PRESUPUESTO Y HACIENDA
Comisión PermanenteOf. Administrativa: Piso P04 Oficina 418
Secretario Administrativo Dr. Seguí Ariel
Martes 17.00hs
Of. Administrativa: (054-11) 6075-2444 Internos 2416/2310
cpyhacienda@hcdn.gob.ar
- PRESUPUESTO Y HACIENDA
Reunión del día 29/09/2020
- INFORMATIVA
- En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los veintinueve días del mes de septiembre de 2020, a la hora 15 y 10, comienza la reunión virtual de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, llevada a cabo bajo el formato de videoconferencia.
SR. PRESIDENTE HELLER Damos comienzo a la reunión de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, con el objetivo de recibir los informes que nos brindarán los señores funcionarios del área del Ministerio de Economía de la Nación.
En primer término, vamos a escuchar la exposición del señor secretario de Política Económica, licenciado Haroldo Montagú. Luego hará uso de la palabra el señor secretario de Hacienda, licenciado Raúl Rigo, y finalmente el señor secretario de Finanzas, licenciado Diego Bastourre.
La dinámica que propongo para la reunión es que escuchemos los informes de los tres funcionarios y a continuación abramos la ronda de formulación de preguntas por parte de los señores diputados y las señoras diputadas. Seguramente las voy a ir agrupando de a cuatro, cinco o seis para que los funcionarios las puedan responder y así vayamos avanzando hasta la finalización de la reunión. De lo contrario, las respuestas se tornarán ininteligibles.
La reunión está programada hasta las 20 horas. Si tenemos preguntas para formular, no nos va a faltar tiempo para desarrollarlas. Esto no implica que tengamos que llevar a cabo la reunión hasta esa hora. Si el temario se agota antes, llegará el momento de dar por finalizada la reunión. Eso lo iremos viendo en conjunto.
Tiene la palabra el señor secretario de Política Económica, licenciado Haroldo Montagú.
En primer término, vamos a escuchar la exposición del señor secretario de Política Económica, licenciado Haroldo Montagú. Luego hará uso de la palabra el señor secretario de Hacienda, licenciado Raúl Rigo, y finalmente el señor secretario de Finanzas, licenciado Diego Bastourre.
La dinámica que propongo para la reunión es que escuchemos los informes de los tres funcionarios y a continuación abramos la ronda de formulación de preguntas por parte de los señores diputados y las señoras diputadas. Seguramente las voy a ir agrupando de a cuatro, cinco o seis para que los funcionarios las puedan responder y así vayamos avanzando hasta la finalización de la reunión. De lo contrario, las respuestas se tornarán ininteligibles.
La reunión está programada hasta las 20 horas. Si tenemos preguntas para formular, no nos va a faltar tiempo para desarrollarlas. Esto no implica que tengamos que llevar a cabo la reunión hasta esa hora. Si el temario se agota antes, llegará el momento de dar por finalizada la reunión. Eso lo iremos viendo en conjunto.
Tiene la palabra el señor secretario de Política Económica, licenciado Haroldo Montagú.
SR. MONTAGÚ Señor presidente, señores diputados y señoras diputadas: para mí es un placer cumplir con este deber, que es comentarles los principales lineamientos del proyecto de ley de Presupuesto General de la Administración Nacional para el ejercicio fiscal del año 2021.
Me acompaña el señor secretario de Hacienda, licenciado Raúl Rigo, quien representa una institución en materia presupuestaria. Me honra estar al lado suyo y de todo su equipo. También está presente el señor secretario de Finanzas, licenciado Diego Basturre. Reitero que es un honor estar aquí y poder plantear estas cuestiones frente a los señores legisladores y las señoras legisladoras.
Mi exposición como secretario de Política Económica se basará en transmitir los principales lineamientos e indicadores económicos sobre los cuales se apoyan las proyecciones macroeconómicas que contiene el proyecto de ley de presupuesto para el año 2021.
Me voy a retrotraer a un concepto que manifestó hace unos días el señor ministro de Economía, licenciado Martín Guzmán, cuando hizo la correspondiente presentación del proyecto de ley de presupuesto. En esa oportunidad expresó que la idea, a través de este proyecto de ley presupuesto, es construir un puente entre la economía que tenemos y enfrentamos ahora y aquella que queremos alcanzar. Me refiero a una economía estable. Ese es el rol que nos proponemos y, tal como manifestó el ministro Guzmán, la idea es tranquilizar la economía.
Consideramos que este proyecto de ley de presupuesto constituye un pilar central de ese sendero y esquema de transición que estamos construyendo.
Asimismo, refleja la visión que tiene este gobierno sobre las prioridades estratégicas. Por cada una de esas prioridades hay una o varias partidas presupuestarias que respaldan dicha visión.
Este proyecto de ley de presupuesto, tal como fue mencionado por el señor ministro, pone el foco en la economía real como motor de la recuperación de la economía argentina. Como es sabido, no hay estabilización posible sin una recuperación de la economía y la actividad. Quiero agregar a esto que no hay recuperación de la actividad económica sin un rol del Estado que acompañe y complemente al sector privado.
Mi presentación se desarrollará básicamente en dos grandes puntos. En ese sentido, en primer término voy a exponer cuáles han sido los impactos que ha tenido la pandemia originada por el COVID-19 en nuestro país a través de los principales indicadores de la economía. Me refiero a la actividad económica medida por las diferentes estadísticas, variables e indicadores.
A esto hay que sumar la evolución del sector externo y lo ocurrido en el mercado del trabajo en cuanto al empleo y los ingresos.
También debe mencionarse lo sucedido con el nivel de precios y cómo han respondido las finanzas públicas, más allá de que tanto el señor Secretario de Hacienda como el de Finanzas abundarán sobre ese tema.
También voy a realizar una breve mención de lo ocurrido con la cuestión monetaria y financiera, para luego dar paso a los comentarios relativos a la proyección del año 2020 en materia económica, que estamos atravesando, y los escenarios construidos para el período 2021-2023.
Vale aclarar que todos los indicadores muestran en los últimos años un sendero de fuerte deterioro de la economía en donde la pandemia impactó aún más. Se han profundizado muchos problemas económicos y también ha habido un deterioro en lo económico y lo social. Como bien dijo el señor ministro el martes pasado, la economía está tensionada y eso se traduce en un punto de partida muy difícil por el cual estamos atravesando.
En el gráfico que estoy exponiendo podemos apreciar lo que sucede con el producto bruto interno, es decir, la suma de todos los bienes y servicios que se producen en la economía en el largo plazo. Eso abarca una serie larga, es decir, desde 2005 hasta el último dato publicado hace pocos días por el INDEC y que refleja lo sucedido en el segundo trimestre de 2020. Vemos que en ese trimestre el producto bruto interno registró la caída más grande de la historia reciente de las últimas décadas en la Argentina. Reitero: es la caída más grande desde que existen los registros estadísticos modernos. Partimos de una caída del 19 por ciento en el segundo trimestre, que es del 16 por ciento si quitamos los factores estacionales. Eso significa que transcurrido el primer semestre del año, hasta el mes de junio, estamos enfrentando una caída del 12,6 por ciento del producto bruto interno. Este dato es para tener algún tipo de referencia.
Si ustedes ven la línea azul que ilustra este gráfico, correspondiente a la serie del producto bruto interno, las barras muestran las distintas variaciones porcentuales del PBI. Allí vemos que estamos aproximadamente en los niveles del producto bruto interno del año 2006. Partimos hacia ese nivel del PBI para hacer las proyecciones sobre las cuales establecemos los escenarios para el año que viene.
En términos de los principales componentes del producto bruto interno -es decir, la inversión, el consumo privado y la tasa de apertura entendida como la suma de las exportaciones e importaciones de bienes y servicios sobre el PBI-, podemos ver allí su evolución. En primer término, observamos una línea azul que muestra las variaciones y otra de color más oscuro.
Allí podemos apreciar la gravedad de la caída que se registró en la tasa de inversión. Estamos hablando de la caída de la tasa de inversión más grande desde que se comenzó a registrarse la serie estadística en 2004. Ese nivel de inversión sobre el nivel del PBI representa la tasa más baja en la historia reciente. ¿Qué indica esto? Partimos de una tasa de inversión muy baja, lo cual, entendiendo la inversión como uno de los motores del crecimiento, nos pone en alerta respecto del nivel en el que nos encontramos.
En relación con el consumo privado, nos encontramos con niveles que indican un retroceso. En otras palabras, el consumo privado medido en términos del PBI se ubica en valores similares a los que registraba esta variable en 2015. Es decir que hemos retrocedido casi cinco años en cuanto a esa variable.
Por otra parte, en términos de la tasa de apertura -que reitero que es la suma de las exportaciones e importaciones de bienes y servicios en función del producto bruto interno- también se registró una caída pronunciada en el segundo trimestre de 2020 como consecuencia de la disminución de los flujos del comercio global, justamente por la pandemia.
La siguiente lámina que puede apreciarse en pantalla muestra el estimador mensual de la actividad económica que produce el INDEC, que de alguna manera acerca la estimación del producto bruto interno en forma mensual. Allí puede apreciarse, con el último dato hacia el mes de julio -también publicado muy recientemente, en el día de ayer-, cómo luego de esa caída tan estrepitosa que se registró a partir de los meses de marzo, de abril, de mayo y de junio, empezó a recortarse, de alguna manera, esa caída.
En el gráfico que aparece en pantalla puede verse una línea celeste, indicativa del nivel de la actividad económica. Allí se puede apreciar que el nivel de la actividad económica experimentó una fuerte caída -del 25 por ciento en términos anuales- en el mes de abril. Luego del mes de abril esa caída se fue recortando y disminuyendo.
De esta forma, lejos de plantear un escenario de recuperación estamos señalando que ha habido un punto en el que la caída fue muy profunda. Esto ocurrió principalmente en el mes de abril, aunque también una parte considerable tuvo lugar en marzo.
Luego, en los meses de mayo, de junio y de julio, han habido variaciones positivas del estimador mensual de la actividad económica. Insisto: lejos de querer presentar un panorama de reactivación plena, simplemente menciono que en el mes de mayo se registró un crecimiento de aproximadamente el 10 por ciento en términos desestacionalizados, es decir, quitando los componentes estacionales propios que hacen al análisis mensual de estas variables.
Así como en mayo la economía creció aproximadamente el 10 por ciento, en junio lo hizo en un 7,5 por ciento en todo el estimador mensual de la actividad económica. Y en julio creció el 1,1 por ciento; este dato fue publicado en el día de ayer.
Es decir que de a poco se va recuperando esa caída fuerte, pero todavía estamos lejos de los niveles observados previamente a la irrupción de la pandemia. Como puede apreciarse en la línea azul del gráfico que aparece en pantalla, todavía nos queda un largo recorrido para alcanzar esos niveles en términos de crecimiento económico.
Ahora bien, es preciso destacar que esta caída abrupta, producto de la pandemia global y el impacto que ella ha tenido en nuestro país, ha sido heterogénea. El shock ha sido heterogéneo en los diferentes sectores productivos de la economía. En algunos ha tenido un impacto elevado, en otros, un impacto medio y en otros un impacto bajo.
En las actividades económicas que componen el estimador mensual de la actividad económica, los impactos más elevados en términos de caída de la actividad se han producido en las que ya conocemos: hoteles y restaurantes, otro tipo de servicios, construcción, industria, comercio, transporte y comunicaciones. Se trata de sectores productivos y actividades económicas que en su totalidad han sido muy afectadas por la pandemia, justamente por la dinámica propia de su actividad productiva.
Otros sectores han tenido un impacto medio, como los de la salud, las minas y canteras, las actividades inmobiliarias, la administración pública y el agro. Han tenido un impacto medio en términos de su caída y en términos del shock que ha producido la pandemia originada por el COVID-19.
Por último mencionamos aquellos sectores que también han sufrido un shock, aunque más bajo que en otros. Se trata de los sectores de la distribución de los servicios de enseñanza, de electricidad, de gas y de agua; de la intermediación financiera y de la actividad pesquera.
Adentrándonos en los diferentes sectores productivos de la Argentina, vamos a efectuar un análisis un tanto más pormenorizado. Por ejemplo, qué ocurrió con todas las industrias que componen el entramado productivo local. En el gráfico que puede verse en la pantalla puede apreciarse una línea celeste que marca el nivel de producción de la industria desde enero de 2017 hasta julio de 2020, que es el último dato publicado por el INDEC.
Este es el índice de producción industrial que publica el INDEC mensualmente. Las barras que se observan en el gráfico señalan las variaciones que ha tenido este indicador, es decir, la que ha sufrido la industria en todo este plazo.
Allí también se da una dinámica que de alguna manera va captando el estimador mensual de la actividad económica -que es el indicador que mencionamos antes-, en el cual, luego de una caída abrupta que se dio en la industria y que en el mes de abril ascendió al 33 por ciento -recordemos la dureza que enfrentamos ese mes en términos de la pandemia-, a partir de mayo se fue recortando. A pesar de que se siguieron produciendo caídas en el nivel de industria, las barras grises que pueden verse en el gráfico indican que ellas fueron cada vez menores.
Lejos de querer mencionar este punto como una recuperación plena, simplemente estamos marcando cómo de a poco y mes a mes las caídas tan abruptas van recortándose para que de alguna manera el nivel de la actividad industrial se establezca en los niveles previos a la pandemia originada por el COVID-19.
Sin embargo, en términos de la serie sin estacionalidad -reitero que es la adecuada para analizar el comportamiento mensual de esta variable- nos encontramos casi en un 9 por ciento por debajo del nivel previo a la irrupción de la pandemia del COVID-19. La industria todavía está nueve puntos por debajo de lo que, en términos de actividad, representaba en el mes de febrero, antes de la irrupción del COVID-19. En términos interanuales, la caída acumula cerca de siete puntos.
Otro indicador de la actividad industrial que nos pareció relevante mostrar es el correspondiente al nivel de utilización de la capacidad industrial. El INDEC denomina a este indicador como el de la utilización de la capacidad industrial instalada.
En el gráfico que aparece en la parte izquierda de la pantalla pueden observarse tres series que se solapan porque son diferentes metodologías que fue construyendo el INDEC. Si nos detenemos en la última serie, que está más a la derecha y es de color violeta, vemos cómo el nivel de utilización de la capacidad industrial -es decir, todas las máquinas, los trabajadores y las trabajadoras que componen al sector industrial- había comenzado a disminuir mostrando una capacidad ociosa considerable. Ello ha sido así justamente porque el nivel de utilización de esos factores productivos en la industria era lo que venía disminuyendo.
Vemos lo que ocurrió, es decir, esa abrupta caída registrada a principios de marzo y de abril, y cómo de alguna manera se fue recuperando rápidamente, llegando a un nivel cercado al 56,8 por ciento en julio, de acuerdo con el dato correspondiente a ese mes.
Es decir que en lo relativo a la utilización de la capacidad industrial -que por cuestiones metodológicas y estadísticas raramente es del ciento por ciento- el nivel actual es del 56,8 por ciento. Ello significa que hay un espacio para que la capacidad del sector industrial experimente un repunte, habiéndose recortado rápidamente esa caída.
Vamos a analizar ahora el gráfico que aparece en la parte derecha de la pantalla y traemos a colación porque corresponde a una encuesta interesante que realizó el INDEC en el marco de la pandemia y nos permite ver cómo la actividad industrial encaró esta problemática. Es una encuesta realizada a 1.700 establecimientos productivos. El INDEC relevó mes a mes cómo ha sido la operación de esos locales productivos.
Por ejemplo, vemos que en el mes de abril -esto es indicado por la primera barra del gráfico- solamente el 33,2 por ciento de los 1.700 locales productivos relevados por el INDEC tuvieron una operación normal. El 39,7 por ciento de esos locales tuvieron una operación parcial por debajo de la normalidad y el 27 por ciento de ellos directamente no tuvieron actividad. Esto sucedió en el mes de abril, cuando se contabilizaron los primeros efectos de la pandemia.
Si nos retrotraemos al mes de julio, indicado por la última barra del gráfico, vemos que ese 33,2 por ciento de los locales que en abril operaron de manera normal de acuerdo con los parámetros del INDEC se incrementó hasta llegar al 50,9 por ciento. Es decir que la mitad de los locales productivos relevados en esa encuesta del INDEC operaron de manera normal y se achicó fuertemente la proporción de locales sin actividad.
Reitero que esto no significa que estamos en un nivel de recuperación plena; simplemente estamos marcando la evolución que han tenido estas variables tan relevantes para el análisis económico y social en medio de esta pandemia, las que nutren y alimentan nuestras proyecciones y escenarios planteados.
Así como repasamos lo ocurrido con la actividad industrial, haremos lo propio con lo que viene ocurriendo con el sector de la construcción, tan importante y dinámico para la economía argentina.
Los gráficos son similares a los presentados anteriormente. La línea celeste del gráfico que aparece a la izquierda de la pantalla representa el nivel de la construcción. En este gráfico se presenta el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción -ISAC-, que estima el INDEC. Esa línea justamente muestra el nivel de ese indicador, en tanto que las barras muestran la variación anual de los indicadores.
Claramente puede verse que ya venía en caída desde fines de 2019. En el último trimestre de ese año hubo una caída muy fuerte, del 76,2 por ciento, que se aceleró profundamente en marzo y, sobre todo, en abril de 2020.
Inmediatamente después del mes de abril la actividad nuevamente fue recortando su caída. Siguió cayendo, pero cada vez menos, de modo que su nivel -indicado en el gráfico por la línea celeste- se fue recuperando moderadamente. Este es el indicador oficial del INDEC que estima la actividad de la construcción.
El gráfico que aparece a la derecha de la pantalla refleja un indicador que proviene del sector privado, lo que significa que es sectorial. Se trata del índice Construya, que también mide el nivel de construcción que tiene la actividad económica en la Argentina.
Al igual que el INDEC, ese gráfico marca la caída hacia el mes de abril. Fíjense que más allá de algunos puntos porcentuales de diferencia, la dinámica es casi exactamente la misma, pero con el agregado de que el índice Construya -insisto en que es un indicador sectorial producido por el sector privado, no por el INDEC y no consistido con otros indicadores- muestra en julio y agosto -es decir, un mes después de lo que publica el INDEC- tasas positivas de crecimiento de la construcción, volviendo su nivel -como se puede ver en la línea azul del gráfico- a valores previos a la irrupción de la pandemia del COVID-19.
Reitero que este indicador, que debe tomarse con las consideraciones del caso, de alguna manera nos permite ver si la anticipación de estos indicadores nos sirve a la hora de analizar y de construir los escenarios que nosotros realizamos.
Así como repasamos lo que ocurrió con las actividades industrial y de la construcción, ahora nos detendremos en un sector fundamental para la economía argentina, que es el de los servicios. En la Argentina, más de la mitad del PBI son servicios.
¿Qué fue lo que pasó? Ya anticipamos algo cuando analizamos los diferentes impactos sectoriales dentro del estimador mensual de la actividad económica.
En el gráfico que puede observarse en pantalla indica que el sector de los servicios tuvo un impacto heterogéneo. En efecto, como ya mencionamos, algunos servicios han sido severamente afectados, por ejemplo, hoteles y restaurantes, es decir, gastronomía y hotelería.
Este componente de hoteles y restaurantes del estimador mensual de la actividad económica muestra caídas que en abril llegaron al 85 por ciento. Justamente por las características de la actividad productiva de este sector de servicios, el de los hoteles y restaurantes -sabemos que emplea una gran cantidad de trabajadores y trabajadoras de la Argentina- y a diferencia de la construcción o de la industria, esa caída tan grande se ha ido aminorando entre abril y julio de acuerdo con el último dato, pero no se ha recortado. En efecto, la caída persiste, tal vez en una variación menor, pero no se recupera tan rápidamente como sucedió en los sectores de la construcción y de la industria.
Evidentemente aquí hay una cuestión y la recuperación de estos sectores de servicios claramente requiere nuestra atención. Precisamos saber porque el impacto va a ser más duradero.
Por otro lado, en el gráfico que aparece a la derecha de la pantalla vemos la evolución, en términos de variación anual, experimentada por los supermercados y centros de compras. Este es otro indicador que estima el INDEC a partir de las compras realizadas en los supermercados, comercios de proximidad, servicios mayoristas, centros de compras y shopping centers. Por ejemplo, las líneas amarilla y celeste -que representan los supermercados y autoservicios mayoristas- vemos que sin duda la variación de los indicadores ha oscilado, pero no han tenido un impacto severo como en el caso de los hoteles y restaurantes, que son otro tipo de servicios. Nosotros seguimos consumiendo en supermercados y autoservicios mayoristas.
Sin embargo, la línea violeta del gráfico, que corresponde a los grandes centros de compras -me refiero a los shopping centers-, que han permanecido cerrados, permite observar una caída que llega a niveles cercanos al ciento por ciento en el mes de abril. Luego, esa línea muestra variaciones más pequeñas pero aún muy considerables. Por ejemplo, en el mes de julio, que es el último registrado, la venta en shopping centers alcanzó una caída considerable, del 83 por ciento.
Dentro de lo que compone la actividad económica, encontramos la evolución de las exportaciones y las importaciones medidas en dólares. Simplemente vamos a mencionar lo ocurrido en el sector externo de la economía, conforme a estas variables del comercio exterior.
El gráfico que aparece a la izquierda de la pantalla refleja las exportaciones, mientras que el de la derecha corresponde a las importaciones por uso. En el gráfico de la izquierda, que es el de las exportaciones, vemos cómo el nivel, que está marcado por la línea gris -no sé si se alcanza a ver bien-, tuvo una caída fuerte.
Si nos adentramos en el análisis de los rubros que componen las exportaciones, vemos que en el mes de junio sobresale una barra azul que representa los productos primarios. Como ustedes saben, las exportaciones se clasifican según su grado de agregación de valor y su nivel de elaboración, pudiendo ser productos primarios, manufacturas -ya sean de origen agropecuario o industrial-, combustibles o energía.
A partir de marzo, abril, mayo y junio los productos primarios fueron los únicos que registraron valores positivos y de crecimiento. Todos los demás rubros -manufacturas de origen agropecuario o industrial, y combustibles y energía- han sufrido descensos. Según datos recientes, hacia agosto el total de las exportaciones ha registrado una caída del 11,3 por ciento. Luego pasaré datos de los valores acumulados de las exportaciones.
En el gráfico de la derecha, sobre importaciones, caen todos los rubros -a diferencia de las exportaciones-: los bienes de capital y piezas, combustibles y lubricantes, vehículos, bienes intermedios y bienes de consumo. Esto es producto de la estrepitosa caída de la actividad, como veíamos en las primeras láminas que mostraban la evolución del producto bruto interno. Esta caída viene manteniéndose desde mediados de 2018, cuando la economía argentina entró en un ciclo de caída generalizada de la actividad económica.
¿Qué ha ocurrido en términos de saldo comercial, una variable fundamental para el país? La línea celeste representa las exportaciones, medidas en millones de dólares; la línea violeta, por debajo, son las importaciones, y el área gris sombreada -en la base- es el saldo comercial. Allí vemos la dinámica de esta caída de las exportaciones e importaciones: el saldo comercial no se ha alterado en gran medida. Si vemos el área gris en la base, advertiremos también que desde septiembre de 2018 registramos un saldo comercial positivo que hasta agosto de 2020 se ha mantenido. Hubo oscilaciones; pero, a partir de enero de 2020, el saldo comercial es relativamente estable y acumulamos cerca de 11.000 millones de dólares.
¿Qué alimentan estos indicadores de saldo comercial, exportaciones e importaciones? En parte, los commodities agrícolas que exporta nuestro país. En los últimos meses -sobre todo en julio y agosto- ha habido un repunte considerable del precio de los porotos de soja, que es el gráfico de la izquierda. Tanto el precio internacional en la Bolsa de Chicago -línea azul- como el precio FOB -free on board- oficial en la Argentina muestran su correlación. Han experimentado una suba muy considerable en los últimos dos meses.
Algo similar ha ocurrido con los precios internacionales del maíz y el trigo, que son los indicadores que se encuentran en el gráfico de la derecha. Allí podemos ver diferentes evoluciones según el indicador de los precios, medidas en dólares por tonelada exportada en ambos gráficos.
A continuación, vemos una evolución muy reciente de lo ocurrido con la liquidación de cereales y oleaginosas. Habíamos mencionado la evolución y el crecimiento de los productos primarios. Por ejemplo, en el gráfico de la izquierda vemos la liquidación de divisas en concepto de venta de cereales y oleaginosas. Desde la primera barra mostramos cuál fue la liquidación en cada septiembre desde 2003 hasta 2020; en este último caso, es nuestra estimación con veintinueve días contabilizados. En promedio se han liquidado cerca de 79 millones de dólares por día. La última barra muestra una caída considerable respecto del valor de septiembre de 2019, cuando se liquidaron cerca de 100 millones diarios, mientras que hoy estamos 21 por ciento debajo de ese valor. Todos estos datos fueron elaborados por las cámaras de cereales y oleaginosas, CIARA-CEC.
Lo mismo ocurre si vemos el gráfico de la derecha, liquidaciones de divisas, también medidas en millones de dólares. Ahí ya mostramos no solamente el mes y la estacionalidad como en el gráfico de la izquierda, sino el acumulado de todos los años entre enero y septiembre. Vemos que el último dato para ese período de 2020 es un valor relativamente bajo en relación con los últimos años. De hecho, la última barra del gráfico de la derecha, que muestra un valor cercano a los 14.000 millones de dólares, nos retrotrae a valores cercanos a 2009.
Desde 2009 hemos venido creciendo en términos de liquidación de cereales y oleaginosas, con oscilaciones de acuerdo con diferentes circunstancias; pero, entre enero y septiembre de 2020, la liquidación de divisas es similar a la que se registró en 2009.
Pasamos ahora a lo ocurrido en el mercado de trabajo y cómo fue impactado por la pandemia. La línea amarilla de arriba representa la tasa de actividad económica, es decir, cuántas personas en el mercado laboral están trabajando, desempleadas o dispuestas a trabajar, medida sobre el nivel total de la población. Desde 2016 -donde comienza el gráfico- ha sido relativamente estable, hasta el segundo trimestre de 2020, que muestra una caída abrupta de casi 10 puntos. Esto tiene su correlato con la línea celeste, que es la tasa de empleo medida sobre la población económicamente activa, que también desde principios de 2016 se mantiene relativamente estable y en el segundo trimestre de 2020 -cuando se registra el peor impacto de la pandemia- cae abruptamente. El corolario de esto es la barra gris, el aumento que ha tenido la tasa de desempleo medida sobre la población económicamente activa, que ha alcanzado el 13,1 por ciento. Esto representa el máximo valor desde los registros de 2004.
De alguna manera, esto muestra las tasas de empleo y actividad más bajas de las series. Es decir, hubo una imposibilidad, en términos de tasa de actividad, de que las personas puedan salir a buscar trabajo por imposición de las condiciones de aislamiento social, preventivo y obligatorio.
Por eso, ante el retiro de la actividad -ahora lo vamos a ver en la siguiente filmina- crece tanto el nivel de inactividad. Es decir, la población que sale de la condición de estar trabajando o buscando trabajo y pasa a la inactividad.
Obviamente, otra consecuencia es el aumento del desempleo vinculado a la caída del empleo. La tasa de actividad, en términos de la población que trabaja y está dispuesta a trabajar, también es de las más bajas desde 2002, que es el año a partir del cual tenemos registro. Si bien hubo cambios en la metodología de contabilización de las variables del mercado de trabajo, si hacemos una suerte de empalme entre todas esas series vemos que estamos con tasas de actividades muy bajas; incluso, a nivel internacional.
A continuación, vemos el mismo gráfico que mostrábamos anteriormente, pero en millones de personas. Se observa, por ejemplo, cómo la población económicamente activa, que se ubicaba cerca de los 13,4 millones de personas, hacia el primer trimestre del año 2020 pasa aproximadamente a 11 millones.
Lo mismo sucede con la tasa de ocupados; vemos cómo de 12 millones pasa a cerca de 9,5 millones de personas. Son caídas fuertes.
La desocupación es la línea violeta que observamos en la parte inferior del gráfico de la izquierda. Muestra un leve aumento; aunque leve, no por eso nos deja de importar el aumento de la cantidad de trabajadores desempleados.
En términos de cantidad de personas, podemos observar, en la tabla de la derecha, que el número de desempleados es el mismo que en otros trimestres. Es decir, no ha crecido tanto en cuanto a cantidad de personas. Pero las variables y la dinámica que se han registrado en las tasas de empleo y en las tasas de actividad, sí implicaron un aumento de la tasa de desempleo.
Aquí no está mencionado, pero ese aumento del desempleo, esa tasa del 13 por ciento se verifica principalmente en los empleos que podemos llamar "informales" o "no registrados". Ese es el principal foco, el principal factor que generó ese aumento en la tasa de desempleo. No ha ocurrido lo mismo con el trabajo formal. Sobre la base de algunas estadísticas que releva el Ministerio de Trabajo, podemos observar que el empleo formal no ha sufrido tanto como el informal.
Por otra parte, es una dinámica que se genera en las crisis. El empleo informal es el primero en retraerse cuando estalla una crisis.
En la siguiente filmina, rápidamente podemos observar qué ha ocurrido con la variación del índice de precios al consumidor. El último registro contabilizado y estimado por el INDEC es entre el mes de marzo y el mes de agosto. Allí vemos diferentes índices y sus variaciones.
La barra de la izquierda, color celeste, es el índice de precios al consumidor, nivel general; es decir, el que contiene todas las categorías del índice. Hacia la derecha, la barra violeta muestra el IPC núcleo, que luego voy a explicar. En cuanto los otros dos índices, la barra amarilla muestra el índice de precios de los bienes y servicios regulados; es decir, aquellos que el Estado puede decidir cómo se van a comportar y qué dinámica van a tener. Por último, la barra gris, como pueden ver, es la que más rápidamente ha crecido entre marzo y agosto; es la que ha registrado la mayor variación e indica los productos, bienes y servicios estacionales. Principalmente, bienes que, por su aparición y demanda en el mercado, tienen precios diferentes a los que podríamos encontrar durante el resto del año.
La evolución del nivel de precios, obviamente, es fundamental para entender los escenarios y el marco macroeconómico que siempre planteamos y que el ministro presentó el martes pasado a los señores diputados.
En la imagen vemos cómo los precios de los bienes y productos estacionales han tenido el liderazgo en términos de aumento de precios. Son todos componentes que conforman el nivel general del índice de precios al consumidor.
Por ejemplo, los bienes y servicios regulados -la barra amarilla- son los que, de alguna manera, han tenido la menor variación; incluso, han sido registrados por el INDEC con variación negativas. Sin embargo, son los que, en este contexto tan difícil, atípico e irregular en el que la Argentina enfrenta restricciones tan fuertes -mencionadas por el ministro el martes pasado-, de alguna forma marcan un sendero o ayudan al nivel general del índice de precios al consumidor. Eso vale la pena destacarlo y podemos volver sobre ello. Seguramente, vamos a hacerlo.
Simplemente, quiero hacer algunas menciones respecto a las finanzas públicas y al sector público no financiero, temas sobre los que luego el secretario de Hacienda se explayará más. Quiero señalar lo que está ocurriendo con la recaudación tributaria en términos reales. Es decir, cuando descontamos el efecto de la inflación.
En el gráfico podemos advertir la gravedad que enfrentamos. La línea marca la variación de la recaudación total, descontado el nivel de inflación. Observamos que, aproximadamente desde mediados del año 2018, hemos tenido una recaudación real negativa. Concretamente, la variación del IPC fue mayor a la variación de la recaudación tributaria; o sea, la variación de la inflación fue mayor al aumento de la recaudación tributaria del Estado.
Esa situación comienza a mediados de 2018 y se mantiene durante casi todo 2019. Hacia el final del gráfico vemos una caída estrepitosa de la recaudación que se da no tanto por el aumento de la inflación, sino, sobre todo, por la caída de la recaudación tributaria, derivada a su vez de la caída de la actividad económica de los diferentes sectores de la economía que mostramos al inicio de la presentación.
Luego, al igual que otros sectores que se recuperan y recortan su caída, vemos que esa recaudación en términos reales también se recupera, todavía con variaciones negativas pero cada vez más bajas. Ello pone de manifiesto un problema serio: los recursos con los que cuenta el Estado, en términos de recaudación tributaria, para asignar a sus gastos y prioridades.
Como bien sabemos, en el contexto de este año tan difícil, esa prioridad fue cuidar a las familias, a las empresas, al capital organizacional. Hacia allí dirigimos nuestros esfuerzos.
Si bien considero que tendremos mayor posibilidad de discutir estos temas, simplemente quiero mencionar que en este contexto el Estado argentino puso a disposición cerca de 7 puntos del PBI en lo que podemos denominar "el paquete COVID", que es la ayuda a las familias, a las empresas y a las personas para atravesar esta situación tan difícil.
En tal sentido, esos 7 puntos del PBI se descomponen en las siguientes acciones. Primero, en el costo fiscal de algunas medidas, como el Ingreso Familiar de Emergencia o el Programa de Emergencia a la Asistencia al Trabajo y a la Producción -el ATP- que, entre muchas otras, tuvieron un impacto de 4,9 por ciento del producto bruto interno. Eso fue puesto a disposición en muchísimos programas.
Segundo, hay un grupo de políticas vinculadas a facilidades financieras mediante el otorgamiento de créditos y garantías, que han incurrido en 2 puntos porcentuales del PBI. Los programas son diversos y básicamente están vinculados con el otorgamiento de créditos a empresas a tasas subsidiadas -para lo que se han destinado cerca de 320.000 millones de pesos-, el Fondo de Garantía Argentino (FOGAR) y también el FONDEP. En otras palabras, existen varios fondos y programas vinculados al otorgamiento de créditos y garantías, con un monto equivalente al 2 por ciento del PBI, para ayudar a empresas, sectores e incluso a monotributistas que han podido acceder a ellos. Vale la pena destacar que hablamos de una estimación y que para todas las medidas de ayuda se ha destinado aproximadamente el 7 por ciento del PBI.
La caída real de la recaudación tributaria y el aumento considerable de los gastos muy focalizados en las ayudas -en el paquete COVID para atravesar la emergencia-, redundan en déficits fiscales elevados en los años recientes.
En la filmina se puede observar el resultado financiero en el primer set de barras a la izquierda. Se trata de una estimación que muestra que llegamos a agosto de 2020 con un déficit financiero cercano a 5,6 por ciento y un déficit primario del 4,2 por ciento.
En el set de barras del centro están los intereses, la diferencia entre el resultado primario y el financiero, y se observa que, hacia agosto de 2020, la carga de intereses en términos del PBI se ha reducido 0,6 puntos porcentuales respecto al valor que registraba en el mismo mes del año pasado. Es decir, si comparamos los dos agostos tenemos una caída considerable de los intereses medidos en términos del producto bruto.
En la siguiente filmina, para concluir con la parte fiscal de mi presentación, se observa un gráfico interesante que merece algunos minutos de atención, en el que mostramos cómo fueron creciendo los ingresos y los gastos. La línea azul representa cómo ha crecido el gasto primario en términos reales; la línea violeta, que hacia el final del gráfico se encuentra por debajo del eje de abscisas, representa cómo han crecido los ingresos -siempre en términos reales-, todo descontado por el efecto de la inflación; el área gris es la diferencia entre ingresos y gastos.
Entonces, allí se observa que en los meses más duros por el impacto de la pandemia, el área gris se ensancha. Es decir, la diferencia entre los ingresos y los gastos fue muy grande, ya que por la caída de la actividad económica caen los ingresos y la recaudación tributaria; además, como producto de la pandemia, el Estado debió salir a ayudar a las empresas, las familias y las personas. Es decir, se dieron esos dos efectos: la caída de los ingresos reales y el aumento considerable del gasto primario del sector público; la diferencia es el área gris.
Sin embargo, con el transcurrir de los meses, si nos acercamos a agosto de 2020 -el último mes disponible con datos- vemos que esa diferencia se va achicando. De alguna manera, las variaciones reales de ingresos y de gastos primarios comienzan a acercarse y el área gris -como había mencionado- se achica. Es simplemente un indicador de cuál fue la dinámica de las finanzas públicas en este contexto.
Luego de un muy breve repaso por las finanzas públicas me referiré a cómo ha sido el financiamiento de algunos de estos gastos.
En primer lugar, en el gráfico de la derecha se observa el financiamiento al Tesoro en términos del producto bruto. En lo que respecta al financiamiento al Tesoro, en particular por parte del Banco Central, se observa que tanto los adelantos transitorios como las utilidades han crecido en este contexto de tan duras restricciones que enfrenta la Argentina en medio de la pandemia.
En segundo término, en el gráfico de la izquierda se puede apreciar el correlato del crecimiento de los agregados monetarios privados. Además, podemos ver cómo, de alguna manera, se revierte una política monetaria contractiva que había comenzado en 2018 -cuando empieza la caída de los agregados monetarios- y también cómo, a raíz de lo ocurrido este año, se revierte la tendencia y se recuperan ciertos niveles, en términos del PBI, de los principales agregados monetarios que suelen medirse; me refiero a la base monetaria, el M1 y el M2, como indicadores de monetización.
En cuanto a cómo fue administrada la liquidez a la que hacíamos referencia, veamos el gráfico siguiente. A la izquierda observamos la evolución, medida en porcentaje de la base monetaria, de las letras de liquidez del Banco Central y de los pases pasivos. Me refiero a los pasivos remunerados que tiene el Banco Central, al stock de instrumentos. Se puede advertir que la tendencia está suavizada y que, a partir de marzo, si bien con oscilaciones, tiene un crecimiento tendencial que tal vez se achica hacia los últimos días.
Por otro lado, así como vimos el stock de instrumentos del Banco Central, en el gráfico de la derecha podemos observar las tasas de interés. Se puede ver cómo la tasa nominal anual de pases pasivos, pases activos y LELIQ -que es la línea amarilla del medio- pasa de valores cercanos o superiores al 100 por ciento, en algunos casos, y hoy vemos que para las LELIQ ronda el 38 por ciento y para pases activos el 40 por ciento.
Hasta aquí para cerrar esta primera parte que quería traer a colación. De alguna manera, es nuestro insumo fundamental para hacer la proyección de cómo va a ser el cierre del 2020 -este año tan difícil- y cuáles van a ser los escenarios planteados para el 2021 hasta el 2023, que es lo que nos exige el proyecto de presupuesto.
Vale aclarar que estas proyecciones se están haciendo con un semestre ya observado, cuyos datos fueron publicados por el INDEC. Luego de ese primer semestre, vemos que algunos indicadores de los meses de julio y agosto muestran una leve mejoría con un recorte en las caídas.
Sin embargo, estos son los resultados que arroja la proyección del 2020, donde se ve como el PBI tiene una caída de un 12,1 por ciento respecto de 2019. Es decir, este año el nivel de producción de bienes y servicios del país va a disminuir un 12,1 por ciento. Algo similar ocurrirá con el consumo privado. El consumo público, medido por las cuentas nacionales del INDEC, también va a disminuir en esa cuantía.
Como veíamos al principio de la presentación, la caída en el nivel de inversión en términos reales, medido en precios constantes -cómo aparece en el gráfico-, es de las más abruptas que registramos en los últimos años.
Algo similar ocurrirá con las exportaciones, producto de la desaceleración del comercio a nivel global. También vamos a ver una caída cercana al 22 por ciento de las importaciones, que también obedece a la disminución abrupta de la actividad económica en todo. Allí, el vínculo entre la actividad económica, consumo e importaciones es muy claro.
Hasta aquí vimos las proyecciones con respecto a cómo vemos que va a terminar el 2020. Todo esto fue presentado por el ministro y está en el mensaje que se envió a la Cámara de Diputados.
Luego de esta proyección para el 2020, nos proponemos presentar cuál es el escenario macroeconómico para el 2021, hasta 2023. Como sabemos, esto es lo que nos exige la presentación del proyecto de presupuesto en términos de las proyecciones y de indicadores macroeconómicos.
Además de esta base cuantitativa de la economía real y de algunos indicadores monetarios, financieros y fiscales que presentamos, veremos cuáles son nuestras premisas para confeccionar estos escenarios. Estas simulaciones contienen, justamente, todo lo que mencionó el ministro Martín Guzmán en su presentación de la semana pasada: esta prudencia, está visión que tenemos como gobierno y como país, y cuáles son las prioridades, todo entrelazado en estos escenarios.
Este presupuesto forma parte de ese puente, de esa transición hacia una economía más tranquila que queremos alcanzar, como dijo el ministro. No podemos lograr esa tranquilidad sin una recuperación económica.
De la misma manera, no hay estabilización posible sin recuperación de la actividad económica. Una economía que no se recupera no será una economía tranquila, de ninguna manera. Para alcanzar esa economía tranquila y salir de esta macroeconomía extrema que tenemos a veces en la Argentina, necesitamos comenzar a recorrer un sendero de sostenibilidad fiscal y externa como condiciones necesarias para una economía estable.
Luego, tenemos prudencia y sensatez a la hora de confeccionar estos escenarios. Vemos una recuperación gradual de la actividad económica -como veíamos hace unos minutos- y un crecimiento económico consistente con la sostenibilidad externa; es decir, con un sector externo que va a acompañar ese crecimiento y no lo va a restringir ni poner trabas ni ser un impedimento para lograr un crecimiento consistente y sostenible.
Como esto ya fue presentado por el ministro el martes pasado, vale aclarar que para realizar estos escenarios entre el 2021 y el 2023, este marco de incertidumbre que estamos atravesando dificulta aún más la tarea de la simulación de las variables macroeconómicas.
Proyectar con esta base tan incierta y crítica que atraviesa la economía, complejiza el proceso de confección de estos escenarios. Sobre todo, teniendo en cuenta la historia volátil que tiene la macroeconomía argentina. Esto, de alguna manera, el ministro quiso compartirlo con los diputados y diputadas cuando presentó ese gráfico de las tendencias recursivas del PBI y cómo hay volatilidad en la macroeconomía y en el rumbo de ésta, lo cual dificulta alcanzar una estabilidad económica o ha dificultado hacerlo en el pasado.
Son estimaciones y es una simulación de un escenario conservador, acorde con una recuperación gradual de la economía. En la primera fila del gráfico vemos una caída del PBI proyectado para este año, cercano al 12 por ciento. Luego, vemos una evolución hacia el 2021 del 5,5 por ciento del PBI, una recuperación modesta y gradual.
Luego, podemos ver el crecimiento que tendrán las exportaciones, las importaciones y el saldo comercial, del cual hablaré más adelante sobre ese punto. En la variación del índice de precios al consumidor estamos estimando que vamos a tener a fin de año una variación anual del 32 por ciento, conforme a la evolución que estamos viendo hasta ahora, con un tipo de cambio nominal hacia el mes de diciembre cercano a 81 pesos por dólar.
Luego, se puede ver la evolución de esas variables hasta 2023, en un sendero de recuperación gradual -insisto- de algunas variables macroeconómicas y algunos indicadores macroeconómicos. También se ve un proceso de relativa estabilidad económica, que es el objetivo que queremos alcanzar y comenzamos a recorrer ese sendero con este presupuesto como uno de los pilares de ese puente que tanto menciona el ministro.
En el siguiente gráfico tenemos la evolución mensual de la proyección de la inflación hasta diciembre de 2020 y los escenarios en términos de inflación que tenemos hacia el 2023.
Recordemos que en diciembre de 2019 la inflación anual había alcanzado una variación del 53,8 por ciento, mientras que para diciembre del corriente año estamos esperando una variación anual del 32 por ciento. Luego, para diciembre de 2021 esperamos una leve desaceleración de la inflación. Es decir que pasamos del 32 al 29 por ciento, para luego ir mostrando variación en los niveles de inflación, que sean un tanto más bajos, desacelerando el nivel de la inflación, evitando saltos y movimientos bruscos que afecten a estas variables, algo que en el pasado -como bien sabemos- las han afectado.
Respecto al PBI, vemos en pantalla el año 2020 y la proyección entre el 2021 y el 2023. La línea punteada corresponde al nivel que alcanzará el producto bruto interno, y las barras representan la variación.
Entonces, hacia el 2020 esperamos una recuperación parcial de esta caída tan abrupta que hemos registrado, cercana al 16 por ciento. Luego, si miramos las barras celestes en la pantalla, vemos un cierto nivel de estabilización en la tasa de crecimiento del PBI trimestral, es decir, sin estacionalidad, trimestre a trimestre.
Me quiero detener un segundo en la línea recién mencionada. Veamos cómo luego de la caída tan abrupta registrada en el segundo trimestre del año 2020, hacia el cuarto trimestre del año 2023 se va a desarrollar con una dinámica suave, no brusca, con una leve tendencia al alza.
No obstante esta leve tendencia al alza, estamos construyendo un escenario donde, hacia fines del 2023, estamos recuperando el nivel del año 2019. Es decir que esta crisis, en términos de actividad económica, nos habrá costado cuatro años.
Por eso, es importante recorrer el sendero que planteó el ministro Guzmán el martes pasado. Por eso la importancia de este pilar, que es el presupuesto, para recorrer ese camino, esa tarea colectiva a la cual hizo mención el ministro Guzmán.
Por último, en el siguiente gráfico tenemos el detalle del saldo comercial que vamos a enfrentar hacia el año 2023. La proyección para el año 2020 es cercana a un saldo de 17.000 millones de dólares; luego, en base a la dinámica que van a tener las exportaciones y las importaciones, vemos cómo ese saldo alterna valores entre 15.000 y 13.000 millones de dólares.
Insisto en que todo esto será producto del crecimiento y de la dinámica de las exportaciones y las importaciones en el escenario que construimos, que nosotros creemos que es un saldo comercial y una dinámica del sector externo que apoya el crecimiento de la economía, que es sostenible y consistente con la trayectoria del PBI que estamos planteando.
Todo esto son simulaciones de un sendero económico consistente, que busca andar los primeros pasos en pos de pasar de una macroeconomía extrema y volátil a una economía tranquila.
Aquí culmina mi presentación. Gracias por su atención, diputados, diputadas y señor presidente.
Me acompaña el señor secretario de Hacienda, licenciado Raúl Rigo, quien representa una institución en materia presupuestaria. Me honra estar al lado suyo y de todo su equipo. También está presente el señor secretario de Finanzas, licenciado Diego Basturre. Reitero que es un honor estar aquí y poder plantear estas cuestiones frente a los señores legisladores y las señoras legisladoras.
Mi exposición como secretario de Política Económica se basará en transmitir los principales lineamientos e indicadores económicos sobre los cuales se apoyan las proyecciones macroeconómicas que contiene el proyecto de ley de presupuesto para el año 2021.
Me voy a retrotraer a un concepto que manifestó hace unos días el señor ministro de Economía, licenciado Martín Guzmán, cuando hizo la correspondiente presentación del proyecto de ley de presupuesto. En esa oportunidad expresó que la idea, a través de este proyecto de ley presupuesto, es construir un puente entre la economía que tenemos y enfrentamos ahora y aquella que queremos alcanzar. Me refiero a una economía estable. Ese es el rol que nos proponemos y, tal como manifestó el ministro Guzmán, la idea es tranquilizar la economía.
Consideramos que este proyecto de ley de presupuesto constituye un pilar central de ese sendero y esquema de transición que estamos construyendo.
Asimismo, refleja la visión que tiene este gobierno sobre las prioridades estratégicas. Por cada una de esas prioridades hay una o varias partidas presupuestarias que respaldan dicha visión.
Este proyecto de ley de presupuesto, tal como fue mencionado por el señor ministro, pone el foco en la economía real como motor de la recuperación de la economía argentina. Como es sabido, no hay estabilización posible sin una recuperación de la economía y la actividad. Quiero agregar a esto que no hay recuperación de la actividad económica sin un rol del Estado que acompañe y complemente al sector privado.
Mi presentación se desarrollará básicamente en dos grandes puntos. En ese sentido, en primer término voy a exponer cuáles han sido los impactos que ha tenido la pandemia originada por el COVID-19 en nuestro país a través de los principales indicadores de la economía. Me refiero a la actividad económica medida por las diferentes estadísticas, variables e indicadores.
A esto hay que sumar la evolución del sector externo y lo ocurrido en el mercado del trabajo en cuanto al empleo y los ingresos.
También debe mencionarse lo sucedido con el nivel de precios y cómo han respondido las finanzas públicas, más allá de que tanto el señor Secretario de Hacienda como el de Finanzas abundarán sobre ese tema.
También voy a realizar una breve mención de lo ocurrido con la cuestión monetaria y financiera, para luego dar paso a los comentarios relativos a la proyección del año 2020 en materia económica, que estamos atravesando, y los escenarios construidos para el período 2021-2023.
Vale aclarar que todos los indicadores muestran en los últimos años un sendero de fuerte deterioro de la economía en donde la pandemia impactó aún más. Se han profundizado muchos problemas económicos y también ha habido un deterioro en lo económico y lo social. Como bien dijo el señor ministro el martes pasado, la economía está tensionada y eso se traduce en un punto de partida muy difícil por el cual estamos atravesando.
En el gráfico que estoy exponiendo podemos apreciar lo que sucede con el producto bruto interno, es decir, la suma de todos los bienes y servicios que se producen en la economía en el largo plazo. Eso abarca una serie larga, es decir, desde 2005 hasta el último dato publicado hace pocos días por el INDEC y que refleja lo sucedido en el segundo trimestre de 2020. Vemos que en ese trimestre el producto bruto interno registró la caída más grande de la historia reciente de las últimas décadas en la Argentina. Reitero: es la caída más grande desde que existen los registros estadísticos modernos. Partimos de una caída del 19 por ciento en el segundo trimestre, que es del 16 por ciento si quitamos los factores estacionales. Eso significa que transcurrido el primer semestre del año, hasta el mes de junio, estamos enfrentando una caída del 12,6 por ciento del producto bruto interno. Este dato es para tener algún tipo de referencia.
Si ustedes ven la línea azul que ilustra este gráfico, correspondiente a la serie del producto bruto interno, las barras muestran las distintas variaciones porcentuales del PBI. Allí vemos que estamos aproximadamente en los niveles del producto bruto interno del año 2006. Partimos hacia ese nivel del PBI para hacer las proyecciones sobre las cuales establecemos los escenarios para el año que viene.
En términos de los principales componentes del producto bruto interno -es decir, la inversión, el consumo privado y la tasa de apertura entendida como la suma de las exportaciones e importaciones de bienes y servicios sobre el PBI-, podemos ver allí su evolución. En primer término, observamos una línea azul que muestra las variaciones y otra de color más oscuro.
Allí podemos apreciar la gravedad de la caída que se registró en la tasa de inversión. Estamos hablando de la caída de la tasa de inversión más grande desde que se comenzó a registrarse la serie estadística en 2004. Ese nivel de inversión sobre el nivel del PBI representa la tasa más baja en la historia reciente. ¿Qué indica esto? Partimos de una tasa de inversión muy baja, lo cual, entendiendo la inversión como uno de los motores del crecimiento, nos pone en alerta respecto del nivel en el que nos encontramos.
En relación con el consumo privado, nos encontramos con niveles que indican un retroceso. En otras palabras, el consumo privado medido en términos del PBI se ubica en valores similares a los que registraba esta variable en 2015. Es decir que hemos retrocedido casi cinco años en cuanto a esa variable.
Por otra parte, en términos de la tasa de apertura -que reitero que es la suma de las exportaciones e importaciones de bienes y servicios en función del producto bruto interno- también se registró una caída pronunciada en el segundo trimestre de 2020 como consecuencia de la disminución de los flujos del comercio global, justamente por la pandemia.
La siguiente lámina que puede apreciarse en pantalla muestra el estimador mensual de la actividad económica que produce el INDEC, que de alguna manera acerca la estimación del producto bruto interno en forma mensual. Allí puede apreciarse, con el último dato hacia el mes de julio -también publicado muy recientemente, en el día de ayer-, cómo luego de esa caída tan estrepitosa que se registró a partir de los meses de marzo, de abril, de mayo y de junio, empezó a recortarse, de alguna manera, esa caída.
En el gráfico que aparece en pantalla puede verse una línea celeste, indicativa del nivel de la actividad económica. Allí se puede apreciar que el nivel de la actividad económica experimentó una fuerte caída -del 25 por ciento en términos anuales- en el mes de abril. Luego del mes de abril esa caída se fue recortando y disminuyendo.
De esta forma, lejos de plantear un escenario de recuperación estamos señalando que ha habido un punto en el que la caída fue muy profunda. Esto ocurrió principalmente en el mes de abril, aunque también una parte considerable tuvo lugar en marzo.
Luego, en los meses de mayo, de junio y de julio, han habido variaciones positivas del estimador mensual de la actividad económica. Insisto: lejos de querer presentar un panorama de reactivación plena, simplemente menciono que en el mes de mayo se registró un crecimiento de aproximadamente el 10 por ciento en términos desestacionalizados, es decir, quitando los componentes estacionales propios que hacen al análisis mensual de estas variables.
Así como en mayo la economía creció aproximadamente el 10 por ciento, en junio lo hizo en un 7,5 por ciento en todo el estimador mensual de la actividad económica. Y en julio creció el 1,1 por ciento; este dato fue publicado en el día de ayer.
Es decir que de a poco se va recuperando esa caída fuerte, pero todavía estamos lejos de los niveles observados previamente a la irrupción de la pandemia. Como puede apreciarse en la línea azul del gráfico que aparece en pantalla, todavía nos queda un largo recorrido para alcanzar esos niveles en términos de crecimiento económico.
Ahora bien, es preciso destacar que esta caída abrupta, producto de la pandemia global y el impacto que ella ha tenido en nuestro país, ha sido heterogénea. El shock ha sido heterogéneo en los diferentes sectores productivos de la economía. En algunos ha tenido un impacto elevado, en otros, un impacto medio y en otros un impacto bajo.
En las actividades económicas que componen el estimador mensual de la actividad económica, los impactos más elevados en términos de caída de la actividad se han producido en las que ya conocemos: hoteles y restaurantes, otro tipo de servicios, construcción, industria, comercio, transporte y comunicaciones. Se trata de sectores productivos y actividades económicas que en su totalidad han sido muy afectadas por la pandemia, justamente por la dinámica propia de su actividad productiva.
Otros sectores han tenido un impacto medio, como los de la salud, las minas y canteras, las actividades inmobiliarias, la administración pública y el agro. Han tenido un impacto medio en términos de su caída y en términos del shock que ha producido la pandemia originada por el COVID-19.
Por último mencionamos aquellos sectores que también han sufrido un shock, aunque más bajo que en otros. Se trata de los sectores de la distribución de los servicios de enseñanza, de electricidad, de gas y de agua; de la intermediación financiera y de la actividad pesquera.
Adentrándonos en los diferentes sectores productivos de la Argentina, vamos a efectuar un análisis un tanto más pormenorizado. Por ejemplo, qué ocurrió con todas las industrias que componen el entramado productivo local. En el gráfico que puede verse en la pantalla puede apreciarse una línea celeste que marca el nivel de producción de la industria desde enero de 2017 hasta julio de 2020, que es el último dato publicado por el INDEC.
Este es el índice de producción industrial que publica el INDEC mensualmente. Las barras que se observan en el gráfico señalan las variaciones que ha tenido este indicador, es decir, la que ha sufrido la industria en todo este plazo.
Allí también se da una dinámica que de alguna manera va captando el estimador mensual de la actividad económica -que es el indicador que mencionamos antes-, en el cual, luego de una caída abrupta que se dio en la industria y que en el mes de abril ascendió al 33 por ciento -recordemos la dureza que enfrentamos ese mes en términos de la pandemia-, a partir de mayo se fue recortando. A pesar de que se siguieron produciendo caídas en el nivel de industria, las barras grises que pueden verse en el gráfico indican que ellas fueron cada vez menores.
Lejos de querer mencionar este punto como una recuperación plena, simplemente estamos marcando cómo de a poco y mes a mes las caídas tan abruptas van recortándose para que de alguna manera el nivel de la actividad industrial se establezca en los niveles previos a la pandemia originada por el COVID-19.
Sin embargo, en términos de la serie sin estacionalidad -reitero que es la adecuada para analizar el comportamiento mensual de esta variable- nos encontramos casi en un 9 por ciento por debajo del nivel previo a la irrupción de la pandemia del COVID-19. La industria todavía está nueve puntos por debajo de lo que, en términos de actividad, representaba en el mes de febrero, antes de la irrupción del COVID-19. En términos interanuales, la caída acumula cerca de siete puntos.
Otro indicador de la actividad industrial que nos pareció relevante mostrar es el correspondiente al nivel de utilización de la capacidad industrial. El INDEC denomina a este indicador como el de la utilización de la capacidad industrial instalada.
En el gráfico que aparece en la parte izquierda de la pantalla pueden observarse tres series que se solapan porque son diferentes metodologías que fue construyendo el INDEC. Si nos detenemos en la última serie, que está más a la derecha y es de color violeta, vemos cómo el nivel de utilización de la capacidad industrial -es decir, todas las máquinas, los trabajadores y las trabajadoras que componen al sector industrial- había comenzado a disminuir mostrando una capacidad ociosa considerable. Ello ha sido así justamente porque el nivel de utilización de esos factores productivos en la industria era lo que venía disminuyendo.
Vemos lo que ocurrió, es decir, esa abrupta caída registrada a principios de marzo y de abril, y cómo de alguna manera se fue recuperando rápidamente, llegando a un nivel cercado al 56,8 por ciento en julio, de acuerdo con el dato correspondiente a ese mes.
Es decir que en lo relativo a la utilización de la capacidad industrial -que por cuestiones metodológicas y estadísticas raramente es del ciento por ciento- el nivel actual es del 56,8 por ciento. Ello significa que hay un espacio para que la capacidad del sector industrial experimente un repunte, habiéndose recortado rápidamente esa caída.
Vamos a analizar ahora el gráfico que aparece en la parte derecha de la pantalla y traemos a colación porque corresponde a una encuesta interesante que realizó el INDEC en el marco de la pandemia y nos permite ver cómo la actividad industrial encaró esta problemática. Es una encuesta realizada a 1.700 establecimientos productivos. El INDEC relevó mes a mes cómo ha sido la operación de esos locales productivos.
Por ejemplo, vemos que en el mes de abril -esto es indicado por la primera barra del gráfico- solamente el 33,2 por ciento de los 1.700 locales productivos relevados por el INDEC tuvieron una operación normal. El 39,7 por ciento de esos locales tuvieron una operación parcial por debajo de la normalidad y el 27 por ciento de ellos directamente no tuvieron actividad. Esto sucedió en el mes de abril, cuando se contabilizaron los primeros efectos de la pandemia.
Si nos retrotraemos al mes de julio, indicado por la última barra del gráfico, vemos que ese 33,2 por ciento de los locales que en abril operaron de manera normal de acuerdo con los parámetros del INDEC se incrementó hasta llegar al 50,9 por ciento. Es decir que la mitad de los locales productivos relevados en esa encuesta del INDEC operaron de manera normal y se achicó fuertemente la proporción de locales sin actividad.
Reitero que esto no significa que estamos en un nivel de recuperación plena; simplemente estamos marcando la evolución que han tenido estas variables tan relevantes para el análisis económico y social en medio de esta pandemia, las que nutren y alimentan nuestras proyecciones y escenarios planteados.
Así como repasamos lo ocurrido con la actividad industrial, haremos lo propio con lo que viene ocurriendo con el sector de la construcción, tan importante y dinámico para la economía argentina.
Los gráficos son similares a los presentados anteriormente. La línea celeste del gráfico que aparece a la izquierda de la pantalla representa el nivel de la construcción. En este gráfico se presenta el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción -ISAC-, que estima el INDEC. Esa línea justamente muestra el nivel de ese indicador, en tanto que las barras muestran la variación anual de los indicadores.
Claramente puede verse que ya venía en caída desde fines de 2019. En el último trimestre de ese año hubo una caída muy fuerte, del 76,2 por ciento, que se aceleró profundamente en marzo y, sobre todo, en abril de 2020.
Inmediatamente después del mes de abril la actividad nuevamente fue recortando su caída. Siguió cayendo, pero cada vez menos, de modo que su nivel -indicado en el gráfico por la línea celeste- se fue recuperando moderadamente. Este es el indicador oficial del INDEC que estima la actividad de la construcción.
El gráfico que aparece a la derecha de la pantalla refleja un indicador que proviene del sector privado, lo que significa que es sectorial. Se trata del índice Construya, que también mide el nivel de construcción que tiene la actividad económica en la Argentina.
Al igual que el INDEC, ese gráfico marca la caída hacia el mes de abril. Fíjense que más allá de algunos puntos porcentuales de diferencia, la dinámica es casi exactamente la misma, pero con el agregado de que el índice Construya -insisto en que es un indicador sectorial producido por el sector privado, no por el INDEC y no consistido con otros indicadores- muestra en julio y agosto -es decir, un mes después de lo que publica el INDEC- tasas positivas de crecimiento de la construcción, volviendo su nivel -como se puede ver en la línea azul del gráfico- a valores previos a la irrupción de la pandemia del COVID-19.
Reitero que este indicador, que debe tomarse con las consideraciones del caso, de alguna manera nos permite ver si la anticipación de estos indicadores nos sirve a la hora de analizar y de construir los escenarios que nosotros realizamos.
Así como repasamos lo que ocurrió con las actividades industrial y de la construcción, ahora nos detendremos en un sector fundamental para la economía argentina, que es el de los servicios. En la Argentina, más de la mitad del PBI son servicios.
¿Qué fue lo que pasó? Ya anticipamos algo cuando analizamos los diferentes impactos sectoriales dentro del estimador mensual de la actividad económica.
En el gráfico que puede observarse en pantalla indica que el sector de los servicios tuvo un impacto heterogéneo. En efecto, como ya mencionamos, algunos servicios han sido severamente afectados, por ejemplo, hoteles y restaurantes, es decir, gastronomía y hotelería.
Este componente de hoteles y restaurantes del estimador mensual de la actividad económica muestra caídas que en abril llegaron al 85 por ciento. Justamente por las características de la actividad productiva de este sector de servicios, el de los hoteles y restaurantes -sabemos que emplea una gran cantidad de trabajadores y trabajadoras de la Argentina- y a diferencia de la construcción o de la industria, esa caída tan grande se ha ido aminorando entre abril y julio de acuerdo con el último dato, pero no se ha recortado. En efecto, la caída persiste, tal vez en una variación menor, pero no se recupera tan rápidamente como sucedió en los sectores de la construcción y de la industria.
Evidentemente aquí hay una cuestión y la recuperación de estos sectores de servicios claramente requiere nuestra atención. Precisamos saber porque el impacto va a ser más duradero.
Por otro lado, en el gráfico que aparece a la derecha de la pantalla vemos la evolución, en términos de variación anual, experimentada por los supermercados y centros de compras. Este es otro indicador que estima el INDEC a partir de las compras realizadas en los supermercados, comercios de proximidad, servicios mayoristas, centros de compras y shopping centers. Por ejemplo, las líneas amarilla y celeste -que representan los supermercados y autoservicios mayoristas- vemos que sin duda la variación de los indicadores ha oscilado, pero no han tenido un impacto severo como en el caso de los hoteles y restaurantes, que son otro tipo de servicios. Nosotros seguimos consumiendo en supermercados y autoservicios mayoristas.
Sin embargo, la línea violeta del gráfico, que corresponde a los grandes centros de compras -me refiero a los shopping centers-, que han permanecido cerrados, permite observar una caída que llega a niveles cercanos al ciento por ciento en el mes de abril. Luego, esa línea muestra variaciones más pequeñas pero aún muy considerables. Por ejemplo, en el mes de julio, que es el último registrado, la venta en shopping centers alcanzó una caída considerable, del 83 por ciento.
Dentro de lo que compone la actividad económica, encontramos la evolución de las exportaciones y las importaciones medidas en dólares. Simplemente vamos a mencionar lo ocurrido en el sector externo de la economía, conforme a estas variables del comercio exterior.
El gráfico que aparece a la izquierda de la pantalla refleja las exportaciones, mientras que el de la derecha corresponde a las importaciones por uso. En el gráfico de la izquierda, que es el de las exportaciones, vemos cómo el nivel, que está marcado por la línea gris -no sé si se alcanza a ver bien-, tuvo una caída fuerte.
Si nos adentramos en el análisis de los rubros que componen las exportaciones, vemos que en el mes de junio sobresale una barra azul que representa los productos primarios. Como ustedes saben, las exportaciones se clasifican según su grado de agregación de valor y su nivel de elaboración, pudiendo ser productos primarios, manufacturas -ya sean de origen agropecuario o industrial-, combustibles o energía.
A partir de marzo, abril, mayo y junio los productos primarios fueron los únicos que registraron valores positivos y de crecimiento. Todos los demás rubros -manufacturas de origen agropecuario o industrial, y combustibles y energía- han sufrido descensos. Según datos recientes, hacia agosto el total de las exportaciones ha registrado una caída del 11,3 por ciento. Luego pasaré datos de los valores acumulados de las exportaciones.
En el gráfico de la derecha, sobre importaciones, caen todos los rubros -a diferencia de las exportaciones-: los bienes de capital y piezas, combustibles y lubricantes, vehículos, bienes intermedios y bienes de consumo. Esto es producto de la estrepitosa caída de la actividad, como veíamos en las primeras láminas que mostraban la evolución del producto bruto interno. Esta caída viene manteniéndose desde mediados de 2018, cuando la economía argentina entró en un ciclo de caída generalizada de la actividad económica.
¿Qué ha ocurrido en términos de saldo comercial, una variable fundamental para el país? La línea celeste representa las exportaciones, medidas en millones de dólares; la línea violeta, por debajo, son las importaciones, y el área gris sombreada -en la base- es el saldo comercial. Allí vemos la dinámica de esta caída de las exportaciones e importaciones: el saldo comercial no se ha alterado en gran medida. Si vemos el área gris en la base, advertiremos también que desde septiembre de 2018 registramos un saldo comercial positivo que hasta agosto de 2020 se ha mantenido. Hubo oscilaciones; pero, a partir de enero de 2020, el saldo comercial es relativamente estable y acumulamos cerca de 11.000 millones de dólares.
¿Qué alimentan estos indicadores de saldo comercial, exportaciones e importaciones? En parte, los commodities agrícolas que exporta nuestro país. En los últimos meses -sobre todo en julio y agosto- ha habido un repunte considerable del precio de los porotos de soja, que es el gráfico de la izquierda. Tanto el precio internacional en la Bolsa de Chicago -línea azul- como el precio FOB -free on board- oficial en la Argentina muestran su correlación. Han experimentado una suba muy considerable en los últimos dos meses.
Algo similar ha ocurrido con los precios internacionales del maíz y el trigo, que son los indicadores que se encuentran en el gráfico de la derecha. Allí podemos ver diferentes evoluciones según el indicador de los precios, medidas en dólares por tonelada exportada en ambos gráficos.
A continuación, vemos una evolución muy reciente de lo ocurrido con la liquidación de cereales y oleaginosas. Habíamos mencionado la evolución y el crecimiento de los productos primarios. Por ejemplo, en el gráfico de la izquierda vemos la liquidación de divisas en concepto de venta de cereales y oleaginosas. Desde la primera barra mostramos cuál fue la liquidación en cada septiembre desde 2003 hasta 2020; en este último caso, es nuestra estimación con veintinueve días contabilizados. En promedio se han liquidado cerca de 79 millones de dólares por día. La última barra muestra una caída considerable respecto del valor de septiembre de 2019, cuando se liquidaron cerca de 100 millones diarios, mientras que hoy estamos 21 por ciento debajo de ese valor. Todos estos datos fueron elaborados por las cámaras de cereales y oleaginosas, CIARA-CEC.
Lo mismo ocurre si vemos el gráfico de la derecha, liquidaciones de divisas, también medidas en millones de dólares. Ahí ya mostramos no solamente el mes y la estacionalidad como en el gráfico de la izquierda, sino el acumulado de todos los años entre enero y septiembre. Vemos que el último dato para ese período de 2020 es un valor relativamente bajo en relación con los últimos años. De hecho, la última barra del gráfico de la derecha, que muestra un valor cercano a los 14.000 millones de dólares, nos retrotrae a valores cercanos a 2009.
Desde 2009 hemos venido creciendo en términos de liquidación de cereales y oleaginosas, con oscilaciones de acuerdo con diferentes circunstancias; pero, entre enero y septiembre de 2020, la liquidación de divisas es similar a la que se registró en 2009.
Pasamos ahora a lo ocurrido en el mercado de trabajo y cómo fue impactado por la pandemia. La línea amarilla de arriba representa la tasa de actividad económica, es decir, cuántas personas en el mercado laboral están trabajando, desempleadas o dispuestas a trabajar, medida sobre el nivel total de la población. Desde 2016 -donde comienza el gráfico- ha sido relativamente estable, hasta el segundo trimestre de 2020, que muestra una caída abrupta de casi 10 puntos. Esto tiene su correlato con la línea celeste, que es la tasa de empleo medida sobre la población económicamente activa, que también desde principios de 2016 se mantiene relativamente estable y en el segundo trimestre de 2020 -cuando se registra el peor impacto de la pandemia- cae abruptamente. El corolario de esto es la barra gris, el aumento que ha tenido la tasa de desempleo medida sobre la población económicamente activa, que ha alcanzado el 13,1 por ciento. Esto representa el máximo valor desde los registros de 2004.
De alguna manera, esto muestra las tasas de empleo y actividad más bajas de las series. Es decir, hubo una imposibilidad, en términos de tasa de actividad, de que las personas puedan salir a buscar trabajo por imposición de las condiciones de aislamiento social, preventivo y obligatorio.
Por eso, ante el retiro de la actividad -ahora lo vamos a ver en la siguiente filmina- crece tanto el nivel de inactividad. Es decir, la población que sale de la condición de estar trabajando o buscando trabajo y pasa a la inactividad.
Obviamente, otra consecuencia es el aumento del desempleo vinculado a la caída del empleo. La tasa de actividad, en términos de la población que trabaja y está dispuesta a trabajar, también es de las más bajas desde 2002, que es el año a partir del cual tenemos registro. Si bien hubo cambios en la metodología de contabilización de las variables del mercado de trabajo, si hacemos una suerte de empalme entre todas esas series vemos que estamos con tasas de actividades muy bajas; incluso, a nivel internacional.
A continuación, vemos el mismo gráfico que mostrábamos anteriormente, pero en millones de personas. Se observa, por ejemplo, cómo la población económicamente activa, que se ubicaba cerca de los 13,4 millones de personas, hacia el primer trimestre del año 2020 pasa aproximadamente a 11 millones.
Lo mismo sucede con la tasa de ocupados; vemos cómo de 12 millones pasa a cerca de 9,5 millones de personas. Son caídas fuertes.
La desocupación es la línea violeta que observamos en la parte inferior del gráfico de la izquierda. Muestra un leve aumento; aunque leve, no por eso nos deja de importar el aumento de la cantidad de trabajadores desempleados.
En términos de cantidad de personas, podemos observar, en la tabla de la derecha, que el número de desempleados es el mismo que en otros trimestres. Es decir, no ha crecido tanto en cuanto a cantidad de personas. Pero las variables y la dinámica que se han registrado en las tasas de empleo y en las tasas de actividad, sí implicaron un aumento de la tasa de desempleo.
Aquí no está mencionado, pero ese aumento del desempleo, esa tasa del 13 por ciento se verifica principalmente en los empleos que podemos llamar "informales" o "no registrados". Ese es el principal foco, el principal factor que generó ese aumento en la tasa de desempleo. No ha ocurrido lo mismo con el trabajo formal. Sobre la base de algunas estadísticas que releva el Ministerio de Trabajo, podemos observar que el empleo formal no ha sufrido tanto como el informal.
Por otra parte, es una dinámica que se genera en las crisis. El empleo informal es el primero en retraerse cuando estalla una crisis.
En la siguiente filmina, rápidamente podemos observar qué ha ocurrido con la variación del índice de precios al consumidor. El último registro contabilizado y estimado por el INDEC es entre el mes de marzo y el mes de agosto. Allí vemos diferentes índices y sus variaciones.
La barra de la izquierda, color celeste, es el índice de precios al consumidor, nivel general; es decir, el que contiene todas las categorías del índice. Hacia la derecha, la barra violeta muestra el IPC núcleo, que luego voy a explicar. En cuanto los otros dos índices, la barra amarilla muestra el índice de precios de los bienes y servicios regulados; es decir, aquellos que el Estado puede decidir cómo se van a comportar y qué dinámica van a tener. Por último, la barra gris, como pueden ver, es la que más rápidamente ha crecido entre marzo y agosto; es la que ha registrado la mayor variación e indica los productos, bienes y servicios estacionales. Principalmente, bienes que, por su aparición y demanda en el mercado, tienen precios diferentes a los que podríamos encontrar durante el resto del año.
La evolución del nivel de precios, obviamente, es fundamental para entender los escenarios y el marco macroeconómico que siempre planteamos y que el ministro presentó el martes pasado a los señores diputados.
En la imagen vemos cómo los precios de los bienes y productos estacionales han tenido el liderazgo en términos de aumento de precios. Son todos componentes que conforman el nivel general del índice de precios al consumidor.
Por ejemplo, los bienes y servicios regulados -la barra amarilla- son los que, de alguna manera, han tenido la menor variación; incluso, han sido registrados por el INDEC con variación negativas. Sin embargo, son los que, en este contexto tan difícil, atípico e irregular en el que la Argentina enfrenta restricciones tan fuertes -mencionadas por el ministro el martes pasado-, de alguna forma marcan un sendero o ayudan al nivel general del índice de precios al consumidor. Eso vale la pena destacarlo y podemos volver sobre ello. Seguramente, vamos a hacerlo.
Simplemente, quiero hacer algunas menciones respecto a las finanzas públicas y al sector público no financiero, temas sobre los que luego el secretario de Hacienda se explayará más. Quiero señalar lo que está ocurriendo con la recaudación tributaria en términos reales. Es decir, cuando descontamos el efecto de la inflación.
En el gráfico podemos advertir la gravedad que enfrentamos. La línea marca la variación de la recaudación total, descontado el nivel de inflación. Observamos que, aproximadamente desde mediados del año 2018, hemos tenido una recaudación real negativa. Concretamente, la variación del IPC fue mayor a la variación de la recaudación tributaria; o sea, la variación de la inflación fue mayor al aumento de la recaudación tributaria del Estado.
Esa situación comienza a mediados de 2018 y se mantiene durante casi todo 2019. Hacia el final del gráfico vemos una caída estrepitosa de la recaudación que se da no tanto por el aumento de la inflación, sino, sobre todo, por la caída de la recaudación tributaria, derivada a su vez de la caída de la actividad económica de los diferentes sectores de la economía que mostramos al inicio de la presentación.
Luego, al igual que otros sectores que se recuperan y recortan su caída, vemos que esa recaudación en términos reales también se recupera, todavía con variaciones negativas pero cada vez más bajas. Ello pone de manifiesto un problema serio: los recursos con los que cuenta el Estado, en términos de recaudación tributaria, para asignar a sus gastos y prioridades.
Como bien sabemos, en el contexto de este año tan difícil, esa prioridad fue cuidar a las familias, a las empresas, al capital organizacional. Hacia allí dirigimos nuestros esfuerzos.
Si bien considero que tendremos mayor posibilidad de discutir estos temas, simplemente quiero mencionar que en este contexto el Estado argentino puso a disposición cerca de 7 puntos del PBI en lo que podemos denominar "el paquete COVID", que es la ayuda a las familias, a las empresas y a las personas para atravesar esta situación tan difícil.
En tal sentido, esos 7 puntos del PBI se descomponen en las siguientes acciones. Primero, en el costo fiscal de algunas medidas, como el Ingreso Familiar de Emergencia o el Programa de Emergencia a la Asistencia al Trabajo y a la Producción -el ATP- que, entre muchas otras, tuvieron un impacto de 4,9 por ciento del producto bruto interno. Eso fue puesto a disposición en muchísimos programas.
Segundo, hay un grupo de políticas vinculadas a facilidades financieras mediante el otorgamiento de créditos y garantías, que han incurrido en 2 puntos porcentuales del PBI. Los programas son diversos y básicamente están vinculados con el otorgamiento de créditos a empresas a tasas subsidiadas -para lo que se han destinado cerca de 320.000 millones de pesos-, el Fondo de Garantía Argentino (FOGAR) y también el FONDEP. En otras palabras, existen varios fondos y programas vinculados al otorgamiento de créditos y garantías, con un monto equivalente al 2 por ciento del PBI, para ayudar a empresas, sectores e incluso a monotributistas que han podido acceder a ellos. Vale la pena destacar que hablamos de una estimación y que para todas las medidas de ayuda se ha destinado aproximadamente el 7 por ciento del PBI.
La caída real de la recaudación tributaria y el aumento considerable de los gastos muy focalizados en las ayudas -en el paquete COVID para atravesar la emergencia-, redundan en déficits fiscales elevados en los años recientes.
En la filmina se puede observar el resultado financiero en el primer set de barras a la izquierda. Se trata de una estimación que muestra que llegamos a agosto de 2020 con un déficit financiero cercano a 5,6 por ciento y un déficit primario del 4,2 por ciento.
En el set de barras del centro están los intereses, la diferencia entre el resultado primario y el financiero, y se observa que, hacia agosto de 2020, la carga de intereses en términos del PBI se ha reducido 0,6 puntos porcentuales respecto al valor que registraba en el mismo mes del año pasado. Es decir, si comparamos los dos agostos tenemos una caída considerable de los intereses medidos en términos del producto bruto.
En la siguiente filmina, para concluir con la parte fiscal de mi presentación, se observa un gráfico interesante que merece algunos minutos de atención, en el que mostramos cómo fueron creciendo los ingresos y los gastos. La línea azul representa cómo ha crecido el gasto primario en términos reales; la línea violeta, que hacia el final del gráfico se encuentra por debajo del eje de abscisas, representa cómo han crecido los ingresos -siempre en términos reales-, todo descontado por el efecto de la inflación; el área gris es la diferencia entre ingresos y gastos.
Entonces, allí se observa que en los meses más duros por el impacto de la pandemia, el área gris se ensancha. Es decir, la diferencia entre los ingresos y los gastos fue muy grande, ya que por la caída de la actividad económica caen los ingresos y la recaudación tributaria; además, como producto de la pandemia, el Estado debió salir a ayudar a las empresas, las familias y las personas. Es decir, se dieron esos dos efectos: la caída de los ingresos reales y el aumento considerable del gasto primario del sector público; la diferencia es el área gris.
Sin embargo, con el transcurrir de los meses, si nos acercamos a agosto de 2020 -el último mes disponible con datos- vemos que esa diferencia se va achicando. De alguna manera, las variaciones reales de ingresos y de gastos primarios comienzan a acercarse y el área gris -como había mencionado- se achica. Es simplemente un indicador de cuál fue la dinámica de las finanzas públicas en este contexto.
Luego de un muy breve repaso por las finanzas públicas me referiré a cómo ha sido el financiamiento de algunos de estos gastos.
En primer lugar, en el gráfico de la derecha se observa el financiamiento al Tesoro en términos del producto bruto. En lo que respecta al financiamiento al Tesoro, en particular por parte del Banco Central, se observa que tanto los adelantos transitorios como las utilidades han crecido en este contexto de tan duras restricciones que enfrenta la Argentina en medio de la pandemia.
En segundo término, en el gráfico de la izquierda se puede apreciar el correlato del crecimiento de los agregados monetarios privados. Además, podemos ver cómo, de alguna manera, se revierte una política monetaria contractiva que había comenzado en 2018 -cuando empieza la caída de los agregados monetarios- y también cómo, a raíz de lo ocurrido este año, se revierte la tendencia y se recuperan ciertos niveles, en términos del PBI, de los principales agregados monetarios que suelen medirse; me refiero a la base monetaria, el M1 y el M2, como indicadores de monetización.
En cuanto a cómo fue administrada la liquidez a la que hacíamos referencia, veamos el gráfico siguiente. A la izquierda observamos la evolución, medida en porcentaje de la base monetaria, de las letras de liquidez del Banco Central y de los pases pasivos. Me refiero a los pasivos remunerados que tiene el Banco Central, al stock de instrumentos. Se puede advertir que la tendencia está suavizada y que, a partir de marzo, si bien con oscilaciones, tiene un crecimiento tendencial que tal vez se achica hacia los últimos días.
Por otro lado, así como vimos el stock de instrumentos del Banco Central, en el gráfico de la derecha podemos observar las tasas de interés. Se puede ver cómo la tasa nominal anual de pases pasivos, pases activos y LELIQ -que es la línea amarilla del medio- pasa de valores cercanos o superiores al 100 por ciento, en algunos casos, y hoy vemos que para las LELIQ ronda el 38 por ciento y para pases activos el 40 por ciento.
Hasta aquí para cerrar esta primera parte que quería traer a colación. De alguna manera, es nuestro insumo fundamental para hacer la proyección de cómo va a ser el cierre del 2020 -este año tan difícil- y cuáles van a ser los escenarios planteados para el 2021 hasta el 2023, que es lo que nos exige el proyecto de presupuesto.
Vale aclarar que estas proyecciones se están haciendo con un semestre ya observado, cuyos datos fueron publicados por el INDEC. Luego de ese primer semestre, vemos que algunos indicadores de los meses de julio y agosto muestran una leve mejoría con un recorte en las caídas.
Sin embargo, estos son los resultados que arroja la proyección del 2020, donde se ve como el PBI tiene una caída de un 12,1 por ciento respecto de 2019. Es decir, este año el nivel de producción de bienes y servicios del país va a disminuir un 12,1 por ciento. Algo similar ocurrirá con el consumo privado. El consumo público, medido por las cuentas nacionales del INDEC, también va a disminuir en esa cuantía.
Como veíamos al principio de la presentación, la caída en el nivel de inversión en términos reales, medido en precios constantes -cómo aparece en el gráfico-, es de las más abruptas que registramos en los últimos años.
Algo similar ocurrirá con las exportaciones, producto de la desaceleración del comercio a nivel global. También vamos a ver una caída cercana al 22 por ciento de las importaciones, que también obedece a la disminución abrupta de la actividad económica en todo. Allí, el vínculo entre la actividad económica, consumo e importaciones es muy claro.
Hasta aquí vimos las proyecciones con respecto a cómo vemos que va a terminar el 2020. Todo esto fue presentado por el ministro y está en el mensaje que se envió a la Cámara de Diputados.
Luego de esta proyección para el 2020, nos proponemos presentar cuál es el escenario macroeconómico para el 2021, hasta 2023. Como sabemos, esto es lo que nos exige la presentación del proyecto de presupuesto en términos de las proyecciones y de indicadores macroeconómicos.
Además de esta base cuantitativa de la economía real y de algunos indicadores monetarios, financieros y fiscales que presentamos, veremos cuáles son nuestras premisas para confeccionar estos escenarios. Estas simulaciones contienen, justamente, todo lo que mencionó el ministro Martín Guzmán en su presentación de la semana pasada: esta prudencia, está visión que tenemos como gobierno y como país, y cuáles son las prioridades, todo entrelazado en estos escenarios.
Este presupuesto forma parte de ese puente, de esa transición hacia una economía más tranquila que queremos alcanzar, como dijo el ministro. No podemos lograr esa tranquilidad sin una recuperación económica.
De la misma manera, no hay estabilización posible sin recuperación de la actividad económica. Una economía que no se recupera no será una economía tranquila, de ninguna manera. Para alcanzar esa economía tranquila y salir de esta macroeconomía extrema que tenemos a veces en la Argentina, necesitamos comenzar a recorrer un sendero de sostenibilidad fiscal y externa como condiciones necesarias para una economía estable.
Luego, tenemos prudencia y sensatez a la hora de confeccionar estos escenarios. Vemos una recuperación gradual de la actividad económica -como veíamos hace unos minutos- y un crecimiento económico consistente con la sostenibilidad externa; es decir, con un sector externo que va a acompañar ese crecimiento y no lo va a restringir ni poner trabas ni ser un impedimento para lograr un crecimiento consistente y sostenible.
Como esto ya fue presentado por el ministro el martes pasado, vale aclarar que para realizar estos escenarios entre el 2021 y el 2023, este marco de incertidumbre que estamos atravesando dificulta aún más la tarea de la simulación de las variables macroeconómicas.
Proyectar con esta base tan incierta y crítica que atraviesa la economía, complejiza el proceso de confección de estos escenarios. Sobre todo, teniendo en cuenta la historia volátil que tiene la macroeconomía argentina. Esto, de alguna manera, el ministro quiso compartirlo con los diputados y diputadas cuando presentó ese gráfico de las tendencias recursivas del PBI y cómo hay volatilidad en la macroeconomía y en el rumbo de ésta, lo cual dificulta alcanzar una estabilidad económica o ha dificultado hacerlo en el pasado.
Son estimaciones y es una simulación de un escenario conservador, acorde con una recuperación gradual de la economía. En la primera fila del gráfico vemos una caída del PBI proyectado para este año, cercano al 12 por ciento. Luego, vemos una evolución hacia el 2021 del 5,5 por ciento del PBI, una recuperación modesta y gradual.
Luego, podemos ver el crecimiento que tendrán las exportaciones, las importaciones y el saldo comercial, del cual hablaré más adelante sobre ese punto. En la variación del índice de precios al consumidor estamos estimando que vamos a tener a fin de año una variación anual del 32 por ciento, conforme a la evolución que estamos viendo hasta ahora, con un tipo de cambio nominal hacia el mes de diciembre cercano a 81 pesos por dólar.
Luego, se puede ver la evolución de esas variables hasta 2023, en un sendero de recuperación gradual -insisto- de algunas variables macroeconómicas y algunos indicadores macroeconómicos. También se ve un proceso de relativa estabilidad económica, que es el objetivo que queremos alcanzar y comenzamos a recorrer ese sendero con este presupuesto como uno de los pilares de ese puente que tanto menciona el ministro.
En el siguiente gráfico tenemos la evolución mensual de la proyección de la inflación hasta diciembre de 2020 y los escenarios en términos de inflación que tenemos hacia el 2023.
Recordemos que en diciembre de 2019 la inflación anual había alcanzado una variación del 53,8 por ciento, mientras que para diciembre del corriente año estamos esperando una variación anual del 32 por ciento. Luego, para diciembre de 2021 esperamos una leve desaceleración de la inflación. Es decir que pasamos del 32 al 29 por ciento, para luego ir mostrando variación en los niveles de inflación, que sean un tanto más bajos, desacelerando el nivel de la inflación, evitando saltos y movimientos bruscos que afecten a estas variables, algo que en el pasado -como bien sabemos- las han afectado.
Respecto al PBI, vemos en pantalla el año 2020 y la proyección entre el 2021 y el 2023. La línea punteada corresponde al nivel que alcanzará el producto bruto interno, y las barras representan la variación.
Entonces, hacia el 2020 esperamos una recuperación parcial de esta caída tan abrupta que hemos registrado, cercana al 16 por ciento. Luego, si miramos las barras celestes en la pantalla, vemos un cierto nivel de estabilización en la tasa de crecimiento del PBI trimestral, es decir, sin estacionalidad, trimestre a trimestre.
Me quiero detener un segundo en la línea recién mencionada. Veamos cómo luego de la caída tan abrupta registrada en el segundo trimestre del año 2020, hacia el cuarto trimestre del año 2023 se va a desarrollar con una dinámica suave, no brusca, con una leve tendencia al alza.
No obstante esta leve tendencia al alza, estamos construyendo un escenario donde, hacia fines del 2023, estamos recuperando el nivel del año 2019. Es decir que esta crisis, en términos de actividad económica, nos habrá costado cuatro años.
Por eso, es importante recorrer el sendero que planteó el ministro Guzmán el martes pasado. Por eso la importancia de este pilar, que es el presupuesto, para recorrer ese camino, esa tarea colectiva a la cual hizo mención el ministro Guzmán.
Por último, en el siguiente gráfico tenemos el detalle del saldo comercial que vamos a enfrentar hacia el año 2023. La proyección para el año 2020 es cercana a un saldo de 17.000 millones de dólares; luego, en base a la dinámica que van a tener las exportaciones y las importaciones, vemos cómo ese saldo alterna valores entre 15.000 y 13.000 millones de dólares.
Insisto en que todo esto será producto del crecimiento y de la dinámica de las exportaciones y las importaciones en el escenario que construimos, que nosotros creemos que es un saldo comercial y una dinámica del sector externo que apoya el crecimiento de la economía, que es sostenible y consistente con la trayectoria del PBI que estamos planteando.
Todo esto son simulaciones de un sendero económico consistente, que busca andar los primeros pasos en pos de pasar de una macroeconomía extrema y volátil a una economía tranquila.
Aquí culmina mi presentación. Gracias por su atención, diputados, diputadas y señor presidente.
SR. PRESIDENTE HELLER Gracias, Haroldo.
Antes de darle la palabra a Raúl Rigo, el diputado Suárez Lastra me pidió la palabra para plantear una cuestión metodológica.
Tiene la palabra el señor diputado Suárez Lastra.
Antes de darle la palabra a Raúl Rigo, el diputado Suárez Lastra me pidió la palabra para plantear una cuestión metodológica.
Tiene la palabra el señor diputado Suárez Lastra.
SR. SUÁREZ LASTRA Gracias, señor presidente. Gracias también al viceministro por la exposición.
Aprovechando que tenemos una Oficina de Presupuesto en la que nos hemos encontrado en diversas ocasiones, y que esta es la primera reunión de trabajo efectiva para el seguimiento del presupuesto, donde estamos sometidos a la información que nos brindan los funcionarios del gobierno nacional, la cuestión metodológica que quiero plantear tiene que ver con que me parecería nutritivo, señor presidente, si nos podemos dirigir a la Oficina de Presupuesto del Congreso a los efectos de establecer una normativa acerca de cómo brinda la información el Poder Ejecutivo.
Esto lo planteo porque en el debate del presupuesto del año anterior nos quejamos -aunque ahora no lo quiero plantear como queja, sino como propuesta- de que los periodos de análisis de las cifras que se volcaban no eran homogéneos y consistentes con una metodología razonable, aportada por la Oficina de Presupuesto del Congreso.
A efectos comparativos, acá nos ofrecen cifras de índices de inflación del 2019, liquidación de cereales del 2003, períodos que van de cuatro o cinco años, a efectos comparativos, que me parece que da la impresión de que se procura inducir la información.
Entonces, señor presidente, a fin de que la información sea más consistente, sugiero que le pida a la Oficina de Presupuesto del Congreso que establezca una norma a través de la cual el Congreso le diga a todos los ejecutivos -no solamente a este sino también a los que vengan- cuáles son los parámetros temporales que se requieren para analizar adecuadamente alguna tendencia o proceso.
Nada más, señor presidente.
Aprovechando que tenemos una Oficina de Presupuesto en la que nos hemos encontrado en diversas ocasiones, y que esta es la primera reunión de trabajo efectiva para el seguimiento del presupuesto, donde estamos sometidos a la información que nos brindan los funcionarios del gobierno nacional, la cuestión metodológica que quiero plantear tiene que ver con que me parecería nutritivo, señor presidente, si nos podemos dirigir a la Oficina de Presupuesto del Congreso a los efectos de establecer una normativa acerca de cómo brinda la información el Poder Ejecutivo.
Esto lo planteo porque en el debate del presupuesto del año anterior nos quejamos -aunque ahora no lo quiero plantear como queja, sino como propuesta- de que los periodos de análisis de las cifras que se volcaban no eran homogéneos y consistentes con una metodología razonable, aportada por la Oficina de Presupuesto del Congreso.
A efectos comparativos, acá nos ofrecen cifras de índices de inflación del 2019, liquidación de cereales del 2003, períodos que van de cuatro o cinco años, a efectos comparativos, que me parece que da la impresión de que se procura inducir la información.
Entonces, señor presidente, a fin de que la información sea más consistente, sugiero que le pida a la Oficina de Presupuesto del Congreso que establezca una norma a través de la cual el Congreso le diga a todos los ejecutivos -no solamente a este sino también a los que vengan- cuáles son los parámetros temporales que se requieren para analizar adecuadamente alguna tendencia o proceso.
Nada más, señor presidente.
SR. PRESIDENTE HELLER Señor diputado: le diré dos cosas. En primer lugar, a usted le habrá parecido así; a mí la verdad que no me pareció como a usted.
En segundo lugar, quiero decirle que la Oficina de Presupuesto del Congreso es una oficina de control presupuestario, sin perjuicio de lo cual yo tengo la mejor buena voluntad para consultar si es posible que se elabore algún tipo de recomendación respecto a la manera de suministrar la información.
Tiene la palabra el licenciado Raúl Rigo, secretario de Hacienda, para la presentación de su informe.
En segundo lugar, quiero decirle que la Oficina de Presupuesto del Congreso es una oficina de control presupuestario, sin perjuicio de lo cual yo tengo la mejor buena voluntad para consultar si es posible que se elabore algún tipo de recomendación respecto a la manera de suministrar la información.
Tiene la palabra el licenciado Raúl Rigo, secretario de Hacienda, para la presentación de su informe.
SR. RIGO Buenas tardes, señor presidente, señoras diputadas y diputados.
Señor presidente: en primer término, quiero hacer una consulta. ¿Es posible hacer alguna reflexión, a partir del comentario que hizo el señor diputado Suárez Lastra? Sería aclaratoria, naturalmente.
Señor presidente: en primer término, quiero hacer una consulta. ¿Es posible hacer alguna reflexión, a partir del comentario que hizo el señor diputado Suárez Lastra? Sería aclaratoria, naturalmente.
SR. PRESIDENTE HELLER No tengo ningún inconveniente. Si es aclaratoria, creo que será bienvenida por todos.
SR. RIGO Es muy sencillo, señor presidente. Toda la información que el Poder Ejecutivo remite en el proyecto de ley de presupuesto es información que se ajusta a los contenidos mínimos de la Ley de Administración Financiera y a todo el plexo normativo derivado de esa ley, que viene aplicándose de manera armónica desde hace veinte años en la Argentina.
Complementariamente, en instancias previas a este momento y posteriores a esa remisión del proyecto de ley, desde la Secretaría de Hacienda hemos satisfecho todos los requerimientos de información que nos formuló la Oficina de Presupuesto del Congreso; me refiero a requerimientos ampliatorios y aclaratorios, los cuales fueron brindados en formatos tales que facilitan el análisis por parte de dicha oficina.
Naturalmente, como Poder Ejecutivo, estamos a disposición de la Comisión de Presupuesto y Hacienda -en este caso- y de todos los diputados, diputadas, senadores y senadoras.
Sencillamente, me parece interesante resaltar este punto metodológico que nosotros venimos respetando y observando, derivado de la Ley de Administración Financiera y de su plexo normativo, que es básicamente el decreto 1.344/2007 que reglamenta la modalidad de presentación del proyecto de ley de presupuesto. Gracias, señor presidente.
Complementariamente, en instancias previas a este momento y posteriores a esa remisión del proyecto de ley, desde la Secretaría de Hacienda hemos satisfecho todos los requerimientos de información que nos formuló la Oficina de Presupuesto del Congreso; me refiero a requerimientos ampliatorios y aclaratorios, los cuales fueron brindados en formatos tales que facilitan el análisis por parte de dicha oficina.
Naturalmente, como Poder Ejecutivo, estamos a disposición de la Comisión de Presupuesto y Hacienda -en este caso- y de todos los diputados, diputadas, senadores y senadoras.
Sencillamente, me parece interesante resaltar este punto metodológico que nosotros venimos respetando y observando, derivado de la Ley de Administración Financiera y de su plexo normativo, que es básicamente el decreto 1.344/2007 que reglamenta la modalidad de presentación del proyecto de ley de presupuesto. Gracias, señor presidente.
SR. PRESIDENTE HELLER Gracias, señor secretario. Puede continuar entonces con su informe.
SR. MONTAGÚ Perdón, señor presidente. ¿Me permite también una breve aclaración respecto a lo que dijo el diputado Suárez Lastra?
SR. PRESIDENTE HELLER Sea breve, por favor.
SR. MONTAGÚ Bienvenido su comentario, señor diputado Suárez Lastra. Déjeme decirle que, a inicios de la gestión, la Secretaría de Política Económica que encabezo ha firmado un convenio con la Oficina de Presupuesto del Congreso para tratar, justamente, cuestiones metodológicas vinculadas a estos datos y a las estimaciones.
Con lo cual, de alguna manera, lo que usted está proponiendo ya se está llevando a cabo. Podemos fortalecer el vínculo o dejarlo como está, pero desde ya que es una relación y un vínculo que ya ha sido establecido entre la Secretaría de Política Económica en particular, y con el Ministerio de Economía en general. Simplemente quería decir eso. Gracias, señor presidente.
Con lo cual, de alguna manera, lo que usted está proponiendo ya se está llevando a cabo. Podemos fortalecer el vínculo o dejarlo como está, pero desde ya que es una relación y un vínculo que ya ha sido establecido entre la Secretaría de Política Económica en particular, y con el Ministerio de Economía en general. Simplemente quería decir eso. Gracias, señor presidente.
SR. PRESIDENTE HELLER Gracias, Haroldo.
Tiene la palabra el licenciado Raúl Rigo para brindar su informe.
Tiene la palabra el licenciado Raúl Rigo para brindar su informe.
SR. RIGO Como el señor presidente y todos los diputados y las diputadas conocen, la formulación y posterior aprobación del proyecto de ley de presupuesto es un complejo proceso técnico político que, por un lado, moviliza a todos los estamentos del Poder Ejecutivo nacional en torno a su definición, formulación e instrumentación y, del mismo modo, genera una intensa actividad legislativa, de la cual esta reunión es una muestra.
En ese sentido, proponemos para hoy una presentación cuyos contenidos están en consonancia con tres documentos que ustedes ya han tenido en consideración: el informe de avance de la formulación del presupuesto 2021, remitido por el Poder Ejecutivo nacional el 30 de junio próximo pasado; el mensaje que acompañó al proyecto de ley, sancionado posteriormente como ley de ampliación del presupuesto 2020, y, por último, el mensaje que acompaña a este proyecto. Estos tres documentos, en línea con las declaraciones del Poder Ejecutivo y con la presentación realizada por el señor ministro de Economía la semana pasada, básicamente tratan de mostrar tres grandes ejes que confluyen y que de alguna manera contribuyen a delinear el formato, el contenido y los efectos que el Poder Ejecutivo nacional persigue con este proyecto de ley de presupuesto sometido a consideración del Poder Legislativo.
En primer lugar, estos son los lineamientos de la presentación de la que me siento muy complacido de hacer en el día de hoy y de compartir con esta comisión. Estos documentos tratan de recordar y de repasar el contexto macroeconómico, fiscal, social y básicamente la actividad con la que nos encontramos cuando nos hicimos cargo del gobierno del 10 de diciembre de 2019. El contexto evidenciaba las consecuencias de los desequilibrios macroeconómicos, monetarios y cambiarios que caracterizaron ese momento, el que luego se vio tensionado cuando irrumpió la pandemia del COVID-19. Esta es una primera gran línea de argumentación, que tiene que ver con este primer punto que mencionamos como contexto.
Luego, nos interesa mostrar o recordar cuáles fueron las grandes definiciones y acciones que nuestro gobierno llevó adelante para mitigar la emergencia sanitaria y la emergencia económica provocada por la pandemia del COVID-19.
Por último, nos referiremos a la configuración de este proyecto de ley de presupuesto que pretende ser una respuesta sólida y prudente a estos enormes desafíos que tenemos en la economía, derivados -como dije- de aquel contexto de desequilibrios macroeconómicos y empeorados por las consecuencias de la pandemia.
Señor presidente: este proyecto de ley de presupuesto busca al menos cumplir con tres grandes requisitos. En primer lugar, ha sido formulado y diseñado de manera consistente con el escenario macroeconómico que de forma bastante detallada presentó el secretario de Política Económica en la anterior exposición.
En segundo lugar, el proyecto de ley de presupuesto propone un nivel y una composición de gastos primarios que permitan al gobierno llevar adelante una política fiscal expansiva. Es decir que, por un lado, permita financiar todas aquellas acciones tendientes a impulsar el crecimiento económico y a reactivar la economía; que al mismo tiempo brinde un espacio al desarrollo tecnológico y científico, y que asigne recursos a la inclusión social activa y al cuidado de la salud y de la educación. Es decir, políticas públicas propias de un Estado presente. En tercer término, busca proponer un nivel de déficit fiscal que sea financiable, tema sobre el cual luego se explayará mi colega de gabinete, el licenciado Bastourre.
Entonces, estos serían los ejes fundamentales de la presentación. Luego, pasaremos a dos o tres aspectos de detalle el presupuesto, que creo que son propicios para compartir esta tarde, más allá de todas las preguntas o posteriores requerimientos que recibamos de los señores diputados y de las señoras diputadas.
De alguna manera hemos tratado de...
En ese sentido, proponemos para hoy una presentación cuyos contenidos están en consonancia con tres documentos que ustedes ya han tenido en consideración: el informe de avance de la formulación del presupuesto 2021, remitido por el Poder Ejecutivo nacional el 30 de junio próximo pasado; el mensaje que acompañó al proyecto de ley, sancionado posteriormente como ley de ampliación del presupuesto 2020, y, por último, el mensaje que acompaña a este proyecto. Estos tres documentos, en línea con las declaraciones del Poder Ejecutivo y con la presentación realizada por el señor ministro de Economía la semana pasada, básicamente tratan de mostrar tres grandes ejes que confluyen y que de alguna manera contribuyen a delinear el formato, el contenido y los efectos que el Poder Ejecutivo nacional persigue con este proyecto de ley de presupuesto sometido a consideración del Poder Legislativo.
En primer lugar, estos son los lineamientos de la presentación de la que me siento muy complacido de hacer en el día de hoy y de compartir con esta comisión. Estos documentos tratan de recordar y de repasar el contexto macroeconómico, fiscal, social y básicamente la actividad con la que nos encontramos cuando nos hicimos cargo del gobierno del 10 de diciembre de 2019. El contexto evidenciaba las consecuencias de los desequilibrios macroeconómicos, monetarios y cambiarios que caracterizaron ese momento, el que luego se vio tensionado cuando irrumpió la pandemia del COVID-19. Esta es una primera gran línea de argumentación, que tiene que ver con este primer punto que mencionamos como contexto.
Luego, nos interesa mostrar o recordar cuáles fueron las grandes definiciones y acciones que nuestro gobierno llevó adelante para mitigar la emergencia sanitaria y la emergencia económica provocada por la pandemia del COVID-19.
Por último, nos referiremos a la configuración de este proyecto de ley de presupuesto que pretende ser una respuesta sólida y prudente a estos enormes desafíos que tenemos en la economía, derivados -como dije- de aquel contexto de desequilibrios macroeconómicos y empeorados por las consecuencias de la pandemia.
Señor presidente: este proyecto de ley de presupuesto busca al menos cumplir con tres grandes requisitos. En primer lugar, ha sido formulado y diseñado de manera consistente con el escenario macroeconómico que de forma bastante detallada presentó el secretario de Política Económica en la anterior exposición.
En segundo lugar, el proyecto de ley de presupuesto propone un nivel y una composición de gastos primarios que permitan al gobierno llevar adelante una política fiscal expansiva. Es decir que, por un lado, permita financiar todas aquellas acciones tendientes a impulsar el crecimiento económico y a reactivar la economía; que al mismo tiempo brinde un espacio al desarrollo tecnológico y científico, y que asigne recursos a la inclusión social activa y al cuidado de la salud y de la educación. Es decir, políticas públicas propias de un Estado presente. En tercer término, busca proponer un nivel de déficit fiscal que sea financiable, tema sobre el cual luego se explayará mi colega de gabinete, el licenciado Bastourre.
Entonces, estos serían los ejes fundamentales de la presentación. Luego, pasaremos a dos o tres aspectos de detalle el presupuesto, que creo que son propicios para compartir esta tarde, más allá de todas las preguntas o posteriores requerimientos que recibamos de los señores diputados y de las señoras diputadas.
De alguna manera hemos tratado de...
- Se interrumpe el audio.
SR. PRESIDENTE HELLER Perdón, hay una interferencia. Un segundo. Alguien está con el micrófono abierto. ¿Podríamos controlar eso? Gracias.
Adelante, secretario.
Adelante, secretario.
SR. RIGO Gracias, señor presidente.
Yendo al primero de los tres puntos mencionados, evidentemente el contexto macroeconómico, fiscal y social que enmarcaba a la política argentina el 10 de diciembre de 2019, cuando nos hicimos cargo del gobierno, tuvo que ver con un escenario que de alguna manera mostraba los efectos de los desequilibrios macroeconómicos vividos en el país durante largos meses: una recesión prolongada, la pérdida del poder adquisitivo de grandes sectores de la población, y el empeoramiento y la profundización de los índices de pobreza, indigencia y demás. La respuesta del gobierno nacional en ese momento fue la solidaridad. Consecuentemente, ley 27.541 -que veremos enseguida- impulsó una serie de medidas que, basadas en la solidaridad, trataron de atacar las causas de la situación con la que nos encontramos.
Luego, con la irrupción de la pandemia en marzo de este año, las acciones del gobierno o los principios rectores que guiaron su acción fueron los del pragmatismo. ¿Por qué? Básicamente porque era necesario enfrentar un conjunto de emergentes provocados por la pandemia, entre ellos, la emergencia sanitaria, el cese de actividades, la caída de los ingresos de las familias y, fundamentalmente, las disparidades regionales en los efectos de la pandemia.
Por eso, el proyecto de ley de presupuesto que hoy estamos tratando en esta comisión nos enfrenta a una nueva situación, esta nueva normalidad a la que el gobierno nacional pretende responder en este marco, como recién decía, de prudencia, pragmatismo y fundamentalmente de expansión del gasto público para cumplir con estas propuestas de mejora de la actividad económica y de cuidado de los sectores más vulnerables.
Las numerosas demandas que estaban muy presentes en diciembre de 2019 -la cobertura de necesidades básicas, la recomposición del poder adquisitivo y el impulso al crédito productivo- eran difíciles de satisfacer, dado un conjunto de restricciones importantes desde el punto de vista del financiamiento, tanto externo como interno, de la inestabilidad cambiaria y de un proceso inflacionario bien desatado.
Entonces, frente a este primer escenario, como recién decía, la respuesta básica del gobierno tuvo que ver con la solidaridad. Por un lado, la Ley de Solidaridad Social trató de suspender todos aquellos procesos y políticas que deterioraban la percepción de recursos del lado del Estado y que imposibilitaban la asignación de recursos destinados a cuidar a los sectores más vulnerados. Así, en el contexto de la ley 27.541 se produjo una serie de medidas que, en aras a la brevedad, los invito a repasar en la pantalla ya que ustedes las conocen bien porque naturalmente la votaron y la acompañaron.
Fundamentalmente -quiero llamar la atención, porque eso también tiene efectos sobre el 2021- hay una serie de medidas destinadas a fortalecer los recursos de la Administración Pública Nacional. Esto es muy importante porque es un pilar en el 2020 -y lo será en el 2021- en las finanzas públicas y la percepción de estos recursos y de su evolución.
Como vamos a analizar, será una posibilidad concreta que permitirá contar con el financiamiento razonable y prudente para las políticas públicas expansivas.
Una vez que empezamos a tener los principales o los primeros resultados de aquella ley de solidaridad y emergencia, la irrupción del COVID-19 de alguna manera vino a alterar o conmover esas prioridades de políticas.
Hay muchísimas maneras de caracterizar los efectos económicos nocivos de la crisis del COVID-19. Se nos ocurrió traer simplemente dos indicadores que muestran la profundidad de la crisis económica derivada de la pandemia.
El gráfico muestra las proyecciones de desempeño económico antes y después del COVID-19 para un conjunto de regiones del mundo, la fuente de la información es el Fondo Monetario Mundial -como los Estados Unidos-, la Eurozona y distintos países. Hemos comparado esos dos momentos. Naturalmente las barras en verde del gráfico muestran la situación previa del COVID, y las rosadas lo que ocurrió luego de la pandemia, mientras que lo que está marcado en círculos es lo que le pasó a la economía en un momento profundamente recesivo como fue el 2009.
Así pueden apreciar que, por ejemplo, para la Eurozona antes del COVID-19 había una previsión de crecimiento del 1,3 por ciento del PIB y eso se transformó en una caída del 10,2 por ciento por la pandemia que amplificó mucho más el problema del 2009 porque la caída había sido del 4,5 por ciento. El gráfico muestra el efecto nocivo de la crisis del COVID-19 en el campo de la economía a nivel mundial.
El recuadro de la derecha nos dice que el 90 por ciento de las economías ha ingresado en un proceso de recesión por la crisis actual, mientras que en 2009 lo hizo el 62 por ciento de las economías. Esta foto sirve para recordar y remarcar la profundidad de la crisis económica provocada por el COVID-19.
Nuestro primer paquete fiscal, tal como lo mencionaba el viceministro en la anterior alocución, tuvo que ver con medidas de asistencia y contención a la economía, a los sectores vulnerables y a todos los sectores que se perjudicaron o se vieron influenciados de manera negativa por los efectos de la pandemia.
La columna de la derecha muestra que nuestra administración llevó adelante un paquete fiscal de apoyo que podemos medir en 6,9 por ciento del PIB, casi 1,9 billones de pesos. Este paquete estuvo constituido por un conjunto de asignaciones de gasto orientado a las provincias que ahora veremos el detalle.
Otras medidas de dicho paquete son las políticas de alivio tributario para distintos sectores según el grado en que fueron afectados por su exposición a la crisis y luego de subsidios de tasa y de promociones y garantías para preservar el saber hacer, el tejido empresario y la actividad económica en general.
Reitero, es un paquete de casi 7 puntos del PIB que contempla medidas de política fiscal concretas -de recursos, de tributos y de subsidios- para paliar los efectos tan nocivos -como vimos en la filmina recién- del COVID-19. A estos efectos se suman los sanitarios y sociales.
En la próxima pantalla, y siguiendo esta caracterización de la crisis, nos muestra nuestro paquete de estímulo fiscal comparado con otros países relativo al gasto público y a la reducción de carga tributaria medida en términos del PIB, que numerosos países marcados en la filmina han tomado frente al episodio del COVID-19.
El recuadro de la derecha abajo indica que los países de bajos ingresos en promedio han financiado paquetes de estímulo del 1 por ciento del PIB. Ese porcentaje de estímulo fiscal ha ido creciendo hasta llegar a casi el 9 por ciento del PIB en los países avanzados.
La Argentina ha destinado un porcentaje moderado del PIB, pero que efectivamente ha tenido efectos muy importantes en términos de contención de la crisis sanitaria y económica.
Estas acciones se han articulado en varios ejes. El primero, es el de la salud. En la pantalla observamos las principales medidas que se tomaron y que se pudieron financiar en el marco del presupuesto prorrogado de 2019 y ampliado a través de la ley que sancionó el Congreso Nacional.
Tal como decía, el primero de los ejes -y como respuesta a la crisis del COVID-19- es la salud. Se han construido 12 hospitales modulares, se han incorporado más de 3.500 camas de cuidados intensivos que llevaron la participación en estas UTI -unidades de terapia intensiva públicas- del 28 al 42 por ciento, se han incorporado más de cuatro mil respiradores, se creó el Fondo Nacional de Equidad y se otorgó el bono extraordinario para trabajadoras y trabajadores de la salud, que fueron los que de alguna manera estuvieron en la primera línea de fuego en la contención de la pandemia.
Un segundo desafío tuvo que ver con la educación. Durante los períodos más críticos de ASPO y de DISPO se tomaron medidas que trataron de preservar el servicio de educación para toda la población, fundamentalmente para aquellos más vulnerables.
A través del programa Seguimos Educando se distribuyeron más de 10 mil recursos didácticos con contenidos audiovisuales de carácter educativo a través de las redes de comunicación pública en todas las provincias argentinas. Se confeccionaron 42 millones de cuadernillos educativos destinados a aquellos sectores de la población con dificultades para acceder a las conexiones de internet de modo tal que pudieran acceder a esos contenidos. También se hizo el relanzamiento del programa de inclusión digital Conectar Igualdad a través del Ministerio de Educación a efectos de asegurar conectividad de manera solidaria y equitativa en toda la población.
Por último, se dictó recientemente el decreto 620 por el que se declaró servicio público esencial a los servicios de telecomunicaciones nacionales.
Un tercer eje de respuesta a la emergencia derivada del COVID-19 es el económico. Esto lo vamos a clasificar o subdividir en tres: apoyo a las familias, apoyo a la producción y asistencia a las provincias argentinas con los criterios que desarrollaremos a continuación.
Evidentemente, no tenemos que reiterarlo para lograr el convencimiento, el ingreso familiar de emergencia ha sido uno de los programas de mayor alcance, envergadura y de ágil implementación que ha sido capaz de dar el Estado argentino en una situación de emergencia como la que estamos atravesando.
Hemos invertido más de 270 mil millones de pesos a través del presupuesto nacional para llegar a nueve millones de beneficiarios y de beneficiarias a los cuales hemos alcanzado progresivamente a través del sistema bancario. Eso ha tenido efectos sumamente positivos para mitigar los efectos de la crisis.
Ya sea que lo miremos como el número de personas que estimamos que no cayeron en la pobreza o que lo hagamos con una perspectiva de género, vemos que el 56 por ciento de los beneficiarios o de las beneficiarias de este IFE han sido mujeres, que el 61 por ciento han sido jóvenes menores de 35 años y que más del 90 por ciento de los hogares del decil 1 de la población fue alcanzado o beneficiado por este programa que, realmente, tuvo mucho alcance y fue sumamente efectivo.
De todos modos, si bien fue la política más importante, no ha sido la única. A la derecha de la filmina pueden observar otras: suspensión de las cuotas de los préstamos de la ANSES a jubilados y pensionados; refuerzos de entre 4 y 6 mil pesos en la Tarjeta Alimentaria en el mes de abril; refuerzos en la Asignación Universal por Hijo y en la Asignación Universal por Embarazo; bonos a jubilados y pensionados; bonos a los colectivos de Hacemos Futuro.
Es decir, se tomaron un conjunto de acciones para preservar el poder de compra y paliar los efectos económicos del COVID sobre las familias argentinas.
Esta filmina también es bien interesante. Fíjense que, si calculan a la población por deciles, los cinco primeros concentran casi el 70 por ciento de la asistencia a través de las políticas, acciones y medidas que acabamos de enunciar. Realmente, hubo un esfuerzo concreto de solidaridad y se trató de preservar -como bien manifiesta el ministro Guzmán- el saber hacer de la economía en la educación y el cuidado de las familias.
Dijimos que el segundo subeje de este desafío, de este tercer desafío que acometió el gobierno nacional una vez desatada la pandemia, fue la producción. Y creo que vale la pena detenerse en este programa de Asistencia al Trabajo y a la Producción -ATP-.
Este programa está constituido por tres lineamientos que se implementan de manera simultánea.
En primer lugar, un salario complementario; es decir, una ayuda concreta a las empresas de la Argentina para que puedan sufragar el salario de sus trabajadores. La inversión ha sido de 270.000 millones de pesos y se ha dado asistencia a casi seis de cada diez empresas de la Argentina. Pueden ver en la filmina la cantidad de trabajadoras y trabajadores que, gracias a este programa, no vieron tan deteriorado su salario. También se direccionó ayuda al universo de las pymes, que representaron el 99,5 por ciento de las firmas aprobadas.
En segundo lugar, el capítulo de contribuciones patronales. Se dispuso una postergación o reducción del 95 por ciento de la carga tributaria para este universo de empresas, lo que demandó una inversión -la tienen allí consignada- de casi 23.000 millones de pesos.
En tercer lugar, los créditos asignados a quienes demostraron ser cuentapropistas y monotributistas, según la categorización de la AFIP. Esto incluyó también recientemente un refuerzo para el sector Cultura, fuertemente castigado por los efectos de la pandemia.
Una forma que creemos objetiva para calcular el efecto de estas medidas es que, en nuestro país, si lo comparamos con otros -como vemos en este gráfico-, el empleo asalariado registrado ha caído en menor proporción.
Como ustedes bien saben, los valores son desestacionalizados; mientras Chile o Brasil -para mencionar a los más próximos- han enfrentado caídas del 12,2 por ciento o del 7,5 por ciento en este concepto, si bien la caída en los empleos asalariados registrados en nuestro país es importante, es mucho menor en términos relativos. Por eso creemos que los efectos tanto del IFE como del ATP han servido para preservar la tranquilidad, la capacidad de compra de las familias, pero también el saber hacer y todo el entramado y el tejido productivo de la Argentina durante la pandemia.
El tercer subeje de este desafío económico -después del de la salud y el de la educación, que nombramos antes- tiene que ver con la asistencia del Estado nacional a las provincias argentinas. Realmente, este esfuerzo también ha sido muy importante y cuantioso para el Estado nacional. Es, de cualquier manera, una asistencia imprescindible porque, efectivamente, si bien hay heterogeneidades regionales, la pandemia ha golpeado mucho a nuestras economías regionales.
En la siguiente filmina pueden observar un cálculo que hicimos y que corresponde al periodo enero-septiembre 2020. La pérdida de recursos de origen nacional sufrida por las provincias argentinas se sitúa en unos 200.000 millones de pesos -es la primera barra que ustedes ven a la izquierda-.
Las otras barras tratan de consignar el concepto y los montos de esas asistencias del Estado -fueron articuladas en distintos programas y distribuidas con un criterio federal y solidario-, cuya finalidad ha sido paliar la caída de recaudación en todas las provincias argentinas.
En esta filmina podemos ver que se han distribuido a las provincias 51.618 millones a través del Fondo de Asistencia al Tesoro Nacional, que se nutre del impuesto a las ganancias. A través del Fondo Fiduciario de Desarrollo Provincial se otorgaron 47.850 millones de pesos; se destinaron 67.000 millones de pesos a distintos convenios suscritos con diferentes provincias durante el año. La suma de estos tres conceptos da un total de 166.510 millones de pesos en transferencias.
En lo que resta del año, quedan aún por distribuir unos 20.000 millones de pesos de Aportes del Tesoro Nacional. Recuerden que se estableció un programa de asistencia a las provincias por el que se fijó una contribución de 120.000 millones de pesos de la Nación -entre ATN y Fondo Fiduciario de Desarrollo Provincial-. Restarían distribuir 20.000 millones de pesos de aportes del Tesoro Nacional y unos 12.100 millones de pesos de nuevos préstamos a través del Fondo Fiduciario de Desarrollo Provincial.
En lo que a provincias respecta, siguiendo este cálculo -que más que un cálculo es una realidad de caída de recursos-, vemos que, desde el Tesoro Nacional, se ha logrado compensar de manera casi total esta caída de recaudación sufrida por las provincias.
Para cerrar el capítulo de provincias, en esta filmina pueden ver este cálculo que hemos hecho para el periodo 2015-2021. En las barras blancas pueden observar el déficit primario provincial y en la línea azul el déficit financiero, es decir, el resultado primario más los intereses. Fíjense que tanto para 2020 como para 2021 podemos encontrar ligeros superávits primarios para el consolidado de provincias; ambas son proyecciones elaboradas por la Secretaría de Hacienda sobre la base de información brindada por las provincias en el marco de la Ley de Responsabilidad Fiscal.
Esto para nosotros es muy importante. Es una preocupación para el gobierno nacional equilibrar las finanzas provinciales y colaborar con todas y cada una de las provincias para que encuentren el sendero de la sostenibilidad fiscal.
Los desafíos de la situación económica heredada, tensionados y agravados por la irrupción del Covid, han impuesto sobre el Ministerio de Economía -y sobre todo el gobierno nacional-, la necesidad de llevar adelante una gestión fiscal prudente y pragmática. Y digo "pragmática" porque sobre todo la pandemia -pero no solamente la pandemia- impone enormes desafíos a las políticas fiscal, monetaria y cambiaria. Y prudente también porque es una meta de nuestra administración encontrar el camino de sostenibilidad fiscal con todas las consecuencias y aristas que esta expresión tiene.
Entonces, la administración de la emergencia ha estado dominada, teñida por estos dos grandes lineamientos: la prudencia y el pragmatismo. Allí nos interesa compartir con ustedes dos o tres situaciones cuya consolidación también condiciona, en el buen sentido, la formulación y la ejecución seguramente del presupuesto 2021.
Este gráfico es bien interesante y vamos a describirlo un poco. Las barras grises muestran el déficit primario -y luego vamos mostrando el déficit primario acumulado en la parte más oscura-, la línea azul representa el gasto primario, siempre acumulado, y la línea verde nos muestra los ingresos totales.
Fíjense que la parte más profunda, en términos de su efecto sobre las finanzas públicas de la crisis, la podemos situar en el mes de mayo. En ese momento, la distancia entre los recursos y los gastos fue la más amplia. Fue el corazón de la crisis cuyos efectos estamos conociendo ahora con todos estos índices que se difunden a través de los organismos oficiales.
A partir de allí, comenzamos. Vamos sobre la línea verde en una suave pero persistente recuperación de los ingresos totales para situar ese crecimiento en un 22 por ciento en el pasado mes de agosto y, por otro lado, en una especie de suavización de la curva de gastos conforme se pudieron, en el marco del pragmatismo que mencionaba recién, asignar prioritariamente recursos a aquellas políticas más críticas en términos de Covid y de preservación de equilibrios sociales y económicos en tanto que se pudieron, de alguna manera, diferir algunas otras que no resultaban prioritarias.
Digo eso simplemente para explicar que el gobierno nacional está totalmente comprometido en recorrer, aun en este difícil momento, este camino de sostenibilidad fiscal, como este gráfico lo demuestra.
Las barras siguientes también pueden mostrar esta misma vocación de prudencia en la administración fiscal, monetaria y cambiaria.
¿Qué nos muestra este cuadro? También es bien interesante. Fíjense el primer bimestre. Las barras verdes nos muestran los ingresos. Las azules son los gastos primarios del sector público nacional -los porcentajes en la variación interanual-. Las barras plenas son los gastos con Covid. Las barras que están punteadas son sin Covid.
Ahora vamos a explicar, para que se comprenda lo que muestro. En el primer bimestre de este año es observable que el crecimiento interanual de los recursos fue del 39 por ciento; el de los gastos fue del 51 por ciento, y la diferencia, naturalmente, el déficit. En el período marzo-junio, ¿qué nos pasó? Se desplomaron los recursos. El crecimiento interanual fue de 13 por y se dispararon los gastos, producto de estas políticas que acabamos de describir, al 83 por ciento.
Si nosotros corrigiéramos ingresos y gastos por el Covid, es decir, si retiráramos de allí los efectos negativos del Covid, el crecimiento de los recursos hubiese sido del 30 por ciento y el de los gastos el 39.
¿Qué queremos mostrar aquí? La profundización del déficit fiscal durante el año 2020 obedece plenamente a la atención de la pandemia. Fíjense que si nosotros hacemos el mismo ejercicio para el período julio-agosto obtenemos un resultado que es aún promisorio. El crecimiento de los recursos, sin considerar el efecto Covid ni en recursos ni en gastos, hubiese sido superior al gasto. Simplemente son tendencias.
Lo que estamos queriendo mostrar es la vocación, como decía recién, del gobierno nacional de administrar el frente fiscal con el mayor pragmatismo posible, pero también con la mayor prudencia fiscal.
Naturalmente uno de los mayores desafíos desde el punto de vista de la consistencia fiscal, monetaria y cambiaria ha sido, como bien ustedes saben, señor presidente, señores diputados y diputadas, el financiamiento del déficit, máxime que nuestra situación previa -quiero decir la del 10 de diciembre 2019- era no favorable y de mucha complejidad desde el punto de vista del acceso a los mercados internacionales -por supuesto en dólares-, pero también en el mercado de títulos en pesos, que había sido reperfilado y al momento en que se declaró la pandemia realmente había una imposibilidad de recurrir activamente al mercado de deuda.
Por eso nuestro país hizo algo diferente de lo que hizo la mayor parte del mundo. Este cuadro muestra cómo se incrementó -esto lo muestra el eje vertical- la deuda como porcentaje del producto bruto interno para financiar el déficit financiero que se muestra en el eje horizontal.
Entonces, fíjense que todos los países, de acuerdo al tamaño de su déficit -que tiene que ver con esta caracterización que hicimos antes, según si son países desarrollados, emergentes o menos-, cómo han incrementado el porcentaje de su endeudamiento en términos del producto bruto interno para financiar estos paquetes de estímulo.
La Argentina pudo hacer esto de una manera muy limitada por las razones preexistentes a la declaración del Covid y eso lo muestra la próxima filmina, y seguramente esto también lo explicarán de una manera más detallada el próximo orador que haga uso de la palabra, es decir, el secretario de Finanzas.
Hubo dos estrategias importantes para complementar el financiamiento vía la emisión monetaria, que ustedes conocen, a la que hemos tenido que recurrir durante el año 2020, es decir, la transferencia de utilidades y adelantos transitorios del Banco Central al Tesoro Nacional.
Complementariamente a esas transferencias del Banco Central, el gobierno nacional llevó adelante dos políticas muy claras. La que está a la izquierda trata de mostrar la profundización del mercado de títulos en pesos a lo largo de estos meses, lo cual ha permitido crecientemente hacer colocaciones que no solamente permiten renovar los vencimientos de deuda sino que también permiten conseguir financiamiento adicional complementario en el mercado en pesos.
La curva ha ido mejorando desde la primera posición -la que está en líneas punteadas rosadas, que es la del 30 de mayo- a la última -que es la del 31 de Julio que es la celeste completa-. Esto significa que se han podido ir alineando los rendimientos a la duración de los instrumentos, de modo tal que se ha perfilado de una manera más clara ese mercado de deuda en pesos al cual el Tesoro puede recurrir para no solamente refinanciar sus obligaciones de deuda en pesos sino para conseguir un financiamiento complementario y hacerlo de una manera que permita también la canalización del ahorro nacional hacia el financiamiento del déficit fiscal. Esto es importante porque esto va a ser clave como política para el financiamiento del déficit en el año 2021.
A la derecha tenemos el perfil de cómo mejoraron nuestros vencimientos de deuda en moneda extranjera luego del canje. En la diapositiva aparecen graficados con las barras oscuras los perfiles de vencimientos desde 2020 hasta 2030. En las barras más claras, las que figuran de color celeste, se representa el perfil de vencimientos poscanje. Esto no solamente revela el alivio sobre las cuentas fiscales, sino que también -tal como lo representa el gráfico de la derecha- permite identificar el ahorro de 37.700 millones de dólares luego del canje.
Entonces, estas dos políticas -la que tiene que ver con el fortalecimiento del mercado de deuda en pesos y, naturalmente, el canje de deuda- son las claves que encaró el gobierno nacional como paliativos para lograr financiamiento en moneda local y mejorar el perfil de vencimientos, aliviando así la carga de intereses sobre el Tesoro nacional.
Para concluir con esta caracterización, mostraré las necesidades de financiamiento y detallaré cómo tenemos que leer el cuadro que aparece en la diapositiva, que representa lo ocurrido desde enero hasta agosto.
La diapositiva que estamos observando muestra una la línea punteada que marca las necesidades de financiamiento del Tesoro. Por ejemplo, en marzo, el Tesoro necesitó recibir 173.000 millones de pesos después de su recaudación, como financiamiento complementario, para financiar sus gastos primarios. En aquel momento -me sigo situando en marzo-, no nos alcanzaban las operaciones en la deuda en pesos para financiarla. Es decir que debimos conseguir un financiamiento adicional para financiar el déficit primario y parte de los servicios de deuda en pesos, que no estábamos en condiciones de financiar porque el mercado no nos acompañaba.
Si analizamos esa situación, por ejemplo, en julio de 2020, el Tesoro tuvo una necesidad de financiamiento de 259.000 millones de pesos mensuales. Ese monto lo aportaron los giros del Banco Central -bajo la forma de utilidades y adelantos transitorios- por 220.000 millones de pesos y 39.000 millones de pesos de endeudamiento genuino en el mercado local.
En agosto esa tendencia fue todavía mayor, porque las necesidades de financiamiento fueron de 121.000 millones de pesos. Cabe precisar que solamente 40.000 millones de pesos provinieron del Banco Central y 81.000 millones de pesos del mercado en pesos.
Quiere decir que esta tendencia, sobre la cual el gobierno nacional viene trabajando, se ha venido consolidando y profundizando. Esto es lo que ha permitido atenuar las necesidades que el Tesoro le plantea al Banco Central para el financiamiento de su déficit primario.
Hasta aquí tenemos la caracterización de una situación que percibimos e identificamos al comenzar la formulación del proyecto de ley de Presupuesto General de la Administración Nacional para el ejercicio fiscal 2021. Por un lado, se siguen planteando las demandas -de corto y mediano plazo- en lo económico, en lo social, en lo educativo. Por otro lado, se plantea la necesidad de compatibilizar esas demandas con restricciones de todo tipo, preexistentes al COVID-19 y las generadas por el virus.
En ese sentido y en este contexto, el proyecto de ley de presupuesto que hemos sometido a consideración del Honorable Congreso busca ser una respuesta prudente, pragmática e integral a esta coyuntura tan compleja de demandas de corto y de mediano plazo, y de restricciones muy concretas y complejas de sortear.
Por ello, en el mensaje que acompaña el proyecto de ley manifestamos que esta iniciativa trata de dar un marco de consistencia macroeconómica. El viceministro se explayó largamente y comentó de manera detallada cómo se elaboró el escenario macroeconómico.
A continuación, veremos cómo el proyecto de ley de presupuesto, a partir de ese escenario macroeconómico, deriva la recaudación y los servicios de la deuda, y busca todo el tiempo la consistencia de lo que aquí se propone en términos de gastos, de recursos y de financiamiento. Se busca hacerlo compatible con ese escenario macro, para contribuir de manera prudente y eficaz en la elaboración y construcción de un contexto macroeconómicamente consistente.
Señor presidente: nos parece que esto nos permite enviar un mensaje a la economía, que haga entender que el presupuesto busca su reactivación -a través de un gasto que crece en términos reales respecto de 2020- y, al mismo tiempo, el cuidado de los sectores más vulnerables.
Por otro lado, como dije más temprano, este es un presupuesto que busca la mayor expansión posible del gasto y, a la vez, que sea financiable. Se trata de un gasto orientado a las prioridades de gestión, a estas múltiples demandas -previas al COVID-19 y las propias de la pandemia-, con posibilidades concretas de que sean financiadas en este marco de consistencia macroeconómica global.
En ese contexto, nos adentraremos un poco más en el proyecto de ley de presupuesto e iremos sobre estas grandes definiciones que tiene la iniciativa desde el punto de vista de los gastos. Luego, repasaremos el esquema del cálculo de recursos, a fin de dejar espacio al secretario de Finanzas, quien comentará los aspectos vinculados con el financiamiento del déficit financiero que surge de este proyecto de ley de presupuesto.
Las definiciones sobre las que está elaborada la iniciativa tienen que ver con partir de supuestos realistas y prudentes, tal como venimos consignando. Todas las políticas públicas que se proponen financiar aquí tienen un financiamiento genuino o asequible. Es decir, un financiamiento que es posible para el Tesoro nacional y que -en este marco macroeconómico- no debería profundizar ni generar nuevos desequilibrios en la economía.
La segunda definición se vincula con el déficit primario, tal como lo manifestó el señor ministro de Economía en su presentación y se ha hecho público en los medios. El presente proyecto de ley de presupuesto propone un déficit primario de 4,5 por ciento del PIB. Este déficit, naturalmente, reduce el que estamos proyectando para 2020, por la natural influencia e impacto del COVID-19.
Consideramos que este déficit primario es el que permite financiar políticas públicas que alienten el crecimiento de la economía y la inclusión social activa, con el cuidado de la educación y de la salud, tal como dijimos anteriormente. Se trata de un nivel de déficit primario compatible con las múltiples restricciones que enfrenta la economía en el plano fiscal, monetario y cambiario, que vienen desde antes del COVID-19 y otras que se han profundizado después.
Luego discutiremos en detalle una característica importante de esta cuestión. En el marco de este escenario macroeconómico, y por la propia dinámica de la economía, prevemos que en 2021 los recursos fiscales se recompondrán de manera ostensible, porque la recuperación económica contribuye de una manera significativa con la recaudación impositiva.
Por otro lado, el reordenamiento tributario propuesto por la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva da impulso a la recaudación impositiva.
Estamos confiados en que el Tesoro y las provincias van a poder recibir estos recursos porque nuevamente están calculados sobre un escenario prudente y realista.
Como también dije, otra de las definiciones es que queremos un Estado activo, que realmente contribuya de manera significativa al crecimiento de la economía y a la reactivación regional, que permita las políticas de inclusión y todas las vinculadas con la promoción de la ciencia, la tecnología, la salud y la educación. Entonces, el nivel de gasto es compatible con esa agenda de política económica.
Esta agenda de política económica se ordena en seis pilares, que desarrollaremos en las próximas filminas. Me parece importante llamar su atención sobre esta parte de la presentación.
Las filminas que mostraremos a continuación se refieren a lo que tradicionalmente en el presupuesto llamamos gasto por finalidad. Como saben, el gasto primario -o más bien el gasto total- se agrupa en cinco finalidades: Administración Gubernamental, Defensa y Seguridad, Servicio Social, Servicios Económicos e Intereses de la Deuda Pública.
Este proyecto de ley de presupuesto contempla básicamente seis pilares que veremos a continuación, y propone que dos de estas finalidades -Administración Gubernamental y Defensa y Seguridad- mantengan su participación o crezcan levemente en términos del PBI.
La iniciativa también propone que otras dos finalidades -Servicios Sociales y Servicios Económicos- crezcan de manera significativa, precisamente para permitir el financiamiento de las políticas públicas que atienden estas dos grandes preocupaciones de la política presupuestaria. Tanto los Servicios Sociales -educación, trabajo, salud, vivienda y urbanismo- como los Servicios Económicos tienen que ver con la promoción de la actividad económica y la generación de capital en la economía.
El crecimiento de las finalidades de Servicios Sociales y Servicios Económicos se ve financiado por un decrecimiento significativo de la quinta finalidad: Intereses de la Deuda Pública.
Entonces, esto se ha presentado de una manera un poco más amigable en relación con los habituales cuadros de finalidad y función -aunque dichos cuadros, naturalmente, presentan todo el detalle que prevé la normativa vigente-, y se ha acompañado en el proyecto de ley de presupuesto.
A continuación vamos a repasar los principales ejes o pilares referidos fundamentalmente a las finalidades y funciones del gasto público. Este proyecto de ley identifica tres ejes, lo que va en línea con lo que vinimos discutiendo y compartiendo esta tarde.
El primer eje tiene que ver con el dinamismo productivo y la infraestructura. Me refiero con esto a todas aquellas asignaciones que se priorizaron en el campo de los servicios económicos y a todo lo vinculado con la promoción, el cuidado de la actividad económica y productiva, la generación de capital, la preservación del "saber hacer", y el gasto de capital. Es decir, toda la inversión pública en caminos, líneas de alta tensión y represas que permitan mejorar la infraestructura para, precisamente, potenciar la capacidad económica regional y federal.
El segundo eje tiene más que ver con lo que habitualmente conocemos como servicios sociales. Es decir, todas aquellas políticas y programas que buscan paliar los efectos del COVID-19 y las distintas situaciones de desigualdad en la población, de modo tal de facilitar su acceso a la educación, a la salud y a la conectividad. Esto básicamente se relaciona con los ejes de bienestar: Inclusión Social Activa y Género y Diversidad.
Por último, en cuanto a Seguridad y Justicia, hay también asignaciones concretas que tienen que ver con mejoramientos salariales para las fuerzas armadas y de seguridad. En este sentido, se ha aprobado recientemente la ley que crea el Fondo de Defensa Nacional, que también encuentra su financiamiento en este proyecto de ley. De modo tal que, a partir de estos tres ejes, derivamos estos seis pilares del presupuesto. Cabe reiterar que el señor ministro de Economía ya se refirió a ellos en su presentación que hizo la semana pasada.
Los dos primeros pilares -Infraestructura Productiva y Vivienda, e Innovación y Desarrollo- a mi juicio tienen que ver más bien con la finalidad Servicios Económicos. A su vez, los pilares de Educación y Conectividad, Salud Pública e Inclusión Social Activa, además de esta novedad en cuanto a su tratamiento, difusión y financiamiento en el presupuesto -que son las políticas que protegen las diferencias de género y diversidad-, se vinculan con el campo de los servicios económicos.
En las próximas láminas verán cuáles son los programas o políticas más importantes para cada uno de estos pilares, cuyo financiamiento se propone en este proyecto de ley de presupuesto y que seguramente será objeto de discusión y de intercambio de inquietudes.
El proyecto de ley de presupuesto bajo análisis hace una apuesta muy fuerte a la inversión pública. Creemos de manera clara y decidida en el efecto dinamizador de la obra pública en sus diversas variantes sobre las economías regionales y sobre la economía nacional en general, ya sean obras realizadas por el Estado nacional, las provincias o los municipios. Es por ello que las asignaciones han sido prioritarias en este pilar.
Si observamos la siguiente lámina -insisto en que esto ya se los ha mostrado el señor ministro de Economía, no obstante lo cual nos parece importante repetirlo-, vemos que tenemos una serie histórica que muestra el gasto de capital de la administración nacional en porcentaje del PBI desde 2015 hasta 2021.
Cabe aclarar que para 2020 el gráfico presenta una porción punteada que corresponde al gasto de capital que tuvo que ver con la emergencia por el COVID-19. Nos ha parecido importante -como hicimos en algunas láminas previas- segmentar en 2020 aquellos recursos y gastos que se vinculan con la emergencia del COVID-19, a los efectos de hacer una comparación más armónica con el resto de la serie histórica.
Si observan la imagen, verán que para 2021 estamos proponiendo un 2,2 por ciento del PBI como inversión en gasto de capital que, por ejemplo, duplica la inversión en gasto de capital del año 2019.
Esto es muy importante ya que, como pueden ver a continuación, se expresa en programas emblemáticos. Más de 103.000 millones de pesos irán a obras de Vialidad, las que serán ejecutadas casi en su totalidad por la Dirección Nacional de Vialidad. En la lámina se pueden observar la Red Nacional Troncal de caminos federales -esto ha sido conversado con distintas autoridades subnacionales-, la Autopista Camino del Buen Ayre y distintas rutas. Esto lo digo simplemente a modo de ejemplo, como para que tengan en consideración este monto de más de 100.000 millones de pesos destinados a obras viales.
En segundo término, tenemos todas aquellas obras que tienen que ver con el agua potable y el alcantarillado, mayormente llevadas adelante por la empresa Aysa. Advertirán que se destinan 75.000 millones de pesos a la Cuenca Matanza Riachuelo, a distintas obras en el AMBA y el conurbano, y también a la mejora de estaciones elevadoras, algunas de las cuales tienen muchísimos años de antigüedad y presentan un deterioro muy importante.
En tercer lugar, se prevén obras para el ferrocarril a través de un programa de casi 70.000 millones de pesos que, naturalmente, estarán a cargo del Ministerio de Transporte. Dicho programa contempla la renovación de la infraestructura ferroviaria en distintas líneas, mejoras en las estaciones y en el señalamiento y diversas obras vinculadas precisamente con la provisión de un servicio más eficiente y efectivo a la ciudadanía.
Por otra parte, para el programa Procrear se prevé una partida de 63.500 millones de pesos, que no solamente se destinarán a créditos para la construcción de nuevas viviendas, sino también a refacciones y remodelaciones. Tenemos una gran esperanza cifrada en este programa. Creemos en su alcance federal y en su capacidad dinamizadora, tanto de las pequeñas como de las grandes economías nacionales. De manera que aquí también hay una apuesta muy importante.
Asimismo, se prevén nuevas obras de energía o continuación de obras existentes por 42.000 millones de pesos, como el gasoducto NEA, que naturalmente no se concluye en el año 2021 pero que tiene previsto un importante tramo. También hay obras nucleares, a través de la autoridad regulatoria nuclear y la CONAE, como el reactor nuclear y la central nuclear CAREM. Es decir, algunas obras son preexistentes y otras son nuevas, pero también las obras de energía tienen un financiamiento importante.
El ENOHSA también tiene previsto un incremento importante en su presupuesto, que asciende a 29.000 millones de pesos, para el financiamiento del Plan Nacional de Agua Potable y Saneamiento, para el Acueducto del Norte, para una Planta Depuradora en Córdoba y para el Sistema de Recolección y Tratamiento de Efluentes de Mendoza, entre las más importantes.
Asimismo, el Plan Argentina Hace tiene un presupuesto de 20.300 millones de pesos, y también hay planes para viviendas sociales y obras para buses, como pueden ver en la presentación.
Es decir, hay un enfoque muy claro en inversión pública y gasto de capital para reactivar la economía nacional y regional en estos principales aspectos, más todos los otros que están detallados -como bien sabe el señor presidente- al mínimo nivel en el proyecto que hemos remitido a consideración.
Luego, tenemos un segundo pilar que tiene que ver con la innovación y el desarrollo. Es una apuesta muy clara de nuestro gobierno apoyar el desarrollo del aparato científico y estimular la vinculación de la innovación científica con el mundo productivo. Eso tiene que ver con recomponer niveles salariales en los escalafones pertinentes, con financiar obras de infraestructura y con financiar el acceso a bibliografía especializada.
Es decir, la multiplicidad de acciones que han propuesto las distintas jurisdicciones que tienen que ver con esta función va a hacer que, de prosperar este proyecto de ley, las asignaciones que tenemos previstas trepen del 0,2 del PBI en 2019 al 0,5 del PBI en 2021.
Este también es un esfuerzo muy claro y decidido, y está focalizado jurisdiccionalmente dentro del presupuesto, como lo menciona la lámina, en el Ministerio de Desarrollo Productivo y en el de Ciencia, Tecnología e Innovación.
A continuación, podemos ver los principales programas y actividades que tienen que ver con potenciar la innovación y el desarrollo como políticas públicas activas llevadas adelante por el gobierno nacional.
En primer lugar, tenemos el financiamiento de la producción. En el año 2021 continuará la potenciación de la recuperación de la actividad económica a través del FOGAR Y del FONDEP con distintas formas de colaboración, con el desarrollo de la actividad económica privada, garantías, subsidios de tasas y distintas maneras de financiar la actividad. Son casi 100.000 millones de pesos que se estarían destinando, de prosperar el presente proyecto, a esta actividad.
También se da un fuerte impulso de 27.300 millones de pesos para la promoción de los recursos humanos en nuestros escalafones científicos, los del CONICET y otros. Esto tiene que ver con mejorar el ingreso, es decir, la cantidad de científicos que pueden ingresar a la carrera del investigador, y también con ampliar la cantidad de becas doctorales y posdoctorales que se puedan financiar. En ese sentido, se prevén casi 1.600 becas adicionales para 2021 respecto de 2020. Y, como decía también, la provisión, renovación y ampliación de toda la infraestructura científica para, precisamente, proveer un marco de desarrollo de actividades de innovación y de su aplicación y su vínculo con el mundo económico.
Luego, tenemos 7.200 millones de pesos para el desarrollo de proveedores y de parques industriales. Algo mencionamos recién sobre los 7.000 millones de pesos destinados a distintas actividades vinculadas con el apoyo para el diseño y construcción de satélites. Hay distintos proyectos que están en la CONAE y en otros organismos que colaboran con la CONAE y también para el equipamiento y adquisición de productos relacionados con el lanzamiento, la operación y el mantenimiento de satélites.
Las pymes han sido objeto de numerosas políticas, como dijimos recién. Algunas de ellas, durante la emergencia de 2020 provocada por el COVID-19, han tenido que ver con preservar hasta donde fuera posible sus niveles de ingresos.
En las medidas que se plantean aquí se propone destinar 4.700 millones de pesos para fomentar la competitividad de esas empresas y mejorar sus perfiles comerciales y exportadores mediante la incorporación de tecnología, de asistencia técnica y de acompañamiento en la inserción a mercados externos.
Por último, se propone destinar 3.500 millones de pesos para acciones vinculadas con el desarrollo tecnológico, básicamente promoción a través de subsidios de tasas de interés cuando se trate de actividades intensivas en investigación y desarrollo, como lo consignamos allí.
El tercer pilar tiene que ver con la salud pública. Naturalmente, el gráfico no puede más que mostrar la realidad. Por ello, vemos cómo el año 2020 muestra en la función Salud un crecimiento muy importante en términos del PBI, por razones obvias. Pero si comparamos con el año 2019 y con toda la serie, vemos cómo el año 2021 propone también para ese pilar una asignación que crece de manera ostensible en términos del PIB: 0,53 versus el 0,33 de 2019.
En estas asignaciones propuestas para el año 2021 incluimos, Dios mediante, la adquisición de las vacunas COVID-19, que ojalá estén disponibles. Si así fuera, el Estado nacional va a estar en condiciones de adquirirlas y ponerlas a disposición.
También tenemos una cantidad interesante de programas que contribuyen a consolidar el fortalecimiento de la salud pública, fundamentalmente en la pospandemia. Siempre de mayor a menor, tenemos unos 46.300 millones de pesos que se propone destinar a la adquisición de vacunas e insumos, básicamente para asegurar el acceso de la población al calendario nacional de vacunación y, como decimos, incluimos 13.698 millones de pesos para la compra de 22,4 millones de dosis de vacuna contra el COVID-19. Como decíamos, ojalá que esté disponible cuanto antes.
Por su parte, se propone una asignación para hospitales de 31.000 millones de pesos. Aquí tenemos distintas cuestiones. Hay transferencias que la Nación hace a hospitales SAMIC y también a hospitales nacionales, como el Posadas, el Sommer y otros que tienen distintas especialidades. Es decir que hay un compromiso concreto de sostener el financiamiento a los hospitales SAMIC y a los hospitales nacionales desde el presupuesto nacional.
El programa SUMAR también recibe una asignación prioritaria de 13.000 millones de pesos. Este programa tiene que ver con los seguros públicos de salud y también tiene una inserción regional importante porque vincula pagos por capacitación con determinados resultados que obtienen las administraciones provinciales de salud. Es un programa bien interesante.
También lo es el Remediar, que es la cobertura universal de salud y que va a recibir 9.200 millones de pesos.
Esto va a permitir la distribución de 41 millones de tratamientos, es decir, bastante más que en 2019: el doble. Va a permitir la asistencia a distintas enfermedades para las que se requieren medicamentos especiales, de alto precio o de difícil acceso.
Para los programas que tienen que ver con la salud perinatal y la niñez se van a destinar 7.200 millones. Esto se concretará mediante la entrega de leche fortificada a las madres de estos niños y acciones de perinatología y de cuidados de salud de manera integral, tanto para las madres como para sus niños y niñas recién nacidos.
Luego tenemos otras asignaciones, algunas de las cuales tienen que ver con la cobertura de enfermedades sociales como el VIH, entre otras. Tenemos, por ejemplo, el Programa Redes, que es muy interesante y está recibiendo un financiamiento importante con respecto a años anteriores: 5.300 millones de pesos. Este dinero va a permitir consolidar esta red integrada e integral de servicio de salud para, precisamente, dotar de cobertura -y, pienso yo, de igualdad de atención- a pacientes COVID-19, a pacientes crónicos y a poblaciones vulnerables en el campo materno-infantil.
Para patologías específicas, como por ejemplo la fibrosis quística, se distribuirán 4.000 millones de pesos, así como para la promoción de la salud mental y bucodental. Se ha encontrado espacio para estas enfermedades o patologías tan específicas que han sido desatendidas en anteriores presupuestos.
Por último, está el Programa Proteger, con 4.400 millones de pesos para la protección de grupos que están afectados por factores de riesgo a enfermedades frecuentes no transmisibles. También existen programas focalizados en salud pública que tienen que ver con la mejora y la atención de, fundamentalmente, los sectores más vulnerables de la sociedad.
Con respecto al cuarto pilar, que es la educación y la conectividad, déjenme decirles que hay una apuesta muy importante de nuestro gobierno para recuperar el sendero de la ley de financiamiento educativo. Ustedes recordarán que la ley de financiamiento educativo prevé la inversión de un 6 por ciento del PIB entre la nación y las provincias para el financiamiento de la educación, la educación técnica y la ciencia y tecnología. Si vemos la evolución interanual, este pilar ha sufrido un deterioro. Este 1,6 por ciento del PIB como inversión del gobierno nacional es lo que en conjunto con la inversión de las provincias conformaba el 6 por ciento del PIB que marca la ley. Es decir que el 1,6 por ciento es la porción de la nación, y ustedes saben que gran parte de la gestión educativa está provincializada. Entonces, reitero, el 1,6 por ciento es la porción de la nación en esa torta del 6 por ciento que pide la ley.
La asignación fue sufriendo los deterioros que ustedes ven allí en términos del PIB. En el año 2019 esa asignación fue del 1,1 por ciento del PIB. Proponemos que en el año 2021, si bien la asignación no alcanza todavía a lo que marca la ley, la podamos llevar a 1,3 por ciento del PIB para indicar un claro sendero de recuperación y de priorización de las políticas que tienen que ver con la educación, a las que le sumamos ahora la conectividad, como dijimos recién. Conjuntamente con los contenidos educativos es necesario que el Estado nacional asegure el acceso a esos contenidos a través de las distintas plataformas, redes y el natural servicio de conectividad que necesita toda la población.
Es bien importante recordar a esta altura de la presentación que la primera asignación que se hizo este año al Programa Conectar Igualdad fue financiada con una devolución que recibimos del Fondo Monetario Internacional por unos aportes que había hecho la República y que el Ministerio de Economía y el gobierno nacional decidieron dedicar como inversión inicial a este programa. Así que también fue una gran apuesta la mejora de la conectividad.
Ahí tenemos los seis programas principales que estamos proponiendo en este pilar para mejorar e ir hacia la senda que nos marca la ley de financiamiento educativo como inversión del PIB para esta función.
En primer lugar, se propone destinar 32.000 millones de pesos para la construcción de quinientos jardines de infantes nuevos, que ocuparían más de 120.000 millones de metros cuadrados. Se trata de un incremento muy importante respecto de lo que asignó el presupuesto 2019. Aquí entonces hay una priorización clara de la educación de niñas y niños en su primera infancia.
La segunda asignación en términos de importancia tiene que ver con el Programa Progresar. Ustedes saben que estas son becas educativas para estudiantes que desean lograr la continuidad de sus estudios. Aquí se propone incrementar en 250.000 los beneficiaros existentes, para llegar a 750.000 estudiantes alcanzados por el Programa Progresar.
En tercer lugar, son 19.400 millones de pesos las asignaciones destinadas al fortalecimiento edilicio de 25.000 escuelas para antes de la reanudación de las clases presenciales. Es un programa de inversión, mejoramiento y mantenimiento en estas 25.000 escuelas, de modo tal que cuando nuestros niños y niñas lleguen a ellas se encuentren en una situación de infraestructura aceptable.
En cuarto término está el Programa Conectar Igualdad, con 14.000 millones de pesos destinados a la distribución de 546.600 computadoras a todos los alumnos de décimo año de la educación pública nacional. Insisto: todos los alumnos de décimo año recibirán sus computadoras, que son 546.600. Esto se complementará, en el marco de este programa, con capacitación y formación docente en el uso de herramientas informáticas y también en inversiones que tienen que ver con la infraestructura para asegurar la conectividad en aquellos lugares de difícil acceso o remotos.
También hay asignaciones que tienen que ver con la educación técnica, que va de la mano de este desarrollo del Plan Nacional de Ciencia, con foco en la educación técnica, que muchas veces se relaciona con la formación de oficios y de distintas profesiones que a menudo tienen una oferta insuficiente en relación con lo que demandan algunas de nuestras pymes y empresas.
Por último, está el Programa Acompañar, que consiste en el acompañamiento activo a 1 millón de chicos y chicas que están bajo riesgo de no retomar la asistencia a clases en 2021. Es decir que se intenta garantizar que cuando se recupere la presencialidad en el sistema educativo podamos tener un programa que nos asegure que todos aquellos sectores -seguramente la mayoría de ellos vulnerables- que han estado muy alejados del ámbito escolar puedan tener una asistencia del Estado para volver a esa actividad.
El quinto pilar tiene que ver con la inclusión social activa y es básicamente el conjunto de políticas públicas que buscan dar asistencia y acompañamiento a los distintos sectores con diferentes grados de vulnerabilidad. Naturalmente, el gasto en términos del PIB es un poco más bajo en 2021 que en 2020 por la emergencia y la excepcionalidad de este año. Pero es claramente superior al de 2018 y 2019, siempre medido en términos del PIB: 0,5 por ciento en 2019 y 0,7 por ciento en 2021.
Aquí tenemos básicamente tres programas que explican la mayor parte de esta asignación. Una de las asignaciones más importantes tiene que ver con las políticas alimentarias. Ustedes saben que a lo largo del año 2020 se ha potenciado y extendido por toda la república el programa Argentina Contra el Hambre, bajo sus distintas modalidades: tenemos la tarjeta alimentaria pero también el apoyo económico a 4.100 comedores comunitarios y a casi 20.000 comedores escolares. Es decir, tenemos distintos programas, acciones y actividades liderados por el Ministerio de Desarrollo Social que buscan proteger el derecho básico de los grupos vulnerables a la alimentación. Esto recibirá un refuerzo importante el año que viene, que permitirá, por ejemplo, que con las tarjetas Alimentar podamos llegar a 1.530.000 personas.
En segundo lugar, tenemos el Potenciar Trabajo con 112.000 millones de pesos, que es también una asignación importante. Esto tiene que ver con la inclusión plena y progresiva de todas aquellas personas que, estando en situación de vulnerabilidad, progresivamente puedan ingresar a actividades en el marco de la economía popular.
Entonces, aquí hay un conjunto de acciones -que tienen que ver con la capacitación, el fortalecimiento de herramientas de gestión, la difusión de distintas prácticas laborales y de administración- para justamente potenciar la capacidad de empleabilidad de estos grupos en situación de alta vulnerabilidad.
Por último, con una asignación un poco más baja, de 11.500 millones de pesos, tenemos el Programa de Recuperación Productiva. Este programa, denominado REPRO, brinda a los trabajadores calificados la posibilidad de acceder a una suma fija, equivalente a un salario mínimo, vital y móvil, durante doce meses para completar el sueldo de su categoría laboral. Es decir, son distintas acciones que tienen que ver con proteger a aquellos trabajadores formales o calificados que atraviesan alguna situación de falta de empleo mientras ella dure.
De manera que tenemos tres programas importantes direccionados a la inclusión social activa, a la protección de los sectores vulnerables y a la protección de los trabajadores formales en situación de desempleo.
El último de los pilares tiene que ver con el género y la diversidad. Aquí también me parece interesante hacer dos consideraciones antes de ver el detalle. Las políticas de género y diversidad, consideradas como todos los esfuerzos que desde las distintas políticas que implementa el Estado nacional se hacen para disminuir las brechas de género -en todas las expresiones de la vida, pública y privada-, tienen que ver con una visión horizontal del presupuesto. Quienes formulamos, ejecutamos o analizamos los presupuestos estamos habituados a tener visiones verticales. Estamos más acostumbrados a pensar en un ministerio que ejecuta un programa, que tiene unas metas, y podríamos decir que ahí comienza y acaba el análisis.
Este pilar, relacionado con la política de género, nos invita a una visión horizontal, es decir, a tratar de pensar en todas las acciones que en una línea, la de género y diversidad, se realizan en todo el Estado nacional, en todas las jurisdicciones y organismos, de modo tal de colaborar con la disminución de las brechas de género.
Naturalmente también hay un ministerio que se ocupa de manera primordial de estas acciones, pero me parece importante rescatar esta doble visión porque es una novedad en este presupuesto. Tenemos, por un lado, las políticas horizontales, es decir, las que hacemos en todos los ministerios, agencias y organismos públicos, todas ellas con una visión nueva: la de género. Es decir, de qué manera con un programa de inversión pública o con un programa educativo contribuimos a disminuir la brecha de género, al mismo tiempo que tenemos un financiamiento específico para el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, que se ocupa de ciertas políticas activas y sumamente focalizadas en género.
Esta disquisición me parece importante porque esta visión horizontal es una novedad desde el punto de vista del tratamiento presupuestario. Naturalmente es un paso adelante en la obtención y el aseguramiento de derechos -justamente los relacionados con un tratamiento igualitario para los géneros y la diversidad- y en la posibilidad de tomar el liderazgo y financiar políticas desde el Estado nacional en ese sentido.
Este gráfico no lo mostramos en porcentajes del PIB sino en millones de pesos, porque realmente el cambio es tan importante que nos parecía que no tenía sentido mostrarlo en términos del PIB. Podemos ver que, en millones de pesos constantes, las asignaciones fueron de 436 millones en 2019, de 700 millones en 2020, y trepará a 6.200 millones en 2021 con este enfoque que les estoy manifestando.
En este pilar, en el marco del Plan Nacional de Acción contra las Violencias por Motivos de Géneros, que es un plan nacional que lidera el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, queremos destacar básicamente cuatro líneas, que son las más importantes.
En primer lugar, el programa Acompañar, que tiene una asignación de 4.500 millones de pesos y consistirá en brindar asistencia monetaria y acompañamiento a 92.000 mujeres y personas LGTBI que han sido o están siendo objeto de violencia por razones de género. Este programa prevé una asignación monetaria equivalente a un salario mínimo, vital y móvil por seis meses, que justamente estará destinada a cubrir gastos esenciales durante ese período de zozobra para estas personas. Esta es una de las actividades principales y es un gran desafío para el gobierno nacional y el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad para el próximo ejercicio.
Luego tenemos asignaciones para distintas acciones relacionadas con la protección de violencia por razones de género: el fortalecimiento de la línea 144, donde se pueden canalizar todas las denuncias de manera adecuada, y políticas culturales para la igualdad y el género -que son básicamente acciones de capacitación, sensibilización y difusión en general-, para las cuales se asignan 320 millones de pesos.
Reitero lo que decía al principio: este proyecto de ley de presupuesto, además de las asignaciones para el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, busca tener una visión horizontal en cuanto a la gestión presupuestaria, es decir, identificar o "etiquetar" -como decimos en la jerga- todos aquellos programas que en los distintos ministerios y organismos pueden contribuir, en su normal accionar, con la disminución de las brechas de género.
Entonces, buscamos visibilizar este esfuerzo presupuestario que hacemos en todos los programas, aparte de los que están en el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, para combatir esta brecha de género. Hemos logrado etiquetar, es decir, identificar programas con este objetivo, por 1,3 billones de pesos, lo que representa un crecimiento interanual del 73 por ciento.
Si ustedes analizan los documentos que acompañan al proyecto de ley podrán identificar todo este conjunto de programas a los que estamos buscando dar, además de su orientación principal, la orientación complementaria de la visión de género. Así, hemos identificado cincuenta y cinco políticas de género en veintidós organismos que están nucleados en catorce ministerios. Realmente es una política presupuestaria horizontal muy acorde con este desafío. Ojalá que este sea el punto de partida para la incorporación de otras visiones horizontales en el presupuesto, como puede ser el medio ambiente o la niñez. Esto contribuiría de una manera significativa a mejorar la gestión presupuestaria y la consecución de resultados de políticas públicas.
En términos de gasto primario, estas son las principales asignaciones y orientaciones de política. Reitero que el foco está puesto en la finalidad Servicios Sociales y en la finalidad Servicios Económicos, con crecimientos financiados, por una caída en la participación en términos del PIB, de la finalidad Intereses de la Deuda Pública.
Digamos que este es el planteo en el paquete del gasto total que está contenido en el presupuesto.
Habíamos manifestado que el proyecto de ley de presupuesto está construido sobre supuestos realistas. Los supuestos realistas que están por detrás de la formulación del presupuesto son aquellos a los cuales se refirió el viceministro en su alocución.
Para 2021 estamos pensando lo siguiente: un crecimiento del PBI del 5,5 por ciento, o sea, un valor de 37.000 millones de pesos; un consumo privado creciendo al 5,5 por ciento y un consumo público creciendo un poco menos, al 2 por ciento; un crecimiento del 18,1 por ciento en la inversión; un crecimiento del 10,2 por ciento en las exportaciones; un crecimiento del 16,3 por ciento en las importaciones, de la mano de un mayor nivel de actividad; un tipo de cambio nominal de 102,4 pesos por dólar -en diciembre- y un IPC del 29 por ciento, también en diciembre.
Estas son las variables que surgen del escenario macroeconómico -caracterizado por el viceministro hace unos instantes- y que están en la base del armado de nuestro proyecto de ley de presupuesto, como ahora vamos a repasar.
En este proyecto que ustedes están analizando figuran las asignaciones correspondientes al año 2021. En unos días más -de acuerdo con lo que marca el cronograma- vamos a remitir el presupuesto plurianual, que estará elaborado sobre los lineamientos que se han previsto en este escenario macro para los años 2022 y 2023, a fin de cumplir también con la obligación de presentar un presupuesto plurianual.
Como ustedes saben, una vez que está elaborado el escenario macroeconómico, el próximo e inevitable paso es calcular los recursos, que dependen de la situación actual de los recursos y de lo que el escenario macro prevé para el año que se está presupuestando.
Es importante resaltar que la recaudación prevista para el año 2021 prevé una recomposición significativa respecto de la recaudación que pensamos ejecutar en el año 2020. Aquí vemos la recaudación nacional. Esto quiere decir que es la recaudación total, o sea, la que se queda en la administración nacional y la que se coparticipa. Si la medimos en términos del PIB, vemos que respecto de 2019 creceremos un 1,4 por ciento, pasando del 23,7 por ciento al 25,1 por ciento. Y si la medimos contra el 2020, tenemos el 24,1 por ciento del PIB en 2020 -que representa el porcentaje de recaudación nacional- versus el 25,1 por ciento del PIB para 2021.
De manera que realmente la recuperación es importante. Si lo vemos en una perspectiva más larga, fíjense que hemos tenido niveles de esta naturaleza -incluso un poco más altos- en los años previos al 2015, donde teníamos recaudaciones en porcentajes del PIB que trepaban al 26 por ciento o lo superaban.
Entonces, allí tenemos lo que prevemos en términos de recaudación para el año próximo dado el escenario macroeconómico que nos refirió el licenciado Haroldo Montagú en su exposición.
Entiendo que puede resultar un tanto tedioso, pero es importante que nos detengamos en este cuadro. ¿Qué es lo que nos muestra? Si miramos la quinta columna, que dice "Año 2021 variación interanual", decimos que la recuperación es robusta porque esta columna compara la recaudación esperada para el año 2021 versus la esperada para el 2020. Es decir, se compara la cuarta columna con la primera. Fíjense que la variación interanual es del 44 por ciento, como podemos ver en la fila -pintada con azul- que dice "Recursos Tributarios".
Entonces, cuando decimos que la recomposición es robusta estamos previendo esa recuperación en términos del PIB a la que hice referencia recién y esta variación nominal interanual que vemos aquí.
Nos parece interesante detenernos un instante en los principales tributos y tratar de entender por qué tenemos estas variaciones interanuales tan importantes, tomando en consideración o siendo totalmente consistentes con el escenario macroeconómico que nos presentó el viceministro hace unos momentos.
Vamos a empezar por los dos primeros, que son los que tienen la recaudación más importante en términos nominales. Me refiero al impuesto a las ganancias y al IVA. Para esto voy a recordar un porcentaje que no figura en este cuadro, que es el de 2019. En el año 2019 la recaudación de Ganancias trepó al 5,1 por ciento del PIB. En el año 2020 estamos esperando que esa recaudación caiga en términos del PIB. Eso ocurre a pesar de que la ley 27.541, de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, detuvo la baja de las contribuciones de empresas del 30 por ciento al 25 por ciento. Sin embargo, haber detenido la baja de esa alícuota nos lleva a proyectar una recaudación que se va a situar en el 5 por ciento del PIB, básicamente porque este año 2020 registra un menor cumplimiento -producto de la emergencia derivada de la pandemia- y una disminución en las retenciones de la cuarta categoría, fundamentalmente por la caída de los salarios reales, asociados especialmente al desarrollo de la pandemia. Pero fundamentalmente también, en 2020 nosotros estamos recaudando las utilidades y rentabilidades de las empresas del año 2019, que fue un año muy complejo desde el punto de vista macroeconómico.
Todas estas previsiones son las que nos hacen pensar que, en términos del PIB, el impuesto a las ganancias no se recuperará respecto del año 2019. A su vez, si se fijan en la penúltima columna, podrán apreciar que para 2021 mantenemos la recaudación del impuesto a las ganancias en el mismo porcentaje del PIB.
Básicamente, aquí detectamos dos factores que se compensan. Por un lado, en 2021 estaremos recaudando fundamentalmente sobre la base de las utilidades y rentabilidades obtenidas por las empresas en 2020, que es también un año de crisis y de emergencia; esto nos hace ser prudentes respecto de la proyección de la tributación del impuesto a las ganancias.
Pero, por otro lado, creemos que eso va a ser compensado básicamente por los regímenes de retención y percepción, que están asociados a los volúmenes de actividad y a los precios; en este caso, del 2021. Como esperamos una mejora en la actividad económica para el año próximo, la recaudación proveniente de estos regímenes de retención y percepción compensará el efecto anterior negativo.
Bajo estos criterios de prudencia, y en consistencia con el escenario macro, para 2021 calculamos este tributo en un 5 por ciento del PIB, manteniendo las previsiones que tenemos para el 2020.
La historia del IVA es un poco diferente. Ustedes ven allí que para el año 2020 prevemos que la recaudación de IVA se sitúe en 6,9 del PIB. Ese dato lo ven en la celda de la tercera columna y la segunda fila.
En el año 2019 el IVA recaudó 7,1 del PIB, es decir, su recaudación fue fuertemente castigada, fundamentalmente por la caída de actividad que tuvimos en el año 2020. Hubo distintos efectos que también operaron en sentido de compensarse. Por un lado, ustedes saben que en el año 2020 perdió vigencia el decreto 567/19, aquel que disponía alícuota cero para muchos componentes de la canasta básica.
Por otro lado, tuvimos un efecto contrapuesto porque se congelaron las tarifas de servicios públicos y ahí tuvimos una mejora; pero la ejecución que tenemos a este momento y básicamente, los pronósticos de actividad económica para el 2020, nos hacen pensar que no podremos recuperar ese 7,1 del 2019 en el 2020. Por eso, lo hemos mantenido en este porcentaje de 6,9 del PIB.
Sin embargo, si ustedes corren la vista hacia la derecha, el porcentaje de esta recaudación en términos del PIB para el año 2021 la situamos en 7,3. Es decir, una importante recuperación.
Nuevamente, el escenario macro que ustedes vieron nos predice una recuperación importante de la actividad para el año próximo. De la mano de esa recuperación, básicamente de precios, de actividad, de tipo de cambio y de importaciones, podemos prever una recaudación para el año próximo que no solo recupere los niveles del 2019, sino que los supere ligeramente. Eso tiene que ver con la proyección que significa una variación interanual del 46,6 por ciento en términos nominales del año 2021 respecto del 2019.
Siguiendo con los tributos de mayor peso, me permitiría llevarlos a créditos y débitos, que está unas líneas más abajo. Créditos y débitos refleja una dinámica quizá un poco diferente.
Fíjense que nosotros situamos la recaudación del impuesto sobre los créditos y débitos bancarios en 1,7 del PIB para el año 2020. Si miráramos la recaudación de dicho tributo para el año 2019 veríamos que sería del 1,63; es decir que creció en el 2020. Y acá fundamentalmente estamos apreciando que este crecimiento se debe a la proliferación de los distintos servicios que se brindan de manera informática, o digitales.
Toda la bancarización, las compras a través de Internet y de todos estos sistemas de pagos digitales han fortalecido la recaudación del tributo. Su participación, en términos del PIB, ha mejorado respecto del 2019. Creemos que la parte importante de la mejora ya ha acontecido; por lo tanto, lo estamos manteniendo en términos del PIB para el año 2021. Fíjense que tenemos ahí el 1,7.
Acá tenemos un pequeño detalle: hay un pequeño crecimiento real pero lo observamos en el segundo decimal. Aquí, a los efectos de la presentación mostramos solo un decimal, por eso no lo notamos, pero básicamente podríamos decir que mantenemos créditos y débitos, en términos del PIB, por las razones que acabamos de mencionar.
El otro tributo que nos gustaría detallar es el impuesto PAIS, el impuesto para una Argentina inclusiva. Queremos llamar la atención sobre este porque es el que tiene la variación interanual más grande. Fíjense en la quinta columna que el cálculo del tributo en el 2021 crece, en términos nominales, un 89 por ciento respecto del 2020.
Acá tenemos que hacer dos o tres consideraciones. En primer lugar, pueden apreciar que en la primera columna la base del 2020 -es decir, esta recaudación de 181.333- es un poco engañosa porque este impuesto, que se instrumentó a principios de año, tuvo tres o cuatro meses de demora en su implementación normativa y operativa.
Es decir que, por dicha razón, la base del 2020 está un tanto subvaluada porque su recaudación fue muy baja durante el primer cuatrimestre. Alcanzó un valor promedio interesante allá por junio-julio y se ha venido manteniendo. A la luz de los supuestos macro, nosotros hemos mantenido esa recaudación consistente con los valores del tipo de cambio y con las transacciones usuales. No es menos cierto que mejora su participación, en términos del PIB. Insisto, 0,7 en el 2020 y 0,9 en el 2021 porque prevemos alguna mejora en algún momento del 2021 -ojalá sea cuanto antes- asociada a la recuperación de la actividad turística a la cual está asociada este tributo.
Entonces, por ese lado tenemos algo de recuperación; el resto es un efecto que se asocia, básicamente, a un 2020 con una recaudación un poco más baja producto de lo que expliqué recién.
Me gustaría resaltar aquí dos cuestiones más que son también bien importantes y que se vinculan con todo este contexto que venimos caracterizando: el sistema de la seguridad social, aportes y contribuciones.
Aquí tenemos que hacer una salvedad importante. Fíjense que en el año 2020 calculamos que el sistema de seguridad social, en aportes y contribuciones, recaudará 5,5 por ciento del PIB. Si fuéramos para atrás, veríamos que este 5,5 fue 5,7 en el 2019 en términos del PIB y fue 6,3 en el 2008.
Es decir, estos dos impuestos, aportes y contribuciones de la seguridad social, venían sufriendo una pérdida muy importante de recaudación en términos del PIB desde el año 2018 a la fecha, producto fundamentalmente de las disposiciones derivadas de la reforma tributaria del año 2017.
Muchos de esos efectos fueron detenidos por la ley 27.541 de solidaridad. Entonces, como primera cuestión, yo diría que los efectos de esa ley detuvieron el deterioro que venían sufriendo aportes y contribuciones, en términos del PIB, como lo podemos apreciar aquí. Sin embargo, también, estos dos tributos dependen fuertemente de la actividad.
Entonces, si bien se ha detenido esta convergencia de alícuotas, se ha suspendido la nominalización de la detracción mensual por empleado que disponía la reforma tributaria del año 2017, la caída de actividad explica que la recuperación del impuesto sea parcial, en términos del PIB, comparada con el 2019. Como dije recién, su cálculo para el 2019 se cierra en 5,7 y en 5,5 para el año 2020.
Ahora bien, ¿qué pasa con el 2021? En el 2021 también tenemos distintas cuestiones. Estamos esperando que así como en el año 2020 la recuperación ha sido, de alguna manera, limitada por la actividad -me refiero a cantidad de empleo registrado y masa salarial-, pensamos que en el año 2021 parte de esta recuperación se dará producto del escenario macroeconómico que venimos manifestando. De modo tal que nos ha parecido prudente mantener la recaudación, en términos del PIB, por las razones que acabamos de explicitar.
Por último, vamos a los impuestos que tienen que ver con el comercio exterior: exportación, importación y tasa de estadística. Empezaré por los dos últimos.
Los derechos de importación y la tasa de estadística más o menos se mantienen en términos del PIB para el 2020 y 2021: 0,6 por ciento para la importación y 0,1 por ciento para la estadística. Son impuestos cuya recaudación está bastante correlacionada. Se mantiene constante respecto del año 2019 aunque no se muestra en este gráfico. Hay efectos que se compensan; hay efectos de cantidad y de precios y algunas alícuotas diferenciales. De modo tal que los derechos de importación y la tasa de estadística no merecen mucho más comentario.
Los derechos de exportación sí merecen algún comentario adicional. Como pueden apreciar, en el año 2020 calculamos una recaudación de derechos de exportación que asciende al 1,4 por ciento del PIB mientras que en el 2019 la recaudación fue del 1,8 por ciento. Esto me parece importante de explicitar porque para el año 2021 prevemos un crecimiento para este impuesto en términos del PIB.
¿Por qué en el año 2019 el crecimiento de los derechos de exportación fue del 1,8 por ciento? Básicamente, debemos recordar tres factores, algunos de los cuales ya hemos mencionado.
Por un lado, hubo un factor que jugó en contra de la recaudación del impuesto. Se trata de todas aquellas medidas que estuvieron vigentes en los años 2017, 2018 y 2019, las cuales imponían topes a los derechos. Recuerden que había derechos de exportación del 12 por ciento con un tope de tres o cuatro pesos, según si el producto era de origen agroindustrial, agropecuario o industrial. Naturalmente, esto tuvo un efecto desfavorable sobre la recaudación del tributo. Sin embargo, sobre todo en el año 2019, el tipo de cambio se devaluó un 72 por ciento.
También en ese año, el entonces Ministerio de Agroindustria dictó una medida que permitió la liquidación anticipada y el pago anticipado de ese impuesto en el último trimestre de 2019.
La combinación de estos dos factores -insisto, la devaluación y esta medida de anticipo de liquidación de importaciones-, además de compensar el efecto que mencioné en primer término -el tope de tres o cuatro pesos por dólar cuando la retención era del 12 por ciento-, hizo que la recaudación de los derechos de exportación tuviera una expresión muy fuerte en este año 2019.
En el año 2020 se recupera parte de eso pero no de manera completa porque, en consonancia con el escenario macroeconómico, la caída de volúmenes exportados es muy significativa.
Entonces, si bien se derogaron todas aquellas disposiciones que imponían topes y se adoptaron otras que subieron ciertas retenciones -por ejemplo, la ley de solidaridad subió la retención al complejo soja del 30 al 33 por ciento-, tales medidas fueron más que compensadas por la caída de volúmenes exportados. Es por ello que de ese 1,8 por ciento que hubo de recaudación de derechos de exportación en el 2019, se pasa a este 1,4 por ciento en el 2020. Todo esto, junto con las proyecciones contenidas en el escenario macro, nos permite llevar el cálculo de la recaudación de este tributo al 1,6 por ciento del PIB en el año 2021, fundamentalmente por volumen, tipo de cambio y mayor actividad.
De esta manera, si bien ha sido un poco tediosa la explicación de esta lámina, nos parecía importante compartir con ustedes en detalle los fundamentos de esta recuperación o recomposición robusta de la recaudación prevista para el 2021 respecto de la del 2020, lo que encuentra su explicación en el escenario macroeconómico.
Por eso, se trata de un presupuesto que en sus fundamentos tiene consistencia y, al mismo tiempo, por las razones que acabo de compartir con ustedes, también tiene prudencia.
En la lámina siguiente figura un resumen de lo que acabamos de manifestar. En este caso ya estamos hablando de la administración nacional. Recuerden que recién hacíamos las comparaciones para toda la recaudación, tanto la nacional como la que va a las provincias. El hecho de que sea administración nacional no cambia el sentido de lo que acabo de decir; simplemente es un universo más pequeño.
En la imagen que se exhibe en pantalla pueden ver que se prevén 6 billones de pesos de recaudación como ingresos totales para la administración nacional en el año 2021; se prevé un crecimiento del 44,3 por ciento de variación interanual para el 2021 respecto del 2020 y, un poquito más abajo, se efectúa una discriminación entre los ingresos corrientes y los de capital.
No seguiría más con este tema; lo dejaría a consideración de los señores diputados y las señoras diputadas y de las preguntas que formulen luego sobre los detalles.
Yendo al primero de los tres puntos mencionados, evidentemente el contexto macroeconómico, fiscal y social que enmarcaba a la política argentina el 10 de diciembre de 2019, cuando nos hicimos cargo del gobierno, tuvo que ver con un escenario que de alguna manera mostraba los efectos de los desequilibrios macroeconómicos vividos en el país durante largos meses: una recesión prolongada, la pérdida del poder adquisitivo de grandes sectores de la población, y el empeoramiento y la profundización de los índices de pobreza, indigencia y demás. La respuesta del gobierno nacional en ese momento fue la solidaridad. Consecuentemente, ley 27.541 -que veremos enseguida- impulsó una serie de medidas que, basadas en la solidaridad, trataron de atacar las causas de la situación con la que nos encontramos.
Luego, con la irrupción de la pandemia en marzo de este año, las acciones del gobierno o los principios rectores que guiaron su acción fueron los del pragmatismo. ¿Por qué? Básicamente porque era necesario enfrentar un conjunto de emergentes provocados por la pandemia, entre ellos, la emergencia sanitaria, el cese de actividades, la caída de los ingresos de las familias y, fundamentalmente, las disparidades regionales en los efectos de la pandemia.
Por eso, el proyecto de ley de presupuesto que hoy estamos tratando en esta comisión nos enfrenta a una nueva situación, esta nueva normalidad a la que el gobierno nacional pretende responder en este marco, como recién decía, de prudencia, pragmatismo y fundamentalmente de expansión del gasto público para cumplir con estas propuestas de mejora de la actividad económica y de cuidado de los sectores más vulnerables.
Las numerosas demandas que estaban muy presentes en diciembre de 2019 -la cobertura de necesidades básicas, la recomposición del poder adquisitivo y el impulso al crédito productivo- eran difíciles de satisfacer, dado un conjunto de restricciones importantes desde el punto de vista del financiamiento, tanto externo como interno, de la inestabilidad cambiaria y de un proceso inflacionario bien desatado.
Entonces, frente a este primer escenario, como recién decía, la respuesta básica del gobierno tuvo que ver con la solidaridad. Por un lado, la Ley de Solidaridad Social trató de suspender todos aquellos procesos y políticas que deterioraban la percepción de recursos del lado del Estado y que imposibilitaban la asignación de recursos destinados a cuidar a los sectores más vulnerados. Así, en el contexto de la ley 27.541 se produjo una serie de medidas que, en aras a la brevedad, los invito a repasar en la pantalla ya que ustedes las conocen bien porque naturalmente la votaron y la acompañaron.
Fundamentalmente -quiero llamar la atención, porque eso también tiene efectos sobre el 2021- hay una serie de medidas destinadas a fortalecer los recursos de la Administración Pública Nacional. Esto es muy importante porque es un pilar en el 2020 -y lo será en el 2021- en las finanzas públicas y la percepción de estos recursos y de su evolución.
Como vamos a analizar, será una posibilidad concreta que permitirá contar con el financiamiento razonable y prudente para las políticas públicas expansivas.
Una vez que empezamos a tener los principales o los primeros resultados de aquella ley de solidaridad y emergencia, la irrupción del COVID-19 de alguna manera vino a alterar o conmover esas prioridades de políticas.
Hay muchísimas maneras de caracterizar los efectos económicos nocivos de la crisis del COVID-19. Se nos ocurrió traer simplemente dos indicadores que muestran la profundidad de la crisis económica derivada de la pandemia.
El gráfico muestra las proyecciones de desempeño económico antes y después del COVID-19 para un conjunto de regiones del mundo, la fuente de la información es el Fondo Monetario Mundial -como los Estados Unidos-, la Eurozona y distintos países. Hemos comparado esos dos momentos. Naturalmente las barras en verde del gráfico muestran la situación previa del COVID, y las rosadas lo que ocurrió luego de la pandemia, mientras que lo que está marcado en círculos es lo que le pasó a la economía en un momento profundamente recesivo como fue el 2009.
Así pueden apreciar que, por ejemplo, para la Eurozona antes del COVID-19 había una previsión de crecimiento del 1,3 por ciento del PIB y eso se transformó en una caída del 10,2 por ciento por la pandemia que amplificó mucho más el problema del 2009 porque la caída había sido del 4,5 por ciento. El gráfico muestra el efecto nocivo de la crisis del COVID-19 en el campo de la economía a nivel mundial.
El recuadro de la derecha nos dice que el 90 por ciento de las economías ha ingresado en un proceso de recesión por la crisis actual, mientras que en 2009 lo hizo el 62 por ciento de las economías. Esta foto sirve para recordar y remarcar la profundidad de la crisis económica provocada por el COVID-19.
Nuestro primer paquete fiscal, tal como lo mencionaba el viceministro en la anterior alocución, tuvo que ver con medidas de asistencia y contención a la economía, a los sectores vulnerables y a todos los sectores que se perjudicaron o se vieron influenciados de manera negativa por los efectos de la pandemia.
La columna de la derecha muestra que nuestra administración llevó adelante un paquete fiscal de apoyo que podemos medir en 6,9 por ciento del PIB, casi 1,9 billones de pesos. Este paquete estuvo constituido por un conjunto de asignaciones de gasto orientado a las provincias que ahora veremos el detalle.
Otras medidas de dicho paquete son las políticas de alivio tributario para distintos sectores según el grado en que fueron afectados por su exposición a la crisis y luego de subsidios de tasa y de promociones y garantías para preservar el saber hacer, el tejido empresario y la actividad económica en general.
Reitero, es un paquete de casi 7 puntos del PIB que contempla medidas de política fiscal concretas -de recursos, de tributos y de subsidios- para paliar los efectos tan nocivos -como vimos en la filmina recién- del COVID-19. A estos efectos se suman los sanitarios y sociales.
En la próxima pantalla, y siguiendo esta caracterización de la crisis, nos muestra nuestro paquete de estímulo fiscal comparado con otros países relativo al gasto público y a la reducción de carga tributaria medida en términos del PIB, que numerosos países marcados en la filmina han tomado frente al episodio del COVID-19.
El recuadro de la derecha abajo indica que los países de bajos ingresos en promedio han financiado paquetes de estímulo del 1 por ciento del PIB. Ese porcentaje de estímulo fiscal ha ido creciendo hasta llegar a casi el 9 por ciento del PIB en los países avanzados.
La Argentina ha destinado un porcentaje moderado del PIB, pero que efectivamente ha tenido efectos muy importantes en términos de contención de la crisis sanitaria y económica.
Estas acciones se han articulado en varios ejes. El primero, es el de la salud. En la pantalla observamos las principales medidas que se tomaron y que se pudieron financiar en el marco del presupuesto prorrogado de 2019 y ampliado a través de la ley que sancionó el Congreso Nacional.
Tal como decía, el primero de los ejes -y como respuesta a la crisis del COVID-19- es la salud. Se han construido 12 hospitales modulares, se han incorporado más de 3.500 camas de cuidados intensivos que llevaron la participación en estas UTI -unidades de terapia intensiva públicas- del 28 al 42 por ciento, se han incorporado más de cuatro mil respiradores, se creó el Fondo Nacional de Equidad y se otorgó el bono extraordinario para trabajadoras y trabajadores de la salud, que fueron los que de alguna manera estuvieron en la primera línea de fuego en la contención de la pandemia.
Un segundo desafío tuvo que ver con la educación. Durante los períodos más críticos de ASPO y de DISPO se tomaron medidas que trataron de preservar el servicio de educación para toda la población, fundamentalmente para aquellos más vulnerables.
A través del programa Seguimos Educando se distribuyeron más de 10 mil recursos didácticos con contenidos audiovisuales de carácter educativo a través de las redes de comunicación pública en todas las provincias argentinas. Se confeccionaron 42 millones de cuadernillos educativos destinados a aquellos sectores de la población con dificultades para acceder a las conexiones de internet de modo tal que pudieran acceder a esos contenidos. También se hizo el relanzamiento del programa de inclusión digital Conectar Igualdad a través del Ministerio de Educación a efectos de asegurar conectividad de manera solidaria y equitativa en toda la población.
Por último, se dictó recientemente el decreto 620 por el que se declaró servicio público esencial a los servicios de telecomunicaciones nacionales.
Un tercer eje de respuesta a la emergencia derivada del COVID-19 es el económico. Esto lo vamos a clasificar o subdividir en tres: apoyo a las familias, apoyo a la producción y asistencia a las provincias argentinas con los criterios que desarrollaremos a continuación.
Evidentemente, no tenemos que reiterarlo para lograr el convencimiento, el ingreso familiar de emergencia ha sido uno de los programas de mayor alcance, envergadura y de ágil implementación que ha sido capaz de dar el Estado argentino en una situación de emergencia como la que estamos atravesando.
Hemos invertido más de 270 mil millones de pesos a través del presupuesto nacional para llegar a nueve millones de beneficiarios y de beneficiarias a los cuales hemos alcanzado progresivamente a través del sistema bancario. Eso ha tenido efectos sumamente positivos para mitigar los efectos de la crisis.
Ya sea que lo miremos como el número de personas que estimamos que no cayeron en la pobreza o que lo hagamos con una perspectiva de género, vemos que el 56 por ciento de los beneficiarios o de las beneficiarias de este IFE han sido mujeres, que el 61 por ciento han sido jóvenes menores de 35 años y que más del 90 por ciento de los hogares del decil 1 de la población fue alcanzado o beneficiado por este programa que, realmente, tuvo mucho alcance y fue sumamente efectivo.
De todos modos, si bien fue la política más importante, no ha sido la única. A la derecha de la filmina pueden observar otras: suspensión de las cuotas de los préstamos de la ANSES a jubilados y pensionados; refuerzos de entre 4 y 6 mil pesos en la Tarjeta Alimentaria en el mes de abril; refuerzos en la Asignación Universal por Hijo y en la Asignación Universal por Embarazo; bonos a jubilados y pensionados; bonos a los colectivos de Hacemos Futuro.
Es decir, se tomaron un conjunto de acciones para preservar el poder de compra y paliar los efectos económicos del COVID sobre las familias argentinas.
Esta filmina también es bien interesante. Fíjense que, si calculan a la población por deciles, los cinco primeros concentran casi el 70 por ciento de la asistencia a través de las políticas, acciones y medidas que acabamos de enunciar. Realmente, hubo un esfuerzo concreto de solidaridad y se trató de preservar -como bien manifiesta el ministro Guzmán- el saber hacer de la economía en la educación y el cuidado de las familias.
Dijimos que el segundo subeje de este desafío, de este tercer desafío que acometió el gobierno nacional una vez desatada la pandemia, fue la producción. Y creo que vale la pena detenerse en este programa de Asistencia al Trabajo y a la Producción -ATP-.
Este programa está constituido por tres lineamientos que se implementan de manera simultánea.
En primer lugar, un salario complementario; es decir, una ayuda concreta a las empresas de la Argentina para que puedan sufragar el salario de sus trabajadores. La inversión ha sido de 270.000 millones de pesos y se ha dado asistencia a casi seis de cada diez empresas de la Argentina. Pueden ver en la filmina la cantidad de trabajadoras y trabajadores que, gracias a este programa, no vieron tan deteriorado su salario. También se direccionó ayuda al universo de las pymes, que representaron el 99,5 por ciento de las firmas aprobadas.
En segundo lugar, el capítulo de contribuciones patronales. Se dispuso una postergación o reducción del 95 por ciento de la carga tributaria para este universo de empresas, lo que demandó una inversión -la tienen allí consignada- de casi 23.000 millones de pesos.
En tercer lugar, los créditos asignados a quienes demostraron ser cuentapropistas y monotributistas, según la categorización de la AFIP. Esto incluyó también recientemente un refuerzo para el sector Cultura, fuertemente castigado por los efectos de la pandemia.
Una forma que creemos objetiva para calcular el efecto de estas medidas es que, en nuestro país, si lo comparamos con otros -como vemos en este gráfico-, el empleo asalariado registrado ha caído en menor proporción.
Como ustedes bien saben, los valores son desestacionalizados; mientras Chile o Brasil -para mencionar a los más próximos- han enfrentado caídas del 12,2 por ciento o del 7,5 por ciento en este concepto, si bien la caída en los empleos asalariados registrados en nuestro país es importante, es mucho menor en términos relativos. Por eso creemos que los efectos tanto del IFE como del ATP han servido para preservar la tranquilidad, la capacidad de compra de las familias, pero también el saber hacer y todo el entramado y el tejido productivo de la Argentina durante la pandemia.
El tercer subeje de este desafío económico -después del de la salud y el de la educación, que nombramos antes- tiene que ver con la asistencia del Estado nacional a las provincias argentinas. Realmente, este esfuerzo también ha sido muy importante y cuantioso para el Estado nacional. Es, de cualquier manera, una asistencia imprescindible porque, efectivamente, si bien hay heterogeneidades regionales, la pandemia ha golpeado mucho a nuestras economías regionales.
En la siguiente filmina pueden observar un cálculo que hicimos y que corresponde al periodo enero-septiembre 2020. La pérdida de recursos de origen nacional sufrida por las provincias argentinas se sitúa en unos 200.000 millones de pesos -es la primera barra que ustedes ven a la izquierda-.
Las otras barras tratan de consignar el concepto y los montos de esas asistencias del Estado -fueron articuladas en distintos programas y distribuidas con un criterio federal y solidario-, cuya finalidad ha sido paliar la caída de recaudación en todas las provincias argentinas.
En esta filmina podemos ver que se han distribuido a las provincias 51.618 millones a través del Fondo de Asistencia al Tesoro Nacional, que se nutre del impuesto a las ganancias. A través del Fondo Fiduciario de Desarrollo Provincial se otorgaron 47.850 millones de pesos; se destinaron 67.000 millones de pesos a distintos convenios suscritos con diferentes provincias durante el año. La suma de estos tres conceptos da un total de 166.510 millones de pesos en transferencias.
En lo que resta del año, quedan aún por distribuir unos 20.000 millones de pesos de Aportes del Tesoro Nacional. Recuerden que se estableció un programa de asistencia a las provincias por el que se fijó una contribución de 120.000 millones de pesos de la Nación -entre ATN y Fondo Fiduciario de Desarrollo Provincial-. Restarían distribuir 20.000 millones de pesos de aportes del Tesoro Nacional y unos 12.100 millones de pesos de nuevos préstamos a través del Fondo Fiduciario de Desarrollo Provincial.
En lo que a provincias respecta, siguiendo este cálculo -que más que un cálculo es una realidad de caída de recursos-, vemos que, desde el Tesoro Nacional, se ha logrado compensar de manera casi total esta caída de recaudación sufrida por las provincias.
Para cerrar el capítulo de provincias, en esta filmina pueden ver este cálculo que hemos hecho para el periodo 2015-2021. En las barras blancas pueden observar el déficit primario provincial y en la línea azul el déficit financiero, es decir, el resultado primario más los intereses. Fíjense que tanto para 2020 como para 2021 podemos encontrar ligeros superávits primarios para el consolidado de provincias; ambas son proyecciones elaboradas por la Secretaría de Hacienda sobre la base de información brindada por las provincias en el marco de la Ley de Responsabilidad Fiscal.
Esto para nosotros es muy importante. Es una preocupación para el gobierno nacional equilibrar las finanzas provinciales y colaborar con todas y cada una de las provincias para que encuentren el sendero de la sostenibilidad fiscal.
Los desafíos de la situación económica heredada, tensionados y agravados por la irrupción del Covid, han impuesto sobre el Ministerio de Economía -y sobre todo el gobierno nacional-, la necesidad de llevar adelante una gestión fiscal prudente y pragmática. Y digo "pragmática" porque sobre todo la pandemia -pero no solamente la pandemia- impone enormes desafíos a las políticas fiscal, monetaria y cambiaria. Y prudente también porque es una meta de nuestra administración encontrar el camino de sostenibilidad fiscal con todas las consecuencias y aristas que esta expresión tiene.
Entonces, la administración de la emergencia ha estado dominada, teñida por estos dos grandes lineamientos: la prudencia y el pragmatismo. Allí nos interesa compartir con ustedes dos o tres situaciones cuya consolidación también condiciona, en el buen sentido, la formulación y la ejecución seguramente del presupuesto 2021.
Este gráfico es bien interesante y vamos a describirlo un poco. Las barras grises muestran el déficit primario -y luego vamos mostrando el déficit primario acumulado en la parte más oscura-, la línea azul representa el gasto primario, siempre acumulado, y la línea verde nos muestra los ingresos totales.
Fíjense que la parte más profunda, en términos de su efecto sobre las finanzas públicas de la crisis, la podemos situar en el mes de mayo. En ese momento, la distancia entre los recursos y los gastos fue la más amplia. Fue el corazón de la crisis cuyos efectos estamos conociendo ahora con todos estos índices que se difunden a través de los organismos oficiales.
A partir de allí, comenzamos. Vamos sobre la línea verde en una suave pero persistente recuperación de los ingresos totales para situar ese crecimiento en un 22 por ciento en el pasado mes de agosto y, por otro lado, en una especie de suavización de la curva de gastos conforme se pudieron, en el marco del pragmatismo que mencionaba recién, asignar prioritariamente recursos a aquellas políticas más críticas en términos de Covid y de preservación de equilibrios sociales y económicos en tanto que se pudieron, de alguna manera, diferir algunas otras que no resultaban prioritarias.
Digo eso simplemente para explicar que el gobierno nacional está totalmente comprometido en recorrer, aun en este difícil momento, este camino de sostenibilidad fiscal, como este gráfico lo demuestra.
Las barras siguientes también pueden mostrar esta misma vocación de prudencia en la administración fiscal, monetaria y cambiaria.
¿Qué nos muestra este cuadro? También es bien interesante. Fíjense el primer bimestre. Las barras verdes nos muestran los ingresos. Las azules son los gastos primarios del sector público nacional -los porcentajes en la variación interanual-. Las barras plenas son los gastos con Covid. Las barras que están punteadas son sin Covid.
Ahora vamos a explicar, para que se comprenda lo que muestro. En el primer bimestre de este año es observable que el crecimiento interanual de los recursos fue del 39 por ciento; el de los gastos fue del 51 por ciento, y la diferencia, naturalmente, el déficit. En el período marzo-junio, ¿qué nos pasó? Se desplomaron los recursos. El crecimiento interanual fue de 13 por y se dispararon los gastos, producto de estas políticas que acabamos de describir, al 83 por ciento.
Si nosotros corrigiéramos ingresos y gastos por el Covid, es decir, si retiráramos de allí los efectos negativos del Covid, el crecimiento de los recursos hubiese sido del 30 por ciento y el de los gastos el 39.
¿Qué queremos mostrar aquí? La profundización del déficit fiscal durante el año 2020 obedece plenamente a la atención de la pandemia. Fíjense que si nosotros hacemos el mismo ejercicio para el período julio-agosto obtenemos un resultado que es aún promisorio. El crecimiento de los recursos, sin considerar el efecto Covid ni en recursos ni en gastos, hubiese sido superior al gasto. Simplemente son tendencias.
Lo que estamos queriendo mostrar es la vocación, como decía recién, del gobierno nacional de administrar el frente fiscal con el mayor pragmatismo posible, pero también con la mayor prudencia fiscal.
Naturalmente uno de los mayores desafíos desde el punto de vista de la consistencia fiscal, monetaria y cambiaria ha sido, como bien ustedes saben, señor presidente, señores diputados y diputadas, el financiamiento del déficit, máxime que nuestra situación previa -quiero decir la del 10 de diciembre 2019- era no favorable y de mucha complejidad desde el punto de vista del acceso a los mercados internacionales -por supuesto en dólares-, pero también en el mercado de títulos en pesos, que había sido reperfilado y al momento en que se declaró la pandemia realmente había una imposibilidad de recurrir activamente al mercado de deuda.
Por eso nuestro país hizo algo diferente de lo que hizo la mayor parte del mundo. Este cuadro muestra cómo se incrementó -esto lo muestra el eje vertical- la deuda como porcentaje del producto bruto interno para financiar el déficit financiero que se muestra en el eje horizontal.
Entonces, fíjense que todos los países, de acuerdo al tamaño de su déficit -que tiene que ver con esta caracterización que hicimos antes, según si son países desarrollados, emergentes o menos-, cómo han incrementado el porcentaje de su endeudamiento en términos del producto bruto interno para financiar estos paquetes de estímulo.
La Argentina pudo hacer esto de una manera muy limitada por las razones preexistentes a la declaración del Covid y eso lo muestra la próxima filmina, y seguramente esto también lo explicarán de una manera más detallada el próximo orador que haga uso de la palabra, es decir, el secretario de Finanzas.
Hubo dos estrategias importantes para complementar el financiamiento vía la emisión monetaria, que ustedes conocen, a la que hemos tenido que recurrir durante el año 2020, es decir, la transferencia de utilidades y adelantos transitorios del Banco Central al Tesoro Nacional.
Complementariamente a esas transferencias del Banco Central, el gobierno nacional llevó adelante dos políticas muy claras. La que está a la izquierda trata de mostrar la profundización del mercado de títulos en pesos a lo largo de estos meses, lo cual ha permitido crecientemente hacer colocaciones que no solamente permiten renovar los vencimientos de deuda sino que también permiten conseguir financiamiento adicional complementario en el mercado en pesos.
La curva ha ido mejorando desde la primera posición -la que está en líneas punteadas rosadas, que es la del 30 de mayo- a la última -que es la del 31 de Julio que es la celeste completa-. Esto significa que se han podido ir alineando los rendimientos a la duración de los instrumentos, de modo tal que se ha perfilado de una manera más clara ese mercado de deuda en pesos al cual el Tesoro puede recurrir para no solamente refinanciar sus obligaciones de deuda en pesos sino para conseguir un financiamiento complementario y hacerlo de una manera que permita también la canalización del ahorro nacional hacia el financiamiento del déficit fiscal. Esto es importante porque esto va a ser clave como política para el financiamiento del déficit en el año 2021.
A la derecha tenemos el perfil de cómo mejoraron nuestros vencimientos de deuda en moneda extranjera luego del canje. En la diapositiva aparecen graficados con las barras oscuras los perfiles de vencimientos desde 2020 hasta 2030. En las barras más claras, las que figuran de color celeste, se representa el perfil de vencimientos poscanje. Esto no solamente revela el alivio sobre las cuentas fiscales, sino que también -tal como lo representa el gráfico de la derecha- permite identificar el ahorro de 37.700 millones de dólares luego del canje.
Entonces, estas dos políticas -la que tiene que ver con el fortalecimiento del mercado de deuda en pesos y, naturalmente, el canje de deuda- son las claves que encaró el gobierno nacional como paliativos para lograr financiamiento en moneda local y mejorar el perfil de vencimientos, aliviando así la carga de intereses sobre el Tesoro nacional.
Para concluir con esta caracterización, mostraré las necesidades de financiamiento y detallaré cómo tenemos que leer el cuadro que aparece en la diapositiva, que representa lo ocurrido desde enero hasta agosto.
La diapositiva que estamos observando muestra una la línea punteada que marca las necesidades de financiamiento del Tesoro. Por ejemplo, en marzo, el Tesoro necesitó recibir 173.000 millones de pesos después de su recaudación, como financiamiento complementario, para financiar sus gastos primarios. En aquel momento -me sigo situando en marzo-, no nos alcanzaban las operaciones en la deuda en pesos para financiarla. Es decir que debimos conseguir un financiamiento adicional para financiar el déficit primario y parte de los servicios de deuda en pesos, que no estábamos en condiciones de financiar porque el mercado no nos acompañaba.
Si analizamos esa situación, por ejemplo, en julio de 2020, el Tesoro tuvo una necesidad de financiamiento de 259.000 millones de pesos mensuales. Ese monto lo aportaron los giros del Banco Central -bajo la forma de utilidades y adelantos transitorios- por 220.000 millones de pesos y 39.000 millones de pesos de endeudamiento genuino en el mercado local.
En agosto esa tendencia fue todavía mayor, porque las necesidades de financiamiento fueron de 121.000 millones de pesos. Cabe precisar que solamente 40.000 millones de pesos provinieron del Banco Central y 81.000 millones de pesos del mercado en pesos.
Quiere decir que esta tendencia, sobre la cual el gobierno nacional viene trabajando, se ha venido consolidando y profundizando. Esto es lo que ha permitido atenuar las necesidades que el Tesoro le plantea al Banco Central para el financiamiento de su déficit primario.
Hasta aquí tenemos la caracterización de una situación que percibimos e identificamos al comenzar la formulación del proyecto de ley de Presupuesto General de la Administración Nacional para el ejercicio fiscal 2021. Por un lado, se siguen planteando las demandas -de corto y mediano plazo- en lo económico, en lo social, en lo educativo. Por otro lado, se plantea la necesidad de compatibilizar esas demandas con restricciones de todo tipo, preexistentes al COVID-19 y las generadas por el virus.
En ese sentido y en este contexto, el proyecto de ley de presupuesto que hemos sometido a consideración del Honorable Congreso busca ser una respuesta prudente, pragmática e integral a esta coyuntura tan compleja de demandas de corto y de mediano plazo, y de restricciones muy concretas y complejas de sortear.
Por ello, en el mensaje que acompaña el proyecto de ley manifestamos que esta iniciativa trata de dar un marco de consistencia macroeconómica. El viceministro se explayó largamente y comentó de manera detallada cómo se elaboró el escenario macroeconómico.
A continuación, veremos cómo el proyecto de ley de presupuesto, a partir de ese escenario macroeconómico, deriva la recaudación y los servicios de la deuda, y busca todo el tiempo la consistencia de lo que aquí se propone en términos de gastos, de recursos y de financiamiento. Se busca hacerlo compatible con ese escenario macro, para contribuir de manera prudente y eficaz en la elaboración y construcción de un contexto macroeconómicamente consistente.
Señor presidente: nos parece que esto nos permite enviar un mensaje a la economía, que haga entender que el presupuesto busca su reactivación -a través de un gasto que crece en términos reales respecto de 2020- y, al mismo tiempo, el cuidado de los sectores más vulnerables.
Por otro lado, como dije más temprano, este es un presupuesto que busca la mayor expansión posible del gasto y, a la vez, que sea financiable. Se trata de un gasto orientado a las prioridades de gestión, a estas múltiples demandas -previas al COVID-19 y las propias de la pandemia-, con posibilidades concretas de que sean financiadas en este marco de consistencia macroeconómica global.
En ese contexto, nos adentraremos un poco más en el proyecto de ley de presupuesto e iremos sobre estas grandes definiciones que tiene la iniciativa desde el punto de vista de los gastos. Luego, repasaremos el esquema del cálculo de recursos, a fin de dejar espacio al secretario de Finanzas, quien comentará los aspectos vinculados con el financiamiento del déficit financiero que surge de este proyecto de ley de presupuesto.
Las definiciones sobre las que está elaborada la iniciativa tienen que ver con partir de supuestos realistas y prudentes, tal como venimos consignando. Todas las políticas públicas que se proponen financiar aquí tienen un financiamiento genuino o asequible. Es decir, un financiamiento que es posible para el Tesoro nacional y que -en este marco macroeconómico- no debería profundizar ni generar nuevos desequilibrios en la economía.
La segunda definición se vincula con el déficit primario, tal como lo manifestó el señor ministro de Economía en su presentación y se ha hecho público en los medios. El presente proyecto de ley de presupuesto propone un déficit primario de 4,5 por ciento del PIB. Este déficit, naturalmente, reduce el que estamos proyectando para 2020, por la natural influencia e impacto del COVID-19.
Consideramos que este déficit primario es el que permite financiar políticas públicas que alienten el crecimiento de la economía y la inclusión social activa, con el cuidado de la educación y de la salud, tal como dijimos anteriormente. Se trata de un nivel de déficit primario compatible con las múltiples restricciones que enfrenta la economía en el plano fiscal, monetario y cambiario, que vienen desde antes del COVID-19 y otras que se han profundizado después.
Luego discutiremos en detalle una característica importante de esta cuestión. En el marco de este escenario macroeconómico, y por la propia dinámica de la economía, prevemos que en 2021 los recursos fiscales se recompondrán de manera ostensible, porque la recuperación económica contribuye de una manera significativa con la recaudación impositiva.
Por otro lado, el reordenamiento tributario propuesto por la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva da impulso a la recaudación impositiva.
Estamos confiados en que el Tesoro y las provincias van a poder recibir estos recursos porque nuevamente están calculados sobre un escenario prudente y realista.
Como también dije, otra de las definiciones es que queremos un Estado activo, que realmente contribuya de manera significativa al crecimiento de la economía y a la reactivación regional, que permita las políticas de inclusión y todas las vinculadas con la promoción de la ciencia, la tecnología, la salud y la educación. Entonces, el nivel de gasto es compatible con esa agenda de política económica.
Esta agenda de política económica se ordena en seis pilares, que desarrollaremos en las próximas filminas. Me parece importante llamar su atención sobre esta parte de la presentación.
Las filminas que mostraremos a continuación se refieren a lo que tradicionalmente en el presupuesto llamamos gasto por finalidad. Como saben, el gasto primario -o más bien el gasto total- se agrupa en cinco finalidades: Administración Gubernamental, Defensa y Seguridad, Servicio Social, Servicios Económicos e Intereses de la Deuda Pública.
Este proyecto de ley de presupuesto contempla básicamente seis pilares que veremos a continuación, y propone que dos de estas finalidades -Administración Gubernamental y Defensa y Seguridad- mantengan su participación o crezcan levemente en términos del PBI.
La iniciativa también propone que otras dos finalidades -Servicios Sociales y Servicios Económicos- crezcan de manera significativa, precisamente para permitir el financiamiento de las políticas públicas que atienden estas dos grandes preocupaciones de la política presupuestaria. Tanto los Servicios Sociales -educación, trabajo, salud, vivienda y urbanismo- como los Servicios Económicos tienen que ver con la promoción de la actividad económica y la generación de capital en la economía.
El crecimiento de las finalidades de Servicios Sociales y Servicios Económicos se ve financiado por un decrecimiento significativo de la quinta finalidad: Intereses de la Deuda Pública.
Entonces, esto se ha presentado de una manera un poco más amigable en relación con los habituales cuadros de finalidad y función -aunque dichos cuadros, naturalmente, presentan todo el detalle que prevé la normativa vigente-, y se ha acompañado en el proyecto de ley de presupuesto.
A continuación vamos a repasar los principales ejes o pilares referidos fundamentalmente a las finalidades y funciones del gasto público. Este proyecto de ley identifica tres ejes, lo que va en línea con lo que vinimos discutiendo y compartiendo esta tarde.
El primer eje tiene que ver con el dinamismo productivo y la infraestructura. Me refiero con esto a todas aquellas asignaciones que se priorizaron en el campo de los servicios económicos y a todo lo vinculado con la promoción, el cuidado de la actividad económica y productiva, la generación de capital, la preservación del "saber hacer", y el gasto de capital. Es decir, toda la inversión pública en caminos, líneas de alta tensión y represas que permitan mejorar la infraestructura para, precisamente, potenciar la capacidad económica regional y federal.
El segundo eje tiene más que ver con lo que habitualmente conocemos como servicios sociales. Es decir, todas aquellas políticas y programas que buscan paliar los efectos del COVID-19 y las distintas situaciones de desigualdad en la población, de modo tal de facilitar su acceso a la educación, a la salud y a la conectividad. Esto básicamente se relaciona con los ejes de bienestar: Inclusión Social Activa y Género y Diversidad.
Por último, en cuanto a Seguridad y Justicia, hay también asignaciones concretas que tienen que ver con mejoramientos salariales para las fuerzas armadas y de seguridad. En este sentido, se ha aprobado recientemente la ley que crea el Fondo de Defensa Nacional, que también encuentra su financiamiento en este proyecto de ley. De modo tal que, a partir de estos tres ejes, derivamos estos seis pilares del presupuesto. Cabe reiterar que el señor ministro de Economía ya se refirió a ellos en su presentación que hizo la semana pasada.
Los dos primeros pilares -Infraestructura Productiva y Vivienda, e Innovación y Desarrollo- a mi juicio tienen que ver más bien con la finalidad Servicios Económicos. A su vez, los pilares de Educación y Conectividad, Salud Pública e Inclusión Social Activa, además de esta novedad en cuanto a su tratamiento, difusión y financiamiento en el presupuesto -que son las políticas que protegen las diferencias de género y diversidad-, se vinculan con el campo de los servicios económicos.
En las próximas láminas verán cuáles son los programas o políticas más importantes para cada uno de estos pilares, cuyo financiamiento se propone en este proyecto de ley de presupuesto y que seguramente será objeto de discusión y de intercambio de inquietudes.
El proyecto de ley de presupuesto bajo análisis hace una apuesta muy fuerte a la inversión pública. Creemos de manera clara y decidida en el efecto dinamizador de la obra pública en sus diversas variantes sobre las economías regionales y sobre la economía nacional en general, ya sean obras realizadas por el Estado nacional, las provincias o los municipios. Es por ello que las asignaciones han sido prioritarias en este pilar.
Si observamos la siguiente lámina -insisto en que esto ya se los ha mostrado el señor ministro de Economía, no obstante lo cual nos parece importante repetirlo-, vemos que tenemos una serie histórica que muestra el gasto de capital de la administración nacional en porcentaje del PBI desde 2015 hasta 2021.
Cabe aclarar que para 2020 el gráfico presenta una porción punteada que corresponde al gasto de capital que tuvo que ver con la emergencia por el COVID-19. Nos ha parecido importante -como hicimos en algunas láminas previas- segmentar en 2020 aquellos recursos y gastos que se vinculan con la emergencia del COVID-19, a los efectos de hacer una comparación más armónica con el resto de la serie histórica.
Si observan la imagen, verán que para 2021 estamos proponiendo un 2,2 por ciento del PBI como inversión en gasto de capital que, por ejemplo, duplica la inversión en gasto de capital del año 2019.
Esto es muy importante ya que, como pueden ver a continuación, se expresa en programas emblemáticos. Más de 103.000 millones de pesos irán a obras de Vialidad, las que serán ejecutadas casi en su totalidad por la Dirección Nacional de Vialidad. En la lámina se pueden observar la Red Nacional Troncal de caminos federales -esto ha sido conversado con distintas autoridades subnacionales-, la Autopista Camino del Buen Ayre y distintas rutas. Esto lo digo simplemente a modo de ejemplo, como para que tengan en consideración este monto de más de 100.000 millones de pesos destinados a obras viales.
En segundo término, tenemos todas aquellas obras que tienen que ver con el agua potable y el alcantarillado, mayormente llevadas adelante por la empresa Aysa. Advertirán que se destinan 75.000 millones de pesos a la Cuenca Matanza Riachuelo, a distintas obras en el AMBA y el conurbano, y también a la mejora de estaciones elevadoras, algunas de las cuales tienen muchísimos años de antigüedad y presentan un deterioro muy importante.
En tercer lugar, se prevén obras para el ferrocarril a través de un programa de casi 70.000 millones de pesos que, naturalmente, estarán a cargo del Ministerio de Transporte. Dicho programa contempla la renovación de la infraestructura ferroviaria en distintas líneas, mejoras en las estaciones y en el señalamiento y diversas obras vinculadas precisamente con la provisión de un servicio más eficiente y efectivo a la ciudadanía.
Por otra parte, para el programa Procrear se prevé una partida de 63.500 millones de pesos, que no solamente se destinarán a créditos para la construcción de nuevas viviendas, sino también a refacciones y remodelaciones. Tenemos una gran esperanza cifrada en este programa. Creemos en su alcance federal y en su capacidad dinamizadora, tanto de las pequeñas como de las grandes economías nacionales. De manera que aquí también hay una apuesta muy importante.
Asimismo, se prevén nuevas obras de energía o continuación de obras existentes por 42.000 millones de pesos, como el gasoducto NEA, que naturalmente no se concluye en el año 2021 pero que tiene previsto un importante tramo. También hay obras nucleares, a través de la autoridad regulatoria nuclear y la CONAE, como el reactor nuclear y la central nuclear CAREM. Es decir, algunas obras son preexistentes y otras son nuevas, pero también las obras de energía tienen un financiamiento importante.
El ENOHSA también tiene previsto un incremento importante en su presupuesto, que asciende a 29.000 millones de pesos, para el financiamiento del Plan Nacional de Agua Potable y Saneamiento, para el Acueducto del Norte, para una Planta Depuradora en Córdoba y para el Sistema de Recolección y Tratamiento de Efluentes de Mendoza, entre las más importantes.
Asimismo, el Plan Argentina Hace tiene un presupuesto de 20.300 millones de pesos, y también hay planes para viviendas sociales y obras para buses, como pueden ver en la presentación.
Es decir, hay un enfoque muy claro en inversión pública y gasto de capital para reactivar la economía nacional y regional en estos principales aspectos, más todos los otros que están detallados -como bien sabe el señor presidente- al mínimo nivel en el proyecto que hemos remitido a consideración.
Luego, tenemos un segundo pilar que tiene que ver con la innovación y el desarrollo. Es una apuesta muy clara de nuestro gobierno apoyar el desarrollo del aparato científico y estimular la vinculación de la innovación científica con el mundo productivo. Eso tiene que ver con recomponer niveles salariales en los escalafones pertinentes, con financiar obras de infraestructura y con financiar el acceso a bibliografía especializada.
Es decir, la multiplicidad de acciones que han propuesto las distintas jurisdicciones que tienen que ver con esta función va a hacer que, de prosperar este proyecto de ley, las asignaciones que tenemos previstas trepen del 0,2 del PBI en 2019 al 0,5 del PBI en 2021.
Este también es un esfuerzo muy claro y decidido, y está focalizado jurisdiccionalmente dentro del presupuesto, como lo menciona la lámina, en el Ministerio de Desarrollo Productivo y en el de Ciencia, Tecnología e Innovación.
A continuación, podemos ver los principales programas y actividades que tienen que ver con potenciar la innovación y el desarrollo como políticas públicas activas llevadas adelante por el gobierno nacional.
En primer lugar, tenemos el financiamiento de la producción. En el año 2021 continuará la potenciación de la recuperación de la actividad económica a través del FOGAR Y del FONDEP con distintas formas de colaboración, con el desarrollo de la actividad económica privada, garantías, subsidios de tasas y distintas maneras de financiar la actividad. Son casi 100.000 millones de pesos que se estarían destinando, de prosperar el presente proyecto, a esta actividad.
También se da un fuerte impulso de 27.300 millones de pesos para la promoción de los recursos humanos en nuestros escalafones científicos, los del CONICET y otros. Esto tiene que ver con mejorar el ingreso, es decir, la cantidad de científicos que pueden ingresar a la carrera del investigador, y también con ampliar la cantidad de becas doctorales y posdoctorales que se puedan financiar. En ese sentido, se prevén casi 1.600 becas adicionales para 2021 respecto de 2020. Y, como decía también, la provisión, renovación y ampliación de toda la infraestructura científica para, precisamente, proveer un marco de desarrollo de actividades de innovación y de su aplicación y su vínculo con el mundo económico.
Luego, tenemos 7.200 millones de pesos para el desarrollo de proveedores y de parques industriales. Algo mencionamos recién sobre los 7.000 millones de pesos destinados a distintas actividades vinculadas con el apoyo para el diseño y construcción de satélites. Hay distintos proyectos que están en la CONAE y en otros organismos que colaboran con la CONAE y también para el equipamiento y adquisición de productos relacionados con el lanzamiento, la operación y el mantenimiento de satélites.
Las pymes han sido objeto de numerosas políticas, como dijimos recién. Algunas de ellas, durante la emergencia de 2020 provocada por el COVID-19, han tenido que ver con preservar hasta donde fuera posible sus niveles de ingresos.
En las medidas que se plantean aquí se propone destinar 4.700 millones de pesos para fomentar la competitividad de esas empresas y mejorar sus perfiles comerciales y exportadores mediante la incorporación de tecnología, de asistencia técnica y de acompañamiento en la inserción a mercados externos.
Por último, se propone destinar 3.500 millones de pesos para acciones vinculadas con el desarrollo tecnológico, básicamente promoción a través de subsidios de tasas de interés cuando se trate de actividades intensivas en investigación y desarrollo, como lo consignamos allí.
El tercer pilar tiene que ver con la salud pública. Naturalmente, el gráfico no puede más que mostrar la realidad. Por ello, vemos cómo el año 2020 muestra en la función Salud un crecimiento muy importante en términos del PBI, por razones obvias. Pero si comparamos con el año 2019 y con toda la serie, vemos cómo el año 2021 propone también para ese pilar una asignación que crece de manera ostensible en términos del PIB: 0,53 versus el 0,33 de 2019.
En estas asignaciones propuestas para el año 2021 incluimos, Dios mediante, la adquisición de las vacunas COVID-19, que ojalá estén disponibles. Si así fuera, el Estado nacional va a estar en condiciones de adquirirlas y ponerlas a disposición.
También tenemos una cantidad interesante de programas que contribuyen a consolidar el fortalecimiento de la salud pública, fundamentalmente en la pospandemia. Siempre de mayor a menor, tenemos unos 46.300 millones de pesos que se propone destinar a la adquisición de vacunas e insumos, básicamente para asegurar el acceso de la población al calendario nacional de vacunación y, como decimos, incluimos 13.698 millones de pesos para la compra de 22,4 millones de dosis de vacuna contra el COVID-19. Como decíamos, ojalá que esté disponible cuanto antes.
Por su parte, se propone una asignación para hospitales de 31.000 millones de pesos. Aquí tenemos distintas cuestiones. Hay transferencias que la Nación hace a hospitales SAMIC y también a hospitales nacionales, como el Posadas, el Sommer y otros que tienen distintas especialidades. Es decir que hay un compromiso concreto de sostener el financiamiento a los hospitales SAMIC y a los hospitales nacionales desde el presupuesto nacional.
El programa SUMAR también recibe una asignación prioritaria de 13.000 millones de pesos. Este programa tiene que ver con los seguros públicos de salud y también tiene una inserción regional importante porque vincula pagos por capacitación con determinados resultados que obtienen las administraciones provinciales de salud. Es un programa bien interesante.
También lo es el Remediar, que es la cobertura universal de salud y que va a recibir 9.200 millones de pesos.
Esto va a permitir la distribución de 41 millones de tratamientos, es decir, bastante más que en 2019: el doble. Va a permitir la asistencia a distintas enfermedades para las que se requieren medicamentos especiales, de alto precio o de difícil acceso.
Para los programas que tienen que ver con la salud perinatal y la niñez se van a destinar 7.200 millones. Esto se concretará mediante la entrega de leche fortificada a las madres de estos niños y acciones de perinatología y de cuidados de salud de manera integral, tanto para las madres como para sus niños y niñas recién nacidos.
Luego tenemos otras asignaciones, algunas de las cuales tienen que ver con la cobertura de enfermedades sociales como el VIH, entre otras. Tenemos, por ejemplo, el Programa Redes, que es muy interesante y está recibiendo un financiamiento importante con respecto a años anteriores: 5.300 millones de pesos. Este dinero va a permitir consolidar esta red integrada e integral de servicio de salud para, precisamente, dotar de cobertura -y, pienso yo, de igualdad de atención- a pacientes COVID-19, a pacientes crónicos y a poblaciones vulnerables en el campo materno-infantil.
Para patologías específicas, como por ejemplo la fibrosis quística, se distribuirán 4.000 millones de pesos, así como para la promoción de la salud mental y bucodental. Se ha encontrado espacio para estas enfermedades o patologías tan específicas que han sido desatendidas en anteriores presupuestos.
Por último, está el Programa Proteger, con 4.400 millones de pesos para la protección de grupos que están afectados por factores de riesgo a enfermedades frecuentes no transmisibles. También existen programas focalizados en salud pública que tienen que ver con la mejora y la atención de, fundamentalmente, los sectores más vulnerables de la sociedad.
Con respecto al cuarto pilar, que es la educación y la conectividad, déjenme decirles que hay una apuesta muy importante de nuestro gobierno para recuperar el sendero de la ley de financiamiento educativo. Ustedes recordarán que la ley de financiamiento educativo prevé la inversión de un 6 por ciento del PIB entre la nación y las provincias para el financiamiento de la educación, la educación técnica y la ciencia y tecnología. Si vemos la evolución interanual, este pilar ha sufrido un deterioro. Este 1,6 por ciento del PIB como inversión del gobierno nacional es lo que en conjunto con la inversión de las provincias conformaba el 6 por ciento del PIB que marca la ley. Es decir que el 1,6 por ciento es la porción de la nación, y ustedes saben que gran parte de la gestión educativa está provincializada. Entonces, reitero, el 1,6 por ciento es la porción de la nación en esa torta del 6 por ciento que pide la ley.
La asignación fue sufriendo los deterioros que ustedes ven allí en términos del PIB. En el año 2019 esa asignación fue del 1,1 por ciento del PIB. Proponemos que en el año 2021, si bien la asignación no alcanza todavía a lo que marca la ley, la podamos llevar a 1,3 por ciento del PIB para indicar un claro sendero de recuperación y de priorización de las políticas que tienen que ver con la educación, a las que le sumamos ahora la conectividad, como dijimos recién. Conjuntamente con los contenidos educativos es necesario que el Estado nacional asegure el acceso a esos contenidos a través de las distintas plataformas, redes y el natural servicio de conectividad que necesita toda la población.
Es bien importante recordar a esta altura de la presentación que la primera asignación que se hizo este año al Programa Conectar Igualdad fue financiada con una devolución que recibimos del Fondo Monetario Internacional por unos aportes que había hecho la República y que el Ministerio de Economía y el gobierno nacional decidieron dedicar como inversión inicial a este programa. Así que también fue una gran apuesta la mejora de la conectividad.
Ahí tenemos los seis programas principales que estamos proponiendo en este pilar para mejorar e ir hacia la senda que nos marca la ley de financiamiento educativo como inversión del PIB para esta función.
En primer lugar, se propone destinar 32.000 millones de pesos para la construcción de quinientos jardines de infantes nuevos, que ocuparían más de 120.000 millones de metros cuadrados. Se trata de un incremento muy importante respecto de lo que asignó el presupuesto 2019. Aquí entonces hay una priorización clara de la educación de niñas y niños en su primera infancia.
La segunda asignación en términos de importancia tiene que ver con el Programa Progresar. Ustedes saben que estas son becas educativas para estudiantes que desean lograr la continuidad de sus estudios. Aquí se propone incrementar en 250.000 los beneficiaros existentes, para llegar a 750.000 estudiantes alcanzados por el Programa Progresar.
En tercer lugar, son 19.400 millones de pesos las asignaciones destinadas al fortalecimiento edilicio de 25.000 escuelas para antes de la reanudación de las clases presenciales. Es un programa de inversión, mejoramiento y mantenimiento en estas 25.000 escuelas, de modo tal que cuando nuestros niños y niñas lleguen a ellas se encuentren en una situación de infraestructura aceptable.
En cuarto término está el Programa Conectar Igualdad, con 14.000 millones de pesos destinados a la distribución de 546.600 computadoras a todos los alumnos de décimo año de la educación pública nacional. Insisto: todos los alumnos de décimo año recibirán sus computadoras, que son 546.600. Esto se complementará, en el marco de este programa, con capacitación y formación docente en el uso de herramientas informáticas y también en inversiones que tienen que ver con la infraestructura para asegurar la conectividad en aquellos lugares de difícil acceso o remotos.
También hay asignaciones que tienen que ver con la educación técnica, que va de la mano de este desarrollo del Plan Nacional de Ciencia, con foco en la educación técnica, que muchas veces se relaciona con la formación de oficios y de distintas profesiones que a menudo tienen una oferta insuficiente en relación con lo que demandan algunas de nuestras pymes y empresas.
Por último, está el Programa Acompañar, que consiste en el acompañamiento activo a 1 millón de chicos y chicas que están bajo riesgo de no retomar la asistencia a clases en 2021. Es decir que se intenta garantizar que cuando se recupere la presencialidad en el sistema educativo podamos tener un programa que nos asegure que todos aquellos sectores -seguramente la mayoría de ellos vulnerables- que han estado muy alejados del ámbito escolar puedan tener una asistencia del Estado para volver a esa actividad.
El quinto pilar tiene que ver con la inclusión social activa y es básicamente el conjunto de políticas públicas que buscan dar asistencia y acompañamiento a los distintos sectores con diferentes grados de vulnerabilidad. Naturalmente, el gasto en términos del PIB es un poco más bajo en 2021 que en 2020 por la emergencia y la excepcionalidad de este año. Pero es claramente superior al de 2018 y 2019, siempre medido en términos del PIB: 0,5 por ciento en 2019 y 0,7 por ciento en 2021.
Aquí tenemos básicamente tres programas que explican la mayor parte de esta asignación. Una de las asignaciones más importantes tiene que ver con las políticas alimentarias. Ustedes saben que a lo largo del año 2020 se ha potenciado y extendido por toda la república el programa Argentina Contra el Hambre, bajo sus distintas modalidades: tenemos la tarjeta alimentaria pero también el apoyo económico a 4.100 comedores comunitarios y a casi 20.000 comedores escolares. Es decir, tenemos distintos programas, acciones y actividades liderados por el Ministerio de Desarrollo Social que buscan proteger el derecho básico de los grupos vulnerables a la alimentación. Esto recibirá un refuerzo importante el año que viene, que permitirá, por ejemplo, que con las tarjetas Alimentar podamos llegar a 1.530.000 personas.
En segundo lugar, tenemos el Potenciar Trabajo con 112.000 millones de pesos, que es también una asignación importante. Esto tiene que ver con la inclusión plena y progresiva de todas aquellas personas que, estando en situación de vulnerabilidad, progresivamente puedan ingresar a actividades en el marco de la economía popular.
Entonces, aquí hay un conjunto de acciones -que tienen que ver con la capacitación, el fortalecimiento de herramientas de gestión, la difusión de distintas prácticas laborales y de administración- para justamente potenciar la capacidad de empleabilidad de estos grupos en situación de alta vulnerabilidad.
Por último, con una asignación un poco más baja, de 11.500 millones de pesos, tenemos el Programa de Recuperación Productiva. Este programa, denominado REPRO, brinda a los trabajadores calificados la posibilidad de acceder a una suma fija, equivalente a un salario mínimo, vital y móvil, durante doce meses para completar el sueldo de su categoría laboral. Es decir, son distintas acciones que tienen que ver con proteger a aquellos trabajadores formales o calificados que atraviesan alguna situación de falta de empleo mientras ella dure.
De manera que tenemos tres programas importantes direccionados a la inclusión social activa, a la protección de los sectores vulnerables y a la protección de los trabajadores formales en situación de desempleo.
El último de los pilares tiene que ver con el género y la diversidad. Aquí también me parece interesante hacer dos consideraciones antes de ver el detalle. Las políticas de género y diversidad, consideradas como todos los esfuerzos que desde las distintas políticas que implementa el Estado nacional se hacen para disminuir las brechas de género -en todas las expresiones de la vida, pública y privada-, tienen que ver con una visión horizontal del presupuesto. Quienes formulamos, ejecutamos o analizamos los presupuestos estamos habituados a tener visiones verticales. Estamos más acostumbrados a pensar en un ministerio que ejecuta un programa, que tiene unas metas, y podríamos decir que ahí comienza y acaba el análisis.
Este pilar, relacionado con la política de género, nos invita a una visión horizontal, es decir, a tratar de pensar en todas las acciones que en una línea, la de género y diversidad, se realizan en todo el Estado nacional, en todas las jurisdicciones y organismos, de modo tal de colaborar con la disminución de las brechas de género.
Naturalmente también hay un ministerio que se ocupa de manera primordial de estas acciones, pero me parece importante rescatar esta doble visión porque es una novedad en este presupuesto. Tenemos, por un lado, las políticas horizontales, es decir, las que hacemos en todos los ministerios, agencias y organismos públicos, todas ellas con una visión nueva: la de género. Es decir, de qué manera con un programa de inversión pública o con un programa educativo contribuimos a disminuir la brecha de género, al mismo tiempo que tenemos un financiamiento específico para el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, que se ocupa de ciertas políticas activas y sumamente focalizadas en género.
Esta disquisición me parece importante porque esta visión horizontal es una novedad desde el punto de vista del tratamiento presupuestario. Naturalmente es un paso adelante en la obtención y el aseguramiento de derechos -justamente los relacionados con un tratamiento igualitario para los géneros y la diversidad- y en la posibilidad de tomar el liderazgo y financiar políticas desde el Estado nacional en ese sentido.
Este gráfico no lo mostramos en porcentajes del PIB sino en millones de pesos, porque realmente el cambio es tan importante que nos parecía que no tenía sentido mostrarlo en términos del PIB. Podemos ver que, en millones de pesos constantes, las asignaciones fueron de 436 millones en 2019, de 700 millones en 2020, y trepará a 6.200 millones en 2021 con este enfoque que les estoy manifestando.
En este pilar, en el marco del Plan Nacional de Acción contra las Violencias por Motivos de Géneros, que es un plan nacional que lidera el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, queremos destacar básicamente cuatro líneas, que son las más importantes.
En primer lugar, el programa Acompañar, que tiene una asignación de 4.500 millones de pesos y consistirá en brindar asistencia monetaria y acompañamiento a 92.000 mujeres y personas LGTBI que han sido o están siendo objeto de violencia por razones de género. Este programa prevé una asignación monetaria equivalente a un salario mínimo, vital y móvil por seis meses, que justamente estará destinada a cubrir gastos esenciales durante ese período de zozobra para estas personas. Esta es una de las actividades principales y es un gran desafío para el gobierno nacional y el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad para el próximo ejercicio.
Luego tenemos asignaciones para distintas acciones relacionadas con la protección de violencia por razones de género: el fortalecimiento de la línea 144, donde se pueden canalizar todas las denuncias de manera adecuada, y políticas culturales para la igualdad y el género -que son básicamente acciones de capacitación, sensibilización y difusión en general-, para las cuales se asignan 320 millones de pesos.
Reitero lo que decía al principio: este proyecto de ley de presupuesto, además de las asignaciones para el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, busca tener una visión horizontal en cuanto a la gestión presupuestaria, es decir, identificar o "etiquetar" -como decimos en la jerga- todos aquellos programas que en los distintos ministerios y organismos pueden contribuir, en su normal accionar, con la disminución de las brechas de género.
Entonces, buscamos visibilizar este esfuerzo presupuestario que hacemos en todos los programas, aparte de los que están en el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, para combatir esta brecha de género. Hemos logrado etiquetar, es decir, identificar programas con este objetivo, por 1,3 billones de pesos, lo que representa un crecimiento interanual del 73 por ciento.
Si ustedes analizan los documentos que acompañan al proyecto de ley podrán identificar todo este conjunto de programas a los que estamos buscando dar, además de su orientación principal, la orientación complementaria de la visión de género. Así, hemos identificado cincuenta y cinco políticas de género en veintidós organismos que están nucleados en catorce ministerios. Realmente es una política presupuestaria horizontal muy acorde con este desafío. Ojalá que este sea el punto de partida para la incorporación de otras visiones horizontales en el presupuesto, como puede ser el medio ambiente o la niñez. Esto contribuiría de una manera significativa a mejorar la gestión presupuestaria y la consecución de resultados de políticas públicas.
En términos de gasto primario, estas son las principales asignaciones y orientaciones de política. Reitero que el foco está puesto en la finalidad Servicios Sociales y en la finalidad Servicios Económicos, con crecimientos financiados, por una caída en la participación en términos del PIB, de la finalidad Intereses de la Deuda Pública.
Digamos que este es el planteo en el paquete del gasto total que está contenido en el presupuesto.
Habíamos manifestado que el proyecto de ley de presupuesto está construido sobre supuestos realistas. Los supuestos realistas que están por detrás de la formulación del presupuesto son aquellos a los cuales se refirió el viceministro en su alocución.
Para 2021 estamos pensando lo siguiente: un crecimiento del PBI del 5,5 por ciento, o sea, un valor de 37.000 millones de pesos; un consumo privado creciendo al 5,5 por ciento y un consumo público creciendo un poco menos, al 2 por ciento; un crecimiento del 18,1 por ciento en la inversión; un crecimiento del 10,2 por ciento en las exportaciones; un crecimiento del 16,3 por ciento en las importaciones, de la mano de un mayor nivel de actividad; un tipo de cambio nominal de 102,4 pesos por dólar -en diciembre- y un IPC del 29 por ciento, también en diciembre.
Estas son las variables que surgen del escenario macroeconómico -caracterizado por el viceministro hace unos instantes- y que están en la base del armado de nuestro proyecto de ley de presupuesto, como ahora vamos a repasar.
En este proyecto que ustedes están analizando figuran las asignaciones correspondientes al año 2021. En unos días más -de acuerdo con lo que marca el cronograma- vamos a remitir el presupuesto plurianual, que estará elaborado sobre los lineamientos que se han previsto en este escenario macro para los años 2022 y 2023, a fin de cumplir también con la obligación de presentar un presupuesto plurianual.
Como ustedes saben, una vez que está elaborado el escenario macroeconómico, el próximo e inevitable paso es calcular los recursos, que dependen de la situación actual de los recursos y de lo que el escenario macro prevé para el año que se está presupuestando.
Es importante resaltar que la recaudación prevista para el año 2021 prevé una recomposición significativa respecto de la recaudación que pensamos ejecutar en el año 2020. Aquí vemos la recaudación nacional. Esto quiere decir que es la recaudación total, o sea, la que se queda en la administración nacional y la que se coparticipa. Si la medimos en términos del PIB, vemos que respecto de 2019 creceremos un 1,4 por ciento, pasando del 23,7 por ciento al 25,1 por ciento. Y si la medimos contra el 2020, tenemos el 24,1 por ciento del PIB en 2020 -que representa el porcentaje de recaudación nacional- versus el 25,1 por ciento del PIB para 2021.
De manera que realmente la recuperación es importante. Si lo vemos en una perspectiva más larga, fíjense que hemos tenido niveles de esta naturaleza -incluso un poco más altos- en los años previos al 2015, donde teníamos recaudaciones en porcentajes del PIB que trepaban al 26 por ciento o lo superaban.
Entonces, allí tenemos lo que prevemos en términos de recaudación para el año próximo dado el escenario macroeconómico que nos refirió el licenciado Haroldo Montagú en su exposición.
Entiendo que puede resultar un tanto tedioso, pero es importante que nos detengamos en este cuadro. ¿Qué es lo que nos muestra? Si miramos la quinta columna, que dice "Año 2021 variación interanual", decimos que la recuperación es robusta porque esta columna compara la recaudación esperada para el año 2021 versus la esperada para el 2020. Es decir, se compara la cuarta columna con la primera. Fíjense que la variación interanual es del 44 por ciento, como podemos ver en la fila -pintada con azul- que dice "Recursos Tributarios".
Entonces, cuando decimos que la recomposición es robusta estamos previendo esa recuperación en términos del PIB a la que hice referencia recién y esta variación nominal interanual que vemos aquí.
Nos parece interesante detenernos un instante en los principales tributos y tratar de entender por qué tenemos estas variaciones interanuales tan importantes, tomando en consideración o siendo totalmente consistentes con el escenario macroeconómico que nos presentó el viceministro hace unos momentos.
Vamos a empezar por los dos primeros, que son los que tienen la recaudación más importante en términos nominales. Me refiero al impuesto a las ganancias y al IVA. Para esto voy a recordar un porcentaje que no figura en este cuadro, que es el de 2019. En el año 2019 la recaudación de Ganancias trepó al 5,1 por ciento del PIB. En el año 2020 estamos esperando que esa recaudación caiga en términos del PIB. Eso ocurre a pesar de que la ley 27.541, de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, detuvo la baja de las contribuciones de empresas del 30 por ciento al 25 por ciento. Sin embargo, haber detenido la baja de esa alícuota nos lleva a proyectar una recaudación que se va a situar en el 5 por ciento del PIB, básicamente porque este año 2020 registra un menor cumplimiento -producto de la emergencia derivada de la pandemia- y una disminución en las retenciones de la cuarta categoría, fundamentalmente por la caída de los salarios reales, asociados especialmente al desarrollo de la pandemia. Pero fundamentalmente también, en 2020 nosotros estamos recaudando las utilidades y rentabilidades de las empresas del año 2019, que fue un año muy complejo desde el punto de vista macroeconómico.
Todas estas previsiones son las que nos hacen pensar que, en términos del PIB, el impuesto a las ganancias no se recuperará respecto del año 2019. A su vez, si se fijan en la penúltima columna, podrán apreciar que para 2021 mantenemos la recaudación del impuesto a las ganancias en el mismo porcentaje del PIB.
Básicamente, aquí detectamos dos factores que se compensan. Por un lado, en 2021 estaremos recaudando fundamentalmente sobre la base de las utilidades y rentabilidades obtenidas por las empresas en 2020, que es también un año de crisis y de emergencia; esto nos hace ser prudentes respecto de la proyección de la tributación del impuesto a las ganancias.
Pero, por otro lado, creemos que eso va a ser compensado básicamente por los regímenes de retención y percepción, que están asociados a los volúmenes de actividad y a los precios; en este caso, del 2021. Como esperamos una mejora en la actividad económica para el año próximo, la recaudación proveniente de estos regímenes de retención y percepción compensará el efecto anterior negativo.
Bajo estos criterios de prudencia, y en consistencia con el escenario macro, para 2021 calculamos este tributo en un 5 por ciento del PIB, manteniendo las previsiones que tenemos para el 2020.
La historia del IVA es un poco diferente. Ustedes ven allí que para el año 2020 prevemos que la recaudación de IVA se sitúe en 6,9 del PIB. Ese dato lo ven en la celda de la tercera columna y la segunda fila.
En el año 2019 el IVA recaudó 7,1 del PIB, es decir, su recaudación fue fuertemente castigada, fundamentalmente por la caída de actividad que tuvimos en el año 2020. Hubo distintos efectos que también operaron en sentido de compensarse. Por un lado, ustedes saben que en el año 2020 perdió vigencia el decreto 567/19, aquel que disponía alícuota cero para muchos componentes de la canasta básica.
Por otro lado, tuvimos un efecto contrapuesto porque se congelaron las tarifas de servicios públicos y ahí tuvimos una mejora; pero la ejecución que tenemos a este momento y básicamente, los pronósticos de actividad económica para el 2020, nos hacen pensar que no podremos recuperar ese 7,1 del 2019 en el 2020. Por eso, lo hemos mantenido en este porcentaje de 6,9 del PIB.
Sin embargo, si ustedes corren la vista hacia la derecha, el porcentaje de esta recaudación en términos del PIB para el año 2021 la situamos en 7,3. Es decir, una importante recuperación.
Nuevamente, el escenario macro que ustedes vieron nos predice una recuperación importante de la actividad para el año próximo. De la mano de esa recuperación, básicamente de precios, de actividad, de tipo de cambio y de importaciones, podemos prever una recaudación para el año próximo que no solo recupere los niveles del 2019, sino que los supere ligeramente. Eso tiene que ver con la proyección que significa una variación interanual del 46,6 por ciento en términos nominales del año 2021 respecto del 2019.
Siguiendo con los tributos de mayor peso, me permitiría llevarlos a créditos y débitos, que está unas líneas más abajo. Créditos y débitos refleja una dinámica quizá un poco diferente.
Fíjense que nosotros situamos la recaudación del impuesto sobre los créditos y débitos bancarios en 1,7 del PIB para el año 2020. Si miráramos la recaudación de dicho tributo para el año 2019 veríamos que sería del 1,63; es decir que creció en el 2020. Y acá fundamentalmente estamos apreciando que este crecimiento se debe a la proliferación de los distintos servicios que se brindan de manera informática, o digitales.
Toda la bancarización, las compras a través de Internet y de todos estos sistemas de pagos digitales han fortalecido la recaudación del tributo. Su participación, en términos del PIB, ha mejorado respecto del 2019. Creemos que la parte importante de la mejora ya ha acontecido; por lo tanto, lo estamos manteniendo en términos del PIB para el año 2021. Fíjense que tenemos ahí el 1,7.
Acá tenemos un pequeño detalle: hay un pequeño crecimiento real pero lo observamos en el segundo decimal. Aquí, a los efectos de la presentación mostramos solo un decimal, por eso no lo notamos, pero básicamente podríamos decir que mantenemos créditos y débitos, en términos del PIB, por las razones que acabamos de mencionar.
El otro tributo que nos gustaría detallar es el impuesto PAIS, el impuesto para una Argentina inclusiva. Queremos llamar la atención sobre este porque es el que tiene la variación interanual más grande. Fíjense en la quinta columna que el cálculo del tributo en el 2021 crece, en términos nominales, un 89 por ciento respecto del 2020.
Acá tenemos que hacer dos o tres consideraciones. En primer lugar, pueden apreciar que en la primera columna la base del 2020 -es decir, esta recaudación de 181.333- es un poco engañosa porque este impuesto, que se instrumentó a principios de año, tuvo tres o cuatro meses de demora en su implementación normativa y operativa.
Es decir que, por dicha razón, la base del 2020 está un tanto subvaluada porque su recaudación fue muy baja durante el primer cuatrimestre. Alcanzó un valor promedio interesante allá por junio-julio y se ha venido manteniendo. A la luz de los supuestos macro, nosotros hemos mantenido esa recaudación consistente con los valores del tipo de cambio y con las transacciones usuales. No es menos cierto que mejora su participación, en términos del PIB. Insisto, 0,7 en el 2020 y 0,9 en el 2021 porque prevemos alguna mejora en algún momento del 2021 -ojalá sea cuanto antes- asociada a la recuperación de la actividad turística a la cual está asociada este tributo.
Entonces, por ese lado tenemos algo de recuperación; el resto es un efecto que se asocia, básicamente, a un 2020 con una recaudación un poco más baja producto de lo que expliqué recién.
Me gustaría resaltar aquí dos cuestiones más que son también bien importantes y que se vinculan con todo este contexto que venimos caracterizando: el sistema de la seguridad social, aportes y contribuciones.
Aquí tenemos que hacer una salvedad importante. Fíjense que en el año 2020 calculamos que el sistema de seguridad social, en aportes y contribuciones, recaudará 5,5 por ciento del PIB. Si fuéramos para atrás, veríamos que este 5,5 fue 5,7 en el 2019 en términos del PIB y fue 6,3 en el 2008.
Es decir, estos dos impuestos, aportes y contribuciones de la seguridad social, venían sufriendo una pérdida muy importante de recaudación en términos del PIB desde el año 2018 a la fecha, producto fundamentalmente de las disposiciones derivadas de la reforma tributaria del año 2017.
Muchos de esos efectos fueron detenidos por la ley 27.541 de solidaridad. Entonces, como primera cuestión, yo diría que los efectos de esa ley detuvieron el deterioro que venían sufriendo aportes y contribuciones, en términos del PIB, como lo podemos apreciar aquí. Sin embargo, también, estos dos tributos dependen fuertemente de la actividad.
Entonces, si bien se ha detenido esta convergencia de alícuotas, se ha suspendido la nominalización de la detracción mensual por empleado que disponía la reforma tributaria del año 2017, la caída de actividad explica que la recuperación del impuesto sea parcial, en términos del PIB, comparada con el 2019. Como dije recién, su cálculo para el 2019 se cierra en 5,7 y en 5,5 para el año 2020.
Ahora bien, ¿qué pasa con el 2021? En el 2021 también tenemos distintas cuestiones. Estamos esperando que así como en el año 2020 la recuperación ha sido, de alguna manera, limitada por la actividad -me refiero a cantidad de empleo registrado y masa salarial-, pensamos que en el año 2021 parte de esta recuperación se dará producto del escenario macroeconómico que venimos manifestando. De modo tal que nos ha parecido prudente mantener la recaudación, en términos del PIB, por las razones que acabamos de explicitar.
Por último, vamos a los impuestos que tienen que ver con el comercio exterior: exportación, importación y tasa de estadística. Empezaré por los dos últimos.
Los derechos de importación y la tasa de estadística más o menos se mantienen en términos del PIB para el 2020 y 2021: 0,6 por ciento para la importación y 0,1 por ciento para la estadística. Son impuestos cuya recaudación está bastante correlacionada. Se mantiene constante respecto del año 2019 aunque no se muestra en este gráfico. Hay efectos que se compensan; hay efectos de cantidad y de precios y algunas alícuotas diferenciales. De modo tal que los derechos de importación y la tasa de estadística no merecen mucho más comentario.
Los derechos de exportación sí merecen algún comentario adicional. Como pueden apreciar, en el año 2020 calculamos una recaudación de derechos de exportación que asciende al 1,4 por ciento del PIB mientras que en el 2019 la recaudación fue del 1,8 por ciento. Esto me parece importante de explicitar porque para el año 2021 prevemos un crecimiento para este impuesto en términos del PIB.
¿Por qué en el año 2019 el crecimiento de los derechos de exportación fue del 1,8 por ciento? Básicamente, debemos recordar tres factores, algunos de los cuales ya hemos mencionado.
Por un lado, hubo un factor que jugó en contra de la recaudación del impuesto. Se trata de todas aquellas medidas que estuvieron vigentes en los años 2017, 2018 y 2019, las cuales imponían topes a los derechos. Recuerden que había derechos de exportación del 12 por ciento con un tope de tres o cuatro pesos, según si el producto era de origen agroindustrial, agropecuario o industrial. Naturalmente, esto tuvo un efecto desfavorable sobre la recaudación del tributo. Sin embargo, sobre todo en el año 2019, el tipo de cambio se devaluó un 72 por ciento.
También en ese año, el entonces Ministerio de Agroindustria dictó una medida que permitió la liquidación anticipada y el pago anticipado de ese impuesto en el último trimestre de 2019.
La combinación de estos dos factores -insisto, la devaluación y esta medida de anticipo de liquidación de importaciones-, además de compensar el efecto que mencioné en primer término -el tope de tres o cuatro pesos por dólar cuando la retención era del 12 por ciento-, hizo que la recaudación de los derechos de exportación tuviera una expresión muy fuerte en este año 2019.
En el año 2020 se recupera parte de eso pero no de manera completa porque, en consonancia con el escenario macroeconómico, la caída de volúmenes exportados es muy significativa.
Entonces, si bien se derogaron todas aquellas disposiciones que imponían topes y se adoptaron otras que subieron ciertas retenciones -por ejemplo, la ley de solidaridad subió la retención al complejo soja del 30 al 33 por ciento-, tales medidas fueron más que compensadas por la caída de volúmenes exportados. Es por ello que de ese 1,8 por ciento que hubo de recaudación de derechos de exportación en el 2019, se pasa a este 1,4 por ciento en el 2020. Todo esto, junto con las proyecciones contenidas en el escenario macro, nos permite llevar el cálculo de la recaudación de este tributo al 1,6 por ciento del PIB en el año 2021, fundamentalmente por volumen, tipo de cambio y mayor actividad.
De esta manera, si bien ha sido un poco tediosa la explicación de esta lámina, nos parecía importante compartir con ustedes en detalle los fundamentos de esta recuperación o recomposición robusta de la recaudación prevista para el 2021 respecto de la del 2020, lo que encuentra su explicación en el escenario macroeconómico.
Por eso, se trata de un presupuesto que en sus fundamentos tiene consistencia y, al mismo tiempo, por las razones que acabo de compartir con ustedes, también tiene prudencia.
En la lámina siguiente figura un resumen de lo que acabamos de manifestar. En este caso ya estamos hablando de la administración nacional. Recuerden que recién hacíamos las comparaciones para toda la recaudación, tanto la nacional como la que va a las provincias. El hecho de que sea administración nacional no cambia el sentido de lo que acabo de decir; simplemente es un universo más pequeño.
En la imagen que se exhibe en pantalla pueden ver que se prevén 6 billones de pesos de recaudación como ingresos totales para la administración nacional en el año 2021; se prevé un crecimiento del 44,3 por ciento de variación interanual para el 2021 respecto del 2020 y, un poquito más abajo, se efectúa una discriminación entre los ingresos corrientes y los de capital.
No seguiría más con este tema; lo dejaría a consideración de los señores diputados y las señoras diputadas y de las preguntas que formulen luego sobre los detalles.
SR. LASPINA Señor presidente: pido la palabra.
SR. PRESIDENTE HELLER El señor secretario todavía no terminó su exposición. De todas formas, lo anoto en la lista de oradores, señor diputado.
SR. RIGO Señor presidente, señores diputados y señoras diputadas: quedan unas pocas filminas más para terminar de configurar el perfil de este proyecto de ley de presupuesto.
Nos interesa focalizar en la inversión pública. Más temprano manifestamos que las asignaciones que tienen que ver con el gasto de capital treparán en el 2021 al 2,2 por ciento del PIB. Esto duplica las asignaciones medidas de igual forma en el año 2019.
En la siguiente filmina podemos apreciar el crecimiento en términos del PIB. Esto significa que el gasto primario entonces pasará de casi el 18 por ciento del PIB en el 2019 al 20,6 por ciento en el 2021.
Para este sendero de gasto primario, nos pareció importante entender cuáles son las variaciones reales. La medición que se exhibe es con precios del 2021. En el año 2020 hemos excluido los gastos asociados al COVID-19, los que fueron detallados en la filmina del principio de la exposición. De esta forma, pueden verse las variaciones reales del gasto.
Enfatizamos esto porque tiene que ver con la premisa de presentar un proyecto de ley de presupuesto expansivo desde lo fiscal para, precisamente, contribuir con la reactivación de la economía y las políticas públicas que venimos detallando.
Como pueden ver, en el año 2020 ya hay una variación real positiva -sin COVID-19- respecto del año 2019; el año 2021 mantiene esa tendencia. Si nosotros comparamos el gasto del 2021 -medido en términos reales- con el del 2019, la variación es del 10,1 por ciento, y si lo comparamos con el del año 2020 sin COVID-19, la variación es del 7,6 por ciento.
Queda claro que este proyecto de ley de presupuesto propicia un Estado activo y presente que impulsa la inversión pública fundamentalmente a través del gasto primario.
Concluyendo, en pantalla pueden ver un clásico esquema de gasto. Para el año 2021 -es la tercera columna de números- estamos previendo un gasto primario de 7.733.667 millones de pesos. Esto se discrimina en un gasto corriente de 7.441.503 millones de pesos y un gasto de capital de 842.533 millones de pesos.
Fundamentalmente, en este apartado de gastos de capital nos interesa mostrar la variación interanual versus 2020, ese casi 90 por ciento. Si corrigiéramos el gasto de capital de COVID de 2020, que era una porción pequeña, el crecimiento sería del ciento por ciento. Es decir que estamos duplicando el gasto de capital contra 2020, medido con o sin COVID.
También mostramos el crecimiento de las finalidades que tienen que ver con los servicios sociales y económicos expresados en estos pilares. Se mantienen más o menos constantes otras finalidades como las de administración gubernamental, seguridad y defensa, y se financia este crecimiento con una caída muy importante en la participación de la finalidad Intereses de la Deuda Pública, medida en porcentaje del PIB.
En la primera columna de la izquierda vemos que teníamos un gasto total de 21,1 por ciento del PIB en 2019. El gasto total en 2021 -última columna de la derecha- es 22,1 por ciento. Lo que me parece interesante de este cuadro es que muestra los cambios de prioridad en las asignaciones del presupuesto para esas políticas públicas entre un momento y otro, y cómo esta nueva asignación -que responde a un nuevo conjunto de prioridades- es consistente con el escenario macroeconómico. A ese 21,1 por ciento le agregamos 1,2 por ciento del PIB como gasto de capital; 0,7 por ciento como subsidios económicos; 0,4 por ciento por prestaciones sociales totales; 0,2 por ciento para políticas alimentarias; 0,3 para transferencias a provincias -incluyendo ATN-, y un resto de gasto corriente. Así llegaríamos a 24 por ciento del PIB como gasto total en 2021, que lo podemos reducir a 22,1 por ciento merced a la disminución de la participación de intereses.
Es una manera interesante de visualizar cómo juegan las prioridades de política, el financiamiento del gasto y la formulación para lograr un gasto total asequible y financiable desde el punto de vista de lo que nos permite la coyuntura actual, aspectos sobre los que se va a explayar mi colega, el señor secretario de Finanzas.
Hasta aquí llega mi exposición. Señor presidente, señores diputados y señoras diputadas: muchísimas gracias por la atención.
Nos interesa focalizar en la inversión pública. Más temprano manifestamos que las asignaciones que tienen que ver con el gasto de capital treparán en el 2021 al 2,2 por ciento del PIB. Esto duplica las asignaciones medidas de igual forma en el año 2019.
En la siguiente filmina podemos apreciar el crecimiento en términos del PIB. Esto significa que el gasto primario entonces pasará de casi el 18 por ciento del PIB en el 2019 al 20,6 por ciento en el 2021.
Para este sendero de gasto primario, nos pareció importante entender cuáles son las variaciones reales. La medición que se exhibe es con precios del 2021. En el año 2020 hemos excluido los gastos asociados al COVID-19, los que fueron detallados en la filmina del principio de la exposición. De esta forma, pueden verse las variaciones reales del gasto.
Enfatizamos esto porque tiene que ver con la premisa de presentar un proyecto de ley de presupuesto expansivo desde lo fiscal para, precisamente, contribuir con la reactivación de la economía y las políticas públicas que venimos detallando.
Como pueden ver, en el año 2020 ya hay una variación real positiva -sin COVID-19- respecto del año 2019; el año 2021 mantiene esa tendencia. Si nosotros comparamos el gasto del 2021 -medido en términos reales- con el del 2019, la variación es del 10,1 por ciento, y si lo comparamos con el del año 2020 sin COVID-19, la variación es del 7,6 por ciento.
Queda claro que este proyecto de ley de presupuesto propicia un Estado activo y presente que impulsa la inversión pública fundamentalmente a través del gasto primario.
Concluyendo, en pantalla pueden ver un clásico esquema de gasto. Para el año 2021 -es la tercera columna de números- estamos previendo un gasto primario de 7.733.667 millones de pesos. Esto se discrimina en un gasto corriente de 7.441.503 millones de pesos y un gasto de capital de 842.533 millones de pesos.
Fundamentalmente, en este apartado de gastos de capital nos interesa mostrar la variación interanual versus 2020, ese casi 90 por ciento. Si corrigiéramos el gasto de capital de COVID de 2020, que era una porción pequeña, el crecimiento sería del ciento por ciento. Es decir que estamos duplicando el gasto de capital contra 2020, medido con o sin COVID.
También mostramos el crecimiento de las finalidades que tienen que ver con los servicios sociales y económicos expresados en estos pilares. Se mantienen más o menos constantes otras finalidades como las de administración gubernamental, seguridad y defensa, y se financia este crecimiento con una caída muy importante en la participación de la finalidad Intereses de la Deuda Pública, medida en porcentaje del PIB.
En la primera columna de la izquierda vemos que teníamos un gasto total de 21,1 por ciento del PIB en 2019. El gasto total en 2021 -última columna de la derecha- es 22,1 por ciento. Lo que me parece interesante de este cuadro es que muestra los cambios de prioridad en las asignaciones del presupuesto para esas políticas públicas entre un momento y otro, y cómo esta nueva asignación -que responde a un nuevo conjunto de prioridades- es consistente con el escenario macroeconómico. A ese 21,1 por ciento le agregamos 1,2 por ciento del PIB como gasto de capital; 0,7 por ciento como subsidios económicos; 0,4 por ciento por prestaciones sociales totales; 0,2 por ciento para políticas alimentarias; 0,3 para transferencias a provincias -incluyendo ATN-, y un resto de gasto corriente. Así llegaríamos a 24 por ciento del PIB como gasto total en 2021, que lo podemos reducir a 22,1 por ciento merced a la disminución de la participación de intereses.
Es una manera interesante de visualizar cómo juegan las prioridades de política, el financiamiento del gasto y la formulación para lograr un gasto total asequible y financiable desde el punto de vista de lo que nos permite la coyuntura actual, aspectos sobre los que se va a explayar mi colega, el señor secretario de Finanzas.
Hasta aquí llega mi exposición. Señor presidente, señores diputados y señoras diputadas: muchísimas gracias por la atención.
SR. PRESIDENTE HELLER Muchas gracias, señor secretario.
En función de lo que planteó el señor diputado Suárez Lastra, quiero decirles que tengo ante mí el Convenio de Cooperación entre el Ministerio de Economía de la Nación y la Oficina de Presupuesto del Congreso de la Nación, firmada por el licenciado Haroldo Arián Montagu y el contador Marcos Pedro Makón el 27 de enero de 2020, con el detalle de lo que se está trabajando, en función de la preocupación que el señor diputado había planteado.
Por otra parte, el señor diputado Laspina me ha pedido la palabra. No hay mociones de orden en las reuniones de comisión, pero no importa. Tiene la palabra.
En función de lo que planteó el señor diputado Suárez Lastra, quiero decirles que tengo ante mí el Convenio de Cooperación entre el Ministerio de Economía de la Nación y la Oficina de Presupuesto del Congreso de la Nación, firmada por el licenciado Haroldo Arián Montagu y el contador Marcos Pedro Makón el 27 de enero de 2020, con el detalle de lo que se está trabajando, en función de la preocupación que el señor diputado había planteado.
Por otra parte, el señor diputado Laspina me ha pedido la palabra. No hay mociones de orden en las reuniones de comisión, pero no importa. Tiene la palabra.
SR. LASPINA Señor presidente: conozco el reglamento, señor presidente. Quise decir que quería hacer una propuesta, pero lo expresé de manera más elegante.
Mi propuesta es que después de la exposición del licenciado Bastourre pasemos a un cuarto intermedio y seguir con las preguntas en otro momento, porque nos va a quedar muy comprimido el espacio para formular las preguntas y recibir las respuestas.
Mi propuesta es que después de la exposición del licenciado Bastourre pasemos a un cuarto intermedio y seguir con las preguntas en otro momento, porque nos va a quedar muy comprimido el espacio para formular las preguntas y recibir las respuestas.
SR. PRESIDENTE HELLER Les propongo lo siguiente: según he consultado y me han informado, la intervención del secretario Bastourre tomará alrededor unos quince minutos, por lo que nos queda más de una hora de tiempo para formular preguntas. Propongo que comencemos con las preguntas y que interrumpamos puntualmente a las 20.
Ya hice una reserva de espacio para el viernes a las 15 para continuar eventualmente con esta reunión, de manera que podamos tener todo el tiempo necesario para hacer todas las preguntas y recibir todas las respuestas y aclaraciones. El objetivo es facilitar el tratamiento que tendremos que hacer.
Algunas de estas exposiciones pueden parecer largas, pero creo que hemos tenido un valioso nivel de detalle, lo que nos permitirá que haya menos preguntas. Yo por lo menos he encontrado algunas respuestas a preguntas que iba a hacer, y supongo que a muchas diputadas y diputados les pasó algo parecido.
Tiene la palabra el señor secretario de Finanzas.
Ya hice una reserva de espacio para el viernes a las 15 para continuar eventualmente con esta reunión, de manera que podamos tener todo el tiempo necesario para hacer todas las preguntas y recibir todas las respuestas y aclaraciones. El objetivo es facilitar el tratamiento que tendremos que hacer.
Algunas de estas exposiciones pueden parecer largas, pero creo que hemos tenido un valioso nivel de detalle, lo que nos permitirá que haya menos preguntas. Yo por lo menos he encontrado algunas respuestas a preguntas que iba a hacer, y supongo que a muchas diputadas y diputados les pasó algo parecido.
Tiene la palabra el señor secretario de Finanzas.
SR. SECRETARIO DE FINANZAS Muchas gracias, señor presidente, señoras diputadas, señores diputados pertenecientes a esta Comisión, y también a aquellas señoras diputadas y señores diputados que se han sumado a la presentación de hoy.
Como dijo mi colega, el secretario de Política Económica, para mí en particular y para todo el equipo del señor ministro Guzmán es un honor exponer frente a ustedes el proyecto de ley de presupuesto 2021. Mi alocución fue antecedida por dos excelentes presentaciones de mis colegas, con lo cual trataré de ser breve. En todo caso, estaré disponible para responder preguntas o pedidos de aclaraciones.
Las presentaciones siguen un orden lógico. Cuando pensamos el proyecto de ley presupuesto, comenzamos viendo los supuestos y las proyecciones de la Secretaría de Política Económica y luego hicimos un detalle de las políticas públicas prioritarias que planteamos desplegar a partir de la aprobación de este proyecto. Como bien decía el señor secretario de Hacienda, una parte importante de lo que hace al cierre de este ejercicio presupuestario corresponde al programa financiero, sobre lo que haré hincapié en los próximos minutos.
Si tuviéramos que sintetizar, empezaría por decir que vemos que este es un programa financiero viable, realista y muy prudente. Como dijo el ministro de Economía en su intervención de la semana pasada, y también como lo mencionó el secretario de Política Económica, se plantea la necesidad de abrir un puente hacia una economía más tranquila. Nosotros entendemos que este proyecto de ley de presupuesto es un primer puente. El programa financiero atiende justamente al mix de financiamiento que nosotros entendemos que es asequible y macroeconómicamente prudente. Entonces, eso es lo que quisiéramos explicar con cierto detalle para profundizar algunos de los conceptos que la semana pasada expuso el señor ministro de Economía.
¿Por qué decimos que es viable? Básicamente, porque es un programa financiero en el cual de cada 10 pesos que se tienen que financiar, 9 pesos son financiados (inaudible). Entonces, ese es el primer eslabón muy importante que vamos a explicar, que solo es posible gracias a que el proceso de restauración de la sostenibilidad de la deuda pública ha sido concluido.
La posibilidad de desarrollar un programa viable era condición necesaria para del proceso de restauración de deuda pública liderado el ministro Guzmán.
¿Por qué pensamos que es realista aunque obviamente es ambicioso en alguno de sus (inaudible) pero pensamos que es realista porque también es consecuente con otro de los objetivos prioritarios que la gestión del gobierno nacional ha tenido como pilar y también, en particular, el ministro desde la Secretaría de...
Como dijo mi colega, el secretario de Política Económica, para mí en particular y para todo el equipo del señor ministro Guzmán es un honor exponer frente a ustedes el proyecto de ley de presupuesto 2021. Mi alocución fue antecedida por dos excelentes presentaciones de mis colegas, con lo cual trataré de ser breve. En todo caso, estaré disponible para responder preguntas o pedidos de aclaraciones.
Las presentaciones siguen un orden lógico. Cuando pensamos el proyecto de ley presupuesto, comenzamos viendo los supuestos y las proyecciones de la Secretaría de Política Económica y luego hicimos un detalle de las políticas públicas prioritarias que planteamos desplegar a partir de la aprobación de este proyecto. Como bien decía el señor secretario de Hacienda, una parte importante de lo que hace al cierre de este ejercicio presupuestario corresponde al programa financiero, sobre lo que haré hincapié en los próximos minutos.
Si tuviéramos que sintetizar, empezaría por decir que vemos que este es un programa financiero viable, realista y muy prudente. Como dijo el ministro de Economía en su intervención de la semana pasada, y también como lo mencionó el secretario de Política Económica, se plantea la necesidad de abrir un puente hacia una economía más tranquila. Nosotros entendemos que este proyecto de ley de presupuesto es un primer puente. El programa financiero atiende justamente al mix de financiamiento que nosotros entendemos que es asequible y macroeconómicamente prudente. Entonces, eso es lo que quisiéramos explicar con cierto detalle para profundizar algunos de los conceptos que la semana pasada expuso el señor ministro de Economía.
¿Por qué decimos que es viable? Básicamente, porque es un programa financiero en el cual de cada 10 pesos que se tienen que financiar, 9 pesos son financiados (inaudible). Entonces, ese es el primer eslabón muy importante que vamos a explicar, que solo es posible gracias a que el proceso de restauración de la sostenibilidad de la deuda pública ha sido concluido.
La posibilidad de desarrollar un programa viable era condición necesaria para del proceso de restauración de deuda pública liderado el ministro Guzmán.
¿Por qué pensamos que es realista aunque obviamente es ambicioso en alguno de sus (inaudible) pero pensamos que es realista porque también es consecuente con otro de los objetivos prioritarios que la gestión del gobierno nacional ha tenido como pilar y también, en particular, el ministro desde la Secretaría de...
SR. PRESIDENTE HELLER Perdón, señor secretario, hay algún problema con su micrófono porque se está escuchando con ruido.
SR. BASTOURRE ¿Se escucha? Yo lo tengo cerca.
SR. PRESIDENTE HELLER Ahí se escucha perfecto.
SR. BASTOURRE Por ahí, lo moví un poquito y mejoró. Cualquier cosa me avisan.
Decía que es realista porque es compatible con otro de los objetivos que hemos priorizado en la gestión del ministro, que es el desarrollo del mercado de capitales local. Es uno de los pilares que vamos a sostener como fuente de financiamiento para el (inaudible).
Como decía también es prudente porque hace un uso razonable y equilibrado de las distintas herramientas de financiamiento disponible, que no son ilimitadas pero que tratamos de combinar de manera que coadyuven con otros objetivos macroeconómicos.
Si me permiten, voy a detallar dos grandes temas a lo largo de la presentación. En primer lugar, repasaré las gestiones realizadas para la restauración de la sostenibilidad de la deuda pública, y esto no es simplemente reiteración de otras cuestiones que se han dicho. Nosotros entendemos que ese proceso de restauración de la sostenibilidad es lo que da pie, como decía, a tener la posibilidad de poder presentar un primer programa financiero viable, donde uno de los ejes -como ya anticipó el secretario de Hacienda- es la reducción significativa de la carga de interés de la deuda pública que vamos a tener para el presupuesto 2021.
Entonces, vamos a hacer hincapié en dos ejes, lo que venido haciendo en el mercado (inaudible) y, por supuesto, los procesos de restauración de la sostenibilidad que involucran a la deuda en dólares o a otras divisas vinculadas a operaciones que hemos finalizado recientemente.
Luego, ahondar un poco más en la cuestión del programa financiero 2021, algunos de los supuestos, algunas de las aclaraciones, por tipo de acreedor, vamos a ver cómo es ese desglose para el sector público, para el sector privado y también lo que respecta a los organismos multilaterales.
Vamos a comenzar con la deuda en pesos. ¿Cuál es la situación que nosotros encontramos cuando asumimos el 10 de diciembre? En primer lugar, una situación que se había dado a partir del mes de agosto de 2019, con el decreto 596, donde se reperfilaron de manera generalizada los títulos públicos en pesos, que habían sido emitidos algunos de ellos durante la gestión anterior y otros más tarde también.
Nos enfrentamos con una situación anómala en ese sentido, pero también mirando el 2020 teníamos un muy elevado nivel de vencimientos de aproximadamente 1.5 billones de pesos, que además por como se dio el calendario del año estaban fundamentalmente concentrados en la primera mitad del año. El 74 por ciento de esos vencimientos en pesos ocurrían durante el primer semestre.
Este número importante de 1.5 billones de pesos, hacemos la aclaración de que se trata de vencimientos del sector privado.
Por paridades muy bajas, paridades de un título que pagaba 100 de intereses, a los próximos meses, se podía conseguir a 35 o 40 pesos en el mercado secundario. Eso implica en los títulos más cortos, los rendimientos que estuvieran en el orden del 200 ó 300 por ciento. Es decir, títulos con muy bajas paridades, con tasas de interés implícitas totalmente incompatibles con la producción, el empleo, y por supuesto, con la sostenibilidad que el ministro se había propuesta restaurar.
Entonces, esa era la situación al 10 de diciembre, muy compleja. ¿Cuál fue la estrategia? Un poco lo que aquí vamos a comentar va a ser que las estrategias seguidas en los segmentos de pesos y de dólares no necesariamente fueron similares, aunque sí tenían como eje la restauración de la sostenibilidad.
La primera cuestión, obviamente, es la recuperación del financiamiento a través del desarrollo del mercado doméstico porque entendemos que a partir de allí se pueden desplegar las políticas públicas que hemos encarado durante este año, parcialmente con nuevo dinero que hemos empezado a obtener del mercado de crédito y, obviamente, con el impulso a la reactivación productiva, que es lo que plantea este proyecto de presupuesto para 2021.
Esto también implicaba un desafío porque, en el marco en el que el ministro desea desplegar el accionar, un objetivo muy importante es que la financiación, el acceso al mercado de capitales, no es a cualquier costo. El acceso tiene que ser a tasa sostenible. ¿Por qué? Porque cuando las tasas no son sostenibles, las dinámicas de deuda -más tarde o más temprano- terminan haciendo imposible la financiación.
Entonces, la verdad es que era una restricción doble. Una restricción por la situación objetiva, heredada, y también porque no queríamos -justamente- alterar este principio rector que hemos seguido a lo largo de la política de gestión de deuda en todos estos meses.
Además, también hay que tener en cuenta, obviamente, la disminución de la exposición al sector público a la deuda de corto plazo, la cuestión de dólares, y, como todos sabemos, los problemas que generan en el endeudamiento sostenible también están asociados -como señalaba el secretario de Política Económica- a la restricción externa, y muchas veces son un agravante de esa situación. Por lo tanto, ahí hay un objetivo a largo plazo que siempre hay que atender.
Asimismo, como ya señalamos, está la cuestión del abultado perfil de corto plazo de la deuda que hace más difícil la posibilidad de renovación.
Entonces, en cuanto a la deuda en pesos, hemos seguido una secuencia que ahora vamos a detallar. Nosotros muy temprano, en el comienzo de la gestión, a los diez días de haber asumido el presidente Alberto Fernández, hicimos nuestra primera licitación de instrumentos en pesos, que se habían interrumpido unos seis meses atrás. Las últimas tasas en esas emisiones primarias habían sido en torno al 70 por ciento. Como decía anteriormente, las paridades de los títulos implicaban tasas de retorno todavía superiores en el mercado secundario.
Esta estrategia de administración de pasivos ha incluido distintos tipos de operaciones, la primera licitación -como decía- fue en diciembre y tan temprano como el 20 de enero hicimos un primer canje de activos en pesos, las LECAPS, que eran las letras a descuento, que habían sido un vehículo importante de la agenda financiera en la administración anterior. Hicimos una primera operación de canje por unos 60.000 millones de pesos aproximadamente el día 20 de enero e introdujimos ahí nuestras primeras letras ajustadas por tasa variable, por tasa BADLAR, con un spread que ya fue señalizándole al mercado que las tasas que nosotros íbamos a estar convalidando iban a ser muy inferiores a las que se habían convalidado previamente y sí compatibles con un retorno a la actividad y a la producción.
Esto fue desplegándose a lo largo de los meses, se fueron haciendo sucesivas licitaciones donde siempre hemos hecho hincapié en el desarrollo de instrumentos sostenibles y en la ampliación de los instrumentos de ahorro para el ahorrista nacional, para el inversor nacional, siempre con tasas sostenibles que nosotros entendemos que son tasas de retorno positiva. Eso es importante. Nosotros también creemos en la necesidad de remunerar el ahorro doméstico con un retorno positivo.
Con el correr de los meses, a partir del 4 de marzo, hicimos otra operación de canje en la que pudimos renovar un vencimiento -la A2M2- que caía cerca del 6 de marzo.
Posteriormente, a fines de marzo y sobre todo en el mes de abril, hicimos dos operaciones de crédito muy importantes que involucraron a una familia de bonos -en el caso del canje de fines de marzo- y a un bono ajustable por CER, que era un vencimiento muy abultado de abril.
A partir de abril, despejada la incertidumbre de corto plazo, asociada a vencimientos tan grandes en cuantía por especies de bonos y que ponían tanta incertidumbre en el mercado sobre la capacidad de renovación -recordemos que un contexto de falta de acceso al financiamiento implica que solo queda el financiamiento monetario como alternativa-, una vez despejados esos vencimientos, comenzamos a transitar un sendero de mayor normalidad que es lo que se observa en estos últimos dos o tres meses.
Simplemente quiero comentar algunos números. Hemos realizado veintisiete operaciones de normalización y fortalecimiento del mercado de crédito local -veintisiete licitaciones, la última el día de ayer por 60 mil millones de pesos-, de manera de canalizar liquidez desde la situación de mercado hacia instrumentos de obra pública. En ese sentido, sabemos que es un desafío difícil, porque el ahorrista argentino tiende en general a tener pocos vehículos de diversificación y de búsqueda de retorno. Creemos que la profundización de esta estrategia también contribuye en esa dirección.
A lo largo de 2020 hemos emitido 1.2 billones de pesos entre letras y bonos. Digo esto para que tengan una idea de la magnitud de lo que estamos haciendo porque también les vamos a contar qué esperamos hacer en 2021. Cuando decimos que lo que queremos hacer el año próximo es asequible es porque ya hemos desplegado esta estrategia durante 2020 y podemos mostrar números concretos que ayuden a entender que ella es realmente viable.
Además, hicimos cinco operaciones de canje, la primera de ellas en enero, luego dos en marzo y dos más en abril. Por lo tanto, si sumamos las operaciones de canje más las licitaciones habituales que hacemos por calendario, podemos llegar aproximadamente a 2 billones de pesos en distintas colocaciones y modalidades; 1.9 billones de pesos.
En relación con la cronología, durante el primer trimestre esta estrategia no se hizo de la noche a la mañana, sino que fue un proceso interactivo con los distintos actores del mercado. En el primer trimestre obtuvimos financiamiento por 143 mil millones de pesos y en el segundo, eso se aceleró de manera notable hasta alcanzar casi 475 mil millones de pesos. Solo entre julio y agosto llevamos un valor muy cercano al del segundo trimestre, y computando las tres licitaciones que hicimos en septiembre, el valor del tercer trimestre es sustantivamente mayor, cercano a los 600 mil millones de pesos.
Aquí estamos usando los datos de agosto porque son los últimos de los que hay registro público -obviamente, hay que esperar unos días más para tener los de septiembre- y vemos que entre enero y agosto se registraron aproximadamente 1.1 billones en emisiones.
Además, tenemos por debajo las operaciones de canje que mencioné previamente, cuatro de ellas durante el primer trimestre y una a mediados de agosto, para el vencimiento del bono ajustado por CER a fin de ese mes. En total, fueron 800 mil millones de pesos en operaciones de canje.
Asimismo, para seguir con esta descripción, entre ambas operaciones tenemos 1.9 billones de pesos que se componen con distintos instrumentos. Esto es parte de lo que será la estrategia que desplegaremos a lo largo de 2021.
En tal sentido, tenemos una estrategia pragmática en cuanto a la gestión de los instrumentos que están operativos para ofrecer dentro del menú. Por lo tanto, tenemos instrumentos más cortos, típicamente letras, de las que hemos utilizado unas veinte, y si se fijan, el mix de financiamiento es bien variado: tiene doce LEDES, letras a descuento en las que básicamente se fija una tasa en la licitación primaria -podemos pensar que al final del día es algo parecido a un plazo fijo porque tiene una tasa fija a lo largo de la vida del instrumento-; cuatro LEBACS, que son tasas de interés variables en las que se paga un spread en general pequeño por sobre la tasa BADLAR -una de las tasas de referencia del sistema financiero-; y cuatro LECER, letras ajustables por CER, que generalmente emitimos con rendimiento muy bajo, por ejemplo, el de la licitación de ayer fue inferior al uno por ciento en las letras más cortas.
Además, tenemos bonos un poco más largos; emitimos diez bonos en total y siete de ellos son con CER. Obviamente, aquí aparece la cuestión de la extensión de los plazos y cuál es la característica del sistema del mercado de capitales local y nacional.
En lo que se refiere a la extensión de los plazos, es algo complejo; es un desafío en el que hemos trabajado y queremos profundizar. En cuanto a la utilización de instrumentos ajustables por CER, es una herramienta que permite la extensión de plazos, que consideramos prudente utilizar siempre y cuando el retorno real que ese instrumento ofrece sea acotado, es decir, un punto o dos puntos por encima de la inflación. Ello es compatible con una economía que va a recuperarse y no solo va a acompañar su nominalidad, sino que a medida que logre cierto crecimiento podrá hacer viable el pago de esos instrumentos sin generar ningún tipo de tensión monetaria, cambiaria o financiera.
Por último, se emitieron dos BONCER que son los más largos que actualmente tenemos en la curva, si bien hay otros títulos más largos, como los ajustados por CER de los canjes de 2005 y 2010. Sin embargo, los dos más largos que emitió esta administración por el momento son dos BONCER 2026-2028. Tal vez los señores y señoras diputadas recuerden que nos referimos a ello, y que el Congreso nos apoyó fuertemente, en oportunidad de la aprobación de la ley para la restauración de la sostenibilidad de la deuda pública bajo ley local.
Particularmente, esos dos bonos se invirtieron para aquellos ahorristas o inversores que quisieran ejercer una opción de pesificación de tenencias; ahora nos referiremos a ello.
Obviamente, hay una dinámica de títulos que se van cancelando, que dejan de existir. Amortizamos en su totalidad dieciocho títulos o letras que fueron emitidos antes del 10 de diciembre de 2019.
De manera adicional a esta estrategia de desarrollo del mercado local en pesos, y a este compromiso de la administración en lo que se refiere a honrar este tipo de deuda, se efectuaron operaciones de conversión de títulos en dólares a títulos en pesos. En ese sentido, en el universo de títulos de deuda en dólares estaba el muy conocido caso de las LETES, que habían sido reperfiladas inicialmente por la administración anterior y que, como se trata de letras que son a descuento y había que pagar la totalidad del capital, diferimos los pagos el día 20 de diciembre.
Entonces, esos instrumentos se encontraban en situación de diferimiento -porque era capital que ya se había cancelado- y se trataron de manera distinta a los instrumentos en dólares en los que, como recordarán, los cupones de intereses fueron abonados a lo largo del año 2020, en particular hasta marzo.
Esa situación generaba la posibilidad de pasar de un segmento que estaba non performing a un segmento que ya estaba normalizado, como era el de la deuda en pesos. Muchos inversores, mayoritariamente del medio local, encontraban atractiva esta oportunidad.
Para nosotros también era una oportunidad de reducir la exposición al endeudamiento en divisas, por lo tanto, realizamos operaciones -siempre voluntarias- de canje de deuda de instrumentos en dólares por instrumentos en pesos. De esta manera obtuvimos una pesificación de unos 6.685 millones de dólares a lo largo de distintas operaciones, complementadas por 804 millones de dólares que fueron pesificados vía el Boncer 2028 y 2026 emitidos en la operación del canje local finalizado el 15 de septiembre pasado.
A su vez hay un universo un poco distinto que es el de títulos o letras que son denominadas en dólares, pero pagaderas en pesos. Son los instrumentos a veces llamados dólar-linked que también fueron sujeto de distintas operaciones de conversión por casi 2.000 millones de dólares en valor nominal.
Hasta aquí fue un poco para sintetizar cómo esta estrategia se traduce en algunos indicadores concretos. Ahora vemos en el siguiente gráfico dos curvas, en el eje vertical tenemos la TIR, la Tasa Interna de Retorno de los instrumentos, y el rendimiento si uno va a comprar el instrumento al mercado secundario.
Esa curva, con valores de tasas de retornos tan altas, fue la situación heredada que encontramos. Hoy por hoy, tenemos la curva que se ve más abajo. Allí se observa que todos los instrumentos por CER -alguno de ellos con una duración muy importante-, están cotizando con retornos menores, en todos los casos, al 7 u 8 por ciento en los instrumentos más largos. Para los instrumentos convencionales de 2021, 2022 y 2023 son retornos muy bajos que están en el orden del 1 o 2 por ciento.
Esto es muy importante porque es parte también de lo que íbamos a lograr durante el 2021. El plan es que este mayor endeudamiento en el mercado local, que viene atado al programa financiero que ahora vamos a comentar, no genere una distorsión en el largo plazo y no genere un problema de sostenibilidad futura. Queremos que la próxima administración que ingrese -cuándo haya un recambio según el resultado electoral- encuentre algo mucho más ordenado. Y eso ocurrirá si logramos mantener la tendencia que tuvimos durante el 2020.
Hay un subproducto de esta estrategia -que muchos de ustedes lo ven en sus provincias-, ya que la normalización del segmento de pesos también permitió a esas jurisdicciones un acceso fluido. A partir de la normalización que se diera de la situación de la deuda pública nacional las provincias también tienen la oportunidad de financiar parte de sus necesidades en el mercado local en pesos.
Hubo numerosas licitaciones y una gran cantidad de instrumentos que las provincias están emitiendo. Esto no hubiera sido posible si no se hubiera normalizado el segmento desde el Estado nacional.
¿Cómo vemos esta normalización en la práctica y qué estamos esperando para el fin del 2020 y también para el 2021? Como dijimos, marzo y abril fueron meses donde logramos despejar muchas de las incertidumbres asociadas a la deuda en pesos. A partir de mayo comenzamos a ver que, en las sucesivas rondas de licitaciones que hacíamos a lo largo de mes, no sólo lográbamos captar la totalidad de las amortizaciones y del interés que venciera en cada ocasión, sino que también logramos -como sucedió en mayo- un pequeño excedente de financiamiento que fue creciendo a lo largo de los meses.
Estos números que ven aquí son promedios móviles de tres meses para suavizar, porque a veces los vencimientos de un mes son más grandes que en otro, entonces no todos los meses son muy comparables. En el mes de agosto tenemos el mayor índice de renovación que fue del orden del 160 por ciento. En el mes de septiembre también vamos a terminar con un ratio de roll over superior al cien por ciento, con lo cual esta tendencia se mantiene.
Por último, esta filmina quizá es menos intuitiva, pero básicamente pretende detallar que en la medida que el mercado se va normalizando podríamos ir tratando de mover el tipo de instrumentos y el set de financiamiento elegido hacia plazos más largos. Allí se puede ver que el tamaño del círculo hace referencia al tamaño -relativo- de las emisiones de cada mes. También se observa que hay una tendencia con el correr de los meses a que los nuevos instrumentos que vamos emitiendo tengan un promedio de madurez mayor.
Obviamente, esto va generando una sensación de tranquilidad, una sensación de holgura y, de alguna manera, retroalimenta una dinámica positiva con el mercado en general.
Hasta aquí lo referido al segmento en pesos que, como dijimos, es muy importante porque será uno de los ejes sobres los cuales se va a enfocar el programa financiero de 2021.
También están las gestiones que realizamos para la restauración de la sostenibilidad de la deuda pública externa, donde veremos que también son muy importantes porque van a dar plafón a este programa financiero que presentaremos posteriormente.
El diagnóstico es claro: si volvemos a la situación del 10 de diciembre, nos encontrábamos con un stock de deuda que tenía una serie de complejidades. Lo más complejo eran los abultados vencimientos que ocurrirían a lo largo de los años siguientes. Pero además tenían una muy elevada carga de intereses en el sentido de la sostenibilidad -algo que el ministro ya explicó en distintas ocasiones-, con una tasa de interés que no era compatible con la capacidad de crecimiento y de generación de divisas de la economía. Por lo tanto, esa era una situación que había que atacar muy rápidamente.
Por ejemplo, algo similar a lo que ocurría con las letras en pesos ocurría con las LETES. Hablamos de esas LETES que habían sido reperfiladas y que también cotizaban 30 o 40 por ciento de su valor facial. O sea, cien dólares en LETES se podían conseguir en el mercado secundario con 30 dólares. Eso también era una muestra de lo compleja de la situación heredada. Obviamente, el acceso al mercado internacional y al mercado local estaba completamente cerrado para emisiones en dólares, tanto para el sector público nacional, como también -como decíamos- para las provincias.
Fíjense lo que señalábamos acerca de la concentración de los vencimientos. Si bien el 2020 en el tramo externo no era un año particularmente complejo por el lado de las amortizaciones de capital -había un solo vencimiento de capital-, eran numerosos e importantes los vencimientos de deuda en el tramo local.
Si completamos el período 2020-2024, el total de pagos que hubiera habido que hacer con la estructura de financiamiento que recibimos era del orden de los 100.000 millones de dólares. Esto incluye, tanto lo que había que pagar por títulos públicos, como también el préstamo del Fondo Monetario Internacional.
Para sintetizar lo que fue ese proceso de insostenibilidad, tenemos algunos datos concretos. Por ejemplo, el 44 por ciento de la deuda se encontraba bajo legislación extranjera, con las complejidades en términos de restructuración que eso implica, y también el incremento de lo que fue la exposición a moneda dura que tiene las dificultades que todos conocemos.
Entonces, con ese diagnóstico y esa situación de insostenibilidad, el ministro lideró una serie de acciones. En este sentido, en lo que compete al Congreso -agradeciendo, como siempre lo hace el ministro, el apoyo que el Legislativo ha brindado de manera generosa a todo lo que fue la estrategia de restauración de la sostenibilidad-, tuvimos distintas interacciones con los legisladores. En particular, la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva que se aprobó en diciembre del año pasado fue muy importante para poder mantener un proceso ordenado a lo largo de todos los meses subsiguientes. ¿Por qué? Porque nos permitió utilizar hasta 5.571 millones de dólares de las reservas para atender obligaciones en moneda extranjera. En breve vamos a detallar este tema, ya que no todo ese monto terminó finalmente siendo utilizado. De todas maneras, esa ley fue muy importante para poder tener este proceso ordenado.
Más tarde, en el mes de enero del corriente año, tuvimos una segunda ley -la 27.544- que estableció el marco para la reestructuración externa y que, posteriormente, fue instrumentada mediante tres decretos reglamentarios.
El decreto 391/20, que se condice con lo que fue la primera oferta, allá por el mes de abril; el decreto 582/20, en el mes de julio, una rectificatoria que fue la primera enmienda al suplemento del prospecto que la República Argentina presentó ante la SEC; y, por último, el decreto 676/20, del 15 de agosto, a través del cual se realizó la segunda enmienda y rápidamente se alcanzó el acuerdo. O sea, a partir de este decreto se selló el acuerdo con los fondos internacionales.
Al mismo tiempo, mientras este proceso ocurría, es decir, mientras estas distintas instancias de negociación se fueron desarrollando, también tuvimos la sanción de la ley 27.544 de Restauración de la Sostenibilidad de la Deuda Pública bajo legislación local, que tuvo el apoyo de mayorías importantes en ambas Cámaras.
Tal como explicamos en aquella oportunidad, esto fue -y es- un antecedente muy importante para nosotros -como así también para la República Argentina en general- porque estableció el tratamiento equitativo de los títulos emitidos bajo legislación extranjera con los títulos emitidos bajo legislación local.
Sobre los resultados del canje, quiero decir que se trata de resultados definitivos. El canje externo involucraba activos por 66.185 millones de dólares, de los cuales 65.533 millones fueron reestructurados. Cabe recordar que en el tramo externo existen las llamadas CACs, las Cláusulas de Acción Colectiva que permiten que cuando se alcanzan ciertas mayorías, de alguna manera, el resto del universo inversor también termina con el mismo instrumento.
La aceptación de la propuesta fue del 94,55 por ciento, y luego se extendió hasta llegar al 99,01. Esto fue por la utilización de los mecanismos de Cláusulas de Acción Colectiva. Si bien lo explicamos varias veces, no está de más contar cómo fueron finalmente los resultados.
Para los nuevos instrumentos emitidos bajo legislación extranjera, terminamos con un cupón promedio del 3 por ciento -versus un 7 por ciento promedio de los títulos que había previo a las reestructuras- y con una quita promedio del 1,9 por ciento. Sobre esto podemos ahondar; el ministro lo ha explicado varias veces en su enfoque acerca de por qué hemos hecho tanto hincapié en la reducción de intereses como estrategia para la restauración de la sostenibilidad.
Por otro lado, el canje local, que alcanzaba los 41.433 millones de dólares, de los cuales hemos reestructurado -ya contabilizando el período tardío de aceptación, que terminó el 15 de septiembre- 41.188 millones de dólares. O sea, fue una reestructuración del 99,41 por ciento, un número realmente muy importante.
En el caso de la deuda local, el cupón promedio ponderado era un poco más alto que en la externa, en un orden del 7,6 por ciento.
Cabe recordar que ambas propuestas incluían un margen de opcionalidad, por lo que antes había que ver cuáles eran las elecciones de cada uno de los inversores. Hoy, ya con esas elecciones hechas, podemos afirmar que el cupón promedio que esa ley tendrá de ahora en más será del 2,8 por ciento, con una quinta de capital un poquito más grande, en el orden del 2,3 por ciento. Por lo tanto, el monto total reestructurado asciende a 106.721 millones de dólares; esto es el 99,16 por ciento de la deuda total elegible.
Algo muy importante: al momento de la formulación del programa financiero, tal como decía el secretario de Política Económica, no solo vamos a mirar al 2021, sino que también vamos a hacer algunas proyecciones para los siguientes tres años, tal como exige el marco normativo.
En términos de divisa, si nos concentramos en el período 2020-2024, el ahorro será del orden de los 42.000 millones de dólares; en un ratito vamos a mirar exactamente cómo se distribuyen a lo largo de los próximos tres años.
Entonces, esta hubiera sido la situación; este hubiera sido el 2021 que nosotros teníamos implícito en la situación previa a ambas reestructuras. Por tomar un punto en el tiempo, para el mes de agosto, el año calendario 2021 hubiera tenido vencimientos de capital de 6.100 millones de dólares y vencimientos en conceptos de intereses de 6.400 mil millones de dólares. Es decir que hubiéramos tenido 12.500 millones de dólares que afrontar durante 2021. Evidentemente, algo muy difícil de hacer.
Con posterioridad al canje, los desembolsos que la República Argentina tendrá que hacer en dólares son de solo 154 millones, tanto para la parte externa como local. Ese es el número que se ve reflejado en el programa financiero y en el presupuesto en general. Se trata de un dato muy importante ya que está en la formulación presupuestaria. Entonces, el número que veremos más adelante es 154 millones de dólares.
En la siguiente diapositiva vemos el mismo ejercicio que recién les mostraba para el año 2021, pero en este caso observamos cómo se proyecta hacia los años sucesivos, en particular a los años correspondientes a la formulación presupuestaria de 2021 a 2023. En esos tres años, previo al canje, había obligaciones por 39.600 millones de dólares, pero ahora -el dato está representado en las barritas que se ven en color azul en la diapositiva- están en el orden de los 3.600 millones de dólares, aproximadamente.
En la siguiente diapositiva vemos otro ejercicio -también interesante- que muestra un poco esta situación de insostenibilidad que afrontáramos el 10 de diciembre, en lo relativo a la carga de intereses que tenían estos instrumentos previos al canje y los que vamos a tener ahora con estas dos operaciones ya finalizadas. Antes del canje, hubiéramos experimentado cupones de interés en promedio ponderado del orden del 6,4 por ciento, aproximadamente; fíjense que varían levemente los números entre los próximos tres años porque va cambiando la participación de cada uno, pero, para redondear, hubiese sido aproximadamente de 6,5 por ciento durante estos tres años.
Por otro lado, para el año 2023, la carga de intereses será del 1,7 por ciento. Es decir que el cupón promedio ponderado que va a afrontar la economía será del 1,7 por ciento. Obviamente, parte de la estrategia utilizada ha sido la utilización de cupones crecientes en el tiempo, a medida que la economía se va recuperando y restaurando la capacidad de pago.
En la siguiente diapositiva, vemos otro ejercicio sobre los intereses netos de deuda, y con esto me acerco un poco más a lo que serán los números de la formulación presupuestaria. Se trata de aquel número que comentaba hace unos minutos el secretario de Hacienda del 1,5 por ciento para el año 2021. El ejercicio que resulta en un 2,9 por ciento es contrafactual sobre cuál hubiera sido la carga de intereses de haber continuado con la situación que teníamos al 10 de diciembre del 2019.
Pero para el cierre del año 2020 proyectamos una caída del 3,3 por ciento de diciembre de 2019 -que es lo que tendríamos que haber enfrentado de no mediar estas acciones- al 2,1 por ciento. Esto tiene su explicación en el hecho de que nosotros continuamos pagando intereses durante parte de la gestión -concretamente, hasta el mes de marzo- y que obviamente mantenemos el pago de intereses con todos los organismos multilaterales de crédito, que suman en esa cuenta. También es producto de lo que decidimos de manera estratégica -como lo comentamos previamente- en relación con el mercado de pesos, donde se han venido sirviendo los cupones de intereses.
Entonces, el grueso de ese 2,1 por ciento ya ocurrió, porque la mayoría de los pagos de deuda ya fueron realizados, a pesar de que todavía quedan algunas cuestiones que más adelante vamos a detallar sobre el cierre de 2020 y la drástica caída en 2021.
A continuación, me voy a referir al programa financiero. No sé si me estoy extendiendo mucho. Esto lo pusimos de forma que ayude a la comprensión de los distintos conceptos que se vierten en el proyecto de ley de presupuesto.
Como explicó el secretario de Hacienda, para la formulación del programa financiero partimos de un resultado primario bruto del 4,55 por ciento del PIB, que implica 1,7 billones de pesos, mientras que los intereses de la deuda representan un 1,77 por ciento. En ese caso, no nos estamos desdiciendo del 1,5 por ciento que mostramos previamente, porque -no sé si recuerdan- esos eran intereses netos de las rentas públicas del FGS. Así, cuando restamos las rentas públicas del FGS, tenemos ese 6 por ciento, al que hicieran referencia tanto el ministro en su alocución de la semana pasada, como el secretario de Hacienda recientemente. Este es el resultado financiero neto, si se quiere relevante, a la hora de diagramar el programa financiero. Insisto en que, para llegar a ese 6 por ciento, al resultado primario le agregamos los intereses de la deuda y le quitamos las rentas del Fondo de Garantía de Sustentabilidad.
Aquí tenemos uno de los primeros conceptos que traemos a consideración a la hora de la formulación presupuestaria, específicamente, cuánto financiamiento provendrá de las utilidades del Banco Central. En este caso, el proyecto de ley de presupuesto prevé la utilización 800.000 millones de pesos, equivalentes al 2,14 del PIB, en concepto de utilidades. Eso da un resultado financiero neto del 3,88 por ciento, es decir, 1,45 billones de pesos, incluyéndose las rentas del FGS y la previsión de utilización de los fondos del Banco Central.
En esta filmina queremos mostrar el desglose que tendremos que hacer para llegar a lo que llamamos las necesidades netas de financiamiento. O sea, cuánto financiamiento tendremos que buscar al final del día. En ese caso, cuando agregamos los intereses de la deuda, tenemos un 2,12 por ciento de resultado primario neto. Además, si tomamos en cuenta la inversión financiera neta -que es el producto de las colocaciones habituales de los excedentes de liquidez de los distintos organismos y de la administración de los pasivos de la administración pública nacional-, todo eso redondea un 3,14 por ciento de las necesidades netas de financiamiento. Digamos que ese es el número económicamente relevante en términos de la formulación presupuestaria y, para decirlo de alguna manera, el verdadero desafío deberemos afrontar durante el ejercicio 2021.
En la siguiente slide figuran algunos de los supuestos. Obviamente hay un PIB que sirve para todas las bases de cálculos. Dejo la presentación a disposición de las señoras diputadas y de los señores diputados para que puedan ver de dónde salen todas estas definiciones que de alguna manera ya hemos explicado.
La siguiente slide es bien importante porque muestra las necesidades y las fuentes de financiamiento para 2021. Como dijimos, el déficit a financiar representa el 2,12 por ciento y los intereses representan un 1,77 por ciento.
Acerca de las amortizaciones de capital, vemos la descomposición en la pantalla. Fíjense que el grueso de los intereses está distribuido en una proporción relativamente similar entre los tres niveles de desagregación propuestos: el sector público nacional, el sector privado y los organismos internacionales. Pero, cuando vamos a la parte de amortizaciones, el grueso de las amortizaciones ocurre en el sector público.
Entonces, tenemos una situación particular para 2021 porque hay un mix. Algo muy importante que debemos mirar es qué financiamiento puede provenir del sector público o ser parte del "roleo" o de la renovación habitual de los distintos organismos del sector público nacional.
Cuando decimos que este es un presupuesto viable y asequible, también estamos mirando estas cuestiones. Tenemos poca necesidad de endeudamiento en divisas, poca necesidad de pagos en divisas -lo remarco por la dificultad que en el caso contrario ello acarrearía-, y estamos frente a un 2021 donde muchos de los vencimientos son con el sector público nacional, lo que refleja un punto de relativa ventaja, si se quiere, respecto de la situación de 2020.
Por el lado de las fuentes, hemos descompuesto entre sector público, privado y organismos internacionales, ítems que explicaré en detalle.
Si pasamos a la siguiente slide, vemos que los 6,2 billones de necesidades y fuentes están explicados en función de su composición. Del lado derecho vemos lo que decíamos acerca de que como hay muchos vencimientos con el sector privado nacional, los computamos como una fuente importante. Sin embargo, somos conscientes de que tenemos un desafío que está reflejado en el incremento a partir de la exposición al sector privado -señalado con los bloques grises en ambas barras-, que a continuación voy a detallar a qué monto asciende.
Señor presidente: siendo las 19 y 30 horas, no sé cómo sugiere que continúe. Me quedan solamente tres slides.
Decía que es realista porque es compatible con otro de los objetivos que hemos priorizado en la gestión del ministro, que es el desarrollo del mercado de capitales local. Es uno de los pilares que vamos a sostener como fuente de financiamiento para el (inaudible).
Como decía también es prudente porque hace un uso razonable y equilibrado de las distintas herramientas de financiamiento disponible, que no son ilimitadas pero que tratamos de combinar de manera que coadyuven con otros objetivos macroeconómicos.
Si me permiten, voy a detallar dos grandes temas a lo largo de la presentación. En primer lugar, repasaré las gestiones realizadas para la restauración de la sostenibilidad de la deuda pública, y esto no es simplemente reiteración de otras cuestiones que se han dicho. Nosotros entendemos que ese proceso de restauración de la sostenibilidad es lo que da pie, como decía, a tener la posibilidad de poder presentar un primer programa financiero viable, donde uno de los ejes -como ya anticipó el secretario de Hacienda- es la reducción significativa de la carga de interés de la deuda pública que vamos a tener para el presupuesto 2021.
Entonces, vamos a hacer hincapié en dos ejes, lo que venido haciendo en el mercado (inaudible) y, por supuesto, los procesos de restauración de la sostenibilidad que involucran a la deuda en dólares o a otras divisas vinculadas a operaciones que hemos finalizado recientemente.
Luego, ahondar un poco más en la cuestión del programa financiero 2021, algunos de los supuestos, algunas de las aclaraciones, por tipo de acreedor, vamos a ver cómo es ese desglose para el sector público, para el sector privado y también lo que respecta a los organismos multilaterales.
Vamos a comenzar con la deuda en pesos. ¿Cuál es la situación que nosotros encontramos cuando asumimos el 10 de diciembre? En primer lugar, una situación que se había dado a partir del mes de agosto de 2019, con el decreto 596, donde se reperfilaron de manera generalizada los títulos públicos en pesos, que habían sido emitidos algunos de ellos durante la gestión anterior y otros más tarde también.
Nos enfrentamos con una situación anómala en ese sentido, pero también mirando el 2020 teníamos un muy elevado nivel de vencimientos de aproximadamente 1.5 billones de pesos, que además por como se dio el calendario del año estaban fundamentalmente concentrados en la primera mitad del año. El 74 por ciento de esos vencimientos en pesos ocurrían durante el primer semestre.
Este número importante de 1.5 billones de pesos, hacemos la aclaración de que se trata de vencimientos del sector privado.
Por paridades muy bajas, paridades de un título que pagaba 100 de intereses, a los próximos meses, se podía conseguir a 35 o 40 pesos en el mercado secundario. Eso implica en los títulos más cortos, los rendimientos que estuvieran en el orden del 200 ó 300 por ciento. Es decir, títulos con muy bajas paridades, con tasas de interés implícitas totalmente incompatibles con la producción, el empleo, y por supuesto, con la sostenibilidad que el ministro se había propuesta restaurar.
Entonces, esa era la situación al 10 de diciembre, muy compleja. ¿Cuál fue la estrategia? Un poco lo que aquí vamos a comentar va a ser que las estrategias seguidas en los segmentos de pesos y de dólares no necesariamente fueron similares, aunque sí tenían como eje la restauración de la sostenibilidad.
La primera cuestión, obviamente, es la recuperación del financiamiento a través del desarrollo del mercado doméstico porque entendemos que a partir de allí se pueden desplegar las políticas públicas que hemos encarado durante este año, parcialmente con nuevo dinero que hemos empezado a obtener del mercado de crédito y, obviamente, con el impulso a la reactivación productiva, que es lo que plantea este proyecto de presupuesto para 2021.
Esto también implicaba un desafío porque, en el marco en el que el ministro desea desplegar el accionar, un objetivo muy importante es que la financiación, el acceso al mercado de capitales, no es a cualquier costo. El acceso tiene que ser a tasa sostenible. ¿Por qué? Porque cuando las tasas no son sostenibles, las dinámicas de deuda -más tarde o más temprano- terminan haciendo imposible la financiación.
Entonces, la verdad es que era una restricción doble. Una restricción por la situación objetiva, heredada, y también porque no queríamos -justamente- alterar este principio rector que hemos seguido a lo largo de la política de gestión de deuda en todos estos meses.
Además, también hay que tener en cuenta, obviamente, la disminución de la exposición al sector público a la deuda de corto plazo, la cuestión de dólares, y, como todos sabemos, los problemas que generan en el endeudamiento sostenible también están asociados -como señalaba el secretario de Política Económica- a la restricción externa, y muchas veces son un agravante de esa situación. Por lo tanto, ahí hay un objetivo a largo plazo que siempre hay que atender.
Asimismo, como ya señalamos, está la cuestión del abultado perfil de corto plazo de la deuda que hace más difícil la posibilidad de renovación.
Entonces, en cuanto a la deuda en pesos, hemos seguido una secuencia que ahora vamos a detallar. Nosotros muy temprano, en el comienzo de la gestión, a los diez días de haber asumido el presidente Alberto Fernández, hicimos nuestra primera licitación de instrumentos en pesos, que se habían interrumpido unos seis meses atrás. Las últimas tasas en esas emisiones primarias habían sido en torno al 70 por ciento. Como decía anteriormente, las paridades de los títulos implicaban tasas de retorno todavía superiores en el mercado secundario.
Esta estrategia de administración de pasivos ha incluido distintos tipos de operaciones, la primera licitación -como decía- fue en diciembre y tan temprano como el 20 de enero hicimos un primer canje de activos en pesos, las LECAPS, que eran las letras a descuento, que habían sido un vehículo importante de la agenda financiera en la administración anterior. Hicimos una primera operación de canje por unos 60.000 millones de pesos aproximadamente el día 20 de enero e introdujimos ahí nuestras primeras letras ajustadas por tasa variable, por tasa BADLAR, con un spread que ya fue señalizándole al mercado que las tasas que nosotros íbamos a estar convalidando iban a ser muy inferiores a las que se habían convalidado previamente y sí compatibles con un retorno a la actividad y a la producción.
Esto fue desplegándose a lo largo de los meses, se fueron haciendo sucesivas licitaciones donde siempre hemos hecho hincapié en el desarrollo de instrumentos sostenibles y en la ampliación de los instrumentos de ahorro para el ahorrista nacional, para el inversor nacional, siempre con tasas sostenibles que nosotros entendemos que son tasas de retorno positiva. Eso es importante. Nosotros también creemos en la necesidad de remunerar el ahorro doméstico con un retorno positivo.
Con el correr de los meses, a partir del 4 de marzo, hicimos otra operación de canje en la que pudimos renovar un vencimiento -la A2M2- que caía cerca del 6 de marzo.
Posteriormente, a fines de marzo y sobre todo en el mes de abril, hicimos dos operaciones de crédito muy importantes que involucraron a una familia de bonos -en el caso del canje de fines de marzo- y a un bono ajustable por CER, que era un vencimiento muy abultado de abril.
A partir de abril, despejada la incertidumbre de corto plazo, asociada a vencimientos tan grandes en cuantía por especies de bonos y que ponían tanta incertidumbre en el mercado sobre la capacidad de renovación -recordemos que un contexto de falta de acceso al financiamiento implica que solo queda el financiamiento monetario como alternativa-, una vez despejados esos vencimientos, comenzamos a transitar un sendero de mayor normalidad que es lo que se observa en estos últimos dos o tres meses.
Simplemente quiero comentar algunos números. Hemos realizado veintisiete operaciones de normalización y fortalecimiento del mercado de crédito local -veintisiete licitaciones, la última el día de ayer por 60 mil millones de pesos-, de manera de canalizar liquidez desde la situación de mercado hacia instrumentos de obra pública. En ese sentido, sabemos que es un desafío difícil, porque el ahorrista argentino tiende en general a tener pocos vehículos de diversificación y de búsqueda de retorno. Creemos que la profundización de esta estrategia también contribuye en esa dirección.
A lo largo de 2020 hemos emitido 1.2 billones de pesos entre letras y bonos. Digo esto para que tengan una idea de la magnitud de lo que estamos haciendo porque también les vamos a contar qué esperamos hacer en 2021. Cuando decimos que lo que queremos hacer el año próximo es asequible es porque ya hemos desplegado esta estrategia durante 2020 y podemos mostrar números concretos que ayuden a entender que ella es realmente viable.
Además, hicimos cinco operaciones de canje, la primera de ellas en enero, luego dos en marzo y dos más en abril. Por lo tanto, si sumamos las operaciones de canje más las licitaciones habituales que hacemos por calendario, podemos llegar aproximadamente a 2 billones de pesos en distintas colocaciones y modalidades; 1.9 billones de pesos.
En relación con la cronología, durante el primer trimestre esta estrategia no se hizo de la noche a la mañana, sino que fue un proceso interactivo con los distintos actores del mercado. En el primer trimestre obtuvimos financiamiento por 143 mil millones de pesos y en el segundo, eso se aceleró de manera notable hasta alcanzar casi 475 mil millones de pesos. Solo entre julio y agosto llevamos un valor muy cercano al del segundo trimestre, y computando las tres licitaciones que hicimos en septiembre, el valor del tercer trimestre es sustantivamente mayor, cercano a los 600 mil millones de pesos.
Aquí estamos usando los datos de agosto porque son los últimos de los que hay registro público -obviamente, hay que esperar unos días más para tener los de septiembre- y vemos que entre enero y agosto se registraron aproximadamente 1.1 billones en emisiones.
Además, tenemos por debajo las operaciones de canje que mencioné previamente, cuatro de ellas durante el primer trimestre y una a mediados de agosto, para el vencimiento del bono ajustado por CER a fin de ese mes. En total, fueron 800 mil millones de pesos en operaciones de canje.
Asimismo, para seguir con esta descripción, entre ambas operaciones tenemos 1.9 billones de pesos que se componen con distintos instrumentos. Esto es parte de lo que será la estrategia que desplegaremos a lo largo de 2021.
En tal sentido, tenemos una estrategia pragmática en cuanto a la gestión de los instrumentos que están operativos para ofrecer dentro del menú. Por lo tanto, tenemos instrumentos más cortos, típicamente letras, de las que hemos utilizado unas veinte, y si se fijan, el mix de financiamiento es bien variado: tiene doce LEDES, letras a descuento en las que básicamente se fija una tasa en la licitación primaria -podemos pensar que al final del día es algo parecido a un plazo fijo porque tiene una tasa fija a lo largo de la vida del instrumento-; cuatro LEBACS, que son tasas de interés variables en las que se paga un spread en general pequeño por sobre la tasa BADLAR -una de las tasas de referencia del sistema financiero-; y cuatro LECER, letras ajustables por CER, que generalmente emitimos con rendimiento muy bajo, por ejemplo, el de la licitación de ayer fue inferior al uno por ciento en las letras más cortas.
Además, tenemos bonos un poco más largos; emitimos diez bonos en total y siete de ellos son con CER. Obviamente, aquí aparece la cuestión de la extensión de los plazos y cuál es la característica del sistema del mercado de capitales local y nacional.
En lo que se refiere a la extensión de los plazos, es algo complejo; es un desafío en el que hemos trabajado y queremos profundizar. En cuanto a la utilización de instrumentos ajustables por CER, es una herramienta que permite la extensión de plazos, que consideramos prudente utilizar siempre y cuando el retorno real que ese instrumento ofrece sea acotado, es decir, un punto o dos puntos por encima de la inflación. Ello es compatible con una economía que va a recuperarse y no solo va a acompañar su nominalidad, sino que a medida que logre cierto crecimiento podrá hacer viable el pago de esos instrumentos sin generar ningún tipo de tensión monetaria, cambiaria o financiera.
Por último, se emitieron dos BONCER que son los más largos que actualmente tenemos en la curva, si bien hay otros títulos más largos, como los ajustados por CER de los canjes de 2005 y 2010. Sin embargo, los dos más largos que emitió esta administración por el momento son dos BONCER 2026-2028. Tal vez los señores y señoras diputadas recuerden que nos referimos a ello, y que el Congreso nos apoyó fuertemente, en oportunidad de la aprobación de la ley para la restauración de la sostenibilidad de la deuda pública bajo ley local.
Particularmente, esos dos bonos se invirtieron para aquellos ahorristas o inversores que quisieran ejercer una opción de pesificación de tenencias; ahora nos referiremos a ello.
Obviamente, hay una dinámica de títulos que se van cancelando, que dejan de existir. Amortizamos en su totalidad dieciocho títulos o letras que fueron emitidos antes del 10 de diciembre de 2019.
De manera adicional a esta estrategia de desarrollo del mercado local en pesos, y a este compromiso de la administración en lo que se refiere a honrar este tipo de deuda, se efectuaron operaciones de conversión de títulos en dólares a títulos en pesos. En ese sentido, en el universo de títulos de deuda en dólares estaba el muy conocido caso de las LETES, que habían sido reperfiladas inicialmente por la administración anterior y que, como se trata de letras que son a descuento y había que pagar la totalidad del capital, diferimos los pagos el día 20 de diciembre.
Entonces, esos instrumentos se encontraban en situación de diferimiento -porque era capital que ya se había cancelado- y se trataron de manera distinta a los instrumentos en dólares en los que, como recordarán, los cupones de intereses fueron abonados a lo largo del año 2020, en particular hasta marzo.
Esa situación generaba la posibilidad de pasar de un segmento que estaba non performing a un segmento que ya estaba normalizado, como era el de la deuda en pesos. Muchos inversores, mayoritariamente del medio local, encontraban atractiva esta oportunidad.
Para nosotros también era una oportunidad de reducir la exposición al endeudamiento en divisas, por lo tanto, realizamos operaciones -siempre voluntarias- de canje de deuda de instrumentos en dólares por instrumentos en pesos. De esta manera obtuvimos una pesificación de unos 6.685 millones de dólares a lo largo de distintas operaciones, complementadas por 804 millones de dólares que fueron pesificados vía el Boncer 2028 y 2026 emitidos en la operación del canje local finalizado el 15 de septiembre pasado.
A su vez hay un universo un poco distinto que es el de títulos o letras que son denominadas en dólares, pero pagaderas en pesos. Son los instrumentos a veces llamados dólar-linked que también fueron sujeto de distintas operaciones de conversión por casi 2.000 millones de dólares en valor nominal.
Hasta aquí fue un poco para sintetizar cómo esta estrategia se traduce en algunos indicadores concretos. Ahora vemos en el siguiente gráfico dos curvas, en el eje vertical tenemos la TIR, la Tasa Interna de Retorno de los instrumentos, y el rendimiento si uno va a comprar el instrumento al mercado secundario.
Esa curva, con valores de tasas de retornos tan altas, fue la situación heredada que encontramos. Hoy por hoy, tenemos la curva que se ve más abajo. Allí se observa que todos los instrumentos por CER -alguno de ellos con una duración muy importante-, están cotizando con retornos menores, en todos los casos, al 7 u 8 por ciento en los instrumentos más largos. Para los instrumentos convencionales de 2021, 2022 y 2023 son retornos muy bajos que están en el orden del 1 o 2 por ciento.
Esto es muy importante porque es parte también de lo que íbamos a lograr durante el 2021. El plan es que este mayor endeudamiento en el mercado local, que viene atado al programa financiero que ahora vamos a comentar, no genere una distorsión en el largo plazo y no genere un problema de sostenibilidad futura. Queremos que la próxima administración que ingrese -cuándo haya un recambio según el resultado electoral- encuentre algo mucho más ordenado. Y eso ocurrirá si logramos mantener la tendencia que tuvimos durante el 2020.
Hay un subproducto de esta estrategia -que muchos de ustedes lo ven en sus provincias-, ya que la normalización del segmento de pesos también permitió a esas jurisdicciones un acceso fluido. A partir de la normalización que se diera de la situación de la deuda pública nacional las provincias también tienen la oportunidad de financiar parte de sus necesidades en el mercado local en pesos.
Hubo numerosas licitaciones y una gran cantidad de instrumentos que las provincias están emitiendo. Esto no hubiera sido posible si no se hubiera normalizado el segmento desde el Estado nacional.
¿Cómo vemos esta normalización en la práctica y qué estamos esperando para el fin del 2020 y también para el 2021? Como dijimos, marzo y abril fueron meses donde logramos despejar muchas de las incertidumbres asociadas a la deuda en pesos. A partir de mayo comenzamos a ver que, en las sucesivas rondas de licitaciones que hacíamos a lo largo de mes, no sólo lográbamos captar la totalidad de las amortizaciones y del interés que venciera en cada ocasión, sino que también logramos -como sucedió en mayo- un pequeño excedente de financiamiento que fue creciendo a lo largo de los meses.
Estos números que ven aquí son promedios móviles de tres meses para suavizar, porque a veces los vencimientos de un mes son más grandes que en otro, entonces no todos los meses son muy comparables. En el mes de agosto tenemos el mayor índice de renovación que fue del orden del 160 por ciento. En el mes de septiembre también vamos a terminar con un ratio de roll over superior al cien por ciento, con lo cual esta tendencia se mantiene.
Por último, esta filmina quizá es menos intuitiva, pero básicamente pretende detallar que en la medida que el mercado se va normalizando podríamos ir tratando de mover el tipo de instrumentos y el set de financiamiento elegido hacia plazos más largos. Allí se puede ver que el tamaño del círculo hace referencia al tamaño -relativo- de las emisiones de cada mes. También se observa que hay una tendencia con el correr de los meses a que los nuevos instrumentos que vamos emitiendo tengan un promedio de madurez mayor.
Obviamente, esto va generando una sensación de tranquilidad, una sensación de holgura y, de alguna manera, retroalimenta una dinámica positiva con el mercado en general.
Hasta aquí lo referido al segmento en pesos que, como dijimos, es muy importante porque será uno de los ejes sobres los cuales se va a enfocar el programa financiero de 2021.
También están las gestiones que realizamos para la restauración de la sostenibilidad de la deuda pública externa, donde veremos que también son muy importantes porque van a dar plafón a este programa financiero que presentaremos posteriormente.
El diagnóstico es claro: si volvemos a la situación del 10 de diciembre, nos encontrábamos con un stock de deuda que tenía una serie de complejidades. Lo más complejo eran los abultados vencimientos que ocurrirían a lo largo de los años siguientes. Pero además tenían una muy elevada carga de intereses en el sentido de la sostenibilidad -algo que el ministro ya explicó en distintas ocasiones-, con una tasa de interés que no era compatible con la capacidad de crecimiento y de generación de divisas de la economía. Por lo tanto, esa era una situación que había que atacar muy rápidamente.
Por ejemplo, algo similar a lo que ocurría con las letras en pesos ocurría con las LETES. Hablamos de esas LETES que habían sido reperfiladas y que también cotizaban 30 o 40 por ciento de su valor facial. O sea, cien dólares en LETES se podían conseguir en el mercado secundario con 30 dólares. Eso también era una muestra de lo compleja de la situación heredada. Obviamente, el acceso al mercado internacional y al mercado local estaba completamente cerrado para emisiones en dólares, tanto para el sector público nacional, como también -como decíamos- para las provincias.
Fíjense lo que señalábamos acerca de la concentración de los vencimientos. Si bien el 2020 en el tramo externo no era un año particularmente complejo por el lado de las amortizaciones de capital -había un solo vencimiento de capital-, eran numerosos e importantes los vencimientos de deuda en el tramo local.
Si completamos el período 2020-2024, el total de pagos que hubiera habido que hacer con la estructura de financiamiento que recibimos era del orden de los 100.000 millones de dólares. Esto incluye, tanto lo que había que pagar por títulos públicos, como también el préstamo del Fondo Monetario Internacional.
Para sintetizar lo que fue ese proceso de insostenibilidad, tenemos algunos datos concretos. Por ejemplo, el 44 por ciento de la deuda se encontraba bajo legislación extranjera, con las complejidades en términos de restructuración que eso implica, y también el incremento de lo que fue la exposición a moneda dura que tiene las dificultades que todos conocemos.
Entonces, con ese diagnóstico y esa situación de insostenibilidad, el ministro lideró una serie de acciones. En este sentido, en lo que compete al Congreso -agradeciendo, como siempre lo hace el ministro, el apoyo que el Legislativo ha brindado de manera generosa a todo lo que fue la estrategia de restauración de la sostenibilidad-, tuvimos distintas interacciones con los legisladores. En particular, la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva que se aprobó en diciembre del año pasado fue muy importante para poder mantener un proceso ordenado a lo largo de todos los meses subsiguientes. ¿Por qué? Porque nos permitió utilizar hasta 5.571 millones de dólares de las reservas para atender obligaciones en moneda extranjera. En breve vamos a detallar este tema, ya que no todo ese monto terminó finalmente siendo utilizado. De todas maneras, esa ley fue muy importante para poder tener este proceso ordenado.
Más tarde, en el mes de enero del corriente año, tuvimos una segunda ley -la 27.544- que estableció el marco para la reestructuración externa y que, posteriormente, fue instrumentada mediante tres decretos reglamentarios.
El decreto 391/20, que se condice con lo que fue la primera oferta, allá por el mes de abril; el decreto 582/20, en el mes de julio, una rectificatoria que fue la primera enmienda al suplemento del prospecto que la República Argentina presentó ante la SEC; y, por último, el decreto 676/20, del 15 de agosto, a través del cual se realizó la segunda enmienda y rápidamente se alcanzó el acuerdo. O sea, a partir de este decreto se selló el acuerdo con los fondos internacionales.
Al mismo tiempo, mientras este proceso ocurría, es decir, mientras estas distintas instancias de negociación se fueron desarrollando, también tuvimos la sanción de la ley 27.544 de Restauración de la Sostenibilidad de la Deuda Pública bajo legislación local, que tuvo el apoyo de mayorías importantes en ambas Cámaras.
Tal como explicamos en aquella oportunidad, esto fue -y es- un antecedente muy importante para nosotros -como así también para la República Argentina en general- porque estableció el tratamiento equitativo de los títulos emitidos bajo legislación extranjera con los títulos emitidos bajo legislación local.
Sobre los resultados del canje, quiero decir que se trata de resultados definitivos. El canje externo involucraba activos por 66.185 millones de dólares, de los cuales 65.533 millones fueron reestructurados. Cabe recordar que en el tramo externo existen las llamadas CACs, las Cláusulas de Acción Colectiva que permiten que cuando se alcanzan ciertas mayorías, de alguna manera, el resto del universo inversor también termina con el mismo instrumento.
La aceptación de la propuesta fue del 94,55 por ciento, y luego se extendió hasta llegar al 99,01. Esto fue por la utilización de los mecanismos de Cláusulas de Acción Colectiva. Si bien lo explicamos varias veces, no está de más contar cómo fueron finalmente los resultados.
Para los nuevos instrumentos emitidos bajo legislación extranjera, terminamos con un cupón promedio del 3 por ciento -versus un 7 por ciento promedio de los títulos que había previo a las reestructuras- y con una quita promedio del 1,9 por ciento. Sobre esto podemos ahondar; el ministro lo ha explicado varias veces en su enfoque acerca de por qué hemos hecho tanto hincapié en la reducción de intereses como estrategia para la restauración de la sostenibilidad.
Por otro lado, el canje local, que alcanzaba los 41.433 millones de dólares, de los cuales hemos reestructurado -ya contabilizando el período tardío de aceptación, que terminó el 15 de septiembre- 41.188 millones de dólares. O sea, fue una reestructuración del 99,41 por ciento, un número realmente muy importante.
En el caso de la deuda local, el cupón promedio ponderado era un poco más alto que en la externa, en un orden del 7,6 por ciento.
Cabe recordar que ambas propuestas incluían un margen de opcionalidad, por lo que antes había que ver cuáles eran las elecciones de cada uno de los inversores. Hoy, ya con esas elecciones hechas, podemos afirmar que el cupón promedio que esa ley tendrá de ahora en más será del 2,8 por ciento, con una quinta de capital un poquito más grande, en el orden del 2,3 por ciento. Por lo tanto, el monto total reestructurado asciende a 106.721 millones de dólares; esto es el 99,16 por ciento de la deuda total elegible.
Algo muy importante: al momento de la formulación del programa financiero, tal como decía el secretario de Política Económica, no solo vamos a mirar al 2021, sino que también vamos a hacer algunas proyecciones para los siguientes tres años, tal como exige el marco normativo.
En términos de divisa, si nos concentramos en el período 2020-2024, el ahorro será del orden de los 42.000 millones de dólares; en un ratito vamos a mirar exactamente cómo se distribuyen a lo largo de los próximos tres años.
Entonces, esta hubiera sido la situación; este hubiera sido el 2021 que nosotros teníamos implícito en la situación previa a ambas reestructuras. Por tomar un punto en el tiempo, para el mes de agosto, el año calendario 2021 hubiera tenido vencimientos de capital de 6.100 millones de dólares y vencimientos en conceptos de intereses de 6.400 mil millones de dólares. Es decir que hubiéramos tenido 12.500 millones de dólares que afrontar durante 2021. Evidentemente, algo muy difícil de hacer.
Con posterioridad al canje, los desembolsos que la República Argentina tendrá que hacer en dólares son de solo 154 millones, tanto para la parte externa como local. Ese es el número que se ve reflejado en el programa financiero y en el presupuesto en general. Se trata de un dato muy importante ya que está en la formulación presupuestaria. Entonces, el número que veremos más adelante es 154 millones de dólares.
En la siguiente diapositiva vemos el mismo ejercicio que recién les mostraba para el año 2021, pero en este caso observamos cómo se proyecta hacia los años sucesivos, en particular a los años correspondientes a la formulación presupuestaria de 2021 a 2023. En esos tres años, previo al canje, había obligaciones por 39.600 millones de dólares, pero ahora -el dato está representado en las barritas que se ven en color azul en la diapositiva- están en el orden de los 3.600 millones de dólares, aproximadamente.
En la siguiente diapositiva vemos otro ejercicio -también interesante- que muestra un poco esta situación de insostenibilidad que afrontáramos el 10 de diciembre, en lo relativo a la carga de intereses que tenían estos instrumentos previos al canje y los que vamos a tener ahora con estas dos operaciones ya finalizadas. Antes del canje, hubiéramos experimentado cupones de interés en promedio ponderado del orden del 6,4 por ciento, aproximadamente; fíjense que varían levemente los números entre los próximos tres años porque va cambiando la participación de cada uno, pero, para redondear, hubiese sido aproximadamente de 6,5 por ciento durante estos tres años.
Por otro lado, para el año 2023, la carga de intereses será del 1,7 por ciento. Es decir que el cupón promedio ponderado que va a afrontar la economía será del 1,7 por ciento. Obviamente, parte de la estrategia utilizada ha sido la utilización de cupones crecientes en el tiempo, a medida que la economía se va recuperando y restaurando la capacidad de pago.
En la siguiente diapositiva, vemos otro ejercicio sobre los intereses netos de deuda, y con esto me acerco un poco más a lo que serán los números de la formulación presupuestaria. Se trata de aquel número que comentaba hace unos minutos el secretario de Hacienda del 1,5 por ciento para el año 2021. El ejercicio que resulta en un 2,9 por ciento es contrafactual sobre cuál hubiera sido la carga de intereses de haber continuado con la situación que teníamos al 10 de diciembre del 2019.
Pero para el cierre del año 2020 proyectamos una caída del 3,3 por ciento de diciembre de 2019 -que es lo que tendríamos que haber enfrentado de no mediar estas acciones- al 2,1 por ciento. Esto tiene su explicación en el hecho de que nosotros continuamos pagando intereses durante parte de la gestión -concretamente, hasta el mes de marzo- y que obviamente mantenemos el pago de intereses con todos los organismos multilaterales de crédito, que suman en esa cuenta. También es producto de lo que decidimos de manera estratégica -como lo comentamos previamente- en relación con el mercado de pesos, donde se han venido sirviendo los cupones de intereses.
Entonces, el grueso de ese 2,1 por ciento ya ocurrió, porque la mayoría de los pagos de deuda ya fueron realizados, a pesar de que todavía quedan algunas cuestiones que más adelante vamos a detallar sobre el cierre de 2020 y la drástica caída en 2021.
A continuación, me voy a referir al programa financiero. No sé si me estoy extendiendo mucho. Esto lo pusimos de forma que ayude a la comprensión de los distintos conceptos que se vierten en el proyecto de ley de presupuesto.
Como explicó el secretario de Hacienda, para la formulación del programa financiero partimos de un resultado primario bruto del 4,55 por ciento del PIB, que implica 1,7 billones de pesos, mientras que los intereses de la deuda representan un 1,77 por ciento. En ese caso, no nos estamos desdiciendo del 1,5 por ciento que mostramos previamente, porque -no sé si recuerdan- esos eran intereses netos de las rentas públicas del FGS. Así, cuando restamos las rentas públicas del FGS, tenemos ese 6 por ciento, al que hicieran referencia tanto el ministro en su alocución de la semana pasada, como el secretario de Hacienda recientemente. Este es el resultado financiero neto, si se quiere relevante, a la hora de diagramar el programa financiero. Insisto en que, para llegar a ese 6 por ciento, al resultado primario le agregamos los intereses de la deuda y le quitamos las rentas del Fondo de Garantía de Sustentabilidad.
Aquí tenemos uno de los primeros conceptos que traemos a consideración a la hora de la formulación presupuestaria, específicamente, cuánto financiamiento provendrá de las utilidades del Banco Central. En este caso, el proyecto de ley de presupuesto prevé la utilización 800.000 millones de pesos, equivalentes al 2,14 del PIB, en concepto de utilidades. Eso da un resultado financiero neto del 3,88 por ciento, es decir, 1,45 billones de pesos, incluyéndose las rentas del FGS y la previsión de utilización de los fondos del Banco Central.
En esta filmina queremos mostrar el desglose que tendremos que hacer para llegar a lo que llamamos las necesidades netas de financiamiento. O sea, cuánto financiamiento tendremos que buscar al final del día. En ese caso, cuando agregamos los intereses de la deuda, tenemos un 2,12 por ciento de resultado primario neto. Además, si tomamos en cuenta la inversión financiera neta -que es el producto de las colocaciones habituales de los excedentes de liquidez de los distintos organismos y de la administración de los pasivos de la administración pública nacional-, todo eso redondea un 3,14 por ciento de las necesidades netas de financiamiento. Digamos que ese es el número económicamente relevante en términos de la formulación presupuestaria y, para decirlo de alguna manera, el verdadero desafío deberemos afrontar durante el ejercicio 2021.
En la siguiente slide figuran algunos de los supuestos. Obviamente hay un PIB que sirve para todas las bases de cálculos. Dejo la presentación a disposición de las señoras diputadas y de los señores diputados para que puedan ver de dónde salen todas estas definiciones que de alguna manera ya hemos explicado.
La siguiente slide es bien importante porque muestra las necesidades y las fuentes de financiamiento para 2021. Como dijimos, el déficit a financiar representa el 2,12 por ciento y los intereses representan un 1,77 por ciento.
Acerca de las amortizaciones de capital, vemos la descomposición en la pantalla. Fíjense que el grueso de los intereses está distribuido en una proporción relativamente similar entre los tres niveles de desagregación propuestos: el sector público nacional, el sector privado y los organismos internacionales. Pero, cuando vamos a la parte de amortizaciones, el grueso de las amortizaciones ocurre en el sector público.
Entonces, tenemos una situación particular para 2021 porque hay un mix. Algo muy importante que debemos mirar es qué financiamiento puede provenir del sector público o ser parte del "roleo" o de la renovación habitual de los distintos organismos del sector público nacional.
Cuando decimos que este es un presupuesto viable y asequible, también estamos mirando estas cuestiones. Tenemos poca necesidad de endeudamiento en divisas, poca necesidad de pagos en divisas -lo remarco por la dificultad que en el caso contrario ello acarrearía-, y estamos frente a un 2021 donde muchos de los vencimientos son con el sector público nacional, lo que refleja un punto de relativa ventaja, si se quiere, respecto de la situación de 2020.
Por el lado de las fuentes, hemos descompuesto entre sector público, privado y organismos internacionales, ítems que explicaré en detalle.
Si pasamos a la siguiente slide, vemos que los 6,2 billones de necesidades y fuentes están explicados en función de su composición. Del lado derecho vemos lo que decíamos acerca de que como hay muchos vencimientos con el sector privado nacional, los computamos como una fuente importante. Sin embargo, somos conscientes de que tenemos un desafío que está reflejado en el incremento a partir de la exposición al sector privado -señalado con los bloques grises en ambas barras-, que a continuación voy a detallar a qué monto asciende.
Señor presidente: siendo las 19 y 30 horas, no sé cómo sugiere que continúe. Me quedan solamente tres slides.
SR. PRESIDENTE HELLER Termine con la presentación y luego consideraremos cómo seguimos.
SR. BASTOURRE Perfecto. Muchas gracias, señor presidente.
Como decíamos, aquí hay un desagregado de las fuentes por cada uno de los rubros. Fíjense que, del 3,15 por ciento del monto a financiar, una parte provendrá del sector público nacional. En particular, el proyecto de ley de presupuesto plantea la posibilidad de la utilización de adelantos transitorios del Banco Central por hasta 400.000 millones de pesos. Como vemos, el grueso de esos 406.000 que figuran en esta filmina corresponden a la utilización del mecanismo de adelantos transitorios. Además, están los 860.000 millones de pesos que atañen al sector privado y los vencimientos -en este caso expresados en pesos- correspondientes a los organismos multilaterales de crédito. Sobre esto último, paso a explicar brevemente cómo es la descomposición entre capital e intereses. Estamos previendo que la cifra de necesidad de financiamiento sea levemente negativa, si bien esto es consistente con un supuesto donde todas las amortizaciones son renovadas y los intereses son pagados parcialmente. Esa la razón por la cual hay un pequeño número negativo en el caso de los organismos.
Es importante aclarar que, en lo relativo a los organismos, el proyecto de ley de presupuesto supone que los vencimientos de capital con el Fondo Monetario Internacional y con el Club de París -este último en mayo de 2021- serán refinanciados, como explicó el ministro en su intervención de la semana anterior.
No es necesario detallar más lo que dice la pantalla para que todos puedan observar exactamente con mayor nivel de desagregado los usos y fuentes, los organismos, el sector público, tanto del lado izquierdo como del derecho de la ecuación.
Debo hacer alguna aclaración adicional sobre determinados actores para que quede en claro los supuestos por tipo de acreedor y para que todos tengan la información relevante.
Ahora vemos el panorama de vencimientos. Prevemos contar con una fuente de financiamiento importante que es el sector privado. En este punto debemos partir de la situación que tenemos con el sector privado. Por eso mostramos los vencimientos a lo largo de 2021: aparecen distintos tipos de instrumentos; son muy importantes las Letras que hemos estado emitiendo, pero también hay una serie de bonos. La mayoría de ellos han sido emitidos previamente pero nosotros también emitimos bonos atados por CER que vencen en 2021 y que conforman este universo de pagos que hay que realizar el próximo año.
Entonces, en la pantalla figura el pago de intereses y de capital por cada tipo de instrumento y nuestro lineamiento para el desarrollo del mercado de capitales local incluye una profundización de la estrategia que empleamos a lo largo de 2020, que es la utilización de un conjunto pragmático de herramientas atento a las condiciones financieras del mercado en cada momento, pero siempre bajo la premisa de ofrecer retornos positivos pero al mismo tiempo sostenibles.
En relación con las necesidades y fuentes para el sector público nacional, tal como explicáramos, el Banco Central de la República Argentina hace un cambio de 400.000 millones de pesos en conceptos de AT con intereses por las letras que tiene dicho banco en su poder. Básicamente con el Fondo de Garantía de Sustentabilidad y con el Banco Nación suponemos que se logrará la renovación completa del stock de capital e intereses. Hay un pequeño neto que más que nada tiene que ver con las letras o los títulos CER que adicionan algún efecto de interés intraanual que también se asume que será utilizado como fuente de financiamiento.
Es interesante aclarar que este presupuesto no asume un aumento de la exposición del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, ni del BNA ni de otros organismos más allá del pequeño efecto señalado del interés intraanual que aparece en la columna, que es un monto muy pequeño en relación con la exposición.
Esta otra lámina muestra algunos de los organismos como, por ejemplo, la Secretaría de Finanzas que juega un rol de coordinación si se quiere -como también le toca al secretario de Hacienda- con otras dependencias del Poder Ejecutivo nacional. En este caso nosotros trabajamos con la Secretaría de Asuntos Estratégicos que es la que lleva adelante todas las gestiones vinculadas con los organismos de crédito multilateral y los desembolsos de los distintos programas. Por lo tanto, nos nutrimos de la información que ellos nos proporcionan.
La planilla es un poco la síntesis de las distintas fuentes. Como decíamos, el presupuesto incluye el pago de las cuotas de interés de préstamos del Fondo Monetario Internacional -vamos a detallarlo-, pero se asume que se postergarán los pagos de las cuotas del capital que operan a partir del 2021. En el cuadro también figura la exposición con los distintos organismos como el BID, el Banco Mundial, y otros, tanto en pesos como en dólares. Además, recordemos que se encuentra pendiente el pago del vencimiento del mes de mayo con el Club de París con el que hemos iniciado conversaciones.
Ahora vemos el cronograma de vencimientos. Hay un vencimiento de interés adicional el próximo noviembre de 306 millones de dólares. Dentro del cierre del corriente año queda por pagar una cuota de interés adicional. La situación de vencimientos tan apilados que heredamos también incluyen el apilamiento producido por los vencimientos de capital. El Fondo Monetario Internacional en 2021 tiene vencimientos del 3.700 millones de dólares, pero en 2022 y 2023 las cifras son muy importantes por el préstamo histórico y récord de 44.500 millones de dólares que otorgara esa entidad.
La pantalla nos muestra la inversión financiera que, como decíamos, son gastos en aporte de capital, adquisición de acciones y concesión de préstamos. Son herramientas financieras tanto de la administración central como de los organismos descentralizados. El gráfico muestra los supuestos que estamos haciendo para este concepto.
Para finalizar, en pos de la transparencia y de cómo se hacen las proyecciones, tal como explicó el secretario de Política Económica nosotros también tenemos que hacer algunos supuestos respecto de la estrategia de renovación de los instrumentos. Es por esto que figura el tipo de cambio al cual se hicieron los cómputos. Todos esos números que se ven en la pantalla están reflejados en las distintas planillas y anexos. Por ende, todos los diputados y diputadas pueden entender de alguna manera cuáles fueron los supuestos económicos para la formulación presupuestaria. Por ejemplo, allí figura la tasa de emisión de los instrumentos CER que hemos estado utilizando. Asumimos que las renovaciones que se produzcan a lo largo del año serán del orden del CER más dos por ciento. Obviamente son supuestos y esto es consistente con la inflación pautada para 2021 que será del 29 por ciento. También se ven otras variables y así queda todo muy claro.
Espero no haberme extendido por demás. Agradezco al presidente, a los señores diputados y a las señoras diputadas por la amabilidad de haberme escuchado.
Como decíamos, aquí hay un desagregado de las fuentes por cada uno de los rubros. Fíjense que, del 3,15 por ciento del monto a financiar, una parte provendrá del sector público nacional. En particular, el proyecto de ley de presupuesto plantea la posibilidad de la utilización de adelantos transitorios del Banco Central por hasta 400.000 millones de pesos. Como vemos, el grueso de esos 406.000 que figuran en esta filmina corresponden a la utilización del mecanismo de adelantos transitorios. Además, están los 860.000 millones de pesos que atañen al sector privado y los vencimientos -en este caso expresados en pesos- correspondientes a los organismos multilaterales de crédito. Sobre esto último, paso a explicar brevemente cómo es la descomposición entre capital e intereses. Estamos previendo que la cifra de necesidad de financiamiento sea levemente negativa, si bien esto es consistente con un supuesto donde todas las amortizaciones son renovadas y los intereses son pagados parcialmente. Esa la razón por la cual hay un pequeño número negativo en el caso de los organismos.
Es importante aclarar que, en lo relativo a los organismos, el proyecto de ley de presupuesto supone que los vencimientos de capital con el Fondo Monetario Internacional y con el Club de París -este último en mayo de 2021- serán refinanciados, como explicó el ministro en su intervención de la semana anterior.
No es necesario detallar más lo que dice la pantalla para que todos puedan observar exactamente con mayor nivel de desagregado los usos y fuentes, los organismos, el sector público, tanto del lado izquierdo como del derecho de la ecuación.
Debo hacer alguna aclaración adicional sobre determinados actores para que quede en claro los supuestos por tipo de acreedor y para que todos tengan la información relevante.
Ahora vemos el panorama de vencimientos. Prevemos contar con una fuente de financiamiento importante que es el sector privado. En este punto debemos partir de la situación que tenemos con el sector privado. Por eso mostramos los vencimientos a lo largo de 2021: aparecen distintos tipos de instrumentos; son muy importantes las Letras que hemos estado emitiendo, pero también hay una serie de bonos. La mayoría de ellos han sido emitidos previamente pero nosotros también emitimos bonos atados por CER que vencen en 2021 y que conforman este universo de pagos que hay que realizar el próximo año.
Entonces, en la pantalla figura el pago de intereses y de capital por cada tipo de instrumento y nuestro lineamiento para el desarrollo del mercado de capitales local incluye una profundización de la estrategia que empleamos a lo largo de 2020, que es la utilización de un conjunto pragmático de herramientas atento a las condiciones financieras del mercado en cada momento, pero siempre bajo la premisa de ofrecer retornos positivos pero al mismo tiempo sostenibles.
En relación con las necesidades y fuentes para el sector público nacional, tal como explicáramos, el Banco Central de la República Argentina hace un cambio de 400.000 millones de pesos en conceptos de AT con intereses por las letras que tiene dicho banco en su poder. Básicamente con el Fondo de Garantía de Sustentabilidad y con el Banco Nación suponemos que se logrará la renovación completa del stock de capital e intereses. Hay un pequeño neto que más que nada tiene que ver con las letras o los títulos CER que adicionan algún efecto de interés intraanual que también se asume que será utilizado como fuente de financiamiento.
Es interesante aclarar que este presupuesto no asume un aumento de la exposición del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, ni del BNA ni de otros organismos más allá del pequeño efecto señalado del interés intraanual que aparece en la columna, que es un monto muy pequeño en relación con la exposición.
Esta otra lámina muestra algunos de los organismos como, por ejemplo, la Secretaría de Finanzas que juega un rol de coordinación si se quiere -como también le toca al secretario de Hacienda- con otras dependencias del Poder Ejecutivo nacional. En este caso nosotros trabajamos con la Secretaría de Asuntos Estratégicos que es la que lleva adelante todas las gestiones vinculadas con los organismos de crédito multilateral y los desembolsos de los distintos programas. Por lo tanto, nos nutrimos de la información que ellos nos proporcionan.
La planilla es un poco la síntesis de las distintas fuentes. Como decíamos, el presupuesto incluye el pago de las cuotas de interés de préstamos del Fondo Monetario Internacional -vamos a detallarlo-, pero se asume que se postergarán los pagos de las cuotas del capital que operan a partir del 2021. En el cuadro también figura la exposición con los distintos organismos como el BID, el Banco Mundial, y otros, tanto en pesos como en dólares. Además, recordemos que se encuentra pendiente el pago del vencimiento del mes de mayo con el Club de París con el que hemos iniciado conversaciones.
Ahora vemos el cronograma de vencimientos. Hay un vencimiento de interés adicional el próximo noviembre de 306 millones de dólares. Dentro del cierre del corriente año queda por pagar una cuota de interés adicional. La situación de vencimientos tan apilados que heredamos también incluyen el apilamiento producido por los vencimientos de capital. El Fondo Monetario Internacional en 2021 tiene vencimientos del 3.700 millones de dólares, pero en 2022 y 2023 las cifras son muy importantes por el préstamo histórico y récord de 44.500 millones de dólares que otorgara esa entidad.
La pantalla nos muestra la inversión financiera que, como decíamos, son gastos en aporte de capital, adquisición de acciones y concesión de préstamos. Son herramientas financieras tanto de la administración central como de los organismos descentralizados. El gráfico muestra los supuestos que estamos haciendo para este concepto.
Para finalizar, en pos de la transparencia y de cómo se hacen las proyecciones, tal como explicó el secretario de Política Económica nosotros también tenemos que hacer algunos supuestos respecto de la estrategia de renovación de los instrumentos. Es por esto que figura el tipo de cambio al cual se hicieron los cómputos. Todos esos números que se ven en la pantalla están reflejados en las distintas planillas y anexos. Por ende, todos los diputados y diputadas pueden entender de alguna manera cuáles fueron los supuestos económicos para la formulación presupuestaria. Por ejemplo, allí figura la tasa de emisión de los instrumentos CER que hemos estado utilizando. Asumimos que las renovaciones que se produzcan a lo largo del año serán del orden del CER más dos por ciento. Obviamente son supuestos y esto es consistente con la inflación pautada para 2021 que será del 29 por ciento. También se ven otras variables y así queda todo muy claro.
Espero no haberme extendido por demás. Agradezco al presidente, a los señores diputados y a las señoras diputadas por la amabilidad de haberme escuchado.
SR. PRESIDENTE HELLER Gracias, señor secretario por toda la información que es más que interesante para el debate que debemos hacer los diputados y diputadas. Seguramente todos estarán enriquecidos con la amplia y detallada información que nos han brindado.
Habíamos fijado una reunión cuyo objetivo era finalizar a las 20 horas. Tenemos tres posibilidades: una, extendernos hasta las 21 horas; otra, que pasemos a un cuarto intermedio hasta el viernes a las 15 horas, y, la última, que utilicemos la media hora que resta para hacer algunas preguntas y continuemos el debate el viernes a las 15 horas. Personalmente, me inclino por la tercer variante: dar lugar a que se hagan ahora tres o cuatro preguntas dando la posibilidad de recibir igual cantidad de respuestas para luego pasar a un cuarto intermedio.
Habíamos fijado una reunión cuyo objetivo era finalizar a las 20 horas. Tenemos tres posibilidades: una, extendernos hasta las 21 horas; otra, que pasemos a un cuarto intermedio hasta el viernes a las 15 horas, y, la última, que utilicemos la media hora que resta para hacer algunas preguntas y continuemos el debate el viernes a las 15 horas. Personalmente, me inclino por la tercer variante: dar lugar a que se hagan ahora tres o cuatro preguntas dando la posibilidad de recibir igual cantidad de respuestas para luego pasar a un cuarto intermedio.
SR. PASTORI Señor presidente: pido la palabra.
SR. PRESIDENTE HELLER Tiene la palabra el señor diputado Pastori.
SR. PASTORI Señor presidente: nos inclinamos por la segunda posibilidad que es pasar a un cuarto intermedio, porque estamos cansados dado que hace más de cuatro horas cuarenta minutos que estamos reunidos. Esto nos da un margen suficiente para evaluar las consultas y con toda tranquilidad el viernes haremos las preguntas pertinentes a los funcionarios. Creo que esto será mucho más enriquecedor que extendernos 20 minutos más.
Con su buena voluntad podríamos continuar la reunión el viernes. Esta es nuestra postura.
Con su buena voluntad podríamos continuar la reunión el viernes. Esta es nuestra postura.
SR. PRESIDENTE HELLER Vamos a escuchar distintas opiniones, incluyendo la de los secretarios.
¿Tienen alguna opinión los secretarios al respecto?
Tiene la palabra el señor Montagu.
¿Tienen alguna opinión los secretarios al respecto?
Tiene la palabra el señor Montagu.
SR. MONTAGU Señor presidente: simplemente quiero manifestar la opinión del equipo económico, de los tres secretarios.
Dado los condicionantes temporales que tenemos esta semana, nuestra postura sería proseguir hoy hasta las 21 horas; efectivamente, la sesión sería larga, pero el tema lo amerita y esto lo saben ustedes mejor que nosotros . Esto, debido a la restricción temporal que tenemos nosotros, sobre todo.
Dado los condicionantes temporales que tenemos esta semana, nuestra postura sería proseguir hoy hasta las 21 horas; efectivamente, la sesión sería larga, pero el tema lo amerita y esto lo saben ustedes mejor que nosotros . Esto, debido a la restricción temporal que tenemos nosotros, sobre todo.
SR. PRESIDENTE HELLER Lo entiendo. Estoy recibiendo los chats de los diputados y las diputadas y diría que, a esta altura, hay una manifiesta mayoría de legisladores y legisladoras que se inclinan por el cuarto intermedio. Entonces, les pediría que hagan el esfuerzo. Les propongo que, para el viernes, fijemos un tiempo de reunión determinado.
SR. MONTAGU Los secretarios me informan -también lo hemos acordado que, si va a ser el viernes, se puede limitar el tiempo o la cantidad de preguntas; podríamos quedar en no pasar la hora, hora y media o dos de reunión.
SR. PRESIDENTE HELLER Lo entiendo, pero le pido que entienda usted también que el Poder Legislativo tiene que tratar el presupuesto, y es razonable que los legisladores tengan que volcar sus inquietudes. Le pediría, respetuosamente, que fijemos un límite de tres horas; me parece un tiempo prudencial y es, de hecho, el que había pensado que duraría esta reunión.
SR. MONTAGU Podríamos quedar en dos horas y media.
SR. PRESIDENTE HELLER Perfecto, dos horas y media.
Tiene la palabra el diputado Casaretto.
Tiene la palabra el diputado Casaretto.
SR. CASARETTO Si bien ya casi se ha arribado a un acuerdo, creo que, efectivamente, lo más pertinente sería realizar un cuarto intermedio hasta el viernes.
Tal vez sería conveniente, para ganar tiempo, que los colegas diputados envíen las preguntas con antelación, de modo de poder avanzar; en ese caso, señor presidente, usted podría formular las preguntas sin necesidad de que cada diputado hiciera una exposición. Los diputados podrían luego hacer uso de la palabra al considerar el tema en las reuniones siguientes, ya sin la presencia de los funcionarios. Esta es mi opinión.
Tal vez sería conveniente, para ganar tiempo, que los colegas diputados envíen las preguntas con antelación, de modo de poder avanzar; en ese caso, señor presidente, usted podría formular las preguntas sin necesidad de que cada diputado hiciera una exposición. Los diputados podrían luego hacer uso de la palabra al considerar el tema en las reuniones siguientes, ya sin la presencia de los funcionarios. Esta es mi opinión.
SR. PRESIDENTE HELLER Tiene la palabra el señor diputado Cano.
SR. CANO Señor presidente: en línea con lo que plantea el diputado Casaretto, trataríamos en nuestro interbloque de ordenarnos para no ser reiterativos en las preguntas y que el ida y vuelta sea más eficiente.
Quisiera decirle que la mecánica y la forma en la que funciona la comisión la fija el presidente con los diputados.
Hoy hemos escuchado a los funcionarios prácticamente cinco horas han desarrollado incluso el Plan Progresar, cuestiones más que obvias , y lo hicimos con mucha paciencia.
Entonces, no creo que pase por un ida y vuelta de una hora, de dos horas o de dos horas y media. Entendemos los tiempos de los funcionarios; nosotros también tenemos nuestro tiempo, así que yo diría que usted, como presidente, junto a los presidentes de los distintos bloques, defina la metodología de trabajo y el tiempo de la reunión una vez que se pase a cuarto intermedio.
Quisiera decirle que la mecánica y la forma en la que funciona la comisión la fija el presidente con los diputados.
Hoy hemos escuchado a los funcionarios prácticamente cinco horas han desarrollado incluso el Plan Progresar, cuestiones más que obvias , y lo hicimos con mucha paciencia.
Entonces, no creo que pase por un ida y vuelta de una hora, de dos horas o de dos horas y media. Entendemos los tiempos de los funcionarios; nosotros también tenemos nuestro tiempo, así que yo diría que usted, como presidente, junto a los presidentes de los distintos bloques, defina la metodología de trabajo y el tiempo de la reunión una vez que se pase a cuarto intermedio.
SR. PRESIDENTE HELLER Acabo de decir que, efectivamente, nosotros somos los legisladores y necesitamos tiempo; está claro que mi intención no es limitar el debate. Sí entiendo que es conveniente optimizar el tiempo, ya que esto no es una competencia entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo.
Creo que la propuesta del diputado Casaretto es bastante atinada. Me parece que puede ser una buena síntesis.
Si los señores diputados y diputadas nos envían las preguntas, nosotros se las haremos llegar a los funcionarios del Ministerio; ellos también podrán ordenar las respuestas de manera más fácil que estar contestando sobre tablas.
En definitiva, queremos tener la mayor información posible. Entonces, me parece que es una buena opción pasar a un cuarto intermedio, sin poner límites y atendiendo a que tenemos que quedar razonablemente satisfechos y evacuar nuestras dudas.
Tengo anotados a catorce diputados para hacer uso de la palabra.
Es cierto lo que dice Casaretto; después nosotros tendremos el debate. El objetivo es hacer preguntas, no que cada uno de nosotros exponga lo que piensa en la sesión de preguntas con los funcionarios del Ministerio. Lo ideal sería que preguntemos y que evacuemos dudas para enriquecer los conocimientos que tenemos para las posiciones que debemos tomar al respecto.
Entonces, dado que pasamos a cuarto intermedio insisto , creo que sería una buena mecánica adelantar las preguntas. No le voy a prohibir a nadie el viernes que haga las preguntas que desee formular de viva voz, pero, en el ánimo colaborativo de trabajar de la manera más armoniosa y orgánica, creo que ayudaría enviarlas con anticipación.
Hemos recibido una extensa, amplia y detallada información; cada uno tendrá preguntas para hacer y, entonces, si nos ayudan todos y todas adelantándolas, los funcionarios podrán venir con un orden de las respuestas y, seguramente, aprovecharemos mejor el tiempo de todos.
Intercambiaré ideas con las autoridades de los distintos bloques para terminar de cerrar una mecánica y, en principio, pasamos a un cuarto intermedio hasta el viernes a las 15 horas.
Tiene la palabra el señor diputado Gioja.
Creo que la propuesta del diputado Casaretto es bastante atinada. Me parece que puede ser una buena síntesis.
Si los señores diputados y diputadas nos envían las preguntas, nosotros se las haremos llegar a los funcionarios del Ministerio; ellos también podrán ordenar las respuestas de manera más fácil que estar contestando sobre tablas.
En definitiva, queremos tener la mayor información posible. Entonces, me parece que es una buena opción pasar a un cuarto intermedio, sin poner límites y atendiendo a que tenemos que quedar razonablemente satisfechos y evacuar nuestras dudas.
Tengo anotados a catorce diputados para hacer uso de la palabra.
Es cierto lo que dice Casaretto; después nosotros tendremos el debate. El objetivo es hacer preguntas, no que cada uno de nosotros exponga lo que piensa en la sesión de preguntas con los funcionarios del Ministerio. Lo ideal sería que preguntemos y que evacuemos dudas para enriquecer los conocimientos que tenemos para las posiciones que debemos tomar al respecto.
Entonces, dado que pasamos a cuarto intermedio insisto , creo que sería una buena mecánica adelantar las preguntas. No le voy a prohibir a nadie el viernes que haga las preguntas que desee formular de viva voz, pero, en el ánimo colaborativo de trabajar de la manera más armoniosa y orgánica, creo que ayudaría enviarlas con anticipación.
Hemos recibido una extensa, amplia y detallada información; cada uno tendrá preguntas para hacer y, entonces, si nos ayudan todos y todas adelantándolas, los funcionarios podrán venir con un orden de las respuestas y, seguramente, aprovecharemos mejor el tiempo de todos.
Intercambiaré ideas con las autoridades de los distintos bloques para terminar de cerrar una mecánica y, en principio, pasamos a un cuarto intermedio hasta el viernes a las 15 horas.
Tiene la palabra el señor diputado Gioja.
SR. GIOJA Concordamos con lo que usted menciona. Me parece criterioso y acertado que se pasen las preguntas, que los funcionarios las respondan y adapten el tiempo para responderlas, dejando un margen por si surge alguna nueva.
SR. PRESIDENTE HELLER Si ponemos un poco de colaboración, seguramente todos podrán preguntar.
Diputada Del Plá: quiero avisarle que la he anotado para hacer uso de la palabra. Tengo presente que usted no es integrante de la comisión, pero es posible realizar preguntas sin necesidad de integrarla. También vale para usted la recomendación de que nos haga llegar sus inquietudes con anticipación para facilitar la tarea de los funcionarios.
Me pasan a mí las preguntas y yo se las hago llegar al Ministerio. Armé un grupo de WhatsApp con todos los integrantes de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, por lo que ya existe esa vía de comunicación.
La diputada Del Plá, que no está en ese grupo, también tiene mi WhatsApp porque se ha comunicado más de una vez conmigo para pedirme intervenir, por lo que no hay ningún tipo de inconveniente.
Me hacen llegar las preguntas entonces. Otra opción es enviarlas al correo de la Cámara o a la comisión, a Ariel Seguí. Cualquiera de los tres canales está abierto, úsenlos. Todo lo unificaremos y se lo haremos llegar a la brevedad a los funcionarios.
Desde luego, cuanto antes estén las preguntas, más fácil va a ser la organización del trabajo posterior. ¿Está satisfecho, señor diputado?
Diputada Del Plá: quiero avisarle que la he anotado para hacer uso de la palabra. Tengo presente que usted no es integrante de la comisión, pero es posible realizar preguntas sin necesidad de integrarla. También vale para usted la recomendación de que nos haga llegar sus inquietudes con anticipación para facilitar la tarea de los funcionarios.
Me pasan a mí las preguntas y yo se las hago llegar al Ministerio. Armé un grupo de WhatsApp con todos los integrantes de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, por lo que ya existe esa vía de comunicación.
La diputada Del Plá, que no está en ese grupo, también tiene mi WhatsApp porque se ha comunicado más de una vez conmigo para pedirme intervenir, por lo que no hay ningún tipo de inconveniente.
Me hacen llegar las preguntas entonces. Otra opción es enviarlas al correo de la Cámara o a la comisión, a Ariel Seguí. Cualquiera de los tres canales está abierto, úsenlos. Todo lo unificaremos y se lo haremos llegar a la brevedad a los funcionarios.
Desde luego, cuanto antes estén las preguntas, más fácil va a ser la organización del trabajo posterior. ¿Está satisfecho, señor diputado?
SR. FERNÁNDEZ (E.) Señor presidente, pido la palabra.
SR. PRESIDENTE HELLER Tiene la palabra el señor diputado Fernández.
SR. FERNÁNDEZ (E.) Señor presidente: no quiero que terminemos la reunión sin agradecerle a los funcionarios la excelente exposición...
SR. PRESIDENTE HELLER No ocupe mi lugar, señor diputado...
SR. FERNÁNDEZ (E.) No, pero lo digo por algún miembro de la oposición, que dice que se tuvo que aguantar algún proyecto; pero yo, como representante pyme, me aguanté dos veces el power point del Plan Belgrano. Yo prefiero escuchar estos planes que se van a realizar.
Varios diputados hablan a la vez.
SR. PRESIDENTE HELLER ¿Me dejan dirigir a mí, por favor? Yo no le he negado nunca la palabra a nadie hasta ahora. Déjenme ordenarla a mí y todos los que quieran hablar van a hablar.
Tiene la palabra el señor diputado Romero.
Tiene la palabra el señor diputado Romero.
SR. ROMERO (V.H.) Señor presidente: hablaré lo más rápidamente posible para hacer un análisis y en función de eso trabajar bien en las preguntas, porque en una de esas podemos responder con esa información lo más rápido algunas dudas que tenemos. Si podemos tener la información sería muy importante.
SR. PRESIDENTE HELLER Tiene la palabra la señora diputada Polledo.
SRA. POLLEDO Señor presidente: yo también quiero agradecerle a todos los que están acá, a los funcionarios y a usted, señor presidente.
También quiero decirle que, así como nosotros atentamente escuchamos a los funcionarios, lo que siempre le pedimos es el espacio necesario, porque para nosotros esto es importante, no pasa por si son dos horas y media o dos horas y cuarto o que mandemos las preguntas. Me parece muy bien desde el punto de vista del ordenamiento, pero también me parece muy bien que tengamos la mesura y el tiempo para trabajar los temas.
Últimamente, se está dando, no sé por qué, un vértigo para tratar todo que, honestamente, nos sorprende. Estamos hablando de la ley de leyes; entonces, por favor, tengamos el tiempo suficiente. Como usted siempre dice que está dispuesto, nos parece muy bien que tengamos otra reunión el viernes y, si el viernes tenemos que seguir hablando, seguiremos hablando. Eso es lo que yo le pido.
No me parece que este sea un tema que haya que tratar tan a las apuradas, porque tenemos muchas preguntas para hacer. Vuelvo a decirle gracias a los funcionarios. Fue muy ilustrativa la presencia, pero, por favor, no me parece que la cuestión pase por si son dos horas, dos horas y media, dos horas y cuarto, dos horas diez o dos horas veinte; me parece que lo necesario es escucharnos y poder evacuar todas las dudas que tenemos.
Así que, desde mi punto de vista, muchas gracias por acceder a la reunión de comisión del viernes y sentarnos a trabajar, hablar y preguntar todo lo que haga falta.
También quiero decirle que, así como nosotros atentamente escuchamos a los funcionarios, lo que siempre le pedimos es el espacio necesario, porque para nosotros esto es importante, no pasa por si son dos horas y media o dos horas y cuarto o que mandemos las preguntas. Me parece muy bien desde el punto de vista del ordenamiento, pero también me parece muy bien que tengamos la mesura y el tiempo para trabajar los temas.
Últimamente, se está dando, no sé por qué, un vértigo para tratar todo que, honestamente, nos sorprende. Estamos hablando de la ley de leyes; entonces, por favor, tengamos el tiempo suficiente. Como usted siempre dice que está dispuesto, nos parece muy bien que tengamos otra reunión el viernes y, si el viernes tenemos que seguir hablando, seguiremos hablando. Eso es lo que yo le pido.
No me parece que este sea un tema que haya que tratar tan a las apuradas, porque tenemos muchas preguntas para hacer. Vuelvo a decirle gracias a los funcionarios. Fue muy ilustrativa la presencia, pero, por favor, no me parece que la cuestión pase por si son dos horas, dos horas y media, dos horas y cuarto, dos horas diez o dos horas veinte; me parece que lo necesario es escucharnos y poder evacuar todas las dudas que tenemos.
Así que, desde mi punto de vista, muchas gracias por acceder a la reunión de comisión del viernes y sentarnos a trabajar, hablar y preguntar todo lo que haga falta.
SR. PRESIDENTE HELLER Señora diputada: si usted me hubiera escuchado atentamente, lo tendría más claro. Yo dije que las preguntas anticipadas iban a facilitar el trabajo, pero que de ninguna manera eso iba a implicar que yo le iba a negar a nadie el derecho a preguntar.
SRA. POLLEDO No lo dije por usted.
SR. PRESIDENTE HELLER También le pedí a todos que hagamos preguntas, que usemos los tiempos de una manera racional porque después el debate, las posiciones y las explicaciones forman parte de otra cosa; esa es tarea de la comisión, tenemos luego el recinto. Tenemos todas las instancias para fijar las posiciones que cada uno entienda debe fijar en relación con el tema que vamos a tratar.
Entonces, lo que sí tengo derecho a pedirles es que utilicemos de una manera efectiva el tiempo y el tiempo que tenemos de interlocución con los representantes del Ministerio de Economía. Ellos nos han brindado toda una información y ahora abrimos espacio a las preguntas; si las preguntas están formuladas con anterioridad, eso racionaliza el trabajo, organiza las respuestas y creo que es muy positivo para todos, y no es ninguna limitación al funcionamiento del Parlamento.
Tiene la palabra el secretario Bastourre.
Entonces, lo que sí tengo derecho a pedirles es que utilicemos de una manera efectiva el tiempo y el tiempo que tenemos de interlocución con los representantes del Ministerio de Economía. Ellos nos han brindado toda una información y ahora abrimos espacio a las preguntas; si las preguntas están formuladas con anterioridad, eso racionaliza el trabajo, organiza las respuestas y creo que es muy positivo para todos, y no es ninguna limitación al funcionamiento del Parlamento.
Tiene la palabra el secretario Bastourre.
SR. BASTOURRE Señor presidente: simplemente queremos ratificar aquí la voluntad de los tres secretarios. El ministro se hizo presente la semana pasada; no solamente hizo una presentación de los ejes del presupuesto y los principales lineamientos, sino que también accedió a contestar preguntas. Por supuesto que estaremos aquí para contestar las preguntas que hagan falta y, obviamente, todo lo que los señores diputados y las señoras diputadas nos puedan adelantar es menos trabajo para nosotros y nos va a permitir contestar más y no contestar menos.
Me parece que ese es el espíritu. Si las presentaciones fueron extensas o detalladas es simplemente en pos de la transparencia y del completo desglose de esta ley tan importante.
Me parece que ese es el espíritu. Si las presentaciones fueron extensas o detalladas es simplemente en pos de la transparencia y del completo desglose de esta ley tan importante.
SR. PRESIDENTE HELLER Permítanme decirles que...
SR. PASTORI Estamos de acuerdo.
SR. PRESIDENTE HELLER No solamente estamos de acuerdo, señor diputado Pastori...
Varios diputados hablan a la vez.
SR. PRESIDENTE HELLER Yo les quiero agradecer a los funcionarios, a los secretarios, al conjunto de funcionarios del Ministerio de Economía y quiero decirles que realmente han presentado la información con un nivel de detalle que a mí, por lo menos, me satisface.
Es lógico que en la medida en que se entra en detalles y se llega hasta lo más pequeño, las exposiciones son largas. Sería casi un milagro que en muy poquito tiempo se pueda decir todo lo que hoy se ha dicho.
Creo que es muy valioso y que habla muy bien de la intención del Ejecutivo respecto del tratamiento de esta ley tan importante que, como bien se dijo, es la ley de leyes -por algo se la llama así- y creo que esta última aclaración cierra todas las dudas respecto a los tiempos y demás.
Así que, en nombre de todos los diputados y diputadas que estuvimos presentes, integrantes de la comisión y no integrantes de la comisión, les agradezco a los funcionarios y quedamos convocados para el viernes a la hora 15 y les vuelvo a pedir a las diputadas y a los diputados -integren o no la comisión- que hagan llegar las preguntas que quieran, para facilitar el trabajo, lo que será muy bienvenido.
Pasamos a cuarto intermedio hasta el viernes a la hora 15.
Es lógico que en la medida en que se entra en detalles y se llega hasta lo más pequeño, las exposiciones son largas. Sería casi un milagro que en muy poquito tiempo se pueda decir todo lo que hoy se ha dicho.
Creo que es muy valioso y que habla muy bien de la intención del Ejecutivo respecto del tratamiento de esta ley tan importante que, como bien se dijo, es la ley de leyes -por algo se la llama así- y creo que esta última aclaración cierra todas las dudas respecto a los tiempos y demás.
Así que, en nombre de todos los diputados y diputadas que estuvimos presentes, integrantes de la comisión y no integrantes de la comisión, les agradezco a los funcionarios y quedamos convocados para el viernes a la hora 15 y les vuelvo a pedir a las diputadas y a los diputados -integren o no la comisión- que hagan llegar las preguntas que quieran, para facilitar el trabajo, lo que será muy bienvenido.
Pasamos a cuarto intermedio hasta el viernes a la hora 15.
Se pasa a cuarto intermedio a la hora 19 y 57.