Expresar preocupación por la dolorosa situación socioeconómica que atraviesan los jubilados y pensionados de nuestro país que cobran haberes mínimos, lo que constituye un atentado a la dignidad humana y los derechos humanos y exhortar al Poder Ejecutivo de la Nación para que conjuntamente con el Congreso Nacional declare la Emergencia Social para el Sector de la Tercera Edad y acudan en una asignación especial que refuerce los magros ingresos actuales.

Señor presidente:

La Calidad de Vida de los adultos mayores es un desafío que involucra a toda la comunidad de una nación: clase política, étnica o religiosa, social, económica y cultural.

Se debe confluir en los esfuerzos para consolidar un futuro menos traumático para éste sector, que a pesar de haber agotado su etapa activa o productiva, no debe ser considerado como una carga onerosa para el estado moderno, cualquiera que sea su sistema político.

El marco de los principales problemas que deben enfrentar los adultos mayores, los jubilados, los retirados y pensionados está compuesto por la alimentación, la salud, la recreación, el acompañamiento social y económico que dignifique a este estadio de la vida.

En nuestro país, una ancha franja de los adultos sufre graves situaciones de pobreza y exclusión social; no cuentan con elementales condiciones de vida digna y son ignorados. A pesar de los avances y mejoras sociales conseguidas, tienen aún importantes carencias y no cuentan con el reconocimiento que su peso poblacional requiere en concordancia con lo que le tributó y aportó su fuerza de producción laboral, física, intelectual y espiritual a la sociedad.

De esta manera, la jubilación y pensión mínima de $893,50, que cobra el 75% de los pasivos, es un atentado a la dignidad de nuestros mayores, a los derechos humanos que les asiste e injusticia que clama al cielo.

A título ilustrativo, si tenemos en cuenta el BIG MAC, que forma parte de un índice elaborado por THE ECONOMIST para medir los precios relativos de los bienes en el mundo y referido a las hamburguesas McDonald's y, teniendo en cuenta que su precio normal ronda los $12 o U$S 3, vemos que los magros haberes que perciben el 75% de nuestros pensionados y jubilados -y algunos adultos mayores nada-, sólo les alcanza apenas para comprar por día TRES HAMBURGUESAS.

En consecuencia, no les queda dinero para las demandas básicas de una alimentación saludable, a la salud (precaria prestación tanto del Pami como del Profe), recreación, compartir con sus familiares, nietos, etc.

No podemos permitir que nuestros ancianos sigan viviendo en esas condiciones, en muchos casos obligándolos a continuar con sus trabajos, hasta edades avanzadas, porque su jubilación, a la que aportaron toda su vida laboral, no les alcanza para mantener una vida digna.

Por esto, solicito a mis pares que me acompañen en este proyecto de declaración.