POBLACION Y DESARROLLO HUMANO
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PROYECTO DE LEY
Expediente: 6107-D-2011
Sumario: GENERAL JULIO ARGENTINO ROCA. SE LO DECLARA CULPABLE POST MORTEM POR CRIMENES DE LESA HUMANIDAD.
Fecha: 07/12/2011
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 188
Artículo 1: Se declara
culpable post mortem por crímenes de lesa humanidad al General
Julio Argentino Roca por el genocidio cometido a los seres humanos
de las naciones ancestrales de la Patagonia.
Artículo 2: Se dispone
en todo el territorio nacional el reemplazo de los monumentos
erigidos en memoria del General Julio Argentino Roca, por
monumentos a los líderes de los pueblos originarios y/o
pensamientos de los valores culturales.
Artículo 3: Se dispone
en todo el territorio nacional el reemplazo de los nombres de plazas,
ciudades, parajes, calles o cualquier otra designación en homenaje
al General Julio Argentino Roca, por nombres de líderes de los
pueblos originarios y/o hechos relevantes relacionados con la
historia y cultura argentina.
Artículo 4: Para el
cumplimiento del objetivo de la presente ley crean los mecanismos
de plena participación a los pueblos originarios.
Artículo 5: Será
autoridad de aplicación de la presente ley, el Instituto Nacional de
Asuntos Indígenas.
Artículo 6: Inclúyase en
el presupuesto de la Nación la partida que sea suficiente para poder
afrontar todos los gastos generados por la presente ley.
Artículo 7: Invítese a
todas las Provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a
adherir a la presente ley.
Artículo 8: De
forma.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Hoy se puede decir que
la historia ha mostrado a través de los distintos relatos que hemos
conocido, una sola versión de una realidad que si bien sucedió hace
mucho tiempo, ha dejado sin resolver una deuda con los
antecesores y los pueblos originarios de nuestro territorio. En
nuestro país, monumentos, calles y avenidas, imagen en la moneda
nacional, e incluso localidades que llevan su nombre, pecan de que
los argentinos aún hoy -en este proceso de consolidar un lazo de
hermandad e identidad nacional-, los honremos a un genocida, a un
racista y a quien restableciera la esclavitud en la Argentina, Julio
Argentino Roca.
A fines
del año 1877, al producirse la muerte de Alsina, Roca fue designado
ministro de Guerra y Marina, en su reemplazo. Propone desde este
ministerio un cambio radical de la política seguida con el indio por
su antecesor. Su plan consistió en una ofensiva final que resolviera
terminar con los hermanos indígenas del sur para afirmar lo que él
llamó la "soberanía nacional". Estuvo a cargo de un poderoso
ejército equipado con los últimos adelantos de la industria militar.
Suprimió los sables y lanzas y los reemplazó por modernos fusiles
de repetición Remington.
El nuevo ministro de
Guerra aplicó un plan de aniquilamiento de las comunidades
indígenas a través de una guerra ofensiva y sistemática. El propio
Roca había definido con sus palabras la relación de fuerzas:
"tenemos 6.000 soldados armados con los últimos inventos
modernos de la guerra, para oponerlos a 2.000 indios que no tienen
otra defensa que la dispersión ni otras armas que la lanza
primitiva".
El objetivo era avanzar
con rapidez hasta las márgenes del Río Negro y en lo posible no
dejar a nadie con vida.
Así fue que miles de
hermanos indígenas, entre ellos mujeres, ancianos y niños, fueron
asesinados en una triste masacre. La campaña fue un verdadero
genocidio que dejó un saldo de miles de muertos y más de 14.000
prisioneros, reducidos a la servidumbre y esclavitud. Y la ocupación
de más de 15.000 leguas cuadradas que teóricamente serían
destinadas a la agricultura y la ganadería. Lo importante para Roca
y su campaña política no fueron las víctimas que ni siquiera eran
consideradas como tales por la sociedad de la época, sino los
millones de hectáreas "recuperadas" a los "indios" y el aumento de
su prestigio político militar, frente a la clase dirigente, llevándolo
luego a la presidencia de la República.
Las enfermedades
contraídas por el contacto con los blancos, la pobreza, su cacería y
el hambre aceleraron la mortandad de los indígenas patagónicos
sobrevivientes.
Roca volvió de la
campaña con el título de "Conquistador del Desierto", beneficiando
a la política de ese entonces, éstas acciones que sólo demostraron
que no hay límites cuando se tiene el poder y es notablemente
perjudicial cuando se hace uso y abuso de este.
En 1910 desembarcó en Punta
Arenas el padre salesiano Alberto De Agostini. A partir de allí, recorrió
toda la Patagonia, convirtiéndose en el primer cartógrafo de la Patagonia.
También fue el primero en filmar a los últimos onas y yámanas que
habitaron Magallanes.
Lejos de la
fiebre del oro y de las ambiciones de los aventureros que llegaban al
estrecho, De Agostini fue un ejemplo inspirador para los montañistas de
todo el mundo. En muchos de sus textos De Agostini dedicó un espacio
especial a estudios etnográficos y a consideraciones sobre las condiciones
de las tribus indígenas que iban gradualmente desapareciendo bajo el
acoso de la civilización blanca. Evidentemente, el salesiano tomaba muy a
pecho el problema; él, por lo demás, como muchos de sus hermanos de
orden, se hallaba casi impotente frente a la progresiva declinación de esas
gentes. En su peregrinar tuvo ocasión de familiarizarse con los
representantes de todas las etnias: los onas, los yamanas y los alacalufes
de la Tierra del Fuego; los tehuelches y los araucanos de la Patagonia.
También en este caso De Agostini se muestra muy capacitado para
describir y nos deja precisas apuntaciones sobre las características de las
diversas tribus, sobre sus tradiciones y usos, sobre sus creencias religiosas
y vínculos sociales. La obra de este misionero permite conocer una
realidad hoy desaparecida.
La precaria
situación de los indígenas y las continuas persecuciones de que eran
objeto fueron gran motivo de congoja para el sacerdote, quien por decirlo
así se hallaba entre dos estados de ánimo diversos. Por un lado, como
hombre de caridad, debía mirar por las poblaciones indígenas: era preciso
deber suyo protegerlas y procurar integrarlas de manera lo menos
traumática posible en la nueva situación social que estaba imponiéndose.
Por otra parte, empero, De Agostini se daba perfecta cuenta de ser él
mismo, junto con la civilización blanca, un perturbador de los equilibrios
seculares derivados de un milagroso acuerdo entre hombre y naturaleza.
No obstante
ello, muy a menudo De Agostini denunció abiertamente los delitos que los
estancieros cometían contra los indios y llegó hasta a acusar en un libro
suyo a Manuel Senoret, gobernador de Punta Arenas, quien había
deportado tribus enteras, empujándolas hacia Punta Arenas con el
pretexto de "sustraerlas de la miseria y asegurarles el alimento y el vestido
de que carecían. La responsabilidad de estas guerras de exterminio contra
los onas recae en gran parte sobre el gobernador Senoret... Para proteger
los intereses de algunos... y también para oponerse a los misioneros
salesianos que él habría querido expulsar de la isla de Dawson, de la cual
codicia los bosques y los pastos, favoreció la más indigna de las
persecuciones. Expuestos casi desnudos por las calles de la ciudad, los
indios fueron distribuidos entre cuantos los requerían (remate de indios)
sin tener en cuenta los antecedentes de tales solicitantes...".
Este no es sino
el episodio más significativo de la lucha de De Agostini en favor de los
indios, lucha verdaderamente difícil y perdida de antemano. En sus
escritos todavía leemos: "Los pastores, en gran parte anglosajones, eran
quienes veían en los indígenas el mayor impedimento para la propagación
de sus rebaños, y de allí la caza sin piedad a que se los sometía como si
fuesen animales feroces. El inglés Sam Jslop se vanagloriaba hasta de usar
correas fabricadas con la piel de los indígenas, que obtenía de las espaldas
de estos infelices. Otro terrible perseguidor de onas fue el escocés Mac
Lennan, administrador de la estancia 'Primera Argentina'... Para gloriarse
de sus nefandos exterminios, equiparaba el número de sus víctimas con el
de los whiskies que había bebido, y que no debían de ser pocos porque se
hallaba en perenne estado de embriaguez. Dado que los indígenas, para
así mitigar el hambre, se cebaban sin repugnancia en los animales que
encontraban muertos por el campo, los pastores envenenaban grandes
trozos de carne con estricnina para triunfar más fácilmente en su inicua
campaña".
El padre salesiano Alberto
Agostini brindaba este panorama: "El principal agente de la rápida
extinción fue la persecución despiadada y sin tregua que les hicieron los
estancieros, por medio de peones ovejeros quienes, estimulados y
pagados por los patrones, los cazaban sin misericordia a tiros de
winchester o los envenenaban con estricnina, para que sus mandantes se
quedaran con los campos primeramente ocupados por los aborígenes. Se
llegó a pagar una libra esterlina por par de oreja de indios. Al aparecer con
vida algunos desorejados, se cambió la oferta: una libra por par de
testículos".
Quisiera agregar que
todo este accionar tiene un nombre: GENOCIDIO, y se debe
aclarar que la sociedad argentina tiene una deuda con la historia y
su enseñanza, esa deuda debería éticamente comenzar a ser
saldada. Es hora de que nosotros los representantes que fuimos
elegidos democráticamente por el pueblo le demos una respuesta a
los descendientes y originarios de los pueblos indígenas que
padecen aun hoy la discriminación... básicamente, la de pertenecer
a un país que honra a semejante figura... ese mismo que los
despojó de su vida, los relegó al olvido de aprender quiénes son y
cuan valiosos son como personas, los valores de su cultura de
solidaridad y amor por la vida.
Me viene a la memoria
un recuerdo que tengo siempre presente: ¿se acuerdan cuando en
la escuela nos hacían completar oraciones? Bueno, yo tenía que
completar esta oración: "Los indios eran salvajes". Y me ponían
¡Muy Bien! Como podía entender con siete años teniendo plena
conciencia de mi condición de niña india, orgullosa de descender del
cacique Chiquichano... que los indios fueran tan malos si mis padres
y mi abuelo eran ¡tan buenos!
Algo le habrán hecho
pensaba... algo le habrán hecho...
Y así, de a poco, fui
comprendiendo las cosas que la historia me ocultaba, cuando mi
padre lloró cantando los tail supe que había otra lengua; cuando mi
padre se resignaba porque nos alambraban el campo, supe que
habían usurpadores; cuando mi bisabuela en vez de llamarse Tegui
Tchüng (en Tehuelche: la pajarita que canta) se llamó Teresa
Moreira, supe que nos cambiaron los nombres, cuando la gente
aborigen tenía que pagar por los "vicios" de un año toda la cosecha
y no le alcanzaba... cuando le hacían firmar papeles en blanco,
cuando le prometían en el pueblo una casa por el campo y cuando
llegaban no tenían ni un rancho... supe que había estafadores y
supe como en la Campaña del Desierto aniquilaron a los míos y
conocí el etnocidio y el genocidio que hicieron los conquistadores en
América.
Y tanta injusticia y
tanto dolor y tantas mentiras, retempló mi carácter.
Y observaba con
tristeza como la mayoría de la gente desconocía la verdadera
historia de nuestro pueblo y me apenaba la vergüenza que muchos
hermanos sentían por llevar sangre india en sus venas. Me revelaba
contra los honores que le rendían a quienes con tanta crueldad
exterminaron a los pueblos aborígenes...
Y pensé: ¿Quiénes
sino los hombres somos capaces de producir los cambios? ¿Qué
poder es más grande que la fuerza de la verdad?...
Y así con plena
convicción encaro esta lucha comprometida con la memoria de mis
antepasados y con la historia de mi pueblo.
Las cosas hay que
ponerlas en su lugar y hay que tener el espíritu sereno para no
equivocar el camino. Hay que tener siempre presente los valores
éticos de nuestra ancestral cultura. La defensa de nuestra cultura se
asume en este recinto, cuando se expone en una escuela, en la
universidad, en los medios de comunicación... pero la defensa de
nuestra cultura se asume -fundamentalmente- en los hechos
cotidianos de la vida: en el trabajo, en la relación con los demás, en
el respeto por nuestras familias, por nuestros semejantes, en el
accionar honesto de todos los días.
Ahora las cosas están
cambiando, por lo menos en los hombres de buena voluntad y en
los jóvenes. En los jóvenes tengo tantas esperanzas... pero nosotros
somos los que tenemos que darles el ejemplo de vida.
Así se ruega en el ritual
sagrado del camaruco que aún se celebra en las comunidades
aborígenes de la Patagonia.
"Que tengan larga
vida
Que tengan buenos
caballos
Que tengan buena
vivienda
Que tengan buena
cabeza
Para enseñar a sus
hijos"
Ahora las cosas están
cambiando; pero no hace mucho tiempo, muchos creían que
nosotros no éramos capaces de ofrecer ningún aporte a la grandeza
de nuestra patria... cuando fueron los pueblos indígenas los que
también lucharon por la libertad de nuestro suelo argentino. Es
cierto que a veces no podemos ni presentar un proyecto
consustanciado con nuestra cultura y forma de vida para dinamizar
la economía regional. Es cierto que no podemos hacerlo, pero no es
porque nos falten ideas, sino porque nos quitaron la tierra.
-¡¡¡Que tierra vamos a
tener!!! A nosotros muchos nos dicen ignorantes, pero no saben que
los caciques LLanquetrú, Ñancuche Nahuelquir y Chiquichano
donaron en Blancuntre, Cushamen y Yalalau-Bat tierras para hacer
escuelas, claro que más de una vez faltaron los maestros y esa fue
una más de las razones para que las familias se vayan al
pueblo.
¡Que tierra vamos a
tener!... si en Yalalau-Bat, en el lugar donde descansaban nuestros
muertos, los acaparadores de tierras cruzaron el alambrado y el
cementerio quedó dentro de su estancia!...
Yo me pregunto:
¿podrá descansar la
conciencia de estos hombres?
Tengo un cojinillo de
chillas -teñido con colores de la tierra- que mi abuelita se lo regaló
a mi padre cuando cumplió quince años. A veces me lo imagino
luciendo el cojinillo, con sus estribos de plata india andando al
galope par esas tierras, acompañado por el viento, por el sol, por la
inmensa meseta.
A veces me parece que
no nos queda nada, ni la legua, ni los guanacos, ni la tierra, pero
nos queda una gran riqueza: estas ganas de amar la vida, de
defender la vida, de tener fe, de tener esperanzas, de trabajar
desde el punto más humilde que sea, para hacer grande nuestra
patria.
Amo y he amado tanto
la vida que cuando era una niña de unos cinco años, deseaba como
toda niña, tener una muñeca grande. Pero ni siquiera le dije a mi
madre que quería una muñeca grande... sabía que en mi casa no
había platita para comprar juguetes...
Entonces amasé la
tierra con el agua y fui armando con barro mi muñeca grande... le
armaba el cuerpito, los brazos, las piernas, la cabeza y le ponía ojos
con pedazos de vidrios de botellas... y la dejaba secar. Cuando iba a
levantarla se me rompía y otra vez volvía a armar mi muñeca de
barro.
Se ve que un día desistí
en mi intento de tener en mis brazos una muñeca grande y la deje
que se durmiera -ahí- en el suelo... y en ella mis sueños volvieron a
la tierra y es esa la fuerza de esta tierra que renueva mi esperanza
por la vida:
Mi muñeca de
barro...
Mi hija de barro...
Estaba haciendo la
vida
Mi muñeca de
barro...
Cuanto te amé
Mi muñeca de
barro
Mi hija de barro
Del color de la
tierra
¡Tan marrón como
yo!
Hermanos:
A pesar de la historia
trágica de mi gente, soy una mujer feliz, que ama la vida.
Y en esta lucha que he
encarado por la defensa de la historia de mi pueblo comprometida
con la memoria de mis antepasados han sucedido cosas que han
reconfortado mi espíritu, de tal modo, que he podido escribir en
versos todo el sentimiento, todas esas emociones, que quiero
compartir con ustedes como símbolo de hermandad entre los
hombres.
El Convenio 169 Oit establece
en su artículo 2º que: "1. Los gobiernos deberán asumir la responsabilidad
de desarrollar, con la participación de los pueblos interesados, una acción
coordinada y sistemática con miras a proteger los derechos de esos
pueblos y a garantizar el respeto de su integridad.
2. Esta acción deberá incluir
medidas:
a) que
aseguren a los miembros de dichos pueblos gozar, en pie de igualdad, de
los derechos y oportunidades que la legislación nacional otorga a los
demás miembros de la población;
b) que
promuevan la plena efectividad de los derechos sociales, económicos y
culturales de esos pueblos, respetando su identidad social y cultural, sus
costumbres y tradiciones, y sus instituciones; [...]"
Los derechos humanos
fundamentales, el derecho a la dignidad, justicia, igualdad de los
pueblos originarios fueron aberrantemente violados por actos de
genocidio llevados adelante bajo la orden del General Julio
Argentino Roca, siendo un deber del pueblo argentino procurar la
pacificación social, honrando la verdad histórica, la dignidad y la
memoria de nuestros antepasados verdaderos señores de nuestras
naciones ancestrales que eran preexistentes a la conformación del
estado argentino, debe considerarse el dolor de los descendientes
de aquellos mártires y los derechos que durante tantos años se les
denegó, haciendo responsables a los culpables de estos actos de
lesa humanidad tan siquiera en un episodio post mortem, siendo
esta una cuestión de estricta justicia saldando la deuda histórica que
perturba la paz y la memoria de los habitantes originarios de este
suelo que hoy ocupamos los argentinos. Un crimen que, por su
aberrante naturaleza, ofende, agravia, injuria a la humanidad toda.
La constitución argentina reconoce la preexistencia étnica y cultural
de los pueblos indígenas, y en ese marco jurídico debe respetarse la
interpretación y los mecanismos que los pueblos originarios, o
miembros pertenecientes, en forma pacífica y aferrada al derecho
ellos instrumenten para que se haga verdadera justicia.
Roca
dijo: "Sellaremos con sangre y fundiremos con el sable, de una vez
y para siempre, esta nacionalidad argentina, que tiene que
formarse, como las pirámides de Egipto, y el poder de los imperios,
a costa de sangre y el sudor de muchas generaciones",
Yo les
propongo que nuestra historia se funde en amor y solidaridad entre
todos los que somos argentinos, entre todos los que somos
hermanos, que el odio que esta gente ha logrado sea aplastado por
estos valores, valores que mi cultura a sabido cultivar, que se
transmiten de generación en generación y siempre pretendo que
sea de generación en generación de argentinos.
Por todo lo planteado,
es que solicito a los compañeros/as diputados/das que acompañen
al presente proyecto en todo su tratamiento y aprobación.
Firmante | Distrito | Bloque |
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Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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