Expresar severa preocupación por las nuevas muertes de aborígenes en la provincia del Chaco, que eleva a trece los decesos que comenzaron en el mes de julio. Asimismo, manifiesta idéntica preocupación por la falta de datos ciertos por parte de las autoridades locales, sobre el real estado en que se encuentran otros integrantes de las comunidades originarias que enfrentan situaciones que demandan la adopción de medidas urgentes.

Señor presidente:

El viernes 24 de agosto, por información difundida por diversos medios, se conoció la muerte de Juan González, de origen toba, y de Isabel Acosta, de la etnia wichi. Desde mediados de julio, suman ahora trece los muertos integrantes de las comunidades originarias de la provincia del Chaco.

Como consecuencia de la dramática situación que innegablemente padecen nuestros hermanos aborígenes en la provincia chaqueña, presentamos proyectos pidiendo información sobre las políticas que se aplican y que, la realidad lo denuncia, se advierten o erradas o insuficientes. En esos proyectos alertábamos sobre la posibilidad de nuevos decesos de no adoptarse medidas urgentes. Trágicamente , es lo que aconteció.

Juan González, en rigor de verdad, falleció el 11 de julio. Su muerte se habría producido por tuberculosis y desnutrición. Según denuncia el centro de estudios Nelson Mandela, llevaba años soportando estos males; también afirman los integrantes de este centro, de encomiable intervención que contrasta con la indiferencia del gobierno local, que el sistema de salud pública silenció esta muerte pese a tener conocimiento de ella.

Isabel Acosta, integrante de la comunidad wichi, presentaba el mismo cuadro que Juan González, tuberculosis y desnutrición. Informa el centro Nelson Mandela que sólo pesaba 30 kilos 10 días antes de producirse su fallecimiento.

El gobierno local responde acusando una campaña sucia "perfectamente orquestada". En este complot participarían hombres de la Iglesia, organismos no gubernamentales, medios de información provinciales y nacionales y, claramente, los propios aborígenes al negarse a recibir asistencia médica y alimentaria.

Esto expone una situación muy grave, no sólo por la aberración que significa achacar a la víctima la culpa por contraer tuberculosis, mal de chagas o desnutrición, tampoco por la obvia resolución de no modificar la actual política ( en caso de haber alguna) hacia los hermanos indígenas. Existe un peligroso mensaje que se desea transmitir y que tiene por objeto estigmatizar al grupo afectado, proponiendo al resto de la sociedad una explicación "razonable": se trata de convencerlos sobre la barbarie invencible en estos sectores atrasados que no merecen atención alguna ya que no esta dispuestos a recibirla, lo que los determinará a desaparecer por su incapacidad de adaptación a los nuevos tiempos. Es, en definitiva, un discurso propio de lo que se ha denominado "darwinismo social", y que ha justificado prácticas que la humanidad toda anhela nunca más se repitan.

Un innegable primer paso para detener este drama humanitario es asumir la realidad y para ello es preciso conocerla a fondo. No parecen existir datos fidedignos sobre la situación en que se encuentran otros hermanos chaqueños pertenecientes a las comunidades originarias. Como se señaló en los proyectos presentados anteriormente, este también desea servir de instrumento para conocer estos fundamentales datos, y reflexionar sobre nuevas y urgentes soluciones.

Es por lo expuesto que solicito a mis pares la aprobación de este proyecto de resolución.