervioso central y la leche materna, podemos decir que la contaminación se da desde el momento de la gestación.
En la pantalla podemos comprobar cuáles son las ventanas vulnerables para el desarrollo de una criatura y qué puede pasar respecto de la contaminación: desde la primera a tercer semana existe riesgo de aborto y puede haber anomalías mayores desde la tercer hasta la novena semana. No son anomalías menores sino alteraciones funcionales importantes en los órganos de ese futuro niño.
Tenemos que pensar que las mujeres embarazadas expuestas pueden tener muerte neonatal, aborto espontáneo, trastornos en su fertilidad, pérdida de embarazo y, además, los niños antes de nacer están expuestas a plaguicidas que -repito- atraviesan la placenta y la leche materna, con el agravante de que el agua que produce la reconstitución de las leches también está contaminada.
Entonces hay malformaciones, reducción de miembros, labio leporino, paladar hendido, déficit en el tuvo neural, todo lo cual puede perjudicar el futuro de estas criaturas.
Hoy nos preguntaban si realmente teníamos cuantificados los efectos. Esto es internacional: yo me formé en salud ambiental en la Universidad de Valencia, donde estas cosas se veían muchísimo. La toxicología pasó de ser una materia de investigación a una asignatura clínica después de que la talidomida provocara efectos mortales e importantes malformaciones en los niños. A veces, lo que tenemos aceptado por distintas instituciones internacionales no es tan fidedigno y tienen cierto peso sobre las industrias para que se puedan aceptar o no productos, sin asumir la responsabilidad que pueda llegar a producir sobre la vida de los seres humanos.
Los efectos sobre los niños son los siguientes: microcefalia, alteraciones en el tubo neural y en el desarrollo, alteraciones dermatológicas y trastornos respiratorios. El aumento del cáncer infantil es realmente importante, y lo vemos en los chicos de las madres de Ituzaingó con la cantidad de leucemias y linfomas registrada, así como respecto de los tumores de Wilms, que son tumores renales que los pediatras antes veíamos como algo rarísimo.
Además, veíamos tumores benignos, pero la verdad es que cáncer cerebral veíamos muy pocos; hoy, no es tan poco lo que se ve.
La semana pasada estuve con la señora Leme, que es directora de un colegio de Gualeguaychú afectado por la fumigación; aquí podemos ver a uno de los niños que estaba jugando en el recreo, en ese colegio, al momento de la fumigación.
Los niños crecen y se van a transformar en granjeros o en trabajadores agrícolas que van a presentar cualquiera de estas enfermedades en cualquier época de su vida. Esto es ahora, pero también en generaciones posteriores. Con esto no quiero decirles que sean criminales; lo que sí quiero señalar es que hay que hacer las cosas como corresponde, porque los productos los conocemos todos: son herbicidas, órganoclorados, piretrinas y piretroides, carbamatos, órganofosforados y amitraz. Son productos que quizá algunos ya no usen, pero normalmente se siguen usando y se venden sin ningún problema, como así también el sulfuro de aluminio, repelentes de insectos, que si no se leen las instrucciones de cómo deben aplicarse pueden llegar a producir bastante daño.
Entonces, ¿qué es lo mejor que tenemos que hacer y pensar? Para mí, es educar e informar, porque si uno no está educado y no sabe qué es lo que está haciendo porque no se le informa el riesgo, tampoco podemos cuidarnos ni pensar que nos podemos enfermar. Esto me parece importante.
Desde la reunión cumbre de Johannesburgo, en el 2002, nos decidimos a enfrentar todas las causas que produzcan cualquier tipo de partículas que pueden llegar a alterar la salud humana. Millones de intoxicaciones siguieron pasando con los años y la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño también escribió sus capítulos. Pero esto no es lo más importante, porque ello queda en palabras. Para mí, lo más relevante es que para enfrentar los riesgos de exposición en niños se necesitan abordar estrategias que pueden ser locales, regionales o internacionales, hay que dar información al público y monitorear las condiciones de salud. Es central que sepamos que el trabajo del que cuida es tan importante como el trabajo de fumigar, porque la verdad que parecería que estuviéramos haciendo un trabajo para no sé quién; pero creo que todos somos seres humanos y merecemos el mismo tratamiento.
Además, debemos contar con la seguridad de tener un tratamiento adecuado cuando las consecuencias llegan a nosotros. Entonces, el desarrollo de instrumentos efectivos, económicos y legales me parece que es lo mejor.
Creo que lo que más me importaría es que ustedes piensen que existió el desastre de Minamata, que es una bahía ubicada en Japón, donde una empresa eliminó kilos y kilos de un tóxico durante casi treinta años. Treinta años después empezaron los cambios genéticos y las malformaciones. Los primeros en detectarlo fueron las aves, que morían en el vuelo porque comían pescados contaminados; los gatos, que tenían la misma intoxicación que después presentó la gente con los años, que era parálisis del tren posterior. Posteriormente, terminaron teniendo enfermedades gravísimas de tipo degenerativas a nivel del sistema nervioso central. Esto ocurrió durante treinta años y resulta que aún hoy Japón tiene que pagar a estos enfermos de Minamata mayores indemnizaciones que lo que ha tenido que invertir en las consecuencias de la bomba atómica. Entonces quiero que lo tengamos presente.
No todo se va en palabras, los efectos duran años, los períodos de latencia de las enfermedades ambientales son enormes: entre veinte, treinta y cincuenta años. Ténganlo presente; esto es lo único que me interesa, porque los chicos de hoy son los enfermos del futuro. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE BARLETTA Si ningún señor diputado desea realizar alguna pregunta, voy a concederle el uso de la palabra al ingeniero agrónomo Mario Bogliani representante del INTA.
SR. BOGLIANI Gracias por la invitación a participar de este encuentro. Considero muy saludable y valioso comentar lo que hacemos como institución.
A diferencia de lo manifestado por los expositores anteriores que se expresaron en relación con la tecnología, mi exposición estará encarada en el sentido de qué son las buenas prácticas agrícolas. Dado que este concepto se está imponiendo mucho vamos a aclararlo.
En una primera mirada, a vuelo de pájaro, quiero expresar que hoy -sin tener un destinatario específico- las plagas, malezas y enfermedades están consumiendo entre el 20 y el 40 por ciento de la producción de alimentos. Digo esto como para no perder de vista que, de alguna manera, los fitosanitarios ayudan a la producción de alimentos.
Contamos con un marco nacional, uno provincial y uno municipal. Es decir, tenemos una ley de fitosanitarios, pero como dijo Ramiro Cid es totalmente obsoleta. En un futuro inmediato estaremos trabajando en un proyecto de ley nacional de aplicación de fitosanitarios ya que prácticamente tenemos las otras dos patas: una, la ley de presupuestos mínimos de gestión de envases vacíos -que creo está por aprobarse en la Cámara de Diputados- y la otra, la de registro de fitosanitarios.
A nivel provincial contamos con leyes en todas las provincias, que persigue objetivos más o menos similares. Algunas no están tan actualizadas, adolecen de muchos años, y en ese caso en particular tampoco se hablaba de las aplicaciones periurbanas y de zonas de amortiguamiento.
Por otro lado, existen ordenanzas municipales. En este punto me quiero detener porque dichas ordenanzas son bastante arbitrarias en el sentido de que no se toma ningún resultado científico válido para definir cuáles deberían ser las zonas en las que se podría trabajar de manera apropiada.
Por otra parte, y para que se comprenda bien, quisiera aclarar que la zona de exclusión no es lo mismo que la de amortiguamiento. Existen municipios que aplican zonas de exclusión, en las que no se puede aplicar ningún tipo de fitosanitarios y una zona de amortiguamiento en la que no se permite aplicar cierto tipo de productos y con determinada tecnología.
¿Qué significan las buenas prácticas agrícolas? Son un conjunto de acciones tendientes a modificar hábitos. Los seres humanos tenemos ciertos hábitos y es bastante difícil sacarnos de esa estructura. Entonces, las aplicaciones de fitosanitarios tienen que hacerse de manera segura y eficiente, protegiendo la salud y el ambiente. Asimismo, debe defenderse fundamentalmente el principio básico regulatorio, proporcionando marcos de referencia, de principios básicos, niveles legales, mínimos basados en requerimientos de hacer cumplir lo indicado por leyes y decretos. En la filmina lo vemos remarcado en color rojo, todo esto debe hacerse sin olvidar el sentido común, el menos común de los sentidos.
Por otra parte, dos preceptos clave a tener en cuenta son la protección de la salud humana y del ambiente. Ellos son la base de las buenas prácticas agrícolas.
Dado que recorremos el país nos topamos con malas prácticas agrícolas que son las que nos llevaron a la actual situación. Reitero lo mencionado anteriormente por los colegas en relación con la formación rigurosa: debemos tener profesionales dedicados a la aplicación de fitosanitarios porque no es una tarea que pueda desarrollar cualquier improvisado.
Hace unos años, alguna gente que se había quedado sin trabajo y contaba con una indemnización importante, vio en esto un nicho laboral posible, compró un equipo de aplicación de fitosanitarios y salió a aplicarlos. Esto es un disparate.
Existen algunos conceptos básicos en toda la cadena que influyen sobre los fitosanitarios. Ellos van desde el transporte -no nos extraña ver un bidón de fitosanitarios dentro de la cabina de un vehículo-, hasta depósitos de almacenamiento de productos en condiciones lamentables, con mínimas y escasas normas de seguridad y con acceso prácticamente libre, no solo para quien trabaja sino también para niños y quienes no tienen nada que ver con el sector.
Por otro lado, la correcta aplicación de los fitosanitarios está relacionada con leer detenidamente el marbete del producto fitosanitario, con cargar las máquinas en el lugar apropiado, con cuidarse al momento de hacer las mezclas y con aplicarlas con equipos en muy buenas condiciones tecnológicas -como decía Ramiro Cid- para realizar bien este trabajo.
Es importante llevar un control. Si tenemos en cuenta los episodios que se suceden en las diferentes comunidades agrícolas, si controlamos lo que hacemos y además lo registramos en un cuaderno de campo, ante un conflicto se puede informar qué día y en qué lugar se aplicó el fitosanitario, a qué cultivo, qué tipo de tratamiento, el nombre del aplicador y qué tecnología se utilizó. Toda esa información nos sirve como documento válido para demostrar -o no- que las cosas se hacen de la manera apropiada.
Otro tema importante que ha generado mucho revuelo es el referido a los envases vacíos de fitosanitarios. Estamos hablando de aproximadamente 15.000 toneladas de plástico que en la actualidad tienen destinos bastante inciertos, ya que los envases de fitosanitarios han desaparecido de los campos y si bien presumimos dónde van a parar no sabemos cuál es el destino que se les da.
Por eso nosotros desde hace varios años estamos pensando en una ley de presupuestos mínimos de gestión de envases vacíos -y creemos que este año será aprobada- que está relacionada con la creación de un sistema de trazabilidad de estos envases para saber dónde están y también adónde llegan.
Actualmente existen programas para trabajar el tema de los envases vacíos como es el caso del Programa Agrolimpio, llevado adelante por Casafe -la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes. Se trata de instrumentos y estrategias que nos permiten visualizar y tener un conocimiento acabado de lo que pasa con esta cantidad de envases.
Otro aspecto importante a tener en cuenta es el fomento de la sustentabilidad. Para lograr una agricultura o una agroindustra válida debemos fomentar la sustentabilidad, es una contribución mínima de todos los usuarios, no solo de los que aplican fitosanitarios sino de toda la cadena -distribuidores, fabricantes, instituciones de investigación y desarrollo. Es decir, todos de alguna manera somos partícipes para tratar de llevar esto adelante.
Como hoy decía Ramiro Cid, si tenemos un menú, en él intervienen prácticamente todos los fitosanitarios. Alguna vez escuché un comentario respecto de un trabajo de la FAO en el que se decía que si el mundo tuviera que comer con agricultura orgánica serían necesarios cuatro mundos. Es decir, mal que nos pese, los fitosanitarios son herramientas estratégicas.
Más allá de los requisitos legales, no se pretende reemplazar ni modificar normativas sino simplemente respetar a la sensibilidad social y al medio ambiente.
En un trabajo integrado IRAM desarrolló la norma 14.130, sobre implementación de las buenas prácticas agrícolas en la producción. Se está trabajando también por la 14.130-2, que tiene que ver con la normativa particular de las aplicaciones terrestres, y también se está considerando la normativa de aplicaciones aéreas. Es decir, que no están faltando instrumentos para regular la actividad.
En la pantalla aparecen otras circunstancias, otras realidades que tienen que ver con los sellos de responsabilidad social empresaria, con la producción sustentable y con los sellos verdes. Desde el lado de la producción de a poco se va tomando conciencia sobre cómo hacer mejor las cosas. Asimismo, vemos la actividad de AAPRESID en lo que tiene que ver con la agricultura certificada en cada una de las etapas del proceso productivo.
Si un país como China, que ahora está tan de moda, nos llega a pedir que le vendamos soja certificada, no podremos hacerlo porque la cantidad de productores certificados es muy baja, por lo que nos vamos a encontrar con trabas paraarancelarias a la que no tenemos respuesta. En realidad, tenemos la respuesta pero no tenemos un nivel de aceptación de estas prácticas.
En síntesis, una adecuada definición de las buenas prácticas tiene que ver con hacer las cosas bien y dar garantía de ello.
Saliendo un poco del tema de las buenas prácticas, quiero tomar algunos conceptos que han mencionado otros profesionales en relación con la capacitación, porque es clave y fundamental, aunque debe ser rigurosa. En algún momento desarrollamos un programa de formación integral para capacitar formadores en los territorios, porque también nos dimos cuenta de que la capacitación puntual -el toco y me voy- no es tan efectiva. Eso lo deduje como consecuencia de haber dictado capacitaciones por más de 25 años, y la realidad es que se siguen pidiendo jornadas de capacitación. A mi modo de ver, faltan profesionales en los territorios que sepan abordar de manera profunda esta temática y que sirvan como referencia a las personas de la misma localidad.
En cuanto a la tecnología, Ramiro Cid dijo que hay de sobra, como los equipos de sensoramiento a distancia.
En un trabajo articulado que vamos a encarar con el Ministerio de Agroindustria, nosotros como institución de investigación vamos a estudiar el caso del efecto deriva, porque la preocupación que tiene la sociedad nos llevó a pensar en otras variantes. Espero que podamos iniciar el año próximo un trabajo que nos lleve a conclusiones que nos permitan obtener resultados válidos para ayudar a legislar a los municipios, en particular pensando en una ley para aplicaciones periurbanas.
Otro concepto estratégico para la Argentina es generar una plataforma de buenas prácticas agrícolas, un lugar donde podamos analizar, discutir y visualizar estrategias de manera integrada, sin rivalidades ni conflictos, y donde podamos juntarnos bajo un mismo techo para consensuar estrategias para mejorar una realidad inevitable. Si trabajamos con objetivos comunes elevándonos por encima de nuestras individualidades, unificando criterios y superando diferencias, aprenderemos a trabajar en equipo. Esto es lo que percibo luego de tantos años, y vamos por ese camino.
Finalmente, no existen fitosanitarios seguros sino formas seguras de aplicarlos. (Aplausos.)
A diferencia de lo manifestado por los expositores anteriores que se expresaron en relación con la tecnología, mi exposición estará encarada en el sentido de qué son las buenas prácticas agrícolas. Dado que este concepto se está imponiendo mucho vamos a aclararlo.
En una primera mirada, a vuelo de pájaro, quiero expresar que hoy -sin tener un destinatario específico- las plagas, malezas y enfermedades están consumiendo entre el 20 y el 40 por ciento de la producción de alimentos. Digo esto como para no perder de vista que, de alguna manera, los fitosanitarios ayudan a la producción de alimentos.
Contamos con un marco nacional, uno provincial y uno municipal. Es decir, tenemos una ley de fitosanitarios, pero como dijo Ramiro Cid es totalmente obsoleta. En un futuro inmediato estaremos trabajando en un proyecto de ley nacional de aplicación de fitosanitarios ya que prácticamente tenemos las otras dos patas: una, la ley de presupuestos mínimos de gestión de envases vacíos -que creo está por aprobarse en la Cámara de Diputados- y la otra, la de registro de fitosanitarios.
A nivel provincial contamos con leyes en todas las provincias, que persigue objetivos más o menos similares. Algunas no están tan actualizadas, adolecen de muchos años, y en ese caso en particular tampoco se hablaba de las aplicaciones periurbanas y de zonas de amortiguamiento.
Por otro lado, existen ordenanzas municipales. En este punto me quiero detener porque dichas ordenanzas son bastante arbitrarias en el sentido de que no se toma ningún resultado científico válido para definir cuáles deberían ser las zonas en las que se podría trabajar de manera apropiada.
Por otra parte, y para que se comprenda bien, quisiera aclarar que la zona de exclusión no es lo mismo que la de amortiguamiento. Existen municipios que aplican zonas de exclusión, en las que no se puede aplicar ningún tipo de fitosanitarios y una zona de amortiguamiento en la que no se permite aplicar cierto tipo de productos y con determinada tecnología.
¿Qué significan las buenas prácticas agrícolas? Son un conjunto de acciones tendientes a modificar hábitos. Los seres humanos tenemos ciertos hábitos y es bastante difícil sacarnos de esa estructura. Entonces, las aplicaciones de fitosanitarios tienen que hacerse de manera segura y eficiente, protegiendo la salud y el ambiente. Asimismo, debe defenderse fundamentalmente el principio básico regulatorio, proporcionando marcos de referencia, de principios básicos, niveles legales, mínimos basados en requerimientos de hacer cumplir lo indicado por leyes y decretos. En la filmina lo vemos remarcado en color rojo, todo esto debe hacerse sin olvidar el sentido común, el menos común de los sentidos.
Por otra parte, dos preceptos clave a tener en cuenta son la protección de la salud humana y del ambiente. Ellos son la base de las buenas prácticas agrícolas.
Dado que recorremos el país nos topamos con malas prácticas agrícolas que son las que nos llevaron a la actual situación. Reitero lo mencionado anteriormente por los colegas en relación con la formación rigurosa: debemos tener profesionales dedicados a la aplicación de fitosanitarios porque no es una tarea que pueda desarrollar cualquier improvisado.
Hace unos años, alguna gente que se había quedado sin trabajo y contaba con una indemnización importante, vio en esto un nicho laboral posible, compró un equipo de aplicación de fitosanitarios y salió a aplicarlos. Esto es un disparate.
Existen algunos conceptos básicos en toda la cadena que influyen sobre los fitosanitarios. Ellos van desde el transporte -no nos extraña ver un bidón de fitosanitarios dentro de la cabina de un vehículo-, hasta depósitos de almacenamiento de productos en condiciones lamentables, con mínimas y escasas normas de seguridad y con acceso prácticamente libre, no solo para quien trabaja sino también para niños y quienes no tienen nada que ver con el sector.
Por otro lado, la correcta aplicación de los fitosanitarios está relacionada con leer detenidamente el marbete del producto fitosanitario, con cargar las máquinas en el lugar apropiado, con cuidarse al momento de hacer las mezclas y con aplicarlas con equipos en muy buenas condiciones tecnológicas -como decía Ramiro Cid- para realizar bien este trabajo.
Es importante llevar un control. Si tenemos en cuenta los episodios que se suceden en las diferentes comunidades agrícolas, si controlamos lo que hacemos y además lo registramos en un cuaderno de campo, ante un conflicto se puede informar qué día y en qué lugar se aplicó el fitosanitario, a qué cultivo, qué tipo de tratamiento, el nombre del aplicador y qué tecnología se utilizó. Toda esa información nos sirve como documento válido para demostrar -o no- que las cosas se hacen de la manera apropiada.
Otro tema importante que ha generado mucho revuelo es el referido a los envases vacíos de fitosanitarios. Estamos hablando de aproximadamente 15.000 toneladas de plástico que en la actualidad tienen destinos bastante inciertos, ya que los envases de fitosanitarios han desaparecido de los campos y si bien presumimos dónde van a parar no sabemos cuál es el destino que se les da.
Por eso nosotros desde hace varios años estamos pensando en una ley de presupuestos mínimos de gestión de envases vacíos -y creemos que este año será aprobada- que está relacionada con la creación de un sistema de trazabilidad de estos envases para saber dónde están y también adónde llegan.
Actualmente existen programas para trabajar el tema de los envases vacíos como es el caso del Programa Agrolimpio, llevado adelante por Casafe -la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes. Se trata de instrumentos y estrategias que nos permiten visualizar y tener un conocimiento acabado de lo que pasa con esta cantidad de envases.
Otro aspecto importante a tener en cuenta es el fomento de la sustentabilidad. Para lograr una agricultura o una agroindustra válida debemos fomentar la sustentabilidad, es una contribución mínima de todos los usuarios, no solo de los que aplican fitosanitarios sino de toda la cadena -distribuidores, fabricantes, instituciones de investigación y desarrollo. Es decir, todos de alguna manera somos partícipes para tratar de llevar esto adelante.
Como hoy decía Ramiro Cid, si tenemos un menú, en él intervienen prácticamente todos los fitosanitarios. Alguna vez escuché un comentario respecto de un trabajo de la FAO en el que se decía que si el mundo tuviera que comer con agricultura orgánica serían necesarios cuatro mundos. Es decir, mal que nos pese, los fitosanitarios son herramientas estratégicas.
Más allá de los requisitos legales, no se pretende reemplazar ni modificar normativas sino simplemente respetar a la sensibilidad social y al medio ambiente.
En un trabajo integrado IRAM desarrolló la norma 14.130, sobre implementación de las buenas prácticas agrícolas en la producción. Se está trabajando también por la 14.130-2, que tiene que ver con la normativa particular de las aplicaciones terrestres, y también se está considerando la normativa de aplicaciones aéreas. Es decir, que no están faltando instrumentos para regular la actividad.
En la pantalla aparecen otras circunstancias, otras realidades que tienen que ver con los sellos de responsabilidad social empresaria, con la producción sustentable y con los sellos verdes. Desde el lado de la producción de a poco se va tomando conciencia sobre cómo hacer mejor las cosas. Asimismo, vemos la actividad de AAPRESID en lo que tiene que ver con la agricultura certificada en cada una de las etapas del proceso productivo.
Si un país como China, que ahora está tan de moda, nos llega a pedir que le vendamos soja certificada, no podremos hacerlo porque la cantidad de productores certificados es muy baja, por lo que nos vamos a encontrar con trabas paraarancelarias a la que no tenemos respuesta. En realidad, tenemos la respuesta pero no tenemos un nivel de aceptación de estas prácticas.
En síntesis, una adecuada definición de las buenas prácticas tiene que ver con hacer las cosas bien y dar garantía de ello.
Saliendo un poco del tema de las buenas prácticas, quiero tomar algunos conceptos que han mencionado otros profesionales en relación con la capacitación, porque es clave y fundamental, aunque debe ser rigurosa. En algún momento desarrollamos un programa de formación integral para capacitar formadores en los territorios, porque también nos dimos cuenta de que la capacitación puntual -el toco y me voy- no es tan efectiva. Eso lo deduje como consecuencia de haber dictado capacitaciones por más de 25 años, y la realidad es que se siguen pidiendo jornadas de capacitación. A mi modo de ver, faltan profesionales en los territorios que sepan abordar de manera profunda esta temática y que sirvan como referencia a las personas de la misma localidad.
En cuanto a la tecnología, Ramiro Cid dijo que hay de sobra, como los equipos de sensoramiento a distancia.
En un trabajo articulado que vamos a encarar con el Ministerio de Agroindustria, nosotros como institución de investigación vamos a estudiar el caso del efecto deriva, porque la preocupación que tiene la sociedad nos llevó a pensar en otras variantes. Espero que podamos iniciar el año próximo un trabajo que nos lleve a conclusiones que nos permitan obtener resultados válidos para ayudar a legislar a los municipios, en particular pensando en una ley para aplicaciones periurbanas.
Otro concepto estratégico para la Argentina es generar una plataforma de buenas prácticas agrícolas, un lugar donde podamos analizar, discutir y visualizar estrategias de manera integrada, sin rivalidades ni conflictos, y donde podamos juntarnos bajo un mismo techo para consensuar estrategias para mejorar una realidad inevitable. Si trabajamos con objetivos comunes elevándonos por encima de nuestras individualidades, unificando criterios y superando diferencias, aprenderemos a trabajar en equipo. Esto es lo que percibo luego de tantos años, y vamos por ese camino.
Finalmente, no existen fitosanitarios seguros sino formas seguras de aplicarlos. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE BARLETTA Tiene la palabra el señor diputado Pereyra.
SR. PEREYRA Señor presidente: este es un tema que da para mucho debate porque alguien dijo aquí que si evitamos los agroquímicos, naturalmente nos quedaremos sin alimentos para las personas. Es un tema muy complejo porque hay dos partes, dos verdades, de un lado y del otro. Pero obligadamente tenemos que utilizar estos agroquímicos.
Yo soy del oeste de Córdoba y me gusta mucho este tema. Tengo una casa quinta así que compruebo ahí con mi fruta que cada día hay más plagas, y si uno no trabaja con agroquímicos, directamente tiene que talar la planta o dejar los yuyos a campo traviesa. En el caso concretamente de la mosca del mediterráneo, nuestra zona era frutihortícola y ahora no se puede plantar nada porque se lo lleva todo este insecto. En invierno yo probé con la plantación de pomelos, y durante dos años hubo mucha fruta, pero que se caía antes de empezar a madurar. Probé con un poco de fumigación y ahora todavía tengo pomelos sanos.
Esta situación no pasa solamente por la mosca de los frutos sino por otros temas que no conozco, y por ello invité a algún profesional a analizar la situación. Luego tuve planta de mandarinas, que creció con mucha sanidad, floración y mucha fruta y de un día para otro se murió. Este domingo en la misma huerta me encontré con una planta de ciruelas con muchísima fruta, una planta joven que había cargado mucho, pero noté que las hojas ya se están cayendo, así que directamente va a pasar lo mismo que con la planta de mandarina, es decir, se va secar. Todo esto ocurre en una zona donde no se usan muchos agroquímicos.
Por último, tengo una altísima preocupación porque en los bosques y en los campos las plantas autóctonas se mueren, y obviamente no pasa ningún producto agroquímico cerca de ellas. En nuestra zona el principal monte es el quebracho blanco y el algarrobo negro, en cuanto a las plantas de mayor tamaño, además de muchas especies de arbustos. El quebracho blanco tiene una muerte súbita: uno lo ve con las hojas verdes y al día siguiente ve a esa planta con las hojas secas y en quince o veinte días se caen las hojas, el quebracho muere y se lo tala. El caso del algarrobo negro es distinto, pero tiene dos males. Uno es el gusano que lo tala por dentro.
Lo hace de tal manera que queda solo su cáscara; la planta sufre hasta que muere, eso sí, es una muerte lenta. También está el caso de los árboles más sanos, más frescos y verdes que taladran las ramas y van muriendo por partes.
En conclusión, esa es la situación de las dos principales especies de flora autóctona, en una zona a la que no creo que llegue la acción de los aviones fumigadores.
Por último, quería decirle al colega que mencionó el tema de los municipios, que son la célula básica y es donde los vecinos pueden reclamar viviendo en democracia, están los Concejos Deliberantes, hay minorías y mayorías; y por lógica los intendentes o intendentas de turno deben escuchar sí o sí los reclamos. También es cierto que por suerte han proliferado los medios de comunicación -léase radios locales-, que se hacen eco de cualquier mínimo reclamo o preocupación de la sociedad. Obviamente, el reclamo es hacia el municipio. Esta realidad existe y así se va avanzando en el tema de la salud primaria. Yo fui cuatro veces intendente y, por ende, tengo mucha experiencia.
La atención primaria de la salud está a cargo de los municipios, y atendemos "al toque", como se dice. Nosotros tenemos un récord en materia de atención primaria de la salud y vamos avanzando.
En cuanto a la educación y la escuela pública, en el caso del gobierno de mi provincia y de otras provincias también, el mantenimiento de las escuelas también se lo han transferido a los municipios. Porque va la directora a la intendencia y comunica que hay humedad, no sube el agua, se rompió el baño, etcétera y en el acto se lo solucionan.
Entonces, haría falta una ley para que llegue más directo el municipio. Es cierto que todas las provincias argentinas tienen sus Constituciones, pero no todas las leyes nacionales llegan a los municipios. ¿Cómo hace aplicar la ley el gobernador de tal o cuál provincia? ¿Cómo llega la solución a donde está el problema? Estas son las preguntas que nos debemos hacer. Entonces, sería conveniente trabajar en una ley, que no digo que sea obligación de las provincias adherir a ella, pero sí que llegue información a los municipios, o directamente a través de los INTA, que está presente en todo el país. (Aplausos.)
Yo soy del oeste de Córdoba y me gusta mucho este tema. Tengo una casa quinta así que compruebo ahí con mi fruta que cada día hay más plagas, y si uno no trabaja con agroquímicos, directamente tiene que talar la planta o dejar los yuyos a campo traviesa. En el caso concretamente de la mosca del mediterráneo, nuestra zona era frutihortícola y ahora no se puede plantar nada porque se lo lleva todo este insecto. En invierno yo probé con la plantación de pomelos, y durante dos años hubo mucha fruta, pero que se caía antes de empezar a madurar. Probé con un poco de fumigación y ahora todavía tengo pomelos sanos.
Esta situación no pasa solamente por la mosca de los frutos sino por otros temas que no conozco, y por ello invité a algún profesional a analizar la situación. Luego tuve planta de mandarinas, que creció con mucha sanidad, floración y mucha fruta y de un día para otro se murió. Este domingo en la misma huerta me encontré con una planta de ciruelas con muchísima fruta, una planta joven que había cargado mucho, pero noté que las hojas ya se están cayendo, así que directamente va a pasar lo mismo que con la planta de mandarina, es decir, se va secar. Todo esto ocurre en una zona donde no se usan muchos agroquímicos.
Por último, tengo una altísima preocupación porque en los bosques y en los campos las plantas autóctonas se mueren, y obviamente no pasa ningún producto agroquímico cerca de ellas. En nuestra zona el principal monte es el quebracho blanco y el algarrobo negro, en cuanto a las plantas de mayor tamaño, además de muchas especies de arbustos. El quebracho blanco tiene una muerte súbita: uno lo ve con las hojas verdes y al día siguiente ve a esa planta con las hojas secas y en quince o veinte días se caen las hojas, el quebracho muere y se lo tala. El caso del algarrobo negro es distinto, pero tiene dos males. Uno es el gusano que lo tala por dentro.
Lo hace de tal manera que queda solo su cáscara; la planta sufre hasta que muere, eso sí, es una muerte lenta. También está el caso de los árboles más sanos, más frescos y verdes que taladran las ramas y van muriendo por partes.
En conclusión, esa es la situación de las dos principales especies de flora autóctona, en una zona a la que no creo que llegue la acción de los aviones fumigadores.
Por último, quería decirle al colega que mencionó el tema de los municipios, que son la célula básica y es donde los vecinos pueden reclamar viviendo en democracia, están los Concejos Deliberantes, hay minorías y mayorías; y por lógica los intendentes o intendentas de turno deben escuchar sí o sí los reclamos. También es cierto que por suerte han proliferado los medios de comunicación -léase radios locales-, que se hacen eco de cualquier mínimo reclamo o preocupación de la sociedad. Obviamente, el reclamo es hacia el municipio. Esta realidad existe y así se va avanzando en el tema de la salud primaria. Yo fui cuatro veces intendente y, por ende, tengo mucha experiencia.
La atención primaria de la salud está a cargo de los municipios, y atendemos "al toque", como se dice. Nosotros tenemos un récord en materia de atención primaria de la salud y vamos avanzando.
En cuanto a la educación y la escuela pública, en el caso del gobierno de mi provincia y de otras provincias también, el mantenimiento de las escuelas también se lo han transferido a los municipios. Porque va la directora a la intendencia y comunica que hay humedad, no sube el agua, se rompió el baño, etcétera y en el acto se lo solucionan.
Entonces, haría falta una ley para que llegue más directo el municipio. Es cierto que todas las provincias argentinas tienen sus Constituciones, pero no todas las leyes nacionales llegan a los municipios. ¿Cómo hace aplicar la ley el gobernador de tal o cuál provincia? ¿Cómo llega la solución a donde está el problema? Estas son las preguntas que nos debemos hacer. Entonces, sería conveniente trabajar en una ley, que no digo que sea obligación de las provincias adherir a ella, pero sí que llegue información a los municipios, o directamente a través de los INTA, que está presente en todo el país. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE BARLETTA Tiene la palabra el ingeniero agrónomo José Luis Tedesco, quien es miembro del comité ejecutivo de Aapresid.
SR. TEDESCO Buenos días a todos, muchas gracias por la invitación. En nombre de la institución le agradezco mucho esta invitación a la Cámara de Diputados.
Soy de Aapresid, y además de estar en el comité ejecutivo, participo del programa de agricultura certificada que les comentaré a continuación.
La misión de Aapresid es impulsar sistemas de producción sustentable de alimentos, fibras y energía a través de la innovación, la ciencia y la gestión del conocimiento en red. Esto es lo que hacemos en Aapresid.
Voy a exponer algunos datos breves del programa de agricultura certificada. Es uno de los programas específicos dentro de AAPRESID, que lleva a cabo la misión de la institución. Es un sistema de gestión de calidad que tiene una visión holística y promueve las prácticas sustentables. Plantea la evolución y la construcción de valor a través de un círculo virtuoso y de mejora continua y nos basamos en hechos.
A continuación voy a mostrar algunas imágenes. Aapresid comenzó a funcionar hace más de treinta años, aunque la institución se fundó en el 1989 y lo hizo en respuesta a la gran preocupación por los problemas de erosión.
En la filmina que se está proyectando vemos un gráfico que muestra un incremento demográfico y la evolución de la demografía a nivel global. En el año 1800 el mundo alcanzó los 1.000 millones de habitantes, a partir de allí la humanidad comenzó a crecer y ello tiene dos explicaciones fundamentales basadas en el conocimiento científico. Los dos campos que aseguraron este crecimiento demográfico fueron la provisión de alimentos en calidad y cantidad y todo lo relacionado con las ciencias médicas. Es decir, las dos áreas que garantizaron el crecimiento de la población mundial fueron las ciencias agropecuarias y las ciencias médicas.
En la siguiente filmina vemos otro gráfico que muestra que esa evolución se da de diferente manera de acuerdo al mayor o menor grado de desarrollo de los países. Vemos que el incremento demográfico se produce con mayor agresividad en los países menos desarrollados.
El problema de la sustentabilidad se plantea frente a la gran cantidad de habitantes que vivimos en el planeta. Ello significa que hoy debemos utilizar los recursos para poder seguir haciéndolo en el futuro y que las generaciones que nos sucedan puedan seguir haciendo uso de ellos, al menos en el mismo estado en que nosotros los encontramos.
La sustentabilidad se basa en tres ejes: ambiental, social y económico. De todas maneras, si no tenemos una sustentabilidad económica es imposible pensar en las otras dos.
Quisiera poner un ejemplo. Todos sabemos que estamos en un contexto de cambio climático y este año, en la cosecha que pasó recientemente, hubo exceso de precipitaciones y se perdieron cinco millones de toneladas, principalmente de soja y de otros cultivos en la Argentina. En muy pocos días ello incrementó de manera automática cien dólares los alimentos a nivel global, principalmente la soja. Como mencionábamos la sustentabilidad económica debe ser garantía tanto de la sustentabilidad social como de la ambiental.
Tal como comentaba recién, la evolución de la siembra directa es la agricultura certificada y ahora voy a desarrollar en qué consiste.
La agricultura certificada certifica la siembra directa. El sistema de siembra directa es la práctica de la siembra directa más la aplicación de las buenas prácticas agrícolas a través del tiempo.
¿Por qué hacemos esta distinción entre la siembra directa como práctica y el sistema de siembra directa? Porque en el caso de la primera, uno puede tomar por ejemplo una sembradora que sea apta para siembra directa y practicarla; se trata de una práctica entre muchas otras.
Lo que garantiza el sistema de siembra directa son las buenas prácticas agrícolas. Es decir, sumar a la práctica de la siembra directa las buenas prácticas agrícolas a través del tiempo. Ahora veremos cuáles son.
La primera buena práctica agrícola es la no remoción, es decir, la práctica de la siembra directa. A partir de ahí Aapresid, la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa, comenzó a trabajar en la rotación de cultivos que es fundamental para mantener la sustentabilidad de los suelos.
Otro de los pilares de las buenas prácticas agrícolas es la nutrición balanceada, que está relacionada con la fertilización y reposición de nutrientes en los suelos.
En cuanto al manejo integrado de plagas y enfermedades, ello tiene que ver con el monitoreo de cultivos. Los cultivos se monitorean y no se aplica porque sí un cultivo sino que se lo hace a partir de que se llega a determinado umbral de acción para dicho cultivo, con el fin de controlar las plagas y que no generen un impacto económico que nos haga perder sustentabilidad.
Otro de los pilares de las buenas prácticas agrícolas es el manejo responsable de los fitosanitarios. Este es el tema que nos compete hoy y que vamos a desarrollar con uno de los proyectos en los que estamos trabajando en la ciudad de Bandera, provincia de Santiago del Estero.
Les comentaba que los pioneros de Aapresid comienzan a reunirse a mediados de la década del 70, preocupados principalmente por los problemas de erosión que se registraban en la zona centro del país.
Tenemos dos tipos de erosión, hídrica y eólica. Esa era una gran preocupación de estos pioneros que luego comenzaron a desarrollar tecnología en forma conjunta con los fabricantes de maquinarias y con instituciones como el INTA.
De esta forma, llegaron a fundar Aapresid en 1989 y a partir de allí se empieza a difundir la siembra directa como práctica para luego evolucionar hacia el sistema de siembra directa. La filmina que estamos proyectando muestra una imagen tomada en Pavín, Adelia María, de un camino rural que se encuentra removido y al costado se puede ver un lote con cultivo de soja. Fíjense lo que pasó con ese lote, al camino se lo llevó el agua; esta es una demostración clara de lo que produce la erosión.
Como mencioné recién, la siembra directa empezó a dar garantía para que esa erosión no se produzca y lo podemos demostrar claramente. Me pregunto qué hubiera pasado con ese suelo si hubiera estado removido como estaba el camino y caía esa precipitación en un contexto de cambio climático como en el que estamos actualmente. ¿Qué hubiese pasado con ese suelo? Habría quedado la parte que tiene arcillas endurecidas y sería imposible cultivarlo.
Las imágenes del camino de la izquierda son realmente impresionantes. Del lado derecho de la filmina vemos otra imagen que me envió Edgar Ramírez, uno de los integrantes del comité ejecutivo que reside en Córdoba. Allí lo que parece un canal en realidad no lo es sino que se trata de un camino al que se lo llevó el agua. Con esta imagen quiero demostrar lo que significa remover los suelos y el grave peligro ambiental que ello implica.
Pero tengamos cuidado, solo con la práctica de la siembra directa no alcanza sino que es necesario sumarle la aplicación total de las buenas prácticas agrícolas y esto se produce a lo largo del tiempo.
En la siguiente filmina podemos ver imágenes de erosión eólica: la erosión producida por el viento. Las que vimos anteriormente son de erosión hídrica, producida por la acción del agua.
La erosión eólica hace volar grandes cantidades y toneladas de suelo que se pierden directamente en la atmósfera y muchas veces van hacia el mar.
En esta otra imagen podemos ver qué es la erosión eólica. Si se fijan se puede ver cómo pasó parte del suelo que comienza a ser trasladado a través del alambrado, sin mencionar lo que voló y quedó en la atmósfera y no sabemos dónde fue a parar.
Quisiera agregar que la erosión eólica es generadora de muchísimos accidentes de tránsito. En las épocas en las que se trabajaban los suelos, cuando después soplaba el viento era bastante común que las rutas se taparan y ello provocaba numerosos accidentes. Yo soy de Chacabuco y recuerdo que un ex compañero de la secundaria estaba estudiando en Córdoba y falleció en uno de esos accidentes fatales, producto de la erosión eólica, porque volaba tierra y lamentablemente quedó atrapado.
En cuanto a los beneficios de la siembra directa -si bien ya mostramos algunos- si hablamos de la erosión debemos decir que la reduce en un 90 por ciento. Imaginen que este número que mostramos para Aapresid es algo cotidiano pero en realidad, es enorme. El 90 por ciento de reducción de la erosión es un número enorme.
Al mismo tiempo, se reduce la evaporación del agua en un 70 por ciento. Es decir, somos más eficientes en el uso del agua y ese porcentaje de reducción también es un número importante sobre todo en un contexto de cambio climático.
Por otra parte, se reduce más del 60 por ciento del uso de combustibles fósiles y este también es un dato muy valioso. Repito, en un contexto de cambio climático donde las emisiones de gas y el efecto invernadero son un problema, reducir el 60 por ciento del uso de combustibles fósiles es una gran noticia.
Además, se favorece el secuestro de carbono, ya que cuando hacemos siembra directa dejamos los residuos en superficie y ellos nos permiten capturar carbono directamente en el suelo.
Asimismo, la siembra directa promueve la mayor actividad biológica y la biodiversidad. Cuando pensamos en la siembra directa y en la materia orgánica que aportamos al suelo, promovemos vida en el suelo y ello nos garantiza más fertilidad y más sustentabilidad. El mayor factor formador de suelo que podemos manejar es la formación de vida y también la multiplicación de vida en el suelo. Todo ello promueve un mayor ciclaje y disponibilidad de nutrientes, los rendimientos se vuelven estables y en algunos casos también van creciendo.
Cabe señalar que la siembra directa tiene menores costos operativos -lo que brinda mayor sustentabilidad- y menores horas de trabajo a campo, lo que permite una planificación y capacitación más estratégicas.
En ese sentido y teniendo en cuenta este nuevo contexto de cambio climático, la biotecnología es una herramienta crucial que nos puede ayudar a encontrar soluciones satisfactorias y sustentables.
Vemos a continuación algunas imágenes que tienen que ver con la rotación. Arriba a la izquierda se muestra un rastrojo de maíz con su cobertura en el entresurco, el cual se deja en superficie para aportar carbono a los suelos. Los cultivos de cobertura como la vicia permiten incorporar nitrógeno al suelo para ser aprovechados por los cultivos graminosos. La vicia es un cultivo de invierno que incorpora nitrógeno al suelo que se utiliza para el maíz en el verano.
La foto de arriba muestra un centeno como cultivo de cobertura, el cual aporta materia orgánica. Su sistema radicular remueve el suelo de una manera natural.
Luego se pueden ver microagregados del suelo producto de las rotaciones del aporte de rastrojos a esos suelos y la mayor actividad biológica.
Ahora vemos un ensayo de suelo removido. Este es el botalón de la pulverizadora donde se asperja agua, y luego tienen otro cuadrante del suelo con cobertura. Como pueden ver, en la primera parte el agua va quedando sobre la superficie: como el suelo perdió estructura, el agua no puede penetrarlo y empieza a correr. En el caso de la siembra directa, como el suelo está poroso, el agua puede percolar y queda retenida en el suelo.
Fíjense lo que pasó en el cuadrante de la derecha: el agua fue corriendo y arrastró suelo. Por su parte, a la izquierda no hay ni una sola gota de agua ni de suelo. Esto tiene que ver con la mitigación de la erosión que genera la siembra directa.
Ahora paso a la aplicación y manejo responsable de fitosanitarios. Esta es una foto tomada en Lucerna que me envió "Peco" Repetto, un integrante de AAPRESID. Pueden ver que en esa zona urbana hay una Iglesia y un cultivo extensivo donde se aplican fitosanitarios al lado del pueblo.
Ahora ven una imagen de Rochefort, Francia, donde pueden notar unas líneas claras. Esas son huellas de una pulverizadora junto a una zona urbana donde incluso hay casas con piletas. Las aplicaciones se hacen exactamente al lado de esas zonas urbanas. ¿Por qué en Europa se puede hacer y funciona, y acá no? Evidentemente, en la Argentina se puede hacer.
Ahora proyecto otras imágenes llamativas donde se ven las huellas de aplicación en otro lote de zona urbana. Es llamativo un cuadrante muy chico en el cual también hay huellas de aplicación, es decir que no hay ningún límite visible para las aplicaciones. Si en Europa se puede hacer, si aplicamos las buenas prácticas agrícolas en nuestro país, evidentemente también puede hacerse.
Como les dije anteriormente, a la agricultura certificada es un sistema de gestión de calidad. En la actualidad estamos trabajando en un nuevo protocolo de certificación de buenas prácticas para aplicaciones periurbanas. Esto tiene que ver con una solicitud que nos hizo el municipio de Bandera, Santiago del Estero, con quien estamos trabajando en la implementación del sistema de gestión de calidad de agricultura certificada con adaptaciones para las buenas prácticas en áreas periurbanas. El enfoque es de liderazgo y hacia el ciudadano, porque se pretende que la comunidad asuma el liderazgo de aplicar las buenas prácticas, de realizar las cosas como corresponde a fin de mitigar cualquier problemática social o ambiental que pueda existir. Se busca la participación de todos los actores involucrados y el enfoque basado en procesos de sistemas para la gestión. El enfoque sistémico es muy importante porque, de lo contrario, terminamos viendo lo particular y no se representa la totalidad de las cosas. Además nos ayuda a entender las interacciones y cómo resolver procesos complejos.
Otro de los valores de la agricultura certificada es la mejora continua, el enfoque basado en hechos para la toma de decisiones y las relaciones mutuamente beneficiosas entre todos los actores involucrados.
Para graficar un poco cómo se implementa un proceso de certificación, AAPRESID aporta el protocolo y el marco institucional, además de facilitadores. En Bandera lo estamos haciendo en conjunto entre el programa de agricultura certificada, el municipio y con un gran involucramiento de todos los actores de la comunidad. Realmente, da placer ver cómo se fue involucrando la comunidad a medida que avanza el proyecto.
Finalmente, se hace una certificación por una tercera parte: el organismo que la realiza puede ser un ente acreditado por ISO, IRAM, Shutter o SGS, o algún otro que se cree para tal fin.
El programa de agricultura certificada existe desde 2008, aunque se viene trabajando desde 2006, es decir que ya prácticamente tenemos una década de funcionamiento como programa de certificación para el agro. Tenemos agricultura certificada orientada a productores con dos facetas: la grupal, dirigida a grupos de pequeños productores para ingreso progresivo a las buenas prácticas agrícolas; y las buenas prácticas para contratistas, mediante uno de los manuales de base para la norma IRAM 14130. El año pasado comenzamos un proceso a través del cual AAPRESID aportó el Manual de Buenas Prácticas para Contratistas, CASAFE aportó un Manual de Pulverizadora OK y trabajamos con un conjunto enorme de actores como facultades, organismos técnicos y demás a efectos de trazar esta norma IRAM 14130, de buenas prácticas en labores agrícolas, la cual contempla siembra, cosecha y pulverización aérea y terrestre.
La certificación para municipios es parte de un proyecto piloto que estamos trabajando en Bandera por el cual buscamos implementar un sistema de gestión de calidad dirigido a transparentar, comunicar y generar confianza en la problemática de aplicaciones periurbanas. Este proyecto tiene apoyo del gobierno provincial de Santiago del Estero y lo está observando muy atentamente el Ministerio de Agroindustria de la Nación para ver su evolución y la posible aplicación en distintos lugares. Para que se entienda mejor, la agricultura certificada es un sistema de gestión de calidad similar a las normas IRAM o ISO, pero aplicado principalmente a las producciones agrícolas.
Para explicar un poco qué es lo que estamos haciendo en Bandera, dependiendo del tipo de ordenanza y de legislación que se haya implementado en cada lugar, encontramos anillos de exclusión y de amortiguamiento con bandas toxicológicas. Cuando empezamos a trabajar en este sitio, esta metodología nos resultó inaplicable porque en muchos casos se establecen círculos que dejan algunos lotes bajo regímenes de aplicación distintos de acuerdo con su tipo de banda toxicológica, lo cual complica mucho la tarea. Entonces, empezamos a trabajar en un área y fuimos avanzando e incorporando más superficie.
Comenzamos con un área periurbana, pegada al pueblo, pero con la estricta aplicación de las buenas prácticas agrícolas, que ahora les voy a contar en qué se basan.
Aquí quiero hacer una referencia a la inversión térmica, porque muchas veces se habla de distancias de exclusión. La realidad es que si se hace una aplicación en condiciones de inversión térmica -podemos observar la imagen en la filmina- la pulverización puede quedar suspendida en el aire y después ser arrastrada por una brisa o por un viento hasta 50 kilómetros.
Entonces, las distancias de exclusión no tienen demasiado sentido, más allá de las que claramente explicaron nuestros técnicos recién: la deriva física. Realmente imponer una exclusión y aplicar en condiciones de inversión técnica es una mala práctica agrícola. Adicionalmente, necesitamos controlar las condiciones de aplicación para asegurarnos de que no haya ese tipo de condiciones de aplicación, que de ninguna manera podrían garantizar una aplicación correcta. O sea, muchas veces se habla -insisto con esto- de distancias de aplicación, y si se aplica en condiciones de inversión térmica, muy probablemente esa deriva puede ser mucho más alta que la banda de exclusión que se pretende establecer. Insisto en que es muy importante la aplicación de buenas prácticas agrícolas, que sean sustentables.
Los principios en los cuales se basa la certificación son la transparencia, el enfoque sistémico, la mejora y la trazabilidad. La trazabilidad tiene que ver con conocer cada uno de los procesos que se llevan a cabo en esa superficie o en ese sistema certificado. ¿Cuál es la ventaja de la certificación? Tiene una ventaja adicional.
Recién también hablaban con preocupación de los niños implicados en los trabajos que, muchas veces, tienen que ver con malas prácticas. De ninguna manera los niños pueden estar involucrados o implicados en trabajos con fitosanitarios. Esto es una mala práctica, es pésima.
Quiero comentarles aquí por ejemplo que, a la hora de evaluar un producto que se elaboró con un sistema de producción certificado, tenemos la ventaja de que podemos conocer si en el proceso de trabajo hubo realmente niños involucrados o no, si hubo malas condiciones laborales, o trabajo en negro. Con las certificaciones se eliminan todos estos factores.
¿Cuál es la ventaja respecto de la certificación cuando también salimos fuera de nuestras fronteras? Por ejemplo, un comprador internacional -ya sea europeo o chino- que esté interesado en el producto podría hacer sencillamente un análisis del producto que se exporta y conocer cualitativamente y cuantitativamente las condiciones físicas y químicas de ese producto. No podría conocer ninguna de las cosas que mencioné recién, si hubo trabajo esclavo, trabajo infantil o malas condiciones laborales. La certificación garantiza que no las hubo.
Básicamente, el esquema de certificación para municipios es este que estamos presentando ahora, estamos realizando un proyecto piloto en el municipio de Bandera, se lleva a cabo mediante un sistema de certificación grupal. Los actores involucrados no son diferentes de los que se conocen en muchas de las legislaciones ya vigentes.
Por un lado, está el productor y el propietario, que pueden ser diferentes. O sea, el productor es quien asume el riesgo de producir y el propietario muchas veces es quien alquila el campo y no necesariamente coinciden. Por eso ponemos estas dos figuras. Está el monitoreador, que es el garante de la aplicación de la buena práctica del manejo integrado de plagas, malezas y enfermedades; y el ingeniero agrónomo, que es el asesor agronómico, va a hacer la receta fitosanitaria y da una orden al municipio. A partir de ahí, el municipio libera una solicitud de fiscalización que la va a realizar otro ingeniero agrónomo, quien va a fiscalizar las condiciones de aplicación en el momento en el que se realiza. Luego tenemos la figura del operario y la de la empresa que va a efectuar la aplicación.
Tal como les decía recién, el Protocolo de APPCC se aporta para la certificación, se hace con un ente independiente tercerizado. En todos los casos, el monitoreador, los ingenierios agrónomos, el operario y la empresa fiscalizadora, necesitan sí o sí capacitaciones. O sea, para el sistema de certificación necesitan sí o sí estar capacitados y poder demostrarlo.
A continuación, les muestro algunos indicadores de aplicación de buenas prácticas agrícolas y los que se generan en los campos que están certificados. Se observa la evolución de la materia orgánica del suelo, que es un factor muy importante para nosotros. Estos datos se empezaron a tomar desde 1998 hasta nuestros días. Estamos hablando de casi veinte años de datos, lo que nos permite dar certeza de la sustentabilidad del sistema porque la materia orgánica se sostuvo y, en algunos casos, tuvo un leve incremento.
Obviamente, se trabajó con los porcentajes de cobertura que se exhiben en la parte inferior de la filmina. Son altísimos, el menor es de 80 por ciento.
Tenemos productores certificados, hay 100 mil hectáreas certificadas en la Argentina y uno de los productores, Tecnocampo de Córdoba, nos aporta toda esta información. Fíjense cómo ha ido evolucionando el uso de fitosanitarios. En las recientes campañas solamente se utilizan fitosanitarios de banda verde y banda azul, lo mismo sucede con los insecticidas. Esto tiene que ver con el enfoque sistémico y un mayor y óptimo uso de las buenas prácticas agrícolas.
En esta filmina aparece en color azul un indicador que señala la eficiencia del uso del agua, que se incrementó notablemente.
Este gráfico muestra el volumen de las precipitaciones producidas en la zona centro de Córdoba, que en estos últimos veinte años vino descendiendo paulatinamente, pero de todas maneras aumentó la eficiencia del uso del agua.
En la siguiente filmina aparece el Sistema Certificado y sus indicadores, que es el índice de capacitación. Cabe destacar la cantidad de capacitaciones para sus trabajadores que está brindando esta empresa del centro de Córdoba, y este tema es muy importante para la aplicación de las buenas prácticas agrícolas.
En este sentido, se produjo otra modificación. Por ejemplo, en la Cooperativa Agrícola Ganadera Los Molinos, que está en el sur de Santa Fe, el galpón de fitosanitarios, antes de la certificación, estaba como se puede observar en la foto de la izquierda. Posteriormente a la certificación, se introdujo la señalización y se comenzaron a tomar los recaudos necesarios para que nadie corra riesgos en la interacción con los fitosanitarios.
Cabe señalar que hay prácticas que dejaron de utilizarse y están totalmente prohibidas como, por ejemplo, todo lo que es la quema o los bidones esparcidos desordenadamente. Asimismo, a la espera de la legislación que afortunadamente viene avanzando sobre gestión integral de envases vacíos y de que aparezcan los centros de acopio transitorio y puedan empezar a funcionar mejor, en los campos certificados se utiliza el empaque.
Aquí podemos observar la foto de una auditoría de buenas prácticas agrícolas para contratistas, que se realizó el año pasado.
Finalmente, podemos observar una imagen del momento en que se está formulando el caldo de aplicación. Quiero remarcar que las bandas toxicológicas a las que siempre se hace mención -banda verde, banda azul, banda roja- implican riesgo en el momento en que se carga el producto para preparar el caldo de aplicación. Luego de esa etapa, la realidad es que la banda toxicológica pierde entidad y no tiene ningún sentido hablar de ellas. En el momento en que el operario toma contacto con esos bidones de fitosanitarios es cuando debe tomar todos los recaudos para no correr ningún riesgo. En esta filmina podemos observar la señalización utilizada.
Finalmente, quiero hacer una mención. Así como en algún momento, con el tema de la fiebre aftosa, se lograron consensos públicos-privados que posicionaron a la Argentina como un país libre de aftosa y nos permitió acceder a mercados Premium, es dable precisar que a través de las certificaciones que señalamos será posible lograr un proceso muy similar.
Este es el ámbito ideal para este intercambio y les agradecemos mucho que se hayan abierto a trabajar de esta manera y escuchar todas las voces, para lograr consensos y generar este espacio vinculado con la aplicación de las buenas prácticas.
Me despido con una filmina que contiene la foto del presidente de Aapresid, Pedro Vigneau -quien se encuentra al lado mío-, con sus hijos que -como dice él- son lo que más quiere en el mundo. En una de las fotos se los puede observar en una pastura de su campo El Trébol y en la otra foto está su hijo en un lote de soja transgénica, que en algunos casos tiene tres aplicaciones con glifosato.
¿Qué quiere decir esto? Tal como dijo el ingeniero Oliva: cambiar temor por conocimiento, conocer nuestro sistema y cómo realizar las cosas. Necesitamos dejar de lado los prejuicios y trabajar seriamente con la aplicación de buenas prácticas agrícolas.(Aplausos.)
Soy de Aapresid, y además de estar en el comité ejecutivo, participo del programa de agricultura certificada que les comentaré a continuación.
La misión de Aapresid es impulsar sistemas de producción sustentable de alimentos, fibras y energía a través de la innovación, la ciencia y la gestión del conocimiento en red. Esto es lo que hacemos en Aapresid.
Voy a exponer algunos datos breves del programa de agricultura certificada. Es uno de los programas específicos dentro de AAPRESID, que lleva a cabo la misión de la institución. Es un sistema de gestión de calidad que tiene una visión holística y promueve las prácticas sustentables. Plantea la evolución y la construcción de valor a través de un círculo virtuoso y de mejora continua y nos basamos en hechos.
A continuación voy a mostrar algunas imágenes. Aapresid comenzó a funcionar hace más de treinta años, aunque la institución se fundó en el 1989 y lo hizo en respuesta a la gran preocupación por los problemas de erosión.
En la filmina que se está proyectando vemos un gráfico que muestra un incremento demográfico y la evolución de la demografía a nivel global. En el año 1800 el mundo alcanzó los 1.000 millones de habitantes, a partir de allí la humanidad comenzó a crecer y ello tiene dos explicaciones fundamentales basadas en el conocimiento científico. Los dos campos que aseguraron este crecimiento demográfico fueron la provisión de alimentos en calidad y cantidad y todo lo relacionado con las ciencias médicas. Es decir, las dos áreas que garantizaron el crecimiento de la población mundial fueron las ciencias agropecuarias y las ciencias médicas.
En la siguiente filmina vemos otro gráfico que muestra que esa evolución se da de diferente manera de acuerdo al mayor o menor grado de desarrollo de los países. Vemos que el incremento demográfico se produce con mayor agresividad en los países menos desarrollados.
El problema de la sustentabilidad se plantea frente a la gran cantidad de habitantes que vivimos en el planeta. Ello significa que hoy debemos utilizar los recursos para poder seguir haciéndolo en el futuro y que las generaciones que nos sucedan puedan seguir haciendo uso de ellos, al menos en el mismo estado en que nosotros los encontramos.
La sustentabilidad se basa en tres ejes: ambiental, social y económico. De todas maneras, si no tenemos una sustentabilidad económica es imposible pensar en las otras dos.
Quisiera poner un ejemplo. Todos sabemos que estamos en un contexto de cambio climático y este año, en la cosecha que pasó recientemente, hubo exceso de precipitaciones y se perdieron cinco millones de toneladas, principalmente de soja y de otros cultivos en la Argentina. En muy pocos días ello incrementó de manera automática cien dólares los alimentos a nivel global, principalmente la soja. Como mencionábamos la sustentabilidad económica debe ser garantía tanto de la sustentabilidad social como de la ambiental.
Tal como comentaba recién, la evolución de la siembra directa es la agricultura certificada y ahora voy a desarrollar en qué consiste.
La agricultura certificada certifica la siembra directa. El sistema de siembra directa es la práctica de la siembra directa más la aplicación de las buenas prácticas agrícolas a través del tiempo.
¿Por qué hacemos esta distinción entre la siembra directa como práctica y el sistema de siembra directa? Porque en el caso de la primera, uno puede tomar por ejemplo una sembradora que sea apta para siembra directa y practicarla; se trata de una práctica entre muchas otras.
Lo que garantiza el sistema de siembra directa son las buenas prácticas agrícolas. Es decir, sumar a la práctica de la siembra directa las buenas prácticas agrícolas a través del tiempo. Ahora veremos cuáles son.
La primera buena práctica agrícola es la no remoción, es decir, la práctica de la siembra directa. A partir de ahí Aapresid, la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa, comenzó a trabajar en la rotación de cultivos que es fundamental para mantener la sustentabilidad de los suelos.
Otro de los pilares de las buenas prácticas agrícolas es la nutrición balanceada, que está relacionada con la fertilización y reposición de nutrientes en los suelos.
En cuanto al manejo integrado de plagas y enfermedades, ello tiene que ver con el monitoreo de cultivos. Los cultivos se monitorean y no se aplica porque sí un cultivo sino que se lo hace a partir de que se llega a determinado umbral de acción para dicho cultivo, con el fin de controlar las plagas y que no generen un impacto económico que nos haga perder sustentabilidad.
Otro de los pilares de las buenas prácticas agrícolas es el manejo responsable de los fitosanitarios. Este es el tema que nos compete hoy y que vamos a desarrollar con uno de los proyectos en los que estamos trabajando en la ciudad de Bandera, provincia de Santiago del Estero.
Les comentaba que los pioneros de Aapresid comienzan a reunirse a mediados de la década del 70, preocupados principalmente por los problemas de erosión que se registraban en la zona centro del país.
Tenemos dos tipos de erosión, hídrica y eólica. Esa era una gran preocupación de estos pioneros que luego comenzaron a desarrollar tecnología en forma conjunta con los fabricantes de maquinarias y con instituciones como el INTA.
De esta forma, llegaron a fundar Aapresid en 1989 y a partir de allí se empieza a difundir la siembra directa como práctica para luego evolucionar hacia el sistema de siembra directa. La filmina que estamos proyectando muestra una imagen tomada en Pavín, Adelia María, de un camino rural que se encuentra removido y al costado se puede ver un lote con cultivo de soja. Fíjense lo que pasó con ese lote, al camino se lo llevó el agua; esta es una demostración clara de lo que produce la erosión.
Como mencioné recién, la siembra directa empezó a dar garantía para que esa erosión no se produzca y lo podemos demostrar claramente. Me pregunto qué hubiera pasado con ese suelo si hubiera estado removido como estaba el camino y caía esa precipitación en un contexto de cambio climático como en el que estamos actualmente. ¿Qué hubiese pasado con ese suelo? Habría quedado la parte que tiene arcillas endurecidas y sería imposible cultivarlo.
Las imágenes del camino de la izquierda son realmente impresionantes. Del lado derecho de la filmina vemos otra imagen que me envió Edgar Ramírez, uno de los integrantes del comité ejecutivo que reside en Córdoba. Allí lo que parece un canal en realidad no lo es sino que se trata de un camino al que se lo llevó el agua. Con esta imagen quiero demostrar lo que significa remover los suelos y el grave peligro ambiental que ello implica.
Pero tengamos cuidado, solo con la práctica de la siembra directa no alcanza sino que es necesario sumarle la aplicación total de las buenas prácticas agrícolas y esto se produce a lo largo del tiempo.
En la siguiente filmina podemos ver imágenes de erosión eólica: la erosión producida por el viento. Las que vimos anteriormente son de erosión hídrica, producida por la acción del agua.
La erosión eólica hace volar grandes cantidades y toneladas de suelo que se pierden directamente en la atmósfera y muchas veces van hacia el mar.
En esta otra imagen podemos ver qué es la erosión eólica. Si se fijan se puede ver cómo pasó parte del suelo que comienza a ser trasladado a través del alambrado, sin mencionar lo que voló y quedó en la atmósfera y no sabemos dónde fue a parar.
Quisiera agregar que la erosión eólica es generadora de muchísimos accidentes de tránsito. En las épocas en las que se trabajaban los suelos, cuando después soplaba el viento era bastante común que las rutas se taparan y ello provocaba numerosos accidentes. Yo soy de Chacabuco y recuerdo que un ex compañero de la secundaria estaba estudiando en Córdoba y falleció en uno de esos accidentes fatales, producto de la erosión eólica, porque volaba tierra y lamentablemente quedó atrapado.
En cuanto a los beneficios de la siembra directa -si bien ya mostramos algunos- si hablamos de la erosión debemos decir que la reduce en un 90 por ciento. Imaginen que este número que mostramos para Aapresid es algo cotidiano pero en realidad, es enorme. El 90 por ciento de reducción de la erosión es un número enorme.
Al mismo tiempo, se reduce la evaporación del agua en un 70 por ciento. Es decir, somos más eficientes en el uso del agua y ese porcentaje de reducción también es un número importante sobre todo en un contexto de cambio climático.
Por otra parte, se reduce más del 60 por ciento del uso de combustibles fósiles y este también es un dato muy valioso. Repito, en un contexto de cambio climático donde las emisiones de gas y el efecto invernadero son un problema, reducir el 60 por ciento del uso de combustibles fósiles es una gran noticia.
Además, se favorece el secuestro de carbono, ya que cuando hacemos siembra directa dejamos los residuos en superficie y ellos nos permiten capturar carbono directamente en el suelo.
Asimismo, la siembra directa promueve la mayor actividad biológica y la biodiversidad. Cuando pensamos en la siembra directa y en la materia orgánica que aportamos al suelo, promovemos vida en el suelo y ello nos garantiza más fertilidad y más sustentabilidad. El mayor factor formador de suelo que podemos manejar es la formación de vida y también la multiplicación de vida en el suelo. Todo ello promueve un mayor ciclaje y disponibilidad de nutrientes, los rendimientos se vuelven estables y en algunos casos también van creciendo.
Cabe señalar que la siembra directa tiene menores costos operativos -lo que brinda mayor sustentabilidad- y menores horas de trabajo a campo, lo que permite una planificación y capacitación más estratégicas.
En ese sentido y teniendo en cuenta este nuevo contexto de cambio climático, la biotecnología es una herramienta crucial que nos puede ayudar a encontrar soluciones satisfactorias y sustentables.
Vemos a continuación algunas imágenes que tienen que ver con la rotación. Arriba a la izquierda se muestra un rastrojo de maíz con su cobertura en el entresurco, el cual se deja en superficie para aportar carbono a los suelos. Los cultivos de cobertura como la vicia permiten incorporar nitrógeno al suelo para ser aprovechados por los cultivos graminosos. La vicia es un cultivo de invierno que incorpora nitrógeno al suelo que se utiliza para el maíz en el verano.
La foto de arriba muestra un centeno como cultivo de cobertura, el cual aporta materia orgánica. Su sistema radicular remueve el suelo de una manera natural.
Luego se pueden ver microagregados del suelo producto de las rotaciones del aporte de rastrojos a esos suelos y la mayor actividad biológica.
Ahora vemos un ensayo de suelo removido. Este es el botalón de la pulverizadora donde se asperja agua, y luego tienen otro cuadrante del suelo con cobertura. Como pueden ver, en la primera parte el agua va quedando sobre la superficie: como el suelo perdió estructura, el agua no puede penetrarlo y empieza a correr. En el caso de la siembra directa, como el suelo está poroso, el agua puede percolar y queda retenida en el suelo.
Fíjense lo que pasó en el cuadrante de la derecha: el agua fue corriendo y arrastró suelo. Por su parte, a la izquierda no hay ni una sola gota de agua ni de suelo. Esto tiene que ver con la mitigación de la erosión que genera la siembra directa.
Ahora paso a la aplicación y manejo responsable de fitosanitarios. Esta es una foto tomada en Lucerna que me envió "Peco" Repetto, un integrante de AAPRESID. Pueden ver que en esa zona urbana hay una Iglesia y un cultivo extensivo donde se aplican fitosanitarios al lado del pueblo.
Ahora ven una imagen de Rochefort, Francia, donde pueden notar unas líneas claras. Esas son huellas de una pulverizadora junto a una zona urbana donde incluso hay casas con piletas. Las aplicaciones se hacen exactamente al lado de esas zonas urbanas. ¿Por qué en Europa se puede hacer y funciona, y acá no? Evidentemente, en la Argentina se puede hacer.
Ahora proyecto otras imágenes llamativas donde se ven las huellas de aplicación en otro lote de zona urbana. Es llamativo un cuadrante muy chico en el cual también hay huellas de aplicación, es decir que no hay ningún límite visible para las aplicaciones. Si en Europa se puede hacer, si aplicamos las buenas prácticas agrícolas en nuestro país, evidentemente también puede hacerse.
Como les dije anteriormente, a la agricultura certificada es un sistema de gestión de calidad. En la actualidad estamos trabajando en un nuevo protocolo de certificación de buenas prácticas para aplicaciones periurbanas. Esto tiene que ver con una solicitud que nos hizo el municipio de Bandera, Santiago del Estero, con quien estamos trabajando en la implementación del sistema de gestión de calidad de agricultura certificada con adaptaciones para las buenas prácticas en áreas periurbanas. El enfoque es de liderazgo y hacia el ciudadano, porque se pretende que la comunidad asuma el liderazgo de aplicar las buenas prácticas, de realizar las cosas como corresponde a fin de mitigar cualquier problemática social o ambiental que pueda existir. Se busca la participación de todos los actores involucrados y el enfoque basado en procesos de sistemas para la gestión. El enfoque sistémico es muy importante porque, de lo contrario, terminamos viendo lo particular y no se representa la totalidad de las cosas. Además nos ayuda a entender las interacciones y cómo resolver procesos complejos.
Otro de los valores de la agricultura certificada es la mejora continua, el enfoque basado en hechos para la toma de decisiones y las relaciones mutuamente beneficiosas entre todos los actores involucrados.
Para graficar un poco cómo se implementa un proceso de certificación, AAPRESID aporta el protocolo y el marco institucional, además de facilitadores. En Bandera lo estamos haciendo en conjunto entre el programa de agricultura certificada, el municipio y con un gran involucramiento de todos los actores de la comunidad. Realmente, da placer ver cómo se fue involucrando la comunidad a medida que avanza el proyecto.
Finalmente, se hace una certificación por una tercera parte: el organismo que la realiza puede ser un ente acreditado por ISO, IRAM, Shutter o SGS, o algún otro que se cree para tal fin.
El programa de agricultura certificada existe desde 2008, aunque se viene trabajando desde 2006, es decir que ya prácticamente tenemos una década de funcionamiento como programa de certificación para el agro. Tenemos agricultura certificada orientada a productores con dos facetas: la grupal, dirigida a grupos de pequeños productores para ingreso progresivo a las buenas prácticas agrícolas; y las buenas prácticas para contratistas, mediante uno de los manuales de base para la norma IRAM 14130. El año pasado comenzamos un proceso a través del cual AAPRESID aportó el Manual de Buenas Prácticas para Contratistas, CASAFE aportó un Manual de Pulverizadora OK y trabajamos con un conjunto enorme de actores como facultades, organismos técnicos y demás a efectos de trazar esta norma IRAM 14130, de buenas prácticas en labores agrícolas, la cual contempla siembra, cosecha y pulverización aérea y terrestre.
La certificación para municipios es parte de un proyecto piloto que estamos trabajando en Bandera por el cual buscamos implementar un sistema de gestión de calidad dirigido a transparentar, comunicar y generar confianza en la problemática de aplicaciones periurbanas. Este proyecto tiene apoyo del gobierno provincial de Santiago del Estero y lo está observando muy atentamente el Ministerio de Agroindustria de la Nación para ver su evolución y la posible aplicación en distintos lugares. Para que se entienda mejor, la agricultura certificada es un sistema de gestión de calidad similar a las normas IRAM o ISO, pero aplicado principalmente a las producciones agrícolas.
Para explicar un poco qué es lo que estamos haciendo en Bandera, dependiendo del tipo de ordenanza y de legislación que se haya implementado en cada lugar, encontramos anillos de exclusión y de amortiguamiento con bandas toxicológicas. Cuando empezamos a trabajar en este sitio, esta metodología nos resultó inaplicable porque en muchos casos se establecen círculos que dejan algunos lotes bajo regímenes de aplicación distintos de acuerdo con su tipo de banda toxicológica, lo cual complica mucho la tarea. Entonces, empezamos a trabajar en un área y fuimos avanzando e incorporando más superficie.
Comenzamos con un área periurbana, pegada al pueblo, pero con la estricta aplicación de las buenas prácticas agrícolas, que ahora les voy a contar en qué se basan.
Aquí quiero hacer una referencia a la inversión térmica, porque muchas veces se habla de distancias de exclusión. La realidad es que si se hace una aplicación en condiciones de inversión térmica -podemos observar la imagen en la filmina- la pulverización puede quedar suspendida en el aire y después ser arrastrada por una brisa o por un viento hasta 50 kilómetros.
Entonces, las distancias de exclusión no tienen demasiado sentido, más allá de las que claramente explicaron nuestros técnicos recién: la deriva física. Realmente imponer una exclusión y aplicar en condiciones de inversión técnica es una mala práctica agrícola. Adicionalmente, necesitamos controlar las condiciones de aplicación para asegurarnos de que no haya ese tipo de condiciones de aplicación, que de ninguna manera podrían garantizar una aplicación correcta. O sea, muchas veces se habla -insisto con esto- de distancias de aplicación, y si se aplica en condiciones de inversión térmica, muy probablemente esa deriva puede ser mucho más alta que la banda de exclusión que se pretende establecer. Insisto en que es muy importante la aplicación de buenas prácticas agrícolas, que sean sustentables.
Los principios en los cuales se basa la certificación son la transparencia, el enfoque sistémico, la mejora y la trazabilidad. La trazabilidad tiene que ver con conocer cada uno de los procesos que se llevan a cabo en esa superficie o en ese sistema certificado. ¿Cuál es la ventaja de la certificación? Tiene una ventaja adicional.
Recién también hablaban con preocupación de los niños implicados en los trabajos que, muchas veces, tienen que ver con malas prácticas. De ninguna manera los niños pueden estar involucrados o implicados en trabajos con fitosanitarios. Esto es una mala práctica, es pésima.
Quiero comentarles aquí por ejemplo que, a la hora de evaluar un producto que se elaboró con un sistema de producción certificado, tenemos la ventaja de que podemos conocer si en el proceso de trabajo hubo realmente niños involucrados o no, si hubo malas condiciones laborales, o trabajo en negro. Con las certificaciones se eliminan todos estos factores.
¿Cuál es la ventaja respecto de la certificación cuando también salimos fuera de nuestras fronteras? Por ejemplo, un comprador internacional -ya sea europeo o chino- que esté interesado en el producto podría hacer sencillamente un análisis del producto que se exporta y conocer cualitativamente y cuantitativamente las condiciones físicas y químicas de ese producto. No podría conocer ninguna de las cosas que mencioné recién, si hubo trabajo esclavo, trabajo infantil o malas condiciones laborales. La certificación garantiza que no las hubo.
Básicamente, el esquema de certificación para municipios es este que estamos presentando ahora, estamos realizando un proyecto piloto en el municipio de Bandera, se lleva a cabo mediante un sistema de certificación grupal. Los actores involucrados no son diferentes de los que se conocen en muchas de las legislaciones ya vigentes.
Por un lado, está el productor y el propietario, que pueden ser diferentes. O sea, el productor es quien asume el riesgo de producir y el propietario muchas veces es quien alquila el campo y no necesariamente coinciden. Por eso ponemos estas dos figuras. Está el monitoreador, que es el garante de la aplicación de la buena práctica del manejo integrado de plagas, malezas y enfermedades; y el ingeniero agrónomo, que es el asesor agronómico, va a hacer la receta fitosanitaria y da una orden al municipio. A partir de ahí, el municipio libera una solicitud de fiscalización que la va a realizar otro ingeniero agrónomo, quien va a fiscalizar las condiciones de aplicación en el momento en el que se realiza. Luego tenemos la figura del operario y la de la empresa que va a efectuar la aplicación.
Tal como les decía recién, el Protocolo de APPCC se aporta para la certificación, se hace con un ente independiente tercerizado. En todos los casos, el monitoreador, los ingenierios agrónomos, el operario y la empresa fiscalizadora, necesitan sí o sí capacitaciones. O sea, para el sistema de certificación necesitan sí o sí estar capacitados y poder demostrarlo.
A continuación, les muestro algunos indicadores de aplicación de buenas prácticas agrícolas y los que se generan en los campos que están certificados. Se observa la evolución de la materia orgánica del suelo, que es un factor muy importante para nosotros. Estos datos se empezaron a tomar desde 1998 hasta nuestros días. Estamos hablando de casi veinte años de datos, lo que nos permite dar certeza de la sustentabilidad del sistema porque la materia orgánica se sostuvo y, en algunos casos, tuvo un leve incremento.
Obviamente, se trabajó con los porcentajes de cobertura que se exhiben en la parte inferior de la filmina. Son altísimos, el menor es de 80 por ciento.
Tenemos productores certificados, hay 100 mil hectáreas certificadas en la Argentina y uno de los productores, Tecnocampo de Córdoba, nos aporta toda esta información. Fíjense cómo ha ido evolucionando el uso de fitosanitarios. En las recientes campañas solamente se utilizan fitosanitarios de banda verde y banda azul, lo mismo sucede con los insecticidas. Esto tiene que ver con el enfoque sistémico y un mayor y óptimo uso de las buenas prácticas agrícolas.
En esta filmina aparece en color azul un indicador que señala la eficiencia del uso del agua, que se incrementó notablemente.
Este gráfico muestra el volumen de las precipitaciones producidas en la zona centro de Córdoba, que en estos últimos veinte años vino descendiendo paulatinamente, pero de todas maneras aumentó la eficiencia del uso del agua.
En la siguiente filmina aparece el Sistema Certificado y sus indicadores, que es el índice de capacitación. Cabe destacar la cantidad de capacitaciones para sus trabajadores que está brindando esta empresa del centro de Córdoba, y este tema es muy importante para la aplicación de las buenas prácticas agrícolas.
En este sentido, se produjo otra modificación. Por ejemplo, en la Cooperativa Agrícola Ganadera Los Molinos, que está en el sur de Santa Fe, el galpón de fitosanitarios, antes de la certificación, estaba como se puede observar en la foto de la izquierda. Posteriormente a la certificación, se introdujo la señalización y se comenzaron a tomar los recaudos necesarios para que nadie corra riesgos en la interacción con los fitosanitarios.
Cabe señalar que hay prácticas que dejaron de utilizarse y están totalmente prohibidas como, por ejemplo, todo lo que es la quema o los bidones esparcidos desordenadamente. Asimismo, a la espera de la legislación que afortunadamente viene avanzando sobre gestión integral de envases vacíos y de que aparezcan los centros de acopio transitorio y puedan empezar a funcionar mejor, en los campos certificados se utiliza el empaque.
Aquí podemos observar la foto de una auditoría de buenas prácticas agrícolas para contratistas, que se realizó el año pasado.
Finalmente, podemos observar una imagen del momento en que se está formulando el caldo de aplicación. Quiero remarcar que las bandas toxicológicas a las que siempre se hace mención -banda verde, banda azul, banda roja- implican riesgo en el momento en que se carga el producto para preparar el caldo de aplicación. Luego de esa etapa, la realidad es que la banda toxicológica pierde entidad y no tiene ningún sentido hablar de ellas. En el momento en que el operario toma contacto con esos bidones de fitosanitarios es cuando debe tomar todos los recaudos para no correr ningún riesgo. En esta filmina podemos observar la señalización utilizada.
Finalmente, quiero hacer una mención. Así como en algún momento, con el tema de la fiebre aftosa, se lograron consensos públicos-privados que posicionaron a la Argentina como un país libre de aftosa y nos permitió acceder a mercados Premium, es dable precisar que a través de las certificaciones que señalamos será posible lograr un proceso muy similar.
Este es el ámbito ideal para este intercambio y les agradecemos mucho que se hayan abierto a trabajar de esta manera y escuchar todas las voces, para lograr consensos y generar este espacio vinculado con la aplicación de las buenas prácticas.
Me despido con una filmina que contiene la foto del presidente de Aapresid, Pedro Vigneau -quien se encuentra al lado mío-, con sus hijos que -como dice él- son lo que más quiere en el mundo. En una de las fotos se los puede observar en una pastura de su campo El Trébol y en la otra foto está su hijo en un lote de soja transgénica, que en algunos casos tiene tres aplicaciones con glifosato.
¿Qué quiere decir esto? Tal como dijo el ingeniero Oliva: cambiar temor por conocimiento, conocer nuestro sistema y cómo realizar las cosas. Necesitamos dejar de lado los prejuicios y trabajar seriamente con la aplicación de buenas prácticas agrícolas.(Aplausos.)
SR. PRESIDENTE BARLETTA Agradecemos a los representantes de Aapresid por sus intervenciones.
Tiene la palabra el señor diputado Lusquiños.
Tiene la palabra el señor diputado Lusquiños.
SR. LUSQUIÑOS ¿El mercado reconoce en el precio el esfuerzo de la certificación?
SR. TEDESCO En algunos casos se está empezando a reconocer. Por ejemplo, en la certificación bajo RTC ya existe un reconocimiento y estamos trabajando denodadamente en este tema.
Desde octubre del año pasado, Agricultura Certificada fue reconocida por la FEFAC, que es una cámara que nuclea a los compradores de insumos para la fabricación de alimentos balanceados en los veintitrés países miembros de la Unión Europea.
Para que se den una idea, la FEFAC compra 150 millones de toneladas de granos y de harinas de soja por año y la Argentina produce 100 millones. Estamos hablando de que compra una vez y media la producción argentina.
En ese sentido, el año pasado la FEFAC reconoció el estándar de Agricultura Certificada como uno de los más exigentes a nivel global. Esto es un gran orgullo para nosotros y si bien el año pasado dimos a publicidad este hecho, no ha trascendido demasiado. Reitero que es un gran orgullo, no solamente para Aapresid sino para toda la Argentina.
Es muy destacable el hecho de que un estándar de certificación argentino haya sido reconocido por una entidad tan grande como la FEFAC, con ese inmenso volumen de compra, y encima como uno de los estándares más exigentes a nivel global. Por ello, realmente es un inmenso orgullo y estamos trabajando para que se produzca un reconocimiento respecto de los productos certificados.
Quienes gusten pueden ingresar al sitio web www.standarsmap.org y encontrarán todos los estándares reconocidos en Europa, incluido el de Agricultura Certificada.
Les quiero comentar un detalle, porque es una información muy relevante. La gente de la FEFAC nos dijo que aproximadamente a partir de 2018 dejarán de comprar productos que no estén certificados.
Entonces, así como en el mundo existen circuitos aftósicos y no aftósicos con una diferencia de valor importante entre uno y otro, empezarán a existir circuitos de productos certificados y no certificados. Es importante prever esto para aprovechar las oportunidades.
Desde octubre del año pasado, Agricultura Certificada fue reconocida por la FEFAC, que es una cámara que nuclea a los compradores de insumos para la fabricación de alimentos balanceados en los veintitrés países miembros de la Unión Europea.
Para que se den una idea, la FEFAC compra 150 millones de toneladas de granos y de harinas de soja por año y la Argentina produce 100 millones. Estamos hablando de que compra una vez y media la producción argentina.
En ese sentido, el año pasado la FEFAC reconoció el estándar de Agricultura Certificada como uno de los más exigentes a nivel global. Esto es un gran orgullo para nosotros y si bien el año pasado dimos a publicidad este hecho, no ha trascendido demasiado. Reitero que es un gran orgullo, no solamente para Aapresid sino para toda la Argentina.
Es muy destacable el hecho de que un estándar de certificación argentino haya sido reconocido por una entidad tan grande como la FEFAC, con ese inmenso volumen de compra, y encima como uno de los estándares más exigentes a nivel global. Por ello, realmente es un inmenso orgullo y estamos trabajando para que se produzca un reconocimiento respecto de los productos certificados.
Quienes gusten pueden ingresar al sitio web www.standarsmap.org y encontrarán todos los estándares reconocidos en Europa, incluido el de Agricultura Certificada.
Les quiero comentar un detalle, porque es una información muy relevante. La gente de la FEFAC nos dijo que aproximadamente a partir de 2018 dejarán de comprar productos que no estén certificados.
Entonces, así como en el mundo existen circuitos aftósicos y no aftósicos con una diferencia de valor importante entre uno y otro, empezarán a existir circuitos de productos certificados y no certificados. Es importante prever esto para aprovechar las oportunidades.
SR. PRESIDENTE BARLETTA La Presidencia desea aclarar que las preguntas solamente las podrán formular los señores diputados.
Las reuniones están organizadas de esta manera, pero esto no termina aquí, porque vamos a tener otros encuentros, como lo son las audiencias públicas. Las posturas son bastante difíciles, pero estamos convencidos de que avanzaremos en un esquema de legislación. Si es necesario organizaremos otro tipo de reunión, pero les pedimos que no se impacienten.
Tiene la palabra la señora diputada Lopardo.
Las reuniones están organizadas de esta manera, pero esto no termina aquí, porque vamos a tener otros encuentros, como lo son las audiencias públicas. Las posturas son bastante difíciles, pero estamos convencidos de que avanzaremos en un esquema de legislación. Si es necesario organizaremos otro tipo de reunión, pero les pedimos que no se impacienten.
Tiene la palabra la señora diputada Lopardo.
SRA. LOPARDO Señor presidente: así como avanzamos con el tratamiento de la ley de presupuestos mínimos para la gestión integral de envases de agroquímicos creo que sería muy auspicioso empezar a trabajar en un proyecto de presupuestos mínimos para la aplicación de fitosanitarios.
En ese sentido, quiero agradecer el énfasis de todos los integrantes del panel en lo que hace a la capacitación, al control y las buenas prácticas. Inclusive, la aplicación de la siembra directa por los beneficios ambientales que brinda.
Considero que ante la dispersión normativa existente en las provincias -ya que cada provincia tiene su legislación- sería muy bueno plasmar como obligatorias las normas IRAM, que son las de la serie 14130 y siguientes, en general, para la aplicación terrestre y aérea. Cabe aclarar que las normas ISO y las normas IRAM hoy son voluntarias, siendo que prevén especificaciones sumamente importantes que hacen a una aplicación en forma segura.
¡Enhorabuena si empezáramos a trabajar en una iniciativa en este sentido! (Aplausos.)
En ese sentido, quiero agradecer el énfasis de todos los integrantes del panel en lo que hace a la capacitación, al control y las buenas prácticas. Inclusive, la aplicación de la siembra directa por los beneficios ambientales que brinda.
Considero que ante la dispersión normativa existente en las provincias -ya que cada provincia tiene su legislación- sería muy bueno plasmar como obligatorias las normas IRAM, que son las de la serie 14130 y siguientes, en general, para la aplicación terrestre y aérea. Cabe aclarar que las normas ISO y las normas IRAM hoy son voluntarias, siendo que prevén especificaciones sumamente importantes que hacen a una aplicación en forma segura.
¡Enhorabuena si empezáramos a trabajar en una iniciativa en este sentido! (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE BARLETTA Tiene la palabra el señor diputado López, por la provincia de Salta.
SR. LÓPEZ Voy a ser breve porque ya se habló de las buenas prácticas agrícolas en varias de las jornadas. Creo que hay que tener cuidado con este concepto y cuando se habla de sustentabilidad. En la provincia de Salta tenemos muchas producciones que se hacen con siembra directa con las supuestas buenas prácticas agrícolas, pero eso le costó a la región chaqueña la tasa de desmonte más alta del mundo y la expulsión de comunidades originarias de campesinos criollos. Hoy en Salta tenemos dos nuevas muertes de niños por desnutrición en los departamentos donde más ha crecido la soja, lo cual genera una enorme ganancia para los sectores exportadores, incluidos los sectores de los agroquímicos.
Sin embargo, la sustentabilidad no simplemente está en el problema de que el productor sistematice su campo para que no se erosione o que haga una buena práctica agrícola, como se manifiesta en esta reunión. Aquí estamos ante un problema que excede absolutamente esta discusión y se está demostrando que tenemos un régimen de explotación agrícola que no es sustentable. Si los chicos se mueren de hambre en un país que produce alimentos para 400 millones de personas, quiere decir que no estamos ante un régimen sustentable para la mayoría de la población, aunque sí es muy rentable para un pequeño puñado de grupos económicos. (Aplausos.)
Sin embargo, la sustentabilidad no simplemente está en el problema de que el productor sistematice su campo para que no se erosione o que haga una buena práctica agrícola, como se manifiesta en esta reunión. Aquí estamos ante un problema que excede absolutamente esta discusión y se está demostrando que tenemos un régimen de explotación agrícola que no es sustentable. Si los chicos se mueren de hambre en un país que produce alimentos para 400 millones de personas, quiere decir que no estamos ante un régimen sustentable para la mayoría de la población, aunque sí es muy rentable para un pequeño puñado de grupos económicos. (Aplausos.)
- Se realizan comentarios sin micrófono.
SR. LÓPEZ Si tienen algún comentario para hacer sobre lo que dije, me lo pueden decir personalmente. Lo digo porque hay gente que abucheó cuando yo hablaba.
SR. PRESIDENTE BARLETTA Cada uno dice lo que piensa y hay que respetar a todas las posiciones.
SR. LÓPEZ Si alguien tiene algo para decir, que me lo diga personalmente, señor presidente.
SR. PRESIDENTE BARLETTA Tiene la palabra el señor presidente de AAPRESID, Pedro Vigneau.
SR. VIGNEAU Nosotros estamos absolutamente en contra del desmonte discriminado. Subrayamos las buenas prácticas agrícolas y por supuesto condenamos a las personas que hacen desmonte en zona roja. Hay una ley que hace una delimitación clara y hay que respetarla, porque para eso están las normas.
En cuanto a la sustentabilidad social, es una de las patas de la sustentabilidad. Nosotros formamos parte de la mesa de diálogo de la agricultura familiar, hemos ido a Salta y nos hemos metido en el monte chaqueño y tratamos de transmitir el conocimiento que tenemos para generar mayor potencialidad en las producciones de esas familias argentinas que viven allí.
Somos todos parte de lo mismo, tenemos que conversar y ver cómo generamos los consensos para producir cuidando el medio ambiente. Esa es la premisa de nuestra institución.
En cuanto a la sustentabilidad social, es una de las patas de la sustentabilidad. Nosotros formamos parte de la mesa de diálogo de la agricultura familiar, hemos ido a Salta y nos hemos metido en el monte chaqueño y tratamos de transmitir el conocimiento que tenemos para generar mayor potencialidad en las producciones de esas familias argentinas que viven allí.
Somos todos parte de lo mismo, tenemos que conversar y ver cómo generamos los consensos para producir cuidando el medio ambiente. Esa es la premisa de nuestra institución.
SR. PRESIDENTE BARLETTA Tiene la palabra el doctor Ernesto De Titto, representante de la Dirección Nacional de Determinantes de la Salud e Investigación del Ministerio de Salud de la Nación.
SR. DE TITTO Señor presidente: en realidad se me plantea un desafío complicado, porque después de dos horas y media de presentación la gente está más para levantarse que para seguir escuchando, además de que existe un ambiente agitado. Así que voy a tratar de ser sintético a fin de darle la oportunidad a todos los que faltan exponer.
Quiero hacer dos reflexiones para los compañeros de AAPRESID antes de pasar a mi presentación formal. Si tienen preguntas acerca de por qué no somos Suiza o Alemania, yo tengo algunas respuestas que puedo hacer después a título personal. En segundo lugar, a lo largo de estas reuniones uno tiene la sensación de que en la Argentina existen todas las normas, toda la tecnología y la capacitación y sin embargo no logramos hacer las cosas bien. ¿Dónde está el nudo en toda esta historia? Ahí hay un punto crítico en cuanto a ponerse de acuerdo sobre hacia dónde queremos ir, porque no es un problema de herramientas sino de cómo hacemos las cosas. Es como que los problemas nunca se resuelven: siempre están planteados y todo el mundo sabe qué es lo que hay que hacer, pero después no pasa nada.
Como representante del Ministerio de Salud de la Nación, quiero señalar algunos conceptos que anteriormente han sido mencionados por otros expositores y que no podemos perder de vista. En primer término, la salud humana es lo más importante que tenemos; si hay algo que nos importa como seres humanos, es protegernos. Eso está fuera de toda discusión.
En segundo lugar, la otra definición de principios que no puede escapar es que es mandatorio hacer las cosas bien. No podemos permitir que las cosas no se hagan bien. Podemos entender que ocurra que no se hagan bien, pero de ninguna manera podemos avalarlo y acompañarlo.
La tecnología efectivamente ha mejorado de manera significativa. En una generación hemos dejado de usar productos de alto riesgo y hemos pasado a productos de bajo riesgo para el ambiente y para el humano. En algunos casos hay discusiones conceptuales y opiniones sobre dónde se pasa la raya del riesgo, y eso llama la atención sobre otro tema que trasciende totalmente la problemática que nos aboca que es el tema de la percepción del riesgo y la diferente versión de los humanos acerca de los riesgos. Por eso hay gente que maneja sin cinturón de seguridad, porque percibe que es Superman y que está más allá del riesgo de un accidente; o cruza por la mitad de cuadra, porque percibe que no le pasa nada porque de hecho al 99 por ciento de la gente que cruza por la mitad de la cuadra no le pasa nada. Entonces, el tema de la percepción de riesgo es complicado pero a su vez determinante de las conductas de los humanos. Si en estos procesos no convencemos a la gente de que hay riesgo, la gente toma conductas imprudentes. Esta es una noción de base.
La obligación del Estado es asegurar una correcta generación de agroquímicos en toda la cadena, desde que se producen hasta la disposición de los envases vacíos que hemos mencionado en más de una oportunidad a lo largo de estos días. Para todos los que tenemos que ver con el Estado, nuestra obligación es asegurar que todo este proceso se haga de la mejor manera y con el menor impacto posible.
Existe una serie de conceptos esenciales que quiero rescatar en el sentido de que si hacemos las cosas bien, los riesgos que correremos serán bajísimos. Como mencionaron repetidamente diversos protagonistas del sector de la producción agrícola, sabemos cómo hacer las cosas bien y tenemos que hacerlo. Ese es nuestro desafío.
Voy a repasar la experiencia de la Comisión Nacional de Investigación sobre Agroquímicos que se creó a comienzos de 2009. ¿Por qué la voy a repasar? En primer lugar, porque fue una experiencia de aprendizaje de trabajo cooperativo para todos los que la protagonizamos. El sector científico tecnológico, el sector ambiental, el sector agropecuario, el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Salud trabajamos de la mano en estos últimos seis años y fuimos capaces de ponernos de acuerdo. No es que no hubiera habido diálogo antes, pero estos seis o siete años nos ensañaron cuánto más podemos cuando tenemos un diálogo permanente y trabajamos juntos.
Acá están enumerados algunos de los productos que logramos a lo largo de este tiempo. En términos de investigación, una de las cosas que siempre se decía es que en la Argentina no se sabía qué pasaba. Entonces, se financió y se están financiando un montón de proyectos de investigación para saber exactamente lo que está pasando.
Uno de los problemas no resueltos que tuvimos hasta 2009, era el sistema de gestión de envases de agroquímicos, este fue otro de los temas que fue encaminado.
El SENASA tomó el liderazgo con el desarrollo del sistema integral de aplicadores y el sistema de trazabilidad de productos, dos proyectos que nacieron en este equipo y ahora ya están en implementación.
Hicimos toneladas de actividades de capacitación. Bogliani fue uno de nuestros compañeros en este proceso, y docenas de capacitaciones en las provincias. Encaramos la actualización de la regulación del contenido máximo aceptable de plaguicidas en el agua de bebidas; y abrimos el capítulo para poner en el escenario la necesidad de profesionalizar las actividades de aplicadores de plaguicidas. Atendimos setenta y cinco denuncias de doce provincias del país de gente que encontraba que estaba siendo víctima de malas prácticas -a propósito o anecdóticamente, hubo de todo allí- y hubo atención a la comunidad que reclamaba ayuda.
Asimismo, modificamos muchas cuestiones que hacen al funcionamiento del Ministerio de Salud. Por ejemplo, una de las cuestiones que mencionamos hace quince días, el primer martes -y yo voy a insistir con esta idea-, es que todo el sistema de aprobación de productos está básicamente apoyado en las intoxicaciones agudas. Las intoxicaciones crónicas son un tema muy complejo de resolver para el cual, en realidad, no tenemos recursos técnicos disponibles que nos den respuestas en blanco y negro. Este no es un problema de la Argentina, es un problema de la humanidad. Debemos poder encontrar una herramienta que permita anticipar qué producto va a ser el responsable de lo que pase dentro de veinte años.
De todas maneras, nosotros modificamos sensiblemente el registro del sistema de intoxicaciones y capacitamos equipos de salud en todo el país para que las reconozcan y las registren. Porque a veces sucede que los casos llegan al sistema de salud, donde se resuelven, pero no se lleva el registro de lo que pasa y entonces nadie se entera. El ministerio logró instalar el Registro Nacional de Anomalías Congénitas, que era un proyecto que veníamos incubando desde antes y los registros de cáncer en todo el país.
O sea que hoy estamos en condiciones mucho mejores que hace diez años para informar qué es lo que está pasando, y tenemos la esperanza de que se siga progresando con el paso del tiempo.
Hemos publicado una serie de materiales de capacitación para apoyo. De hecho, aquí voy a dejar un juego para la comisión y todo este material está en Internet a disposición de la comunidad. Aquí hay un juego y si eventualmente necesitaran otros, me los piden y se los haremos llegar.
Los organismos de la comisión asesoraron en la elaboración de los proyectos de ley y participan en diversas organizaciones relacionadas con la mejoría en la producción.
No me importa ni voy a hacer un balance de la comisión en el sentido numérico o económico, sino mostrarles que la posibilidad de trabajar juntos ha sido beneficiosa para todos y creemos que es beneficiosa para el resto del país. Por eso decimos que en cualquier esquema que se proponga es importante sostener la obligación del trabajo cooperativo.
Recientemente, después del cambio de autoridades del pasado mes de diciembre, las nuevas autoridades han ratificado el funcionamiento de la comisión y en este momento estamos retomando las tareas después del pequeño impasse que siempre viene de la mano de los cambios de autoridades.
Como punto de apoyo solamente quiero marcar cuatro aspectos que me parecen debilidades no resueltas, que es necesario no perderlas de vista. Ya se ha dicho, pero yo quiero insistir en este punto, que nuestro problema no es la falta de normas sino lograr hacerlas cumplir. Ello requiere de una fiscalización que, desde mi punto de vista, el país es deficitario.
Algunos más y otros menos, pero el país tiene mucho para avanzar en términos de fiscalización. Como dijo algún viejo sabio "El ojo del amo engorda al ganado". Otro sostuvo que "Si los mirás, es mejor". Me parece que en este tema tenemos mucho para desarrollar.
Un segundo aspecto sobre el que quiero llamar la atención es que gran parte de las discusiones que se produjeron aquí y en todo el tema vinculado con la producción agropecuaria terminan quedando empañados por la soja, el glifosato, el trigo y el maíz. Sin embargo, uno de los problemas más serios que tenemos son los cinturones frutihortícolas y no se debe perderse de vista esa discusión.
Respecto de los últimos dos enunciados se han realizado muchos trabajos, pero no siempre quedan volcados efectivamente en políticas públicas. Este es un tema sobre el cual necesitamos una vuelta de tuerca.
Alguien mencionó la necesidad del trabajo sistémico. Para la Argentina, la producción agropecuaria no es algo más, porque es uno de nuestros ejes de riqueza nacional y seguirá siéndolo, por lo menos en el futuro inmediato. Tenemos que hacer las cosas bien, porque en ello no solamente va el futuro de las personas sino de la economía global como sociedad.
A fin de ilustrar uno de los puntos que mencioné anteriormente, les quiero mostrar un mapa que publicó hace unos años el Defensor del Pueblo de la Nación. Se trata de un excelente trabajo llamado "Niñez y Riesgo Ambiental", que grafica el índice de contaminación de plaguicidas en el país. Esta información está on-line y el que quiera lo puede analizar con detenimiento.
Además, allí aparecen capítulos sobre la contaminación industrial, la falta de saneamiento básico, etcétera, pero quiero llamar la atención sobre las zonas de mayor riesgo, que son los cinturones frutihortícolas, es decir, la Ciudad de Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Reitero que ese es un problema central ilustrado por este documento. (Aplausos.)
Quiero hacer dos reflexiones para los compañeros de AAPRESID antes de pasar a mi presentación formal. Si tienen preguntas acerca de por qué no somos Suiza o Alemania, yo tengo algunas respuestas que puedo hacer después a título personal. En segundo lugar, a lo largo de estas reuniones uno tiene la sensación de que en la Argentina existen todas las normas, toda la tecnología y la capacitación y sin embargo no logramos hacer las cosas bien. ¿Dónde está el nudo en toda esta historia? Ahí hay un punto crítico en cuanto a ponerse de acuerdo sobre hacia dónde queremos ir, porque no es un problema de herramientas sino de cómo hacemos las cosas. Es como que los problemas nunca se resuelven: siempre están planteados y todo el mundo sabe qué es lo que hay que hacer, pero después no pasa nada.
Como representante del Ministerio de Salud de la Nación, quiero señalar algunos conceptos que anteriormente han sido mencionados por otros expositores y que no podemos perder de vista. En primer término, la salud humana es lo más importante que tenemos; si hay algo que nos importa como seres humanos, es protegernos. Eso está fuera de toda discusión.
En segundo lugar, la otra definición de principios que no puede escapar es que es mandatorio hacer las cosas bien. No podemos permitir que las cosas no se hagan bien. Podemos entender que ocurra que no se hagan bien, pero de ninguna manera podemos avalarlo y acompañarlo.
La tecnología efectivamente ha mejorado de manera significativa. En una generación hemos dejado de usar productos de alto riesgo y hemos pasado a productos de bajo riesgo para el ambiente y para el humano. En algunos casos hay discusiones conceptuales y opiniones sobre dónde se pasa la raya del riesgo, y eso llama la atención sobre otro tema que trasciende totalmente la problemática que nos aboca que es el tema de la percepción del riesgo y la diferente versión de los humanos acerca de los riesgos. Por eso hay gente que maneja sin cinturón de seguridad, porque percibe que es Superman y que está más allá del riesgo de un accidente; o cruza por la mitad de cuadra, porque percibe que no le pasa nada porque de hecho al 99 por ciento de la gente que cruza por la mitad de la cuadra no le pasa nada. Entonces, el tema de la percepción de riesgo es complicado pero a su vez determinante de las conductas de los humanos. Si en estos procesos no convencemos a la gente de que hay riesgo, la gente toma conductas imprudentes. Esta es una noción de base.
La obligación del Estado es asegurar una correcta generación de agroquímicos en toda la cadena, desde que se producen hasta la disposición de los envases vacíos que hemos mencionado en más de una oportunidad a lo largo de estos días. Para todos los que tenemos que ver con el Estado, nuestra obligación es asegurar que todo este proceso se haga de la mejor manera y con el menor impacto posible.
Existe una serie de conceptos esenciales que quiero rescatar en el sentido de que si hacemos las cosas bien, los riesgos que correremos serán bajísimos. Como mencionaron repetidamente diversos protagonistas del sector de la producción agrícola, sabemos cómo hacer las cosas bien y tenemos que hacerlo. Ese es nuestro desafío.
Voy a repasar la experiencia de la Comisión Nacional de Investigación sobre Agroquímicos que se creó a comienzos de 2009. ¿Por qué la voy a repasar? En primer lugar, porque fue una experiencia de aprendizaje de trabajo cooperativo para todos los que la protagonizamos. El sector científico tecnológico, el sector ambiental, el sector agropecuario, el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Salud trabajamos de la mano en estos últimos seis años y fuimos capaces de ponernos de acuerdo. No es que no hubiera habido diálogo antes, pero estos seis o siete años nos ensañaron cuánto más podemos cuando tenemos un diálogo permanente y trabajamos juntos.
Acá están enumerados algunos de los productos que logramos a lo largo de este tiempo. En términos de investigación, una de las cosas que siempre se decía es que en la Argentina no se sabía qué pasaba. Entonces, se financió y se están financiando un montón de proyectos de investigación para saber exactamente lo que está pasando.
Uno de los problemas no resueltos que tuvimos hasta 2009, era el sistema de gestión de envases de agroquímicos, este fue otro de los temas que fue encaminado.
El SENASA tomó el liderazgo con el desarrollo del sistema integral de aplicadores y el sistema de trazabilidad de productos, dos proyectos que nacieron en este equipo y ahora ya están en implementación.
Hicimos toneladas de actividades de capacitación. Bogliani fue uno de nuestros compañeros en este proceso, y docenas de capacitaciones en las provincias. Encaramos la actualización de la regulación del contenido máximo aceptable de plaguicidas en el agua de bebidas; y abrimos el capítulo para poner en el escenario la necesidad de profesionalizar las actividades de aplicadores de plaguicidas. Atendimos setenta y cinco denuncias de doce provincias del país de gente que encontraba que estaba siendo víctima de malas prácticas -a propósito o anecdóticamente, hubo de todo allí- y hubo atención a la comunidad que reclamaba ayuda.
Asimismo, modificamos muchas cuestiones que hacen al funcionamiento del Ministerio de Salud. Por ejemplo, una de las cuestiones que mencionamos hace quince días, el primer martes -y yo voy a insistir con esta idea-, es que todo el sistema de aprobación de productos está básicamente apoyado en las intoxicaciones agudas. Las intoxicaciones crónicas son un tema muy complejo de resolver para el cual, en realidad, no tenemos recursos técnicos disponibles que nos den respuestas en blanco y negro. Este no es un problema de la Argentina, es un problema de la humanidad. Debemos poder encontrar una herramienta que permita anticipar qué producto va a ser el responsable de lo que pase dentro de veinte años.
De todas maneras, nosotros modificamos sensiblemente el registro del sistema de intoxicaciones y capacitamos equipos de salud en todo el país para que las reconozcan y las registren. Porque a veces sucede que los casos llegan al sistema de salud, donde se resuelven, pero no se lleva el registro de lo que pasa y entonces nadie se entera. El ministerio logró instalar el Registro Nacional de Anomalías Congénitas, que era un proyecto que veníamos incubando desde antes y los registros de cáncer en todo el país.
O sea que hoy estamos en condiciones mucho mejores que hace diez años para informar qué es lo que está pasando, y tenemos la esperanza de que se siga progresando con el paso del tiempo.
Hemos publicado una serie de materiales de capacitación para apoyo. De hecho, aquí voy a dejar un juego para la comisión y todo este material está en Internet a disposición de la comunidad. Aquí hay un juego y si eventualmente necesitaran otros, me los piden y se los haremos llegar.
Los organismos de la comisión asesoraron en la elaboración de los proyectos de ley y participan en diversas organizaciones relacionadas con la mejoría en la producción.
No me importa ni voy a hacer un balance de la comisión en el sentido numérico o económico, sino mostrarles que la posibilidad de trabajar juntos ha sido beneficiosa para todos y creemos que es beneficiosa para el resto del país. Por eso decimos que en cualquier esquema que se proponga es importante sostener la obligación del trabajo cooperativo.
Recientemente, después del cambio de autoridades del pasado mes de diciembre, las nuevas autoridades han ratificado el funcionamiento de la comisión y en este momento estamos retomando las tareas después del pequeño impasse que siempre viene de la mano de los cambios de autoridades.
Como punto de apoyo solamente quiero marcar cuatro aspectos que me parecen debilidades no resueltas, que es necesario no perderlas de vista. Ya se ha dicho, pero yo quiero insistir en este punto, que nuestro problema no es la falta de normas sino lograr hacerlas cumplir. Ello requiere de una fiscalización que, desde mi punto de vista, el país es deficitario.
Algunos más y otros menos, pero el país tiene mucho para avanzar en términos de fiscalización. Como dijo algún viejo sabio "El ojo del amo engorda al ganado". Otro sostuvo que "Si los mirás, es mejor". Me parece que en este tema tenemos mucho para desarrollar.
Un segundo aspecto sobre el que quiero llamar la atención es que gran parte de las discusiones que se produjeron aquí y en todo el tema vinculado con la producción agropecuaria terminan quedando empañados por la soja, el glifosato, el trigo y el maíz. Sin embargo, uno de los problemas más serios que tenemos son los cinturones frutihortícolas y no se debe perderse de vista esa discusión.
Respecto de los últimos dos enunciados se han realizado muchos trabajos, pero no siempre quedan volcados efectivamente en políticas públicas. Este es un tema sobre el cual necesitamos una vuelta de tuerca.
Alguien mencionó la necesidad del trabajo sistémico. Para la Argentina, la producción agropecuaria no es algo más, porque es uno de nuestros ejes de riqueza nacional y seguirá siéndolo, por lo menos en el futuro inmediato. Tenemos que hacer las cosas bien, porque en ello no solamente va el futuro de las personas sino de la economía global como sociedad.
A fin de ilustrar uno de los puntos que mencioné anteriormente, les quiero mostrar un mapa que publicó hace unos años el Defensor del Pueblo de la Nación. Se trata de un excelente trabajo llamado "Niñez y Riesgo Ambiental", que grafica el índice de contaminación de plaguicidas en el país. Esta información está on-line y el que quiera lo puede analizar con detenimiento.
Además, allí aparecen capítulos sobre la contaminación industrial, la falta de saneamiento básico, etcétera, pero quiero llamar la atención sobre las zonas de mayor riesgo, que son los cinturones frutihortícolas, es decir, la Ciudad de Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Reitero que ese es un problema central ilustrado por este documento. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE BARLETTA Tiene la palabra el señor diputado Lusquiños.
SR. LUSQUIÑOS Quiero formular una pregunta con todo respeto.
Nos explicaron el trabajo de la comisión, las debilidades y las ausencias, pero cuál es la posición el Ministerio de Salud, porque es lo único que no se dijo.
Nos explicaron el trabajo de la comisión, las debilidades y las ausencias, pero cuál es la posición el Ministerio de Salud, porque es lo único que no se dijo.
SR. DE TITTO ¿Con respecto a qué?
SR. LUSQUIÑOS Con respecto al tema de los agroquímicos.
SR. DE TITTO ¿Respecto a la producción agropecuaria y al uso de agroquímicos?
SR. LUSQUIÑOS En esta comisión se trata el tema de los agroquímicos, no de la capacidad de los argentinos para parecernos a Europa.
SR. DE TITTO Me parece que eso estaba explicitado en las primeras láminas.
SR. LUSQUIÑOS No dice nada. ¿Qué dice?
SR. DE TITTO Dice que el uso de agroquímicos es un elemento esencial y necesario para el desarrollo de la producción y que el Ministerio de Salud no tiene ninguna objeción conceptual. Lo que solicita es que se usen y apliquen con los criterios de buenas prácticas con los cuales deben ser utilizados. ¿Eso no le parece claro? Porque es lo que decía la lámina.
SR. LUSQUIÑOS La verdad que no.
SR. PRESIDENTE BARLETTA La Presidencia solicita que se tenga presente que en esta reunión no se deben producir diálogos ni debates.
Les pedimos a los señores diputados que formulen su pregunta y nuestros invitados las contestarán, nos gusten o no sus respuestas.
Tiene la palabra el doctor Mentaberry, coordinador ejecutivo del gabinete científico tecnológico del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación.
Les pedimos a los señores diputados que formulen su pregunta y nuestros invitados las contestarán, nos gusten o no sus respuestas.
Tiene la palabra el doctor Mentaberry, coordinador ejecutivo del gabinete científico tecnológico del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación.
SR. MENTABERRY Señor presidente: ya se han precisado muchos aspectos del tema y, por tal motivo, seré muy breve, tratando de explicar qué está haciendo el ministerio y qué piensa hacer en el futuro respecto de estos temas.
Desde el punto de vista económico, la agricultura es un sector crítico para la Argentina y seguramente seguirá siéndolo en los próximos años. De tal manera que la idea clave es hacer bien las cosas, no solamente por el ambiente y la salud sino también por los mercados mundiales.
En el futuro, si no hacemos las cosas bien y no cumplimos con los estándares mundiales, no vamos a podremos exportar. Eso es así en todo el planeta, no vale solamente para la soja y el trigo sino para todas las exportaciones.
El tema de los sellos de calidad será utilizado incluso como traba paraarancelaria, lo cual no es un problema menor.
Voy a mencionar otra cuestión muy importante. Vimos fotos muy lindas de Alemania, de Suiza, de Japón, etcétera, y sabemos -eso quedó claro en todas las intervenciones- que ya tenemos el conocimiento y la tecnología. Además, hay gente que trabaja con gran dedicación en los temas relativos a las regulaciones, pero sin embargo tenemos problemas, y la respuesta obvia a este planteo es que no somos japoneses ni alemanes ni suizos.
Nuestro país nació bajo la norma de que al rey se lo obedece pero no se lo acata. Entonces, la norma tiene un valor optativo. Eso es lo que pasa en la ruta cuando aparecen conductores que se estrellan a 200 kilómetros por hora o lo que ocurre con la comida adulterada, y con muchas otras cuestiones.
Los alemanes respetan las normas y no las cuestionan, simplemente las respetan porque para eso están. En cambio, en la Argentina tenemos un tema cultural que es de largo plazo y es muy complejo -como todas las cuestiones culturales- que no se resuelven solamente con educación sino también con legislación y responsabilidad jurídica. Esto tiene que ver con premios y castigos, como existen en todos los países. Es muy simple de entender. Ningún país puede funcionar sin esto.
Cualquier argentino que viaja al exterior se adapta a la disciplina social que tanto admiramos de los franceses, los japoneses, etcétera y funciona en ese contexto. En cambio en este país cada uno cree que puede hacer la ley, interpretarla o cosas por el estilo.
Me parece que el problema no es la cantidad de conocimiento ni investigar o explorar qué se ha hecho en el resto del mundo y qué hemos hecho en este país acerca de los agroquímicos, porque hay una montaña de estudios.
Tengo el informe que hace más de un año enviamos, junto con el Ministerio de Salud y el entonces Ministerio de Agricultura, al Defensor del Pueblo, y puedo puntualizarles que tenemos ochenta proyectos de investigación y cientos de trabajos computados desde 1978 hasta ahora. Toda esta información está aquí y se las voy a dejar. No quiere decir que no hacemos nada o no sepamos lo que pasa.
Ante esta situación ha habido una gran cantidad de inquietudes públicas que se expresa a través de estudios independientes. Cuando uno mira esto en el mapa es consciente de que hay cosas que están ocurriendo, de que no es que se puede ocultar o despreocuparse. Uno debe preocuparse por estas cuestiones, el problema es que esta información no es sistemática y es muy difícil de interpretar.
Cuando uno observa el mapa de casos -algunos graves- se observa una dispersión tal que no tiene correlación con las zonas de mayor impacto agrícola o de mayor utilización de estos insumos, a veces tiene que ver con las fronteras agropecuarias, donde también están enraizados los temas culturales. Esa foto de la familia tomando agua de los bidones es muy común.
Cuando se mete en el campo y hace los estudios, se encuentra con todas estas cosas. La suma de estas situaciones nos lleva a empezar que pensar que hay riesgos a analizar.
Aparte de estos 80 proyectos que dejo a disposición de la comisión, quiero mencionar un proyecto de investigación y desarrollo que se inició hace dos años y medio. Es un estudio de campo para investigar un poco más de cerca qué estaba pasando en el campo. La conclusión preliminar -todavía no hay una conclusión sistemática de este estudio- es lo que uno se imaginaba, es decir que se trata de una suma de factores.
Tengo aquí la carpeta con el informe de avance de este año de este proyecto. Hay seis grupos de trabajo que analizan la temática desde el ángulo de la toxicología, epidemiología, ecotoxicología, hay un grupo de suelos, hay un grupo de física del suelo también y un grupo que trabaja sobre aguas, todos de instituciones públicas, que conforman este consorcio. Aparte de esto, hay otras asociaciones como AAPRESID y otras similares que apoyan y colaboran.
La conclusión en cuanto a parámetros ambientales es que los números se mantienen debajo de los umbrales establecidos. No hay motivo para pánico, aunque sabemos que ocurren accidentes puntuales y cosas que no deberían pasar. Dos de los problemas que vemos es que no solamente aparecen los agroquímicos permitidos sino también los prohibidos, por lo que se comprueba que existe contrabando de agroquímicos en nuestro país. Esto es un problema de control.
El otro problema que es los suelos están poco contaminados. Las partes por millón son relativamente bajas en términos generales, pero las aguas empiezan a tener un problema. Cuando se mira más de cerca este tema, se da cuenta de que no hay regulaciones para aguas urbanas en la mayor parte de las ciudades y pueblos. No hay normas nacionales sino que depende de cada municipalidad, si es que depende de alguien. Hay cosas que no deberían estar sino dentro de los ejidos urbanos. No es un tema de alarma como para decir que nos están envenenando, pero eso no debería ocurrir.
Cuando uno va más a fondo y examina la metodología del proyecto, eso está bien pero después hay muchas dificultades cuando se trata de implementar esto en campo, por ejemplo al considerar los resultados de las encuestas sobre grupos de control y riesgo de contaminación. Aquí se propuso dejar este control en el ámbito de los municipios, pero hay buenos intendentes y hay malos intendentes. Hay algunos que no se dejan sacar ni la sangre, por las dudas; y hay intendentes que al mismo tiempo son productores y tienen intereses creados. Cuando uno va al campo, le abren la tranquera donde está AAPRESID, es decir donde hacen bien los deberes; donde no los hacen, uno no puede entrar. Por lo tanto, las muestras son complejas de obtener porque pueden ser muy sesgadas. De hecho, las muestras hacen mucho hincapié en los empleados públicos y no sobre los grupos de mayor riesgo, como por ejemplo los fumigadores y aplicadores. Hay que ver un poquito mejor qué pasa porque hay grupos de riesgo realmente mucho más claros, en lugar de hacer el monitoreo de empleados públicos de las ciudades.
Otro tema es que las prácticas se aceptan pero no se aplican. Hay personas que revuelven con la mano el tambor de herbicida porque es "macho" y no le va a pasar nada. Hay personas que tiene todo el equipo para protegerse pero no lo usa porque le molesta, por lo que no es de extrañar que después aparezca alguien con cáncer de faringe, pero el problema es cuán sistémico es esto. Esto no lo podemos determinar con estudios de este tipo porque esto nos da una foto del proceso y no la película.
Tenemos algunos problemas que no deberían despertar una alarma general, pero deben atenderse urgentemente. La única forma de controlarlos es mediante monitoreo a lo largo del tiempo, como ocurre con todas las innovaciones. Nadie sabe si el teléfono celular provocará cáncer de tímpano o que los transgénicos nos van matar. Ni siquiera sabemos qué va a pasar si tomamos Coca-Cola durante tres generaciones. Tenemos que hacer estudios epidemiológicos de largo plazo y controlar si aparecen correlaciones que puedan vincularse.
Por otro lado, e. gran problema son las normas de control. Nosotros tuvimos reuniones con diputados el año pasado y les sugerimos algunas cosas que se han mencionado. Una es la receta agronómica. En medicina, el que aplica antibióticos se hace responsable; y el que el aplica agroquímicos, debe ser responsable también. Esto es elemental pero tiene que haber responsabilidad jurídica.
También debe incluirse el monitoreo de los aplicadores. El sindicato de peones rurales no les da ni la hora. Tendrían que ser monitoreados una vez por año para seguir trabajando. Hay que examinar en sangre y orina qué es lo que está pasando con esta gente. Es la forma de tener un control cercano. Incluyo a los aplicadores y a los que manejan los aviones, es decir que todos los que están en el núcleo cercano a la aplicación tienen que ser monitoreados regularmente como condición para renovar su licencia.
Desde el punto de vista económico, la agricultura es un sector crítico para la Argentina y seguramente seguirá siéndolo en los próximos años. De tal manera que la idea clave es hacer bien las cosas, no solamente por el ambiente y la salud sino también por los mercados mundiales.
En el futuro, si no hacemos las cosas bien y no cumplimos con los estándares mundiales, no vamos a podremos exportar. Eso es así en todo el planeta, no vale solamente para la soja y el trigo sino para todas las exportaciones.
El tema de los sellos de calidad será utilizado incluso como traba paraarancelaria, lo cual no es un problema menor.
Voy a mencionar otra cuestión muy importante. Vimos fotos muy lindas de Alemania, de Suiza, de Japón, etcétera, y sabemos -eso quedó claro en todas las intervenciones- que ya tenemos el conocimiento y la tecnología. Además, hay gente que trabaja con gran dedicación en los temas relativos a las regulaciones, pero sin embargo tenemos problemas, y la respuesta obvia a este planteo es que no somos japoneses ni alemanes ni suizos.
Nuestro país nació bajo la norma de que al rey se lo obedece pero no se lo acata. Entonces, la norma tiene un valor optativo. Eso es lo que pasa en la ruta cuando aparecen conductores que se estrellan a 200 kilómetros por hora o lo que ocurre con la comida adulterada, y con muchas otras cuestiones.
Los alemanes respetan las normas y no las cuestionan, simplemente las respetan porque para eso están. En cambio, en la Argentina tenemos un tema cultural que es de largo plazo y es muy complejo -como todas las cuestiones culturales- que no se resuelven solamente con educación sino también con legislación y responsabilidad jurídica. Esto tiene que ver con premios y castigos, como existen en todos los países. Es muy simple de entender. Ningún país puede funcionar sin esto.
Cualquier argentino que viaja al exterior se adapta a la disciplina social que tanto admiramos de los franceses, los japoneses, etcétera y funciona en ese contexto. En cambio en este país cada uno cree que puede hacer la ley, interpretarla o cosas por el estilo.
Me parece que el problema no es la cantidad de conocimiento ni investigar o explorar qué se ha hecho en el resto del mundo y qué hemos hecho en este país acerca de los agroquímicos, porque hay una montaña de estudios.
Tengo el informe que hace más de un año enviamos, junto con el Ministerio de Salud y el entonces Ministerio de Agricultura, al Defensor del Pueblo, y puedo puntualizarles que tenemos ochenta proyectos de investigación y cientos de trabajos computados desde 1978 hasta ahora. Toda esta información está aquí y se las voy a dejar. No quiere decir que no hacemos nada o no sepamos lo que pasa.
Ante esta situación ha habido una gran cantidad de inquietudes públicas que se expresa a través de estudios independientes. Cuando uno mira esto en el mapa es consciente de que hay cosas que están ocurriendo, de que no es que se puede ocultar o despreocuparse. Uno debe preocuparse por estas cuestiones, el problema es que esta información no es sistemática y es muy difícil de interpretar.
Cuando uno observa el mapa de casos -algunos graves- se observa una dispersión tal que no tiene correlación con las zonas de mayor impacto agrícola o de mayor utilización de estos insumos, a veces tiene que ver con las fronteras agropecuarias, donde también están enraizados los temas culturales. Esa foto de la familia tomando agua de los bidones es muy común.
Cuando se mete en el campo y hace los estudios, se encuentra con todas estas cosas. La suma de estas situaciones nos lleva a empezar que pensar que hay riesgos a analizar.
Aparte de estos 80 proyectos que dejo a disposición de la comisión, quiero mencionar un proyecto de investigación y desarrollo que se inició hace dos años y medio. Es un estudio de campo para investigar un poco más de cerca qué estaba pasando en el campo. La conclusión preliminar -todavía no hay una conclusión sistemática de este estudio- es lo que uno se imaginaba, es decir que se trata de una suma de factores.
Tengo aquí la carpeta con el informe de avance de este año de este proyecto. Hay seis grupos de trabajo que analizan la temática desde el ángulo de la toxicología, epidemiología, ecotoxicología, hay un grupo de suelos, hay un grupo de física del suelo también y un grupo que trabaja sobre aguas, todos de instituciones públicas, que conforman este consorcio. Aparte de esto, hay otras asociaciones como AAPRESID y otras similares que apoyan y colaboran.
La conclusión en cuanto a parámetros ambientales es que los números se mantienen debajo de los umbrales establecidos. No hay motivo para pánico, aunque sabemos que ocurren accidentes puntuales y cosas que no deberían pasar. Dos de los problemas que vemos es que no solamente aparecen los agroquímicos permitidos sino también los prohibidos, por lo que se comprueba que existe contrabando de agroquímicos en nuestro país. Esto es un problema de control.
El otro problema que es los suelos están poco contaminados. Las partes por millón son relativamente bajas en términos generales, pero las aguas empiezan a tener un problema. Cuando se mira más de cerca este tema, se da cuenta de que no hay regulaciones para aguas urbanas en la mayor parte de las ciudades y pueblos. No hay normas nacionales sino que depende de cada municipalidad, si es que depende de alguien. Hay cosas que no deberían estar sino dentro de los ejidos urbanos. No es un tema de alarma como para decir que nos están envenenando, pero eso no debería ocurrir.
Cuando uno va más a fondo y examina la metodología del proyecto, eso está bien pero después hay muchas dificultades cuando se trata de implementar esto en campo, por ejemplo al considerar los resultados de las encuestas sobre grupos de control y riesgo de contaminación. Aquí se propuso dejar este control en el ámbito de los municipios, pero hay buenos intendentes y hay malos intendentes. Hay algunos que no se dejan sacar ni la sangre, por las dudas; y hay intendentes que al mismo tiempo son productores y tienen intereses creados. Cuando uno va al campo, le abren la tranquera donde está AAPRESID, es decir donde hacen bien los deberes; donde no los hacen, uno no puede entrar. Por lo tanto, las muestras son complejas de obtener porque pueden ser muy sesgadas. De hecho, las muestras hacen mucho hincapié en los empleados públicos y no sobre los grupos de mayor riesgo, como por ejemplo los fumigadores y aplicadores. Hay que ver un poquito mejor qué pasa porque hay grupos de riesgo realmente mucho más claros, en lugar de hacer el monitoreo de empleados públicos de las ciudades.
Otro tema es que las prácticas se aceptan pero no se aplican. Hay personas que revuelven con la mano el tambor de herbicida porque es "macho" y no le va a pasar nada. Hay personas que tiene todo el equipo para protegerse pero no lo usa porque le molesta, por lo que no es de extrañar que después aparezca alguien con cáncer de faringe, pero el problema es cuán sistémico es esto. Esto no lo podemos determinar con estudios de este tipo porque esto nos da una foto del proceso y no la película.
Tenemos algunos problemas que no deberían despertar una alarma general, pero deben atenderse urgentemente. La única forma de controlarlos es mediante monitoreo a lo largo del tiempo, como ocurre con todas las innovaciones. Nadie sabe si el teléfono celular provocará cáncer de tímpano o que los transgénicos nos van matar. Ni siquiera sabemos qué va a pasar si tomamos Coca-Cola durante tres generaciones. Tenemos que hacer estudios epidemiológicos de largo plazo y controlar si aparecen correlaciones que puedan vincularse.
Por otro lado, e. gran problema son las normas de control. Nosotros tuvimos reuniones con diputados el año pasado y les sugerimos algunas cosas que se han mencionado. Una es la receta agronómica. En medicina, el que aplica antibióticos se hace responsable; y el que el aplica agroquímicos, debe ser responsable también. Esto es elemental pero tiene que haber responsabilidad jurídica.
También debe incluirse el monitoreo de los aplicadores. El sindicato de peones rurales no les da ni la hora. Tendrían que ser monitoreados una vez por año para seguir trabajando. Hay que examinar en sangre y orina qué es lo que está pasando con esta gente. Es la forma de tener un control cercano. Incluyo a los aplicadores y a los que manejan los aviones, es decir que todos los que están en el núcleo cercano a la aplicación tienen que ser monitoreados regularmente como condición para renovar su licencia.
SR. OLIVA Los aeroaplicadores se monitorean una vez por año.
SR. MENTABERRY Además, hay que establecer sistemas de monitoreo a nivel nacional, no solamente en los ámbitos municipal y provincial. Es imposible monitorear a 4 millones de personas y saber lo que están haciendo. El principal control es a nivel local, es decir municipal, pero alguien debe controlar a los municipios y que las leyes nacionales se cumplan en las provincias. Esto es muy parecido al tema del agua, porque es un principal vector de esta situación y no lo estamos mirando.
Adicionalmente, hay que legislar contra la publicidad engañosa. Esto es como la propaganda que dice que puede comprar un auto que llega a 240 kilómetros por hora en 20 segundos, y la gente se engancha con esto. Pero en este país no se puede manejar a 240 kilómetros por hora. Es decir que por más potente que sea su herbicida o insecticida, no podemos dejar de venderlo sin la etiqueta de que perjudicial para la salud, como pasa con los cigarrillos.
Esa publicidad engañosa abarca también el uso doméstico de estas cosas. Todos conocen la publicidad de la señora que persigue una cucaracha tirando insecticida y la hace explotar. Esto es mucho peor de lo que pasa en el campo y probablemente afecta a muchos más niños. Está fomentado por esos medios. (Aplausos.)
Tampoco se salva la agricultura orgánica, porque uno ve a sus amigos que aman la naturaleza y que empiezan a juntar cigarrillos para matar insectos, lo cual es mucho más tóxico que cualquier insecticida. Esto se aplica sin ningún control y se vende como saludable.
Todo esto requiere pensamiento. Como en muchos campos, la ciencia y tecnología no son el problema sino la sabiduría con que se aplican. Eso es un problema y una responsabilidad de la política. Podemos tener la mejor ciencia y tecnología, pero por sí misma no va a resolver nada. Tenemos gente muy capacitada en este país, pero hay que escucharla y actuar en consecuencia.
Quiero terminar mi exposición con dos palabras sobre qué estamos tratando de hacer. Creemos que la Argentina tiene que avanzar hacia un paradigma productivo que combine intensificación agroindustrial con sustentabilidad. Hemos estado trabajando sobre esto durante tres o cuatro años, tratando de publicitar este tipo de discusión y ahora estamos pasando a aplicarlo en las gestiones. Esto lo hicimos con el rótulo "Bioeconomía", este es el fondo de la cuestión. Sabemos que esto es así.
Por otro lado, hemos ido tomando medidas sobre la base de que esto no se resuelve sin más tecnología y más conocimiento. No es un problema que se resuelva diciendo: paremos y vayamos para atrás. No podemos. Es así de simple. Tenemos que avanzar con más conocimiento, más tecnología y con más normas. Es la única forma de salir.
La gran pregunta que surge de toda esta historia es ¿hasta qué punto los insumos agronómicos son reemplazables? Si uno habla hoy de bioinsecticidas, tecnología antivirales, antifungicidas, etcétera, la tecnología o ingeniería genética está hecha desde hace diez años. Quiero decir esto como investigador de campo que he trabajado en el área durante más de veinte años. Por ejemplo, hoy las tecnologías con resistencia a virus son tecnologías totalmente maduras. No hay ningún misterio en eso, conocemos cuáles son los mecanismos de las plantas para defenderse de los virus y cómo ponerlos en funcionamiento en forma permanente a través de modificación genética. Esto va a ser cada día más perfectible y más claro.
Estamos en la época de la postransgenia. O sea que vaamos a poder introducir los genomas, no ya introduciendo genes, sino cambiando una sola base de un genoma de miles de millones de bases. Y esto va ocurrir en los próximos cuatro o cinco años, es así de rápido y hay que empezar a pensarlo. Vamos a poder trabajar mucho sobre plagas y enfermedades, con teorías mucho más blandas.
Por lo que uno ve, el gran problema acá son los herbicidas. Constituyen un tema complejo porque se mezclan intereses económicos, industriales y nadie piensa en otro tipo de soluciones, pero son sustituibles. Este es el problema. No lo va a hacer la media docena de compañías que viven de eso a nivel mundial. Seguramente es un problema del sector público a nivel mundial; pero hay enfoques biotecnológicos y genéticos para reemplazarlos.
Simplemente quiero llamar la atención sobre esto. Cualquiera sabe lo que pasa en un campo que invade la maleza. La maleza compite y no deja que entre nadie más. Esa planta tiene sus propios herbicidas. Las malezas son malezas porque antropológicamente las consideramos malas, pero en realidad son plantas admirables. Son una fuente de mecanismos de competencia que podríamos pasar a los cultivos comerciales. Podríamos pensar en cultivos que producen su propio herbicida, unos cultivos de cobertura con su propio herbicida. Hay cuatro o cinco enfoques más, que no voy a abundar en ellos porque son bastante técnicos, y se podrían explorar.
Eso no ocurre ni va a ocurrir en el campo comercial. No va a ocurrir por la simple razón de que las compañías que trabajan en esto tienen por negocio vender los herbicidas. Entonces, quiero decirles que esto se puede hacer. Nosotros podemos tener iniciativa en este tema. No nos falta capacidad; pero por el lado del mejoramiento genético vamos a tecnologías mucho más blandas que las tecnologías químicas. Y obviamente, tenemos que combinarlas con el manejo integrado que tome clara nota de los temas ecosistémicos, donde nosotros podamos manejar también aspectos del ambiente para poder tener efectos sinérgicos.
No hay contradicciones básicas entre poner tecnología o hacer mejoramientos genéticos e integrar mejor los manejos ecosistémicos. Esto se puede resolver de otra manera. Así que yo creo que la mirada a largo plazo está puesta en que hay que pasar a una sustitución tecnológica de todo lo que es la artillería química. Es decir en introducir los biofertilizantes, las rotaciones más racionales de los cultivos, cultivos de cobertura, genes como los que hay ahora que permiten el ahorro de agua y de nitrógeno. Es decir que se puede bajar bastante la descarga. Creo que de hecho esto ya está ocurriendo. En los cultivos transgénicos resistentes a insectos se ha comprobado la disminución de los insecticidas, son casos que ya han sido analizados.
Por último, hay que decir que todo esto es casi inevitable, porque en un mundo en el cual vamos a pasar los 9.000 millones de habitantes -somos 11.000 millones según las últimas cifras-, donde Argentina busca su ventana de oportunidad, nosotros tenemos que generar paradigmas de producción que realmente combinen estas cosas; que puedan ser mostrables al mundo de otra manera.
Uno trabaja en un área en la cual todo el mundo cree que la ciencia y la tecnología le va a resolver la vida. Nosotros podremos decir que esto puede ser, pero también se la puede complicar si se la usa mal. Uno asiste a verdaderas campañas hablando de la agricultura argentina como si fuera un "Vietnam". Son muy interesadas estas campañas.
El juego de intereses es complejo y creo que tenemos que preservar mucho nuestra visión de la propia economía y de nuestro país. Asimismo, tenemos que defender nuestros intereses con claridad, porque en este terreno podemos avanzar hacia paradigmas propios, pues tenemos casi todos los elementos para hacerlo. (Aplausos.)
Adicionalmente, hay que legislar contra la publicidad engañosa. Esto es como la propaganda que dice que puede comprar un auto que llega a 240 kilómetros por hora en 20 segundos, y la gente se engancha con esto. Pero en este país no se puede manejar a 240 kilómetros por hora. Es decir que por más potente que sea su herbicida o insecticida, no podemos dejar de venderlo sin la etiqueta de que perjudicial para la salud, como pasa con los cigarrillos.
Esa publicidad engañosa abarca también el uso doméstico de estas cosas. Todos conocen la publicidad de la señora que persigue una cucaracha tirando insecticida y la hace explotar. Esto es mucho peor de lo que pasa en el campo y probablemente afecta a muchos más niños. Está fomentado por esos medios. (Aplausos.)
Tampoco se salva la agricultura orgánica, porque uno ve a sus amigos que aman la naturaleza y que empiezan a juntar cigarrillos para matar insectos, lo cual es mucho más tóxico que cualquier insecticida. Esto se aplica sin ningún control y se vende como saludable.
Todo esto requiere pensamiento. Como en muchos campos, la ciencia y tecnología no son el problema sino la sabiduría con que se aplican. Eso es un problema y una responsabilidad de la política. Podemos tener la mejor ciencia y tecnología, pero por sí misma no va a resolver nada. Tenemos gente muy capacitada en este país, pero hay que escucharla y actuar en consecuencia.
Quiero terminar mi exposición con dos palabras sobre qué estamos tratando de hacer. Creemos que la Argentina tiene que avanzar hacia un paradigma productivo que combine intensificación agroindustrial con sustentabilidad. Hemos estado trabajando sobre esto durante tres o cuatro años, tratando de publicitar este tipo de discusión y ahora estamos pasando a aplicarlo en las gestiones. Esto lo hicimos con el rótulo "Bioeconomía", este es el fondo de la cuestión. Sabemos que esto es así.
Por otro lado, hemos ido tomando medidas sobre la base de que esto no se resuelve sin más tecnología y más conocimiento. No es un problema que se resuelva diciendo: paremos y vayamos para atrás. No podemos. Es así de simple. Tenemos que avanzar con más conocimiento, más tecnología y con más normas. Es la única forma de salir.
La gran pregunta que surge de toda esta historia es ¿hasta qué punto los insumos agronómicos son reemplazables? Si uno habla hoy de bioinsecticidas, tecnología antivirales, antifungicidas, etcétera, la tecnología o ingeniería genética está hecha desde hace diez años. Quiero decir esto como investigador de campo que he trabajado en el área durante más de veinte años. Por ejemplo, hoy las tecnologías con resistencia a virus son tecnologías totalmente maduras. No hay ningún misterio en eso, conocemos cuáles son los mecanismos de las plantas para defenderse de los virus y cómo ponerlos en funcionamiento en forma permanente a través de modificación genética. Esto va a ser cada día más perfectible y más claro.
Estamos en la época de la postransgenia. O sea que vaamos a poder introducir los genomas, no ya introduciendo genes, sino cambiando una sola base de un genoma de miles de millones de bases. Y esto va ocurrir en los próximos cuatro o cinco años, es así de rápido y hay que empezar a pensarlo. Vamos a poder trabajar mucho sobre plagas y enfermedades, con teorías mucho más blandas.
Por lo que uno ve, el gran problema acá son los herbicidas. Constituyen un tema complejo porque se mezclan intereses económicos, industriales y nadie piensa en otro tipo de soluciones, pero son sustituibles. Este es el problema. No lo va a hacer la media docena de compañías que viven de eso a nivel mundial. Seguramente es un problema del sector público a nivel mundial; pero hay enfoques biotecnológicos y genéticos para reemplazarlos.
Simplemente quiero llamar la atención sobre esto. Cualquiera sabe lo que pasa en un campo que invade la maleza. La maleza compite y no deja que entre nadie más. Esa planta tiene sus propios herbicidas. Las malezas son malezas porque antropológicamente las consideramos malas, pero en realidad son plantas admirables. Son una fuente de mecanismos de competencia que podríamos pasar a los cultivos comerciales. Podríamos pensar en cultivos que producen su propio herbicida, unos cultivos de cobertura con su propio herbicida. Hay cuatro o cinco enfoques más, que no voy a abundar en ellos porque son bastante técnicos, y se podrían explorar.
Eso no ocurre ni va a ocurrir en el campo comercial. No va a ocurrir por la simple razón de que las compañías que trabajan en esto tienen por negocio vender los herbicidas. Entonces, quiero decirles que esto se puede hacer. Nosotros podemos tener iniciativa en este tema. No nos falta capacidad; pero por el lado del mejoramiento genético vamos a tecnologías mucho más blandas que las tecnologías químicas. Y obviamente, tenemos que combinarlas con el manejo integrado que tome clara nota de los temas ecosistémicos, donde nosotros podamos manejar también aspectos del ambiente para poder tener efectos sinérgicos.
No hay contradicciones básicas entre poner tecnología o hacer mejoramientos genéticos e integrar mejor los manejos ecosistémicos. Esto se puede resolver de otra manera. Así que yo creo que la mirada a largo plazo está puesta en que hay que pasar a una sustitución tecnológica de todo lo que es la artillería química. Es decir en introducir los biofertilizantes, las rotaciones más racionales de los cultivos, cultivos de cobertura, genes como los que hay ahora que permiten el ahorro de agua y de nitrógeno. Es decir que se puede bajar bastante la descarga. Creo que de hecho esto ya está ocurriendo. En los cultivos transgénicos resistentes a insectos se ha comprobado la disminución de los insecticidas, son casos que ya han sido analizados.
Por último, hay que decir que todo esto es casi inevitable, porque en un mundo en el cual vamos a pasar los 9.000 millones de habitantes -somos 11.000 millones según las últimas cifras-, donde Argentina busca su ventana de oportunidad, nosotros tenemos que generar paradigmas de producción que realmente combinen estas cosas; que puedan ser mostrables al mundo de otra manera.
Uno trabaja en un área en la cual todo el mundo cree que la ciencia y la tecnología le va a resolver la vida. Nosotros podremos decir que esto puede ser, pero también se la puede complicar si se la usa mal. Uno asiste a verdaderas campañas hablando de la agricultura argentina como si fuera un "Vietnam". Son muy interesadas estas campañas.
El juego de intereses es complejo y creo que tenemos que preservar mucho nuestra visión de la propia economía y de nuestro país. Asimismo, tenemos que defender nuestros intereses con claridad, porque en este terreno podemos avanzar hacia paradigmas propios, pues tenemos casi todos los elementos para hacerlo. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE BARLETTA Gracias, doctor, porque fue preciso hasta con los segundos de su exposición, lo cual es propio de un científico. (Risas.)
Quiero hacer una aclaración, porque se ha escuchado decir en reiteradas oportunidades que las normas existen pero que falta el control. En realidad, si estamos acá, hemos convocado a estas tres reuniones, y seguiremos trabajando en este tema es porque necesitamos una norma.
Comparto que la cuestión está en manos de la política, que es la que se tiene que hacer cargo, o al menos, generar las condiciones para su tratamiento, porque después llegarán otros actores responsables o que se tienen que responsabilizar.
Esperamos que mañana se sancione la ley de gestión integral de los envases vacíos y continuaremos trabajando por la sanción de una norma relativa a la aplicación de agroquímicos.
Es cierto que algunas provincias y algunos municipios tienen sus propias normas, pero también es cierto que algunos dicen 10 metros y otros dicen 1.500 metros, y nadie sabe el sustento técnico del que dijo una cosa u otra.
También existe una discusión respecto de si esta cuestión formar parte de la competencia nacional o si por ser un país federal cada provincia puede hacer lo que quiere. No es así. Esto ocurre con los recursos naturales, pero aquí estamos hablando de un derecho humano, que es la salud. Este planteo de la atribución provincial en un país federal no es así.
Del mismo modo, queremos sancionar la ley de presupuestos mínimos para el daño acústico, que alguno orador ya mencionó.
Esta discusión se volvió a dar y creo que se está clarificando cuáles son los aspectos vinculados con los recursos naturales. En ese caso, existe una atribución provincial sobre los recursos naturales, por eso es más difícil avanzar respecto de los humedales, los recursos hídricos, etcétera. Esto es diferente en otros temas donde la política y el Estado nacional se tienen que hacer cargo a nivel legislativo, y es lo que estamos tratando de hacer.
Tiene la palabra el señor diputado por Rubin.
Quiero hacer una aclaración, porque se ha escuchado decir en reiteradas oportunidades que las normas existen pero que falta el control. En realidad, si estamos acá, hemos convocado a estas tres reuniones, y seguiremos trabajando en este tema es porque necesitamos una norma.
Comparto que la cuestión está en manos de la política, que es la que se tiene que hacer cargo, o al menos, generar las condiciones para su tratamiento, porque después llegarán otros actores responsables o que se tienen que responsabilizar.
Esperamos que mañana se sancione la ley de gestión integral de los envases vacíos y continuaremos trabajando por la sanción de una norma relativa a la aplicación de agroquímicos.
Es cierto que algunas provincias y algunos municipios tienen sus propias normas, pero también es cierto que algunos dicen 10 metros y otros dicen 1.500 metros, y nadie sabe el sustento técnico del que dijo una cosa u otra.
También existe una discusión respecto de si esta cuestión formar parte de la competencia nacional o si por ser un país federal cada provincia puede hacer lo que quiere. No es así. Esto ocurre con los recursos naturales, pero aquí estamos hablando de un derecho humano, que es la salud. Este planteo de la atribución provincial en un país federal no es así.
Del mismo modo, queremos sancionar la ley de presupuestos mínimos para el daño acústico, que alguno orador ya mencionó.
Esta discusión se volvió a dar y creo que se está clarificando cuáles son los aspectos vinculados con los recursos naturales. En ese caso, existe una atribución provincial sobre los recursos naturales, por eso es más difícil avanzar respecto de los humedales, los recursos hídricos, etcétera. Esto es diferente en otros temas donde la política y el Estado nacional se tienen que hacer cargo a nivel legislativo, y es lo que estamos tratando de hacer.
Tiene la palabra el señor diputado por Rubin.
SR. RUBIN Señor presidente: quiero compartir una reflexión respecto de lo manifestado.
Soy de Corrientes, y el cinturón frutihortícola de las ciudades de Lavalle y Goya es uno de los más importantes del país en cuanto a cobertura plástica de tomates, pimientos, etcétera. Lamentablemente, se han registrado por lo menos dos muertes de chicos atendidos por agrotóxicos en el Hospital Garrahan.
La verdad es que los tendaleros están en el medio de las ciudades sin ningún tipo de control. Recién después de la muerte de estos chicos aparecieron los controles por parte del Estado provincial.
Cabe señalar que la sanción de una ley de presupuestos mínimos no tiene nada que ver con dinero, pues el artículo 41 de la Constitución establece que los presupuestos mínimos conforman un umbral mínimo de legislación nacional.
Por otra parte, es el único caso en todas las materias del derecho en el cual se dicta una ley nacional de presupuestos mínimos, es aplicable a todos los niveles de gobierno, es decir, provincias y municipios. Ni siquiera necesita que adhieran, porque es de obligación y aplicación automática. Allí radica la importancia de que se dicten leyes de presupuestos mínimos, para saltear este tema de la jurisdicción en un país federal.
Ahora se tiene que legislar sobre el uso de los agroquímicos y después se analizará lo relativo al órgano de aplicación. Desde mi punto de vista tiene que haber un órgano nacional e independiente que cuente con la participación de las provincias, pero es importante darnos cuenta de que estamos enfrentando intereses económicos.
Cuando murieron esos chicos decían que eran daños colaterales del sistema, al igual que lo es la contaminación. Parece que es así, es decir que estamos entendiendo que es necesario que este sistema económico de agricultura use los agroquímicos debidamente controlados y se pueda encontrar la solución. Algunos creemos que hay que hacer un gran esfuerzo económico para reemplazarlos por controles de otro tipo.
Por eso quiero decir que hace falta una legislación nacional y que avancemos en el tema, pero cuesta. Creo que hay que saltar el tema de los intereses económicos y hay que colocar una autoridad de aplicación lo más indemne posible a los intereses que están en juego, que controle y aplique las normas.
En Corrientes tenemos una ley del año 90 que puntualizaba una especie de receta, pero nadie la aplicaba, y el contrabando de agroquímicos es una realidad absoluta, no solamente en el área agrícola sino también en la ganadera. Esto lo hemos visto y por eso se usan productos que no son los autorizados.
Por otra parte, todos sabemos que algunos aviones no están en condiciones y que están trabajando sin siquiera estar afiliados a la asociación que los agrupa. Es decir, existe una situación de mercado negro en todos los aspectos, que es propio de la Argentina y de todos los países donde lógicamente el control honesto del Estado es el que hace falta, pero no puede haber control del Estado si es que no hay una ley.
Después de todas estas reuniones, tenemos que hacer un gran esfuerzo para progresar en el tratamiento de estos proyectos, porque hasta parece una ridiculez que se haya avanzado en la gestión de los envases vacíos y no en el problema de fondo. Es decir, estamos por sancionar una ley de presupuestos mínimos para la gestión integral de envases vacíos y no estamos resolviendo el problema fundamental.
Considero que hay que crear un sistema serio del Estado referido a la promoción de la sustitución de los agroquímicos por otro tipo de tecnología como la manifestaba anteriormente. (Aplausos.)
Soy de Corrientes, y el cinturón frutihortícola de las ciudades de Lavalle y Goya es uno de los más importantes del país en cuanto a cobertura plástica de tomates, pimientos, etcétera. Lamentablemente, se han registrado por lo menos dos muertes de chicos atendidos por agrotóxicos en el Hospital Garrahan.
La verdad es que los tendaleros están en el medio de las ciudades sin ningún tipo de control. Recién después de la muerte de estos chicos aparecieron los controles por parte del Estado provincial.
Cabe señalar que la sanción de una ley de presupuestos mínimos no tiene nada que ver con dinero, pues el artículo 41 de la Constitución establece que los presupuestos mínimos conforman un umbral mínimo de legislación nacional.
Por otra parte, es el único caso en todas las materias del derecho en el cual se dicta una ley nacional de presupuestos mínimos, es aplicable a todos los niveles de gobierno, es decir, provincias y municipios. Ni siquiera necesita que adhieran, porque es de obligación y aplicación automática. Allí radica la importancia de que se dicten leyes de presupuestos mínimos, para saltear este tema de la jurisdicción en un país federal.
Ahora se tiene que legislar sobre el uso de los agroquímicos y después se analizará lo relativo al órgano de aplicación. Desde mi punto de vista tiene que haber un órgano nacional e independiente que cuente con la participación de las provincias, pero es importante darnos cuenta de que estamos enfrentando intereses económicos.
Cuando murieron esos chicos decían que eran daños colaterales del sistema, al igual que lo es la contaminación. Parece que es así, es decir que estamos entendiendo que es necesario que este sistema económico de agricultura use los agroquímicos debidamente controlados y se pueda encontrar la solución. Algunos creemos que hay que hacer un gran esfuerzo económico para reemplazarlos por controles de otro tipo.
Por eso quiero decir que hace falta una legislación nacional y que avancemos en el tema, pero cuesta. Creo que hay que saltar el tema de los intereses económicos y hay que colocar una autoridad de aplicación lo más indemne posible a los intereses que están en juego, que controle y aplique las normas.
En Corrientes tenemos una ley del año 90 que puntualizaba una especie de receta, pero nadie la aplicaba, y el contrabando de agroquímicos es una realidad absoluta, no solamente en el área agrícola sino también en la ganadera. Esto lo hemos visto y por eso se usan productos que no son los autorizados.
Por otra parte, todos sabemos que algunos aviones no están en condiciones y que están trabajando sin siquiera estar afiliados a la asociación que los agrupa. Es decir, existe una situación de mercado negro en todos los aspectos, que es propio de la Argentina y de todos los países donde lógicamente el control honesto del Estado es el que hace falta, pero no puede haber control del Estado si es que no hay una ley.
Después de todas estas reuniones, tenemos que hacer un gran esfuerzo para progresar en el tratamiento de estos proyectos, porque hasta parece una ridiculez que se haya avanzado en la gestión de los envases vacíos y no en el problema de fondo. Es decir, estamos por sancionar una ley de presupuestos mínimos para la gestión integral de envases vacíos y no estamos resolviendo el problema fundamental.
Considero que hay que crear un sistema serio del Estado referido a la promoción de la sustitución de los agroquímicos por otro tipo de tecnología como la manifestaba anteriormente. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE BARLETTA Tiene la palabra el doctor Javier Souza, de la Red de Acción de Plaguicidas y sus alternativas para América Latina.
SR. SOUZA Señor presidente: creo que es la décima audiencia a la cual asistimos, pues empezamos participando hace siete años en del tema del glifosato.
La Red de Acción de Plaguicidas tiene treinta y tres años de vida en todo Latinoamérica y soy su coordinador regional, desde México hasta la Argentina. En la red buscamos fundamentalmente desarrollar tareas de investigación, de capacitación, de sensibilización e incidencia política. Esta es una de las tareas.
Además, soy docente e investigador en la Universidad de Buenos Aires, fundamentalmente realizo tareas de investigación y de campo. Algunas de las transparencias que proyectaremos justamente tienen que ver con las tareas de sensibilización, de capacitación e investigación que llevamos adelante.
Fundamentalmente trabajo desde hace treinta años en el cinturón hortícola, fundamentalmente en Misiones, en Santiago del Estero y Catamarca. También he trabajado mucho en la producción extensiva en Buenos Aires. Por ello, la mayor parte de lo que expondré proviene de los trabajos de campo.
Por mi parte, saludo el debate, porque la Argentina es un país agrícola y el hecho de no tener una ley general sobre plaguicidas es una falta y denota el poco interés que ha tenido esta problemática, que no es nueva sino muy antigua. Hace poco tiempo, el doctor Nelson Albiano en la Sociedad de Pediatría nos daba cuenta de las problemáticas sobre el uso de los plaguicidas en los años 60. Es decir que no venimos a hablar de un problema nuevo, sino de un problema que se va resignificando en el tiempo.
La primera cuestión que me parece importante resaltar es que hubo fases en torno al tema de los plaguicidas, las luchas, la legislación, el posicionamiento, etcétera.
Creo que todos recordamos una gran fase histórica donde se invisibilizó el problema y parecía que no había inconvenientes en torno a los plaguicidas, tal como sucedió en casos particulares como el de Paratión. De ahí pasamos a una fase donde se posicionó el tema y parecía que la cuestión era el modo de aplicación. Es decir, ni los plaguicidas ni las condiciones sociales de aplicación sino el modo. Entonces, una vez que estaba resuelto el modo, junto con las buenas prácticas, estaba acabada la situación.
Ahora estamos en la tercera fase, que es una gran lucha en los territorios. Pierre Bourdieu diría que es una lucha en los campos de acciones por una posesión del capital, con intereses muy claros de cada uno de los actores: para algunos, preservar la salud; para otros, acumular capital económico, y al mismo tiempo preservar las fuentes de trabajo.
No es un problema nuevo sino que se va resignificando en el tiempo; desde mi punto de vista no es un problema solamente del modo de aplicación sino de los productos.
En la primera reunión interna propuse que pensemos en la gran heterogeneidad de los plaguicidas que usamos en lugar de hablar solamente del glifosato. En la Argentina estamos hablando de plaguicidas extremadamente tóxicos, muy cuestionados e incluso retirados en sus países de origen, como el fipronil y el imidacloprid. Cada 3 de diciembre yo pregunto por qué seguimos usando en la Argentina productos como el como el fipronil y el imidacloprid, los cuales fueron retirados del mercado de la Unión Europea a mediados de 2004. Además, se extendió el uso del paraquat, cuando está severamente restringido en otros países, así como el carbofurano y el clorpirifós.
Pensemos en la heterogeneidad de las condiciones de aplicación. Pareciera que lo único que podemos ver es el mosquito y el avión, aunque hay gran cantidad de otras tecnologías y modos de uso de estos plaguicidas.
Analicemos las diferentes áreas. Pareciera que la única área que existe en nuestro país es la región pampeana, mientras que aquí se habló de los cinturones frutihortícolas y la producción de tabaco -donde vamos a continuar con nuestro trabajo de investigación la semana próxima-, de caña, de olivo y la frutihorticultura. Cada uno tiene sus productos, sus condiciones, áreas de aplicación y población expuesta.
Considero que todos deberíamos sentirnos expuestos porque todos los que estamos acá comemos hortalizas y frutas, algunos fuman y algunos viven cerca de la zona de aplicación. Gracias a su características físico-químicas, algunos productos tienen una gran posibilidad de acercarse a las poblaciones. Pensemos que el endosulfán fue prohibido gracias a una acción conjunta de muchas organizaciones; es un insecticida que tenía la posibilidad de biomagnificarse, de adherirse a las partículas sólidas del aire y de producir el efecto saltamontes.
Reflexionemos sobre la heterogeneidad y las condiciones físico-químicas de estos productos y sus áreas productivas y modos de aplicación. Salgamos del glifosato, de la soja y de este estilo de siembra directa. Hay muchas formas de hacer siembra directa, que precisamente fue la primera forma de siembra de los humanos, sin uso de herbicidas. Todavía se siembra sobre barbechos y sobre abonos verdes sin herbicidas.
Tenemos que analizar es la cantidad de productos que utilizamos y las etapas de cada una de las producciones, quiénes lo utilizan y por qué, el impacto en la salud y cómo se contaminan los alimentos en los cinturones frutihortícolas, donde la mayor cantidad de aplicaciones de agrotóxicos se realiza. Si tenemos tiempo, mostraré algunos datos de las investigaciones al respecto.
Veamos el problema desde los productos, las formas de aplicación, las etapas de riesgo, la ausencia de control por parte de las instituciones del Estado, la contaminación de los alimentos y el impacto en la salud. No es un problema nuevo: hace cincuenta y cuatro años Rachel Carson nos daba algunos datos que ahora estamos confirmando en relación con las afecciones endocrinas, información sobre la que poseemos mucha información en nuestro país.
Este proceso se da en un contexto de artificialización de la naturaleza, en el cual creemos que podemos reemplazar los ciclos, los flujos y las relaciones naturales por capital.
Ahora muestro una de las propuestas de producción agroecológica y, de paso, informo al orador precedente que el tabaco está prohibido en las producciones orgánicas porque afecta mucho a los insectos benéficos. No lo usamos y no vamos a permitir que se lo use en las producciones orgánicas. La naturaleza siempre nos muestra que es insubordinable.
Pensemos en la expansión de todos los monocultivos, no solo de la soja. Tenemos que ver los cambios tecnológicos puesto que si la tecnología genera problemas, tenemos que analizar si podemos resolver esos mismos problemas con más tecnología. Einstein decía que si para resolver un problema, seguimos el mismo camino, es muy probable que nos volvamos a tropezar con otro problema. Pensar que vamos a resolver los problemas con tecnología e insumos significa volver al inicio y pensar que el problema de los clorados se resuelve con fosforados, el de los fosforados con piretroides y el de los piretroides con neonicotinoides, pero finalmente no resolvemos ningún problema.
Reflexionemos sobre la expansión de los monocultivos y su insustentabilidad. En alguna provincia se dará esta situación con la caña del azúcar y el tabaco, y obviamente con la soja en Salta. Tenemos que salir del monocultivo mental y de los territorios. El énfasis en la tecnología nos está llevando a repensar lo que prometían los transgénicos hace veinte años. Yo tengo recortes de algunas personas presentes sobre lo que se decía sobre los transgénicos: que iban a acabar con el hambre, que iban a promover una reducción en el uso de los plaguicidas, que iban a generar mejoras para consumidores por algunas características de esos productos, que iban a acabar con la deforestación, etcétera. Pasaron veinte años y en muchos casos tenemos que reanalizar qué está sucediendo, y para eso no tenemos que ir nada más que a los suplementos de los sábados de algunos periódicos para darnos cuenta de las quejas de los productores que siguen utilizando una gran cantidad de plaguicidas e insectidas -sobre todo en Salta- porque algunas variedades transgénicas se han mostrado ineficientes para el control de insectos.
Es tan importante el tema que la primera lucha se da en la denominación de estos productos. Para alejar la peligrosidad, a veces buscamos algún nombre que finalmente no diga nada acerca de lo que estamos manipulando.
Por otra parte, me parece importante que no pensemos nada más en la deriva cuando hablamos de exposición. También tenemos que hablar de los plaguicidas como la atrazina, que rápidamente se solubiliza en el agua y de algunos productos que quedan retenidos en el suelo por mucho tiempo, productos que tienen la posibilidad de adherirse a las partículas sólidas del suelo. Pensemos en todas estas vías, en el transporte aéreo, en la absorción y en la solubilización en agua. Ahí nos daremos cuenta de que aquellos que creemos que no estamos expuestos a los plaguicidas, en realidad lo estamos. El acuífero Puelche está contaminado, pero no desde ahora sino que los primeros registros datan de 1990. No analicemos solamente la deriva, si ponemos una barrera y la velocidad del viento sino también todas las características físico-químicas de estos productos. En particular, llamo la atención sobre algunos productos como la atrazina, el maneb y el zineb, por su elevada vida media en el ambiente y en el suelo.
En cuanto a los problemas en la salud, estudiemos cómo evolucionó el uso de los plaguicidas desde los años 90 hasta ahora. En realidad, podemos explicarlo solo parcialmente por el aumento de la superficie bajo cultivo. La solución a la resistencia del insecto a los plaguicidas en plantas silvestres las solucionamos, entre comillas, aplicando más plaguicidas o recambiando los productos. Repito que seguimos usando el clorpirifós, el paraquat y el imidacloprid, productos retirados de los mercados en sus países de origen.
Hicimos un trabajo en Montecarlo, que lo traje a colación para repensar otras zonas productivas. Fijémonos en la cantidad de productos que se usan en Misiones. No sé si alguno de los presentes fuma, pero además de arruinarse su propia salud promueve la utilización de plaguicidas extremadamente peligrosos para la producción de tabaco.
Aquí podemos ver algunas fotos, esta imagen es de Pilar, a veinte minutos de aquí. Observamos también envases, monocultivos, envases colgados, plantas de yerba mate. Vemos una imagen de Santiago del Estero, las pulverizaciones aéreas llegan muy cerca de las viviendas y una fotografía de monocultivos forestales, sobre los cuales empezaremos una investigación la semana que viene.
Con respecto al problema de la salud, por ejemplo en una zona hortícola donde estamos trabajando hace treinta años, vemos qué le pasa a la gente que aplica los productos, desde problemas en los pulmones hasta problemas en el sistema endócrino. Gran parte de los alimentos que consumimos nosotros provienen de esta zona. Tenemos muchas investigaciones sobre cómo los plaguicidas afectan la salud.
Decir hoy que no hay investigaciones que liguen los problemas de salud con los plaguicidas me parecería falto de seriedad. Hay muchísimas investigaciones -sobre todo en Estados Unidos y Europa- que dan cuenta de la neurotoxicidad, la disrupción endócrina y efectos crónicos a nivel reproductivo. Fíjense que hay citas en revistas científicas que dan cuenta de la muerte fetal.
Aunque no soy médico tuve la suerte de que me admitieran en la Sociedad de Pediatría. Al respeto puedo decir que en la Comisión de Salud y Ambiente se realizó una excelente jornada sobre el efecto de los factores ambientales en los genes, la epigenética. Y debatieron acerca de cómo los plaguicidas pueden afectar a la salud y que los síntomas aparezcan mucho después de la exposición. Se producen efectos en la salud reproductiva, como cánceres de próstata u ovarios. Tenemos mucha información. Las comunidades se han movilizado.
Hace muy poquito en una reunión un especialista decía que por suerte no se aplican estas normas. Digo que es una pena que lleguemos a decir esto y vuelvo a defender lo que dije ese día. Las comunidades se han movilizado, han conseguido mucho más de lo que en algún momento pensábamos, 2.000, 1.500 o 1.000 metros, creo que es insuficiente la cantidad de metros en muchos lugares apenas sobrepasan los 50 o 100 metros de los lugares donde están las residencias.
Estamos trabajando en el Convenio de Estocolmo, en Saicon, que es una estrategia internacional sobre sustancias químicas para lograr, justamente, posicionar la problemática de los plaguicidas y estamos trabajando a la par del código de conducta de la FAO, y fundamentalmente estamos trabajando para buscar alternativas.
Me extiendo tres minutos. No es que si no producimos con plaguicidas nos vamos a morir de hambre. No es que si no producimos con plaguicidas la Argentina se va a quedar sin posibilidades de exportar. Hoy, con la cantidad de plaguicidas que usamos, según cifras de la FAO, 900 millones de personas se van a dormir con problemas de alimentación. El problema del hambre no es un problema de producción, sino de acceso y tiene que ver más con las políticas que con las tecnologías.
Pensemos en la agroecología, que hoy en la Argentina es una realidad. Vengo trabajando desde hace veinticinco años y vemos productores que tienen desde media hectárea hasta 300 o 400 hectáreas. Son productores de soja, de nogales, de cítricos y hortícolas que hacen agroecología. ¿Es posible producir sin plaguicidas? Sí, la humanidad lo hizo gran parte de su historia. Y acá no hay que buscar tecnologías de insumos, tecnologías sintéticas sino tecnologías de procesos basadas fundamentalmente en la inteligencia y en el conocimiento. Acoplando el conocimiento científico al conocimiento comunitario.
El año pasado organizamos junto con una gran cantidad de instituciones, la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología y se presentaron más de 800 trabajos científicos de agroecología; estas investigaciones dan cuenta de que esto es una realidad. Fundamentalmente buscamos no utilizar insumos químicos, respetar el conocimiento a partir de la diversidad cultural y de la diversidad natural, tratando de ver no solamente los ciclos biológicos sino los procesos que también se dan en torno a la sociedad y a las decisiones a nivel político.
La agroecología es una realidad y tendría otra actividad en la Argentina si recibiera el mismo apoyo que recibe la agricultura convencional. No creamos que la agricultura convencional no recibe ningún apoyo desde las políticas alimentarias, tecnológicas, científicas, arancelarias y cambiarias hoy se está apoyando a la agricultura de monocultivos.
Entonces, tengan en cuenta esto -ya voy finalizando-, en el sentido de que hay muchas escuelas que nos hablan de la agroecología, la agricultura biodinámica, la agricultura natural y de la agricultura orgánica. Algunas tienen más de 120 años, 100 o 40 años. Es decir, existen posibilidades de emplear otros modos de producir alimentos. Simplemente como lo hicimos durante nuestro peregrinar en la tierra y cada uno podrá pensar desde el momento que lo toma.
Diversidad biológica y nutrición adecuada de los suelos. Ninguno de nosotros se levanta a la mañana pensando en tomar un remedio sino que pensamos en vivir bien, alimentarnos, enamorarnos, ser respetados y en querer al otro. Nadie hoy piensa que va a tomar tal remedio para sentirse bien.
De la misma manera tenemos que pensar en la diversidad biológica y en una adecuada nutrición de los suelos, y no qué le echamos a los cultivos. Es decir, tenemos que generar sustentabilidad, resiliencia y equidad.
La agroecología también es una gran propuesta para pensar juntos cómo nos adaptamos críticamente al cambio climático.
Cabe mencionar a la alimentación, la biodiversidad, las prácticas, la transición a la agroecología, donde estamos trabajando desde el acompañamiento a una gran cantidad de productores que han quedado en la franja de restricciones a la pulverización. Por ejemplo, hemos acompañado a un grupo en Luján, pero hemos dado charlas en muchos lugares, porque tenemos que acompañar con políticas activas a aquellos productores que han quedado en la franja. Quiero señalar que políticas activas no implica dar dinero sino acompañarlos en políticas alimentarias, tecnológicas, fiscales, comerciales, etcétera.
Voy a finalizar mi exposición mostrando un par de fotos. En primer lugar, a las semillas que son la base de sustentación y tenemos una gran diversidad. Contamos con más de mil variedades de maíz en la Argentina y por ahí comercialmente son dos. Además, están los arados, los biofertilizantes, etcétera.
Es decir que tenemos que generar diversidad, porque se pueden producir cítricos y hortalizas sin usar plaguicidas. También se puede producir trigo sin usar plaguicidas, como ocurre en Cañuelas; o cultivar frutillas sin ningún agroquímico, como sucede en la zona de Bella Vista, Corrientes; o como sucede en Misiones donde hay más de cinco cultivos en el mismo lugar -árboles, avena, yerba, etcétera- tratando de generar diversidad biológica.
Espero que me inviten próximamente. (Aplausos.)
La Red de Acción de Plaguicidas tiene treinta y tres años de vida en todo Latinoamérica y soy su coordinador regional, desde México hasta la Argentina. En la red buscamos fundamentalmente desarrollar tareas de investigación, de capacitación, de sensibilización e incidencia política. Esta es una de las tareas.
Además, soy docente e investigador en la Universidad de Buenos Aires, fundamentalmente realizo tareas de investigación y de campo. Algunas de las transparencias que proyectaremos justamente tienen que ver con las tareas de sensibilización, de capacitación e investigación que llevamos adelante.
Fundamentalmente trabajo desde hace treinta años en el cinturón hortícola, fundamentalmente en Misiones, en Santiago del Estero y Catamarca. También he trabajado mucho en la producción extensiva en Buenos Aires. Por ello, la mayor parte de lo que expondré proviene de los trabajos de campo.
Por mi parte, saludo el debate, porque la Argentina es un país agrícola y el hecho de no tener una ley general sobre plaguicidas es una falta y denota el poco interés que ha tenido esta problemática, que no es nueva sino muy antigua. Hace poco tiempo, el doctor Nelson Albiano en la Sociedad de Pediatría nos daba cuenta de las problemáticas sobre el uso de los plaguicidas en los años 60. Es decir que no venimos a hablar de un problema nuevo, sino de un problema que se va resignificando en el tiempo.
La primera cuestión que me parece importante resaltar es que hubo fases en torno al tema de los plaguicidas, las luchas, la legislación, el posicionamiento, etcétera.
Creo que todos recordamos una gran fase histórica donde se invisibilizó el problema y parecía que no había inconvenientes en torno a los plaguicidas, tal como sucedió en casos particulares como el de Paratión. De ahí pasamos a una fase donde se posicionó el tema y parecía que la cuestión era el modo de aplicación. Es decir, ni los plaguicidas ni las condiciones sociales de aplicación sino el modo. Entonces, una vez que estaba resuelto el modo, junto con las buenas prácticas, estaba acabada la situación.
Ahora estamos en la tercera fase, que es una gran lucha en los territorios. Pierre Bourdieu diría que es una lucha en los campos de acciones por una posesión del capital, con intereses muy claros de cada uno de los actores: para algunos, preservar la salud; para otros, acumular capital económico, y al mismo tiempo preservar las fuentes de trabajo.
No es un problema nuevo sino que se va resignificando en el tiempo; desde mi punto de vista no es un problema solamente del modo de aplicación sino de los productos.
En la primera reunión interna propuse que pensemos en la gran heterogeneidad de los plaguicidas que usamos en lugar de hablar solamente del glifosato. En la Argentina estamos hablando de plaguicidas extremadamente tóxicos, muy cuestionados e incluso retirados en sus países de origen, como el fipronil y el imidacloprid. Cada 3 de diciembre yo pregunto por qué seguimos usando en la Argentina productos como el como el fipronil y el imidacloprid, los cuales fueron retirados del mercado de la Unión Europea a mediados de 2004. Además, se extendió el uso del paraquat, cuando está severamente restringido en otros países, así como el carbofurano y el clorpirifós.
Pensemos en la heterogeneidad de las condiciones de aplicación. Pareciera que lo único que podemos ver es el mosquito y el avión, aunque hay gran cantidad de otras tecnologías y modos de uso de estos plaguicidas.
Analicemos las diferentes áreas. Pareciera que la única área que existe en nuestro país es la región pampeana, mientras que aquí se habló de los cinturones frutihortícolas y la producción de tabaco -donde vamos a continuar con nuestro trabajo de investigación la semana próxima-, de caña, de olivo y la frutihorticultura. Cada uno tiene sus productos, sus condiciones, áreas de aplicación y población expuesta.
Considero que todos deberíamos sentirnos expuestos porque todos los que estamos acá comemos hortalizas y frutas, algunos fuman y algunos viven cerca de la zona de aplicación. Gracias a su características físico-químicas, algunos productos tienen una gran posibilidad de acercarse a las poblaciones. Pensemos que el endosulfán fue prohibido gracias a una acción conjunta de muchas organizaciones; es un insecticida que tenía la posibilidad de biomagnificarse, de adherirse a las partículas sólidas del aire y de producir el efecto saltamontes.
Reflexionemos sobre la heterogeneidad y las condiciones físico-químicas de estos productos y sus áreas productivas y modos de aplicación. Salgamos del glifosato, de la soja y de este estilo de siembra directa. Hay muchas formas de hacer siembra directa, que precisamente fue la primera forma de siembra de los humanos, sin uso de herbicidas. Todavía se siembra sobre barbechos y sobre abonos verdes sin herbicidas.
Tenemos que analizar es la cantidad de productos que utilizamos y las etapas de cada una de las producciones, quiénes lo utilizan y por qué, el impacto en la salud y cómo se contaminan los alimentos en los cinturones frutihortícolas, donde la mayor cantidad de aplicaciones de agrotóxicos se realiza. Si tenemos tiempo, mostraré algunos datos de las investigaciones al respecto.
Veamos el problema desde los productos, las formas de aplicación, las etapas de riesgo, la ausencia de control por parte de las instituciones del Estado, la contaminación de los alimentos y el impacto en la salud. No es un problema nuevo: hace cincuenta y cuatro años Rachel Carson nos daba algunos datos que ahora estamos confirmando en relación con las afecciones endocrinas, información sobre la que poseemos mucha información en nuestro país.
Este proceso se da en un contexto de artificialización de la naturaleza, en el cual creemos que podemos reemplazar los ciclos, los flujos y las relaciones naturales por capital.
Ahora muestro una de las propuestas de producción agroecológica y, de paso, informo al orador precedente que el tabaco está prohibido en las producciones orgánicas porque afecta mucho a los insectos benéficos. No lo usamos y no vamos a permitir que se lo use en las producciones orgánicas. La naturaleza siempre nos muestra que es insubordinable.
Pensemos en la expansión de todos los monocultivos, no solo de la soja. Tenemos que ver los cambios tecnológicos puesto que si la tecnología genera problemas, tenemos que analizar si podemos resolver esos mismos problemas con más tecnología. Einstein decía que si para resolver un problema, seguimos el mismo camino, es muy probable que nos volvamos a tropezar con otro problema. Pensar que vamos a resolver los problemas con tecnología e insumos significa volver al inicio y pensar que el problema de los clorados se resuelve con fosforados, el de los fosforados con piretroides y el de los piretroides con neonicotinoides, pero finalmente no resolvemos ningún problema.
Reflexionemos sobre la expansión de los monocultivos y su insustentabilidad. En alguna provincia se dará esta situación con la caña del azúcar y el tabaco, y obviamente con la soja en Salta. Tenemos que salir del monocultivo mental y de los territorios. El énfasis en la tecnología nos está llevando a repensar lo que prometían los transgénicos hace veinte años. Yo tengo recortes de algunas personas presentes sobre lo que se decía sobre los transgénicos: que iban a acabar con el hambre, que iban a promover una reducción en el uso de los plaguicidas, que iban a generar mejoras para consumidores por algunas características de esos productos, que iban a acabar con la deforestación, etcétera. Pasaron veinte años y en muchos casos tenemos que reanalizar qué está sucediendo, y para eso no tenemos que ir nada más que a los suplementos de los sábados de algunos periódicos para darnos cuenta de las quejas de los productores que siguen utilizando una gran cantidad de plaguicidas e insectidas -sobre todo en Salta- porque algunas variedades transgénicas se han mostrado ineficientes para el control de insectos.
Es tan importante el tema que la primera lucha se da en la denominación de estos productos. Para alejar la peligrosidad, a veces buscamos algún nombre que finalmente no diga nada acerca de lo que estamos manipulando.
Por otra parte, me parece importante que no pensemos nada más en la deriva cuando hablamos de exposición. También tenemos que hablar de los plaguicidas como la atrazina, que rápidamente se solubiliza en el agua y de algunos productos que quedan retenidos en el suelo por mucho tiempo, productos que tienen la posibilidad de adherirse a las partículas sólidas del suelo. Pensemos en todas estas vías, en el transporte aéreo, en la absorción y en la solubilización en agua. Ahí nos daremos cuenta de que aquellos que creemos que no estamos expuestos a los plaguicidas, en realidad lo estamos. El acuífero Puelche está contaminado, pero no desde ahora sino que los primeros registros datan de 1990. No analicemos solamente la deriva, si ponemos una barrera y la velocidad del viento sino también todas las características físico-químicas de estos productos. En particular, llamo la atención sobre algunos productos como la atrazina, el maneb y el zineb, por su elevada vida media en el ambiente y en el suelo.
En cuanto a los problemas en la salud, estudiemos cómo evolucionó el uso de los plaguicidas desde los años 90 hasta ahora. En realidad, podemos explicarlo solo parcialmente por el aumento de la superficie bajo cultivo. La solución a la resistencia del insecto a los plaguicidas en plantas silvestres las solucionamos, entre comillas, aplicando más plaguicidas o recambiando los productos. Repito que seguimos usando el clorpirifós, el paraquat y el imidacloprid, productos retirados de los mercados en sus países de origen.
Hicimos un trabajo en Montecarlo, que lo traje a colación para repensar otras zonas productivas. Fijémonos en la cantidad de productos que se usan en Misiones. No sé si alguno de los presentes fuma, pero además de arruinarse su propia salud promueve la utilización de plaguicidas extremadamente peligrosos para la producción de tabaco.
Aquí podemos ver algunas fotos, esta imagen es de Pilar, a veinte minutos de aquí. Observamos también envases, monocultivos, envases colgados, plantas de yerba mate. Vemos una imagen de Santiago del Estero, las pulverizaciones aéreas llegan muy cerca de las viviendas y una fotografía de monocultivos forestales, sobre los cuales empezaremos una investigación la semana que viene.
Con respecto al problema de la salud, por ejemplo en una zona hortícola donde estamos trabajando hace treinta años, vemos qué le pasa a la gente que aplica los productos, desde problemas en los pulmones hasta problemas en el sistema endócrino. Gran parte de los alimentos que consumimos nosotros provienen de esta zona. Tenemos muchas investigaciones sobre cómo los plaguicidas afectan la salud.
Decir hoy que no hay investigaciones que liguen los problemas de salud con los plaguicidas me parecería falto de seriedad. Hay muchísimas investigaciones -sobre todo en Estados Unidos y Europa- que dan cuenta de la neurotoxicidad, la disrupción endócrina y efectos crónicos a nivel reproductivo. Fíjense que hay citas en revistas científicas que dan cuenta de la muerte fetal.
Aunque no soy médico tuve la suerte de que me admitieran en la Sociedad de Pediatría. Al respeto puedo decir que en la Comisión de Salud y Ambiente se realizó una excelente jornada sobre el efecto de los factores ambientales en los genes, la epigenética. Y debatieron acerca de cómo los plaguicidas pueden afectar a la salud y que los síntomas aparezcan mucho después de la exposición. Se producen efectos en la salud reproductiva, como cánceres de próstata u ovarios. Tenemos mucha información. Las comunidades se han movilizado.
Hace muy poquito en una reunión un especialista decía que por suerte no se aplican estas normas. Digo que es una pena que lleguemos a decir esto y vuelvo a defender lo que dije ese día. Las comunidades se han movilizado, han conseguido mucho más de lo que en algún momento pensábamos, 2.000, 1.500 o 1.000 metros, creo que es insuficiente la cantidad de metros en muchos lugares apenas sobrepasan los 50 o 100 metros de los lugares donde están las residencias.
Estamos trabajando en el Convenio de Estocolmo, en Saicon, que es una estrategia internacional sobre sustancias químicas para lograr, justamente, posicionar la problemática de los plaguicidas y estamos trabajando a la par del código de conducta de la FAO, y fundamentalmente estamos trabajando para buscar alternativas.
Me extiendo tres minutos. No es que si no producimos con plaguicidas nos vamos a morir de hambre. No es que si no producimos con plaguicidas la Argentina se va a quedar sin posibilidades de exportar. Hoy, con la cantidad de plaguicidas que usamos, según cifras de la FAO, 900 millones de personas se van a dormir con problemas de alimentación. El problema del hambre no es un problema de producción, sino de acceso y tiene que ver más con las políticas que con las tecnologías.
Pensemos en la agroecología, que hoy en la Argentina es una realidad. Vengo trabajando desde hace veinticinco años y vemos productores que tienen desde media hectárea hasta 300 o 400 hectáreas. Son productores de soja, de nogales, de cítricos y hortícolas que hacen agroecología. ¿Es posible producir sin plaguicidas? Sí, la humanidad lo hizo gran parte de su historia. Y acá no hay que buscar tecnologías de insumos, tecnologías sintéticas sino tecnologías de procesos basadas fundamentalmente en la inteligencia y en el conocimiento. Acoplando el conocimiento científico al conocimiento comunitario.
El año pasado organizamos junto con una gran cantidad de instituciones, la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología y se presentaron más de 800 trabajos científicos de agroecología; estas investigaciones dan cuenta de que esto es una realidad. Fundamentalmente buscamos no utilizar insumos químicos, respetar el conocimiento a partir de la diversidad cultural y de la diversidad natural, tratando de ver no solamente los ciclos biológicos sino los procesos que también se dan en torno a la sociedad y a las decisiones a nivel político.
La agroecología es una realidad y tendría otra actividad en la Argentina si recibiera el mismo apoyo que recibe la agricultura convencional. No creamos que la agricultura convencional no recibe ningún apoyo desde las políticas alimentarias, tecnológicas, científicas, arancelarias y cambiarias hoy se está apoyando a la agricultura de monocultivos.
Entonces, tengan en cuenta esto -ya voy finalizando-, en el sentido de que hay muchas escuelas que nos hablan de la agroecología, la agricultura biodinámica, la agricultura natural y de la agricultura orgánica. Algunas tienen más de 120 años, 100 o 40 años. Es decir, existen posibilidades de emplear otros modos de producir alimentos. Simplemente como lo hicimos durante nuestro peregrinar en la tierra y cada uno podrá pensar desde el momento que lo toma.
Diversidad biológica y nutrición adecuada de los suelos. Ninguno de nosotros se levanta a la mañana pensando en tomar un remedio sino que pensamos en vivir bien, alimentarnos, enamorarnos, ser respetados y en querer al otro. Nadie hoy piensa que va a tomar tal remedio para sentirse bien.
De la misma manera tenemos que pensar en la diversidad biológica y en una adecuada nutrición de los suelos, y no qué le echamos a los cultivos. Es decir, tenemos que generar sustentabilidad, resiliencia y equidad.
La agroecología también es una gran propuesta para pensar juntos cómo nos adaptamos críticamente al cambio climático.
Cabe mencionar a la alimentación, la biodiversidad, las prácticas, la transición a la agroecología, donde estamos trabajando desde el acompañamiento a una gran cantidad de productores que han quedado en la franja de restricciones a la pulverización. Por ejemplo, hemos acompañado a un grupo en Luján, pero hemos dado charlas en muchos lugares, porque tenemos que acompañar con políticas activas a aquellos productores que han quedado en la franja. Quiero señalar que políticas activas no implica dar dinero sino acompañarlos en políticas alimentarias, tecnológicas, fiscales, comerciales, etcétera.
Voy a finalizar mi exposición mostrando un par de fotos. En primer lugar, a las semillas que son la base de sustentación y tenemos una gran diversidad. Contamos con más de mil variedades de maíz en la Argentina y por ahí comercialmente son dos. Además, están los arados, los biofertilizantes, etcétera.
Es decir que tenemos que generar diversidad, porque se pueden producir cítricos y hortalizas sin usar plaguicidas. También se puede producir trigo sin usar plaguicidas, como ocurre en Cañuelas; o cultivar frutillas sin ningún agroquímico, como sucede en la zona de Bella Vista, Corrientes; o como sucede en Misiones donde hay más de cinco cultivos en el mismo lugar -árboles, avena, yerba, etcétera- tratando de generar diversidad biológica.
Espero que me inviten próximamente. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE BARLETTA Tiene la palabra el licenciado Cristian Moleker, del Ministerio de Ambiente, Campo y Producción, de la provincia de San Luis.
SR. MOLEKER Señor presidente: sé que deben estar un poco cansados, por la cantidad de horas de discusión.
Considero que para los legisladores se trata de un trabajo muy arduo, pues recibieron mucha información y tienen el gran desafío de plasmarla en una iniciativa que represente a todos los sectores. Creo que va a ser una tarea bastante complicada.
En primer lugar, quiero felicitar a quienes están organizando estos intercambios de información, porque colaboran en uno de los elementos claves, que es el tema de las asimetrías de información. Esta cuestión está presente en muchísimos problemas que tiene la Argentina, tales como el acceso a la información pública de una manera transparente, y que el entendimiento sea de una manera amigable, porque de nada sirve hacer informes técnicos que luego no entienda nadie. Este debate colabora muchísimo en eliminar las asimetrías de la información.
Otro tema al que me voy a referir es el de internalizar la externalidad. Es decir, con la producción agropecuaria se generan muchísimas externalidades que son difíciles de internalizar.
Entonces, si logramos internalizar los costos quizás tengamos que debatir qué tipo de sistema productivo vamos a llevar adelante y cuál será sustentable. Cuando internalizamos las externalidades surgen visiblemente algunos costos que están ocultos y que alguien paga: el Estado los paga con un sistema de control muy riguroso o lo pagamos con salud humana.
La provincia de San Luis cuenta con una ley bastante antigua, de 2004, por la que se regula el uso de agroquímicos en cuanto a su aplicación, fabricación, transporte, comercialización, almacenamiento y sanciones.
Dada la extensión geográfica que tiene la producción agropecuaria, la realidad es que es muy difícil el control no solamente en San Luis, sino en todo el territorio argentino. Además, hay muchas cuestiones que dependen de leyes nacionales y esto se complica mucho más.
Este es el esquema de actores que tiene la reglamentación: el responsable del inmueble, el agente fitosanitario, el comerciante, el aplicador. Se trata de temas sobre los que todos se han manifestado con distintos grados de profundidad, pero cada uno ha abordado la cuestión de acuerdo con sus prioridades o intereses.
El aplicador tiene que cumplir con buenas prácticas y coincido que hay muchísima tecnología que puede colaborar en sistematizar el control y hacerlo más fácil. En la realidad, en la práctica esto no sucede en ninguna provincia. Es decir, hay información y hay tecnología, pero no están aceitados los sistemas de control. Incluso cuando tengamos tecnología hay cuestiones de control de ella. Recién hablaban del INTI como regulador de las mediciones de estaciones meteorológicas a la hora de regular aplicaciones relacionadas con el tema del clima: el viento, la humedad, etcétera.
Respecto del agente fitosanitario -hablamos de educación o de ingenieros agrónomos-, nosotros pensamos en un sistema de recetas que vincule el establecimiento agropecuario con su régimen catastral. Tenemos todo el territorio provincial digitalizado de manera que lo podamos geolocalizar automáticamente y firmarlo digitalmente. El agente fitosanitario no tiene que ir a ninguna oficina pública. Esto nos permitiría armar un sistema de semáforos -rojo, verde, amarillo- de acuerdo a si el campo donde hay soja tiene una receta y a su vez esa receta tiene un aplicador certificado, etcétera.
Todo esto lo podemos hacer eficientemente, pero incluso así existe un importantísimo riesgo latente, que es la salud humana y el medio ambiente.
Cuando hayamos avanzado con la reglamentación, en el sentido de usar mucha tecnología y tener un control más eficiente y menos costoso, valdrá la pena hablar del principio precautorio.
Los funcionarios de Aapresid hablaron sobre la erosión que están sufriendo por exceso hídrico en Adelia María. Por nuestra parte, tenemos una situación de emergencia ambiental. De hecho existe una ley en este sentido en un lugar que se llama la Cuenca El Morro donde justamente no se aplican buenas prácticas agrícolas. Este lugar sufrió un desmonte indiscriminado por la expansión de la frontera agrícola y, por el cambio en el uso del suelo, hubo un gran desbalance hídrico.
Voy a hacer una pequeña disquisición con la gente de Aapresid. Ellos dijeron que la siembra directa colabora con la reducción de la erosión hídrica y también dijeron que reduce la evapotranspiración del agua en un 70 por ciento, pero debo señalar que existe una clara contradicción en esa apreciación.
La siembra directa colabora con la eliminación de una posible erosión eólica, pero no con la erosión hídrica. Lo que sucede en ese lugar que mostraron es una recarga de la freática que genera una gran erosión hídrica, producto de un surgimiento de cauces de ríos que comienzan a comer la capa del suelo y empiezan a surgir nuevos ríos. Eso fue lo que nos pasó en la Cuenca El Morro.
Coincido con lo señalado respecto de que la rotación de cultivos y los cultivos de cobertura colaboran para eliminar el exceso hídrico. Eso es claro y conforman buenas prácticas agrícolas. Esto es llevar una práctica agrícola en un territorio de acuerdo con las características naturales de ese territorio.
No podemos hacer las mismas prácticas agrícolas en territorios distintos. Debemos ver las características naturales de cada lugar para aplicar prácticas agrícolas sustentables, pues no todas son sustentables por el solo hecho de ser buenas sino que deben tener en cuenta las características propias del lugar.
Esta situación nos llevó a declarar una emergencia ambiental en la Cuenca El Morro. Para que ustedes se den una idea, este era un lugar de pasturas naturales y ganadería extensiva que pasó a hacer agricultura -sobre todo soja- sin rotación y sin cultivos de cobertura, con lo cual en solo diez años aumentó un 40 por ciento la presencia de ríos importantes, lo que generó grandes aluviones de sedimentación que taparon entre 300 y 400 hectáreas de campo aguas abajo. Aun cuando conocemos que hay necesidad de hacer prácticas agrícolas, el mercado y los productores no internalizan las externalidades que generan.
Si hablamos de salud humana, debemos ser conscientes de que el productor no internaliza las externalidades que genera y que el mercado no lleva a precio sus externalidades. Recién el señor diputado Lusquiños preguntó a los representantes de AAPRESID si las certificaciones se traducían en precios. El sistema de certificación de buenas prácticas es excelente, pero es un problema si el mercado después no lo paga. Pasa muchísimo en la ganadería porque si el mercado no me paga trazabilidad, no la hago; y si el mercado no me paga buenas prácticas agrícolas, no las utilizo a no ser que el Estado me lo obligue, es decir, cuando el Estado me internaliza la externalidad. Si no lo hace el mercado, lo tiene que hacer el Estado.
En ese sentido, tenemos que debatir el principio precautorio de la ley general del ambiente. Dada la gran problemática de control y de internalizar las externalidades, tenemos que tener principios precautorios para cuidar la salud humana y el medio ambiente.
Soy ministro de Medio Ambiente, Campo y Producción, pero sé que el principio precautorio está aun por arriba del derecho a trabajar, del derecho al progreso o a hacer plata. Estamos hablando de salud.
Por otra parte, el principio de progresividad también está incluido en la ley general del ambiente, y señala que siempre tenemos que establecer normas avanzando y nunca retrocediendo en relación con el cuidado del medio ambiente y la salud.
En cuanto a la cuestión de distancias, podemos aplicar buenas prácticas agrícolas que de alguna forma nos den una especie de garantía de que no va a haber daños colaterales, como se suelen llamar -aun cuando no coincido con esa expresión-, pero tenemos el riesgo latente. Aunque establezcamos presupuestos mínimos, el principio precautorio debería estar vigente para establecer distancias. Aun cuando no se cumplan esas prácticas agrícolas, cuando el Estado no es eficiente a la hora de controlar la aplicación, por lo menos debemos tener ese elemento de distancia que minimiza los riesgos de exposición en detrimento de la salud humana.
El hombre se nutre de los dones de la naturaleza y debemos protegerlos, lo que es un gran desafío. No es fácil entender que tenemos que internalizar las externalidades y que alguien tiene que pagarlo. Un sistema de control por parte del Estado, donde se van a establecer buenas prácticas agrícolas y el Estado cuide su cumplimiento tiene un costo. ¿Quién lo paga? Si no se trabaja con un sistema de control eficiente, va a ser más costoso aún y ahí la tecnología nos puede ayudar muchísimo.
En síntesis, creo que valdrá la pena que los señores diputados revisen los principios de precaución y progresividad en el momento de la discusión de la norma de presupuestos mínimos. (Aplausos.)
Considero que para los legisladores se trata de un trabajo muy arduo, pues recibieron mucha información y tienen el gran desafío de plasmarla en una iniciativa que represente a todos los sectores. Creo que va a ser una tarea bastante complicada.
En primer lugar, quiero felicitar a quienes están organizando estos intercambios de información, porque colaboran en uno de los elementos claves, que es el tema de las asimetrías de información. Esta cuestión está presente en muchísimos problemas que tiene la Argentina, tales como el acceso a la información pública de una manera transparente, y que el entendimiento sea de una manera amigable, porque de nada sirve hacer informes técnicos que luego no entienda nadie. Este debate colabora muchísimo en eliminar las asimetrías de la información.
Otro tema al que me voy a referir es el de internalizar la externalidad. Es decir, con la producción agropecuaria se generan muchísimas externalidades que son difíciles de internalizar.
Entonces, si logramos internalizar los costos quizás tengamos que debatir qué tipo de sistema productivo vamos a llevar adelante y cuál será sustentable. Cuando internalizamos las externalidades surgen visiblemente algunos costos que están ocultos y que alguien paga: el Estado los paga con un sistema de control muy riguroso o lo pagamos con salud humana.
La provincia de San Luis cuenta con una ley bastante antigua, de 2004, por la que se regula el uso de agroquímicos en cuanto a su aplicación, fabricación, transporte, comercialización, almacenamiento y sanciones.
Dada la extensión geográfica que tiene la producción agropecuaria, la realidad es que es muy difícil el control no solamente en San Luis, sino en todo el territorio argentino. Además, hay muchas cuestiones que dependen de leyes nacionales y esto se complica mucho más.
Este es el esquema de actores que tiene la reglamentación: el responsable del inmueble, el agente fitosanitario, el comerciante, el aplicador. Se trata de temas sobre los que todos se han manifestado con distintos grados de profundidad, pero cada uno ha abordado la cuestión de acuerdo con sus prioridades o intereses.
El aplicador tiene que cumplir con buenas prácticas y coincido que hay muchísima tecnología que puede colaborar en sistematizar el control y hacerlo más fácil. En la realidad, en la práctica esto no sucede en ninguna provincia. Es decir, hay información y hay tecnología, pero no están aceitados los sistemas de control. Incluso cuando tengamos tecnología hay cuestiones de control de ella. Recién hablaban del INTI como regulador de las mediciones de estaciones meteorológicas a la hora de regular aplicaciones relacionadas con el tema del clima: el viento, la humedad, etcétera.
Respecto del agente fitosanitario -hablamos de educación o de ingenieros agrónomos-, nosotros pensamos en un sistema de recetas que vincule el establecimiento agropecuario con su régimen catastral. Tenemos todo el territorio provincial digitalizado de manera que lo podamos geolocalizar automáticamente y firmarlo digitalmente. El agente fitosanitario no tiene que ir a ninguna oficina pública. Esto nos permitiría armar un sistema de semáforos -rojo, verde, amarillo- de acuerdo a si el campo donde hay soja tiene una receta y a su vez esa receta tiene un aplicador certificado, etcétera.
Todo esto lo podemos hacer eficientemente, pero incluso así existe un importantísimo riesgo latente, que es la salud humana y el medio ambiente.
Cuando hayamos avanzado con la reglamentación, en el sentido de usar mucha tecnología y tener un control más eficiente y menos costoso, valdrá la pena hablar del principio precautorio.
Los funcionarios de Aapresid hablaron sobre la erosión que están sufriendo por exceso hídrico en Adelia María. Por nuestra parte, tenemos una situación de emergencia ambiental. De hecho existe una ley en este sentido en un lugar que se llama la Cuenca El Morro donde justamente no se aplican buenas prácticas agrícolas. Este lugar sufrió un desmonte indiscriminado por la expansión de la frontera agrícola y, por el cambio en el uso del suelo, hubo un gran desbalance hídrico.
Voy a hacer una pequeña disquisición con la gente de Aapresid. Ellos dijeron que la siembra directa colabora con la reducción de la erosión hídrica y también dijeron que reduce la evapotranspiración del agua en un 70 por ciento, pero debo señalar que existe una clara contradicción en esa apreciación.
La siembra directa colabora con la eliminación de una posible erosión eólica, pero no con la erosión hídrica. Lo que sucede en ese lugar que mostraron es una recarga de la freática que genera una gran erosión hídrica, producto de un surgimiento de cauces de ríos que comienzan a comer la capa del suelo y empiezan a surgir nuevos ríos. Eso fue lo que nos pasó en la Cuenca El Morro.
Coincido con lo señalado respecto de que la rotación de cultivos y los cultivos de cobertura colaboran para eliminar el exceso hídrico. Eso es claro y conforman buenas prácticas agrícolas. Esto es llevar una práctica agrícola en un territorio de acuerdo con las características naturales de ese territorio.
No podemos hacer las mismas prácticas agrícolas en territorios distintos. Debemos ver las características naturales de cada lugar para aplicar prácticas agrícolas sustentables, pues no todas son sustentables por el solo hecho de ser buenas sino que deben tener en cuenta las características propias del lugar.
Esta situación nos llevó a declarar una emergencia ambiental en la Cuenca El Morro. Para que ustedes se den una idea, este era un lugar de pasturas naturales y ganadería extensiva que pasó a hacer agricultura -sobre todo soja- sin rotación y sin cultivos de cobertura, con lo cual en solo diez años aumentó un 40 por ciento la presencia de ríos importantes, lo que generó grandes aluviones de sedimentación que taparon entre 300 y 400 hectáreas de campo aguas abajo. Aun cuando conocemos que hay necesidad de hacer prácticas agrícolas, el mercado y los productores no internalizan las externalidades que generan.
Si hablamos de salud humana, debemos ser conscientes de que el productor no internaliza las externalidades que genera y que el mercado no lleva a precio sus externalidades. Recién el señor diputado Lusquiños preguntó a los representantes de AAPRESID si las certificaciones se traducían en precios. El sistema de certificación de buenas prácticas es excelente, pero es un problema si el mercado después no lo paga. Pasa muchísimo en la ganadería porque si el mercado no me paga trazabilidad, no la hago; y si el mercado no me paga buenas prácticas agrícolas, no las utilizo a no ser que el Estado me lo obligue, es decir, cuando el Estado me internaliza la externalidad. Si no lo hace el mercado, lo tiene que hacer el Estado.
En ese sentido, tenemos que debatir el principio precautorio de la ley general del ambiente. Dada la gran problemática de control y de internalizar las externalidades, tenemos que tener principios precautorios para cuidar la salud humana y el medio ambiente.
Soy ministro de Medio Ambiente, Campo y Producción, pero sé que el principio precautorio está aun por arriba del derecho a trabajar, del derecho al progreso o a hacer plata. Estamos hablando de salud.
Por otra parte, el principio de progresividad también está incluido en la ley general del ambiente, y señala que siempre tenemos que establecer normas avanzando y nunca retrocediendo en relación con el cuidado del medio ambiente y la salud.
En cuanto a la cuestión de distancias, podemos aplicar buenas prácticas agrícolas que de alguna forma nos den una especie de garantía de que no va a haber daños colaterales, como se suelen llamar -aun cuando no coincido con esa expresión-, pero tenemos el riesgo latente. Aunque establezcamos presupuestos mínimos, el principio precautorio debería estar vigente para establecer distancias. Aun cuando no se cumplan esas prácticas agrícolas, cuando el Estado no es eficiente a la hora de controlar la aplicación, por lo menos debemos tener ese elemento de distancia que minimiza los riesgos de exposición en detrimento de la salud humana.
El hombre se nutre de los dones de la naturaleza y debemos protegerlos, lo que es un gran desafío. No es fácil entender que tenemos que internalizar las externalidades y que alguien tiene que pagarlo. Un sistema de control por parte del Estado, donde se van a establecer buenas prácticas agrícolas y el Estado cuide su cumplimiento tiene un costo. ¿Quién lo paga? Si no se trabaja con un sistema de control eficiente, va a ser más costoso aún y ahí la tecnología nos puede ayudar muchísimo.
En síntesis, creo que valdrá la pena que los señores diputados revisen los principios de precaución y progresividad en el momento de la discusión de la norma de presupuestos mínimos. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE BARLETTA Nos han pedido la palabra el Ministerio Público Fiscal de Mar del Plata y otras personas, pero lamentablemente ya nos excedimos más de una hora más de lo previsto. Necesitan esta sala porque hay otra reunión. Quédense tranquilos porque vamos a seguir trabajando. No siempre porque vamos a establecer un cronograma medianamente estricto para ir acercando posiciones.
No es un tema sencillo. Evidentemente, hemos visto posiciones muy encontradas, extremas. Todas tienen su razonabilidad y sustentabilidad en los estudios realizados, pero lo cierto es que debemos generar una alternativa para ordenar este tema porque creo que estamos en el peor de los mundos, uno en el cual no hay normas ni controles. Hay cosas que se hacen bien pero es preferible tener un marco que nos ordene y, en todo caso, como esta problemática es tan dinámica -como lo dijeron los científicos y técnicos, y las organizaciones como AAPRESID-, tenemos la suerte de ir verificando y modificando las medidas con el paso del tiempo, ya que van cambiando muchos paradigmas vinculados a la producción y a la salud, que es lo que más nos interesa.
Alguien lo dijo también y lo quiero poner de manifiesto: no dejemos de incorporar aspectos vinculados a la equidad, porque no solo se trata de la salud y de la capacidad económica de aquellos que pueden atenderse, sino que también hay que pensar en que detrás de estos mecanismos debemos tener puesta la mirada en lo mencionado por el señor diputado López. No puede suceder que en la producción de alimentos tengamos problemas con el medio ambiente, la salud y con niños que no se alimentan como corresponde.
Les agradezco mucho a todos. Seguiremos con esta tarea. (Aplausos.)
No es un tema sencillo. Evidentemente, hemos visto posiciones muy encontradas, extremas. Todas tienen su razonabilidad y sustentabilidad en los estudios realizados, pero lo cierto es que debemos generar una alternativa para ordenar este tema porque creo que estamos en el peor de los mundos, uno en el cual no hay normas ni controles. Hay cosas que se hacen bien pero es preferible tener un marco que nos ordene y, en todo caso, como esta problemática es tan dinámica -como lo dijeron los científicos y técnicos, y las organizaciones como AAPRESID-, tenemos la suerte de ir verificando y modificando las medidas con el paso del tiempo, ya que van cambiando muchos paradigmas vinculados a la producción y a la salud, que es lo que más nos interesa.
Alguien lo dijo también y lo quiero poner de manifiesto: no dejemos de incorporar aspectos vinculados a la equidad, porque no solo se trata de la salud y de la capacidad económica de aquellos que pueden atenderse, sino que también hay que pensar en que detrás de estos mecanismos debemos tener puesta la mirada en lo mencionado por el señor diputado López. No puede suceder que en la producción de alimentos tengamos problemas con el medio ambiente, la salud y con niños que no se alimentan como corresponde.
Les agradezco mucho a todos. Seguiremos con esta tarea. (Aplausos.)
- Es la hora 13 y 53.