Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo Nacional y los respectivos Gobiernos Provinciales escuchen y den urgentes soluciones concretas a los reclamos y peticiones de los Pueblos Originarios que en la Marcha del Impenetrable Chaqueño claman por el reconocimiento efectivo de sus derechos humanos esenciales : contra el hambre, por dignidad, tierra, trabajo, producción, salud, educación y Justicia.

Señor presidente:

Con la consigna de "Para dar vuelta el viento", organizaciones de pueblos originarios, campesinas y sociales realizan una marcha y acampe hasta Juan José Castelli "El Portal del Impenetrable" a la espera de que sus reclamos sean atendidos.

En qué consisten esos reclamos : oportunidades para la producción, trabajo, programas sociales, condiciones de vida dignas, tierra en concepto de reparación histórica, libertades y derechos, fin de la judicialización de la protesta, de la represión y las muertes, castigo a los asesinos de Roberto López (Comunidad Qom, La Primavera).

Tal vez en esta oportunidad no haga falta una muerte más para que los medios capitalinos se hagan eco de su lucha. La muerte de Roberto López y el acampe Qom en pleno corazón porteño han contribuido a visibilizar las misérrimas condiciones de vida y el abandono que padecen estos compatriotas nuestros. Pero no por más visible deja de ser escalofriante y vergonzoso que a 200 años de nuestro nacimiento como nación y a 158 años de la sanción de la Constitución Nacional se sigan violando derechos humanos esenciales en buena parte del territorio nacional.

El Poder Ejecutivo ha enviado al Congreso un Proyecto de Ley de Protección al Dominio Nacional sobre la Propiedad, Posesión o Tenencia de la Tierras Rurales. Mientras tanto, el gobierno de la Provincia de Chaco - de donde son oriundos muchos de los pueblos originarios y campesinos pobres sin tierra - ofrece en arrendamiento 220.000 hectáreas fiscales a una empresa de capitales Árabes Sauditas para producción de granos, con el argumento de que son "ociosas".

Ya no solo se los abandona en la pobreza, sin agua potable, vivienda, salud, educación. Se los desaloja de sus tierras ancestrales, para atraer inversiones y producir granos exportables, empujándolos a vivir en asentamientos de máxima precariedad alejados de sus afectos, cultura, tradiciones.

La tierra que se niega a nuestros campesinos se entrega a la producción exhaustiva sin medir el daño a personas y medio ambiente, con la vaga promesa de supuestas inversiones en infraestructura.

No es esta una situación novedosa, es una antigua deuda pendiente que atraviesa a muchos gobiernos. Por años se ha violado la Constitución Nacional condenándolos al olvido. Tampoco se ha respetado el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que en 2007 exhortó a los gobiernos nacional y provincial a asistir a las comunidades aborígenes con alimentos, agua, transporte. Menos aún se consideran las recomendaciones de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas aprobada en 2007 que dispone el deber de los Estados de garantizar a los pueblos indígenas el derecho, sin discriminación alguna, al mejoramiento de sus condiciones económicas y sociales, entre otras esferas, en la vivienda y la seguridad social, como también su participación activa en la elaboración, determinación y administración de dichos programas. Asimismo, los Estados deberán asegurar el derecho a las tierras, territorios y recursos que tradicionalmente han poseído u ocupado, y a mantener y fortalecer su propia relación espiritual con ellos, brindando el debido reconocimiento y protección jurídicos y respetando las costumbres, las tradiciones y los sistemas de tenencia de la tierra de los pueblos indígenas.

Muchos legisladores hemos manifestado nuestra preocupación por lograr el reconocimiento efectivo de los derechos de las comunidades aborígenes, a través de proyectos que contemplan la problemática desde diversos aspectos, que tienen estado parlamentario y aguardan su tratamiento en las correspondientes comisiones.

Se habla en el país de crecimiento económico, de un modelo de inclusión social y redistribución de la riqueza. Tal vez llegó la hora, su hora, la de los que sin tierra, sin agua, los que cargando con el dolor de ver morir a sus hijos por desnutrición, solo esperan poder DAR VUELTA EL VIENTO.

Por estos motivos solicito a mis pares la aprobación de esta declaración.