RELACIONES EXTERIORES Y CULTO
Comisión PermanenteOf. Administrativa: Piso P04 Oficina 407
Secretario Administrativo DR. TRIANTAFILO GUILLERMO
Miércoles 10.00hs
Of. Administrativa: (054-11) 6075-2409 Internos 2409/2407
creyculto@hcdn.gob.ar
- RELACIONES EXTERIORES Y CULTO
- RECURSOS NATURALES Y CONSERVACION DEL AMBIENTE HUMANO
Reunión del día 09/05/2001
- REUNIÓN CONJUNTA CON RRNN Y CONS DEL M AMBIENTE TRATAMIENTO DEL PROTOCOLO DE KYOTO CON VISITA DEL EMBAJADOR
- En Buenos Aires, a los nueve días del mes de mayo de 2001, a la hora 9 y 48:
SR. PRESIDENTE STUBRIN Habiéndose cumplido la media hora de espera, y contándose con el quórum establecido en el reglamento, damos inicio a la reunión conjunta de las comisiones de Relaciones Exteriores y Culto y de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano.
En primer término, quiero dar la bienvenida al señor embajador Raúl Estrada Oyuela y a su equipo de colaboradores, quienes se ocupan de considerar las cuestiones ambientales en el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Argentina.
Nos hemos reunido para considerar el Protocolo de Kyoto, la correspondiente aprobación de parte del Congreso, el rechazo de Estados Unidos y la ronda de negociaciones realizada durante el fin de semana pasado.
Quisiéramos contar con una somera explicación del señor embajador Estrada Oyuela. Tengo el honor de decir que la presencia del señor embajador ha sido totalmente decisiva para que la reunión de Kyoto prosperara y tuviera como resultado la propuesta del tratado. Tenemos la oportunidad de escuchar a uno de los actores claves de esta batalla multilateral que se libra en defensa del ambiente, la cual está cruzada y atravesada por numerosos intereses.
Quiero que el equipo de colaboradores del señor embajador sepa que puede intervenir en la reunión en el momento en que lo consideren oportuno. Además, la versión taquigráfica de la reunión estará disponible para los señores diputados que no pudieron asistir.
Sin demorarme más, tiene la palabra el señor embajador Estrada Oyuela.
En primer término, quiero dar la bienvenida al señor embajador Raúl Estrada Oyuela y a su equipo de colaboradores, quienes se ocupan de considerar las cuestiones ambientales en el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Argentina.
Nos hemos reunido para considerar el Protocolo de Kyoto, la correspondiente aprobación de parte del Congreso, el rechazo de Estados Unidos y la ronda de negociaciones realizada durante el fin de semana pasado.
Quisiéramos contar con una somera explicación del señor embajador Estrada Oyuela. Tengo el honor de decir que la presencia del señor embajador ha sido totalmente decisiva para que la reunión de Kyoto prosperara y tuviera como resultado la propuesta del tratado. Tenemos la oportunidad de escuchar a uno de los actores claves de esta batalla multilateral que se libra en defensa del ambiente, la cual está cruzada y atravesada por numerosos intereses.
Quiero que el equipo de colaboradores del señor embajador sepa que puede intervenir en la reunión en el momento en que lo consideren oportuno. Además, la versión taquigráfica de la reunión estará disponible para los señores diputados que no pudieron asistir.
Sin demorarme más, tiene la palabra el señor embajador Estrada Oyuela.
SR. ESTRADA OYUELA Señor presidente: agradezco haber sido invitado a transmitir la información que poseo sobre el tema del clima. Es un gusto estar presente en una reunión presidida por un intelectual amigo mío.
Antes de hablar sobre el Protocolo me gustaría comentar el motivo por el cual nos interesa el tema del clima. La razón es que el cambio climático que se está produciendo y que se sentirá en esta centuria, modifica las condiciones de producción de la Argentina.
Al elevarse la temperatura en nuestra Pampa Húmeda, al reducirse la humedad, al crecer el nivel del mar, se produce un cambio muy importante que afectará nuestras condiciones de producción. Si hoy tenemos problemas de inundaciones, con un determinado nivel del mar, al haber sudestada, ese problema probablemente será mayor. No tenemos las costas de Bangladesh, pero tendremos problemas serios en la Mesopotamia y sobre todo en el Delta.
Algunas de estas situaciones ya se pueden observar. Por ejemplo, la aparición del dengue en algunas zonas de Buenos Aires surge como consecuencia de la modificación del hábitat de los factores. El interés argentino en el cambio climático no pasa por cuidar que haya pajaritos sino por que nuestras condiciones y capacidad de producir se modifiquen sensiblemente.
Este proceso comienza con una serie de análisis que se hacen en la década del 80 y que llevan a iniciar en el 91 la negociación del convenio marco sobre cambio climático, que fue aprobado por el Congreso Nacional y ratificado por el Poder Ejecutivo. Este convenio marco tiene el objetivo de estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que no sea peligroso para el sistema climático. Para ello es necesario limitar y reducir, según los casos, las emisiones de esos gases de efecto invernadero.
En el convenio marco se preveía que los países industrializados -de los cuales en 1990 provenían las tres cuartas partes de los gases concentrados en la atmósfera- debían tomar la iniciativa de mitigar el cambio climático para que en el año 2000 se volviera a los niveles de emisión de 1990.
El convenio se firma en 1992 y en 1994 entra en vigor; en 1995 se hace la primera conferencia entre las partes, en la que se observa que la tendencia no indica que se estuviera volviendo a los niveles de emisión de 1990. Se decide entonces dar un paso adelante y se aprueba el instrumento que induce a ese paso adicional, el mandato de Berlín, que dispone la negociación.
Esta negociación, que yo presido, dura dos años y medio. Se hace en un comité conformado por 160 países miembro y se llega a una resolución en Kyoto.
Este Protocolo contiene otra vez, para los países industrializados, el compromiso de reducir sus emisiones globales en un 5,2 por ciento. Para llegar a ese compromiso fue necesario introducir una serie de modalidades. La primera fue la diferenciación.
Ya el convenio tenía diferencias; una cosa era la obligación de los países desarrollados y otra la de los países en desarrollo; una cosa era la obligación de los países que habían sido socialistas, cuyas economías estaban en transición, y otra la de los países que ya tenían un sistema capitalista. En el Anexo B del Protocolo aparecen las diferencias de porcentajes.
Esta es una innovación en el método de compromiso. No todos tienen la misma obligación de reducción, puesto que ella se reparte en todo el grupo de países de la Unión Europea, para llegar a una reducción del 8 por ciento. Después, por un mecanismo que establece el propio Protocolo en su artículo 4º, estos países redistribuyen entre ellos la carga. Si bien el compromiso inicial es reducir el 8 por ciento, después las cantidades se redistribuyen. Por ejemplo, España puede crecer un 15 por ciento, o Francia no reducir nada y Alemania un 12 por ciento.
Las distintas cifras responden a las condiciones del perfil de producción de energía. Por ejemplo, en el caso de Francia, el 70 por ciento de la energía eléctrica es industrial, por lo tanto, el margen para reducir emisiones de carbono está fuertemente restringido.
Antes de la firma del Protocolo de Kyoto, se hablaba principalmente de tres gases: el dióxido de carbono o anhídrido carbónico, el metano y el óxido nitroso. Luego, para permitir mayor flexibilidad en el cumplimiento del protocolo se añadieron el hidrofluorocarbono -gas artificial producido por el hombre para reemplazar los gases que deterioran la capa de ozono-, el perfluorocarbono y el hexafluoruro de azufre. Estos últimos tres gases tienen gran poder, un volumen de emisión mucho más bajo y un efecto de gas de invernadero mucho más alto.
Antes de hablar sobre el Protocolo me gustaría comentar el motivo por el cual nos interesa el tema del clima. La razón es que el cambio climático que se está produciendo y que se sentirá en esta centuria, modifica las condiciones de producción de la Argentina.
Al elevarse la temperatura en nuestra Pampa Húmeda, al reducirse la humedad, al crecer el nivel del mar, se produce un cambio muy importante que afectará nuestras condiciones de producción. Si hoy tenemos problemas de inundaciones, con un determinado nivel del mar, al haber sudestada, ese problema probablemente será mayor. No tenemos las costas de Bangladesh, pero tendremos problemas serios en la Mesopotamia y sobre todo en el Delta.
Algunas de estas situaciones ya se pueden observar. Por ejemplo, la aparición del dengue en algunas zonas de Buenos Aires surge como consecuencia de la modificación del hábitat de los factores. El interés argentino en el cambio climático no pasa por cuidar que haya pajaritos sino por que nuestras condiciones y capacidad de producir se modifiquen sensiblemente.
Este proceso comienza con una serie de análisis que se hacen en la década del 80 y que llevan a iniciar en el 91 la negociación del convenio marco sobre cambio climático, que fue aprobado por el Congreso Nacional y ratificado por el Poder Ejecutivo. Este convenio marco tiene el objetivo de estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que no sea peligroso para el sistema climático. Para ello es necesario limitar y reducir, según los casos, las emisiones de esos gases de efecto invernadero.
En el convenio marco se preveía que los países industrializados -de los cuales en 1990 provenían las tres cuartas partes de los gases concentrados en la atmósfera- debían tomar la iniciativa de mitigar el cambio climático para que en el año 2000 se volviera a los niveles de emisión de 1990.
El convenio se firma en 1992 y en 1994 entra en vigor; en 1995 se hace la primera conferencia entre las partes, en la que se observa que la tendencia no indica que se estuviera volviendo a los niveles de emisión de 1990. Se decide entonces dar un paso adelante y se aprueba el instrumento que induce a ese paso adicional, el mandato de Berlín, que dispone la negociación.
Esta negociación, que yo presido, dura dos años y medio. Se hace en un comité conformado por 160 países miembro y se llega a una resolución en Kyoto.
Este Protocolo contiene otra vez, para los países industrializados, el compromiso de reducir sus emisiones globales en un 5,2 por ciento. Para llegar a ese compromiso fue necesario introducir una serie de modalidades. La primera fue la diferenciación.
Ya el convenio tenía diferencias; una cosa era la obligación de los países desarrollados y otra la de los países en desarrollo; una cosa era la obligación de los países que habían sido socialistas, cuyas economías estaban en transición, y otra la de los países que ya tenían un sistema capitalista. En el Anexo B del Protocolo aparecen las diferencias de porcentajes.
Esta es una innovación en el método de compromiso. No todos tienen la misma obligación de reducción, puesto que ella se reparte en todo el grupo de países de la Unión Europea, para llegar a una reducción del 8 por ciento. Después, por un mecanismo que establece el propio Protocolo en su artículo 4º, estos países redistribuyen entre ellos la carga. Si bien el compromiso inicial es reducir el 8 por ciento, después las cantidades se redistribuyen. Por ejemplo, España puede crecer un 15 por ciento, o Francia no reducir nada y Alemania un 12 por ciento.
Las distintas cifras responden a las condiciones del perfil de producción de energía. Por ejemplo, en el caso de Francia, el 70 por ciento de la energía eléctrica es industrial, por lo tanto, el margen para reducir emisiones de carbono está fuertemente restringido.
Antes de la firma del Protocolo de Kyoto, se hablaba principalmente de tres gases: el dióxido de carbono o anhídrido carbónico, el metano y el óxido nitroso. Luego, para permitir mayor flexibilidad en el cumplimiento del protocolo se añadieron el hidrofluorocarbono -gas artificial producido por el hombre para reemplazar los gases que deterioran la capa de ozono-, el perfluorocarbono y el hexafluoruro de azufre. Estos últimos tres gases tienen gran poder, un volumen de emisión mucho más bajo y un efecto de gas de invernadero mucho más alto.
SR. PRESIDENTE STUBRIN ¿Cuál es el gas de los aerosoles?
SR. ESTRADA OYUELA Es el clorofluorocarbono, controlado por el Protocolo de Montreal, cuyas enmiendas fueron aprobadas en el Congreso, entre las cuales está la última enmienda adoptada en Pekín.
Los clorofluorocarbonos, que también son gases de efecto invernadero, progresivamente están siendo sustituidos por otros gases. Actualmente los aerosoles en su mayoría tienen metano y solamente hay clorofluorocarbono en algunos aerosoles que se usan para fines quirúrgicos, aunque hay algunos enfermos de asma que necesitan un medicamento que contiene clorofluorocarbono. Se consideran estas excepciones que son atendibles, pero en general se desfasa su uso en el mundo. En los países en desarrollo, contenidos en el artículo 5° del Protocolo de Montreal, dentro del cual está Argentina, el plazo es un poco mayor.
Otra característica del Protocolo de Kyoto es que considera un período de cinco años. La convención se refería a algo que debía ocurrir en el año 2000, pero en el transcurso de la experiencia se notó que algunos años son bastante distintos entre sí. Por eso, tomándose en cuenta un criterio más general sobre lo que está ocurriendo, es más conveniente y razonable considerar un período de cinco años.
En el Protocolo de Kyoto se introduce otra flexibilidad -quiero insistir en este tema porque se relaciona con la posición adoptada por Estados Unidos- que también es una iniciativa norteamericana, como ocurrió con la mayoría de ellas.
Desde el punto de partida se cuentan las emisiones brutas, es decir, las emitidas como producto de la actividad humana, pero para alcanzar las metas que se fijan se toman las emisiones netas, es decir, todo lo que se emite menos lo que se reduce por sumideros y, para decirlo más claramente, lo que se reduce por bosques. Hay una ventaja porque en el punto de partida se consideran las emisiones brutas, pero en el objetivo se toman en cuenta las emisiones netas. Además, existe la posibilidad de introducir los sumideros para reducir el volumen de las emisiones que se computan.
Hay otros mecanismos de flexibilidad, aunque en realidad la mayor discusión es acerca de los sumideros. El objetivo del artículo 3°, inciso 3) es aplicar inmediatamente la forestación y la reforestación, lo cual parece lo más razonable. No es que sea sencillo, pero las definiciones de forestación y de reforestación son bastantes complicadas. Por eso se usan los criterios de la fauna, que podría hacerlo bastante razonables.
Se puede considerar que hay bosque si la cobertura de sombra abarca el 30 por ciento del 10 por ciento de una hectárea. Por ello pareciera que cuatro palmeras en un desierto proyectan una cobertura de sombra. Pero, en realidad, el efecto del sumidero no importa tanto porque esas cuatro palmeras podrán reducir poco el carbono y, en consecuencia, no podrían tomarse en cuenta.
De modo que no son definiciones aceptables -desde nuestro punto de vista- para la aplicación de la legislación sobre forestación. Simplemente lo menciono para señalar que en la definición de algo que parece tan claro -forestación o no forestación- existen serias dificultades.
En el tratamiento del inciso 3.4, que se refiere a otros usos de la tierra, se ha producido una discusión muy fuerte, ya que cuando se adopta el Protocolo y se inicia la negociación -que aún continúa- para implementarlo, algunos países -especialmente los Estados Unidos- procuran incluir en el inciso siguiente una cantidad de variantes que parecen bastante complicadas. Una de esas variantes es sobre el manejo de bosques, otra, el manejo de las pasturas, otra se refiere al manejo de las cosechas, y finalmente la lista completa implicaba que hasta el último tomate cultivado en algún lugar era considerado como sumidero. De modo tal que este tema generó una fuerte discusión que aún está pendiente de resolución.
Además de estos mecanismos existen otros tres, que son los que generalmente se citan cuando se hace referencia a los mecanismos de flexibilidad del Protocolo de Kyoto. El primero de ellos es el que se denomina cumplimiento conjunto, que se refiere a la posibilidad que tienen los países industrializados -es decir, aquellos que están enumerados en el Anexo B del Protocolo y que tienen un porcentaje de emisión permitida- de reducir las emisiones en el territorio de otro. Un ejemplo de ello es el convenio entre Alemania y Polonia para reducir las emisiones, que se realizaría en Polonia pero donde parte del crédito que se otorgaría por esa reducción se atribuiría a Alemania. Este mecanismo del cumplimiento conjunto es el más aceptado pacíficamente.
Otro mecanismo más discutido es el del comercio de emisiones. Esto se relaciona con lo que se ha dado en llamar el "aire caliente", que es una especie de inflación en las proyecciones. Los Estados incluidos en el Anexo B tienen la posibilidad de venderse aquella cantidad asignada de emisiones que no utilicen. El caso notable es el de Ucrania y Rusia.
En la última página del folleto que he traído para distribuir entre los señores diputados verán que Rusia, Bulgaria y Ucrania han tenido una fuerte caída de las emisiones. Esta se debe, en primer lugar, a la crisis económica sufrida a partir del 90, cuando se desmorona el sistema socialista y, además, a que la recuperación se va produciendo lentamente con criterios de eficiencia que no estaban vigentes hasta el momento.
Si pensamos que Ucrania cultivaba orquídeas utilizando carbón para calefaccionar nos daremos cuenta de que había un margen muy grande de emisiones que se podían reducir.
Este aire caliente es lo que se busca negociar. Por supuesto que es posible que nuestro país consiga reducir por debajo de lo que tiene asignado y tenga así esta posibilidad de negociar, pero el gran commodity que se inventó en este Protocolo para negociar se encuentra, principalmente, en el tema del aire caliente.
Cuando esto fue aprobado y, sobre todo, cuando se le asignó la cantidad de emisiones posibles a Rusia y a Ucrania yo mismo presioné para que no se les asignara una reducción cero sino para que por lo menos tuvieran un 5 por ciento de reducción. Se negaron fuertemente pero, además, todos los países de la Unión Europea que hoy dificultan este negocio de emisiones, agregándole condiciones que no estaban previstas, consintieron con este mecanismo, que de entrada se veía que era un defecto del sistema. Pero en su totalidad, aun con este defecto incluido, la medida significaba reducir las emisiones de efecto invernadero en un 5,2 por ciento sobre la base del año 90.
En los hechos eso significa el 24 por ciento de lo previsto para el año 2010 si no se hubieran producido cambios. Por lo tanto, en relación con lo solicitado por las ONG y la comunidad científica, fue importante pero no ideal. De todos modos, en ese momento ello fue lo que pudo hacerse políticamente en la negociación internacional.
Mejor que en ningún otro lugar en esta casa se sabe que en la política hay que negociar y buscar el entendimiento entre los distintos sectores. Sin embargo, quiero aclarar que el tema de las emisiones es complicado.
El último mecanismo de flexibilidad que quedaría en el grupo de los tres más discutidos, es el de desarrollo limpio. Este mecanismo es el único que permite que los países en desarrollo hagan algún negocio con las emisiones.
El negocio consiste en idear proyectos para reducir las emisiones en los países en desarrollo y en computar ese beneficio en la cuenta de reducción del país industrializado. Este mecanismo ha generado muchas esperanzas y diría que no es más feliz la expectativa vinculada con el estímulo del sumidero. En cambio, existen posibilidades bastante más importantes referidas a proyectos de desarrollo.
Por ejemplo, en las condiciones actuales en las que se encuentra la Argentina parece bastante factible llevar a cabo proyectos que introduzcan la eficiencia del lado de la demanda. Pero, del lado de la producción de la energía las condiciones cambiaron sustancialmente desde el momento de las privatizaciones. Ya no se piensa en grandes proyectos hidroeléctricos ni en usinas nucleares con una emisión cero de gas de efecto invernadero sino que se consideran proyectos térmicos. Al respecto, un estudio realizado recientemente por la Secretaría de Energía muestra que desde el año 1990 hasta el año 2000 se duplicó la producción de energía térmica en el país; sin embargo, el aumento de las emisiones es del 18 por ciento. O sea que la introducción de las nuevas tecnologías ha logrado la eficiencia de nuestra producción desde el punto de vista de las emisiones de carbono. Sin embargo, donde hay gran margen para introducir eficiencia es en la demanda aunque hay que tener cuidado porque como las tarifas eléctricas son bajas para la industria, hay poco estímulo para las inversiones de gas. De todas maneras, hay un gran estímulo en el consumo domiciliario ya que las tarifas eléctricas son más altas.
Uno podría imaginar un proyecto de introducción de eficiencia en el consumo en los hogares que cubra desde la construcción hasta la calefacción y los artículos del hogar. Además, ello implicaría muchas otras consecuencias porque se reactivaría el recambio de otros productos. Podríamos pensar en una especie de plan canje de heladeras y de acondicionadores de aire, pero no con fondos provenientes del erario público sino de este programa de mecanismos de desarrollo libre.
Como señalé anteriormente, esos no fueron los programas más comentados sino que los más debatidos fueron los relativos a la forestación. Varias provincias estuvieron muy interesadas en avanzar en ese tema.
De esta manera, básicamente he explicado el esquema del Protocolo de Kyoto que está a consideración de la Cámara de Diputados y cuya aprobación ha solicitado el Poder Ejecutivo.
El Protocolo de Kyoto fue firmado por ochenta y cuatro países y ratificado por treinta y tres.
Los treinta y tres países soberanos que lo han ratificado no implicaban una parte importante de las emisiones de los gases de efecto invernadero.
El mecanismo de entrada en vigor del Protocolo está construido sobre una combinación. Es necesario que lo ratifiquen 55 países, pero además, que esos países representen el 55 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono de los países industrializados en el año 1990. Esto se fijó de este modo porque es una cifra cierta; se conoce. Es difícil tener esta cifra de emisiones cuando no hubo estadísticas, pero las emisiones de dióxido de carbono generadas por combustibles fósiles en los países industrializados, por la combustión de petróleo y carbono, ya se conoce.
Entonces se tomó ese dato de 1990 y se requirió que el 55 por ciento de esas emisiones estuviera representada por los países que firmaron. Esto significa en realidad que nadie tiene veto para impedir que el Protocolo entre en vigor. Estados Unidos, que es el mayor emisor, tiene el 37 por ciento de las emisiones en esta categoría; representa hoy el 25 por ciento del total de las emisiones de gas de efecto invernadero.
Para esta referencia específica de la entrada en vigor, se agregó en la explicación del Protocolo una tabla; allí se puede observar que Estados Unidos representa el 37 por ciento. A partir de esa cifra uno puede pensar en distintas combinaciones, pero ningún país individualmente tiene poder de veto.
Ha sido firmado por 83 u 84 países, y eso incluye a todos los países que están en la lista del Anexo B. Firmar un tratado internacional no implica obligarse definitivamente.
De acuerdo con la Convención de Viena sobre derechos de los tratados, el Estado que firme se compromete a no hacer imposible el objetivo del tratado que firma. Entonces, en este momento, quienes firmaron, ya se han comprometido a no hacer imposible el objetivo.
La situación de los Estados Unidos está a punto de salirse de este contexto, porque la propia Convención de Viena establece que ese compromiso de no hacer imposible el cumplimiento del tratado subsiste hasta el momento en que se notifique que no hay intención de ratificar el tratado. Esa notificación no se hizo formalmente, pero se anunció urbi et orbi. Todo el mundo la conoce, pero se podría argumentar que la notificación no se ha hecho.
En cuanto al uso de la energía, hay un cuadro con los indicadores. Las primeras tres columnas se refieren al total de energía primaria. O sea que no se
refiere exclusivamente a la energía eléctrica sino al total de la energía primaria. Las columnas están expresadas en toneladas equivalentes de petróleo.
La primera columna del cuadro muestra el total de consumo per cápita de energía primaria en el mundo y en los países seleccionados. Claramente puede notarse que el promedio en el mundo es de 1,64 toneladas; en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico -que es el club de los países industrializados- es de 4,63 toneladas, y en los Emiratos Arabes Unidos es de 8,11 toneladas. Este último es un caso excepcional porque se refiere a la producción. Asimismo, en Canadá y en Australia se registran los valores más altos.
La segunda columna registra el consumo de energía primaria por unidad de producto bruto por cada mil dólares del año 90. La estadística fue realizada por la Agencia Internacional de Energía, subsidiaria de la OCDE.
La tercera columna considera el producto bruto por cada mil dólares del año 90 sobre la base del Potencial Poder de Compra -PPC-, índice elaborado por el Fondo Monetario. En el mundo el producto bruto requiere 0,28 toneladas de equivalente de petróleo, en Estados Unidos 0,31 y en Canadá 0,38.
Como podrán ver en relación con los demás países no estamos tan mal ya que la Argentina requiere 0,21 toneladas a raíz de la situación de la economía en el año 1998, oportunidad en la cual se realizó el cuadro de indicadores de energía que estamos analizando.
En la cuarta y última columna se detalla la emisión de dióxido de carbono por unidad de producto. El mundo tiene un índice de 0,67, la OCDE tiene 0,61 y Estados Unidos tiene 0,77. La emisión de dióxido de carbono de Estados Unidos es de 20 toneladas per cápita, la nuestra es de aproximadamente 3 y la de China es inferior a 1. Entre ellos están los demás países con índices que se encuentran más o menos en esa categoría.
En la siguiente página del informe encontramos una tabla referida al consumo de energía eléctrica primaria y a las emisiones de dióxido de carbono. Canadá tiene el consumo más alto con más de 16 mil kilovatios hora per cápita. Y, en segundo lugar, está Estados Unidos con más de 13 mil. El promedio de la OCDE es de aproximadamente la mitad del consumo correspondiente a Estados Unidos.
En estas condiciones parece difícil entender el argumento de que el carbón seguía siendo necesario para producir energía eléctrica en Estados Unidos. En realidad ello todavía se está analizando.
La explicación oficial que hemos recibido en las reuniones realizadas es que el tema está siendo estudiado a nivel del Gabinete de Ministros, en un ejercicio que conduce el vicepresidente de los Estados Unidos.
Esto sigue en proceso y crecientemente se ven reacciones negativas. Por ejemplo, antes de que llegáramos a Kyoto, los senadores Byrd y Craig promovieron y obtuvieron la aprobación en el Senado de una resolución que ponía condiciones para la adopción de un encuadre. Esas condiciones eran imposibles porque se referían a obligaciones para países en desarrollo. Sin embargo, la semana pasada el senador Byrd ha comenzado a criticar la posición del presidente Bush. Asimismo, en la Cámara de Diputados ha habido una enmienda específica al proyecto de ley, referida a la posibilidad de que el gobierno vuelva a participar en las negociaciones.
Además, la empresa Ford acaba de anunciar medidas para reducir emisiones en su producción y en el uso de los automóviles para hacerlos más eficientes, y es muy grande el número de municipalidades americanas que están tomando medidas para reducir emisiones.
De modo tal que si bien esta manifestación se produjo y fue muy nítida, puede verse todo un movimiento que está indicando la existencia de una tendencia contraria.
Además, no necesito decirles que esta manifestación con respecto al Protocolo de Kyoto se produjo en el contexto de una serie de otras manifestaciones de política internacional de los Estados Unidos que parece que no habían sido demasiado acertadas.
La idea de retomar el programa de la guerra de las galaxias, que es fuertemente discutido desde el punto de vista de su viabilidad científica o de realización, así como los enfrentamientos que está teniendo en otros lugares han llevado a que perdiera dos elecciones importantes para presidir el ECOSOC.
Cuando Estados Unidos adoptó esta posición, la reacción de la Unión Europea fue muy dura. En realidad, la Unión Europea -como dije al pasar cuando me referí al sistema del comercio de emisiones- ya venía poniendo obstáculos a la implementación de algunas de las flexibilidades que pedía Estados Unidos.
Lo que ocurre en la Unión Europea es que hay varios gobiernos de coalición que tienen ministros de Medio Ambiente que provienen de partidos verdes y tienen un enfoque a veces más orientado a dar testimonio que al logro de objetivos. Ellos ejercen su función exponiendo una posición muy dogmática, más que alcanzando un entendimiento que permita lograr un objetivo limitado pero eficiente para seguir avanzando.
Esta posición de la Unión Europea se venía desarrollando desde hace tiempo y se hacía notar en países como Alemania, Francia, Austria o Bélgica. Cuando se produce la carta del presidente Bush a los dos senadores que mencioné, sobre este tema de la utilización del carbón para producir energía eléctrica, la respuesta de la Unión Europea fue como ir al ataque. Así fue como le enviaron una carta al presidente de los Estados Unidos para preguntar si eso era cierto. Por supuesto, la respuesta fue que sí.
Todos podemos comprender políticamente que se puede acorralar a tiempo, pero no podemos acorralar si antes no encontramos una solución. La forma de actuar de la Unión Europea ha conseguido endurecer la expresión del departamento de Estado y del propio presidente. Esto es lo que nosotros queríamos atemperar y tratamos de hacerlo en distintas reuniones pasando la pelota y mirando qué pasaba porque el proceso es complejo.
La reunión celebrada en La Haya en noviembre del año pasado fracasó antes de que fuera elegido presidente Bush; por lo tanto, ello significa que los problemas ya existían. En La Haya faltó flexibilidad de ambas partes y un análisis cuantificado de las emisiones. Los análisis se hicieron sobre porcentajes pero hay que considerar los volúmenes y los costos.
Para tener una idea de los costos quiero mencionar que de acuerdo con la máxima proyección realizada al comienzo del proceso por el departamento de energía, por ejemplo, Estados Unidos debería reducir 550 millones de toneladas de carbono por año y cumplir esa meta para el año 2010. Es una incógnita el costo de reducir una tonelada de carbón, pero la cifra está entre los 5 y los 50 dólares, aunque la tonelada marginal puede costar 180 dólares. Entonces, considerando los 550 millones de toneladas de petróleo a un precio de 50 dólares por tonelada, llegaríamos a una cifra superior a los 27 mil millones de dólares por año. Y, si uno toma el producto de Estados Unidos, medido en trillones para ellos y en billones para nosotros, en realidad los 27 mil millones, que parecen "chauchas", representan el 0,4 por ciento, mientras que el pago del servicio de nuestra deuda externa es del 6 por ciento del producto bruto. Entonces, ¿cómo podemos emocionarnos porque ellos tienen que pagar el 0,4 por ciento si nosotros tenemos que pagar el 6 por ciento? Además, el monto destinado al pago de la deuda externa proviene del erario público y se va fuera del país, mientras que el gasto para reducir las emisiones será principalmente un costo para introducir eficiencia. Esto no es razonable.
Por otro lado, en un análisis a diez años de crecimiento del producto bruto, un 0,4 por ciento es una diferencia del cálculo de la proyección. De modo que es difícil racionalizar la actual posición de Estados Unidos, pero no es imposible. Nos hace falta estar serenos pero sabemos que las condiciones actuales no son de excesiva serenidad, aunque hay que tratar de conseguirla.
En este contexto, si pudiéramos ratificar el protocolo, tendríamos mayor solvencia y ello nos ayudaría a poder argumentar con solidez. Además, significaría demostrar nuestra confianza en el proceso y nos permitiría invitar a incorporarse a quienes tienen dificultades.
Actualmente el presidente de la Conferencia de las Partes es el ministro de Medio Ambiente de los Países Bajos, señor Jan Pronk, y con él mantenemos un diálogo constante. Más de una vez el señor Pronk me dice que hay que convencer a los americanos, pero no se trata de convencerlos sino de acomodar lo que ellos necesitan a lo que es posible. En ese esfuerzo estamos empeñados y, como dije anteriormente, estaríamos fuertemente respaldados si consiguiéramos la aprobación legislativa y la respectiva ratificación.
Los clorofluorocarbonos, que también son gases de efecto invernadero, progresivamente están siendo sustituidos por otros gases. Actualmente los aerosoles en su mayoría tienen metano y solamente hay clorofluorocarbono en algunos aerosoles que se usan para fines quirúrgicos, aunque hay algunos enfermos de asma que necesitan un medicamento que contiene clorofluorocarbono. Se consideran estas excepciones que son atendibles, pero en general se desfasa su uso en el mundo. En los países en desarrollo, contenidos en el artículo 5° del Protocolo de Montreal, dentro del cual está Argentina, el plazo es un poco mayor.
Otra característica del Protocolo de Kyoto es que considera un período de cinco años. La convención se refería a algo que debía ocurrir en el año 2000, pero en el transcurso de la experiencia se notó que algunos años son bastante distintos entre sí. Por eso, tomándose en cuenta un criterio más general sobre lo que está ocurriendo, es más conveniente y razonable considerar un período de cinco años.
En el Protocolo de Kyoto se introduce otra flexibilidad -quiero insistir en este tema porque se relaciona con la posición adoptada por Estados Unidos- que también es una iniciativa norteamericana, como ocurrió con la mayoría de ellas.
Desde el punto de partida se cuentan las emisiones brutas, es decir, las emitidas como producto de la actividad humana, pero para alcanzar las metas que se fijan se toman las emisiones netas, es decir, todo lo que se emite menos lo que se reduce por sumideros y, para decirlo más claramente, lo que se reduce por bosques. Hay una ventaja porque en el punto de partida se consideran las emisiones brutas, pero en el objetivo se toman en cuenta las emisiones netas. Además, existe la posibilidad de introducir los sumideros para reducir el volumen de las emisiones que se computan.
Hay otros mecanismos de flexibilidad, aunque en realidad la mayor discusión es acerca de los sumideros. El objetivo del artículo 3°, inciso 3) es aplicar inmediatamente la forestación y la reforestación, lo cual parece lo más razonable. No es que sea sencillo, pero las definiciones de forestación y de reforestación son bastantes complicadas. Por eso se usan los criterios de la fauna, que podría hacerlo bastante razonables.
Se puede considerar que hay bosque si la cobertura de sombra abarca el 30 por ciento del 10 por ciento de una hectárea. Por ello pareciera que cuatro palmeras en un desierto proyectan una cobertura de sombra. Pero, en realidad, el efecto del sumidero no importa tanto porque esas cuatro palmeras podrán reducir poco el carbono y, en consecuencia, no podrían tomarse en cuenta.
De modo que no son definiciones aceptables -desde nuestro punto de vista- para la aplicación de la legislación sobre forestación. Simplemente lo menciono para señalar que en la definición de algo que parece tan claro -forestación o no forestación- existen serias dificultades.
En el tratamiento del inciso 3.4, que se refiere a otros usos de la tierra, se ha producido una discusión muy fuerte, ya que cuando se adopta el Protocolo y se inicia la negociación -que aún continúa- para implementarlo, algunos países -especialmente los Estados Unidos- procuran incluir en el inciso siguiente una cantidad de variantes que parecen bastante complicadas. Una de esas variantes es sobre el manejo de bosques, otra, el manejo de las pasturas, otra se refiere al manejo de las cosechas, y finalmente la lista completa implicaba que hasta el último tomate cultivado en algún lugar era considerado como sumidero. De modo tal que este tema generó una fuerte discusión que aún está pendiente de resolución.
Además de estos mecanismos existen otros tres, que son los que generalmente se citan cuando se hace referencia a los mecanismos de flexibilidad del Protocolo de Kyoto. El primero de ellos es el que se denomina cumplimiento conjunto, que se refiere a la posibilidad que tienen los países industrializados -es decir, aquellos que están enumerados en el Anexo B del Protocolo y que tienen un porcentaje de emisión permitida- de reducir las emisiones en el territorio de otro. Un ejemplo de ello es el convenio entre Alemania y Polonia para reducir las emisiones, que se realizaría en Polonia pero donde parte del crédito que se otorgaría por esa reducción se atribuiría a Alemania. Este mecanismo del cumplimiento conjunto es el más aceptado pacíficamente.
Otro mecanismo más discutido es el del comercio de emisiones. Esto se relaciona con lo que se ha dado en llamar el "aire caliente", que es una especie de inflación en las proyecciones. Los Estados incluidos en el Anexo B tienen la posibilidad de venderse aquella cantidad asignada de emisiones que no utilicen. El caso notable es el de Ucrania y Rusia.
En la última página del folleto que he traído para distribuir entre los señores diputados verán que Rusia, Bulgaria y Ucrania han tenido una fuerte caída de las emisiones. Esta se debe, en primer lugar, a la crisis económica sufrida a partir del 90, cuando se desmorona el sistema socialista y, además, a que la recuperación se va produciendo lentamente con criterios de eficiencia que no estaban vigentes hasta el momento.
Si pensamos que Ucrania cultivaba orquídeas utilizando carbón para calefaccionar nos daremos cuenta de que había un margen muy grande de emisiones que se podían reducir.
Este aire caliente es lo que se busca negociar. Por supuesto que es posible que nuestro país consiga reducir por debajo de lo que tiene asignado y tenga así esta posibilidad de negociar, pero el gran commodity que se inventó en este Protocolo para negociar se encuentra, principalmente, en el tema del aire caliente.
Cuando esto fue aprobado y, sobre todo, cuando se le asignó la cantidad de emisiones posibles a Rusia y a Ucrania yo mismo presioné para que no se les asignara una reducción cero sino para que por lo menos tuvieran un 5 por ciento de reducción. Se negaron fuertemente pero, además, todos los países de la Unión Europea que hoy dificultan este negocio de emisiones, agregándole condiciones que no estaban previstas, consintieron con este mecanismo, que de entrada se veía que era un defecto del sistema. Pero en su totalidad, aun con este defecto incluido, la medida significaba reducir las emisiones de efecto invernadero en un 5,2 por ciento sobre la base del año 90.
En los hechos eso significa el 24 por ciento de lo previsto para el año 2010 si no se hubieran producido cambios. Por lo tanto, en relación con lo solicitado por las ONG y la comunidad científica, fue importante pero no ideal. De todos modos, en ese momento ello fue lo que pudo hacerse políticamente en la negociación internacional.
Mejor que en ningún otro lugar en esta casa se sabe que en la política hay que negociar y buscar el entendimiento entre los distintos sectores. Sin embargo, quiero aclarar que el tema de las emisiones es complicado.
El último mecanismo de flexibilidad que quedaría en el grupo de los tres más discutidos, es el de desarrollo limpio. Este mecanismo es el único que permite que los países en desarrollo hagan algún negocio con las emisiones.
El negocio consiste en idear proyectos para reducir las emisiones en los países en desarrollo y en computar ese beneficio en la cuenta de reducción del país industrializado. Este mecanismo ha generado muchas esperanzas y diría que no es más feliz la expectativa vinculada con el estímulo del sumidero. En cambio, existen posibilidades bastante más importantes referidas a proyectos de desarrollo.
Por ejemplo, en las condiciones actuales en las que se encuentra la Argentina parece bastante factible llevar a cabo proyectos que introduzcan la eficiencia del lado de la demanda. Pero, del lado de la producción de la energía las condiciones cambiaron sustancialmente desde el momento de las privatizaciones. Ya no se piensa en grandes proyectos hidroeléctricos ni en usinas nucleares con una emisión cero de gas de efecto invernadero sino que se consideran proyectos térmicos. Al respecto, un estudio realizado recientemente por la Secretaría de Energía muestra que desde el año 1990 hasta el año 2000 se duplicó la producción de energía térmica en el país; sin embargo, el aumento de las emisiones es del 18 por ciento. O sea que la introducción de las nuevas tecnologías ha logrado la eficiencia de nuestra producción desde el punto de vista de las emisiones de carbono. Sin embargo, donde hay gran margen para introducir eficiencia es en la demanda aunque hay que tener cuidado porque como las tarifas eléctricas son bajas para la industria, hay poco estímulo para las inversiones de gas. De todas maneras, hay un gran estímulo en el consumo domiciliario ya que las tarifas eléctricas son más altas.
Uno podría imaginar un proyecto de introducción de eficiencia en el consumo en los hogares que cubra desde la construcción hasta la calefacción y los artículos del hogar. Además, ello implicaría muchas otras consecuencias porque se reactivaría el recambio de otros productos. Podríamos pensar en una especie de plan canje de heladeras y de acondicionadores de aire, pero no con fondos provenientes del erario público sino de este programa de mecanismos de desarrollo libre.
Como señalé anteriormente, esos no fueron los programas más comentados sino que los más debatidos fueron los relativos a la forestación. Varias provincias estuvieron muy interesadas en avanzar en ese tema.
De esta manera, básicamente he explicado el esquema del Protocolo de Kyoto que está a consideración de la Cámara de Diputados y cuya aprobación ha solicitado el Poder Ejecutivo.
El Protocolo de Kyoto fue firmado por ochenta y cuatro países y ratificado por treinta y tres.
Los treinta y tres países soberanos que lo han ratificado no implicaban una parte importante de las emisiones de los gases de efecto invernadero.
El mecanismo de entrada en vigor del Protocolo está construido sobre una combinación. Es necesario que lo ratifiquen 55 países, pero además, que esos países representen el 55 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono de los países industrializados en el año 1990. Esto se fijó de este modo porque es una cifra cierta; se conoce. Es difícil tener esta cifra de emisiones cuando no hubo estadísticas, pero las emisiones de dióxido de carbono generadas por combustibles fósiles en los países industrializados, por la combustión de petróleo y carbono, ya se conoce.
Entonces se tomó ese dato de 1990 y se requirió que el 55 por ciento de esas emisiones estuviera representada por los países que firmaron. Esto significa en realidad que nadie tiene veto para impedir que el Protocolo entre en vigor. Estados Unidos, que es el mayor emisor, tiene el 37 por ciento de las emisiones en esta categoría; representa hoy el 25 por ciento del total de las emisiones de gas de efecto invernadero.
Para esta referencia específica de la entrada en vigor, se agregó en la explicación del Protocolo una tabla; allí se puede observar que Estados Unidos representa el 37 por ciento. A partir de esa cifra uno puede pensar en distintas combinaciones, pero ningún país individualmente tiene poder de veto.
Ha sido firmado por 83 u 84 países, y eso incluye a todos los países que están en la lista del Anexo B. Firmar un tratado internacional no implica obligarse definitivamente.
De acuerdo con la Convención de Viena sobre derechos de los tratados, el Estado que firme se compromete a no hacer imposible el objetivo del tratado que firma. Entonces, en este momento, quienes firmaron, ya se han comprometido a no hacer imposible el objetivo.
La situación de los Estados Unidos está a punto de salirse de este contexto, porque la propia Convención de Viena establece que ese compromiso de no hacer imposible el cumplimiento del tratado subsiste hasta el momento en que se notifique que no hay intención de ratificar el tratado. Esa notificación no se hizo formalmente, pero se anunció urbi et orbi. Todo el mundo la conoce, pero se podría argumentar que la notificación no se ha hecho.
En cuanto al uso de la energía, hay un cuadro con los indicadores. Las primeras tres columnas se refieren al total de energía primaria. O sea que no se
refiere exclusivamente a la energía eléctrica sino al total de la energía primaria. Las columnas están expresadas en toneladas equivalentes de petróleo.
La primera columna del cuadro muestra el total de consumo per cápita de energía primaria en el mundo y en los países seleccionados. Claramente puede notarse que el promedio en el mundo es de 1,64 toneladas; en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico -que es el club de los países industrializados- es de 4,63 toneladas, y en los Emiratos Arabes Unidos es de 8,11 toneladas. Este último es un caso excepcional porque se refiere a la producción. Asimismo, en Canadá y en Australia se registran los valores más altos.
La segunda columna registra el consumo de energía primaria por unidad de producto bruto por cada mil dólares del año 90. La estadística fue realizada por la Agencia Internacional de Energía, subsidiaria de la OCDE.
La tercera columna considera el producto bruto por cada mil dólares del año 90 sobre la base del Potencial Poder de Compra -PPC-, índice elaborado por el Fondo Monetario. En el mundo el producto bruto requiere 0,28 toneladas de equivalente de petróleo, en Estados Unidos 0,31 y en Canadá 0,38.
Como podrán ver en relación con los demás países no estamos tan mal ya que la Argentina requiere 0,21 toneladas a raíz de la situación de la economía en el año 1998, oportunidad en la cual se realizó el cuadro de indicadores de energía que estamos analizando.
En la cuarta y última columna se detalla la emisión de dióxido de carbono por unidad de producto. El mundo tiene un índice de 0,67, la OCDE tiene 0,61 y Estados Unidos tiene 0,77. La emisión de dióxido de carbono de Estados Unidos es de 20 toneladas per cápita, la nuestra es de aproximadamente 3 y la de China es inferior a 1. Entre ellos están los demás países con índices que se encuentran más o menos en esa categoría.
En la siguiente página del informe encontramos una tabla referida al consumo de energía eléctrica primaria y a las emisiones de dióxido de carbono. Canadá tiene el consumo más alto con más de 16 mil kilovatios hora per cápita. Y, en segundo lugar, está Estados Unidos con más de 13 mil. El promedio de la OCDE es de aproximadamente la mitad del consumo correspondiente a Estados Unidos.
En estas condiciones parece difícil entender el argumento de que el carbón seguía siendo necesario para producir energía eléctrica en Estados Unidos. En realidad ello todavía se está analizando.
La explicación oficial que hemos recibido en las reuniones realizadas es que el tema está siendo estudiado a nivel del Gabinete de Ministros, en un ejercicio que conduce el vicepresidente de los Estados Unidos.
Esto sigue en proceso y crecientemente se ven reacciones negativas. Por ejemplo, antes de que llegáramos a Kyoto, los senadores Byrd y Craig promovieron y obtuvieron la aprobación en el Senado de una resolución que ponía condiciones para la adopción de un encuadre. Esas condiciones eran imposibles porque se referían a obligaciones para países en desarrollo. Sin embargo, la semana pasada el senador Byrd ha comenzado a criticar la posición del presidente Bush. Asimismo, en la Cámara de Diputados ha habido una enmienda específica al proyecto de ley, referida a la posibilidad de que el gobierno vuelva a participar en las negociaciones.
Además, la empresa Ford acaba de anunciar medidas para reducir emisiones en su producción y en el uso de los automóviles para hacerlos más eficientes, y es muy grande el número de municipalidades americanas que están tomando medidas para reducir emisiones.
De modo tal que si bien esta manifestación se produjo y fue muy nítida, puede verse todo un movimiento que está indicando la existencia de una tendencia contraria.
Además, no necesito decirles que esta manifestación con respecto al Protocolo de Kyoto se produjo en el contexto de una serie de otras manifestaciones de política internacional de los Estados Unidos que parece que no habían sido demasiado acertadas.
La idea de retomar el programa de la guerra de las galaxias, que es fuertemente discutido desde el punto de vista de su viabilidad científica o de realización, así como los enfrentamientos que está teniendo en otros lugares han llevado a que perdiera dos elecciones importantes para presidir el ECOSOC.
Cuando Estados Unidos adoptó esta posición, la reacción de la Unión Europea fue muy dura. En realidad, la Unión Europea -como dije al pasar cuando me referí al sistema del comercio de emisiones- ya venía poniendo obstáculos a la implementación de algunas de las flexibilidades que pedía Estados Unidos.
Lo que ocurre en la Unión Europea es que hay varios gobiernos de coalición que tienen ministros de Medio Ambiente que provienen de partidos verdes y tienen un enfoque a veces más orientado a dar testimonio que al logro de objetivos. Ellos ejercen su función exponiendo una posición muy dogmática, más que alcanzando un entendimiento que permita lograr un objetivo limitado pero eficiente para seguir avanzando.
Esta posición de la Unión Europea se venía desarrollando desde hace tiempo y se hacía notar en países como Alemania, Francia, Austria o Bélgica. Cuando se produce la carta del presidente Bush a los dos senadores que mencioné, sobre este tema de la utilización del carbón para producir energía eléctrica, la respuesta de la Unión Europea fue como ir al ataque. Así fue como le enviaron una carta al presidente de los Estados Unidos para preguntar si eso era cierto. Por supuesto, la respuesta fue que sí.
Todos podemos comprender políticamente que se puede acorralar a tiempo, pero no podemos acorralar si antes no encontramos una solución. La forma de actuar de la Unión Europea ha conseguido endurecer la expresión del departamento de Estado y del propio presidente. Esto es lo que nosotros queríamos atemperar y tratamos de hacerlo en distintas reuniones pasando la pelota y mirando qué pasaba porque el proceso es complejo.
La reunión celebrada en La Haya en noviembre del año pasado fracasó antes de que fuera elegido presidente Bush; por lo tanto, ello significa que los problemas ya existían. En La Haya faltó flexibilidad de ambas partes y un análisis cuantificado de las emisiones. Los análisis se hicieron sobre porcentajes pero hay que considerar los volúmenes y los costos.
Para tener una idea de los costos quiero mencionar que de acuerdo con la máxima proyección realizada al comienzo del proceso por el departamento de energía, por ejemplo, Estados Unidos debería reducir 550 millones de toneladas de carbono por año y cumplir esa meta para el año 2010. Es una incógnita el costo de reducir una tonelada de carbón, pero la cifra está entre los 5 y los 50 dólares, aunque la tonelada marginal puede costar 180 dólares. Entonces, considerando los 550 millones de toneladas de petróleo a un precio de 50 dólares por tonelada, llegaríamos a una cifra superior a los 27 mil millones de dólares por año. Y, si uno toma el producto de Estados Unidos, medido en trillones para ellos y en billones para nosotros, en realidad los 27 mil millones, que parecen "chauchas", representan el 0,4 por ciento, mientras que el pago del servicio de nuestra deuda externa es del 6 por ciento del producto bruto. Entonces, ¿cómo podemos emocionarnos porque ellos tienen que pagar el 0,4 por ciento si nosotros tenemos que pagar el 6 por ciento? Además, el monto destinado al pago de la deuda externa proviene del erario público y se va fuera del país, mientras que el gasto para reducir las emisiones será principalmente un costo para introducir eficiencia. Esto no es razonable.
Por otro lado, en un análisis a diez años de crecimiento del producto bruto, un 0,4 por ciento es una diferencia del cálculo de la proyección. De modo que es difícil racionalizar la actual posición de Estados Unidos, pero no es imposible. Nos hace falta estar serenos pero sabemos que las condiciones actuales no son de excesiva serenidad, aunque hay que tratar de conseguirla.
En este contexto, si pudiéramos ratificar el protocolo, tendríamos mayor solvencia y ello nos ayudaría a poder argumentar con solidez. Además, significaría demostrar nuestra confianza en el proceso y nos permitiría invitar a incorporarse a quienes tienen dificultades.
Actualmente el presidente de la Conferencia de las Partes es el ministro de Medio Ambiente de los Países Bajos, señor Jan Pronk, y con él mantenemos un diálogo constante. Más de una vez el señor Pronk me dice que hay que convencer a los americanos, pero no se trata de convencerlos sino de acomodar lo que ellos necesitan a lo que es posible. En ese esfuerzo estamos empeñados y, como dije anteriormente, estaríamos fuertemente respaldados si consiguiéramos la aprobación legislativa y la respectiva ratificación.
SR. PRESIDENTE STUBRIN ¿Y qué papel cumple Brasil?
SR. ESTRADA OYUELA Brasil tiene un trauma.
Nosotros, a pesar de todos los problemas, no tenemos traumas ambientales. Tenemos muchos traumas,
pero desde el punto de vista ambiental podemos tener dificultades, no traumas.
Brasil tiene un trauma sustancial, que es la deforestación del Amazonas. Ha incumplido la obligación de elaborar su primer informe nacional, que debiera haber presentado en 1997, porque no puede confesar el volumen de emisión que se origina en el Amazonas. Las emisiones por el uso de combustibles fósiles en Brasil son más o menos de 90 millones de toneladas de carbono. Las emisiones por deforestación son -según información disponible, que, cabe aclarar, es reservada- de 100 millones de toneladas. Si Brasil publicara ese dato, la situación internamente no se toleraría. Entonces, tiene una gran dificultad.
Nosotros, a pesar de todos los problemas, no tenemos traumas ambientales. Tenemos muchos traumas,
pero desde el punto de vista ambiental podemos tener dificultades, no traumas.
Brasil tiene un trauma sustancial, que es la deforestación del Amazonas. Ha incumplido la obligación de elaborar su primer informe nacional, que debiera haber presentado en 1997, porque no puede confesar el volumen de emisión que se origina en el Amazonas. Las emisiones por el uso de combustibles fósiles en Brasil son más o menos de 90 millones de toneladas de carbono. Las emisiones por deforestación son -según información disponible, que, cabe aclarar, es reservada- de 100 millones de toneladas. Si Brasil publicara ese dato, la situación internamente no se toleraría. Entonces, tiene una gran dificultad.
SR. PRESIDENTE STUBRIN Y esto forma parte del balance; cuando disminuye su forestación, disminuye su contribución.
SR. ESTRADA OYUELA Hay una lista de lo que se computa como emisiones antropogénicas. Por ejemplo, se computa el uso de combustibles fósiles, pero también la deforestación. El metano, que tiene 20 veces el poder de calentamiento del carbono, es bastante importante en las emisiones de nuestro país, sobre todo porque se computa como fuente las emisiones de la fermentación entérica de ganado. Este es otro campo en el que debemos avanzar. Si se corrige la dieta, se puede aumentar la producción de carbono. Es posible entonces imaginar dietas y programas que permitan reducir la emisión aumentando la producción de (carne). Esto es posible en laboratorio, pero es mucho más difícil en el campo.
SRA. MÜLLER Hace años que presido la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano. También he participado de la III y IV Conferencia de las Partes. Siempre he luchado para que este Congreso ratificara el protocolo de Kyoto, pero lamentablemente aún no ha sido posible. Tanto es así que en noviembre de 1998, antes de que tenga lugar la IV Conferencia de las Partes en nuestro país, envié una carta personal a cada uno de los integrantes de la Comisión de Relaciones Exteriores para que hiciéramos posible la ratificación del Protocolo. Independientemente de ello, he presentado este año una solicitud de informes, un proyecto de resolución, requiriendo al Poder Ejecutivo la respuesta a varias preguntas respecto de la no ratificación del Protocolo. Supongo que en cualquier momento le llegará al señor Estrada Oyuela la solicitud de informes para responder a través de quien corresponda; sin embargo, quiero hacer hoy cuatro preguntas que a mi criterio son fundamentales.
El señor Estrada Oyuela ha hecho referencia a la posición de Estados Unidos en cuanto a la no ratificación del Protocolo. En primer lugar, quisiera saber qué posición adoptará nuestro país en la próxima reunión de las Naciones Unidas. Si bien el señor Estrada Oyuela acaba de mencionar que se tratará de convencer a los Estados Unidos, creo que no será tarea fácil, teniendo en cuenta la posición tan positiva y firme que han tenido desde el momento en que nos reuníamos en Japón.
En segundo lugar, quisiera saber qué asociaciones establecerá nuestro país con los distintos bloques de naciones en el proceso de negociación. Esto me parece más que importante.
Retomando el tema de la ratificación del Protocolo por parte de nuestro país, quisiera saber, si no se ratificara el Protocolo de Kyoto, qué consecuencias tendríamos.
Por otro lado, a la inversa, ¿qué beneficios económicos, sociales y ambientales se esperan para nuestro país a partir de la ratificación del Protocolo de Kyoto?
El señor Estrada Oyuela ha hecho referencia a la posición de Estados Unidos en cuanto a la no ratificación del Protocolo. En primer lugar, quisiera saber qué posición adoptará nuestro país en la próxima reunión de las Naciones Unidas. Si bien el señor Estrada Oyuela acaba de mencionar que se tratará de convencer a los Estados Unidos, creo que no será tarea fácil, teniendo en cuenta la posición tan positiva y firme que han tenido desde el momento en que nos reuníamos en Japón.
En segundo lugar, quisiera saber qué asociaciones establecerá nuestro país con los distintos bloques de naciones en el proceso de negociación. Esto me parece más que importante.
Retomando el tema de la ratificación del Protocolo por parte de nuestro país, quisiera saber, si no se ratificara el Protocolo de Kyoto, qué consecuencias tendríamos.
Por otro lado, a la inversa, ¿qué beneficios económicos, sociales y ambientales se esperan para nuestro país a partir de la ratificación del Protocolo de Kyoto?
SR. ESTRADA OYUELA Recuerdo bien que tuvimos la satisfacción de que usted nos acompañara en la tercera conferencia realizada en Kyoto.
Acerca de la posición que elevaremos, quiero comentar que estamos llevando a cabo negociaciones informales, pero que formalmente lo que haremos en la reunión que se celebrará en Bonn en julio próximo, será buscar una fórmula para acomodar los intereses de todos.
Anteriormente señalé que no se trata de convencer sino de ser analítico. De la misma manera de que en Kyoto fue posible llegar a un entendimiento incorporando más gases, dándole la posibilidad a los países industrializados de reducir las emisiones en esos sectores, hay que buscar en un plano racional nuestra desinteligencia con Estados Unidos. Sé que convencer es imposible y que tratar de acomodar es muy difícil, pero de ninguna manera perdemos la esperanza.
En el proceso de negociación de Kyoto no se creía que el Protocolo podría acordarse y recuerdo que en la noche de su aprobación éramos pocos los optimistas. Por ello, en ese aspecto trataremos de insistir porque algunas de las condiciones para ser diplomático son las de ser perseverante y optimista. Si al primer inconveniente uno se entrega pierde todo.
En el plano de las negociaciones, en primer lugar nos asociamos con el Grupo de los 77 que es la agrupación de los países en desarrollo y esa fue nuestra primera afinidad en el grupo latinoamericano.
El tema no es nada sencillo porque no hay una posición única en el Grupo de los 77. Entre los países en desarrollo están en un extremo los países de la OPEC que en realidad pugnan para que nunca nada entre en vigor porque quieren tener mayor libertad para seguir controlando a través del cartel los precios del petróleo. Si sube el precio aumenta la producción y si baja el precio disminuye la producción. Eso se hace constantemente. Además, la disciplina general no les interesa a pesar de que todo indica que el consumo del petróleo es difícil de reducir y es más fácil incrementar la eficiencia.
En el otro extremo está la alianza de los pequeños estados insulares que temen por su supervivencia. Si hay un crecimiento del nivel del mar muchos estados tendrían dificultades. Por ejemplo, Tuvalú, isla del Pacífico, inició contactos con Nueva Zelanda para relocalizar toda su población en caso de que suba el nivel del agua.
En este contexto, en el Grupo de los 77 hay un núcleo básico de países ponderados que tienen puntos de vista común, por ejemplo, con Sudáfrica, Chile, Uruguay o Egipto, para considerar países de distintos continentes. Tratamos de que el fortalecimiento contribuya a conformar la posición del grupo.
Si no se ratifica el Protocolo de acuerdo con nuestro punto de vista seguiremos en la situación actual, pero si se aprueba y ratifica mejoramos nuestra posición para negociar. Por lo tanto, si entra en vigor, tendremos un beneficio que contribuirá a mitigar el problema. Además, nosotros tendremos la posibilidad de utilizar mecanismos de desarrollo limpio. Y, si no entra en vigor a pesar de que nosotros lo ratifiquemos porque no se juntan las ratificaciones suficientes, igualmente el convenio estará vigente. Al respecto Estados Unidos ha discutido el Protocolo y señala que sigue comprometido con el convenio.
El convenio es el fruto de todo un proceso cuyo primer paso fue la reunión celebrada en Berlín donde se adoptó el mandato de Berlín que fue proyectado en el Protocolo. Todo fue evolucionando hasta llegar a la situación actual.
No creo que hoy deba imaginarse la caída del Protocolo, pero si se cayera igualmente seguiría vigente el convenio. Mediante el convenio los países industrializados se comprometen a mitigar el cambio climático reduciendo y limitando las emisiones.
T.12
También existe un compromiso similar con los países en desarrollo, sólo que depende de una condición suspensible, que es que la obligación para los países en desarrollo de reducir o limitar emisiones depende de que existan recursos financieros y tecnología para hacerlo.
De modo tal que el convenio existe y va a seguir funcionando. He sido nombrado vicepresidente de la reunión, y lo que estoy proponiendo es que para mostrar a la opinión pública que esto ocurre se ponga un gran énfasis en lo que es la parte ordinaria de la próxima conferencia, el funcionamiento de la propia convención, los inventarios que han llegado, qué resultado están dando, cómo ha evolucionado y cómo se ha modificado la proyección. Cuando comenzamos con esto la proyección de crecimiento de los gases era mucho más alta; ahora sigue creciendo, pero es más tenue. Quiere decir que, en definitiva, algunas cosas han mejorado y que debemos enfatizar la convención.
Acerca de la posición que elevaremos, quiero comentar que estamos llevando a cabo negociaciones informales, pero que formalmente lo que haremos en la reunión que se celebrará en Bonn en julio próximo, será buscar una fórmula para acomodar los intereses de todos.
Anteriormente señalé que no se trata de convencer sino de ser analítico. De la misma manera de que en Kyoto fue posible llegar a un entendimiento incorporando más gases, dándole la posibilidad a los países industrializados de reducir las emisiones en esos sectores, hay que buscar en un plano racional nuestra desinteligencia con Estados Unidos. Sé que convencer es imposible y que tratar de acomodar es muy difícil, pero de ninguna manera perdemos la esperanza.
En el proceso de negociación de Kyoto no se creía que el Protocolo podría acordarse y recuerdo que en la noche de su aprobación éramos pocos los optimistas. Por ello, en ese aspecto trataremos de insistir porque algunas de las condiciones para ser diplomático son las de ser perseverante y optimista. Si al primer inconveniente uno se entrega pierde todo.
En el plano de las negociaciones, en primer lugar nos asociamos con el Grupo de los 77 que es la agrupación de los países en desarrollo y esa fue nuestra primera afinidad en el grupo latinoamericano.
El tema no es nada sencillo porque no hay una posición única en el Grupo de los 77. Entre los países en desarrollo están en un extremo los países de la OPEC que en realidad pugnan para que nunca nada entre en vigor porque quieren tener mayor libertad para seguir controlando a través del cartel los precios del petróleo. Si sube el precio aumenta la producción y si baja el precio disminuye la producción. Eso se hace constantemente. Además, la disciplina general no les interesa a pesar de que todo indica que el consumo del petróleo es difícil de reducir y es más fácil incrementar la eficiencia.
En el otro extremo está la alianza de los pequeños estados insulares que temen por su supervivencia. Si hay un crecimiento del nivel del mar muchos estados tendrían dificultades. Por ejemplo, Tuvalú, isla del Pacífico, inició contactos con Nueva Zelanda para relocalizar toda su población en caso de que suba el nivel del agua.
En este contexto, en el Grupo de los 77 hay un núcleo básico de países ponderados que tienen puntos de vista común, por ejemplo, con Sudáfrica, Chile, Uruguay o Egipto, para considerar países de distintos continentes. Tratamos de que el fortalecimiento contribuya a conformar la posición del grupo.
Si no se ratifica el Protocolo de acuerdo con nuestro punto de vista seguiremos en la situación actual, pero si se aprueba y ratifica mejoramos nuestra posición para negociar. Por lo tanto, si entra en vigor, tendremos un beneficio que contribuirá a mitigar el problema. Además, nosotros tendremos la posibilidad de utilizar mecanismos de desarrollo limpio. Y, si no entra en vigor a pesar de que nosotros lo ratifiquemos porque no se juntan las ratificaciones suficientes, igualmente el convenio estará vigente. Al respecto Estados Unidos ha discutido el Protocolo y señala que sigue comprometido con el convenio.
El convenio es el fruto de todo un proceso cuyo primer paso fue la reunión celebrada en Berlín donde se adoptó el mandato de Berlín que fue proyectado en el Protocolo. Todo fue evolucionando hasta llegar a la situación actual.
No creo que hoy deba imaginarse la caída del Protocolo, pero si se cayera igualmente seguiría vigente el convenio. Mediante el convenio los países industrializados se comprometen a mitigar el cambio climático reduciendo y limitando las emisiones.
T.12
También existe un compromiso similar con los países en desarrollo, sólo que depende de una condición suspensible, que es que la obligación para los países en desarrollo de reducir o limitar emisiones depende de que existan recursos financieros y tecnología para hacerlo.
De modo tal que el convenio existe y va a seguir funcionando. He sido nombrado vicepresidente de la reunión, y lo que estoy proponiendo es que para mostrar a la opinión pública que esto ocurre se ponga un gran énfasis en lo que es la parte ordinaria de la próxima conferencia, el funcionamiento de la propia convención, los inventarios que han llegado, qué resultado están dando, cómo ha evolucionado y cómo se ha modificado la proyección. Cuando comenzamos con esto la proyección de crecimiento de los gases era mucho más alta; ahora sigue creciendo, pero es más tenue. Quiere decir que, en definitiva, algunas cosas han mejorado y que debemos enfatizar la convención.
SRA. MÜLLER Querría preguntar al señor embajador qué mecanismos de flexibilización estaría en condiciones de utilizar nuestro país.
SR. ESTRADA OYUELA El mecanismo de desarrollo limpio.
SR. MÜLLER No el del comercio de emisiones, porque eso es para los países industrializados.
SR. ESTRADA OYUELA Correcto.
SR. PRESIDENTE STUBRIN Tiene la palabra el señor diputado Grosso.
SR. GROSSO Quisiera hacer un comentario que quizás pueda agregar información a los señores diputados.
A fines del mes de abril tuve la posibilidad de asistir en Valparaíso a la Conferencia Interparlamentaria que se realizó entre América Latina y la Unión Europea. Concretamente, los temas que ahí se enunciaban para su tratamiento eran los medios de comunicación en democracia, el narcotráfico y el crimen organizado, y la globalización, sus causas y sus efectos. Pero el tema que estamos considerando es de tal importancia que su análisis también se introdujo en la conferencia.
Si me lo permiten, me gustaría dar una lectura de las recomendaciones que fueron consensuadas entre 45 diputados de la Unión Europea y 95 parlamentarios de América Latina y el Caribe. Dice así: "MEDIO AMBIENTE 20. La XV Conferencia afirma con solemnidad que todos los seres humanos tienen el mismo derecho sobre la atmósfera, patrimonio común y vital para la humanidad. Eso significa que el acuerdo de Kyoto debe entenderse como una primera convergencia hacia un reparto final equitativo de las cuotas de producción de gases que provocan el efecto invernadero. 21. La Conferencia lamenta la decisión del gobierno de los Estados Unidos de no ratificar el Protocolo de Kyoto, que precisa las obligaciones de los Estados firmantes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, vigente desde 1994. Esta decisión es aún más grave, ya que los Estados Unidos representan el 4% de la población mundial y producen el 25 % de las emisiones de gases carbónicos. 22. La Conferencia exhorta a los Estados Unidos a que modifiquen su postura y a que ratifiquen el Protocolo de Kyoto, condición sine qua non para salvaguardar la vida sobre el planeta. 23. La Conferencia invita a los países participantes para que contribuyan a poner en funcionamiento el mecanismo de desarrollo limpio contemplado en el Protocolo de Kyoto. 24. La Conferencia recomienda igualmente, que ambos parlamentos se involucren más en el logro de los objetivos de la Agenda 21 y en el proceso preparatorio de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible que se celebrará en el año próximo en Johannesburgo."
Estas conclusiones obran en mi poder y si son de utilidad para algún señor diputado, con mucho gusto se las puedo hacer llegar.
A fines del mes de abril tuve la posibilidad de asistir en Valparaíso a la Conferencia Interparlamentaria que se realizó entre América Latina y la Unión Europea. Concretamente, los temas que ahí se enunciaban para su tratamiento eran los medios de comunicación en democracia, el narcotráfico y el crimen organizado, y la globalización, sus causas y sus efectos. Pero el tema que estamos considerando es de tal importancia que su análisis también se introdujo en la conferencia.
Si me lo permiten, me gustaría dar una lectura de las recomendaciones que fueron consensuadas entre 45 diputados de la Unión Europea y 95 parlamentarios de América Latina y el Caribe. Dice así: "MEDIO AMBIENTE 20. La XV Conferencia afirma con solemnidad que todos los seres humanos tienen el mismo derecho sobre la atmósfera, patrimonio común y vital para la humanidad. Eso significa que el acuerdo de Kyoto debe entenderse como una primera convergencia hacia un reparto final equitativo de las cuotas de producción de gases que provocan el efecto invernadero. 21. La Conferencia lamenta la decisión del gobierno de los Estados Unidos de no ratificar el Protocolo de Kyoto, que precisa las obligaciones de los Estados firmantes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, vigente desde 1994. Esta decisión es aún más grave, ya que los Estados Unidos representan el 4% de la población mundial y producen el 25 % de las emisiones de gases carbónicos. 22. La Conferencia exhorta a los Estados Unidos a que modifiquen su postura y a que ratifiquen el Protocolo de Kyoto, condición sine qua non para salvaguardar la vida sobre el planeta. 23. La Conferencia invita a los países participantes para que contribuyan a poner en funcionamiento el mecanismo de desarrollo limpio contemplado en el Protocolo de Kyoto. 24. La Conferencia recomienda igualmente, que ambos parlamentos se involucren más en el logro de los objetivos de la Agenda 21 y en el proceso preparatorio de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible que se celebrará en el año próximo en Johannesburgo."
Estas conclusiones obran en mi poder y si son de utilidad para algún señor diputado, con mucho gusto se las puedo hacer llegar.
SR. PRESIDENTE STUBRIN Tiene la palabra el señor diputado Allende.
SR. ALLENDE Señor presidente: agradezco al señor embajador el detalle y la claridad de su explicación. Pido disculpas si ya se refirió a la pregunta que voy a formular, lo que ocurre es que llegué unos minutos tarde.
Evidentemente Estados Unidos tiene una posición que en principio, dentro de los niveles políticos superiores, podríamos decir que es adversa a la firma del Protocolo. Sin embargo, hay fuerzas operantes en Estados Unidos que son muy importantes a nivel cultural -incluso político- favorables a la realización de una política ecológica en consonancia con las posibilidades de desarrollo social de la humanidad.
Frente a esta dicotomía uno se pregunta cuáles son en realidad los intereses económicos. ¿Qué agrupaciones ecológicas de Estados Unidos -país que maneja su política con una influencia extraordinaria de las grandes concentraciones económicas- están impulsando la no firma del tratado? ¿Son los grupos petroleros? ¿Son los grupos carboneros? ¿Hay otros sectores? La intención no es tener una simple información sino saber cómo debemos manejarnos ante una realidad que opera detrás de la cortina política que me parece que existe en Estados Unidos.
Evidentemente Estados Unidos tiene una posición que en principio, dentro de los niveles políticos superiores, podríamos decir que es adversa a la firma del Protocolo. Sin embargo, hay fuerzas operantes en Estados Unidos que son muy importantes a nivel cultural -incluso político- favorables a la realización de una política ecológica en consonancia con las posibilidades de desarrollo social de la humanidad.
Frente a esta dicotomía uno se pregunta cuáles son en realidad los intereses económicos. ¿Qué agrupaciones ecológicas de Estados Unidos -país que maneja su política con una influencia extraordinaria de las grandes concentraciones económicas- están impulsando la no firma del tratado? ¿Son los grupos petroleros? ¿Son los grupos carboneros? ¿Hay otros sectores? La intención no es tener una simple información sino saber cómo debemos manejarnos ante una realidad que opera detrás de la cortina política que me parece que existe en Estados Unidos.
SR. ESTRADA OYUELA Con mucho gusto le contesto porque me brinda la oportunidad de realizar un comentario profundo.
Hay dos elementos a tener en cuenta. Por un lado, de qué manera Estados Unidos ve la globalización y, por el otro, cuáles son los grupos de interés que presionan.
Mi impresión es que la globalización propugnada por Estados Unidos es totalmente asimétrica. En este caso, usted tiene el tema claro porque cuando se trata de un problema global como es el cambio climático, se subordina a otros intereses; pero cuando se trata del interés ambiental de Estados Unidos, se relaciona con problemas locales y se actúa de otra manera. Al respecto, la administración actual fundamentó y sigue aplicando las disposiciones adoptadas por la administración de Clinton, por ejemplo, respecto del coeficiente de cianuro aceptable en agua potable o de la protección de las humedades de las lagunas y los pantanos, porque se trata de temas de interés local. El tema que pareciera más remoto aparece desplazado por un interés local.
Hace poco volví de la Universidad de Harvard, donde estuve dando algunas clases, y hablando con la gente de la facultad de Derecho me enteré de que se trató del lobby del carbón, que de alguna manera se anticipó a los otros y tomó la iniciativa.
El vicepresidente a cargo del trabajo de asesoramiento del gabinete es un consultor de la industria del petróleo. La industria petrolera está avanzando bastante en temas que despiertan reacciones locales en Estados Unidos. Por ejemplo, en la extracción de petróleo en Alaska y en los pozos que están fuera de la costa en la zona de La Florida. Al respecto, el hermano del presidente, que es el gobernador, antes se oponía pero ahora discute si es posible hacerlo a cien kilómetros de la costa.
En consecuencia, por un lado tenemos la asimetría de la globalización por la manera en que se considera el comercio internacional. Además, en los trabajos sobre globalización no aparecen los subsidios de Estados Unidos. En fin, hay una asimetría en la forma de globalización que se propone y, a lo mejor, tenemos la oportunidad de inducir a corregirla en la conferencia que se realizará en Johannesburgo. Por otro lado, está el tema de los fondos.
Hay dos elementos a tener en cuenta. Por un lado, de qué manera Estados Unidos ve la globalización y, por el otro, cuáles son los grupos de interés que presionan.
Mi impresión es que la globalización propugnada por Estados Unidos es totalmente asimétrica. En este caso, usted tiene el tema claro porque cuando se trata de un problema global como es el cambio climático, se subordina a otros intereses; pero cuando se trata del interés ambiental de Estados Unidos, se relaciona con problemas locales y se actúa de otra manera. Al respecto, la administración actual fundamentó y sigue aplicando las disposiciones adoptadas por la administración de Clinton, por ejemplo, respecto del coeficiente de cianuro aceptable en agua potable o de la protección de las humedades de las lagunas y los pantanos, porque se trata de temas de interés local. El tema que pareciera más remoto aparece desplazado por un interés local.
Hace poco volví de la Universidad de Harvard, donde estuve dando algunas clases, y hablando con la gente de la facultad de Derecho me enteré de que se trató del lobby del carbón, que de alguna manera se anticipó a los otros y tomó la iniciativa.
El vicepresidente a cargo del trabajo de asesoramiento del gabinete es un consultor de la industria del petróleo. La industria petrolera está avanzando bastante en temas que despiertan reacciones locales en Estados Unidos. Por ejemplo, en la extracción de petróleo en Alaska y en los pozos que están fuera de la costa en la zona de La Florida. Al respecto, el hermano del presidente, que es el gobernador, antes se oponía pero ahora discute si es posible hacerlo a cien kilómetros de la costa.
En consecuencia, por un lado tenemos la asimetría de la globalización por la manera en que se considera el comercio internacional. Además, en los trabajos sobre globalización no aparecen los subsidios de Estados Unidos. En fin, hay una asimetría en la forma de globalización que se propone y, a lo mejor, tenemos la oportunidad de inducir a corregirla en la conferencia que se realizará en Johannesburgo. Por otro lado, está el tema de los fondos.
SR. ALLENDE Particularmente quiero felicitarlos por el hecho de que en la cancillería argentina exista este criterio de globalización. Muchas veces he escuchado hablar del tema de una manera un tanto ligera, como si la globalización fuera una superficie pareja y no existieran globalizadores y globalizados.
En este sentido me parece interesante sentir que hay claridad al respecto.
En este sentido me parece interesante sentir que hay claridad al respecto.
SR. ESTRADA OYUELA No he conversado de este tema con el Canciller.
SR. ALLENDE Espero que esté de acuerdo.
SR. GILES Mi pregunta seguramente tiene que ver con la respuesta que se le ha dado al señor diputado Allende, pero quisiera preguntarle qué cree que ocurrirá desde el punto de vista de nuestro país. Personalmente me cuesta suponer -ojalá que lo logre- que Argentina pueda oficialmente mantener esa suerte de tercera posición entre Estados Unidos -con la posición de su presidente- y la Unión Europea, que reacciona como ha sido aquí mencionado.
Me cuesta también suponer que Estados Unidos endurezca su posición en soledad. Creo que la historia de la política exterior de Estados Unidos hace suponer, por el contrario, que utilizará todos los mecanismos a su alcance para ejercer presión sobre todos y cada uno de los países de la tierra para que o lo acompañen en su posición o que de alguna manera silencien sus voces, acompañando de algún modo la política definida por Estados Unidos.
Desde ese punto de vista, y porque creo que es de una extrema gravedad la posición asumida por Estados Unidos a través de su presidente, considero necesario tomar una posición clara al respecto. En la Cámara de Diputados hay proyectos presentados que condenan la posición del presidente Bush -el señor Estrada Oyuela ya debe saberlo. Quisiera saber cuáles son las previsiones y las hipótesis, en el ámbito de la política exterior de nuestro país, respecto de la posibilidad cierta -creo yo- de que Estados Unidos apriete el tornillo y ejerza presión sobre países como el nuestro en torno a su propia posición. Esto por un lado.
Por el otro, quisiera que el señor Estrada Oyuela nos comente si simultáneamente a la declaración del presidente Bush existieron presiones de Estados Unidos sobre nuestro país y cuáles fueron las respuestas diplomáticas y políticas que ha hecho la Argentina.
Me cuesta también suponer que Estados Unidos endurezca su posición en soledad. Creo que la historia de la política exterior de Estados Unidos hace suponer, por el contrario, que utilizará todos los mecanismos a su alcance para ejercer presión sobre todos y cada uno de los países de la tierra para que o lo acompañen en su posición o que de alguna manera silencien sus voces, acompañando de algún modo la política definida por Estados Unidos.
Desde ese punto de vista, y porque creo que es de una extrema gravedad la posición asumida por Estados Unidos a través de su presidente, considero necesario tomar una posición clara al respecto. En la Cámara de Diputados hay proyectos presentados que condenan la posición del presidente Bush -el señor Estrada Oyuela ya debe saberlo. Quisiera saber cuáles son las previsiones y las hipótesis, en el ámbito de la política exterior de nuestro país, respecto de la posibilidad cierta -creo yo- de que Estados Unidos apriete el tornillo y ejerza presión sobre países como el nuestro en torno a su propia posición. Esto por un lado.
Por el otro, quisiera que el señor Estrada Oyuela nos comente si simultáneamente a la declaración del presidente Bush existieron presiones de Estados Unidos sobre nuestro país y cuáles fueron las respuestas diplomáticas y políticas que ha hecho la Argentina.
SR. ESTRADA OYUELA Estados Unidos no está solo, aun antes de llegar a ejercer presión. La posición de Estados Unidos de alguna manera tiene un reflejo de Australia. Australia tiene la posibilidad de crecer un 8 por ciento, pero es un gran productor de carbono. Para bajar sus emisiones necesita que desaparezca en Europa el subsidio al carbono; por ejemplo, el subsidio alemán a la producción de carbono. En cuanto se produce alguna confusión pega el salto y dice "Si esto sigue así, yo no puedo". Entonces, Australia ya se ha plegado a los Estados Unidos. Además, están los encubiertos. Los socios de la OPEP, que son quince, no quieren que esto ocurra. Atrás de Estados Unidos está Canadá, y después viene una serie de países que en cuanto se les presente alguna oportunidad, se plegarán. En esa serie podemos mencionar a Nueva Zelanda, por ejemplo.
En cuanto a la posibilidad que existe de mantener esta posición, creo que sí es posible. Tengo 36 años en la actividad, y hay algunas condiciones que a uno le hacen suponer que es posible mantener esta posibilidad, sobre todo cuando la otra parte sabe que en definitiva la posición objetiva, racional, la que busca el compromiso y la solución acordada, le va a servir.
Estados Unidos no empieza ahora con esta posición sino desde el comienzo de la negociación. En la primera reunión que se llevó a cabo cerca de Washington, en un pueblo que se llama Chantilli, cuando estábamos empezando a negociar, ya entonces torpedeaba las negociaciones.
No podíamos avanzar ni un centímetro. Recuerdo que en un momento en el que ya no se podía hacer nada más, levanté la sesión e invité a todos a almorzar, lo cual me salió carísimo. Es decir que hay que tener presentes los recursos necesarios para poder salir adelante, pero es posible hacerlo.
Es cierto que hubo presiones, pero no solamente fueron de esta administración sino también de la anterior. De la reunión mantenida entre el entonces presidente Clinton y el presidente Menem en Bariloche surgió un documento en el cual no se expresaba exactamente la posición que deseábamos ni la que obteníamos. Tuvimos que leerlo con cuidado y tratar de encontrar la interpretación que se adecuara a lo que nos parecía conveniente en ese momento; afortunadamente la encontramos y las cosas salieron bien.
Asimismo, la embajadora Bondanza tuvo que confrontar la posición de Estados Unidos en la reunión de ministros de Medio Ambiente realizada en Montreal hace más de un mes. Por ello, me gustaría que ella explicara un poco el tema.
En cuanto a la posibilidad que existe de mantener esta posición, creo que sí es posible. Tengo 36 años en la actividad, y hay algunas condiciones que a uno le hacen suponer que es posible mantener esta posibilidad, sobre todo cuando la otra parte sabe que en definitiva la posición objetiva, racional, la que busca el compromiso y la solución acordada, le va a servir.
Estados Unidos no empieza ahora con esta posición sino desde el comienzo de la negociación. En la primera reunión que se llevó a cabo cerca de Washington, en un pueblo que se llama Chantilli, cuando estábamos empezando a negociar, ya entonces torpedeaba las negociaciones.
No podíamos avanzar ni un centímetro. Recuerdo que en un momento en el que ya no se podía hacer nada más, levanté la sesión e invité a todos a almorzar, lo cual me salió carísimo. Es decir que hay que tener presentes los recursos necesarios para poder salir adelante, pero es posible hacerlo.
Es cierto que hubo presiones, pero no solamente fueron de esta administración sino también de la anterior. De la reunión mantenida entre el entonces presidente Clinton y el presidente Menem en Bariloche surgió un documento en el cual no se expresaba exactamente la posición que deseábamos ni la que obteníamos. Tuvimos que leerlo con cuidado y tratar de encontrar la interpretación que se adecuara a lo que nos parecía conveniente en ese momento; afortunadamente la encontramos y las cosas salieron bien.
Asimismo, la embajadora Bondanza tuvo que confrontar la posición de Estados Unidos en la reunión de ministros de Medio Ambiente realizada en Montreal hace más de un mes. Por ello, me gustaría que ella explicara un poco el tema.
SRA. BONDANZA Creo que hay un elemento importante en el contexto político definido por el embajador Estrada Oyuela. En esa reunión de ministros de Medio Ambiente de toda América se acordó la redacción de un comunicado para enviarlo a la cumbre de los presidentes que se celebraba en abril en Canadá. Todos los ministros estuvieron de acuerdo pese a un expreso pedido de la delegación de Estados Unidos, encabezada por la máxima titular de Medio Ambiente, de que no se podía omitir una mención al Protocolo de Kyoto. Era impensable que en el año 2001 se redactara en forma disimulada cualquier comunicado relativo a cambios climáticos que no incluyera una mención expresa al Protocolo de Kyoto. Eso nos brinda un elemento más acerca de que por lo menos en el ámbito americano hay una conciencia cierta de que el Protocolo es un documento valioso que tiene que respetarse.
SR. PRESIDENTE STUBRIN Tiene la palabra el señor diputado Ferreyra.
SR. FERREYRA Señor presidente: en relación con la posibilidad de la firma del Protocolo quiero señalar que en Tierra del Fuego se está conversando acerca de la posibilidad de poner en funcionamiento importantes yacimientos de gas. El producto de esos yacimientos se utilizaría para la elaboración de combustibles líquidos y para la reducción de bauxita y de otros elementos ferrosos.
Entre el gobierno de la provincia, el Ministerio de Economía de la Nación y las firmas Shell, Pichinet y Ferrostal se está conversándo sobre la redacción del respectivo proyecto.
Por otra parte, quisiera saber si la firma del protocolo no afectaría las inversiones principalmente de Tierra del Fuego, y del país en general, porque las primeras noticias que aparecieron en los periódicos señalaban que se trataba de emisiones de gases contaminantes que afectaban la atmósfera produciendo una suba de la temperatura.
Entre el gobierno de la provincia, el Ministerio de Economía de la Nación y las firmas Shell, Pichinet y Ferrostal se está conversándo sobre la redacción del respectivo proyecto.
Por otra parte, quisiera saber si la firma del protocolo no afectaría las inversiones principalmente de Tierra del Fuego, y del país en general, porque las primeras noticias que aparecieron en los periódicos señalaban que se trataba de emisiones de gases contaminantes que afectaban la atmósfera produciendo una suba de la temperatura.
SR. ESTRADA OYUELA De ninguna manera están afectados los proyectos de nuestro país. En el convenio y en el Protocolo está claro que los países en desarrollo necesitan aumentar las emisiones para asegurar el desarrollo.
El problema que actualmente estamos enfrentando es el de los países industrializados que se han convertido en extraordinarias fuentes de emisiones. Pero no hay ninguna disposición ni en el Protocolo ni en el convenio sobre la reducción de emisiones en los países en desarrollo, aunque sí es una pretensión de Estados Unidos. Ello está contenido en la resolución del Senado a la cual me referí anteriormente y en un párrafo de la carta del presidente Bush en la cual expresa que no puede asumir compromisos de esa naturaleza sin incluir las emisiones de los países en desarrollo. Se refiere especialmente a India, China, Brasil y quizás Malasia. Esto no está aceptado por la comunidad internacional porque el volumen de emisiones per cápita en los países en desarrollo es muy bajo en relación con el de los países desarrollados, concepto que se vincula con lo expresado por el diputado Grosso. Por eso, no hay nada que se pueda oponer a un proyecto de esa naturaleza.
El problema que actualmente estamos enfrentando es el de los países industrializados que se han convertido en extraordinarias fuentes de emisiones. Pero no hay ninguna disposición ni en el Protocolo ni en el convenio sobre la reducción de emisiones en los países en desarrollo, aunque sí es una pretensión de Estados Unidos. Ello está contenido en la resolución del Senado a la cual me referí anteriormente y en un párrafo de la carta del presidente Bush en la cual expresa que no puede asumir compromisos de esa naturaleza sin incluir las emisiones de los países en desarrollo. Se refiere especialmente a India, China, Brasil y quizás Malasia. Esto no está aceptado por la comunidad internacional porque el volumen de emisiones per cápita en los países en desarrollo es muy bajo en relación con el de los países desarrollados, concepto que se vincula con lo expresado por el diputado Grosso. Por eso, no hay nada que se pueda oponer a un proyecto de esa naturaleza.
SR. FERNANDEZ VALONI Como representante del bloque Acción por la República, firmante del proyecto, quiero hacer notar que el día 3 de abril presentamos un proyecto de declaración, sorprendidos por la afirmación del presidente Bush e incluso del director de Medio Ambiente en el sentido de que no tenían interés alguno en el tratado. Nos pareció casi una provocación para la opinión pública internacional. Entonces, además de dar los instrumentos al personal del servicio exterior que está en la batalla y en la vanguardia de este tema, debemos continuar agitando este tema desde el punto de vista de la concientización de la opinión pública sobre estos asuntos porque también son instrumentos para quien está en la negociación, de manera tal que además de la cuestión del entendimiento y la ejecución de la negociación, puedan contar con otros elementos.
La segunda cuestión que quiero destacar y que no me sorprende en absoluto, es que un hombre de alta jerarquía del servicio exterior se haya expresado con esta solvencia y con esta eficacia, incluso con capacidad didáctica, porque una de las pocas instituciones que le quedan a la República es el Instituto del Servicio Exterior como elemento de formación y el Cuerpo Diplomático como elemento tutelar del interés nacional.
Ojalá muchas veces las autoridades políticas fundamentaran sus análisis para tomar algunas decisiones en la profundidad de la conciencia y la experiencia de los diplomáticos, especialmente en estos momentos en que están haciendo un gran esfuerzo en un ambiente totalmente desfavorable desde el punto de vista de los recursos económicos y de la valorización de sus méritos para los ascensos en la carrera, etcétera. Por todo lo expuesto, me complazco en ponerlo en evidencia.
La segunda cuestión que quiero destacar y que no me sorprende en absoluto, es que un hombre de alta jerarquía del servicio exterior se haya expresado con esta solvencia y con esta eficacia, incluso con capacidad didáctica, porque una de las pocas instituciones que le quedan a la República es el Instituto del Servicio Exterior como elemento de formación y el Cuerpo Diplomático como elemento tutelar del interés nacional.
Ojalá muchas veces las autoridades políticas fundamentaran sus análisis para tomar algunas decisiones en la profundidad de la conciencia y la experiencia de los diplomáticos, especialmente en estos momentos en que están haciendo un gran esfuerzo en un ambiente totalmente desfavorable desde el punto de vista de los recursos económicos y de la valorización de sus méritos para los ascensos en la carrera, etcétera. Por todo lo expuesto, me complazco en ponerlo en evidencia.
SR. PRESIDENTE STUBRIN Agradezco al señor diputado Fernández Valoni por sus comentarios. Simplemente quiero dejar constancia de que nunca un gobierno tuvo tan pocos embajadores políticos y respetó tanto la carrera diplomática como éste, y le sugiero que en la próxima reunión de la Comisión de Presupuesto vote para que la Cancillería pueda tener los ascensos y las asignaciones presupuestarias correspondientes, y ejerza influencia donde usted sí puede hacerlo para lograrlo.
Quiero también hacer un comentario en relación con lo que dijo el señor diputado Giles respecto del problema de los Estados Unidos. En primer lugar, todavía no hemos apreciado cuánto cambio significa el triunfo de Bush en relación con el gobierno anterior. En segundo término, el asunto es la supervivencia de los marcos multilaterales que logró la civilización. El problema no es si Estados Unidos presiona por una determinada política sino cuánto se retira de los espacios que han sido un embrión del desarrollo de la paz: del sistema de Naciones Unidas, de la UNESCO, de la Organización Mundial de la Salud, de la FAO. Lo que se plantea y está en cuestión es que una política de los Estados Unidos centrada en sí mismo y en el aumento de las estrategias de la década del 80, de abandono de los espacios multilaterales, entraña una modificación extraordinariamente significativa para muchas de las cuestiones que aquí están en juego, incluidos algunos organismos de financiamiento internacional que con cuestionamientos pertenecen al sector público y que pasarían salvajemente a manos de los intermediarios privados.
Luego, quería llamar la atención sobre algo que no ha sido suficientemente ponderado en esta Cámara, y es que el día antes de irse el presidente Clinton, junto a algunos indultos cuestionados de amigos del cuñado, etcétera, etcétera, firmó el Tratado de Derecho Penal Internacional. Esto fue como un mensaje de una extraordinaria profundidad, en relación con qué es lo que está en juego. Se trata de un presidente que negoció el Tratado de Roma y no lo suscribió, pero que antes de irse, como acción póstuma desde el punto de vista político, deja la firma a un gobierno que no tiene ninguna voluntad de aprobarlo en el Congreso ni de trabajar en esa dirección.
Tiene la palabra la señora diputada Müller.
Quiero también hacer un comentario en relación con lo que dijo el señor diputado Giles respecto del problema de los Estados Unidos. En primer lugar, todavía no hemos apreciado cuánto cambio significa el triunfo de Bush en relación con el gobierno anterior. En segundo término, el asunto es la supervivencia de los marcos multilaterales que logró la civilización. El problema no es si Estados Unidos presiona por una determinada política sino cuánto se retira de los espacios que han sido un embrión del desarrollo de la paz: del sistema de Naciones Unidas, de la UNESCO, de la Organización Mundial de la Salud, de la FAO. Lo que se plantea y está en cuestión es que una política de los Estados Unidos centrada en sí mismo y en el aumento de las estrategias de la década del 80, de abandono de los espacios multilaterales, entraña una modificación extraordinariamente significativa para muchas de las cuestiones que aquí están en juego, incluidos algunos organismos de financiamiento internacional que con cuestionamientos pertenecen al sector público y que pasarían salvajemente a manos de los intermediarios privados.
Luego, quería llamar la atención sobre algo que no ha sido suficientemente ponderado en esta Cámara, y es que el día antes de irse el presidente Clinton, junto a algunos indultos cuestionados de amigos del cuñado, etcétera, etcétera, firmó el Tratado de Derecho Penal Internacional. Esto fue como un mensaje de una extraordinaria profundidad, en relación con qué es lo que está en juego. Se trata de un presidente que negoció el Tratado de Roma y no lo suscribió, pero que antes de irse, como acción póstuma desde el punto de vista político, deja la firma a un gobierno que no tiene ninguna voluntad de aprobarlo en el Congreso ni de trabajar en esa dirección.
Tiene la palabra la señora diputada Müller.
SRA. MÜLLER Señor presidente: quisiera hacer un breve comentario.
En primer lugar, quiero felicitar al señor embajador porque nuevamente tiene el manejo de la situación y yo observé cómo trabajaba en Japón.
En segundo término, quiero hacer un llamado de atención a raíz de la reacción que he estado viendo en los distintos países del mundo por la firma del Protocolo de Kyoto y por el recalentamiento global del planeta.
Realmente pido que nuestra representación argentina tenga como objetivo salvar vidas humanas más allá de los cierres económicos de los países desarrollados.
El recalentamiento global del planeta, las sequías, las inundaciones, los tornados, los huracanes, el crecimiento de las aguas y demás fenómenos climáticos afectan fundamentalmente a los países subdesarrollados y cuando hay mucha pobreza y mucho hambre la gente sufre.
Los países desarrollados no tienen problema; al contrario, muchas veces prevén la fecha del huracán y toman los recaudos necesarios. Por todo lo expuesto, pido al embajador que tengamos presente este punto.
Por otra parte, quisiera comentar dos imágenes que me quedaron de la reunión celebrada en Japón. La primera, fue el grito desgarrador del representante de los países insulares por el aumento de las aguas y la tendencia a la desaparición de sus tierras. La segunda, la corrida de los senadores de Estados Unidos a una sala especial en la cual monitoreaban permanentemente las reducciones y la manera en que ello iba a perjudicar o a redituar económicamente al país.
Reitero que pido que sobre todo tengamos en cuenta al ser humano, más allá de los cierres económicos de los países desarrollados.
En primer lugar, quiero felicitar al señor embajador porque nuevamente tiene el manejo de la situación y yo observé cómo trabajaba en Japón.
En segundo término, quiero hacer un llamado de atención a raíz de la reacción que he estado viendo en los distintos países del mundo por la firma del Protocolo de Kyoto y por el recalentamiento global del planeta.
Realmente pido que nuestra representación argentina tenga como objetivo salvar vidas humanas más allá de los cierres económicos de los países desarrollados.
El recalentamiento global del planeta, las sequías, las inundaciones, los tornados, los huracanes, el crecimiento de las aguas y demás fenómenos climáticos afectan fundamentalmente a los países subdesarrollados y cuando hay mucha pobreza y mucho hambre la gente sufre.
Los países desarrollados no tienen problema; al contrario, muchas veces prevén la fecha del huracán y toman los recaudos necesarios. Por todo lo expuesto, pido al embajador que tengamos presente este punto.
Por otra parte, quisiera comentar dos imágenes que me quedaron de la reunión celebrada en Japón. La primera, fue el grito desgarrador del representante de los países insulares por el aumento de las aguas y la tendencia a la desaparición de sus tierras. La segunda, la corrida de los senadores de Estados Unidos a una sala especial en la cual monitoreaban permanentemente las reducciones y la manera en que ello iba a perjudicar o a redituar económicamente al país.
Reitero que pido que sobre todo tengamos en cuenta al ser humano, más allá de los cierres económicos de los países desarrollados.
SR. PRESIDENTE STUBRIN Habiéndose cumplido el objetivo de la convocatoria, damos por finalizada la reunión.
- Es la hora 11 y 7.