Expresar su adhesión a la conmemoración del 416° Aniversario de la Fundación de la Ciudad Capital de San Luís, el 25 de Agosto del año en curso.

Señor presidente:

La idea era establecer un punto de comunicación con la región del Tucumán y de penetración hacia el Atlántico. Fue el gobernador de Chile, Martín García Oñez de Loyola quien designó a Luís Jufré de Loaisa y Meneses para que concretara esa fundación.

Fue así que el conquistador el 25 de agosto de 1594 asentó la ciudad junto al río Chorrillo y en el extremo de la Punta de los Venados, Sierra de San Luis, justo el día consagrado a San Luis Rey de Francia, patrono de la ciudad. Refundada dos años después, por lo cual este año 2012 se conmemora los 416 años de su fundación.

San Luis de Loyola Nueva Medina de Río seco es el nombre completo de la ciudad. El padre Cabrera en su obra "Los aborígenes del país de Cuyo, dedujo rigurosamente los porqué de esta denominación considerando "los españoles no bautizaban de ordinario, caprichosamente a los pueblos o ciudades que erigían en los territorios por ellos conquistados".

El sacerdote considera que "llamose San Luis la nueva urbe por la circunstancia que su fundador traía desde la pila el nombre del hijo de Blanca de Castilla". De Loyola se designó en contemplación del entonces gobernador y capitán general de Chile, propulsor de la jornada que llevó a cabo en la Provincia del Conlara su teniente.

Y se estima que "Nueva Medina de Río seco" porque el pueblo natal de Juan Jufré, padre de Luis, fue llamado Medina de Rioseco, en Valladolid.

Desde su fundación la ciudad estuvo a la par del río Chorrillo y los posteriores traslados se hicieron conservándolo como eje de desplazamiento, involucrado como sustento básico y ecológico.

El primer asentamiento de la ciudad fue en el denominado El Bajo junto al río, el que debió ser abandonado a causa de las frecuentes inundaciones que arruinaba y arrasaba casas y pobladores.

Eso llevó a las autoridades a que llevaran la población a un alto del oeste denominado El Talar. Demasiada prudencia creó inconvenientes con el traslado del agua.

La tercera y última localización es la actual y en sus comienzos ocupó una posición intermedia con el centro esencial, la Plaza Mayor (que hoy lleva el nombre de Independencia), y a muy escasos metros de la costa de máxima crece. El Cabildo estaba situado en la esquina 9 de Julio y San Martín, sobre el costado oeste de la plaza.

Mantener vivo lo que ya fue, es decir la Historia viva y viviendo en el propio ser, es tanto como reconocer en ella, inexcusablemente, una continuidad, una permanencia, pero también la posibilidad de que, lo recibido, lo trasmitido, lo contado se aumente y se ensanche.

Solo así el pasado progresa -par utilizar un vocablo justo avanza y se desarrolla en nosotros y con nosotros de tal manera que la herencia que nos dejaron nuestros mayores no es algo petrificado, anquilosado o momificado, sino una realidad dotada de plenitud existencial, en otras palabras es un patrimonio espiritual.

Ese patrimonio, los bienes recibidos, los valores esenciales y permanentes entre los que debemos incluir la Religión Católica, el idioma y la cultura de la hora primera, constituye nuestra Tradición que hace al estilo, al carácter de nuestra nacionalidad, la que, por otra parte nos empuja a "continuar la Historia", a edificarla cada día, antes que, alegre o despreocupadamente "a vivir de recuerdos".

Estos son, sin duda alguna, los días propicios para volver a nuestros orígenes, para poner en sintonía nuestro corazón con aquel acontecimiento trascendental de la fundación de nuestra ciudad y sobre todo, para apropiarnos de aquella luz, de aquella voluntad creadora, de aquel ejemplo de humildad, de honestidad, de servicio, de amor a la tierra donde se levanto la Nueva Medina de Río seco, con sed de imitación como quien selecciona al maestro que le sirve de modelo.

Volver a nuestros orígenes es beber en la fuente prístina de nuestra sola y autentica identidad. Volver al momento que nos incorporamos al curso de la Historia Universal, es regresar, después de tantos caminos equivocados, a la tradición fundamental y madre si, además, estamos convencidos que tradición equivale o quiere decir transmisión, una donación en el tiempo, una forma peculiar de perpetuar el patrimonio cultural que una generación hace a la siguiente, no de un modo mecánico, sino suponiendo el agregado que a dicha herencia la ha incorporado la generación trasmisora.

Entonces y solo así la Tradición será un proceso continuo y vivo por que es fruto de la vida social y creadora de los hombres, cuyo efecto es la modificación salvadora del marco de posibilidades del presente.

Por todo lo expuesto, Sr. Presidente, solicito a mis pares me acompañen con su firma en este proyecto.