DECLARA su más terminante rechazo a las palabras agraviantes para los ancestros itálicos que son parte de la identidad nacional argentina pronunciadas por la señora vicepresidente de la Nación Cristina Fernández de Kirchner, dichos que configuran una inaceptable discriminación étnico-social impropia de la armónica integración del país que supo amalgamar la población originaria y criolla con la inmigratoria de fines del S.XIX principios del siglo pasado, valorada por propios y extraños como uno de los mejores rasgos culturales de nuestra Nación.

Señor presidente:

En La Habana, al presentar su libro “Sinceramente”, el 11 de febrero de 2020, la ex presidente y actual vicepresidente Cristina E. Fernández de Kirchner, formuló mucho más que desafortunadas palabras. Fueron términos agraviantes para Sicilia, Calabria, toda Italia y gran parte de nuestra Nación – que reconoce ancestros peninsulares en buena parte de sus 45 millones de habitantes. La alta funcionario expresó:

“En la Argentina el lawfare tuvo un componente mafioso: ir contra la familia. Las mafias apuntan contra las familias. El componente mafioso del lawfare en la Argentina se tradujo en la persecución a mis hijos pero especialmente a Florencia. Tal vez por verla vulnerable, tal vez porque advirtieron que era un lugar especial para mí y donde podían doblegarme... en fin, hacer las cosas que ellos saben hacen tan bien. Debe ser ese componente mafioso, los ancestros de quien fuera... como denunció un conocido periodista del diario Página/12 cuando habló de la ‘Ndrangheta’ italiana. Deben ser esos ancestros”.

La señora de Kirchner con estos desconceptos aludió a la ascendencia del ex presidente Mauricio Macri.

El odio y el rencor son veneno en estado puro para una Nación de por sí históricamente agrietada. La primera misión de un estadista – que piensa con la mira elevada – es unir al país porque es consciente que la unión es estratégicamente fundamental para sobrellevar la situación compleja que sobrellevamos y para afrontar los desafíos del porvenir. Pues, los dichos de la señora vicepresidente contribuyen a agrandar el abismo y a adunarles un componente en estos tiempos inédito: el racismo.

Esta H. Cámara está obligada a hacer oír su rechazo en aras de la unión argentina – mandato preambular de nuestra Constitución – y de la paz social.

El repudio ha sido generalizado e inmediato y hasta el presidente de la República convocó al embajador de Roma para darle un gestual pedido de disculpas, aunque faltó su concreta expresión.

Por los breves considerados expuestos, solicito el respaldo de la H. Cámara para esta Declaración de rechazo a los agravios inferidos a Italia, nuestro primo hermano país.