Manifestar su beneplácito al conmemorarse el Día Mundial de la Mujer Originaria este 5 de septiembre, en recuerdo de la lucha de Bartolina Sisa, guerrera aymara, contra la opresión española.

Señor presidente:

El Día Mundial originaria fue instituido por el 2° Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América realizado en 1983 en Tiahuanaco.

Intenta promover la reflexión sobre los derechos de las mujeres originarias; tanto aquellos que comparten con sus congéneres de todas las sociedades y culturas así como también aquellas que devienen de su condición específica de mujeres originarias.

Entre estos últimos derechos a salvaguardar podemos destacar los siguientes: el derecho al respeto por la identidad cultural, la identificación dentro de un colectivo originario específico, el derecho a no ser asimilada u obligada a realizar y/o aceptar prácticas culturales que no le son propias, o el derechos a modificar costumbres y tradiciones sociales, culturales o económicas que dañen o afecten su dignidad.

Bartolina Sisa fue una guerrera aymara nacida en 1753. Esta heroína nació y creció en un ayllu dedicada al oficio de tejedora. Posteriormente junto con su pareja, Túpac Katari, organizó la lucha contra el dominio español, en la zona conocida hoy como La Paz. Paralelamente sirvió de ejemplo a sus coetáneos ya que en Cusco, Túpac Amaru y Micaela Bastidas (otra de las valientes mujeres) organizaron a los pueblos bajo el mismo ideal de libertad.

En 1781 Bartolina Sisa fue capturada y sentenciada a una muerte cruel, de tortura, horca y descuartizamiento. El destino de Bartolina da muestras de la represión con que los españoles querían acallar los gritos de libertad. Murió el 5 de setiembre dejando tras de sí un ejemplo de valor y entrega por un ideal.

La mujer indígena continúa siendo la portadora vital de la herencia cultural, la que enseña la lengua ancestral a los hijos e hijas, la que continúa con las tradiciones. Luchan día a día por mantener vivo su conocimiento ancestral, contra el racismo y la discriminación que aún sigue presente, luchan por un mundo mejor para toda la sociedad en donde exista respeto por la diversidad cultural, la visibilización de los pueblos originarios, y –fundamentalmente- luchan por una nueva forma de relación entre el mundo indígena y no indígena basado en el respeto y la valoración por el otro.

Tenemos la obligación de recordar y proteger en la memoria la estampa de estas mujeres: las que han entregado en la lucha sus propias y vidas, y las que hoy siguen luchando día a día, minuto a minuto, por mantener la llama de su cultura y sus tradiciones.

Por esto, y tantas cosas más que no caben en letras o en el simple cuerpo de un proyecto, es que quiero terminar con unos versos anónimos que recogen el espíritu de lo que he deseado expresar aquí:

“Soy el fuego del tiempo,

el pilar interminable que ha aguantado a muerte

el sostenimiento de una raza invencible,

soy la estrella que ha guiado a hombres perdidos,

soy la madre de diez mil niños moribundos,

soy el fuego del tiempo…

Soy una Mujer Indígena.”

Por lo expuesto solicito a mis pares acompañar el presente proyecto.