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PETICIONES, PODERES Y REGLAMENTO

Comisión Permanente

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PROYECTO DE RESOLUCION

Expediente: 5320-D-2006

Sumario: DESIGNAR CON EL NOMBRE DE DOCTOR RICARDO BALBIN A LA SALA AUDITORIO UBICADA EN EL PRIMER SUBSUELO DE LA H CAMARA.

Fecha: 13/09/2006

Publicado en: Trámite Parlamentario N° 130

Proyecto
Impónese el nombre de Dr. Ricardo Balbín a la Sala Auditorio ubicada en el primer subsuelo del edificio Anexo de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación.

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


Mencionar a Ricardo Balbín es referirse a cincuenta años de vida política de la Argentina contemporánea.
Iniciado desde joven en la vida democrática en las filas de la Unión Cívica Radical, debió pagar en carne propia su adhesión a los principios de la reforma universitaria de 1918.
Él mismo siempre supo relatar que si su vida política tuvo un bautismo, ese fue en los primeros años del siglo pasado allá en Ayacucho, donde su padre regenteaba un almacén en la estación Solanet. Y fue su primer acto militante escaparse del colegio donde estaba pupilo a vivar el paso del tren que traía a Pedro Solanet, caudillo del lugar y candidato a legislador en esos días.
De ahí en mas su vida estuvo signada por la militancia política, siempre en las filas del radicalismo, al que le dio su impronta por más de medio siglo.
Supo de las épocas duras del fraude y las proscripciones. Electo diputado provincial en aquellas recordadas elecciones del 5 de Abril de 1931, no pudo asumir su banca por haber anulado la dictadura septembrina esa elección que a pesar de todo el radicalismo ganara.
Le tocó transitar duros años de desencuentros de los argentinos. Inmerso en una realidad de la cual era protagonista, no fue ajeno a la misma.
Por decisión de la voluntad popular accedió en 1946 a una banca en la Cámara de Diputados de la Nación. Fue esa la única vez que ocupara una función pública.
Le tocó presidir el denominado Bloque de los 44, que integraran entre otros brillantes parlamentarios, Arturo Frondizi, Gabriel del Mazo, Luis Dellepiane, Emilio Ravigniani, por citar algunos.
Los diarios de sesiones de aquellos años son testigo fiel de su capacidad de análisis, de su visión global de los problemas nacionales, de su búsqueda -muchas veces en vano- de comunes denominadores, de su preocupación por el hombre común.
Como integrante de esta Honorable Cámara supo sufrir en carne propia la imposición de una mayoría sobre el resto, y no solo para decidir una votación legislativa, en su caso esa mayoría aprobando su desafuero le significó ir a dar con sus huesos a la cárcel.
Sin embargo no es posible encontrar en su discurso final como diputado nacional, ya que nunca volvería a integrar este cuerpo, una sola palabra de reproche, de promesas de revancha.
Hoy ya nadie puede sostener seriamente los fundamentos de aquella decisión servil de enjuiciarlo y de aquella otra complaciente y obsecuente de desaforarlo.
La historia no ha hecho lugar ni para aquel juez ni para aquellos que votaron su expulsión.
En cambio, el nombre de Ricardo Balbín permanece firme en el recuerdo de todos los demócratas convencidos y todavía resuenan en el recinto de la Cámara, las que fueran sus últimas palabras como diputado de la Nación: "Si con irme de aquí pago precio, como cualquier otro de los luchadores de mi partido; si éste es el precio por el honor de haber presidido este bloque magnífico, que es una reserva moral del país, han cobrado barato; fusilándome, todavía no estaríamos a mano. Nada mas."
Pero ni ese agravio del desafuero, ni esos 297 días transcurridos en la cárcel, ni las persecusiones pudieron sacarlo de su huella, de su tozuda decisión de buscar la unión de los argentinos, de construir una Argentina para todos superando los desencuentros.
Tuvieron que pasar mas de dos décadas para que pudiera ver cómo su prédica comenzaba a tomar forma. Su abrazo con el general Perón marcó ese momento.
Sus sentidas palabras junto al féretro del presidente muerto, pusieron con su inconfundible oratoria, un mensaje de unidad y una convocatoria que de haber sido escuchada, muchos males hubiera evitado a la República.
Nadie como él, podía decir con tanta autoridad y en nombre de sus viejas luchas que aquel viejo adversario despedía a un amigo.
Lamentablemente las circunstancias políticas quisieron que el país tomara otros rumbos. Balbín los intuía, y por eso hasta último momento su mensaje fue una convocatoria a la civilidad, a mantener las instituciones.
No fue por todos comprendido. Su invocación final parafraseando a Almafuerte, días antes del golpe en un mensaje televisivo, ya no encontró oídos dispuestos a escucharla.
Está demasiado fresco el triste recuerdo de todo lo que sufrimos luego.
Balbín no estuvo para ver cómo los argentinos recuperabamos la democracia.
Sin embargo, hasta su propia muerte se convirtió en un acto de reafirmación democrática. Miles de hombres y mujeres sin distinciones partidarias se dieron cita en el cementerio platense, como antes a lo largo del trayecto entre la Capital Federal y la ciudad de La Plata para brindarle su último adiós, para reafirmar con esa presencia que los valores que Balbín levantaba seguirían vigentes en cada uno de ellos. Que la democracia vencería a la muerte.
En estos tiempos en que ser ganador parece ser la regla que todo lo manda, la figura de Balbín cobra una dimensión especial.
Cuanto tendrían que aprender de su vida todos aquellos que hoy se dejan encandilar fácilmente por los cantos de sirena del poder y las promesas de billeteras generosas.
Cuatro veces candidato a presidente de la Nación. Las cuatro veces perdedor. Sin embargo, tras cada derrota, con la tozudez propia de aquel que tiene en firme sus convicciones, cumplía el mandato yrigoyeneano de volver a empezar.
No para reposicionar nuevamente su figura en pos de otra candidatura, no para satisfacer ambiciones de poder, sino para seguir en la misma lucha de siempre, aquella que abrazara desde joven: la construcción de la República, la búsqueda de la libertad, una sociedad sin exclusiones.
Ricardo Balbín con sus trajes cruzados y arrugados, con su inconfundible oratoria que supo llevar su prédica a todas las plazas del país, con su honradez y austeridad a toda prueba, es parte de la historia política argentina y una referencia ineludible para todos los que sienten la República.
Solía decir que cumplir con el deber es fácil, que lo difícil es saber donde está el deber. Pero él, siempre supo cual era su deber: la defensa de la libertad, la unión de los argentinos.
Imponer su nombre a la Sala Auditorio del primer subsuelo del edificio Anexo de esta H. Cámara constituye un justo homenaje que sin duda contará con el acompañmiento de todos los integrantes de este cuerpo.-
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
AZCOITI, PEDRO JOSE BUENOS AIRES UCR
CHIRONI, FERNANDO GUSTAVO RIO NEGRO UCR
FERRO, FRANCISCO JOSE BUENOS AIRES UCR
PANZONI, PATRICIA ESTER BUENOS AIRES UCR
IGLESIAS, ROBERTO RAUL MENDOZA UCR
BARAGIOLA, VILMA ROSANA BUENOS AIRES UCR
JANO, RICARDO JAVIER BUENOS AIRES UCR
STORANI, FEDERICO TEOBALDO MANUEL BUENOS AIRES UCR
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
PETICIONES, PODERES Y REGLAMENTO (Primera Competencia)
Trámite en comisión(Cámara de Diputados)
Fecha Movimiento Resultado
31/10/2006 DICTAMEN Aprobado por unanimidad sin modificaciones
Dictamen
16/11/2006
Cámara Dictamen Texto Fecha
Diputados Orden del Dia 1349/2006 16/11/2006
Trámite
Cámara Movimiento Fecha Resultado
Diputados CONSIDERACION Y APROBACION APROBADO