LEGISLACION PENAL
Comisión PermanenteOf. Administrativa: Piso P04 Oficina 404
Secretario Administrativo DR. SAADE MARTIN OMAR
Martes 15.30hs
Of. Administrativa: (054-11) 6075-7493/94 Internos 2403/01
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- LEGISLACION GENERAL
- LEGISLACION PENAL
Reunión del día 19/04/2018
- IVE (CONJUNTA - TARDE)
- En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los diecinueve días del mes de abril de 2018, a la hora 14 y 47:
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Buenas tardes.
Agradezco a los señores diputados y a todos los expositores que están aquí, en esta cuarta reunión plenaria de las comisiones de Legislación General, de Acción Salud y Salud Pública, de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia, y de Legislación Penal para tratar los proyectos sobre despenalización del aborto o de interrupción voluntaria del embarazo.
Continuaremos con la reunión que iniciamos esta mañana donde por primera vez hemos incorporado como metodología de trabajo intercalar expositores que están a favor y en contra de los proyectos en tratamiento.
Esta mañana hemos tenido un debate muy profundo e interesante, con la posibilidad de que los expositores puedan comentar o aludir a las manifestaciones de otros. Les comento que dentro de los 7 minutos que tiene cada uno para hacer su exposición pueden mencionar o rebatir, si lo consideran necesario, alguna afirmación de un expositor anterior. Eso va a servir también para enriquecer el debate. Esto se dio en la mañana, sobre todo durante las preguntas que se hicieron al finalizar las exposiciones. Pero más allá de eso, lo pueden hacer también dentro de sus 7 minutos.
Como les dije, tendrán 7 minutos cada uno para hacer uso de la palabra y un minuto antes voy a avisarles para que puedan redondear su exposición.
Asimismo quiero indicar que esta reunión informativa, la cuarta que hacemos, es transmitida a través de los canales de comunicación de la Honorable Cámara de Diputados, es decir, por YouTube, por Diputados TV, y también por streaming.
Por lo tanto, seguramente, más allá de toda la sociedad que está siguiendo este debate y que ha significado que tengamos un récord de visitas al canal de YouTube, demostrando el interés que genera este debate sobre interrupción voluntaria del embarazo en la sociedad, también lo están siguiendo muchos diputados que en este momento están con otras actividades que se realizan paralelamente dentro de la Cámara de Diputados, así como fuera de este edificio. Debemos tener en cuenta que, por supuesto, más allá de estas cuatro comisiones en la Cámara existen muchas otras que también están en funcionamiento durante esta jornada, como en las otras que realizamos el debate.
Les quiero informar que al finalizar todas las exposiciones nos va a quedar un tiempo para las preguntas que van ser formuladas por los diputados. Así que pido a todos los expositores que hagan el mayor esfuerzo posible para quedarse hasta el final, porque realmente en la etapa de las preguntas es donde los diputados podemos sacarnos todas las dudas a fin de ir formando opinión sobre un tema tan importante como el que estamos debatiendo. Este es el motivo por el cual solicito a los expositores que se queden hasta el final, que será entre las 18 y 18 y 30. Ello constituirá un gran aporte, más allá de lo que van a contribuir con sus exposiciones, seguramente tan bien preparadas.
Por último, antes de dar la palabra al primer expositor, quiero agradecer la presencia de la diputada Carmen Polledo, presidenta de la Comisión de Acción Social y Salud Pública, la diputada Gabriela Burgos, presidenta de la Comisión de Legislación Penal, y la diputada Alejandra Martínez, presidenta de la Comisión de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia.
También quiero agregar que para la celebración de este tipo de reuniones informativas no se requiere quórum. Aclaro esto porque, como ustedes saben, hay reuniones de dos tipos. Por un lado, las reuniones para dictaminar, donde por reglamento se requiere que para firmar dictamen esté presente la mitad más uno de los miembros -en general ese es el quórum requerido. Pero en este caso, como no estamos dictaminando sino que estamos en la tapa previa, es decir, en el debate informativo donde invitamos a especialistas que no son legisladores para ilustrar a los señores diputados a fin de poder dictaminar, no se requiere quórum, y este plenario puede funcionar con la presencia de al menos uno de los cuatro presidentes que integran la reunión plenaria.
Tiene la palabra Carolina Comalera, licenciada en Obstetricia de la Universidad Nacional de Buenos Aires.
Agradezco a los señores diputados y a todos los expositores que están aquí, en esta cuarta reunión plenaria de las comisiones de Legislación General, de Acción Salud y Salud Pública, de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia, y de Legislación Penal para tratar los proyectos sobre despenalización del aborto o de interrupción voluntaria del embarazo.
Continuaremos con la reunión que iniciamos esta mañana donde por primera vez hemos incorporado como metodología de trabajo intercalar expositores que están a favor y en contra de los proyectos en tratamiento.
Esta mañana hemos tenido un debate muy profundo e interesante, con la posibilidad de que los expositores puedan comentar o aludir a las manifestaciones de otros. Les comento que dentro de los 7 minutos que tiene cada uno para hacer su exposición pueden mencionar o rebatir, si lo consideran necesario, alguna afirmación de un expositor anterior. Eso va a servir también para enriquecer el debate. Esto se dio en la mañana, sobre todo durante las preguntas que se hicieron al finalizar las exposiciones. Pero más allá de eso, lo pueden hacer también dentro de sus 7 minutos.
Como les dije, tendrán 7 minutos cada uno para hacer uso de la palabra y un minuto antes voy a avisarles para que puedan redondear su exposición.
Asimismo quiero indicar que esta reunión informativa, la cuarta que hacemos, es transmitida a través de los canales de comunicación de la Honorable Cámara de Diputados, es decir, por YouTube, por Diputados TV, y también por streaming.
Por lo tanto, seguramente, más allá de toda la sociedad que está siguiendo este debate y que ha significado que tengamos un récord de visitas al canal de YouTube, demostrando el interés que genera este debate sobre interrupción voluntaria del embarazo en la sociedad, también lo están siguiendo muchos diputados que en este momento están con otras actividades que se realizan paralelamente dentro de la Cámara de Diputados, así como fuera de este edificio. Debemos tener en cuenta que, por supuesto, más allá de estas cuatro comisiones en la Cámara existen muchas otras que también están en funcionamiento durante esta jornada, como en las otras que realizamos el debate.
Les quiero informar que al finalizar todas las exposiciones nos va a quedar un tiempo para las preguntas que van ser formuladas por los diputados. Así que pido a todos los expositores que hagan el mayor esfuerzo posible para quedarse hasta el final, porque realmente en la etapa de las preguntas es donde los diputados podemos sacarnos todas las dudas a fin de ir formando opinión sobre un tema tan importante como el que estamos debatiendo. Este es el motivo por el cual solicito a los expositores que se queden hasta el final, que será entre las 18 y 18 y 30. Ello constituirá un gran aporte, más allá de lo que van a contribuir con sus exposiciones, seguramente tan bien preparadas.
Por último, antes de dar la palabra al primer expositor, quiero agradecer la presencia de la diputada Carmen Polledo, presidenta de la Comisión de Acción Social y Salud Pública, la diputada Gabriela Burgos, presidenta de la Comisión de Legislación Penal, y la diputada Alejandra Martínez, presidenta de la Comisión de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia.
También quiero agregar que para la celebración de este tipo de reuniones informativas no se requiere quórum. Aclaro esto porque, como ustedes saben, hay reuniones de dos tipos. Por un lado, las reuniones para dictaminar, donde por reglamento se requiere que para firmar dictamen esté presente la mitad más uno de los miembros -en general ese es el quórum requerido. Pero en este caso, como no estamos dictaminando sino que estamos en la tapa previa, es decir, en el debate informativo donde invitamos a especialistas que no son legisladores para ilustrar a los señores diputados a fin de poder dictaminar, no se requiere quórum, y este plenario puede funcionar con la presencia de al menos uno de los cuatro presidentes que integran la reunión plenaria.
Tiene la palabra Carolina Comalera, licenciada en Obstetricia de la Universidad Nacional de Buenos Aires.
SRA. COMALERA Soy licenciada en Obstetricia, de la Universidad de Buenos Aires, integrante de la Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir y de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, Legal, Seguro y Gratuito.
Estoy profundamente emocionada y orgullosa de estar aquí. Vengo como mujer, como madre de cuatro varones que decidí parir y como profesional de la salud pública que acompaña en el ámbito de un hospital público en Paraná a mujeres que solicitan interrumpir su embarazo. Traigo hoy la voz de esas mujeres que quieren hacerse oír.
El martes escuché en este salón: "La única verdad es la realidad". Yo coincido con ese postulado; el aborto es una realidad en la vida de las mujeres en nuestro país.
En este mismo momento, mientras todos estamos aquí reunidos, hay cientos o miles de mujeres que están gestionando su propio aborto con Oxaprost o con lo que hayan conseguido.
La realidad que vengo a contarles es la de 274 mujeres que accedieron a una interrupción del embarazo de forma segura en el Hospital San Roque de la ciudad de Paraná desde junio de 2016. Estas 274 mujeres decidieron por sus vidas, ejercieron su autonomía en base a sus creencias personales, tan valiosas como las de cualquier otra persona.
Ese es nuestro registro, el primero en la provincia de Entre Ríos. Son 274 mujeres que accedieron a una práctica segura y están vivas. Son mujeres de entre 13 y 49 años, católicas en un 98 por ciento, que trabajan, estudian, cuidan otros hijos, tienen pareja o no la tienen, concurren acompañadas o solas. Son mujeres que ya consultaron en otros efectores de salud y fueron cuestionadas o no consultaron con nadie. Quisieron previamente ligarse las trompas y se lo negaron. Algunas ya tienen hijos, otras quieren tenerlos más adelante, otras no quieren tener hijos nunca. Estaban usando métodos anticonceptivos y no entienden cómo les pasó esto, o no los estaban usando. Sus parejas no quieren usar preservativo porque no les gusta y ellas no pudieron conseguir el anticonceptivo a tiempo. Otras, mujeres perimenopáusicas, creían que esto no les iba a pasar porque ya no iban a poder quedar embarazadas. Otras, nunca pensaron que podían llegar a esta situación. No planificaron tener un hijo y no desean maternar.
Son discriminadas y criticadas por una sociedad que les dice que cierren las piernas o que tienen hijos para cobrar un plan, que se jodan, que se la aguanten, si te gustó el durazno, "bancate" la pelusa. Son tantas las realidades, tan distintas, tan importantes y tan únicas, como mujeres hay en nuestro país.
Cuando concurren al hospital se les confecciona una historia clínica garantizando privacidad y confidencialidad, se realiza la consejería en el uso correcto de Misoprostol y también se da la información completa sobre métodos anticonceptivos que están disponibles para luego de la interrupción. Retiran la medicación con receta en la farmacia del hospital, se entrega un contacto telefónico para consultar dudas durante el procedimiento, luego se firma el consentimiento informado y se cita a la semana para control. Se van a su domicilio con los 12 comprimidos de Oxaprost y deciden el momento más adecuado para comenzar el procedimiento porque -diputadas y diputados- el tratamiento es ambulatorio y así lo recomienda la Organización Mundial de la Salud en su guía práctica para abortos seguros y sin riesgos de 2012.
No requieren hospitalización o uso de quirófano, no ocupan camas y no ingresan en las estadísticas de egresos hospitalarios. Cuando concurren a la semana siguiente, se verifica la interrupción del embarazo y acceden al método anticonceptivo elegido y disponible; ahí se cierra la historia clínica.
Las mujeres que solicitan y acceden a una interrupción voluntaria del embarazo con respeto, con información y un acompañamiento amoroso, sienten alivio, sienten que tuvieron la oportunidad de alcanzar en forma segura lo que estaban deseando. Porque un aborto también se desea, se expresa con palabras de agradecimiento, se manifiestan tranquilas y hasta nos dicen: "que Dios las bendiga". No se niega que puede haber angustia o tristeza como en cualquier otro momento de la vida, pero eso de ninguna manera conforma un problema de salud para estas mujeres. El único deseo presente en ellas es interrumpir su embarazo y seguir con sus vidas sin poner en riesgo su salud.
Estas mujeres no saben de embriología, no saben cuándo se forma la corteza cerebral, no conocen el Pacto de San José de Costa Rica ni el fallo Artavia Murillo, tampoco el artículo 86 del Código Penal ni la Academia Nacional de Medicina o el ADN único e irrepetible, pero sí se sorprenden cuando se les explica el marco jurídico vigente en nuestro país.
En ese contexto quiero decir que la provincia de Entre Ríos ha tenido como decisión política adherir en septiembre de 2017 al protocolo de atención de personas con derecho a la interrupción legal del embarazo; protocolo que no es ley, es una guía normativa de buenas prácticas. Es decir, si una mujer decide interrumpir su embarazo qué mejor que seguir un camino que garantiza la práctica segura. Este espacio de atención garantiza el respeto, la escucha y el ejercicio de la autonomía, no se cuestiona ni se juzga, es un espacio de empatía definida como el arte de saber ponerse en el lugar de la otra persona y comprender sus situaciones y sentimientos. Se trata de no hacerles a otras personas lo que no nos gustaría que nos hagan a nosotras, esa es la filosofía de este espacio.
Para finalizar, el lenguaje construye realidad y nos define. Somos pro vida porque defendemos y promovemos la vida, la salud y el cuidado de las mujeres. A los indecisos me permito decirles que quien nunca cambia de opinión, no cambia nada.
El aborto salió del armario y está en las calles, la revolución ya empezó, el dique se rompió y la marea verde es imparable, no hay marcha atrás. Nosotras, quienes defendemos el derecho a decidir de las mujeres, ya entramos en la historia, ahora les toca a ustedes: no tengan miedo, dejen sus creencias personales de lado, vean la realidad y legislen en favor de la despenalización y legalización del aborto.
Diputadas y diputados: aborto clandestino nunca más. Gracias. (Aplausos.)
Estoy profundamente emocionada y orgullosa de estar aquí. Vengo como mujer, como madre de cuatro varones que decidí parir y como profesional de la salud pública que acompaña en el ámbito de un hospital público en Paraná a mujeres que solicitan interrumpir su embarazo. Traigo hoy la voz de esas mujeres que quieren hacerse oír.
El martes escuché en este salón: "La única verdad es la realidad". Yo coincido con ese postulado; el aborto es una realidad en la vida de las mujeres en nuestro país.
En este mismo momento, mientras todos estamos aquí reunidos, hay cientos o miles de mujeres que están gestionando su propio aborto con Oxaprost o con lo que hayan conseguido.
La realidad que vengo a contarles es la de 274 mujeres que accedieron a una interrupción del embarazo de forma segura en el Hospital San Roque de la ciudad de Paraná desde junio de 2016. Estas 274 mujeres decidieron por sus vidas, ejercieron su autonomía en base a sus creencias personales, tan valiosas como las de cualquier otra persona.
Ese es nuestro registro, el primero en la provincia de Entre Ríos. Son 274 mujeres que accedieron a una práctica segura y están vivas. Son mujeres de entre 13 y 49 años, católicas en un 98 por ciento, que trabajan, estudian, cuidan otros hijos, tienen pareja o no la tienen, concurren acompañadas o solas. Son mujeres que ya consultaron en otros efectores de salud y fueron cuestionadas o no consultaron con nadie. Quisieron previamente ligarse las trompas y se lo negaron. Algunas ya tienen hijos, otras quieren tenerlos más adelante, otras no quieren tener hijos nunca. Estaban usando métodos anticonceptivos y no entienden cómo les pasó esto, o no los estaban usando. Sus parejas no quieren usar preservativo porque no les gusta y ellas no pudieron conseguir el anticonceptivo a tiempo. Otras, mujeres perimenopáusicas, creían que esto no les iba a pasar porque ya no iban a poder quedar embarazadas. Otras, nunca pensaron que podían llegar a esta situación. No planificaron tener un hijo y no desean maternar.
Son discriminadas y criticadas por una sociedad que les dice que cierren las piernas o que tienen hijos para cobrar un plan, que se jodan, que se la aguanten, si te gustó el durazno, "bancate" la pelusa. Son tantas las realidades, tan distintas, tan importantes y tan únicas, como mujeres hay en nuestro país.
Cuando concurren al hospital se les confecciona una historia clínica garantizando privacidad y confidencialidad, se realiza la consejería en el uso correcto de Misoprostol y también se da la información completa sobre métodos anticonceptivos que están disponibles para luego de la interrupción. Retiran la medicación con receta en la farmacia del hospital, se entrega un contacto telefónico para consultar dudas durante el procedimiento, luego se firma el consentimiento informado y se cita a la semana para control. Se van a su domicilio con los 12 comprimidos de Oxaprost y deciden el momento más adecuado para comenzar el procedimiento porque -diputadas y diputados- el tratamiento es ambulatorio y así lo recomienda la Organización Mundial de la Salud en su guía práctica para abortos seguros y sin riesgos de 2012.
No requieren hospitalización o uso de quirófano, no ocupan camas y no ingresan en las estadísticas de egresos hospitalarios. Cuando concurren a la semana siguiente, se verifica la interrupción del embarazo y acceden al método anticonceptivo elegido y disponible; ahí se cierra la historia clínica.
Las mujeres que solicitan y acceden a una interrupción voluntaria del embarazo con respeto, con información y un acompañamiento amoroso, sienten alivio, sienten que tuvieron la oportunidad de alcanzar en forma segura lo que estaban deseando. Porque un aborto también se desea, se expresa con palabras de agradecimiento, se manifiestan tranquilas y hasta nos dicen: "que Dios las bendiga". No se niega que puede haber angustia o tristeza como en cualquier otro momento de la vida, pero eso de ninguna manera conforma un problema de salud para estas mujeres. El único deseo presente en ellas es interrumpir su embarazo y seguir con sus vidas sin poner en riesgo su salud.
Estas mujeres no saben de embriología, no saben cuándo se forma la corteza cerebral, no conocen el Pacto de San José de Costa Rica ni el fallo Artavia Murillo, tampoco el artículo 86 del Código Penal ni la Academia Nacional de Medicina o el ADN único e irrepetible, pero sí se sorprenden cuando se les explica el marco jurídico vigente en nuestro país.
En ese contexto quiero decir que la provincia de Entre Ríos ha tenido como decisión política adherir en septiembre de 2017 al protocolo de atención de personas con derecho a la interrupción legal del embarazo; protocolo que no es ley, es una guía normativa de buenas prácticas. Es decir, si una mujer decide interrumpir su embarazo qué mejor que seguir un camino que garantiza la práctica segura. Este espacio de atención garantiza el respeto, la escucha y el ejercicio de la autonomía, no se cuestiona ni se juzga, es un espacio de empatía definida como el arte de saber ponerse en el lugar de la otra persona y comprender sus situaciones y sentimientos. Se trata de no hacerles a otras personas lo que no nos gustaría que nos hagan a nosotras, esa es la filosofía de este espacio.
Para finalizar, el lenguaje construye realidad y nos define. Somos pro vida porque defendemos y promovemos la vida, la salud y el cuidado de las mujeres. A los indecisos me permito decirles que quien nunca cambia de opinión, no cambia nada.
El aborto salió del armario y está en las calles, la revolución ya empezó, el dique se rompió y la marea verde es imparable, no hay marcha atrás. Nosotras, quienes defendemos el derecho a decidir de las mujeres, ya entramos en la historia, ahora les toca a ustedes: no tengan miedo, dejen sus creencias personales de lado, vean la realidad y legislen en favor de la despenalización y legalización del aborto.
Diputadas y diputados: aborto clandestino nunca más. Gracias. (Aplausos.)
SR. ABRIOLA Me presento, soy musicoterapeuta, trabajo en la prevención y promoción de la salud y como orientador familiar. Desde hace 20 años me dedico a la defensa de la vida y la familia.
Quiero decir a los señores diputados de la Nación Argentina que estos proyectos de ley nunca deberían haberse debatido porque la vida no se debate, la vida se atiende empáticamente, se promociona, se aconseja y se orienta, pero ningún profesional de la salud está habilitado para decidir si una vida vale o no. Vengo exponer en calidad de hijo, de padre, de esposo, y de nieto, como profesional de la vida y la familia, argentino, italiano y descendiente de españoles.
Me siento conmovido y muy dolido porque nuestro presidente también es hijo de inmigrantes, y no solo se manifestó a favor de la vida desde la concepción sino que este tema no formaba parte de su plataforma electoral: ¿qué pasó? Ganó las elecciones en 2015 pero perdió el respeto por el pueblo argentino en este año porque nos falló moralmente a todos al habilitar este debate indebido. No se debate qué vida se vive y cuál no, señor presidente y señores diputados, nadie es árbitro de la vida, sí somos administradores.
El presidente también dijo que si este Congreso aprobaba el aborto no vetaría la ley. Entonces yo me pregunto para qué está el Poder Ejecutivo si no es para conducir a todos los poderes hacia el bien común, en solidaridad.. Los señores diputados no deben votar por convicciones íntimas o intereses ocultos sino manifestarse y representar a todos y cada uno de los argentinos.
El 25 de marzo pasado, el día del niño por nacer, más de 2 millones de personas nos manifestamos sin ningún medio externo, ajeno a nuestro país.
¡Es el alma y el corazón de la Argentina que quiere la vida!
Vamos a ir a las causas de este problema, porque la única verdad es la realidad. Como profesional de la salud, por supuesto estoy de acuerdo en que la única verdad es la realidad y los únicos privilegiados, señores y señoras presentes en este recinto, son los niños. No se llega al aborto sin antes cumplir con estas metas.
Este es un problema global, un holocausto demográfico. No se llega al aborto de la noche a la mañana. Primero se instala la mentalidad anticonceptiva; segundo, el divorcio; tercero, el aborto y, por último, la eutanasia. ¿Hasta dónde vamos a llegar?
¿Esto es humanidad? ¿Esto es democracia? ¿Esto es lo que queremos para las generaciones actuales y futuras? Esto no es lo que quiero y tampoco lo que quiere el resto de la población, que no sabe de protocolos, de la Academia de la Medicina o qué dice la Constitución.
Nosotros tenemos el deber, la valentía y el coraje de ayudarlos, por supuesto empáticamente; debemos ponernos en los zapatos del otro, no se puede legislar para determinar qué vida continúa y qué vida no. No somos árbitros de la vida; somos defensores y promotores, amantes de la vida.
Todo esto ocurre gracias a algo que pasó en 1966, al dogma de John Davison Rockefeller III. En el Population Council, 30 líderes del mundo firmaron los siguientes postulados: "a) que el control del crecimiento poblacional es la base para el desarrollo económico de los pueblos; b) que decidir cuantos hijos tener es un derecho humano básico;..." -falso, el primer derecho humano es el derecho a la vida- "...c) que controlar el crecimiento poblacional es la condición prioritaria para lograr la paz mundial duradera y significativa; d) que muchos hijos obstaculizan que se pueda tener una vida digna y en plenitud".
Es decir que, según esta óptica -por cierto amoral-, los hijos, las personas, son las causantes de la pobreza. Los objetivos eran evitar que peligrara la posesión de la riqueza por parte de los grandes grupos económicos, evitar el crecimiento de la población mundial, constituir a la salud reproductiva en un criterio-eje que permitiera coordinar la planificación familiar -que de familiar no tiene nada-, y promover la educación sexual, el consumo masivo de anticonceptivos y el aborto.
Toda esta política se encubre en la manipulación del lenguaje. ¡Si lo sabremos! Hace más de cuarenta años que vivimos en una sociedad totalmente erotizada y banalizada por el sexo, a cualquier hora y en cualquier lugar, donde los supuestos únicos privilegiados -los niños- son los más maltratados, ya que no tienen por qué ver a los dos, tres, cuatro o cinco años de edad violentas escenas de sexo explícito.
¿Pero qué pasa si el sexo seguro falla? El concebido se convierte en un injusto agresor de las libertades individuales de los padres. Si se puede abortar -en forma legal, segura y gratuita- no habría problema alguno para la eliminación.
Hay funcionarios públicos que hasta se atreven a promover el aborto. Al eliminar a una persona en el vientre materno, no se hace ningún bien; además, no se tienen en cuenta las consecuencias imborrables y traumáticas del síndrome postaborto que sufre la madre, el padre, toda la familia y la sociedad, lo que conduce a un sinfín de problemas, no solamente humanos y sanitarios sino de riesgo poblacional.
Ahora bien, díganme ustedes: un país despoblado como el nuestro, que tiene 2.800.000 kilómetros cuadrados, ¿necesita una política que elimine a su población, lo que además se paga con nuestros propios impuestos?
No existe el derecho al aborto. Existe el derecho a la vida, el derecho de todos los profesionales de la educación y de la salud a respetar con mucha dignidad su profesión, ya que somos promotores de la defensa de la vida y necesitamos rescatar de esta ruin y vil mentira a todo el pueblo argentino.
Todos queremos la vida; por supuesto estamos a favor de la vida, pero de ninguna manera se puede matar una vida para que otros -en su afán de hedonismo y de egoísmo- puedan vivir lisonjeramente.
Estamos llamados a vivir en una sociedad que necesariamente debe conducirse en la verdad. Basta de mentiras. El aborto no es ningún derecho humano; es la matanza del niño inocente en la primera fase de su desarrollo.
Hoy en día en el mundo mueren 60 millones de niños por año. ¿Conoce la vida un mayor holocausto? Basta de mentiras. Queremos una Argentina de vida para todos. Muchas gracias. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Lipovetzky).- Tiene la palabra la doctora Gabriela Luchetti, jefa del Servicio de Ginecología.
No tengo el dato del hospital donde ejerce, seguramente ella lo puede aclarar.
Quiero decir a los señores diputados de la Nación Argentina que estos proyectos de ley nunca deberían haberse debatido porque la vida no se debate, la vida se atiende empáticamente, se promociona, se aconseja y se orienta, pero ningún profesional de la salud está habilitado para decidir si una vida vale o no. Vengo exponer en calidad de hijo, de padre, de esposo, y de nieto, como profesional de la vida y la familia, argentino, italiano y descendiente de españoles.
Me siento conmovido y muy dolido porque nuestro presidente también es hijo de inmigrantes, y no solo se manifestó a favor de la vida desde la concepción sino que este tema no formaba parte de su plataforma electoral: ¿qué pasó? Ganó las elecciones en 2015 pero perdió el respeto por el pueblo argentino en este año porque nos falló moralmente a todos al habilitar este debate indebido. No se debate qué vida se vive y cuál no, señor presidente y señores diputados, nadie es árbitro de la vida, sí somos administradores.
El presidente también dijo que si este Congreso aprobaba el aborto no vetaría la ley. Entonces yo me pregunto para qué está el Poder Ejecutivo si no es para conducir a todos los poderes hacia el bien común, en solidaridad.. Los señores diputados no deben votar por convicciones íntimas o intereses ocultos sino manifestarse y representar a todos y cada uno de los argentinos.
El 25 de marzo pasado, el día del niño por nacer, más de 2 millones de personas nos manifestamos sin ningún medio externo, ajeno a nuestro país.
¡Es el alma y el corazón de la Argentina que quiere la vida!
Vamos a ir a las causas de este problema, porque la única verdad es la realidad. Como profesional de la salud, por supuesto estoy de acuerdo en que la única verdad es la realidad y los únicos privilegiados, señores y señoras presentes en este recinto, son los niños. No se llega al aborto sin antes cumplir con estas metas.
Este es un problema global, un holocausto demográfico. No se llega al aborto de la noche a la mañana. Primero se instala la mentalidad anticonceptiva; segundo, el divorcio; tercero, el aborto y, por último, la eutanasia. ¿Hasta dónde vamos a llegar?
¿Esto es humanidad? ¿Esto es democracia? ¿Esto es lo que queremos para las generaciones actuales y futuras? Esto no es lo que quiero y tampoco lo que quiere el resto de la población, que no sabe de protocolos, de la Academia de la Medicina o qué dice la Constitución.
Nosotros tenemos el deber, la valentía y el coraje de ayudarlos, por supuesto empáticamente; debemos ponernos en los zapatos del otro, no se puede legislar para determinar qué vida continúa y qué vida no. No somos árbitros de la vida; somos defensores y promotores, amantes de la vida.
Todo esto ocurre gracias a algo que pasó en 1966, al dogma de John Davison Rockefeller III. En el Population Council, 30 líderes del mundo firmaron los siguientes postulados: "a) que el control del crecimiento poblacional es la base para el desarrollo económico de los pueblos; b) que decidir cuantos hijos tener es un derecho humano básico;..." -falso, el primer derecho humano es el derecho a la vida- "...c) que controlar el crecimiento poblacional es la condición prioritaria para lograr la paz mundial duradera y significativa; d) que muchos hijos obstaculizan que se pueda tener una vida digna y en plenitud".
Es decir que, según esta óptica -por cierto amoral-, los hijos, las personas, son las causantes de la pobreza. Los objetivos eran evitar que peligrara la posesión de la riqueza por parte de los grandes grupos económicos, evitar el crecimiento de la población mundial, constituir a la salud reproductiva en un criterio-eje que permitiera coordinar la planificación familiar -que de familiar no tiene nada-, y promover la educación sexual, el consumo masivo de anticonceptivos y el aborto.
Toda esta política se encubre en la manipulación del lenguaje. ¡Si lo sabremos! Hace más de cuarenta años que vivimos en una sociedad totalmente erotizada y banalizada por el sexo, a cualquier hora y en cualquier lugar, donde los supuestos únicos privilegiados -los niños- son los más maltratados, ya que no tienen por qué ver a los dos, tres, cuatro o cinco años de edad violentas escenas de sexo explícito.
¿Pero qué pasa si el sexo seguro falla? El concebido se convierte en un injusto agresor de las libertades individuales de los padres. Si se puede abortar -en forma legal, segura y gratuita- no habría problema alguno para la eliminación.
Hay funcionarios públicos que hasta se atreven a promover el aborto. Al eliminar a una persona en el vientre materno, no se hace ningún bien; además, no se tienen en cuenta las consecuencias imborrables y traumáticas del síndrome postaborto que sufre la madre, el padre, toda la familia y la sociedad, lo que conduce a un sinfín de problemas, no solamente humanos y sanitarios sino de riesgo poblacional.
Ahora bien, díganme ustedes: un país despoblado como el nuestro, que tiene 2.800.000 kilómetros cuadrados, ¿necesita una política que elimine a su población, lo que además se paga con nuestros propios impuestos?
No existe el derecho al aborto. Existe el derecho a la vida, el derecho de todos los profesionales de la educación y de la salud a respetar con mucha dignidad su profesión, ya que somos promotores de la defensa de la vida y necesitamos rescatar de esta ruin y vil mentira a todo el pueblo argentino.
Todos queremos la vida; por supuesto estamos a favor de la vida, pero de ninguna manera se puede matar una vida para que otros -en su afán de hedonismo y de egoísmo- puedan vivir lisonjeramente.
Estamos llamados a vivir en una sociedad que necesariamente debe conducirse en la verdad. Basta de mentiras. El aborto no es ningún derecho humano; es la matanza del niño inocente en la primera fase de su desarrollo.
Hoy en día en el mundo mueren 60 millones de niños por año. ¿Conoce la vida un mayor holocausto? Basta de mentiras. Queremos una Argentina de vida para todos. Muchas gracias. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Lipovetzky).- Tiene la palabra la doctora Gabriela Luchetti, jefa del Servicio de Ginecología.
No tengo el dato del hospital donde ejerce, seguramente ella lo puede aclarar.
SRA. LUCHETTI Fui jefa del Servicio de Ginecología. Ahora soy docente titular de la cátedra de Ginecología y Obstetricia de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Comahue.
Agradezco la oportunidad que me dan de participar de esta reunión. He estado 30 años en la trinchera de un hospital público en una provincia que tiene 550 mil habitantes en 94 mil kilómetros cuadrados, algo asi como tres veces y media menos habitantes que La Matanza con un territorio 300 veces mayor.
Los números que voy a dar a continuación no son más que la misma realidad que otros ya han mostrado acerca de los daños que provoca la ilegalidad del aborto, pero en un contexto de escasa población y extenso territorio.
Algunos aquí se han permitido dudar de impecables estimaciones estadísticas realizadas en nuestro país con relación a la cantidad de mujeres que abortan. Los números que hoy voy a presentar no tienen en absoluto esa calidad en su elaboración, pero representan una realidad concreta, una realidad que -aunque era vivida diariamente- me explotó en la cara con su contundencia numérica cuando hice el diagnóstico de situación para concursar la jefatura del Servicio de Ginecología.
Paso a dar los números de morbimortalidad por aborto correspondientes al hospital donde trabajé.
En un período de 5 años se internaron en el Servicio de Ginecología del Hospital Castro Rendón, de Neuquén, 550 mujeres con diagnóstico de complicaciones de aborto realizados en condiciones de riesgo, 122 de las cuales tuvieron diagnóstico de aborto séptico. La edad promedio de estas mujeres fue de 27 +/- 4 años y la media de embarazos previos fue de tres, con un rango entre cero y once. De estas mujeres, 6 murieron, 16 fueron histerectomizadas -es decir, se fueron de alta vivas pero sin su útero- y otras 16 estuvieron en terapia intensiva un mínimo de 7 y un máximo de 29 días.
Para los que no lo saben, estar en terapia intensiva en un hospital que tiene terapia intermedia implica recibir asistencia respiratoria mecánica.
Estos números respaldan lo que digo. No necesito mostrar fotos y videos de úteros perforados o gangrenosos, o de mujeres muertas; ya hemos visto suficientes imágenes morbosas y ha sido claramente innecesario y poco creíble. Lo que sí quiero transmitirles es la gravedad de lo que sucede, más allá de lo injusto y evitable que es.
Estas mujeres tienen para mí una cara y un nombre. La mayoría de los métodos caseros que usaron para provocarse un aborto muestran la desesperación y el intenso e irreductible deseo de no maternar.
Están dispuestas a cualquier cosa.
Cuando ellas llegan, tenemos frente a nosotros a una mujer que sabe que ha hecho algo ilegal, que además está aterrorizada, gravemente enferma y vulnerable, que a menudo es tratada con hostilidad e indiferencia y, lo que es peor, denunciada.
Otra de las cosas que quiero decir acá es que la penalización del aborto es utilizada para estigmatizar, no solo a las mujeres que abortan sino a los profesionales proveedores, a los abogados, a los investigadores y a los activistas entre otros, y lo van a usar para estigmatizar a los diputados y diputadas. El estigma tiene consecuencias sobre las legislaciones y sobre la práctica médica; tengamos cuidado.
Aquí otra vez aparece con fuerza la apropiación de las palabras que citó Claudia Piñeiro. Las iglesias han logrado que lo que ellas consideran un pecado sea asumido por la sociedad como un delito y, como sabemos, un delito es algo que está mal, algo que no debemos hacer. Que quede claro: pecado y delito no son lo mismo.
Es por ello que en nuestro país el aborto despenalizado por causales desde 1921 nunca se hizo efectivo como corresponde en los sistemas de salud; fue negado sistemáticamente en la enseñanza de la medicina y la abogacía y desconocido por médicos y jueces. En fin, para mí, es un derecho desaparecido, con el peso que tiene esta palabra en este país.
Yendo de nuevo a las palabras, así como no podemos permitir que se adueñen de la palabra "vida" tampoco les permitamos que se adueñen de la palabra "conciencia".
La objeción de conciencia, ese privilegio con que contamos los médicos, creció de la mano de la oposición al aborto, se ha naturalizado una continua y falsa dicotomía entre aborto y conciencia. Los que objetan al aborto lo hacen "a conciencia" y los que no, al parecer, no estamos usando nuestra conciencia.
En general los prestadores de abortos tienen mucho que perder, se arriesgan al estigma y a la marginación. Sin embargo, continúan realizando esta prestación, debido también a profundas convicciones éticas.
Citando a Lisa Harris, ya la nombraron esta mañana, no reconocer que también la conciencia impulsa la prohibición del aborto la convierte en un concepto vacío y nos deja a los proveedores sin una base moral sobre la cual situarnos. La integridad moral de un médico no solo puede dañarse por hacer una práctica como el aborto, también puede dañarse si no hacemos esa práctica respetando los derechos de las mujeres.
Por ello, quiero dejar aclarado acá que mis colegas proveedores -y yo también- tenemos conciencia y ella nos dicta que hacer abortos seguros es estar a favor de la vida, respetar y cuidar los derechos y la salud integral de las mujeres.
Por último, un aspecto que me interesa abordar es el del embarazo no planeado, ya que esta situación vital es la principal proveedora de abortos inducidos.
La situación ideal en este mundo sería que la reproducción en nosotros, los seres humanos, sea siempre un acto planeado y lo que es mejor, su condición necesaria, la sexualidad, sea siempre un acto deseado.
Ya hubo gente aquí muy calificada que dejó sentados los diferentes costos que tiene para una mujer o un varón el deseo sexual. El embarazo no planeado suele generar en los médicos y personas de la comunidad reacciones de rechazo, censura y estigmatización cuando las mujeres en esta situación manifiestan su deseo de abortar.
Todos aquí habrán escuchado comentarios como: "¿No te cuidaste? ¡Qué irresponsable! ¡Hacete cargo!"; todas acotaciones descalificantes y groseras.
Antes de que se termine el tiempo del que dispongo para hacer uso de la palabra quiero dar algunos números que saqué de The Lancet Global Health, de marzo de 2018. Entre 2010 y 2014 el 44 por ciento de los embarazos en el mundo fueron no planeados. Eso significa que 85 millones de mujeres cada año experimentan un embarazo no planeado -entonces, yo digo que habría en este mundo 85 millones de mujeres irresponsables-, y un 56 por ciento -47 millones- terminó en un aborto inducido, es decir, hay 47 millones de incalificables mujeres.
El embarazo no planeado permanece a lo largo de los años, en las diferentes estimaciones, mucho más alto en las regiones en vías de desarrollo que en las desarrolladas.
Ahora bien, ¿por qué ocurren los embarazos no planeados? Porque las mujeres deseamos menos hijos de los que naturalmente resultan de una vida sexual activa, porque aún no todas las personas pueden controlar su fertilidad, porque existen relaciones sexuales que no son voluntarias ni deseadas, porque los métodos anticonceptivos fallan, y, por último, para que les quede grabado, porque una mujer pasa 35 años de su vida, mes a mes, sometida al riesgo de tener un embarazo no planeado. Gracias. (Aplausos.)
Agradezco la oportunidad que me dan de participar de esta reunión. He estado 30 años en la trinchera de un hospital público en una provincia que tiene 550 mil habitantes en 94 mil kilómetros cuadrados, algo asi como tres veces y media menos habitantes que La Matanza con un territorio 300 veces mayor.
Los números que voy a dar a continuación no son más que la misma realidad que otros ya han mostrado acerca de los daños que provoca la ilegalidad del aborto, pero en un contexto de escasa población y extenso territorio.
Algunos aquí se han permitido dudar de impecables estimaciones estadísticas realizadas en nuestro país con relación a la cantidad de mujeres que abortan. Los números que hoy voy a presentar no tienen en absoluto esa calidad en su elaboración, pero representan una realidad concreta, una realidad que -aunque era vivida diariamente- me explotó en la cara con su contundencia numérica cuando hice el diagnóstico de situación para concursar la jefatura del Servicio de Ginecología.
Paso a dar los números de morbimortalidad por aborto correspondientes al hospital donde trabajé.
En un período de 5 años se internaron en el Servicio de Ginecología del Hospital Castro Rendón, de Neuquén, 550 mujeres con diagnóstico de complicaciones de aborto realizados en condiciones de riesgo, 122 de las cuales tuvieron diagnóstico de aborto séptico. La edad promedio de estas mujeres fue de 27 +/- 4 años y la media de embarazos previos fue de tres, con un rango entre cero y once. De estas mujeres, 6 murieron, 16 fueron histerectomizadas -es decir, se fueron de alta vivas pero sin su útero- y otras 16 estuvieron en terapia intensiva un mínimo de 7 y un máximo de 29 días.
Para los que no lo saben, estar en terapia intensiva en un hospital que tiene terapia intermedia implica recibir asistencia respiratoria mecánica.
Estos números respaldan lo que digo. No necesito mostrar fotos y videos de úteros perforados o gangrenosos, o de mujeres muertas; ya hemos visto suficientes imágenes morbosas y ha sido claramente innecesario y poco creíble. Lo que sí quiero transmitirles es la gravedad de lo que sucede, más allá de lo injusto y evitable que es.
Estas mujeres tienen para mí una cara y un nombre. La mayoría de los métodos caseros que usaron para provocarse un aborto muestran la desesperación y el intenso e irreductible deseo de no maternar.
Están dispuestas a cualquier cosa.
Cuando ellas llegan, tenemos frente a nosotros a una mujer que sabe que ha hecho algo ilegal, que además está aterrorizada, gravemente enferma y vulnerable, que a menudo es tratada con hostilidad e indiferencia y, lo que es peor, denunciada.
Otra de las cosas que quiero decir acá es que la penalización del aborto es utilizada para estigmatizar, no solo a las mujeres que abortan sino a los profesionales proveedores, a los abogados, a los investigadores y a los activistas entre otros, y lo van a usar para estigmatizar a los diputados y diputadas. El estigma tiene consecuencias sobre las legislaciones y sobre la práctica médica; tengamos cuidado.
Aquí otra vez aparece con fuerza la apropiación de las palabras que citó Claudia Piñeiro. Las iglesias han logrado que lo que ellas consideran un pecado sea asumido por la sociedad como un delito y, como sabemos, un delito es algo que está mal, algo que no debemos hacer. Que quede claro: pecado y delito no son lo mismo.
Es por ello que en nuestro país el aborto despenalizado por causales desde 1921 nunca se hizo efectivo como corresponde en los sistemas de salud; fue negado sistemáticamente en la enseñanza de la medicina y la abogacía y desconocido por médicos y jueces. En fin, para mí, es un derecho desaparecido, con el peso que tiene esta palabra en este país.
Yendo de nuevo a las palabras, así como no podemos permitir que se adueñen de la palabra "vida" tampoco les permitamos que se adueñen de la palabra "conciencia".
La objeción de conciencia, ese privilegio con que contamos los médicos, creció de la mano de la oposición al aborto, se ha naturalizado una continua y falsa dicotomía entre aborto y conciencia. Los que objetan al aborto lo hacen "a conciencia" y los que no, al parecer, no estamos usando nuestra conciencia.
En general los prestadores de abortos tienen mucho que perder, se arriesgan al estigma y a la marginación. Sin embargo, continúan realizando esta prestación, debido también a profundas convicciones éticas.
Citando a Lisa Harris, ya la nombraron esta mañana, no reconocer que también la conciencia impulsa la prohibición del aborto la convierte en un concepto vacío y nos deja a los proveedores sin una base moral sobre la cual situarnos. La integridad moral de un médico no solo puede dañarse por hacer una práctica como el aborto, también puede dañarse si no hacemos esa práctica respetando los derechos de las mujeres.
Por ello, quiero dejar aclarado acá que mis colegas proveedores -y yo también- tenemos conciencia y ella nos dicta que hacer abortos seguros es estar a favor de la vida, respetar y cuidar los derechos y la salud integral de las mujeres.
Por último, un aspecto que me interesa abordar es el del embarazo no planeado, ya que esta situación vital es la principal proveedora de abortos inducidos.
La situación ideal en este mundo sería que la reproducción en nosotros, los seres humanos, sea siempre un acto planeado y lo que es mejor, su condición necesaria, la sexualidad, sea siempre un acto deseado.
Ya hubo gente aquí muy calificada que dejó sentados los diferentes costos que tiene para una mujer o un varón el deseo sexual. El embarazo no planeado suele generar en los médicos y personas de la comunidad reacciones de rechazo, censura y estigmatización cuando las mujeres en esta situación manifiestan su deseo de abortar.
Todos aquí habrán escuchado comentarios como: "¿No te cuidaste? ¡Qué irresponsable! ¡Hacete cargo!"; todas acotaciones descalificantes y groseras.
Antes de que se termine el tiempo del que dispongo para hacer uso de la palabra quiero dar algunos números que saqué de The Lancet Global Health, de marzo de 2018. Entre 2010 y 2014 el 44 por ciento de los embarazos en el mundo fueron no planeados. Eso significa que 85 millones de mujeres cada año experimentan un embarazo no planeado -entonces, yo digo que habría en este mundo 85 millones de mujeres irresponsables-, y un 56 por ciento -47 millones- terminó en un aborto inducido, es decir, hay 47 millones de incalificables mujeres.
El embarazo no planeado permanece a lo largo de los años, en las diferentes estimaciones, mucho más alto en las regiones en vías de desarrollo que en las desarrolladas.
Ahora bien, ¿por qué ocurren los embarazos no planeados? Porque las mujeres deseamos menos hijos de los que naturalmente resultan de una vida sexual activa, porque aún no todas las personas pueden controlar su fertilidad, porque existen relaciones sexuales que no son voluntarias ni deseadas, porque los métodos anticonceptivos fallan, y, por último, para que les quede grabado, porque una mujer pasa 35 años de su vida, mes a mes, sometida al riesgo de tener un embarazo no planeado. Gracias. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Tiene la palabra el doctor Carlos Cafferata, Jefe de la Sección de Cuidados Paliativos del Hospital Italiano.
SR. CAFFERATA Buenas tardes, estimados legisladores y público presente. En primer lugar, agradecezco estar acá y celebro esta oportunidad que tenemos de reflexionar, discernir y buscar soluciones a un problema real de nuestra sociedad.
Soy médico clínico, me dedico a los cuidados paliativos, y por mi actividad profesional es de mi interés particular el tema de la vulnerabilidad. Hoy estamos tratando una cuestión de gran vulnerabilidad: la situación de una mujer que está embarazada, cursando un embarazo no deseado, y la del niño no nacido, que está creciendo en el seno de esa mujer.
Con el término "vulnerabilidad" se designa a quienes se encuentran en un estado o circunstancia desfavorable o que padecen desventajas, carencias o se encuentran bajo circunstancias que afectan el goce y el ejercicio pleno de sus derechos fundamentales. En el nuevo Código Civil promulgado en 2014, donde se consagra el paradigma protectorio de los más débiles y que tiene como principio rector una verdadera ética de los vulnerables, hay una consideración distinta de la vulnerabilidad.
El Código Civil parte de la mera enunciación de las categorías de personas o grupos vulnerables -los niños, las mujeres, los ancianos, los discapacitados, los indígenas- para tomar después una consideración de la vulnerabilidad basada en los derechos, poniendo énfasis en la dignidad, en la construcción de las capacidades y en dar herramientas para que puedan fortalecer su capacidad de respuesta y disminuir así la vulnerabilidad.
Al principio decía que estamos frente a dos situaciones de vulnerabilidad: la de la mujer que está cursando el embarazo no deseado y la del niño que aún no nació. Creo que es importante en este momento preguntarnos en realidad si es el embarazo lo que trae la vulnerabilidad o si en realidad no existe una situación previa de vulnerabilidad social, psicoemocional y afectiva de la mujer que lleva a que cuando el embarazo llega sea no deseado. Creo que es fundamental tener en cuenta esto porque allí nos tenemos que enfocar.
Entonces, son tres situaciones o grupos vulnerables. El primero es el de la mujer que ya se encuentra en una situación de vulnerabilidad social, psicoafectiva y emocional, que probablemente sea el grupo más grande y al que más debemos tener en cuenta para prevenir la mayor vulnerabilidad. El otro grupo es el de la mujer que ya está embarazada, cursando ese embarazo no deseado. Y el tercer grupo es el de los niños que aún no nacieron y que están creciendo en el seno de esa madre. Los tres grupos por igual merecen de parte de toda la sociedad y del Estado una protección y promoción de esas capacidades.
Se ha trabajado y se ha logrado mucho en pos de los derechos de la mujer y la protección desde el Estado y sus tres poderes. Quiero mencionar, por ejemplo, la ley 23.179 que aprueba la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, con carácter constitucional, y la ley 26.485, de protección integral de las mujeres.
El tema de la mujer claramente es de vital importancia en la agenda pública. Basta con ver las movilizaciones a favor de los derechos de la mujer y en contra de la violencia de género.
Pero si hoy estamos tocando este tema es porque algo está pasando, algo no estamos haciendo bien o algo nos falta hacer. Falta un compromiso mucho mayor de toda la sociedad y del Estado en pos de la promoción y protección de todos los grupos vulnerables: el de la mujer que está en una situación de vulnerabilidad social, psicoemocional y afectiva, el de la mujer con esta vulnerabilidad que cursa un embarazo no deseado, y el de los niños que todavía no nacieron. Esto es fundamental.
Tenemos que elaborar, desarrollar, establecer y sostener políticas de vivienda, salud, trabajo, familia, educación general, educación sexual integral, protección de la mujer embarazada, no solo en el embarazo sino después, y de los niños. También debemos sancionar leyes que permitan una adopción de niños más fácil para aquellas madres que deciden no continuar con la crianza de sus hijos.
Esto es fundamental y es lo más importante que tenemos que hacer: trabajar unidos como sociedad y no generar más grietas.
La propuesta del aborto como una respuesta a la situación de vulnerabilidad es intrínsecamente contradictoria porque estamos eliminando a un grupo todavía más vulnerable: el niño aún no nacido, que es el de máxima vulnerabilidad. Cabe destacar lo que evidencia la ciencia: la vida humana comienza en el momento de la concepción; eso está refrendado por nuestro Código Civil y por la Constitución Nacional.
Entonces, pensar el aborto como una solución ante la situación de vulnerabilidad de la mujer con un embarazo no deseado y su hijo aún no nacido, no solo es una contradicción sino que es el fracaso de una sociedad y un Estado que esquivan involucrarse en el verdadero problema que origina esto y elige su autodestrucción.
A modo de resumen: estamos frente a una problemática que debemos reconocer, sobre la cual hay que trabajar y por eso celebro este momento. Hay tres categorías de personas o grupos vulnerables: la mujer que está en una situación de vulnerabilidad, la mujer que en esa situación de vulnerabilidad queda embarazada y está cursando un embarazo no deseado y los niños que aún no nacieron. Esta vulnerabilidad obliga al Estado y toda la sociedad a una protección especial, a la vez de una promoción de las capacidades propias para fortalecer las respuestas y poder disminuir esa vulnerabilidad. Debemos canalizar un análisis objetivo y sincero de la realidad, revisar lo que estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo, ver lo positivo y lo negativo, las falencias y los errores para poder trabajar en las situaciones de vulnerabilidad ya existentes a fin de prevenir mayor vulnerabilidad.
El aborto como medida de protección de la mujer vulnerable es intrínsecamente contradictorio desde el momento que elimina al niño no nacido, que es más vulnerable aún. Tampoco busca revertir la vulnerabilidad inicial de la mujer y a veces la agrava.
Entonces, como Estado y sociedad debemos buscar soluciones superadoras que tengan como pilar y fundamento el primero y principal de todos los derechos humanos: el derecho a la vida de todas y cada una de las personas. Esto puede resultar utópico pero quiero que pensemos en nuestros próceres que forjaron la Argentina, probablemente sus pensamientos y sus teorías resultaron utópicas, pero si no fuera por ellos hoy no estaríamos acá. (Aplausos.)
Soy médico clínico, me dedico a los cuidados paliativos, y por mi actividad profesional es de mi interés particular el tema de la vulnerabilidad. Hoy estamos tratando una cuestión de gran vulnerabilidad: la situación de una mujer que está embarazada, cursando un embarazo no deseado, y la del niño no nacido, que está creciendo en el seno de esa mujer.
Con el término "vulnerabilidad" se designa a quienes se encuentran en un estado o circunstancia desfavorable o que padecen desventajas, carencias o se encuentran bajo circunstancias que afectan el goce y el ejercicio pleno de sus derechos fundamentales. En el nuevo Código Civil promulgado en 2014, donde se consagra el paradigma protectorio de los más débiles y que tiene como principio rector una verdadera ética de los vulnerables, hay una consideración distinta de la vulnerabilidad.
El Código Civil parte de la mera enunciación de las categorías de personas o grupos vulnerables -los niños, las mujeres, los ancianos, los discapacitados, los indígenas- para tomar después una consideración de la vulnerabilidad basada en los derechos, poniendo énfasis en la dignidad, en la construcción de las capacidades y en dar herramientas para que puedan fortalecer su capacidad de respuesta y disminuir así la vulnerabilidad.
Al principio decía que estamos frente a dos situaciones de vulnerabilidad: la de la mujer que está cursando el embarazo no deseado y la del niño que aún no nació. Creo que es importante en este momento preguntarnos en realidad si es el embarazo lo que trae la vulnerabilidad o si en realidad no existe una situación previa de vulnerabilidad social, psicoemocional y afectiva de la mujer que lleva a que cuando el embarazo llega sea no deseado. Creo que es fundamental tener en cuenta esto porque allí nos tenemos que enfocar.
Entonces, son tres situaciones o grupos vulnerables. El primero es el de la mujer que ya se encuentra en una situación de vulnerabilidad social, psicoafectiva y emocional, que probablemente sea el grupo más grande y al que más debemos tener en cuenta para prevenir la mayor vulnerabilidad. El otro grupo es el de la mujer que ya está embarazada, cursando ese embarazo no deseado. Y el tercer grupo es el de los niños que aún no nacieron y que están creciendo en el seno de esa madre. Los tres grupos por igual merecen de parte de toda la sociedad y del Estado una protección y promoción de esas capacidades.
Se ha trabajado y se ha logrado mucho en pos de los derechos de la mujer y la protección desde el Estado y sus tres poderes. Quiero mencionar, por ejemplo, la ley 23.179 que aprueba la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, con carácter constitucional, y la ley 26.485, de protección integral de las mujeres.
El tema de la mujer claramente es de vital importancia en la agenda pública. Basta con ver las movilizaciones a favor de los derechos de la mujer y en contra de la violencia de género.
Pero si hoy estamos tocando este tema es porque algo está pasando, algo no estamos haciendo bien o algo nos falta hacer. Falta un compromiso mucho mayor de toda la sociedad y del Estado en pos de la promoción y protección de todos los grupos vulnerables: el de la mujer que está en una situación de vulnerabilidad social, psicoemocional y afectiva, el de la mujer con esta vulnerabilidad que cursa un embarazo no deseado, y el de los niños que todavía no nacieron. Esto es fundamental.
Tenemos que elaborar, desarrollar, establecer y sostener políticas de vivienda, salud, trabajo, familia, educación general, educación sexual integral, protección de la mujer embarazada, no solo en el embarazo sino después, y de los niños. También debemos sancionar leyes que permitan una adopción de niños más fácil para aquellas madres que deciden no continuar con la crianza de sus hijos.
Esto es fundamental y es lo más importante que tenemos que hacer: trabajar unidos como sociedad y no generar más grietas.
La propuesta del aborto como una respuesta a la situación de vulnerabilidad es intrínsecamente contradictoria porque estamos eliminando a un grupo todavía más vulnerable: el niño aún no nacido, que es el de máxima vulnerabilidad. Cabe destacar lo que evidencia la ciencia: la vida humana comienza en el momento de la concepción; eso está refrendado por nuestro Código Civil y por la Constitución Nacional.
Entonces, pensar el aborto como una solución ante la situación de vulnerabilidad de la mujer con un embarazo no deseado y su hijo aún no nacido, no solo es una contradicción sino que es el fracaso de una sociedad y un Estado que esquivan involucrarse en el verdadero problema que origina esto y elige su autodestrucción.
A modo de resumen: estamos frente a una problemática que debemos reconocer, sobre la cual hay que trabajar y por eso celebro este momento. Hay tres categorías de personas o grupos vulnerables: la mujer que está en una situación de vulnerabilidad, la mujer que en esa situación de vulnerabilidad queda embarazada y está cursando un embarazo no deseado y los niños que aún no nacieron. Esta vulnerabilidad obliga al Estado y toda la sociedad a una protección especial, a la vez de una promoción de las capacidades propias para fortalecer las respuestas y poder disminuir esa vulnerabilidad. Debemos canalizar un análisis objetivo y sincero de la realidad, revisar lo que estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo, ver lo positivo y lo negativo, las falencias y los errores para poder trabajar en las situaciones de vulnerabilidad ya existentes a fin de prevenir mayor vulnerabilidad.
El aborto como medida de protección de la mujer vulnerable es intrínsecamente contradictorio desde el momento que elimina al niño no nacido, que es más vulnerable aún. Tampoco busca revertir la vulnerabilidad inicial de la mujer y a veces la agrava.
Entonces, como Estado y sociedad debemos buscar soluciones superadoras que tengan como pilar y fundamento el primero y principal de todos los derechos humanos: el derecho a la vida de todas y cada una de las personas. Esto puede resultar utópico pero quiero que pensemos en nuestros próceres que forjaron la Argentina, probablemente sus pensamientos y sus teorías resultaron utópicas, pero si no fuera por ellos hoy no estaríamos acá. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE LIPOVETSKY Tiene la palabra la licenciada Silvina Ramos, socióloga.
SRA. RAMOS Gracias por esta oportunidad. Es un honor traer a este debate mi experiencia como investigadora en el campo de la salud sexual y reproductiva.
Mi interés por el tema del aborto surgió en 1983 cuando tenía 22 años, y estando embarazada de mi primera hija realizaba mi trabajo de campo en Bernal: entrevistaba a una mujer de 30 años embarazada de su séptimo hijo. Ella había intentado abortar pero no lo había logrado. Me contaba, resignada y triste, que no tenía más remedio que tener un nuevo hijo que era fruto de una violación marital. Yo era feliz con mi embarazo deseado y no me alcanzaban las noches para soñar mi maternidad. El abismo que sentí entre dos mujeres, dos embarazos y dos maternidades, me marcó para siempre. Ahí supe que las mujeres no somos iguales, que la maternidad es una elección solo para algunas, que el aborto puede ser inseguro, que la maternidad podía ser una cruz pesada, y que la libertad para soñar la vida no es la misma cuando una mujer lleva adelante un embarazo deseado que cuando carga un embarazo forzado.
El vínculo entre maternidad y aborto signó mi curiosidad como investigadora para siempre. Quiero aportar a este debate la evidencia que yo misma y otros investigadores hemos generado. Para una decisión de implicancia ética, trascendencia práctica, simbólica y jurídica para la vida de las mujeres, creo imprescindible distinguir los argumentos basados en la evidencia científica, de aquellos orientados por los lugares comunes, los prejuicios, los preconceptos o la falacia. La investigación científica mira un problema, busca comprenderlo y aporta ideas para resolverlo. El dogma -por el contrario-, asume a priori un punto de vista, no mira las cosas como son sino como cree que deberían ser, se niega a pensar diferente porque tiene miedo de hacerlo y tampoco se preocupa por resolver los problemas.
Es mucho lo que se sabe sobre el aborto. Ese conocimiento ha sido generado con metodologías robustas y ha sido publicado en revistas científicas. Este es un privilegio que tenemos y debemos aprovechar para orientar un debate honesto.
Hace tres años coordiné una revisión de las investigaciones académicas sobre el aborto en América Latina. Quiero referirme a uno de los temas que más se ha estudiado: las experiencias de las mujeres con el aborto.
Voy a resaltar tres resultados. Primero: ¿quiénes son las mujeres que abortan? Contrariamente a lo que se piensa desde el lugar común no hay un tipo de mujer que aborta. Las mujeres que abortan son adolescentes y adultas, pobres y ricas, casadas con hijos y sin hijos, con o sin parejas estables; son las mujeres de las redes familiares y sociales de todos los que estamos hoy aquí.
La investigación muestra que esas decisiones se disparan por circunstancias de vida diversas: crisis de pareja, incertidumbre laboral, expectativa por un proyecto educativo, condiciones adversas para la llegada de un hijo, una migración. También se toma la decisión por una enfermedad que el embarazo agrava, y en su cara más cruel la decisión intenta reparar la dignidad interrumpiendo un embarazo que se detesta porque es el fruto maldito de una violación.
Los estudios muestran que la decisión de abortar es una decisión reflexiva, una decisión que realiza un balance entre las circunstancias de ese momento de la vida y las expectativas de una vida mejor. Ninguna mujer decide abortar de la noche a la mañana, ninguna mujer aborta porque le resulta más fácil y ninguna mujer aborta creyendo que acaba con la vida de un niño pequeño. Esas son especulaciones de quienes no saben y no quieren saber por qué las mujeres abortamos.
Las mujeres abortamos porque elegimos responsablemente un futuro mejor para nosotras, para nuestras familias y para los hijos que ya tenemos. Las mujeres abortamos por la vida, por nuestras vidas. Así son las decisiones de las 350.000 a 500.000 mujeres que en la Argentina abortan cada año. Mujeres que guardan para sí la íntima razón que las lleva a tomar esa decisión. Nadie tiene derecho a juzgarlas ni a imponer condiciones que las pongan en riesgo, que las amenace con la cárcel o las prive de la libertad de decidir qué hacer con sus vidas.
El segundo resultado es sobre las niñas y adolescentes. Los estudios muestran que son quienes viven las situaciones de mayor vulnerabilidad. Son 3.000 niñas menores de 15 años que todos los años tienen un hijo en nuestro país; 8 de cada 10 de ellas no quisieron quedar embarazadas y la mayoría quedó embarazada por la violación de un familiar. Ellas tienen cuatro veces más riesgos de enfermar y morir. Son 3.000 niñas a quienes la ilegalidad del aborto les deja solo tres caminos: la muerte, la enfermedad, o una maternidad forzada que las marcará de por vida y privará de vivir su infancia como niñas.
En tercer lugar, la evidencia acerca del impacto de la ilegalidad del aborto. Acá el dato es contundente: como se dijo en repetidas oportunidades la ilegalidad no inhibe a las mujeres de abortar; cuando la mujer está decidida, el aborto es un hecho. ¿Qué logra la ilegalidad? Logra que todo resulte más costoso para la mujer, para la familia y para la sociedad. La ilegalidad hace recurrir a métodos cruentos, priva de la información necesaria y demora la consulta con el servicio de salud. También daña la salud psíquica de la mujer porque las mujeres se sienten juzgadas, perseguidas y violentadas.
La producción académica ha demostrado varias cosas para tener en cuenta en este debate: que la penalización provoca más riesgos de salud y de muerte, que el sufrimiento psíquico no es por el aborto sino por la clandestinidad, que la legalización no produce más abortos sino menos muertes maternas. Además, ha demostrado que el régimen de causales -vigente en la Argentina desde 1921- ha fracasado porque no ha podido garantizar el acceso de las mujeres a un aborto seguro.
Para concluir, quiero insistir en que este debate debe tener en cuenta la evidencia científica que no es cualquier evidencia.
En este debate no se está decidiendo si las mujeres deberían abortar o no. En este debate se está decidiendo en qué condiciones lo harán: si seguirán corriendo riesgos para su salud y su vida y si seguirán condenadas a una maternidad forzada. En este debate se está decidiendo si se nos reconoce a las mujeres el estatus moral para tomar decisiones sobre nuestras vidas.
Espero que el Congreso de la Nación comprenda la trascendencia de esta decisión y vote a favor de la vida y de la libertad de las mujeres. Muchas gracias. (Aplausos.)
Mi interés por el tema del aborto surgió en 1983 cuando tenía 22 años, y estando embarazada de mi primera hija realizaba mi trabajo de campo en Bernal: entrevistaba a una mujer de 30 años embarazada de su séptimo hijo. Ella había intentado abortar pero no lo había logrado. Me contaba, resignada y triste, que no tenía más remedio que tener un nuevo hijo que era fruto de una violación marital. Yo era feliz con mi embarazo deseado y no me alcanzaban las noches para soñar mi maternidad. El abismo que sentí entre dos mujeres, dos embarazos y dos maternidades, me marcó para siempre. Ahí supe que las mujeres no somos iguales, que la maternidad es una elección solo para algunas, que el aborto puede ser inseguro, que la maternidad podía ser una cruz pesada, y que la libertad para soñar la vida no es la misma cuando una mujer lleva adelante un embarazo deseado que cuando carga un embarazo forzado.
El vínculo entre maternidad y aborto signó mi curiosidad como investigadora para siempre. Quiero aportar a este debate la evidencia que yo misma y otros investigadores hemos generado. Para una decisión de implicancia ética, trascendencia práctica, simbólica y jurídica para la vida de las mujeres, creo imprescindible distinguir los argumentos basados en la evidencia científica, de aquellos orientados por los lugares comunes, los prejuicios, los preconceptos o la falacia. La investigación científica mira un problema, busca comprenderlo y aporta ideas para resolverlo. El dogma -por el contrario-, asume a priori un punto de vista, no mira las cosas como son sino como cree que deberían ser, se niega a pensar diferente porque tiene miedo de hacerlo y tampoco se preocupa por resolver los problemas.
Es mucho lo que se sabe sobre el aborto. Ese conocimiento ha sido generado con metodologías robustas y ha sido publicado en revistas científicas. Este es un privilegio que tenemos y debemos aprovechar para orientar un debate honesto.
Hace tres años coordiné una revisión de las investigaciones académicas sobre el aborto en América Latina. Quiero referirme a uno de los temas que más se ha estudiado: las experiencias de las mujeres con el aborto.
Voy a resaltar tres resultados. Primero: ¿quiénes son las mujeres que abortan? Contrariamente a lo que se piensa desde el lugar común no hay un tipo de mujer que aborta. Las mujeres que abortan son adolescentes y adultas, pobres y ricas, casadas con hijos y sin hijos, con o sin parejas estables; son las mujeres de las redes familiares y sociales de todos los que estamos hoy aquí.
La investigación muestra que esas decisiones se disparan por circunstancias de vida diversas: crisis de pareja, incertidumbre laboral, expectativa por un proyecto educativo, condiciones adversas para la llegada de un hijo, una migración. También se toma la decisión por una enfermedad que el embarazo agrava, y en su cara más cruel la decisión intenta reparar la dignidad interrumpiendo un embarazo que se detesta porque es el fruto maldito de una violación.
Los estudios muestran que la decisión de abortar es una decisión reflexiva, una decisión que realiza un balance entre las circunstancias de ese momento de la vida y las expectativas de una vida mejor. Ninguna mujer decide abortar de la noche a la mañana, ninguna mujer aborta porque le resulta más fácil y ninguna mujer aborta creyendo que acaba con la vida de un niño pequeño. Esas son especulaciones de quienes no saben y no quieren saber por qué las mujeres abortamos.
Las mujeres abortamos porque elegimos responsablemente un futuro mejor para nosotras, para nuestras familias y para los hijos que ya tenemos. Las mujeres abortamos por la vida, por nuestras vidas. Así son las decisiones de las 350.000 a 500.000 mujeres que en la Argentina abortan cada año. Mujeres que guardan para sí la íntima razón que las lleva a tomar esa decisión. Nadie tiene derecho a juzgarlas ni a imponer condiciones que las pongan en riesgo, que las amenace con la cárcel o las prive de la libertad de decidir qué hacer con sus vidas.
El segundo resultado es sobre las niñas y adolescentes. Los estudios muestran que son quienes viven las situaciones de mayor vulnerabilidad. Son 3.000 niñas menores de 15 años que todos los años tienen un hijo en nuestro país; 8 de cada 10 de ellas no quisieron quedar embarazadas y la mayoría quedó embarazada por la violación de un familiar. Ellas tienen cuatro veces más riesgos de enfermar y morir. Son 3.000 niñas a quienes la ilegalidad del aborto les deja solo tres caminos: la muerte, la enfermedad, o una maternidad forzada que las marcará de por vida y privará de vivir su infancia como niñas.
En tercer lugar, la evidencia acerca del impacto de la ilegalidad del aborto. Acá el dato es contundente: como se dijo en repetidas oportunidades la ilegalidad no inhibe a las mujeres de abortar; cuando la mujer está decidida, el aborto es un hecho. ¿Qué logra la ilegalidad? Logra que todo resulte más costoso para la mujer, para la familia y para la sociedad. La ilegalidad hace recurrir a métodos cruentos, priva de la información necesaria y demora la consulta con el servicio de salud. También daña la salud psíquica de la mujer porque las mujeres se sienten juzgadas, perseguidas y violentadas.
La producción académica ha demostrado varias cosas para tener en cuenta en este debate: que la penalización provoca más riesgos de salud y de muerte, que el sufrimiento psíquico no es por el aborto sino por la clandestinidad, que la legalización no produce más abortos sino menos muertes maternas. Además, ha demostrado que el régimen de causales -vigente en la Argentina desde 1921- ha fracasado porque no ha podido garantizar el acceso de las mujeres a un aborto seguro.
Para concluir, quiero insistir en que este debate debe tener en cuenta la evidencia científica que no es cualquier evidencia.
En este debate no se está decidiendo si las mujeres deberían abortar o no. En este debate se está decidiendo en qué condiciones lo harán: si seguirán corriendo riesgos para su salud y su vida y si seguirán condenadas a una maternidad forzada. En este debate se está decidiendo si se nos reconoce a las mujeres el estatus moral para tomar decisiones sobre nuestras vidas.
Espero que el Congreso de la Nación comprenda la trascendencia de esta decisión y vote a favor de la vida y de la libertad de las mujeres. Muchas gracias. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Tiene la palabra la doctora Magdalena De Elizalde, neonatóloga del Hospital Austral.
SRA. DE ELIZALDE Buenas tardes a todos. Es un honor para mí como ciudadana estar en este ámbito discutiendo un tema tan importante, que atraviesa a toda la sociedad y en el que las mujeres somos protagonistas: ni más ni menos que el derecho a la vida de la mujer y del niño por nacer.
Hay vida humana desde el mismo momento de la concepción. No es posible sostener, dada la evidencia actualmente existente, que ese embrión no es un ser humano. No creo que sea relevante o que lo haga más o menos humano definir desde cuándo lo consideramos persona.
En mi opinión, lo que subyace a toda la discusión es el valor que se la da a esa vida humana que se está gestando. Pareciera que para muchos hay una vida, la de la mujer, que vale más que la otra, la del embrión. En realidad, pareciera que hay una vida -la del embrión- que tiene menos derechos que la otra a elegir. Ni siquiera hablamos de vida versus vida.
Debemos tener presente que en el actual Código Penal ya se contempla el aborto en casos en los que la vida de la madre está en riesgo.
Para proteger los derechos que una mujer tiene de elegir y para evitar la eventual muerte que podría producirse por un aborto clandestino, se promueve una ley de interrupción voluntaria del embarazo que garantizaría el aborto legal, seguro y gratuito y que hipotéticamente disminuiría la mortalidad a causa de abortos clandestinos.
Ahora bien, ¿qué pasa con ese otro ser humano que es eliminado? ¿Qué ley lo protege? ¿Por qué no se propone una solución que preserve a los dos? ¿Acaso una ley que despenaliza el aborto es la solución para prevenir los embarazos no deseados? Ciertamente no.
¿Cuántos seres humanos perderían su derecho a la vida? ¿Cuántas mujeres quedarían dañadas física y psicológicamente luego de uno, dos, tres, cuatro abortos? Podría ser que con la ley los números mostraran que mueren menos mujeres por abortos clandestinos y que tenemos menos madres adolescentes. Nos quedaríamos contentos como sociedad pensando que estamos mejor; sin embargo, muchas mujeres quedarían lastimadas, se mataría a muchos seres humanos, y muchas niñas y adolescentes, abusadas y avasalladas en sus derechos, seguirían siendo cada vez más violentadas, ya que el aborto probablemente perpetuaría situaciones de abuso, sin el estorbo de un niño que necesita ser cuidado.
Me preocupa que cada vez más niñas, adolescentes y jóvenes sigan siendo violentadas, y sabemos que los abusos generalmente provienen de alguien de su entorno cercano. ¿En lugar de castigar al abusador matamos a un inocente?
Partiendo del hecho de que considero que el Estado nunca debería habilitar la interrupción de la vida humana en ninguna de sus etapas, voy a profundizar en algunos puntos con respecto al proyecto de ley propuesto.
El proyecto dispone que, en el ejercicio del derecho humano a la salud, toda mujer puede decidir voluntariamente la interrupción de su embarazo durante las primeras catorce semanas del proceso gestacional. ¿Cuál es el fundamento de esta edad puesta en forma tan arbitraria? Hoy no hay impedimentos técnicos para interrumpir un embarazo en ningún momento. ¿El ser humano es menos humano o está menos vivo cuanto más pequeño es? ¿O será que, como ocupa menos lugar y lo vemos menos, nos engañamos y calmamos nuestra conciencia?
La neonatología se ocupa de la atención del recién nacido. Los primeros registros sobre cuidados del recién nacido datan de 1800. La importancia de un ambiente cálido para el neonato, por ejemplo, fue documentada a principios de ese año. En aquella época difícilmente sobrevivía un nacido antes de las 32 semanas o si pesaba menos de 1500 gramos. Probablemente, para la sociedad de aquel entonces, no serían personas aquellos recién nacidos pequeños que se morían y no eran viables. ¿Podríamos equipararlo hoy a embriones de 10 semanas o a fetos de 20 semanas?
Actualmente, con los avances de la medicina, sobreviven recién nacidos de 23 y de 24 semanas. En algún momento un feto de esa edad no vivía, y no hubiera sido considerado persona; ahora sí lo es. ¿Un embrión de 12 semanas no será viable, con el sostén adecuado, dentro de 50 años?
¿Es persona el que nace de 24 semanas y reanimamos porque sus padres lo quieren y no es persona el que es abortado a las 24 semanas?
¿Y qué pasa con el que se intenta abortar a las 24 semanas o más y nace vivo? ¿Qué hacemos? ¿Lo ahogamos? ¿Le inyectamos algo? ¿Lo tiramos a un costado para que se muera de frío o hambre?
Se habla de las malformaciones fetales graves. En mis años de experiencia como neonatóloga he visto que malformaciones que hace 20 años eran consideradas graves e incompatibles con la vida hoy tienen solución. Entonces, ¿dónde está el límite? Creo que "grave" es relativo, como es relativo también el hecho de que el embarazo pueda alterar la salud física, psíquica o social de una mujer. Probablemente, con la adecuada contención y cuidado, en muchos casos saldría adelante.
Hay asociaciones de ayuda a la mujer que evidencian que el 65 por ciento de las mujeres que recurren a ellas con la intención de abortar, al sentirse acompañadas, cuidadas y apoyadas, decide continuar con su embarazo.
Se presume que una adolescente de entre 13 y 16 años cuenta con la aptitud y madurez física y psíquica para decidir un aborto. ¿Realmente les parece que esto es así? El proyecto también dispone que una menor de 13 años puede dar su consentimiento ante la presencia de uno de sus padres o representante legales. ¿Qué niña de 13 años, embarazada -con lo que implica esa situación-, podría dar su consentimiento libremente?
Por último, respecto de la objeción de conciencia, ¿nos van a obligar a los médicos que no estemos de acuerdo en interrumpir una vida a realizar abortos? ¿No sería acaso como obligarnos a aplicar una inyección letal a un condenado a muerte?
En mi opinión, la discusión como sociedad no debiera pasar por "aborto sí" o "aborto no" sino por la necesidad de establecer políticas de salud reales, que cuiden y eduquen a los más vulnerables. No debería haber embarazos no deseados, ni niñas o mujeres abusadas, ni muertes maternas por abortos clandestinos.
Nuestro sistema de salud está fragmentado. Hay mucho para mejorar. Me resulta simplista y sin fundamento pensar que una ley que despenalice el aborto es la solución para disminuir las muertes maternas.
Necesitamos educación y un Estado presente que cuide a los más vulnerables. Y los más vulnerables son los no nacidos, no un Estado que con un problema quiere borrar otro. Combatir la muerte con más muerte no es la solución, no si queremos ser una sociedad moderna, inclusiva y que cuide a los más vulnerables y marginados. Muchas gracias. (Aplausos.)
Hay vida humana desde el mismo momento de la concepción. No es posible sostener, dada la evidencia actualmente existente, que ese embrión no es un ser humano. No creo que sea relevante o que lo haga más o menos humano definir desde cuándo lo consideramos persona.
En mi opinión, lo que subyace a toda la discusión es el valor que se la da a esa vida humana que se está gestando. Pareciera que para muchos hay una vida, la de la mujer, que vale más que la otra, la del embrión. En realidad, pareciera que hay una vida -la del embrión- que tiene menos derechos que la otra a elegir. Ni siquiera hablamos de vida versus vida.
Debemos tener presente que en el actual Código Penal ya se contempla el aborto en casos en los que la vida de la madre está en riesgo.
Para proteger los derechos que una mujer tiene de elegir y para evitar la eventual muerte que podría producirse por un aborto clandestino, se promueve una ley de interrupción voluntaria del embarazo que garantizaría el aborto legal, seguro y gratuito y que hipotéticamente disminuiría la mortalidad a causa de abortos clandestinos.
Ahora bien, ¿qué pasa con ese otro ser humano que es eliminado? ¿Qué ley lo protege? ¿Por qué no se propone una solución que preserve a los dos? ¿Acaso una ley que despenaliza el aborto es la solución para prevenir los embarazos no deseados? Ciertamente no.
¿Cuántos seres humanos perderían su derecho a la vida? ¿Cuántas mujeres quedarían dañadas física y psicológicamente luego de uno, dos, tres, cuatro abortos? Podría ser que con la ley los números mostraran que mueren menos mujeres por abortos clandestinos y que tenemos menos madres adolescentes. Nos quedaríamos contentos como sociedad pensando que estamos mejor; sin embargo, muchas mujeres quedarían lastimadas, se mataría a muchos seres humanos, y muchas niñas y adolescentes, abusadas y avasalladas en sus derechos, seguirían siendo cada vez más violentadas, ya que el aborto probablemente perpetuaría situaciones de abuso, sin el estorbo de un niño que necesita ser cuidado.
Me preocupa que cada vez más niñas, adolescentes y jóvenes sigan siendo violentadas, y sabemos que los abusos generalmente provienen de alguien de su entorno cercano. ¿En lugar de castigar al abusador matamos a un inocente?
Partiendo del hecho de que considero que el Estado nunca debería habilitar la interrupción de la vida humana en ninguna de sus etapas, voy a profundizar en algunos puntos con respecto al proyecto de ley propuesto.
El proyecto dispone que, en el ejercicio del derecho humano a la salud, toda mujer puede decidir voluntariamente la interrupción de su embarazo durante las primeras catorce semanas del proceso gestacional. ¿Cuál es el fundamento de esta edad puesta en forma tan arbitraria? Hoy no hay impedimentos técnicos para interrumpir un embarazo en ningún momento. ¿El ser humano es menos humano o está menos vivo cuanto más pequeño es? ¿O será que, como ocupa menos lugar y lo vemos menos, nos engañamos y calmamos nuestra conciencia?
La neonatología se ocupa de la atención del recién nacido. Los primeros registros sobre cuidados del recién nacido datan de 1800. La importancia de un ambiente cálido para el neonato, por ejemplo, fue documentada a principios de ese año. En aquella época difícilmente sobrevivía un nacido antes de las 32 semanas o si pesaba menos de 1500 gramos. Probablemente, para la sociedad de aquel entonces, no serían personas aquellos recién nacidos pequeños que se morían y no eran viables. ¿Podríamos equipararlo hoy a embriones de 10 semanas o a fetos de 20 semanas?
Actualmente, con los avances de la medicina, sobreviven recién nacidos de 23 y de 24 semanas. En algún momento un feto de esa edad no vivía, y no hubiera sido considerado persona; ahora sí lo es. ¿Un embrión de 12 semanas no será viable, con el sostén adecuado, dentro de 50 años?
¿Es persona el que nace de 24 semanas y reanimamos porque sus padres lo quieren y no es persona el que es abortado a las 24 semanas?
¿Y qué pasa con el que se intenta abortar a las 24 semanas o más y nace vivo? ¿Qué hacemos? ¿Lo ahogamos? ¿Le inyectamos algo? ¿Lo tiramos a un costado para que se muera de frío o hambre?
Se habla de las malformaciones fetales graves. En mis años de experiencia como neonatóloga he visto que malformaciones que hace 20 años eran consideradas graves e incompatibles con la vida hoy tienen solución. Entonces, ¿dónde está el límite? Creo que "grave" es relativo, como es relativo también el hecho de que el embarazo pueda alterar la salud física, psíquica o social de una mujer. Probablemente, con la adecuada contención y cuidado, en muchos casos saldría adelante.
Hay asociaciones de ayuda a la mujer que evidencian que el 65 por ciento de las mujeres que recurren a ellas con la intención de abortar, al sentirse acompañadas, cuidadas y apoyadas, decide continuar con su embarazo.
Se presume que una adolescente de entre 13 y 16 años cuenta con la aptitud y madurez física y psíquica para decidir un aborto. ¿Realmente les parece que esto es así? El proyecto también dispone que una menor de 13 años puede dar su consentimiento ante la presencia de uno de sus padres o representante legales. ¿Qué niña de 13 años, embarazada -con lo que implica esa situación-, podría dar su consentimiento libremente?
Por último, respecto de la objeción de conciencia, ¿nos van a obligar a los médicos que no estemos de acuerdo en interrumpir una vida a realizar abortos? ¿No sería acaso como obligarnos a aplicar una inyección letal a un condenado a muerte?
En mi opinión, la discusión como sociedad no debiera pasar por "aborto sí" o "aborto no" sino por la necesidad de establecer políticas de salud reales, que cuiden y eduquen a los más vulnerables. No debería haber embarazos no deseados, ni niñas o mujeres abusadas, ni muertes maternas por abortos clandestinos.
Nuestro sistema de salud está fragmentado. Hay mucho para mejorar. Me resulta simplista y sin fundamento pensar que una ley que despenalice el aborto es la solución para disminuir las muertes maternas.
Necesitamos educación y un Estado presente que cuide a los más vulnerables. Y los más vulnerables son los no nacidos, no un Estado que con un problema quiere borrar otro. Combatir la muerte con más muerte no es la solución, no si queremos ser una sociedad moderna, inclusiva y que cuide a los más vulnerables y marginados. Muchas gracias. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Tiene la palabra el doctor Mario Rovere, médico sanitarista y ex-viceministro de Salud.
SR. ROVERE Muy buenas tardes a todas y a todos.
Realmente agradezco enormemente este privilegio de poder dirigirme en esta sala a los diputados, a los expertos y, a través de los medios, también a la opinión pública de nuestro país.
Ante todo quiero decir que creo que la sociedad argentina se merecía esta discusión; espero fervientemente que no sea fruto de una especulación política sino de una profunda convicción con respecto a que ella está en condiciones de debatir este tema.
A raíz de este debate estuve buscando información y pude verificar que en Italia hubo una discusión muy similar hace 40 años. En ese momento también se consideraba que tratar este tema era entrar en un abismo; sin embargo, desde entonces existe una ley de aborto y se siguió adelante. No solo se siguió avanzando sino que algunos de los problemas que hoy se mencionan, en relación con lo que se discutió en ese momento, podrían reeditarse.
Las consecuencias posteriores fueron muy interesantes. Una de ellas -quizás la más paradojal- fue la reducción de las tasas de abortos, por lo que ciertamente quien está convencido de la necesidad de que haya menos abortos debería pensar en aprobar esta iniciativa.
Al mismo tiempo, hay otros temas a considerar que están aquí planteados, como el que se acaba de enunciar con relación a la objeción de conciencia.
En Italia hubo que desarrollar una vigilancia muy particular sobre los objetores de conciencia porque estos solo lo eran en su práctica pública y no eran objetores de conciencia en su práctica privada, entendiendo además que en ese país, como ahora en la Argentina, el aborto clandestino era un gran negocio para los supuestos objetores de conciencia que trabajaban en muchos de los hospitales públicos.
Quiero señalar a grandes rasgos que en principio desde la salud pública resulta muy evidente, y probablemente para muchos de ustedes sorprendente, que salubristas de distintas orientaciones políticas coincidamos en este punto, en realidad, porque las cifras y las evidencias son abrumadoras. Pero las evidencias no alcanzan en este mundo de la posverdad donde una tapa de un diario puede ser más importante que profundas investigaciones y datos basados en evidencia. En consecuencia, resulta muy importante argumentar, estudiar, discutir y debatir sobre estos temas.
En salud pública, a grandes rasgos, no existen dudas además porque verdaderamente a nivel mundial todo el hemisferio Norte tiene una legislación que evita y previene el aborto clandestino. En los países de ese hemisferio que tienen legislación sobre este tema se muestra -incluso hay algunos países del hemisferio Sur en los que ocurre lo mismo-, que la mortalidad materna es marcadamente inferior que en los que no la tienen.
Quiero mencionar en este sentido una comparación entre Argentina e Italia. En Italia la mortalidad materna es ocho veces menor a la de Argentina; en España también es ocho veces menor, y es seis veces menor en Uruguay. Digo esto por si alguno piensa que Italia está demasiado lejos, a pesar de los orígenes de muchos de nuestros connacionales. Esto simboliza un impacto significativo sobre la mortalidad. También vale la pena señalar que el mundo está discutiendo estos temas y no lo hace en abstracto.
La Argentina ha suscripto a la estrategia mundial por la salud de la mujer, del niño y adolescente y tiene que ver directamente con la reducción de la mortalidad materna como uno de sus objetivos. Vale la pena señalar que, dentro de los objetivos de desarrollo del milenio, la Argentina tuvo la máxima dificultad en la reducción de la mortalidad materna, que se mantuvo amesetada por más de dos décadas.
Me parece también muy importante señalar que, más allá de los territorios en los que nos encontremos más cómodos -naturalmente voy a estar en el que es más cómodo para mí-, el elemento fundamental tiene que ver con la mortalidad que nosotros registramos y que llamamos "mortalidad evitable".
El concepto de mortalidad evitable es muy importante en el campo de la salud pública pero también lo es en los de la ética y del derecho, sobre todo si algún jurista se anima a extender el concepto de mortalidad evitable por el concepto de homicidio por omisión.
La pregunta es quién lo puede evitar. ¿Quién puede evitar en la República Argentina la existencia de una sobremortalidad materna consecuencia directa de las circunstancias que llevan a muchas mujeres al aborto clandestino? El aborto clandestino, en consecuencia, es una causa mundial de sobremortalidad y me parece muy importante señalar que, como se mencionó acá en muchos casos particulares -definitivamente es mucho más rico contar experiencias, historias personales que estadísticas: algunos dicen que una muerte es un drama y muchas muertes son una estadística-, esta estadística está llena de casos dramáticos.
Me gustaría señalar que no solamente la sobremortalidad se estudia fundamentalmente a partir de las diferenciales. Ellas muestran que en la República Argentina no solo las niñas están más expuestas sino también las mujeres mayores de 40 o 45 años, que tienen dieciséis veces más chances de morir y apelan al aborto justamente en momentos en que no solamente ponen en riesgo su vida sino también la maternidad referida a los hijos que ya tienen.
Quiero señalar además, solamente para mencionar la importancia de los estudios comparativos, que estamos en la Capital , en el Congreso de la Nación, y que también hay inaceptables diferencias territoriales entre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y las provincias. De tal manera que, por ejemplo, mientras que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene una mortalidad materna de 19 por 100.000, Salta tienen una mortalidad cuatro veces superior -del 81-, y Jujuy del 75. En consecuencia, esto viene a ratificar lo que verdaderamente estamos discutiendo.
Acá no estamos debatiendo si estamos a favor o en contra del aborto sino que estamos en contra del homicidio por omisión que se produce al empujar a las mujeres pobres a una forma de atención y resolución de sus problemas que no tienen las mujeres de mayores ingresos en nuestro país. Muchas gracias. (Aplausos.)
Realmente agradezco enormemente este privilegio de poder dirigirme en esta sala a los diputados, a los expertos y, a través de los medios, también a la opinión pública de nuestro país.
Ante todo quiero decir que creo que la sociedad argentina se merecía esta discusión; espero fervientemente que no sea fruto de una especulación política sino de una profunda convicción con respecto a que ella está en condiciones de debatir este tema.
A raíz de este debate estuve buscando información y pude verificar que en Italia hubo una discusión muy similar hace 40 años. En ese momento también se consideraba que tratar este tema era entrar en un abismo; sin embargo, desde entonces existe una ley de aborto y se siguió adelante. No solo se siguió avanzando sino que algunos de los problemas que hoy se mencionan, en relación con lo que se discutió en ese momento, podrían reeditarse.
Las consecuencias posteriores fueron muy interesantes. Una de ellas -quizás la más paradojal- fue la reducción de las tasas de abortos, por lo que ciertamente quien está convencido de la necesidad de que haya menos abortos debería pensar en aprobar esta iniciativa.
Al mismo tiempo, hay otros temas a considerar que están aquí planteados, como el que se acaba de enunciar con relación a la objeción de conciencia.
En Italia hubo que desarrollar una vigilancia muy particular sobre los objetores de conciencia porque estos solo lo eran en su práctica pública y no eran objetores de conciencia en su práctica privada, entendiendo además que en ese país, como ahora en la Argentina, el aborto clandestino era un gran negocio para los supuestos objetores de conciencia que trabajaban en muchos de los hospitales públicos.
Quiero señalar a grandes rasgos que en principio desde la salud pública resulta muy evidente, y probablemente para muchos de ustedes sorprendente, que salubristas de distintas orientaciones políticas coincidamos en este punto, en realidad, porque las cifras y las evidencias son abrumadoras. Pero las evidencias no alcanzan en este mundo de la posverdad donde una tapa de un diario puede ser más importante que profundas investigaciones y datos basados en evidencia. En consecuencia, resulta muy importante argumentar, estudiar, discutir y debatir sobre estos temas.
En salud pública, a grandes rasgos, no existen dudas además porque verdaderamente a nivel mundial todo el hemisferio Norte tiene una legislación que evita y previene el aborto clandestino. En los países de ese hemisferio que tienen legislación sobre este tema se muestra -incluso hay algunos países del hemisferio Sur en los que ocurre lo mismo-, que la mortalidad materna es marcadamente inferior que en los que no la tienen.
Quiero mencionar en este sentido una comparación entre Argentina e Italia. En Italia la mortalidad materna es ocho veces menor a la de Argentina; en España también es ocho veces menor, y es seis veces menor en Uruguay. Digo esto por si alguno piensa que Italia está demasiado lejos, a pesar de los orígenes de muchos de nuestros connacionales. Esto simboliza un impacto significativo sobre la mortalidad. También vale la pena señalar que el mundo está discutiendo estos temas y no lo hace en abstracto.
La Argentina ha suscripto a la estrategia mundial por la salud de la mujer, del niño y adolescente y tiene que ver directamente con la reducción de la mortalidad materna como uno de sus objetivos. Vale la pena señalar que, dentro de los objetivos de desarrollo del milenio, la Argentina tuvo la máxima dificultad en la reducción de la mortalidad materna, que se mantuvo amesetada por más de dos décadas.
Me parece también muy importante señalar que, más allá de los territorios en los que nos encontremos más cómodos -naturalmente voy a estar en el que es más cómodo para mí-, el elemento fundamental tiene que ver con la mortalidad que nosotros registramos y que llamamos "mortalidad evitable".
El concepto de mortalidad evitable es muy importante en el campo de la salud pública pero también lo es en los de la ética y del derecho, sobre todo si algún jurista se anima a extender el concepto de mortalidad evitable por el concepto de homicidio por omisión.
La pregunta es quién lo puede evitar. ¿Quién puede evitar en la República Argentina la existencia de una sobremortalidad materna consecuencia directa de las circunstancias que llevan a muchas mujeres al aborto clandestino? El aborto clandestino, en consecuencia, es una causa mundial de sobremortalidad y me parece muy importante señalar que, como se mencionó acá en muchos casos particulares -definitivamente es mucho más rico contar experiencias, historias personales que estadísticas: algunos dicen que una muerte es un drama y muchas muertes son una estadística-, esta estadística está llena de casos dramáticos.
Me gustaría señalar que no solamente la sobremortalidad se estudia fundamentalmente a partir de las diferenciales. Ellas muestran que en la República Argentina no solo las niñas están más expuestas sino también las mujeres mayores de 40 o 45 años, que tienen dieciséis veces más chances de morir y apelan al aborto justamente en momentos en que no solamente ponen en riesgo su vida sino también la maternidad referida a los hijos que ya tienen.
Quiero señalar además, solamente para mencionar la importancia de los estudios comparativos, que estamos en la Capital , en el Congreso de la Nación, y que también hay inaceptables diferencias territoriales entre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y las provincias. De tal manera que, por ejemplo, mientras que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene una mortalidad materna de 19 por 100.000, Salta tienen una mortalidad cuatro veces superior -del 81-, y Jujuy del 75. En consecuencia, esto viene a ratificar lo que verdaderamente estamos discutiendo.
Acá no estamos debatiendo si estamos a favor o en contra del aborto sino que estamos en contra del homicidio por omisión que se produce al empujar a las mujeres pobres a una forma de atención y resolución de sus problemas que no tienen las mujeres de mayores ingresos en nuestro país. Muchas gracias. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Tiene la palabra la doctora Cristina Mitidiero, psiquiatra infanto juvenil.
SRA. MITIDIERO Buenas tardes. Como médica pediatra y psiquiatra infanto juvenil, pero también como mamá adoptiva , me siento en el deber de dirigirme a ustedes con el fin de traerles algo de claridad en relación con el aborto.
Puede sonar duro y hasta morboso explicarles lo que sucede durante un aborto, pero considero que para que un paciente pueda decidir sobre su propia vida, se lo debe informar.
En este caso, uno de mis pacientes -el niño por nacer- está siendo representado por ustedes, quienes deberán decidir por su vida, es decir, si nace o no.
Puede sonar duro y hasta morboso explicarles lo que sucede durante un aborto, pero considero que para que un paciente pueda decidir sobre su propia vida, se lo debe informar.
En este caso, uno de mis pacientes -el niño por nacer- está siendo representado por ustedes, quienes deberán decidir por su vida, es decir, si nace o no.
Se proyecta un video en la sala de reunión.
Ocupa la Presidencia la señora presidenta de la Comisión de Legislación Penal, doctora María Gabriela Burgos.
SR. PRESIDENTA BURGOS Tiene la palabra Raquel Tizziani, médica clínica sexóloga.
SRA. TIZZIANI Buenas tardes. Quiero agradecer a todas las mujeres que me han permitido acompañarlas en prácticas de aborto seguro a lo largo de estos años, especialmente al movimiento de mujeres que día a día pone el cuerpo por esta lucha.
Soy médica clínica y sexóloga, egresada de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, donde trabajo como docente hace 14 años. Como decía la doctora, la verdad es que la formación que hemos recibido en materia de aborto y derechos sexuales de las personas ha sido total y absolutamente equivocada: con una mirada restringida, punitiva y orientada hacia prácticas que son absolutamente arcaicas como el legrado uterino.
Más tarde, cuando me recibí y fui especialista en clínica médica, pude ver la realidad de las mujeres que concurrían a las guardias de los hospitales con complicaciones de abortos inseguros provocados por maniobras instrumentales criminales. Allí, en una de las guardias, recuerdo a una mujer muy joven que no llegaba a los 30 años y que tenía una hija pequeña, estaba en un cuadro de sepsis por un aborto inseguro. A pesar de los antibióticos, la histerectomía y los cuidados intensivos, la verdad es que no pudimos salvar su vida. Si bien no recuerdo su nombre, recuerdo absolutamente su cara. La impotencia que sentí, me marcó para toda la vida.
Hoy formo parte del equipo de salud sexual y reproductiva del hospital municipal donde trabajo. Entre otras actividades, garantizamos el derecho a la interrupción legal del embarazo de las mujeres, según lo estipulado por artículo 86 del Código Penal y el protocolo de atención integral para las personas con derecho a la interrupción legal del embarazo, diseñado por el Ministerio de Salud de la Nación en 2015.
Gracias a la política pública que lleva adelante la Municipalidad de Rosario desde 2007, con varias dificultades derivadas de la criminalización y penalización del aborto, a principios de 2016 frente a esta realidad de falta total y absoluta de conocimiento de los profesionales de la salud en relación a prácticas seguras de aborto, desarrollamos un proyecto pedagógico denominado "El aborto como problema de salud" y lo presentamos en la Facultad de Medicina. Luego de un año de discusión dentro de la institución, se aprobó por unanimidad en el consejo directivo, convirtiéndose en la primera materia curricular de una facultad pública donde existe una mirada sobre el aborto como un problema de salud, de derecho y de justicia social. Esto lo llevamos adelante junto a otras compañeras de la Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir. Dicho proyecto integra las opciones de materias electivas de la currícula de grado y responde a la necesidad de formar profesionales de la salud que garanticen derechos dentro del sistema de salud pública.
Realizamos un cursado exitoso, excelente y con muy buena adherencia por parte del estudiantado, a pesar de las barreras y dificultades que intentaron los grupos "antiderechos" previo al cursado. Como mis colegas lo han referido en días previos, el aborto sigue siendo la primera causa de muerte de las mujeres en nuestro país. Esto sucede desde hace décadas a pesar de todos los esfuerzos que el Estado ha venido desarrollando, como lo acordado con la Organización Mundial de la Salud en el sentido de reducir el riesgo de muerte materna en los objetivos de desarrollo del milenio hasta 2015.
Sabemos que mueren aproximadamente 50 mujeres por año. De acuerdo con los datos del Ministerio de Salud de la Nación, en 2016 murieron 43 mujeres. El total de mujeres muertas desde el inicio de la democracia es de 3030.
La última mujer que falleció se llamaba María Campos; tenía 37 años, cinco hijas y un hijo. No quería tener más hijos y tuvo que realizarse un aborto con yuyos en la zona rural de Santiago del Estero, provincia que no adhiere al protocolo nacional y que no ha garantizado ni siquiera el derecho al aborto seguro ni tampoco el acceso a un método anticonceptivo eficaz.
El Estado es el responsable de las muertes de María Campos y de Ana María Acevedo.
El aborto inseguro no solamente se reduce a la muerte como problema de salud de las mujeres. Tenemos un concepto de salud que es integral, y esto está avalado por la Organización Mundial de la Salud desde 1948. Fue adoptado por el fallo FAL en 2012 para aclarar el reduccionismo existente sobre el concepto de salud que enuncia el inciso 1° del artículo 86 del Código Penal, que solo incluye en el concepto de salud a los aspectos físicos.
Las mujeres no solamente se mueren. La mayoría de las que abortan sobreviven, pero solo el 40 por ciento consulta en los servicios de salud. ¿Por qué? Por la violencia institucional a la que son sometidas y por el riesgo de ser privadas de su libertad, como sucedió con Belén en Tucumán.
La Argentina tiene hoy una restricción muy fuerte en relación con la posibilidad de las mujeres de acceder a abortos seguros y la situación es muy heterogénea en todo el territorio nacional. Necesitamos una ley superadora que otorgue a las mujeres el pleno derecho de decidir sobre sus propios cuerpos, que disponga una interrupción voluntaria del embarazo hasta las 14 semanas y una despenalización del aborto por distintas causales a partir de las 14 semanas, ya que no todas las mujeres pueden acceder al sistema de salud dentro del primer trimestre. Esto sucede en los casos de las mujeres más vulnerables.
Necesitamos educación sexual integral en todos los niveles educativos, acceso pleno a métodos anticonceptivos seguros y eficaces y derecho al aborto legal, seguro y gratuito en absolutamente todo el territorio nacional. Muchas gracias.
Soy médica clínica y sexóloga, egresada de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, donde trabajo como docente hace 14 años. Como decía la doctora, la verdad es que la formación que hemos recibido en materia de aborto y derechos sexuales de las personas ha sido total y absolutamente equivocada: con una mirada restringida, punitiva y orientada hacia prácticas que son absolutamente arcaicas como el legrado uterino.
Más tarde, cuando me recibí y fui especialista en clínica médica, pude ver la realidad de las mujeres que concurrían a las guardias de los hospitales con complicaciones de abortos inseguros provocados por maniobras instrumentales criminales. Allí, en una de las guardias, recuerdo a una mujer muy joven que no llegaba a los 30 años y que tenía una hija pequeña, estaba en un cuadro de sepsis por un aborto inseguro. A pesar de los antibióticos, la histerectomía y los cuidados intensivos, la verdad es que no pudimos salvar su vida. Si bien no recuerdo su nombre, recuerdo absolutamente su cara. La impotencia que sentí, me marcó para toda la vida.
Hoy formo parte del equipo de salud sexual y reproductiva del hospital municipal donde trabajo. Entre otras actividades, garantizamos el derecho a la interrupción legal del embarazo de las mujeres, según lo estipulado por artículo 86 del Código Penal y el protocolo de atención integral para las personas con derecho a la interrupción legal del embarazo, diseñado por el Ministerio de Salud de la Nación en 2015.
Gracias a la política pública que lleva adelante la Municipalidad de Rosario desde 2007, con varias dificultades derivadas de la criminalización y penalización del aborto, a principios de 2016 frente a esta realidad de falta total y absoluta de conocimiento de los profesionales de la salud en relación a prácticas seguras de aborto, desarrollamos un proyecto pedagógico denominado "El aborto como problema de salud" y lo presentamos en la Facultad de Medicina. Luego de un año de discusión dentro de la institución, se aprobó por unanimidad en el consejo directivo, convirtiéndose en la primera materia curricular de una facultad pública donde existe una mirada sobre el aborto como un problema de salud, de derecho y de justicia social. Esto lo llevamos adelante junto a otras compañeras de la Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir. Dicho proyecto integra las opciones de materias electivas de la currícula de grado y responde a la necesidad de formar profesionales de la salud que garanticen derechos dentro del sistema de salud pública.
Realizamos un cursado exitoso, excelente y con muy buena adherencia por parte del estudiantado, a pesar de las barreras y dificultades que intentaron los grupos "antiderechos" previo al cursado. Como mis colegas lo han referido en días previos, el aborto sigue siendo la primera causa de muerte de las mujeres en nuestro país. Esto sucede desde hace décadas a pesar de todos los esfuerzos que el Estado ha venido desarrollando, como lo acordado con la Organización Mundial de la Salud en el sentido de reducir el riesgo de muerte materna en los objetivos de desarrollo del milenio hasta 2015.
Sabemos que mueren aproximadamente 50 mujeres por año. De acuerdo con los datos del Ministerio de Salud de la Nación, en 2016 murieron 43 mujeres. El total de mujeres muertas desde el inicio de la democracia es de 3030.
La última mujer que falleció se llamaba María Campos; tenía 37 años, cinco hijas y un hijo. No quería tener más hijos y tuvo que realizarse un aborto con yuyos en la zona rural de Santiago del Estero, provincia que no adhiere al protocolo nacional y que no ha garantizado ni siquiera el derecho al aborto seguro ni tampoco el acceso a un método anticonceptivo eficaz.
El Estado es el responsable de las muertes de María Campos y de Ana María Acevedo.
El aborto inseguro no solamente se reduce a la muerte como problema de salud de las mujeres. Tenemos un concepto de salud que es integral, y esto está avalado por la Organización Mundial de la Salud desde 1948. Fue adoptado por el fallo FAL en 2012 para aclarar el reduccionismo existente sobre el concepto de salud que enuncia el inciso 1° del artículo 86 del Código Penal, que solo incluye en el concepto de salud a los aspectos físicos.
Las mujeres no solamente se mueren. La mayoría de las que abortan sobreviven, pero solo el 40 por ciento consulta en los servicios de salud. ¿Por qué? Por la violencia institucional a la que son sometidas y por el riesgo de ser privadas de su libertad, como sucedió con Belén en Tucumán.
La Argentina tiene hoy una restricción muy fuerte en relación con la posibilidad de las mujeres de acceder a abortos seguros y la situación es muy heterogénea en todo el territorio nacional. Necesitamos una ley superadora que otorgue a las mujeres el pleno derecho de decidir sobre sus propios cuerpos, que disponga una interrupción voluntaria del embarazo hasta las 14 semanas y una despenalización del aborto por distintas causales a partir de las 14 semanas, ya que no todas las mujeres pueden acceder al sistema de salud dentro del primer trimestre. Esto sucede en los casos de las mujeres más vulnerables.
Necesitamos educación sexual integral en todos los niveles educativos, acceso pleno a métodos anticonceptivos seguros y eficaces y derecho al aborto legal, seguro y gratuito en absolutamente todo el territorio nacional. Muchas gracias.
SRA. PRESIDENTA BURGOS Tiene la palabra Eduardo Moreno Vivot, médico pediatra.
SR. MORENO VIVOT Buenas tardes a todos. Gracias por esta oportunidad. Soy médico pediatra y mi especialidad es el síndrome de Down.
El proyecto de ley menciona a la mujer y a su embarazo, y se olvida del cigoto, el embrión, el feto, el ser humano o persona que constituye una parte fundamental del proceso gestacional. Quizás negando su presencia -me refiero a aquellos que redactaron el proyecto- sea más fácil olvidar que son dos los seres humanos afectados.
No se discute que dentro del útero se encuentra un ser humano en gestación; no importa que sea una célula o más. Se trata de un ser humano que madura, que se diferencia, que crece, que atraviesa distintas etapas del desarrollo -al igual que lo hará luego, cuando recorra sus etapas de bebé, niño, adolescente, joven, adulto o anciano- con el mismo ADN, desde la existencia del cigoto y hasta el final de su vida. Entonces, ¿cabe decir que son distintos seres humanos o distintas etapas de la vida de un mismo ser humano?
Me gustaría ahora referirme al inciso 3) del artículo 3°, que establece que, más allá del plazo establecido, toda mujer tiene derecho a interrumpir su embarazo si existieran malformaciones fetales graves.
¿A qué se refiere con "malformaciones fetales graves"? ¿Dónde están descriptas? Es en este punto que considero que se está haciendo una selección humana, un control de calidad o, lo que es peor aún, una discriminación a discreción de cada individuo. Este artículo es discriminatorio en su esencia, ya que aquel ser humano que salga de lo común, de lo típico, no sirve y, como tal, es descartable.
¿Se puede discriminar a un ser humano por tener una alteración en su desarrollo?
Señores diputados y señoras diputadas, ¿ustedes saben cuál es la primera causa de abortos luego del diagnóstico hoy en el mundo? El ser humano con síndrome de Down. Se está produciendo un verdadero genocidio, una pérdida de toda dignidad humana y al derecho a la vida. Se trata de un acto de discriminación.
Islandia ya se jacta de tener un cero por ciento de natalidad de personas con síndrome de Down; Dinamarca casi llega a esa cifra y, en los Estados Unidos, se asesina a ocho de cada diez seres humanos con ese diagnóstico.
El ser humano con síndrome de Down es una persona maravillosa, solo tiene un cromosoma de más. Nadie está enfermo de síndrome de Down; no es una enfermedad, es una condición. El síndrome de Down se tiene y, al tenerlo, la persona tiene una forma de actuar, sentir y expresarse diferente al resto de los comunes, pero no es menos ser humano. Es un ser humano con unas capacidades y un potencial que, con las herramientas disponibles, podrá desarrollarse; por lo tanto, debe ser considerado un ser capaz, no un ser limitado.
La persona con síndrome de Down puede ir al colegio, puede reír como todos los niños, puede formar parte de un equipo de rugby -como Los Pumpas, campeón mundial de rugby adaptado en 2017-, puede cortejar y tener una novia, puede casarse, puede trabajar, puede recorrer las distintas etapas de la vida, puede ser una madre que besa a su hijo, puede tener una relación médico-paciente maravillosa, puede formar parte de un grupo musical y también de un desfile de modelos, puede hacer las compras, puede tener una vida autónoma y tocar el violín.
Esta persona que ven en la proyección juega al golf, es campeón de natación y habla cuatro idiomas.
Pablo Pinedo, por ejemplo, es psicopedagogo y maestro. Es un ciudadano corriente, como todos los acá presentes. Entonces, ¿por qué eliminarlo?
¿Por qué sumarnos a este genocidio? Me gustaría que me explique alguien de los aquí presentes qué nos diferenciaría de Hitler y su tan anhelada "raza aria" si dejamos que se lleve a cabo este genocidio legal. Acá el ser humano con síndrome de Down representa a todos aquellos seres humanos que se encuentran en gestación y que pueden tener alguna alteración genética, cromosómica o física, a quienes, por discriminación o selección, se les niega el derecho a la vida.
Ahora bien, no solo importa lo que nosotros como individuos pensamos sobre las personas con discapacidad, puesto que ya se han manifestado al respecto distintas entidades.
En el año 2006 se realizó la Convención Internacional de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. El propósito fue promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales para todas las personas con discapacidad y promover el respeto a su dignidad inherente.
El artículo 4°, "Obligaciones generales", en su punto d) dice: "Abstenerse de actos o prácticas que sean incompatibles con la presente Convención y velar por que las autoridades e instituciones públicas actúen conforme a lo dispuesto en ella".
El artículo 10 se refiere al derecho a la vida.
Será una sociedad exitista entonces. ¿Por qué no eliminamos a quien tiene esquizofrenia, depresión, autismo o adicción? ¿Saben por qué no lo hacemos? Porque los vemos; en cambio, no vemos a quienes están en el útero materno.
El doctor Jérome Lejeune, padre de la genética humana y quien describió en el año 1959 el origen cromosómico del síndrome de Down, en 1991 fue invitado por el Senado de Francia. Al hacer uso de la palabra, planteó el siguiente caso: "Tenemos un matrimonio en el que ambos tienen enfermedades graves y sus tres primeros hijos tuvieron enfermedades congénitas graves; la mujer queda embarazada de un cuarto hijo. ¿Qué aconsejan ustedes hacer en un caso así?"
Un senador manifestó categóricamente que la única solución para evitar males mayores era practicar un aborto terapéutico inmediato.
Frente a esto, Lejeune dijo: "Señores senadores, pónganse de pie, porque este caballero acaba de matar a Beethoven". Entonces, al final, ¿no somos más parecidos que diferentes?
Por todo lo antes expuesto, vengo ante ustedes, diputados y diputadas del Honorable Congreso de la República Argentina, a denunciar que este artículo es inconstitucional, ya que no respeta la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, de las Naciones Unidas, de 2006. Es discriminatorio en su esencia. Es un artículo de la muerte, porque selecciona al ser humano de acuerdo con sus características. Se establece que hay categorías de humanos y no humanos con características particulares.
Ustedes, con su voto, avalarán o no este genocidio. Hoy lo denuncio frente a ustedes, representantes del pueblo argentino, y sobre sus conciencias.
Para finalizar, como dijo el profesor Lejeune, y hago propias sus palabras, ¡Por favor, déjenlos vivir! ¡Celebremos la vida del bebé en gestación! ¡Celebremos la vida de la madre! Muchas gracias. (Aplausos.)
El proyecto de ley menciona a la mujer y a su embarazo, y se olvida del cigoto, el embrión, el feto, el ser humano o persona que constituye una parte fundamental del proceso gestacional. Quizás negando su presencia -me refiero a aquellos que redactaron el proyecto- sea más fácil olvidar que son dos los seres humanos afectados.
No se discute que dentro del útero se encuentra un ser humano en gestación; no importa que sea una célula o más. Se trata de un ser humano que madura, que se diferencia, que crece, que atraviesa distintas etapas del desarrollo -al igual que lo hará luego, cuando recorra sus etapas de bebé, niño, adolescente, joven, adulto o anciano- con el mismo ADN, desde la existencia del cigoto y hasta el final de su vida. Entonces, ¿cabe decir que son distintos seres humanos o distintas etapas de la vida de un mismo ser humano?
Me gustaría ahora referirme al inciso 3) del artículo 3°, que establece que, más allá del plazo establecido, toda mujer tiene derecho a interrumpir su embarazo si existieran malformaciones fetales graves.
¿A qué se refiere con "malformaciones fetales graves"? ¿Dónde están descriptas? Es en este punto que considero que se está haciendo una selección humana, un control de calidad o, lo que es peor aún, una discriminación a discreción de cada individuo. Este artículo es discriminatorio en su esencia, ya que aquel ser humano que salga de lo común, de lo típico, no sirve y, como tal, es descartable.
¿Se puede discriminar a un ser humano por tener una alteración en su desarrollo?
Señores diputados y señoras diputadas, ¿ustedes saben cuál es la primera causa de abortos luego del diagnóstico hoy en el mundo? El ser humano con síndrome de Down. Se está produciendo un verdadero genocidio, una pérdida de toda dignidad humana y al derecho a la vida. Se trata de un acto de discriminación.
Islandia ya se jacta de tener un cero por ciento de natalidad de personas con síndrome de Down; Dinamarca casi llega a esa cifra y, en los Estados Unidos, se asesina a ocho de cada diez seres humanos con ese diagnóstico.
El ser humano con síndrome de Down es una persona maravillosa, solo tiene un cromosoma de más. Nadie está enfermo de síndrome de Down; no es una enfermedad, es una condición. El síndrome de Down se tiene y, al tenerlo, la persona tiene una forma de actuar, sentir y expresarse diferente al resto de los comunes, pero no es menos ser humano. Es un ser humano con unas capacidades y un potencial que, con las herramientas disponibles, podrá desarrollarse; por lo tanto, debe ser considerado un ser capaz, no un ser limitado.
La persona con síndrome de Down puede ir al colegio, puede reír como todos los niños, puede formar parte de un equipo de rugby -como Los Pumpas, campeón mundial de rugby adaptado en 2017-, puede cortejar y tener una novia, puede casarse, puede trabajar, puede recorrer las distintas etapas de la vida, puede ser una madre que besa a su hijo, puede tener una relación médico-paciente maravillosa, puede formar parte de un grupo musical y también de un desfile de modelos, puede hacer las compras, puede tener una vida autónoma y tocar el violín.
Esta persona que ven en la proyección juega al golf, es campeón de natación y habla cuatro idiomas.
Pablo Pinedo, por ejemplo, es psicopedagogo y maestro. Es un ciudadano corriente, como todos los acá presentes. Entonces, ¿por qué eliminarlo?
¿Por qué sumarnos a este genocidio? Me gustaría que me explique alguien de los aquí presentes qué nos diferenciaría de Hitler y su tan anhelada "raza aria" si dejamos que se lleve a cabo este genocidio legal. Acá el ser humano con síndrome de Down representa a todos aquellos seres humanos que se encuentran en gestación y que pueden tener alguna alteración genética, cromosómica o física, a quienes, por discriminación o selección, se les niega el derecho a la vida.
Ahora bien, no solo importa lo que nosotros como individuos pensamos sobre las personas con discapacidad, puesto que ya se han manifestado al respecto distintas entidades.
En el año 2006 se realizó la Convención Internacional de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. El propósito fue promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales para todas las personas con discapacidad y promover el respeto a su dignidad inherente.
El artículo 4°, "Obligaciones generales", en su punto d) dice: "Abstenerse de actos o prácticas que sean incompatibles con la presente Convención y velar por que las autoridades e instituciones públicas actúen conforme a lo dispuesto en ella".
El artículo 10 se refiere al derecho a la vida.
Será una sociedad exitista entonces. ¿Por qué no eliminamos a quien tiene esquizofrenia, depresión, autismo o adicción? ¿Saben por qué no lo hacemos? Porque los vemos; en cambio, no vemos a quienes están en el útero materno.
El doctor Jérome Lejeune, padre de la genética humana y quien describió en el año 1959 el origen cromosómico del síndrome de Down, en 1991 fue invitado por el Senado de Francia. Al hacer uso de la palabra, planteó el siguiente caso: "Tenemos un matrimonio en el que ambos tienen enfermedades graves y sus tres primeros hijos tuvieron enfermedades congénitas graves; la mujer queda embarazada de un cuarto hijo. ¿Qué aconsejan ustedes hacer en un caso así?"
Un senador manifestó categóricamente que la única solución para evitar males mayores era practicar un aborto terapéutico inmediato.
Frente a esto, Lejeune dijo: "Señores senadores, pónganse de pie, porque este caballero acaba de matar a Beethoven". Entonces, al final, ¿no somos más parecidos que diferentes?
Por todo lo antes expuesto, vengo ante ustedes, diputados y diputadas del Honorable Congreso de la República Argentina, a denunciar que este artículo es inconstitucional, ya que no respeta la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, de las Naciones Unidas, de 2006. Es discriminatorio en su esencia. Es un artículo de la muerte, porque selecciona al ser humano de acuerdo con sus características. Se establece que hay categorías de humanos y no humanos con características particulares.
Ustedes, con su voto, avalarán o no este genocidio. Hoy lo denuncio frente a ustedes, representantes del pueblo argentino, y sobre sus conciencias.
Para finalizar, como dijo el profesor Lejeune, y hago propias sus palabras, ¡Por favor, déjenlos vivir! ¡Celebremos la vida del bebé en gestación! ¡Celebremos la vida de la madre! Muchas gracias. (Aplausos.)
SRA. LÓPEZ Soy Andrea López, médica generalista del Hospital Dr. José Ingenieros. Trabajo y formo parte de la Red de profesionales por el derecho a decidir. Me desempeño en el primer nivel de atención, que está ubicado en un barrio periférico de la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, donde asistimos diariamente a una gran cantidad de mujeres que viven en un contexto de extrema vulnerabilidad social y económica.
Se trata de mujeres trabajadoras, pobres, desocupadas o precarizadas, con salarios que no cubren ni la canasta básica, cooperativistas que perciben 4.000 pesos o dependen exclusivamente de la Asignación Universal por Hijo para subsistir. Asimismo, adolescentes, con una historia de derechos vulnerados, sin acceso a la educación ni a anticonceptivos ni a salud sexual para decidir de manera autónoma, libre y voluntaria sobre sus vidas y sus cuerpos.
Me refiero a mujeres sometidas a la violencia machista y patriarcal, a las que no les permiten decidir cuándo tener relaciones y cómo cuidarse. Mujeres angustiadas, desesperadas, que consultan porque no pueden ni desean continuar su embarazo, ya sea porque el mismo significa perder su trabajo o porque se encuentran a cargo del cuidado de niños y de ancianos.
Ellas habitan viviendas precarias, sin servicios básicos, con una alimentación deficitaria, sufren violencia sexual y económica y este embarazo irrumpe en sus vidas desestabilizando ese complejo equilibrio con el que sobrellevan su vida y sus proyectos, a pesar de todos estos obstáculos.
A los centros de salud acuden al menos las que saben que cuentan con esta posibilidad, para solicitar ayuda. Los trabajadores de la salud podemos intervenir en los casos que se enmarcan en una interrupción legal del embarazo o aborto no punible, según el artículo 86 del Código Penal.
Sin embargo, la provincia de Buenos Aires, el gobierno de María Eugenia Vidal, no adhiere al protocolo nacional de atención de abortos no punibles. No nos extraña de parte de la gobernadora, porque desde que asumió se ha encargado de dar la espalda a los reclamos de los trabajadores y del movimiento de mujeres, tal como lo hizo con las mujeres docentes, las trabajadoras de la salud, PepsiCo y Posadas. Una verdadera hipocresía de su parte.
De todos modos, en esta instancia, desde la salud trabajamos con equipos interdisciplinarios para garantizar la interrupción con medicación o instrumental, si fuera necesario en el segundo nivel de atención.
También actuamos con lo que en la provincia de Buenos Aires fue legalizado como Consejerías para la Reducción de Riesgos y Daños en Situaciones de Embarazos no Planificados. Esta ley, aunque fue creada en julio de 2015, todavía no fue reglamentada por el gobierno de Vidal.
En este caso, brindamos información segura y desestimamos las prácticas riesgosas. Nos encontramos en un límite porque las mujeres decididas a abortar igual tendrán que buscar la manera de hacerlo en la clandestinidad, ya que tienen que utilizar las pastillas que compraron, si es que pudieron juntar el dinero. El Oxaprost cuesta alrededor de 4.000 pesos, que es lo que gana hoy una cooperativista o empleada doméstica por mes.
Entonces, deben recorrer decenas de farmacias donde les exigen que tengan una receta archivada, a la que no tienen acceso. Además, deben soportar la mirada estigmatizante de la sociedad por la ilegalidad en la que se encuentran.
La otra situación con la que nos encontramos diariamente -y es por la que hoy estamos debatiendo en este recinto- es cuando las mujeres llegan al hospital con las consecuencias de los abortos inseguros que se practicaron en la clandestinidad.
Según el Ministerio de Salud de la Nación, las muertes por abortos inseguros en la Argentina representan el 17 por ciento del total de las muertes en el embarazo. Es decir que 2 de cada 10 mujeres fallecidas por causas asociadas al embarazo, murieron por abortos inseguros, 47 mujeres por año. Sabemos que es un subregistro y seguiremos desconociendo los datos verdaderos mientras el aborto siga siendo ilegal.
Quienes trabajamos en los centros de salud sabemos que aquellas que sobreviven y llegan a los hospitales lo hacen con graves complicaciones en su salud, que terminan en fallo renal, histerectomías y amputaciones. Estas son algunas de las lesiones irreversibles que sufren las mujeres, ya que el miedo a la penalización hace que, muchas veces, dilaten la consulta y cuando llegan a los hospitales ingresan directamente para ser atendidas en terapia intensiva con riesgo inminente de muerte.
Se trata de 60.000 internaciones por aborto, son 135 internaciones por día y por cada mujer que se interna sabemos que hay otras 10 que se practicaron el aborto de manera clandestina, de la forma que encontraron, sin recurrir al hospital público.
¡Esto es una brutalidad! En pleno siglo XXI, las mujeres de las grandes mayorías populares siguen usando perejil, agujas, sondas, rayos de bicicletas y todo lo que esté a su alcance para interrumpir el embarazo. No exagero. Estos son datos brindados por compañeras de terapia intensiva que puntualizan las cosas que usan las mujeres.
Cabe señalar que existe una manera altamente segura y científicamente probada para hacerlo con medicación y otros métodos no riesgosos, como así lo muestran las cifras de mortalidad cero en países donde el aborto es legal.
El aborto es un problema de salud pública pero también de clase. La casi totalidad de estas muertes son evitables, porque el aborto es seguro realizado en condiciones adecuadas en el sistema de salud. El Estado viola el derecho a la vida de las mujeres más pobres, insistiendo en un régimen que penaliza sus decisiones reproductivas. Lo que mata es la clandestinidad.
Entendemos que la única manera en la que se puede garantizar este derecho es mediante la legalización del aborto. Por eso, nuestro apoyo al proyecto de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto.
El Estado debe garantizar el pleno derecho a la educación sexual integral, el acceso a los anticonceptivos para no abortar, así como capacitar y garantizar esta atención en todos los servicios de salud. Asimismo, debe garantizar la producción nacional de Misoprostol y la calidad, la universalidad y la gratuidad del derecho al aborto de toda mujer gestante.
Las trabajadoras y los trabajadores sociales, las enfermeras y las psicólogas nos organizamos en nuestros lugares de trabajo, junto con nuestros compañeros, y participamos en la conformación de cátedras libres de aborto en las universidades para que los futuros profesionales se formen en esta problemática.
Hoy podemos debatir en el Congreso, gracias a la lucha que viene dando el movimiento de mujeres y porque nos organizamos junto a otros sectores de trabajadores y la juventud.
En Pan y Rosas y el PTS, en el Frente de Izquierda, estamos convencidas de que aunque se discuta en el Congreso, este derecho lo vamos a ganar en las calles. ¡Haremos que las miles de voces de las mujeres que murieron por abortos inseguros bajo todos los gobiernos, así como las voces de aquellas que hoy sufren en silencio, se escuchen en el Congreso y en cada rincón de nuestro país hasta que el aborto sea legal! (Aplausos.)
Se trata de mujeres trabajadoras, pobres, desocupadas o precarizadas, con salarios que no cubren ni la canasta básica, cooperativistas que perciben 4.000 pesos o dependen exclusivamente de la Asignación Universal por Hijo para subsistir. Asimismo, adolescentes, con una historia de derechos vulnerados, sin acceso a la educación ni a anticonceptivos ni a salud sexual para decidir de manera autónoma, libre y voluntaria sobre sus vidas y sus cuerpos.
Me refiero a mujeres sometidas a la violencia machista y patriarcal, a las que no les permiten decidir cuándo tener relaciones y cómo cuidarse. Mujeres angustiadas, desesperadas, que consultan porque no pueden ni desean continuar su embarazo, ya sea porque el mismo significa perder su trabajo o porque se encuentran a cargo del cuidado de niños y de ancianos.
Ellas habitan viviendas precarias, sin servicios básicos, con una alimentación deficitaria, sufren violencia sexual y económica y este embarazo irrumpe en sus vidas desestabilizando ese complejo equilibrio con el que sobrellevan su vida y sus proyectos, a pesar de todos estos obstáculos.
A los centros de salud acuden al menos las que saben que cuentan con esta posibilidad, para solicitar ayuda. Los trabajadores de la salud podemos intervenir en los casos que se enmarcan en una interrupción legal del embarazo o aborto no punible, según el artículo 86 del Código Penal.
Sin embargo, la provincia de Buenos Aires, el gobierno de María Eugenia Vidal, no adhiere al protocolo nacional de atención de abortos no punibles. No nos extraña de parte de la gobernadora, porque desde que asumió se ha encargado de dar la espalda a los reclamos de los trabajadores y del movimiento de mujeres, tal como lo hizo con las mujeres docentes, las trabajadoras de la salud, PepsiCo y Posadas. Una verdadera hipocresía de su parte.
De todos modos, en esta instancia, desde la salud trabajamos con equipos interdisciplinarios para garantizar la interrupción con medicación o instrumental, si fuera necesario en el segundo nivel de atención.
También actuamos con lo que en la provincia de Buenos Aires fue legalizado como Consejerías para la Reducción de Riesgos y Daños en Situaciones de Embarazos no Planificados. Esta ley, aunque fue creada en julio de 2015, todavía no fue reglamentada por el gobierno de Vidal.
En este caso, brindamos información segura y desestimamos las prácticas riesgosas. Nos encontramos en un límite porque las mujeres decididas a abortar igual tendrán que buscar la manera de hacerlo en la clandestinidad, ya que tienen que utilizar las pastillas que compraron, si es que pudieron juntar el dinero. El Oxaprost cuesta alrededor de 4.000 pesos, que es lo que gana hoy una cooperativista o empleada doméstica por mes.
Entonces, deben recorrer decenas de farmacias donde les exigen que tengan una receta archivada, a la que no tienen acceso. Además, deben soportar la mirada estigmatizante de la sociedad por la ilegalidad en la que se encuentran.
La otra situación con la que nos encontramos diariamente -y es por la que hoy estamos debatiendo en este recinto- es cuando las mujeres llegan al hospital con las consecuencias de los abortos inseguros que se practicaron en la clandestinidad.
Según el Ministerio de Salud de la Nación, las muertes por abortos inseguros en la Argentina representan el 17 por ciento del total de las muertes en el embarazo. Es decir que 2 de cada 10 mujeres fallecidas por causas asociadas al embarazo, murieron por abortos inseguros, 47 mujeres por año. Sabemos que es un subregistro y seguiremos desconociendo los datos verdaderos mientras el aborto siga siendo ilegal.
Quienes trabajamos en los centros de salud sabemos que aquellas que sobreviven y llegan a los hospitales lo hacen con graves complicaciones en su salud, que terminan en fallo renal, histerectomías y amputaciones. Estas son algunas de las lesiones irreversibles que sufren las mujeres, ya que el miedo a la penalización hace que, muchas veces, dilaten la consulta y cuando llegan a los hospitales ingresan directamente para ser atendidas en terapia intensiva con riesgo inminente de muerte.
Se trata de 60.000 internaciones por aborto, son 135 internaciones por día y por cada mujer que se interna sabemos que hay otras 10 que se practicaron el aborto de manera clandestina, de la forma que encontraron, sin recurrir al hospital público.
¡Esto es una brutalidad! En pleno siglo XXI, las mujeres de las grandes mayorías populares siguen usando perejil, agujas, sondas, rayos de bicicletas y todo lo que esté a su alcance para interrumpir el embarazo. No exagero. Estos son datos brindados por compañeras de terapia intensiva que puntualizan las cosas que usan las mujeres.
Cabe señalar que existe una manera altamente segura y científicamente probada para hacerlo con medicación y otros métodos no riesgosos, como así lo muestran las cifras de mortalidad cero en países donde el aborto es legal.
El aborto es un problema de salud pública pero también de clase. La casi totalidad de estas muertes son evitables, porque el aborto es seguro realizado en condiciones adecuadas en el sistema de salud. El Estado viola el derecho a la vida de las mujeres más pobres, insistiendo en un régimen que penaliza sus decisiones reproductivas. Lo que mata es la clandestinidad.
Entendemos que la única manera en la que se puede garantizar este derecho es mediante la legalización del aborto. Por eso, nuestro apoyo al proyecto de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto.
El Estado debe garantizar el pleno derecho a la educación sexual integral, el acceso a los anticonceptivos para no abortar, así como capacitar y garantizar esta atención en todos los servicios de salud. Asimismo, debe garantizar la producción nacional de Misoprostol y la calidad, la universalidad y la gratuidad del derecho al aborto de toda mujer gestante.
Las trabajadoras y los trabajadores sociales, las enfermeras y las psicólogas nos organizamos en nuestros lugares de trabajo, junto con nuestros compañeros, y participamos en la conformación de cátedras libres de aborto en las universidades para que los futuros profesionales se formen en esta problemática.
Hoy podemos debatir en el Congreso, gracias a la lucha que viene dando el movimiento de mujeres y porque nos organizamos junto a otros sectores de trabajadores y la juventud.
En Pan y Rosas y el PTS, en el Frente de Izquierda, estamos convencidas de que aunque se discuta en el Congreso, este derecho lo vamos a ganar en las calles. ¡Haremos que las miles de voces de las mujeres que murieron por abortos inseguros bajo todos los gobiernos, así como las voces de aquellas que hoy sufren en silencio, se escuchen en el Congreso y en cada rincón de nuestro país hasta que el aborto sea legal! (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA BURGOS Tiene la palabra la doctora María Inés Turri.
SRA. TURRI Me recibí de médica hace 20 años. Soy pediatra y neonatóloga, y es un orgullo para mí contarles mi desvelo para sacar adelante niños en estado crítico en terapia intensiva, darles el alta, y ser testigo en el consultorio de su desarrollo y crecimiento. También es mi obligación, y por eso estoy acá, venir a defender los derechos de las mujeres.
El centro de mi exposición -como en parte fue el de mis compañeros- es decir que los proyectos que pretenden llevar adelante el asesinato, aun sin límites de edad gestacional, a bebés con algún problema físico, es semejante a quitarle la vida a gente con alguna discapacidad. Incluso peor, porque muchos problemas congénitos tienen solución intrauterina en nuestro país, por ejemplo, en el hospital donde yo trabajo.
O como la mayoría de las malformaciones cardíacas en forma extra útero. Aunque tengan malformaciones que sean incompatibles con la vida extra uterina, sufran ellos, sean ocasión de sufrimiento, o les quede poco tiempo de vida, un individuo de la especie humana no es solamente sus circunstancias, ni el valor de su humanidad es menor por tener una malformación o enfermedad. Estos referentes no son argumentos razonables ni justos para proponer la despenalización de su destrucción.
Los pacientes con algún síndrome genético, que no son el bien buscado en ningún padre, luego son insertados en las familias y en las sociedades maduras, justas e inclusivas que buscan proteger a las minorías y a los minusválidos, impulsando acciones políticas tendientes a este fin.
Si nos focalizamos en la selección de personas antes de nacer, debo decir que en el área de neonatología también atendemos niños que pueden tener una discapacidad aun mayor que muchas malformaciones congénitas, que incluso siendo graves son recuperables en su mayoría, estos niños son los prematuros.
Hoy se combina la tendencia social de tener o de imponerse un derecho a tener un hijo sano por la necesidad del Estado de mejorar las estadísticas de mortalidad perinatal. Parecería que esta ecuación tiene como resultado reducir la mortalidad infantil de una manera eficiente pero salvaje: eliminando a los pacientes antes de que nazcan. Nosotros, los médicos, debido a juramento, tenemos la obligación de ejercer activamente un acompañamiento en la salud de los dos pacientes y su ámbito familiar, recordando que las premisas son: primero no dañar, segundo curar, y si no se puede o no es posible, acompañar.
Las malformaciones más comunes son las cardiopatías congénitas. La prevalencia de la cardiopatía congénita es muy baja: 0,8 por ciento, o sea, 8 de cada mil recién nacidos vivos. La mitad es de carácter leve y no requiere cirugía. La otra mitad, que es el 0,4 por ciento, es quirúrgicas y se opera en el primer año de vida con una baja mortalidad de un 5 por ciento. Luego hay otro 0,2 por ciento que es grave y requiere una cirugía neonatal, con un índice de mortalidad que va de un 5 a un 20 por ciento.
Con más de 300 operaciones en los últimos 3 años en el hospital donde trabajo, el grado 1 de categorización de gravedad RACHS, la más leve y frecuente, tuvo un 0 por ciento de mortalidad postquirúrgica. El grado 2 tuvo un 4 por ciento; el grado 3, un 3 por ciento; el grado 4 fue inexistente; las formas más graves -5 y 6-, un 12,5 por ciento. Se puede decir que en la actualidad el 95 por ciento de los casos de cardiopatías congénitas llegan a la adolescencia.
Hay un hecho sin estadísticas pero que es conversado en los congresos científicos europeos: la disminución de niños con cardiopatías congénitas de cualquier tipo. Esto sencillamente se debe a que los padres eligen interrumpir la vida iniciada. Así pasa con otras malformaciones: labio leporino, displasia congénita de caderas y tantas otras.
¿Nos damos cuenta realmente de la enorme cantidad de vidas que podemos salvar? Esto es algo que no ocurre en otro período de la vida humana. Estamos en condiciones de afirmar categóricamente que la Argentina es el mejor lugar del mundo para que estos niños nazcan, porque no los queremos eliminar y contamos con profesionales de primer nivel para ofrecer la máxima calidad de atención médica.
Quiero contarles que mi hermana vive en Chile con una candidata a diputada, colega de ustedes. Desde antes de nacer esta persona tiene osteogénesis imperfecta. Es una enfermedad que no tiene cura por la que se le fracturan todos los huesos del cuerpo. Esta señora tiene una vida feliz en silla de ruedas, sí, en silla de ruedas. ¿Pero saben qué? Esta señora lucha por los derechos de sus compatriotas.
Como dije anteriormente, como mujer defiendo nuestros derechos, entre otros, al más soberano. Pero no es la libertad el derecho más soberano de todos los pueblos sino el derecho a la vida; también el derecho de acceso a la salud para las mujeres. Por eso, contemplando que hay 39 causas de muerte en la población femenina que no son atendidas y que tienen prioridad, claro está que el aborto inducido no es una urgencia en la salud pública.
El derecho a la salud es incompatible con el Misoprostol y países como Francia ya lo retiraron del mercado el mes pasado. Esto es porque provoca graves hemorragias y alteraciones cardíacas, al margen de que si falla, ocurren malformaciones fetales graves, neurológicas y en las extremidades; tema de mi ponencia. Recordemos también el caso de Keila Jones, fallecida en el curso de un aborto que no era clandestino, sino que falleció en el curso un aborto legal.
El derecho a la salud también es incompatible con el 195 por ciento más de probabilidades que tienen de morir las mujeres por causas de suicidios y conductas de riesgo luego de realizar un aborto, comparadas con aquellas que concluyeron su embarazo. Esto quiere decir que el embarazo finalmente beneficia la salud de la mujer: tiene por qué vivir.
Hacen falta otro tipo de soluciones que no tapen el problema social y que no sean el sacrificio de vidas humanas inocentes, con o sin discapacidad. Sinceramente dudo que alguien pueda desear un aborto, ni siquiera que sienta alivio después de abortar. Sabemos que un aborto es una situación de desesperación en la mujer, por eso no la podemos penalizar. Pero sí tenemos que ir atrás y facilitar la denuncia de terceros que puedan tener implicancias: un médico o una institución que ejerza presión sobre ellas sometiéndolas en desigualdad de condiciones. Debemos mostrarle a su hijo en una ecografía o explicarle todos los procedimientos del feticidio, para que con los elementos necesarios ella pueda tomar una decisión a conciencia.
Conozco de cerca la situación inminente de muerte porque yo misma tuve un embarazo. Fue en el mejor lugar y más "top" de esta capital donde estuve a punto de morir porque me derivaron en malas condiciones. Pero agradezco al Hospital Británico y a la doctora Bauer que me salvaron la vida. No fue la única situación que pasé porque tuve cuatro más, todos fueron embarazos ectópicos mal diagnosticados. Por supuesto que también sé del dolor de no haber conocido la cara de esos hijos.
Las madres que llevan adelante estos embarazos de riesgo, son las que habitualmente se destacan por encontrar una misión valiosa en su vida. En contraposición, las mujeres que por lo general son las más vulnerables y que fueron forzadas a realizar este acto destructivo sobre su ser femenino, echadas del consultorio legal o ilegal, las que son desplazadas hacia la sociedad con depresiones severas por no haber dado a luz a su hijo, padecen de ideas suicidas, alcoholismo, adicción a drogas o disfunción en los vínculos sociales y laborales. Son la mayor expresión de la desigualdad de clase, de género y de una profunda violencia contra su ser de mujer. Gracias. (Aplausos.)
El centro de mi exposición -como en parte fue el de mis compañeros- es decir que los proyectos que pretenden llevar adelante el asesinato, aun sin límites de edad gestacional, a bebés con algún problema físico, es semejante a quitarle la vida a gente con alguna discapacidad. Incluso peor, porque muchos problemas congénitos tienen solución intrauterina en nuestro país, por ejemplo, en el hospital donde yo trabajo.
O como la mayoría de las malformaciones cardíacas en forma extra útero. Aunque tengan malformaciones que sean incompatibles con la vida extra uterina, sufran ellos, sean ocasión de sufrimiento, o les quede poco tiempo de vida, un individuo de la especie humana no es solamente sus circunstancias, ni el valor de su humanidad es menor por tener una malformación o enfermedad. Estos referentes no son argumentos razonables ni justos para proponer la despenalización de su destrucción.
Los pacientes con algún síndrome genético, que no son el bien buscado en ningún padre, luego son insertados en las familias y en las sociedades maduras, justas e inclusivas que buscan proteger a las minorías y a los minusválidos, impulsando acciones políticas tendientes a este fin.
Si nos focalizamos en la selección de personas antes de nacer, debo decir que en el área de neonatología también atendemos niños que pueden tener una discapacidad aun mayor que muchas malformaciones congénitas, que incluso siendo graves son recuperables en su mayoría, estos niños son los prematuros.
Hoy se combina la tendencia social de tener o de imponerse un derecho a tener un hijo sano por la necesidad del Estado de mejorar las estadísticas de mortalidad perinatal. Parecería que esta ecuación tiene como resultado reducir la mortalidad infantil de una manera eficiente pero salvaje: eliminando a los pacientes antes de que nazcan. Nosotros, los médicos, debido a juramento, tenemos la obligación de ejercer activamente un acompañamiento en la salud de los dos pacientes y su ámbito familiar, recordando que las premisas son: primero no dañar, segundo curar, y si no se puede o no es posible, acompañar.
Las malformaciones más comunes son las cardiopatías congénitas. La prevalencia de la cardiopatía congénita es muy baja: 0,8 por ciento, o sea, 8 de cada mil recién nacidos vivos. La mitad es de carácter leve y no requiere cirugía. La otra mitad, que es el 0,4 por ciento, es quirúrgicas y se opera en el primer año de vida con una baja mortalidad de un 5 por ciento. Luego hay otro 0,2 por ciento que es grave y requiere una cirugía neonatal, con un índice de mortalidad que va de un 5 a un 20 por ciento.
Con más de 300 operaciones en los últimos 3 años en el hospital donde trabajo, el grado 1 de categorización de gravedad RACHS, la más leve y frecuente, tuvo un 0 por ciento de mortalidad postquirúrgica. El grado 2 tuvo un 4 por ciento; el grado 3, un 3 por ciento; el grado 4 fue inexistente; las formas más graves -5 y 6-, un 12,5 por ciento. Se puede decir que en la actualidad el 95 por ciento de los casos de cardiopatías congénitas llegan a la adolescencia.
Hay un hecho sin estadísticas pero que es conversado en los congresos científicos europeos: la disminución de niños con cardiopatías congénitas de cualquier tipo. Esto sencillamente se debe a que los padres eligen interrumpir la vida iniciada. Así pasa con otras malformaciones: labio leporino, displasia congénita de caderas y tantas otras.
¿Nos damos cuenta realmente de la enorme cantidad de vidas que podemos salvar? Esto es algo que no ocurre en otro período de la vida humana. Estamos en condiciones de afirmar categóricamente que la Argentina es el mejor lugar del mundo para que estos niños nazcan, porque no los queremos eliminar y contamos con profesionales de primer nivel para ofrecer la máxima calidad de atención médica.
Quiero contarles que mi hermana vive en Chile con una candidata a diputada, colega de ustedes. Desde antes de nacer esta persona tiene osteogénesis imperfecta. Es una enfermedad que no tiene cura por la que se le fracturan todos los huesos del cuerpo. Esta señora tiene una vida feliz en silla de ruedas, sí, en silla de ruedas. ¿Pero saben qué? Esta señora lucha por los derechos de sus compatriotas.
Como dije anteriormente, como mujer defiendo nuestros derechos, entre otros, al más soberano. Pero no es la libertad el derecho más soberano de todos los pueblos sino el derecho a la vida; también el derecho de acceso a la salud para las mujeres. Por eso, contemplando que hay 39 causas de muerte en la población femenina que no son atendidas y que tienen prioridad, claro está que el aborto inducido no es una urgencia en la salud pública.
El derecho a la salud es incompatible con el Misoprostol y países como Francia ya lo retiraron del mercado el mes pasado. Esto es porque provoca graves hemorragias y alteraciones cardíacas, al margen de que si falla, ocurren malformaciones fetales graves, neurológicas y en las extremidades; tema de mi ponencia. Recordemos también el caso de Keila Jones, fallecida en el curso de un aborto que no era clandestino, sino que falleció en el curso un aborto legal.
El derecho a la salud también es incompatible con el 195 por ciento más de probabilidades que tienen de morir las mujeres por causas de suicidios y conductas de riesgo luego de realizar un aborto, comparadas con aquellas que concluyeron su embarazo. Esto quiere decir que el embarazo finalmente beneficia la salud de la mujer: tiene por qué vivir.
Hacen falta otro tipo de soluciones que no tapen el problema social y que no sean el sacrificio de vidas humanas inocentes, con o sin discapacidad. Sinceramente dudo que alguien pueda desear un aborto, ni siquiera que sienta alivio después de abortar. Sabemos que un aborto es una situación de desesperación en la mujer, por eso no la podemos penalizar. Pero sí tenemos que ir atrás y facilitar la denuncia de terceros que puedan tener implicancias: un médico o una institución que ejerza presión sobre ellas sometiéndolas en desigualdad de condiciones. Debemos mostrarle a su hijo en una ecografía o explicarle todos los procedimientos del feticidio, para que con los elementos necesarios ella pueda tomar una decisión a conciencia.
Conozco de cerca la situación inminente de muerte porque yo misma tuve un embarazo. Fue en el mejor lugar y más "top" de esta capital donde estuve a punto de morir porque me derivaron en malas condiciones. Pero agradezco al Hospital Británico y a la doctora Bauer que me salvaron la vida. No fue la única situación que pasé porque tuve cuatro más, todos fueron embarazos ectópicos mal diagnosticados. Por supuesto que también sé del dolor de no haber conocido la cara de esos hijos.
Las madres que llevan adelante estos embarazos de riesgo, son las que habitualmente se destacan por encontrar una misión valiosa en su vida. En contraposición, las mujeres que por lo general son las más vulnerables y que fueron forzadas a realizar este acto destructivo sobre su ser femenino, echadas del consultorio legal o ilegal, las que son desplazadas hacia la sociedad con depresiones severas por no haber dado a luz a su hijo, padecen de ideas suicidas, alcoholismo, adicción a drogas o disfunción en los vínculos sociales y laborales. Son la mayor expresión de la desigualdad de clase, de género y de una profunda violencia contra su ser de mujer. Gracias. (Aplausos.)
Ocupa la Presidencia, el señor presidente de la Comisión de Legislación Penal, doctor Daniel Lipoveztky.
SR. PRESIDENTE LIPOVETSKY Tiene la palabra la doctora Gabriela Bauer, médica pediatra y jefa de clínica del consultorio de condiciones crónicas del Hospital Garrahan.
SRA. BAUER Gracias a la audiencia, a los diputados y diputadas por la escucha. Gracias al diputado Ciampini por haberme convocado.
El aborto se ha convertido en un tema de debate altamente politizado y en uno de los peores ejemplos de juicios de valor moral utilizado por aquellos que se encuentran en posiciones de poder, quienes están protegidos por género, por geografía y por situación económica. Esta frase no es mía y no está tomada de una revista tendenciosa, sino que está tomada de una editorial reciente de una revista que para la comunidad de la salud es uno de los órganos rectores en la construcción del conocimiento médico. La editorial se refiere a un estudio de evaluación de las tendencias que existen hoy en el mundo, en relación con los embarazos -como ellos lo llaman- no deseados, no planificados o no programados. Hoy en día, en nuestro presente existen, hay y ocurren 227 millones de embarazos cada año, 44 por ciento de los cuales no son planificados, y el 56 por ciento terminará en un aborto. Es decir que actualmente en el mundo hay 55 millones de mujeres que abortan.
Los autores de este estudio muestran la tendencia que existió -entre los años 2010 a 2014, en líneas rojas- a disminuir los embarazos no planificados cada mil mujeres en edad fértil, reproductiva. Vean cómo las barras rojas tienen tendencia a disminuir con respecto al período que va de 1990 a 1994. Sí hay diferencias regionales en el número de embarazos no planificados que terminan en aborto.
La proporción de abortos en los países que los autores llaman "en desarrollo", entre los cuales están los de Sudamérica, aumentó en los últimos años con respecto a 20 años atrás, mientras que en los países desarrollados la proporción de abortos disminuyó.
En Argentina se da una tendencia similar a la de América del Sur. Disminuye la tasa de embarazos no planificados y aumenta la proporción de mujeres que aborta. Sin embargo, también es necesario saber que hay un cambio importante en la tasa de fertilidad de nuestras mujeres. Disminuyen los nacimientos. En 2016 nacieron 50 mil niñas y niños menos que en 2015. Esto nos muestra que, más allá de los prejuicios, los estigmas y las mujeres "planeras", se necesita más investigación para comprender y acompañar mejor la variación en las preferencias, las decisiones y los procesos de maternidad de nuestras mujeres.
Para lo que no necesitamos conocimiento adicional -porque hay suficiente evidencia- es para saber que la carga de los embarazos no planificados -la mitad de los cuales van a concluir en aborto- recae con su fuerza máxima en las mujeres -niñas, adolescentes o adultas- que viven en contextos desfavorables.
La salud de estas mujeres durante su edad reproductiva afecta directamente la salud de sus hijos, lo que crea un ciclo en el que las vulneraciones en salud permanecen concentradas a lo largo de las generaciones.
Frente a este escenario, el Estado argentino excluye de los servicios de salud a las mujeres que deciden interrumpir voluntariamente su embarazo. La consecuencia trágica de esta exclusión es la muerte o la discapacidad de las mujeres más pobres de nuestro pueblo.
Este gráfico está tomado del Departamento de Estadística del Ministerio de Salud. Es del año 2016 y muestra claramente cómo el aborto es la primera causa de muerte materna directamente relacionada con el embarazo.
De la misma fuente, este gráfico representa la evolución, la tendencia, de la mortalidad materna desde el año 1990 hasta 2016. Si bien con mucha fluctuación, se produce un descenso; el descenso no es para nada el esperado y el que los gobiernos habían acordado cumplir. Lo mismo ocurre con la tendencia de las muertes debido al aborto en forma directa.
La tendencia no va a disminuir hasta que no haya una ley, ya que el enemigo de nuestra patria es la tremenda injusticia que existe en las tasas de mortalidad materna. El gráfico representa a las provincias y las distintas tasas de muerte materna. En Formosa mueren alrededor de 12 mujeres, el 25 por ciento de las cuales son adolescentes o niñas, mientras que en algunas provincias -como Chubut o La Pampa- o en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires únicamente muere una mujer, siendo solo el 10 por ciento de ellas adolescentes y mucho menos del 1 por ciento niñas.
Esto en salud se llama inequidad, y las diferencias son sistemáticas, evitables e injustas.
Al ser estas inequidades evitables, reducirlas se convierte en un problema de justicia social. Son los valores morales y sociales de los pueblos los que deben definir qué es la justicia o la injusticia de una desigualdad, más que lo que evidencia el rigor analítico, las muestras representativas o lo que sostiene una comisión de expertos.
En este sentido, los colectivos de mujeres -que a lo largo y a lo ancho de nuestra patria están pugnando y dicen que es injusto que la mujeres mueran por no ser bien atendidas- deben ser más escuchados que un consenso o un comité de ética.
Los interesados en la protección de la vida y la salud integral, sexual y reproductiva de las mujeres tenemos que ocuparnos de las inequidades. Hay una herramienta, recientemente propuesta por múltiples organizaciones de salud y acordadas por los gobiernos, que pone en agenda la salud de la mujer, del niño y del adolescente. La visión de esta herramienta es que para el año 2030 el conjunto de las mujeres, niños y adolescentes de todos los entornos accedan a sus derechos a la salud y al bienestar.
Para llegar a ello tenemos que cumplir distintos objetivos. Primero hay que sobrevivir y, en lo que nos atañe, se propone reducir la tasa mundial de mortalidad a menos de 70 por ciento de defunciones cada 100 mil recién nacidos. Todavía no estamos llegando a esas cifras en nuestro país, por ejemplo en provincias como Formosa.
También se indica que para prosperar es necesario garantizar el acceso universal a los servicios de atención sexual y reproductiva de todas las mujeres y que para poder realizar una transformación se requiere eliminar todas las prácticas nocivas discriminativas relacionadas con las mujeres y las niñas.
En 2016 el gobierno argentino se comprometió con las agencias a cumplir los objetivos de desarrollo. Me pregunto cómo hará para cumplir con los objetivos destinados a la salud si no se sanciona una ley que garantice el acceso de las mujeres que abortan a servicios de salud seguros, accesibles y centrados en sus derechos.
Por lo expuesto, la mortalidad materna y la discapacidad asociada al aborto clandestino -que no es menor- son un grave problema de injusticia social y, por lo tanto, tienen que ser entendidas como una cuestión de Estado.
Como trabajadora del Estado, hace 30 años que acompaño y soy testigo activa de lo que significan las inequidades para las mujeres más pobres de nuestro pueblo y sus hijos.
Quiero finalizar con una frase tomada de la misma editorial, en la cual los autores sostienen que existe suficiente evidencia de prácticas seguras -entre las cuales se encuentra el aborto legal- que, aplicadas por medio de políticas regulatorias, generarán mejoras tangibles en la salud pública.
Todas las personas con real motivación para proteger y acompañar a las mujeres y a los niños deberíamos buscar en la investigación y no en los prejuicios la información que ayude a la toma de decisiones. Muchas gracias. (Aplausos.)
El aborto se ha convertido en un tema de debate altamente politizado y en uno de los peores ejemplos de juicios de valor moral utilizado por aquellos que se encuentran en posiciones de poder, quienes están protegidos por género, por geografía y por situación económica. Esta frase no es mía y no está tomada de una revista tendenciosa, sino que está tomada de una editorial reciente de una revista que para la comunidad de la salud es uno de los órganos rectores en la construcción del conocimiento médico. La editorial se refiere a un estudio de evaluación de las tendencias que existen hoy en el mundo, en relación con los embarazos -como ellos lo llaman- no deseados, no planificados o no programados. Hoy en día, en nuestro presente existen, hay y ocurren 227 millones de embarazos cada año, 44 por ciento de los cuales no son planificados, y el 56 por ciento terminará en un aborto. Es decir que actualmente en el mundo hay 55 millones de mujeres que abortan.
Los autores de este estudio muestran la tendencia que existió -entre los años 2010 a 2014, en líneas rojas- a disminuir los embarazos no planificados cada mil mujeres en edad fértil, reproductiva. Vean cómo las barras rojas tienen tendencia a disminuir con respecto al período que va de 1990 a 1994. Sí hay diferencias regionales en el número de embarazos no planificados que terminan en aborto.
La proporción de abortos en los países que los autores llaman "en desarrollo", entre los cuales están los de Sudamérica, aumentó en los últimos años con respecto a 20 años atrás, mientras que en los países desarrollados la proporción de abortos disminuyó.
En Argentina se da una tendencia similar a la de América del Sur. Disminuye la tasa de embarazos no planificados y aumenta la proporción de mujeres que aborta. Sin embargo, también es necesario saber que hay un cambio importante en la tasa de fertilidad de nuestras mujeres. Disminuyen los nacimientos. En 2016 nacieron 50 mil niñas y niños menos que en 2015. Esto nos muestra que, más allá de los prejuicios, los estigmas y las mujeres "planeras", se necesita más investigación para comprender y acompañar mejor la variación en las preferencias, las decisiones y los procesos de maternidad de nuestras mujeres.
Para lo que no necesitamos conocimiento adicional -porque hay suficiente evidencia- es para saber que la carga de los embarazos no planificados -la mitad de los cuales van a concluir en aborto- recae con su fuerza máxima en las mujeres -niñas, adolescentes o adultas- que viven en contextos desfavorables.
La salud de estas mujeres durante su edad reproductiva afecta directamente la salud de sus hijos, lo que crea un ciclo en el que las vulneraciones en salud permanecen concentradas a lo largo de las generaciones.
Frente a este escenario, el Estado argentino excluye de los servicios de salud a las mujeres que deciden interrumpir voluntariamente su embarazo. La consecuencia trágica de esta exclusión es la muerte o la discapacidad de las mujeres más pobres de nuestro pueblo.
Este gráfico está tomado del Departamento de Estadística del Ministerio de Salud. Es del año 2016 y muestra claramente cómo el aborto es la primera causa de muerte materna directamente relacionada con el embarazo.
De la misma fuente, este gráfico representa la evolución, la tendencia, de la mortalidad materna desde el año 1990 hasta 2016. Si bien con mucha fluctuación, se produce un descenso; el descenso no es para nada el esperado y el que los gobiernos habían acordado cumplir. Lo mismo ocurre con la tendencia de las muertes debido al aborto en forma directa.
La tendencia no va a disminuir hasta que no haya una ley, ya que el enemigo de nuestra patria es la tremenda injusticia que existe en las tasas de mortalidad materna. El gráfico representa a las provincias y las distintas tasas de muerte materna. En Formosa mueren alrededor de 12 mujeres, el 25 por ciento de las cuales son adolescentes o niñas, mientras que en algunas provincias -como Chubut o La Pampa- o en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires únicamente muere una mujer, siendo solo el 10 por ciento de ellas adolescentes y mucho menos del 1 por ciento niñas.
Esto en salud se llama inequidad, y las diferencias son sistemáticas, evitables e injustas.
Al ser estas inequidades evitables, reducirlas se convierte en un problema de justicia social. Son los valores morales y sociales de los pueblos los que deben definir qué es la justicia o la injusticia de una desigualdad, más que lo que evidencia el rigor analítico, las muestras representativas o lo que sostiene una comisión de expertos.
En este sentido, los colectivos de mujeres -que a lo largo y a lo ancho de nuestra patria están pugnando y dicen que es injusto que la mujeres mueran por no ser bien atendidas- deben ser más escuchados que un consenso o un comité de ética.
Los interesados en la protección de la vida y la salud integral, sexual y reproductiva de las mujeres tenemos que ocuparnos de las inequidades. Hay una herramienta, recientemente propuesta por múltiples organizaciones de salud y acordadas por los gobiernos, que pone en agenda la salud de la mujer, del niño y del adolescente. La visión de esta herramienta es que para el año 2030 el conjunto de las mujeres, niños y adolescentes de todos los entornos accedan a sus derechos a la salud y al bienestar.
Para llegar a ello tenemos que cumplir distintos objetivos. Primero hay que sobrevivir y, en lo que nos atañe, se propone reducir la tasa mundial de mortalidad a menos de 70 por ciento de defunciones cada 100 mil recién nacidos. Todavía no estamos llegando a esas cifras en nuestro país, por ejemplo en provincias como Formosa.
También se indica que para prosperar es necesario garantizar el acceso universal a los servicios de atención sexual y reproductiva de todas las mujeres y que para poder realizar una transformación se requiere eliminar todas las prácticas nocivas discriminativas relacionadas con las mujeres y las niñas.
En 2016 el gobierno argentino se comprometió con las agencias a cumplir los objetivos de desarrollo. Me pregunto cómo hará para cumplir con los objetivos destinados a la salud si no se sanciona una ley que garantice el acceso de las mujeres que abortan a servicios de salud seguros, accesibles y centrados en sus derechos.
Por lo expuesto, la mortalidad materna y la discapacidad asociada al aborto clandestino -que no es menor- son un grave problema de injusticia social y, por lo tanto, tienen que ser entendidas como una cuestión de Estado.
Como trabajadora del Estado, hace 30 años que acompaño y soy testigo activa de lo que significan las inequidades para las mujeres más pobres de nuestro pueblo y sus hijos.
Quiero finalizar con una frase tomada de la misma editorial, en la cual los autores sostienen que existe suficiente evidencia de prácticas seguras -entre las cuales se encuentra el aborto legal- que, aplicadas por medio de políticas regulatorias, generarán mejoras tangibles en la salud pública.
Todas las personas con real motivación para proteger y acompañar a las mujeres y a los niños deberíamos buscar en la investigación y no en los prejuicios la información que ayude a la toma de decisiones. Muchas gracias. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Tiene la palabra la doctora Susana Nievas, médica obstetra.
SRA. NIEVAS Buenas tardes. Mi nombre es Susana Nievas. Soy médica obstetra y también me dedico a Clínica Médica, Ecografía, Adolescencia y Nutrición. Soy periodista y periodista médica. Egresé, con mucho honor, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
Me voy a referir al estrés postaborto pero lo voy a llamar "trastorno de estrés postraumático", que es la forma en que lo denomina actualmente la psiquiatría moderna.
Ante todo, quiero referirles el título que he elegido: "Atravesando el maravilloso sueño de vivir, te llamaré hijo, y me llamarás madre. Estrés postraumático en causal de aborto provocado y breve reseña en mujeres violadas, adultas y adolescentes".
Quiero expresar desde lo más profundo de mi ser femenino mi respeto y compasión amorosa hacia todas las mujeres del mundo, pero muy en particular a las mujeres de Argentina que han sufrido, sufren y sufrirán violencia por situaciones de maltrato físico o psíquico, por soledad, abandono, desamparo, falta de oportunidades, incomprensión, desolación, pobreza, destrato o acoso laboral, abuso, situaciones de trata, y también a las mujeres que han sufrido abortos y situaciones de estrés postraumático postaborto, aun llegando a la tremenda situación de la muerte.
El trauma se produce cuando una circunstancia amenaza la integridad física o psíquica de una persona. La situación traumática causa dolor psíquico y puede producir un trastorno denominado "de estrés postraumático" en quien lo sufre.
Al comienzo, y hasta el primer mes, cursará como un estrés agudo. Y a partir de ese momento se transforma en estrés postraumático. Este es un trastorno de ansiedad. La memoria traumática se almacena en el cerebro de una forma particular, que aparece ante situaciones "gatillo" o similares a las vividas, como una respuesta en general excesiva en intensidad y duración, que produce episodios de tremenda angustia.
El dolor psíquico o trauma debe ser elaborado refiriéndose en especial al tratamiento del duelo y al reconocimiento de la culpa por el acto cometido. El tratamiento necesita un abordaje en equipo.
En primer lugar, se hará un control integral de la salud física de la mujer.
En segundo término, se realizará un control de la salud psíquica, es decir, un tratamiento psicoterapéutico efectuado -en especial- a través de la palabra. La paciente utilizará esa situación como quiera y pueda, realizando un tratamiento de tipo cognitivo-conductual, y tomará el tiempo que se necesite para la resolución del problema.
En tercer lugar, se agregará el trabajo en equipo.
También se dará una contención adecuada trabajando en su entorno familiar.
Una cuestión muy importante es que con este grupo de pacientes trabajará un equipo con amorosa compasión, que es condición imprescindible al elegir el personal calificado que abordará este caso.
Respecto de los síntomas del estrés postraumático quiero mencionar que puede tener síntomas graves, como la psicosis posaborto, que puede llegar hasta el delirio en pacientes con patología previa o predisposición.
Asimismo, pueden presentarse síntomas más comunes, como la depresión, los episodios de enojo, inestabilidad, malestar, mal uso de determinadas situaciones, o sea, mal manejo de la ira hasta llegar a la violencia, con posibilidad de consumo de sustancias de todo tipo.
Cabe mencionar los intentos de suicidio y, a veces, con consumación del mismo. Asimismo, trastornos del sueño y pesadillas, por las cuales se despiertan en situaciones de estado de crisis, situación de aislamiento y de no querer ver a algunas personas, episodios de flashback.
La maternidad aparece desde el primer instante de la concepción. Uno de los cambios importantes en la estructura de la personalidad de esta paciente muy especial -que es la madre-, es el pasaje de su situación, es decir, el traspaso de hija a madre, que es un cambio importante en su personalidad.
Es importante destacar que el hijo es el único cuerpo extraño que no será rechazado por el sistema inmunológico femenino. Por el contrario, la madre lo cuidará y lo protegerá, y nada cambiará en la nueva estructura de su personalidad tras la muerte de su hijo por el aborto ya que la finalización del embarazo no interrumpe el proceso de la maternidad que apareció con la concepción y que continúa aun después de la muerte del hijo.
En este punto es importante diferenciar entre el aborto espontáneo y el aborto provocado. En el primer caso, la paciente, debidamente acompañada profesional y familiarmente, es decir, con la contención adecuada, podrá realizar el duelo por la pérdida de ese hijo.
En cambio, el aborto provocado se caracterizará especialmente por la imposibilidad de la mujer de asumir la culpa, de atravesar el duelo y de comenzar el proceso de la sanación.
Todo lo vivido en el aborto provocado afectará su estima personal, ahora destruida e inexistente. Se convirtió en alguien vulnerable, desde lo psíquico y lo físico, con mayor predisposición a accidentes y enfermedades. Sus vínculos familiares no serán iguales, tanto con su esposo o compañero, como con el resto de la familia, o sea, con sus otros hijos, con los que se da el síndrome del sobreviviente.
Además, puede tener ciertos criterios expulsivos hacia esos hijos y disminución de los cuidados que les brindaba, síndrome que vive inclusive con la sociedad.
Considero muy importante que esta mujer -que está desestimada, malherida, confundida, desarmada, con un futuro incierto y con dificultad para vislumbrar la posibilidad de rehacer, o sea tener nuevas metas, esperanzas, sueños y proyectos- pueda trabajar el proceso de realización del duelo y el camino de la sanación.
Quiero señalar dos cuestiones sobre la mujer violada y embarazada. Lo más importante a considerar en este tema no es el aborto que se podría llegar a provocar en ella sino la violación, porque esta mujer no va a ser "desviolada" porque se haga un aborto. Por el contrario, esta mujer está sufriendo una situación de estrés postraumático muy grave por la situación de violación.
Entonces, habría que trabajar con ellas alternativas tales como, por ejemplo, el fomento de la adopción a partir del proceso del cuidado del bebé y todo su desarrollo. En este caso, debería estar absolutamente protegida y cuidada siempre favoreciendo que la vida es el principio fundamental que debemos proteger.
A estas mujeres habría que darles la posibilidad de que elijan, porque a veces han sido violadas por un familiar y creo que no debe haber situación y estrés postraumático más difíciles, salvo la tortura o alguna otra cosa. Considero que hay que darles la posibilidad de que puedan resolver su vida y que no haya muerte de ninguna de las dos. (Aplausos.)
Me voy a referir al estrés postaborto pero lo voy a llamar "trastorno de estrés postraumático", que es la forma en que lo denomina actualmente la psiquiatría moderna.
Ante todo, quiero referirles el título que he elegido: "Atravesando el maravilloso sueño de vivir, te llamaré hijo, y me llamarás madre. Estrés postraumático en causal de aborto provocado y breve reseña en mujeres violadas, adultas y adolescentes".
Quiero expresar desde lo más profundo de mi ser femenino mi respeto y compasión amorosa hacia todas las mujeres del mundo, pero muy en particular a las mujeres de Argentina que han sufrido, sufren y sufrirán violencia por situaciones de maltrato físico o psíquico, por soledad, abandono, desamparo, falta de oportunidades, incomprensión, desolación, pobreza, destrato o acoso laboral, abuso, situaciones de trata, y también a las mujeres que han sufrido abortos y situaciones de estrés postraumático postaborto, aun llegando a la tremenda situación de la muerte.
El trauma se produce cuando una circunstancia amenaza la integridad física o psíquica de una persona. La situación traumática causa dolor psíquico y puede producir un trastorno denominado "de estrés postraumático" en quien lo sufre.
Al comienzo, y hasta el primer mes, cursará como un estrés agudo. Y a partir de ese momento se transforma en estrés postraumático. Este es un trastorno de ansiedad. La memoria traumática se almacena en el cerebro de una forma particular, que aparece ante situaciones "gatillo" o similares a las vividas, como una respuesta en general excesiva en intensidad y duración, que produce episodios de tremenda angustia.
El dolor psíquico o trauma debe ser elaborado refiriéndose en especial al tratamiento del duelo y al reconocimiento de la culpa por el acto cometido. El tratamiento necesita un abordaje en equipo.
En primer lugar, se hará un control integral de la salud física de la mujer.
En segundo término, se realizará un control de la salud psíquica, es decir, un tratamiento psicoterapéutico efectuado -en especial- a través de la palabra. La paciente utilizará esa situación como quiera y pueda, realizando un tratamiento de tipo cognitivo-conductual, y tomará el tiempo que se necesite para la resolución del problema.
En tercer lugar, se agregará el trabajo en equipo.
También se dará una contención adecuada trabajando en su entorno familiar.
Una cuestión muy importante es que con este grupo de pacientes trabajará un equipo con amorosa compasión, que es condición imprescindible al elegir el personal calificado que abordará este caso.
Respecto de los síntomas del estrés postraumático quiero mencionar que puede tener síntomas graves, como la psicosis posaborto, que puede llegar hasta el delirio en pacientes con patología previa o predisposición.
Asimismo, pueden presentarse síntomas más comunes, como la depresión, los episodios de enojo, inestabilidad, malestar, mal uso de determinadas situaciones, o sea, mal manejo de la ira hasta llegar a la violencia, con posibilidad de consumo de sustancias de todo tipo.
Cabe mencionar los intentos de suicidio y, a veces, con consumación del mismo. Asimismo, trastornos del sueño y pesadillas, por las cuales se despiertan en situaciones de estado de crisis, situación de aislamiento y de no querer ver a algunas personas, episodios de flashback.
La maternidad aparece desde el primer instante de la concepción. Uno de los cambios importantes en la estructura de la personalidad de esta paciente muy especial -que es la madre-, es el pasaje de su situación, es decir, el traspaso de hija a madre, que es un cambio importante en su personalidad.
Es importante destacar que el hijo es el único cuerpo extraño que no será rechazado por el sistema inmunológico femenino. Por el contrario, la madre lo cuidará y lo protegerá, y nada cambiará en la nueva estructura de su personalidad tras la muerte de su hijo por el aborto ya que la finalización del embarazo no interrumpe el proceso de la maternidad que apareció con la concepción y que continúa aun después de la muerte del hijo.
En este punto es importante diferenciar entre el aborto espontáneo y el aborto provocado. En el primer caso, la paciente, debidamente acompañada profesional y familiarmente, es decir, con la contención adecuada, podrá realizar el duelo por la pérdida de ese hijo.
En cambio, el aborto provocado se caracterizará especialmente por la imposibilidad de la mujer de asumir la culpa, de atravesar el duelo y de comenzar el proceso de la sanación.
Todo lo vivido en el aborto provocado afectará su estima personal, ahora destruida e inexistente. Se convirtió en alguien vulnerable, desde lo psíquico y lo físico, con mayor predisposición a accidentes y enfermedades. Sus vínculos familiares no serán iguales, tanto con su esposo o compañero, como con el resto de la familia, o sea, con sus otros hijos, con los que se da el síndrome del sobreviviente.
Además, puede tener ciertos criterios expulsivos hacia esos hijos y disminución de los cuidados que les brindaba, síndrome que vive inclusive con la sociedad.
Considero muy importante que esta mujer -que está desestimada, malherida, confundida, desarmada, con un futuro incierto y con dificultad para vislumbrar la posibilidad de rehacer, o sea tener nuevas metas, esperanzas, sueños y proyectos- pueda trabajar el proceso de realización del duelo y el camino de la sanación.
Quiero señalar dos cuestiones sobre la mujer violada y embarazada. Lo más importante a considerar en este tema no es el aborto que se podría llegar a provocar en ella sino la violación, porque esta mujer no va a ser "desviolada" porque se haga un aborto. Por el contrario, esta mujer está sufriendo una situación de estrés postraumático muy grave por la situación de violación.
Entonces, habría que trabajar con ellas alternativas tales como, por ejemplo, el fomento de la adopción a partir del proceso del cuidado del bebé y todo su desarrollo. En este caso, debería estar absolutamente protegida y cuidada siempre favoreciendo que la vida es el principio fundamental que debemos proteger.
A estas mujeres habría que darles la posibilidad de que elijan, porque a veces han sido violadas por un familiar y creo que no debe haber situación y estrés postraumático más difíciles, salvo la tortura o alguna otra cosa. Considero que hay que darles la posibilidad de que puedan resolver su vida y que no haya muerte de ninguna de las dos. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE LIPOVEZTKY Tiene la palabra la licenciada en Trabajo Social, Inés Carolina Atencio.
SRA. ATENCIO Señor presidente: soy de Belén, Catamarca, pero hace más de diez años que vivo en Quilmes. Soy trabajadora social, integrante del equipo técnico del servicio local de Niñez y Adolescencia de Quilmes. Por ello, conozco de vulneración, de inequidad, de falta de acceso, de pobreza. Mi propósito es compartir con ustedes la experiencia de la Consejería de Salud Sexual y Salud Reproductiva de Quilmes.
Las Consejerías son un espacio de asesoramiento, información, escucha y acompañamiento. Se trata de una estrategia central de promoción y prevención de la salud sexual y reproductiva con perspectiva de género y derechos.
Allí se promueven la autonomía de quienes se acercan, la confidencialidad, el pensamiento crítico, la equidad y la diversidad. Es un modelo de atención en salud que dista del modelo de atención tradicional centrado en el aspecto biológico. En este caso, se construyen los saberes y se aprenden las prácticas.
Las Conserjerías en salud sexual y reproductiva pueden estar integradas por profesionales orientados a la salud o no, porque pueden llevarse a cabo por personas que se hayan capacitado debidamente, como es el caso de los promotores y las promotoras.
Nuestro espacio de Consejería está enmarcado dentro de los derechos sexuales y reproductivos vigentes en las leyes argentinas. Ellas son: la Constitución Nacional; la Ley de Salud Sexual y Procreación Responsable; el Plan Nacional de Acción para la Prevención, Asistencia y Erradicación de Violencia contra las Mujeres; la ley sobre los derechos de la Mujer en relación con el embarazo y posparto; la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes; la ley sobre Educación Sexual Integral; la Ley de Identidad de Género; la ley sobre Derechos del Paciente, Historia Clínica y Consentimiento Informado; el artículo 86 del Código Penal y la Resolución N° 989 del Ministerio de Salud de la Nación.
Nuestra Consejería en Quilmes está integrada por un equipo de tres profesionales: un psicólogo, un obstetra y una trabajadora social. En este espacio, las mujeres que se acercan ponen en juego aspectos íntimos de sus vidas, de sus relaciones y de su familia. Cuando las mujeres exponen frente a nosotros sus expectativas y problemáticas, nuestro objetivo es brindarles información certera y adecuada.
Esta Consejería es integral y quienes llegan a nosotros es porque no pudieron encontrar otros espacios de contención o porque fueron expulsados del sistema de salud. Allí se puede consultar sobre distintas temáticas, tales como: métodos anticonceptivos, sexualidad, infecciones de transmisión sexual, anticonceptivos de emergencia o pastillas del día después. Además, contamos con preservativos.
Nos proponemos poder realizar un seguimiento posterior para que las personas se sientan acompañadas y contenidas.
Respetamos el derecho al acceso a la información y a partir de allí nos proponemos generar autonomía en la toma de decisiones.
Desde que empezamos a funcionar se acercaron mujeres que pudieron alejar inquietudes, dudas, deseos y temores relaciones a su sexualidad. La mayoría de las veces estaban acompañadas por alguien de su círculo íntimo como hermanas, amigas, parejas, vecinas, primas. Se trata de mujeres acompañadas por mujeres. Durante la escucha respetuosa, privada y confidencial, el equipo se desprende de cualquier opinión sesgada, de prejuicios o valores personales, porque en ese momento lo único que importa es la problemática de quien está frente a nosotros confiando y esperando encontrar soluciones a su inconveniente.
En forma reiterada se escuchan estas expresiones: ¿cómo entender una gestión no deseada como un problema, si para las mujeres debería ser una bendición? ¿Qué hago ahora para seguir? ¿Qué va a pasar con mi vida? Tengo miedo. También se observa desesperación, angustia, bronca y desilusión en las mujeres.
Ahora, quiero compartir con ustedes algunas historias de vida de mujeres que llegaron a nuestra consejería. Por respeto hacia ellas, los nombres son ficticios, pero las historias son reales.
Ayelén tiene 17 años y nos dijo: "Estoy en sexto año, vivo con mi mamá, su pareja y mis hermanos; somos once en total. Es una casilla, tiene dos piezas. Quiero terminar la escuela y empezar a trabajar. A mi novio no le importa. Solo quiere drogarse y me dijo que haga lo que quiera. Vivimos de las changas de la pareja de mi mamá. Él es cartonero. Ella cobra la Asignación Universal. Desde que me enteré no duermo y falto a la escuela. Tomé cosas. Estoy desesperada. No lo quiero".
Por otra parte, Melina nos dijo lo siguiente: "Tengo 32 años, soy cuidadora de adultos y estoy terminando la carrera de acompañante terapéutica. Siempre me cuidé, pero hace tres meses que estoy con problemas de salud y tomo antibióticos muy fuertes. Parece que tengo algo en la columna. Mi marido me acompaña, él es albañil, tenemos una hija de seis años. Estamos solos y no podemos contar con mi familia".
Gabriela nos contó lo siguiente: "Tengo dieciséis años, estoy embarazada, vivo con mi papá, mi mamá se fue, nos abandonó. Mi papá no sabe, me va a matar. Trabaja todo el día. No sabe que estaba con alguien, él tiene diecinueve años, cuando se enteró me dejó, me dijo que él no está preparado para esto, que yo haga lo que quiera pero que él no lo quiere. Ya casi no duermo, pensé en matarme, no puedo con esto".
En tanto Lucía, de 23 años, nos dijo: "Creo que estoy embarazada, estoy estudiando abogacía, yo me cuidaba con los días, estaba segura. Si tengo un hijo voy a tener que abandonar la carrera para ir a trabajar. Vivo con mi abuela, ella nos crió a mí y a mis hermanos".
Quería compartir estos relatos que son una mínima parte de los que escuchamos a diario. Muchas de las mujeres que llegan a nuestro espacio se encontraban sumidas en situaciones socioeconómicas vulnerables, con familias numerosas, disfuncionales y en ocasiones con mujeres víctimas de violencia.
Despenalizar y legalizar la interrupción voluntaria del embarazo significará sacar de la clandestinidad a estas mujeres y otorgarles dignidad para poder decidir libremente sobre su propio cuerpo, sus deseos sobre su propia vida. Esta es una cuestión de salud pública, es una cuestión de justicia social, es una cuestión de igualdad y es obligación del Estado garantizarla. (Aplausos.)
Las Consejerías son un espacio de asesoramiento, información, escucha y acompañamiento. Se trata de una estrategia central de promoción y prevención de la salud sexual y reproductiva con perspectiva de género y derechos.
Allí se promueven la autonomía de quienes se acercan, la confidencialidad, el pensamiento crítico, la equidad y la diversidad. Es un modelo de atención en salud que dista del modelo de atención tradicional centrado en el aspecto biológico. En este caso, se construyen los saberes y se aprenden las prácticas.
Las Conserjerías en salud sexual y reproductiva pueden estar integradas por profesionales orientados a la salud o no, porque pueden llevarse a cabo por personas que se hayan capacitado debidamente, como es el caso de los promotores y las promotoras.
Nuestro espacio de Consejería está enmarcado dentro de los derechos sexuales y reproductivos vigentes en las leyes argentinas. Ellas son: la Constitución Nacional; la Ley de Salud Sexual y Procreación Responsable; el Plan Nacional de Acción para la Prevención, Asistencia y Erradicación de Violencia contra las Mujeres; la ley sobre los derechos de la Mujer en relación con el embarazo y posparto; la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes; la ley sobre Educación Sexual Integral; la Ley de Identidad de Género; la ley sobre Derechos del Paciente, Historia Clínica y Consentimiento Informado; el artículo 86 del Código Penal y la Resolución N° 989 del Ministerio de Salud de la Nación.
Nuestra Consejería en Quilmes está integrada por un equipo de tres profesionales: un psicólogo, un obstetra y una trabajadora social. En este espacio, las mujeres que se acercan ponen en juego aspectos íntimos de sus vidas, de sus relaciones y de su familia. Cuando las mujeres exponen frente a nosotros sus expectativas y problemáticas, nuestro objetivo es brindarles información certera y adecuada.
Esta Consejería es integral y quienes llegan a nosotros es porque no pudieron encontrar otros espacios de contención o porque fueron expulsados del sistema de salud. Allí se puede consultar sobre distintas temáticas, tales como: métodos anticonceptivos, sexualidad, infecciones de transmisión sexual, anticonceptivos de emergencia o pastillas del día después. Además, contamos con preservativos.
Nos proponemos poder realizar un seguimiento posterior para que las personas se sientan acompañadas y contenidas.
Respetamos el derecho al acceso a la información y a partir de allí nos proponemos generar autonomía en la toma de decisiones.
Desde que empezamos a funcionar se acercaron mujeres que pudieron alejar inquietudes, dudas, deseos y temores relaciones a su sexualidad. La mayoría de las veces estaban acompañadas por alguien de su círculo íntimo como hermanas, amigas, parejas, vecinas, primas. Se trata de mujeres acompañadas por mujeres. Durante la escucha respetuosa, privada y confidencial, el equipo se desprende de cualquier opinión sesgada, de prejuicios o valores personales, porque en ese momento lo único que importa es la problemática de quien está frente a nosotros confiando y esperando encontrar soluciones a su inconveniente.
En forma reiterada se escuchan estas expresiones: ¿cómo entender una gestión no deseada como un problema, si para las mujeres debería ser una bendición? ¿Qué hago ahora para seguir? ¿Qué va a pasar con mi vida? Tengo miedo. También se observa desesperación, angustia, bronca y desilusión en las mujeres.
Ahora, quiero compartir con ustedes algunas historias de vida de mujeres que llegaron a nuestra consejería. Por respeto hacia ellas, los nombres son ficticios, pero las historias son reales.
Ayelén tiene 17 años y nos dijo: "Estoy en sexto año, vivo con mi mamá, su pareja y mis hermanos; somos once en total. Es una casilla, tiene dos piezas. Quiero terminar la escuela y empezar a trabajar. A mi novio no le importa. Solo quiere drogarse y me dijo que haga lo que quiera. Vivimos de las changas de la pareja de mi mamá. Él es cartonero. Ella cobra la Asignación Universal. Desde que me enteré no duermo y falto a la escuela. Tomé cosas. Estoy desesperada. No lo quiero".
Por otra parte, Melina nos dijo lo siguiente: "Tengo 32 años, soy cuidadora de adultos y estoy terminando la carrera de acompañante terapéutica. Siempre me cuidé, pero hace tres meses que estoy con problemas de salud y tomo antibióticos muy fuertes. Parece que tengo algo en la columna. Mi marido me acompaña, él es albañil, tenemos una hija de seis años. Estamos solos y no podemos contar con mi familia".
Gabriela nos contó lo siguiente: "Tengo dieciséis años, estoy embarazada, vivo con mi papá, mi mamá se fue, nos abandonó. Mi papá no sabe, me va a matar. Trabaja todo el día. No sabe que estaba con alguien, él tiene diecinueve años, cuando se enteró me dejó, me dijo que él no está preparado para esto, que yo haga lo que quiera pero que él no lo quiere. Ya casi no duermo, pensé en matarme, no puedo con esto".
En tanto Lucía, de 23 años, nos dijo: "Creo que estoy embarazada, estoy estudiando abogacía, yo me cuidaba con los días, estaba segura. Si tengo un hijo voy a tener que abandonar la carrera para ir a trabajar. Vivo con mi abuela, ella nos crió a mí y a mis hermanos".
Quería compartir estos relatos que son una mínima parte de los que escuchamos a diario. Muchas de las mujeres que llegan a nuestro espacio se encontraban sumidas en situaciones socioeconómicas vulnerables, con familias numerosas, disfuncionales y en ocasiones con mujeres víctimas de violencia.
Despenalizar y legalizar la interrupción voluntaria del embarazo significará sacar de la clandestinidad a estas mujeres y otorgarles dignidad para poder decidir libremente sobre su propio cuerpo, sus deseos sobre su propia vida. Esta es una cuestión de salud pública, es una cuestión de justicia social, es una cuestión de igualdad y es obligación del Estado garantizarla. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY La Presidencia insiste en que pueden dedicar su exposición a contestar a alguno de los oradores anteriores, que puede ser enriquecedor para el debate en desarrollo.
Tiene la palabra la doctora Varinia Frau Alveal, psicquiatra de Fasam.
Tiene la palabra la doctora Varinia Frau Alveal, psicquiatra de Fasam.
SRA. FRAU ALVEAL Señor presidente: el tema que me ocupa fundamentalmente es el síndrome pos aborto en los varones y la base biológica de este síndrome.
Cuando uno revisa la bibliografía encuentra que las posturas están francamente divididas, incluso entre los investigadores; hasta se ve las posturas que hoy dividen a nuestra sociedad. El investigador ya tiene una posición tomada porque este tema no deja a nadie tibio. También vemos que existen otro tipo de intereses, como por ejemplo los económicos -como sería el interés del Fondo Monetario Internacional actuando en todo esto- o los de las políticas de gobiernos de otros países pensadas y digitadas desde hace muchos años para materializarse ahora. Así, la ciencia queda un tanto desdibujada.
Inicialmente según la concepción social aprendíamos a ser padres mirando a nuestros padres. Como existía esta visión netamente psicológica, se hizo un estudio en las clínicas abortivas para caracterizar al síndrome pos aborto del que habló mi colega con antelación, por lo que no me voy a explayar sobre esto.
Recientemente una corriente biologicista comenzó a estudiar esa conducta. Se pensaba que como el embarazo es un proceso fisiológico, no podía dejar sin una huella a la persona que lo había llevado adelante, teniendo en cuenta que eso violentaba el orden natural del sujeto. Los estudios comenzaron a realizarse en primates, porque tienen una similitud genética con nosotros y porque, además -al igual que nosotros-, se juegan la conservación de la especie en una sola cría. Por otro lado, las conductas en la maternidad -de replegarse en sí mismo para el cuidado de la cría como también en la pérdida del mismo- eran similares. Además, analizando al macho se detectó que tenía una conducta más agresiva con el exterior, más protectora de la hembra y que registraba cambios hormonales.
Se llegó a la conclusión de la existencia de neurogénesis durante el embarazo, o sea, la formación de nuevas neuronas, pero sobre todo de nuevas conexiones, de nuevas sinapsis neurona-neurona, que corresponde a una neuroplasticidad propia del estado del embarazo que va más allá de si la mujer desea o no el embarazo. Por lo tanto, la interrupción del embarazo genera obviamente la patología. Esto no tiene que ver con la voluntariedad o no de generar el aborto.
Por eso, si miran su misma experiencia, una mujer que ha estado embarazada alguna vez nunca vuelve a pensar de la misma manera que antes, porque su cerebro ha cambiado. Al producirse el aborto, esta neurogénesis queda detenida y comienza entonces la sintomatología adversa de la que estamos hablando. La diferencia es que en el síndrome posaborto voluntario, esta patología podría ser evitada.
Por otra parte, se vio la relación entre la neurogénesis con los trastornos del ánimo, las alteraciones provocadas por el aborto. Se analizó a un grupo de mujeres de una población de Finlandia que no querían tener hijos, de las cuales algunas abortaron y otras no. El 42 por ciento de las que realizaron el aborto presentó depresión mayor, un 27 por ciento tuvo ideación suicida, autoagresión, mutilaciones; el riesgo de suicidio aumentó seis veces y durante el primer año se elevó a siete años. A todo ello se agregan los riesgos de adicciones.
Sin embargo, dentro de todo esto una de las grandes voces silenciadas es la del hombre, porque si se le diera paso, si se le diera voz, se entraría en un tiempo legal, de tal forma que los plazos no permitirían un aborto "seguro" para la mujer. Por eso es que esto debe centrarse en que la mujer es dueña de su propio cuerpo.
Se ha notado que los hombres presentan cambios hormonales durante el embarazo y posteriores a él. Por eso ellos también tienen un síndrome pos aborto caracterizado por depresión, que se manifiesta como irritabilidad e ira, culpa, sensación de desamparo y arrepentimiento, pensamientos constantes sobre el feto y sobre todo problemas en la voz como disfonía o afonía, trastornos en la erección, taquicardia y mayor propensión al infarto miocárdico. Seguramente esto se relaciona con la depresión.
En los estudios que hemos hecho a hombres y mujeres por abortos provocados y espontáneos en la Fundación Argentina de Salud Mental dentro de mi doctorado en Medicina, hemos visto que el riesgo de tener trastornos de ansiedad y depresión es seis veces mayor, tanto en hombres como en mujeres.
Dentro de los trastornos de ansiedad encontramos fundamentalmente los TOC -por la sensación de suciedad que tienen- crisis de pánico por el contacto con la muerte -el temor a la muerte es ontológico en el ser humano y acá hay un contacto directo-, el trastorno de ansiedad generalizada, fundamentalmente enfocado sobre los hijos que han nacido -en ellos también puede darse el síndrome post aborto, en el sentido de que tienen una gran indignidad por haber nacido ellos y no sus hermanos-, el trastorno de stress post traumático -sobre el que ya se expresó la colega- y muchos sueños con niños muertos.
Desde mi práctica clínica, quiero decirles que de este tema, evidentemente, no se habla, es un secreto. Yo atiendo a mujeres y hombres cuyo dolor es inmenso y, ciertamente, mucho más prolongado que lo que habría significado terminar con la crianza de sus hijos a los dieciséis, dieciocho o veintiún años. Es más fácil sacar al niño del útero de su madre que sacarlo de su pensamiento. Por eso, toda promulgación de una ley de aborto es favorecer la enfermedad mental en la población que ustedes gobiernan. En realidad, la salud se construye desde el aula. (Aplausos.)
Cuando uno revisa la bibliografía encuentra que las posturas están francamente divididas, incluso entre los investigadores; hasta se ve las posturas que hoy dividen a nuestra sociedad. El investigador ya tiene una posición tomada porque este tema no deja a nadie tibio. También vemos que existen otro tipo de intereses, como por ejemplo los económicos -como sería el interés del Fondo Monetario Internacional actuando en todo esto- o los de las políticas de gobiernos de otros países pensadas y digitadas desde hace muchos años para materializarse ahora. Así, la ciencia queda un tanto desdibujada.
Inicialmente según la concepción social aprendíamos a ser padres mirando a nuestros padres. Como existía esta visión netamente psicológica, se hizo un estudio en las clínicas abortivas para caracterizar al síndrome pos aborto del que habló mi colega con antelación, por lo que no me voy a explayar sobre esto.
Recientemente una corriente biologicista comenzó a estudiar esa conducta. Se pensaba que como el embarazo es un proceso fisiológico, no podía dejar sin una huella a la persona que lo había llevado adelante, teniendo en cuenta que eso violentaba el orden natural del sujeto. Los estudios comenzaron a realizarse en primates, porque tienen una similitud genética con nosotros y porque, además -al igual que nosotros-, se juegan la conservación de la especie en una sola cría. Por otro lado, las conductas en la maternidad -de replegarse en sí mismo para el cuidado de la cría como también en la pérdida del mismo- eran similares. Además, analizando al macho se detectó que tenía una conducta más agresiva con el exterior, más protectora de la hembra y que registraba cambios hormonales.
Se llegó a la conclusión de la existencia de neurogénesis durante el embarazo, o sea, la formación de nuevas neuronas, pero sobre todo de nuevas conexiones, de nuevas sinapsis neurona-neurona, que corresponde a una neuroplasticidad propia del estado del embarazo que va más allá de si la mujer desea o no el embarazo. Por lo tanto, la interrupción del embarazo genera obviamente la patología. Esto no tiene que ver con la voluntariedad o no de generar el aborto.
Por eso, si miran su misma experiencia, una mujer que ha estado embarazada alguna vez nunca vuelve a pensar de la misma manera que antes, porque su cerebro ha cambiado. Al producirse el aborto, esta neurogénesis queda detenida y comienza entonces la sintomatología adversa de la que estamos hablando. La diferencia es que en el síndrome posaborto voluntario, esta patología podría ser evitada.
Por otra parte, se vio la relación entre la neurogénesis con los trastornos del ánimo, las alteraciones provocadas por el aborto. Se analizó a un grupo de mujeres de una población de Finlandia que no querían tener hijos, de las cuales algunas abortaron y otras no. El 42 por ciento de las que realizaron el aborto presentó depresión mayor, un 27 por ciento tuvo ideación suicida, autoagresión, mutilaciones; el riesgo de suicidio aumentó seis veces y durante el primer año se elevó a siete años. A todo ello se agregan los riesgos de adicciones.
Sin embargo, dentro de todo esto una de las grandes voces silenciadas es la del hombre, porque si se le diera paso, si se le diera voz, se entraría en un tiempo legal, de tal forma que los plazos no permitirían un aborto "seguro" para la mujer. Por eso es que esto debe centrarse en que la mujer es dueña de su propio cuerpo.
Se ha notado que los hombres presentan cambios hormonales durante el embarazo y posteriores a él. Por eso ellos también tienen un síndrome pos aborto caracterizado por depresión, que se manifiesta como irritabilidad e ira, culpa, sensación de desamparo y arrepentimiento, pensamientos constantes sobre el feto y sobre todo problemas en la voz como disfonía o afonía, trastornos en la erección, taquicardia y mayor propensión al infarto miocárdico. Seguramente esto se relaciona con la depresión.
En los estudios que hemos hecho a hombres y mujeres por abortos provocados y espontáneos en la Fundación Argentina de Salud Mental dentro de mi doctorado en Medicina, hemos visto que el riesgo de tener trastornos de ansiedad y depresión es seis veces mayor, tanto en hombres como en mujeres.
Dentro de los trastornos de ansiedad encontramos fundamentalmente los TOC -por la sensación de suciedad que tienen- crisis de pánico por el contacto con la muerte -el temor a la muerte es ontológico en el ser humano y acá hay un contacto directo-, el trastorno de ansiedad generalizada, fundamentalmente enfocado sobre los hijos que han nacido -en ellos también puede darse el síndrome post aborto, en el sentido de que tienen una gran indignidad por haber nacido ellos y no sus hermanos-, el trastorno de stress post traumático -sobre el que ya se expresó la colega- y muchos sueños con niños muertos.
Desde mi práctica clínica, quiero decirles que de este tema, evidentemente, no se habla, es un secreto. Yo atiendo a mujeres y hombres cuyo dolor es inmenso y, ciertamente, mucho más prolongado que lo que habría significado terminar con la crianza de sus hijos a los dieciséis, dieciocho o veintiún años. Es más fácil sacar al niño del útero de su madre que sacarlo de su pensamiento. Por eso, toda promulgación de una ley de aborto es favorecer la enfermedad mental en la población que ustedes gobiernan. En realidad, la salud se construye desde el aula. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Tiene la palabra la licenciada Malena Magnasco, politóloga.
SRA. MAGNASCO Mi nombre es Malena González Mangasco, soy politóloga de la UBA, docente en la Facultad de Ciencias Sociales, en el CBC de la UBA y en la Facultad de Artes Audiovisuales de la Universidad Nacional de las Artes e investigo en el Centro de Estudios de ATENEA.
Quien les habla comparte las palabras de aquellas mujeres y hombres que, durante las últimas semanas, defendieron el proyecto de legalización y despenalización del aborto, entendiendo el aborto como una cuestión de justicia social sobre el derecho al goce femenino.
La presente defensa se basa en un estudio comparado con el caso de Uruguay. Mi granito de arena en esta discusión es hablar de qué pasó en Uruguay antes y después de que se sancionara la ley de interrupción del embarazo. Este trabajo nace de la recopilación de datos realizada por una politóloga, una colega, Verónica Pérez, de la Universidad de la República Uruguay. Dichos datos no fueron obtenidos de cualquier modo, ya que del Ministerio de Salud Pública del Uruguay. O sea, todo lo que voy a decir ahora pueden googlearlo y verlo en la página del Ministerio de Salud Pública del Uruguay.
Adelantándome a la conclusión, y para que quede claro desde un principio, la aprobación en Uruguay de la ley que permite la interrupción del embarazo significó que nuestro país vecino tenga hoy la tasa más baja de mortalidad materna en América Latina, con un 1,4 muertes cada 10.000 nacidos vivos. La misma tasa en Argentina es más del doble, 3,4 fallecimientos por cada 10.000 nacidos vivos, siendo la principal causa la clandestinidad del aborto.
Por otro lado, hay un cambio significativo en relación al acceso a abortos seguros. Se calcula que cuando era ilegal se realizaban entre 16.000 y 33.000 abortos, anuales; mientras que la cifra, desde su aprobación, en promedio ronda los 10.000 abortos seguros y gratuitos por año en el sistema de salud. Esto, además, está estrechamente relacionado con que la legalización del aborto fue acompañada por políticas de educación sexual.
Otra conclusión que me gustaría que quede clara teniendo en cuenta el caso de Uruguay, es la objeción de conciencia y las consultas interdisciplinarias previas. Son las principales barreras para que las mujeres uruguayas puedan ejercer su pleno derecho, afectando especialmente a las mujeres con menos recursos y a las que viven en el interior del país.
Como dije al inicio, estos números y estas afirmaciones no se basan en mi experiencia personal ni en mi intuición femenina, ni en mi manera de ver el mundo ni de entender la política, etcétera. Estas afirmaciones se basan en datos obtenidos por el Ministerio de Salud Pública del Uruguay.
El aborto es legal en Uruguay desde el 2012. La ley establece la interrupción por la sola voluntad de la mujer dentro del primer trimestre de gestación. Y en el segundo trimestre se permite la interrupción del embarazo si es producto de una violación. No hay plazos cuando hay riesgo de salud para la mujer, o existe una malformación fetal incompatible con la vida extrauterina.
Como dije anteriormente, es un requisito que la mujer que solicita la interrupción de su embarazo tenga una consulta con un equipo interdisciplinario integrado por profesionales de la ginecología, la salud mental y del servicio social. Luego de esta consulta, la mujer tiene un plazo mínimo de cinco días de reflexión para acceder al aborto. Como dije al principio, esta es una barrera al acceso pleno del derecho, especialmente en aquellos departamentos, municipios y provincias de Uruguay que no cuentan con un equipo de psicólogos y psicólogas, o trabajadores y trabajadoras sociales, departamentos que se encuentran en su mayoría al interior del país. Este requisito no corre para las interrupciones habilitadas durante el segundo trimestre.
Quienes brindan el servicio, o sea la interrupción voluntaria del embarazo, son los sistemas nacionales integrados de salud, los SINIS. Las interrupciones que se realizan por fuera de estas instituciones, o no cumplen con los plazos establecidos por ley, son delito.
Como dijimos al inicio, según los datos relevados previamente a la sanción de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, la incidencia de la práctica ilegal fue estimada entre 16.000 y 33.000 abortos anuales. Para el 2016 las cifras oficiales indicaban que desde que se implementó la ley se realizaron un promedio de 10.000 abortos legales en el año.
Según los datos, entre el 6 y el 8 por ciento de las mujeres que inician la atención por la interrupción voluntaria del embarazo desisten de abortar durante la etapa del proceso impuesto. El estudio del ministerio subraya fuertemente que la mayoría de las mujeres que solicitan la interrupción voluntaria del embarazo, lo hacen con la decisión ya tomada y no la revierten.
En este punto es menester destacar que el hecho de que el aborto se haya legalizado no significa que todas hayan ido a abortar. Interrumpen las mismas que antes lo iban a hacer en clandestinidad, el beneficio que tienen ahora es que lo hacen de forma segura. Esto es especialmente para las mujeres con menores recursos, que ahora acceden a abortos seguros y gratuitos.
Por otro lado, y ya finalizando, es para destacar -teniendo en cuenta la necesidad y el debate en la Argentina - que según los datos obtenidos, casi el total de los abortos -el 98,8 por ciento- fueron realizados con medicación.
Como también dije al principio, el otro desafío que enfrenta la implementación de la interrupción voluntaria legal del embarazo en Uruguay es la objeción de conciencia, teniendo en cuenta la desigual distribución territorial de los médicos y médicas objetadores, que perjudican a las mujeres del interior del país. En especial a las que residen en el medio rural y a las más vulnerables, o sea, a las más pobres. La implementación de la ley es mejor en Montevideo que en el interior del país.
La ley de interrupción voluntaria funciona en Uruguay y es un avance significativo respecto al contexto anterior a su sanción, de nuestro país vecino, y al contexto latinoamericano actual.
Finalizando mi exposición, mi intención fue aportar al debate el caso de Uruguay con números claros y precisos, de fuentes confiables, como es el Ministerio de Salud Pública, destacando, como dije al principio, que Uruguay ocupa el primer lugar con respecto a una baja tasa de mortalidad materna en América Latina, experimentando una tendencia descendente y la importancia de la ampliación de derechos que significó la legalización del aborto.
Como se dijo más temprano en este mismo lugar, estar a favor del aborto es estar a favor de la vida. No nos falten el respeto diciéndonos genocidas. No nos falten más el respeto mostrándonos la foto de Hitler.
Una de las banderas del movimiento feminista es el aborto. Estamos construyendo un presente feminista para que el futuro sea de igualdad. (Aplausos.)
Quien les habla comparte las palabras de aquellas mujeres y hombres que, durante las últimas semanas, defendieron el proyecto de legalización y despenalización del aborto, entendiendo el aborto como una cuestión de justicia social sobre el derecho al goce femenino.
La presente defensa se basa en un estudio comparado con el caso de Uruguay. Mi granito de arena en esta discusión es hablar de qué pasó en Uruguay antes y después de que se sancionara la ley de interrupción del embarazo. Este trabajo nace de la recopilación de datos realizada por una politóloga, una colega, Verónica Pérez, de la Universidad de la República Uruguay. Dichos datos no fueron obtenidos de cualquier modo, ya que del Ministerio de Salud Pública del Uruguay. O sea, todo lo que voy a decir ahora pueden googlearlo y verlo en la página del Ministerio de Salud Pública del Uruguay.
Adelantándome a la conclusión, y para que quede claro desde un principio, la aprobación en Uruguay de la ley que permite la interrupción del embarazo significó que nuestro país vecino tenga hoy la tasa más baja de mortalidad materna en América Latina, con un 1,4 muertes cada 10.000 nacidos vivos. La misma tasa en Argentina es más del doble, 3,4 fallecimientos por cada 10.000 nacidos vivos, siendo la principal causa la clandestinidad del aborto.
Por otro lado, hay un cambio significativo en relación al acceso a abortos seguros. Se calcula que cuando era ilegal se realizaban entre 16.000 y 33.000 abortos, anuales; mientras que la cifra, desde su aprobación, en promedio ronda los 10.000 abortos seguros y gratuitos por año en el sistema de salud. Esto, además, está estrechamente relacionado con que la legalización del aborto fue acompañada por políticas de educación sexual.
Otra conclusión que me gustaría que quede clara teniendo en cuenta el caso de Uruguay, es la objeción de conciencia y las consultas interdisciplinarias previas. Son las principales barreras para que las mujeres uruguayas puedan ejercer su pleno derecho, afectando especialmente a las mujeres con menos recursos y a las que viven en el interior del país.
Como dije al inicio, estos números y estas afirmaciones no se basan en mi experiencia personal ni en mi intuición femenina, ni en mi manera de ver el mundo ni de entender la política, etcétera. Estas afirmaciones se basan en datos obtenidos por el Ministerio de Salud Pública del Uruguay.
El aborto es legal en Uruguay desde el 2012. La ley establece la interrupción por la sola voluntad de la mujer dentro del primer trimestre de gestación. Y en el segundo trimestre se permite la interrupción del embarazo si es producto de una violación. No hay plazos cuando hay riesgo de salud para la mujer, o existe una malformación fetal incompatible con la vida extrauterina.
Como dije anteriormente, es un requisito que la mujer que solicita la interrupción de su embarazo tenga una consulta con un equipo interdisciplinario integrado por profesionales de la ginecología, la salud mental y del servicio social. Luego de esta consulta, la mujer tiene un plazo mínimo de cinco días de reflexión para acceder al aborto. Como dije al principio, esta es una barrera al acceso pleno del derecho, especialmente en aquellos departamentos, municipios y provincias de Uruguay que no cuentan con un equipo de psicólogos y psicólogas, o trabajadores y trabajadoras sociales, departamentos que se encuentran en su mayoría al interior del país. Este requisito no corre para las interrupciones habilitadas durante el segundo trimestre.
Quienes brindan el servicio, o sea la interrupción voluntaria del embarazo, son los sistemas nacionales integrados de salud, los SINIS. Las interrupciones que se realizan por fuera de estas instituciones, o no cumplen con los plazos establecidos por ley, son delito.
Como dijimos al inicio, según los datos relevados previamente a la sanción de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, la incidencia de la práctica ilegal fue estimada entre 16.000 y 33.000 abortos anuales. Para el 2016 las cifras oficiales indicaban que desde que se implementó la ley se realizaron un promedio de 10.000 abortos legales en el año.
Según los datos, entre el 6 y el 8 por ciento de las mujeres que inician la atención por la interrupción voluntaria del embarazo desisten de abortar durante la etapa del proceso impuesto. El estudio del ministerio subraya fuertemente que la mayoría de las mujeres que solicitan la interrupción voluntaria del embarazo, lo hacen con la decisión ya tomada y no la revierten.
En este punto es menester destacar que el hecho de que el aborto se haya legalizado no significa que todas hayan ido a abortar. Interrumpen las mismas que antes lo iban a hacer en clandestinidad, el beneficio que tienen ahora es que lo hacen de forma segura. Esto es especialmente para las mujeres con menores recursos, que ahora acceden a abortos seguros y gratuitos.
Por otro lado, y ya finalizando, es para destacar -teniendo en cuenta la necesidad y el debate en la Argentina - que según los datos obtenidos, casi el total de los abortos -el 98,8 por ciento- fueron realizados con medicación.
Como también dije al principio, el otro desafío que enfrenta la implementación de la interrupción voluntaria legal del embarazo en Uruguay es la objeción de conciencia, teniendo en cuenta la desigual distribución territorial de los médicos y médicas objetadores, que perjudican a las mujeres del interior del país. En especial a las que residen en el medio rural y a las más vulnerables, o sea, a las más pobres. La implementación de la ley es mejor en Montevideo que en el interior del país.
La ley de interrupción voluntaria funciona en Uruguay y es un avance significativo respecto al contexto anterior a su sanción, de nuestro país vecino, y al contexto latinoamericano actual.
Finalizando mi exposición, mi intención fue aportar al debate el caso de Uruguay con números claros y precisos, de fuentes confiables, como es el Ministerio de Salud Pública, destacando, como dije al principio, que Uruguay ocupa el primer lugar con respecto a una baja tasa de mortalidad materna en América Latina, experimentando una tendencia descendente y la importancia de la ampliación de derechos que significó la legalización del aborto.
Como se dijo más temprano en este mismo lugar, estar a favor del aborto es estar a favor de la vida. No nos falten el respeto diciéndonos genocidas. No nos falten más el respeto mostrándonos la foto de Hitler.
Una de las banderas del movimiento feminista es el aborto. Estamos construyendo un presente feminista para que el futuro sea de igualdad. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Tiene la palabra el doctor José Ignacio Peretti, tocoginecólogo.
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Tiene la palabra la señora Tinirello, de Consejerías y estudiante de la Licenciatura en Educación de la Universidad Nacional de San Martín.
SRA. TINIRELLO Señor presidente: tengo la responsabilidad de contar la experiencia que venimos realizando en el Frente de Mujeres Evita y en el espacio específicamente de las consejerías feministas La Hoguera.
Se trata de un espacio de salud sexual integral y cuestiones relativas a las violencias, donde realizamos acompañamientos y encontramos soluciones colectivas a nuestros problemas. Acá, mujeres y personas gestantes hacemos efectivos los derechos que consideramos adquiridos por la fuerza de la organización y la lucha. Nos organizamos en las barriadas populares, en las villas y en los asentamientos.
Quiero mencionar que sobre nosotras recaen los trabajos más precarios, tenemos los salarios más bajos, nos ocupamos de todas las tareas de cuidado, de asistencia de nuestras familias y familiares y vivimos en un constante peligro, expuestas a la violencia machista. En esta realidad, nos organizamos para resolver la crianza, las tareas de cuidado, el trabajo, la organización comunitaria, la militancia y también los abortos.
Para nosotras el aborto es una realidad efectiva. Esta dinámica que propone el gobierno nacional de estar a favor o en contra -como si esto fuera un simple partido de fútbol- nos parece que pretende polarizar el debate, para no profundizar la política pública a fin de hacer efectivo este derecho.
¡Nosotras no venimos al Congreso a pedir permiso para abortar, porque nosotras siempre abortamos y lo vamos a seguir haciendo! En este momento, mientras debatimos acá, hay una persona abortando en cualquier lugar de la Argentina, excluida por el Estado y acompañada por las redes feministas.
Por eso, tienen la obligación de incorporar nuestras experiencias a la hora de legislar, porque están basadas en el ejercicio del consentimiento y de nuestra capacidad de decidir, poniendo en práctica nuestros deseos y proyectos en un fuerte ejercicio de la autonomía.
Consideramos que es urgente la despenalización del aborto, porque no se puede penalizar la salud. Al mismo tiempo, la legalización nos permite que se regulen las prácticas médicas, que se humanicen, que estén pensadas desde las diferentes formas que tenemos de habitar nuestra corporalidad, porque lo único traumático y peligroso es la clandestinidad, las prácticas cruentas e inhumanas que realizan sobre nosotras, las humillaciones, el maltrato, los legrados sin anestesia, como si el sistema de salud tuviera la potestad de torturarnos cuando nos animamos a tomar nuestras propias decisiones.
A los que deben penalizar es a los profesionales de la salud que usan el poder para obligarnos a maternar y se niegan a atendernos siendo objetores de conciencia, como si la salud pública pudiera discutirse en términos personales y teológicos. En realidad, eso se llama "incumplimiento de deberes del funcionario público".
Considero que obligarnos a continuar con un embarazo cuando no lo deseamos, cuando no nos sentimos preparadas, es un mecanismo de tortura.
Aquí se habló mucho sobre qué pueden hacer o no las niñas adolescentes en relación con su salud sexual y su sexualidad, pero nadie vela ni responde por ellas cuando se sufren abusos y vejaciones. El Estado es responsable, garante y reproductor de estas violencias. Una de ellas es el ocultamiento y uso dañino de la información, algo que acá estuvo sucediendo mucho.
El derecho a la información veraz es un derecho humano inalienable. Cuando los humildes accedemos a los saberes técnicos y científicos, transformamos rotundamente la realidad, nos apropiamos del conocimiento y resolvemos las situaciones que el Estado margina. Nos niegan la información de nuestro cuerpo, dejándonos a merced del sistema de salud que incumple tratados internacionales y fallos de la Justicia nacional.
Por eso, no confiamos en el servicio público de salud porque cuando vamos allí, somos intervenidas violentamente, cuando abortamos pero también cuando queremos parir y ser madres.
Lo riesgoso es que quedamos excluidas del sistema de salud, pero cuando ingresamos al mismo, los profesionales nos maltratan, y utilizan su poder médico hegemónico para negar nuestros derechos. ¡Nos tratan como incubadoras con piernas en el ejercicio de su doble moral y su violencia misógina! Entonces, un evento obstétrico dentro de un hospital público termina convirtiéndose en una película de terror.
No podemos encerrar los abortos solo en los hospitales. Exigimos un sistema de salud que sea fuertemente comunitario, que tenga la decisión política de fortalecer la atención primaria para poder realizar los abortos de manera ambulatoria.
El aborto es una situación más del ciclo de menstruación y reproducción, no es una enfermedad ni un padecimiento. Debemos desdramatizarlo junto al fortalecimiento del sistema de salud en su primer nivel, garantizando el acceso a la salud de las más humildes, reduciendo muchísimo los costos de atención y mejorando nuestra construcción subjetiva.
En el hospital también queremos abortar, pero principalmente es en la atención primaria donde se garantiza una atención adecuada para cada persona en cada gestación.
Cuando los hospitales y las salas de atención primaria tengan un ecógrafo, tengan material descartable para la realización de una AMEU, haya producción pública de medicamentos y podamos tener acceso al misoprostol y a la mifepristona podremos decir que existe aborto seguro, legal y gratuito en la Argentina.
Junto a la producción pública de medicamentos nos parece fundamental la producción de material de formación y acompañamiento para orientar a los profesionales en la práctica, esto sucedió aquí en el caso del protocolo para la atención integral de las personas con derecho a la interrupción legal del embarazo que se basa en el fallo F.A.L. de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y que el gobierno se niega a utilizar y a difundir y que ha sido utilizado de manera tendenciosa, maliciosa y con pretensiones de engaño.
Es fundamental que se aplique la ley de educación sexual integral en todas las escuelas y en todos los niveles para que podamos fortalecer nuestros derechos y ejercerlos plenamente. Necesitamos anticonceptivos gratuitos, que el Estado en conjunto con las organizaciones comunitarias se ocupe de su entrega y de su distribución y la realización de campañas de vasectomías.
Hay que legislar acerca de las responsabilidades de los varones. La Justicia también debe ocuparse de quienes abandonan a sus hijos y los desconocen porque en este país al final la cosa está al revés: penalizan a las mujeres y a la salud, pero nadie se ocupa de velar por los derechos de niñas, niños y adolescentes. Que nos obliguen a llevar adelante un embarazo no deseado y que el Estado intervenga en las formas en que se decide, desea y se lleva adelante la maternidad es una de las formas de violencia cultural y social más severas a las que estamos expuestas.
La maternidad será deseada o no será, será gozosa o no será. Incorporen la realidad a las leyes o pasarán a la historia como los cómplices del feminicidio social que produce el negocio del aborto clandestino. Legalizar y acceder al aborto es la única manera de transformar esta sociedad en una más justa.
Porque nosotras las gordas, las lesbianas, las bisexuales, las negras, las villeras y las trabajadoras más humildes de la Argentina en cada orgasmo tenemos una victoria, porque somos las verdaderas militantes de la vida y de la vida digna. Por eso, el aborto legal es Justicia Social. (Aplausos.)
Se trata de un espacio de salud sexual integral y cuestiones relativas a las violencias, donde realizamos acompañamientos y encontramos soluciones colectivas a nuestros problemas. Acá, mujeres y personas gestantes hacemos efectivos los derechos que consideramos adquiridos por la fuerza de la organización y la lucha. Nos organizamos en las barriadas populares, en las villas y en los asentamientos.
Quiero mencionar que sobre nosotras recaen los trabajos más precarios, tenemos los salarios más bajos, nos ocupamos de todas las tareas de cuidado, de asistencia de nuestras familias y familiares y vivimos en un constante peligro, expuestas a la violencia machista. En esta realidad, nos organizamos para resolver la crianza, las tareas de cuidado, el trabajo, la organización comunitaria, la militancia y también los abortos.
Para nosotras el aborto es una realidad efectiva. Esta dinámica que propone el gobierno nacional de estar a favor o en contra -como si esto fuera un simple partido de fútbol- nos parece que pretende polarizar el debate, para no profundizar la política pública a fin de hacer efectivo este derecho.
¡Nosotras no venimos al Congreso a pedir permiso para abortar, porque nosotras siempre abortamos y lo vamos a seguir haciendo! En este momento, mientras debatimos acá, hay una persona abortando en cualquier lugar de la Argentina, excluida por el Estado y acompañada por las redes feministas.
Por eso, tienen la obligación de incorporar nuestras experiencias a la hora de legislar, porque están basadas en el ejercicio del consentimiento y de nuestra capacidad de decidir, poniendo en práctica nuestros deseos y proyectos en un fuerte ejercicio de la autonomía.
Consideramos que es urgente la despenalización del aborto, porque no se puede penalizar la salud. Al mismo tiempo, la legalización nos permite que se regulen las prácticas médicas, que se humanicen, que estén pensadas desde las diferentes formas que tenemos de habitar nuestra corporalidad, porque lo único traumático y peligroso es la clandestinidad, las prácticas cruentas e inhumanas que realizan sobre nosotras, las humillaciones, el maltrato, los legrados sin anestesia, como si el sistema de salud tuviera la potestad de torturarnos cuando nos animamos a tomar nuestras propias decisiones.
A los que deben penalizar es a los profesionales de la salud que usan el poder para obligarnos a maternar y se niegan a atendernos siendo objetores de conciencia, como si la salud pública pudiera discutirse en términos personales y teológicos. En realidad, eso se llama "incumplimiento de deberes del funcionario público".
Considero que obligarnos a continuar con un embarazo cuando no lo deseamos, cuando no nos sentimos preparadas, es un mecanismo de tortura.
Aquí se habló mucho sobre qué pueden hacer o no las niñas adolescentes en relación con su salud sexual y su sexualidad, pero nadie vela ni responde por ellas cuando se sufren abusos y vejaciones. El Estado es responsable, garante y reproductor de estas violencias. Una de ellas es el ocultamiento y uso dañino de la información, algo que acá estuvo sucediendo mucho.
El derecho a la información veraz es un derecho humano inalienable. Cuando los humildes accedemos a los saberes técnicos y científicos, transformamos rotundamente la realidad, nos apropiamos del conocimiento y resolvemos las situaciones que el Estado margina. Nos niegan la información de nuestro cuerpo, dejándonos a merced del sistema de salud que incumple tratados internacionales y fallos de la Justicia nacional.
Por eso, no confiamos en el servicio público de salud porque cuando vamos allí, somos intervenidas violentamente, cuando abortamos pero también cuando queremos parir y ser madres.
Lo riesgoso es que quedamos excluidas del sistema de salud, pero cuando ingresamos al mismo, los profesionales nos maltratan, y utilizan su poder médico hegemónico para negar nuestros derechos. ¡Nos tratan como incubadoras con piernas en el ejercicio de su doble moral y su violencia misógina! Entonces, un evento obstétrico dentro de un hospital público termina convirtiéndose en una película de terror.
No podemos encerrar los abortos solo en los hospitales. Exigimos un sistema de salud que sea fuertemente comunitario, que tenga la decisión política de fortalecer la atención primaria para poder realizar los abortos de manera ambulatoria.
El aborto es una situación más del ciclo de menstruación y reproducción, no es una enfermedad ni un padecimiento. Debemos desdramatizarlo junto al fortalecimiento del sistema de salud en su primer nivel, garantizando el acceso a la salud de las más humildes, reduciendo muchísimo los costos de atención y mejorando nuestra construcción subjetiva.
En el hospital también queremos abortar, pero principalmente es en la atención primaria donde se garantiza una atención adecuada para cada persona en cada gestación.
Cuando los hospitales y las salas de atención primaria tengan un ecógrafo, tengan material descartable para la realización de una AMEU, haya producción pública de medicamentos y podamos tener acceso al misoprostol y a la mifepristona podremos decir que existe aborto seguro, legal y gratuito en la Argentina.
Junto a la producción pública de medicamentos nos parece fundamental la producción de material de formación y acompañamiento para orientar a los profesionales en la práctica, esto sucedió aquí en el caso del protocolo para la atención integral de las personas con derecho a la interrupción legal del embarazo que se basa en el fallo F.A.L. de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y que el gobierno se niega a utilizar y a difundir y que ha sido utilizado de manera tendenciosa, maliciosa y con pretensiones de engaño.
Es fundamental que se aplique la ley de educación sexual integral en todas las escuelas y en todos los niveles para que podamos fortalecer nuestros derechos y ejercerlos plenamente. Necesitamos anticonceptivos gratuitos, que el Estado en conjunto con las organizaciones comunitarias se ocupe de su entrega y de su distribución y la realización de campañas de vasectomías.
Hay que legislar acerca de las responsabilidades de los varones. La Justicia también debe ocuparse de quienes abandonan a sus hijos y los desconocen porque en este país al final la cosa está al revés: penalizan a las mujeres y a la salud, pero nadie se ocupa de velar por los derechos de niñas, niños y adolescentes. Que nos obliguen a llevar adelante un embarazo no deseado y que el Estado intervenga en las formas en que se decide, desea y se lleva adelante la maternidad es una de las formas de violencia cultural y social más severas a las que estamos expuestas.
La maternidad será deseada o no será, será gozosa o no será. Incorporen la realidad a las leyes o pasarán a la historia como los cómplices del feminicidio social que produce el negocio del aborto clandestino. Legalizar y acceder al aborto es la única manera de transformar esta sociedad en una más justa.
Porque nosotras las gordas, las lesbianas, las bisexuales, las negras, las villeras y las trabajadoras más humildes de la Argentina en cada orgasmo tenemos una victoria, porque somos las verdaderas militantes de la vida y de la vida digna. Por eso, el aborto legal es Justicia Social. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Tiene la palabra la doctora Gloria Núñez, médica clínica del Hospital Fernández.
SRA. NÚÑEZ Señor presidente: voy a hablar sobre la carencia en salud pública para decir un "sí" a la vida.
La vida es un don inmenso; es única e irrepetible y nadie tiene derecho a arrebatarla. Hemos evolucionado muchísimo en todos los aspectos, llámese tecnología, informática, pero es incomprensible que todavía en el siglo XXI se ponga en duda cuándo comienza la vida.
El comienzo de la vida va más allá de toda consideración teológica, moral o religiosa. El comienzo de una nueva vida es la unión del óvulo y el espermatozoide. Algunos sostienen que es un material inerte, que es una masa de tejido, pero precisamente allí se encuentra todo el material genético de la futura persona.
Dejando de lado estas consideraciones del comienzo de la vida deseo hacer un llamado a la conciencia de los legisladores, que serán los responsables de votar por el proyecto de despenalización del aborto. Todo lo digo desde mi experiencia de más de veinte años como médica. He trabajado en lugares muy vulnerables como villas de emergencia, asentamientos u hospitales públicos, por lo que puedo hablar de distintas realidades que se han dado en el ejercicio de la profesión. Ninguna mujer desea un aborto como solución a su problema.
El aborto no es nunca algo deseado por una madre. Tampoco quiere matar a su hijo, pero considera que no puede tener al hijo por distintas circunstancias y no puede asumir el rol de madre. Así, llega al hospital donde se pone en evidencia la gran carencia que tiene el sistema de salud pública de nuestro país.
¿Es posible, señores legisladores, que la única solución que tengamos para ofrecer es el aborto? El sistema de salud actual ofrece para determinados casos el protocolo de aborto legal, pero no hay un protocolo para adopción precoz. Por eso, creo que la salud pública que tiene el compromiso de contener y proteger a la madre y a su hijo no tiene suficientes opciones. Se deberían establecer políticas de Estado a través de una ley que ampare a ambos, a la madre y al hijo.
Por esto, resulta imperioso que el sistema público de salud brinde en todos los hospitales un servicio de maternidad no prevista, de la misma manera que cuenta con el servicio de ecografía fetal o el de embarazo de alto riesgo, donde confluya un equipo interdisciplinario formado por psicólogos, abogados, clínicos, obstetras y ginecólogos para dar a la madre y al niño una ayuda integral en un gran marco legal.
Todo médico debería tener la posibilidad de recibir a la madre y resolverle el problema por medio de este servicio.
Voy a dar algunos ejemplos de mi trabajo profesional. Tengo una paciente a la que atiendo clínicamente que tiene una depresión de muchos años, que tuvo seis embarazos y seis hijos. Cada vez que tenía un hijo lo dejaba en el hospital. También conozco un matrimonio que fue adoptando hijos. Fue muy generoso porque adoptó niños con distintas dificultades, con lo cual le cambió la vida totalmente a seis personas. Recientemente una madre violada que ya tenía cinco hijos llega totalmente decidida a abortar, se atiende en un centro de salud, ingresa en el protocolo legal del aborto, nadie le ofrece una posibilidad alternativa como dar al niño en adopción. Se realizó la gestión inmediata para la interrupción del embarazo, pero en una etapa de esta situación la madre decidió tener al niño. Este es uno de los tantos ejemplos que puedo dar.
Como médica me pregunto, y creo que es una gran reflexión para todos los presentes, cómo puede ser que en un país donde la familia y la solidaridad han sido una característica distintivas, que exista tanta desconsideración de parte de este Parlamento hacia las mujeres que tienen dificultades para concebir y que llevan años esperando un hijo, mientras otras los descartan como residuos o se refieren a ellos en forma frívola.
Este servicio de maternidad -sugiero que debería haber uno en cada hospital o centro de salud- es el lugar donde se brindará la contención y el asesoramiento en forma rápida.
¿Cuáles son las alternativas que necesitaríamos tener a disposición? Primero, sistemas de padrinazgo; segundo, sistema de adopción intrauterino o adopción exprés. Ahora, quiero tocar el corazón de los legisladores que se encuentran presentes porque todos tenemos casos de familias que quieren adoptar y llevan años sin poder resolver su problema. Por lo tanto, señores legisladores: solicito que contemos con leyes ágiles de adopción donde la infancia del niño no sea devorada por una burocracia legal que se toma años para ubicar a ese niño.
También podemos tomar modelos superadores como tienen otros países como Alemania, Francia y recientemente Estados Unidos, donde funciona el Baby-Klappen o "Casa Refugio", donde si la madre no desea tener al hijo lo puede dar en adopción.
A la salud actual le faltan muchas cosas. La gran deuda que tenemos como país es la deuda social. Por tal motivo debemos tener políticas que ayuden a la educación, a preservar la dignidad de cada persona. Queremos y podemos disminuir la mortalidad materna. Queremos que no haya más aborto clandestino y también queremos que no haya abortos provocados.
Señores legisladores: en esta decisión que todos tomamos a través de ustedes les deseo recordar que la despenalización del aborto, es decir, el permiso legal para matar a la persona más indefensa, no hace grande a ninguna nación. Esta problemática está presente en toda Latinoamérica; Argentina puede ser un país de referencia en cuanto a políticas superadoras, puede abrir caminos y ser un modelo ejemplar para otros países del Mercosur y quizás más allá. (Aplausos.)
La vida es un don inmenso; es única e irrepetible y nadie tiene derecho a arrebatarla. Hemos evolucionado muchísimo en todos los aspectos, llámese tecnología, informática, pero es incomprensible que todavía en el siglo XXI se ponga en duda cuándo comienza la vida.
El comienzo de la vida va más allá de toda consideración teológica, moral o religiosa. El comienzo de una nueva vida es la unión del óvulo y el espermatozoide. Algunos sostienen que es un material inerte, que es una masa de tejido, pero precisamente allí se encuentra todo el material genético de la futura persona.
Dejando de lado estas consideraciones del comienzo de la vida deseo hacer un llamado a la conciencia de los legisladores, que serán los responsables de votar por el proyecto de despenalización del aborto. Todo lo digo desde mi experiencia de más de veinte años como médica. He trabajado en lugares muy vulnerables como villas de emergencia, asentamientos u hospitales públicos, por lo que puedo hablar de distintas realidades que se han dado en el ejercicio de la profesión. Ninguna mujer desea un aborto como solución a su problema.
El aborto no es nunca algo deseado por una madre. Tampoco quiere matar a su hijo, pero considera que no puede tener al hijo por distintas circunstancias y no puede asumir el rol de madre. Así, llega al hospital donde se pone en evidencia la gran carencia que tiene el sistema de salud pública de nuestro país.
¿Es posible, señores legisladores, que la única solución que tengamos para ofrecer es el aborto? El sistema de salud actual ofrece para determinados casos el protocolo de aborto legal, pero no hay un protocolo para adopción precoz. Por eso, creo que la salud pública que tiene el compromiso de contener y proteger a la madre y a su hijo no tiene suficientes opciones. Se deberían establecer políticas de Estado a través de una ley que ampare a ambos, a la madre y al hijo.
Por esto, resulta imperioso que el sistema público de salud brinde en todos los hospitales un servicio de maternidad no prevista, de la misma manera que cuenta con el servicio de ecografía fetal o el de embarazo de alto riesgo, donde confluya un equipo interdisciplinario formado por psicólogos, abogados, clínicos, obstetras y ginecólogos para dar a la madre y al niño una ayuda integral en un gran marco legal.
Todo médico debería tener la posibilidad de recibir a la madre y resolverle el problema por medio de este servicio.
Voy a dar algunos ejemplos de mi trabajo profesional. Tengo una paciente a la que atiendo clínicamente que tiene una depresión de muchos años, que tuvo seis embarazos y seis hijos. Cada vez que tenía un hijo lo dejaba en el hospital. También conozco un matrimonio que fue adoptando hijos. Fue muy generoso porque adoptó niños con distintas dificultades, con lo cual le cambió la vida totalmente a seis personas. Recientemente una madre violada que ya tenía cinco hijos llega totalmente decidida a abortar, se atiende en un centro de salud, ingresa en el protocolo legal del aborto, nadie le ofrece una posibilidad alternativa como dar al niño en adopción. Se realizó la gestión inmediata para la interrupción del embarazo, pero en una etapa de esta situación la madre decidió tener al niño. Este es uno de los tantos ejemplos que puedo dar.
Como médica me pregunto, y creo que es una gran reflexión para todos los presentes, cómo puede ser que en un país donde la familia y la solidaridad han sido una característica distintivas, que exista tanta desconsideración de parte de este Parlamento hacia las mujeres que tienen dificultades para concebir y que llevan años esperando un hijo, mientras otras los descartan como residuos o se refieren a ellos en forma frívola.
Este servicio de maternidad -sugiero que debería haber uno en cada hospital o centro de salud- es el lugar donde se brindará la contención y el asesoramiento en forma rápida.
¿Cuáles son las alternativas que necesitaríamos tener a disposición? Primero, sistemas de padrinazgo; segundo, sistema de adopción intrauterino o adopción exprés. Ahora, quiero tocar el corazón de los legisladores que se encuentran presentes porque todos tenemos casos de familias que quieren adoptar y llevan años sin poder resolver su problema. Por lo tanto, señores legisladores: solicito que contemos con leyes ágiles de adopción donde la infancia del niño no sea devorada por una burocracia legal que se toma años para ubicar a ese niño.
También podemos tomar modelos superadores como tienen otros países como Alemania, Francia y recientemente Estados Unidos, donde funciona el Baby-Klappen o "Casa Refugio", donde si la madre no desea tener al hijo lo puede dar en adopción.
A la salud actual le faltan muchas cosas. La gran deuda que tenemos como país es la deuda social. Por tal motivo debemos tener políticas que ayuden a la educación, a preservar la dignidad de cada persona. Queremos y podemos disminuir la mortalidad materna. Queremos que no haya más aborto clandestino y también queremos que no haya abortos provocados.
Señores legisladores: en esta decisión que todos tomamos a través de ustedes les deseo recordar que la despenalización del aborto, es decir, el permiso legal para matar a la persona más indefensa, no hace grande a ninguna nación. Esta problemática está presente en toda Latinoamérica; Argentina puede ser un país de referencia en cuanto a políticas superadoras, puede abrir caminos y ser un modelo ejemplar para otros países del Mercosur y quizás más allá. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Tiene la palabra el doctor Pablo Barbero, médico pediatra especialista en malformaciones.
SR. BARBERO Trabajo en el Centro Nacional de Genética Médica, hace veintisiete años que trabajo con anomalías congénitas y hace veintisiete años que trabajo en una institución pública con embarazadas, con fetos con anomalías congénitas y con mujeres con riesgo de tener anomalías congénitas.
Aquí les muestro algunas fotos que tienen que ver con la patología, porque una de las causales posterior a las catorce semanas se refiere a malformaciones congénitas. Me parece fundamental que además, cuando discutamos, lo hagamos sobre bibliografía y sobre datos concretos y publicables. Porque si no, es muy difícil poder discutir.
Estos son datos de la proporción de anomalías congénitas detectables; es un trabajo del 2018, de EUROCAT. Para quien trabaja con malformaciones congénitas, es el registro europeo de defectos congénitos que, por supuesto, tiene datos de interrupción de embarazo.
Pensando qué impacto tiene, hoy se dijo que la mayor causa de aborto en muchos países era el síndrome de Down. La realidad es que no es así; eso es mentira. La realidad es que la proporción de interrupciones de embarazo por malformaciones congénitas, según datos del año 2018 de EUROCAT, que tiene veinte registros europeos -piensen que en Europa hay una alta tasa de detección de anomalías congénitas; muchas de las instituciones donde ustedes trabajan las detectan y hacen screening para detectar problemas congénitos-, el 1,7 por ciento del total de abortos fueron por causas de anomalías congénitas. Por supuesto, en Argentina estamos todavía mucho más abajo en relación a este porcentaje. O sea que no es una cuestión de que este tema tiene un peso enorme en la frecuencia de aborto.
Cuando damos información a una paciente que tiene un feto con una anomalía congénita obviamente impacta seriamente en la salud de la mujer, no solo en la salud de ella sino también en la salud de esa familia, tanto en el aspecto psicológicos como social. No sé si ustedes habitualmente trabajan, yo diariamente veo pacientes con fetos con anomalías congénitas y la realidad es que es una situación terriblemente traumática y complicada. Hoy se hablaba de que tenemos que amar a las pacientes, sí, las amamos, las acompañamos, pero tenemos que acompañarlas también en la decisión que puedan tomar.
Voy a darles un dato en relación con Argentina, donde a veces no tenemos tantos datos. Este es un estudio hecho en maternidades privadas -algunas en las que ustedes trabajan- de Capital Federal y de Montevideo. Acá está la cita del trabajo. Las mujeres concurrían a instituciones privadas para hacer un screening de anomalías congénitas y se les preguntaba qué harían frente a la detección de un problema. Fíjense que la respuesta es heterogénea, porque la población es heterogénea. Seguro que todos aquí, frente a esta situación, vamos a responder cosas distintas. Pero fíjense que el 53 por ciento de las mujeres, aún sin saber que el feto tenía un problema, decían que iban a interrumpir. Por supuesto que estas mujeres podían interrumpir porque van a instituciones privadas y pueden tener un aborto un poco más seguro. Esta es la cita del trabajo.
Para cambiar esta situación, como era tan terrible, frente a problemas tan graves de salud fetal, en nuestro país empezaron a cambiar algunas leyes. De hecho, en el año 2003 se estableció una ley, por lo menos en la ciudad de Buenos Aires, que para las patologías letales había que esperar a la semana veinticuatro. Cualquiera que trabaje en obstetricia sabe que esperar a la semana veinticuatro con un feto con un problema congénito grave es médicamente algo que no tiene ningún sentido, es algo agresivo y pone en riesgo la salud de esa mujer.
Por ejemplo, este es el caso de siameses donde había un solo corazón, por supuesto que había un diagnóstico, pero perduró y se llegó hasta el momento del nacimiento con todo lo que eso implica para la salud psíquica y física de esa mujer.
Este también es un dato que es de forma indirecta, me parece que también son interesantes datos y números sobre lo que está pasando en nuestro país. Estos son la frecuencia, y la prevalencia durante cinco años, de algunos defectos congénitos en instituciones privadas y públicas de la ciudad de Buenos Aires. Fíjense: anencefalia, que es una malformación letal, y espina bífida, que no es una malformación letal pero vean la prevalencia.
Los datos en verde son las instituciones públicas y en rojo, las privadas. ¿Qué ocurre? ¿Cuál es la explicación? ¿El ácido fólico? No muchachos, no es el ácido fólico. Acá la explicación es que la gente que tiene acceso a la detección ecográfica de un determinado problema, lo detecta y hace la interrupción del embarazo. En cambio, la gente que va a las instituciones públicas, que es la mayoría, la detección es tardía, no se le da la posibilidad de interrupción y por eso fíjense que la frecuencia es de cinco a siete veces.
Esto se repite para varios problemas congénitos en nuestro país. Hay datos concretos de que esto pasa en nuestro país.
Entonces, lo que uno puede decir es que al cambiar la legislación vamos a asistir a las mujeres en la decisión individual de abortar, dándole el apoyo médico, psicológico y social. Evitar la inequidad, es lo que vimos en varios aspectos y disminuir la morbimortalidad de las mujeres por aborto.
Como les decía, hace veintisiete años que trabajo con anomalías congénitas y veo diariamente mujeres embarazadas con este problema. Frecuentemente les tengo que dar información que incide fuertemente en la vida de la mujer gestante. Frente a esta situación, siempre les digo que la decisión que tomen va a ser difícil, que nadie se puede poner en sus zapatos y que la decisión que van a tomar va a ser la adecuada y la correcta.
Personalmente me pregunto si tenemos derecho a juzgar la decisión de las pacientes. Sin embargo, si la decisión es interrumpir el embarazo, es algo que no pueden hacer o lo hacen a riesgo de morir en un aborto clandestino. ¿Tenemos derecho a penalizar a las mujeres que deciden abortar frente a estas situaciones? (Aplausos.)
Aquí les muestro algunas fotos que tienen que ver con la patología, porque una de las causales posterior a las catorce semanas se refiere a malformaciones congénitas. Me parece fundamental que además, cuando discutamos, lo hagamos sobre bibliografía y sobre datos concretos y publicables. Porque si no, es muy difícil poder discutir.
Estos son datos de la proporción de anomalías congénitas detectables; es un trabajo del 2018, de EUROCAT. Para quien trabaja con malformaciones congénitas, es el registro europeo de defectos congénitos que, por supuesto, tiene datos de interrupción de embarazo.
Pensando qué impacto tiene, hoy se dijo que la mayor causa de aborto en muchos países era el síndrome de Down. La realidad es que no es así; eso es mentira. La realidad es que la proporción de interrupciones de embarazo por malformaciones congénitas, según datos del año 2018 de EUROCAT, que tiene veinte registros europeos -piensen que en Europa hay una alta tasa de detección de anomalías congénitas; muchas de las instituciones donde ustedes trabajan las detectan y hacen screening para detectar problemas congénitos-, el 1,7 por ciento del total de abortos fueron por causas de anomalías congénitas. Por supuesto, en Argentina estamos todavía mucho más abajo en relación a este porcentaje. O sea que no es una cuestión de que este tema tiene un peso enorme en la frecuencia de aborto.
Cuando damos información a una paciente que tiene un feto con una anomalía congénita obviamente impacta seriamente en la salud de la mujer, no solo en la salud de ella sino también en la salud de esa familia, tanto en el aspecto psicológicos como social. No sé si ustedes habitualmente trabajan, yo diariamente veo pacientes con fetos con anomalías congénitas y la realidad es que es una situación terriblemente traumática y complicada. Hoy se hablaba de que tenemos que amar a las pacientes, sí, las amamos, las acompañamos, pero tenemos que acompañarlas también en la decisión que puedan tomar.
Voy a darles un dato en relación con Argentina, donde a veces no tenemos tantos datos. Este es un estudio hecho en maternidades privadas -algunas en las que ustedes trabajan- de Capital Federal y de Montevideo. Acá está la cita del trabajo. Las mujeres concurrían a instituciones privadas para hacer un screening de anomalías congénitas y se les preguntaba qué harían frente a la detección de un problema. Fíjense que la respuesta es heterogénea, porque la población es heterogénea. Seguro que todos aquí, frente a esta situación, vamos a responder cosas distintas. Pero fíjense que el 53 por ciento de las mujeres, aún sin saber que el feto tenía un problema, decían que iban a interrumpir. Por supuesto que estas mujeres podían interrumpir porque van a instituciones privadas y pueden tener un aborto un poco más seguro. Esta es la cita del trabajo.
Para cambiar esta situación, como era tan terrible, frente a problemas tan graves de salud fetal, en nuestro país empezaron a cambiar algunas leyes. De hecho, en el año 2003 se estableció una ley, por lo menos en la ciudad de Buenos Aires, que para las patologías letales había que esperar a la semana veinticuatro. Cualquiera que trabaje en obstetricia sabe que esperar a la semana veinticuatro con un feto con un problema congénito grave es médicamente algo que no tiene ningún sentido, es algo agresivo y pone en riesgo la salud de esa mujer.
Por ejemplo, este es el caso de siameses donde había un solo corazón, por supuesto que había un diagnóstico, pero perduró y se llegó hasta el momento del nacimiento con todo lo que eso implica para la salud psíquica y física de esa mujer.
Este también es un dato que es de forma indirecta, me parece que también son interesantes datos y números sobre lo que está pasando en nuestro país. Estos son la frecuencia, y la prevalencia durante cinco años, de algunos defectos congénitos en instituciones privadas y públicas de la ciudad de Buenos Aires. Fíjense: anencefalia, que es una malformación letal, y espina bífida, que no es una malformación letal pero vean la prevalencia.
Los datos en verde son las instituciones públicas y en rojo, las privadas. ¿Qué ocurre? ¿Cuál es la explicación? ¿El ácido fólico? No muchachos, no es el ácido fólico. Acá la explicación es que la gente que tiene acceso a la detección ecográfica de un determinado problema, lo detecta y hace la interrupción del embarazo. En cambio, la gente que va a las instituciones públicas, que es la mayoría, la detección es tardía, no se le da la posibilidad de interrupción y por eso fíjense que la frecuencia es de cinco a siete veces.
Esto se repite para varios problemas congénitos en nuestro país. Hay datos concretos de que esto pasa en nuestro país.
Entonces, lo que uno puede decir es que al cambiar la legislación vamos a asistir a las mujeres en la decisión individual de abortar, dándole el apoyo médico, psicológico y social. Evitar la inequidad, es lo que vimos en varios aspectos y disminuir la morbimortalidad de las mujeres por aborto.
Como les decía, hace veintisiete años que trabajo con anomalías congénitas y veo diariamente mujeres embarazadas con este problema. Frecuentemente les tengo que dar información que incide fuertemente en la vida de la mujer gestante. Frente a esta situación, siempre les digo que la decisión que tomen va a ser difícil, que nadie se puede poner en sus zapatos y que la decisión que van a tomar va a ser la adecuada y la correcta.
Personalmente me pregunto si tenemos derecho a juzgar la decisión de las pacientes. Sin embargo, si la decisión es interrumpir el embarazo, es algo que no pueden hacer o lo hacen a riesgo de morir en un aborto clandestino. ¿Tenemos derecho a penalizar a las mujeres que deciden abortar frente a estas situaciones? (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Vamos a dar la palabra al último expositor del día de hoy, de esta cuarta jornada.
Les pido a todos los expositores que se queden porque a partir de esta última exposición vamos a empezar con la lectura de las preguntas. Tenemos muchas preguntas muy interesantes, así que sería muy bueno que puedan contestarlas.
Tiene la palabra la doctora Valeria Quinteros Conticello, psiquiatra del Hospital Churruca.
Les pido a todos los expositores que se queden porque a partir de esta última exposición vamos a empezar con la lectura de las preguntas. Tenemos muchas preguntas muy interesantes, así que sería muy bueno que puedan contestarlas.
Tiene la palabra la doctora Valeria Quinteros Conticello, psiquiatra del Hospital Churruca.
SRA. QUINTEROS CONTICELLO Primero me presento, soy Valeria Quinteros Conticello, soy feminista, no estoy a favor del aborto, no estoy a favor de la muerte, no estoy a favor de ningún tipo de matanza. Creo firmemente en la salud psíquica de nuestras mujeres. Creo que hay que brindar más asistencia, más control, más calidad y más apoyo.
Soy psiquiatra; trabajé en el conurbano bonaerense: Polvorines, José C. Paz, Almirante Brown, Claypole y en Don Orione. Me realicé como psiquiatra en Melchor Romero, en donde asistía a mujeres que tenían patologías mentales muy graves. Con esto decidí abarcar el tema de aborto y suicidio, más que nada porque considero que en la práctica hay dos que fallecen.
Lo que se observa en la práctica es que cuando una mujer decide interrumpir su embarazo, se evidencia una situación de stress post traumático, tal como lo mencionaron mis compañeras.
Sinceramente existe una reagudización de los síntomas, que pueden ser cuadros depresivos, trastornos de ansiedad, neurosis. En el caso de la depresión -mis queridos diputados-, lo más grave tiene que ver con el tema del suicidio, así como lo que se pierde, que son estas dos vidas.
Durante el embarazo se genera un beneficio porque se secretan dos hormonas: fundamentalmente, la progesterona y la oxitocina, que es muy importante en la conducta maternante y en el deseo o la tenencia de un niño. También se generan los cambios externos que se visualizan.
Cuando una mujer interrumpe un embarazo hay un desbalance en todo esto y aparece el cortisol, que es una hormona que se relaciona con el estrés, que en forma crónica puede generar bastante patologías.
No me voy a basar solamente en lo que observé en el consultorio asistiendo a mujeres que después de haber interrumpido el embarazo generan problemas tales como depresión, trastorno de ansiedad o estrés postraumático.
Quiero mencionar estudios puntuales -tal como solicitó mi colega que hizo uso de la palabra anteriormente-, porque hay que basarse y remitirse a ellos.
En la filmina se referencia un estudio finlandés donde se observa que las mujeres que han decidido interrumpir el embarazo tienen seis veces más posibilidades de realizar un suicidio que las que han dado a luz, inclusive por embarazos no deseados. Se trata de un 3 por ciento de las mujeres sobre la población medida.
Con todo esto podemos decir que el embarazo es un factor protector para las mujeres contrario del aborto, sobre todo basándome en la cuestión hormonal que les referí previamente.
En esta filmina se pueden observar las conclusiones del estudio de una médica en Estados Unidos, que asistía a personas que corrían riesgo de suicidio. Ella realizó un estudio retrospectivo durante treinta y cinco meses, evaluando 4.000 mujeres, de las cuales 1.800 tenían intento de suicidio y 1.200 se encontraban entre los 14 y 25 años. Claramente la mujer está vulnerable, nadie niega eso ni quiere que sea más víctima de lo que es, pero la realidad es que se deben lograr medidas de contención para evitar que sean dos las muertes. Todo esto lo menciono en relación con el estrés postraumático y el intento de suicidio.
Cabe mencionar otro estudio, desarrollado en Lima, Perú, donde se evaluaron 50 mujeres de una maternidad, de las cuales el 38 por ciento tenía ideas de suicidio y un 74 por ciento lo atribuía a la causa del aborto. Se habla mucho de planificación del embarazo, de interrupción de la vida y varias cuestiones más.
¿Qué podemos decir? Soy hija de un embarazo no planificado y tuve una hija que tampoco fue planificada, pero sin embargo esta persona por nacer llena la vida de amor y ese ser humano nace, crece y genera modificaciones.
La mujer no vuelve a ser la misma después de un embarazo, independientemente de si la interrupción es en el día 1, en el día 2, en el día 3 o día 4. Se generan cambios hormonales donde el embarazo es protector y la idea no es eliminar el producto sino generar una situación que brinde a esa mujer la contención necesaria.
La siguiente filmina hace referencia a otros estudios que refuerzan esta situación. Allí se puede observar claramente la vulnerabilidad de la mujer ante esta circunstancia, que no es solamente la eliminación de la persona por nacer sino también la existencia de desequilibrios hormonales que generan depresiones y pueden generar suicidios. Esto es lo importante, mis queridos diputados.
Considero que, sobre todo, tenemos que pensar algo que una y no que divida. Soy feminista y no estoy a favor del aborto.
Esto es algo importante: la planificación. ¿Qué vamos a hacer? Planificar. Si me quedé embarazada tengo que abortar, ¿puedo matar a una persona? ¿Puedo matar a un ser humano? Sinceramente no creo que la legalización del aborto sea la solución, menos para mujeres -independientemente de la situación en la que se encuentren-, porque la vulnerabilidad y el grado de indefensión que ellas tienen generan problemas de salud pública, pues el suicidio y la muerte son problemas de salud pública.
Entonces, en vez de debatir esta situación deberíamos estar pensando otras cuestiones, para generar mayor contención a nuestras mujeres y que ellas accedan a circunstancias que les permitan finalizar su embarazo y, si lo desean, dar en adopción a su hijo. (Aplausos.)
Soy psiquiatra; trabajé en el conurbano bonaerense: Polvorines, José C. Paz, Almirante Brown, Claypole y en Don Orione. Me realicé como psiquiatra en Melchor Romero, en donde asistía a mujeres que tenían patologías mentales muy graves. Con esto decidí abarcar el tema de aborto y suicidio, más que nada porque considero que en la práctica hay dos que fallecen.
Lo que se observa en la práctica es que cuando una mujer decide interrumpir su embarazo, se evidencia una situación de stress post traumático, tal como lo mencionaron mis compañeras.
Sinceramente existe una reagudización de los síntomas, que pueden ser cuadros depresivos, trastornos de ansiedad, neurosis. En el caso de la depresión -mis queridos diputados-, lo más grave tiene que ver con el tema del suicidio, así como lo que se pierde, que son estas dos vidas.
Durante el embarazo se genera un beneficio porque se secretan dos hormonas: fundamentalmente, la progesterona y la oxitocina, que es muy importante en la conducta maternante y en el deseo o la tenencia de un niño. También se generan los cambios externos que se visualizan.
Cuando una mujer interrumpe un embarazo hay un desbalance en todo esto y aparece el cortisol, que es una hormona que se relaciona con el estrés, que en forma crónica puede generar bastante patologías.
No me voy a basar solamente en lo que observé en el consultorio asistiendo a mujeres que después de haber interrumpido el embarazo generan problemas tales como depresión, trastorno de ansiedad o estrés postraumático.
Quiero mencionar estudios puntuales -tal como solicitó mi colega que hizo uso de la palabra anteriormente-, porque hay que basarse y remitirse a ellos.
En la filmina se referencia un estudio finlandés donde se observa que las mujeres que han decidido interrumpir el embarazo tienen seis veces más posibilidades de realizar un suicidio que las que han dado a luz, inclusive por embarazos no deseados. Se trata de un 3 por ciento de las mujeres sobre la población medida.
Con todo esto podemos decir que el embarazo es un factor protector para las mujeres contrario del aborto, sobre todo basándome en la cuestión hormonal que les referí previamente.
En esta filmina se pueden observar las conclusiones del estudio de una médica en Estados Unidos, que asistía a personas que corrían riesgo de suicidio. Ella realizó un estudio retrospectivo durante treinta y cinco meses, evaluando 4.000 mujeres, de las cuales 1.800 tenían intento de suicidio y 1.200 se encontraban entre los 14 y 25 años. Claramente la mujer está vulnerable, nadie niega eso ni quiere que sea más víctima de lo que es, pero la realidad es que se deben lograr medidas de contención para evitar que sean dos las muertes. Todo esto lo menciono en relación con el estrés postraumático y el intento de suicidio.
Cabe mencionar otro estudio, desarrollado en Lima, Perú, donde se evaluaron 50 mujeres de una maternidad, de las cuales el 38 por ciento tenía ideas de suicidio y un 74 por ciento lo atribuía a la causa del aborto. Se habla mucho de planificación del embarazo, de interrupción de la vida y varias cuestiones más.
¿Qué podemos decir? Soy hija de un embarazo no planificado y tuve una hija que tampoco fue planificada, pero sin embargo esta persona por nacer llena la vida de amor y ese ser humano nace, crece y genera modificaciones.
La mujer no vuelve a ser la misma después de un embarazo, independientemente de si la interrupción es en el día 1, en el día 2, en el día 3 o día 4. Se generan cambios hormonales donde el embarazo es protector y la idea no es eliminar el producto sino generar una situación que brinde a esa mujer la contención necesaria.
La siguiente filmina hace referencia a otros estudios que refuerzan esta situación. Allí se puede observar claramente la vulnerabilidad de la mujer ante esta circunstancia, que no es solamente la eliminación de la persona por nacer sino también la existencia de desequilibrios hormonales que generan depresiones y pueden generar suicidios. Esto es lo importante, mis queridos diputados.
Considero que, sobre todo, tenemos que pensar algo que una y no que divida. Soy feminista y no estoy a favor del aborto.
Esto es algo importante: la planificación. ¿Qué vamos a hacer? Planificar. Si me quedé embarazada tengo que abortar, ¿puedo matar a una persona? ¿Puedo matar a un ser humano? Sinceramente no creo que la legalización del aborto sea la solución, menos para mujeres -independientemente de la situación en la que se encuentren-, porque la vulnerabilidad y el grado de indefensión que ellas tienen generan problemas de salud pública, pues el suicidio y la muerte son problemas de salud pública.
Entonces, en vez de debatir esta situación deberíamos estar pensando otras cuestiones, para generar mayor contención a nuestras mujeres y que ellas accedan a circunstancias que les permitan finalizar su embarazo y, si lo desean, dar en adopción a su hijo. (Aplausos.)
SRA. RAMOS Muchas gracias por la pregunta. En dos minutos no tengo tiempo de describir la metodología en detalle, por lo cual creo que lo más apropiado es que le deje al presidente de la comisión el artículo científico donde se detalla la metodología y las fuentes de información utilizadas.
Me voy a permitir en estos minutos realizar algunas consideraciones sobre el estudio de estimación de números de abortos que se maneja, que fue realizado por dos investigadoras. Una de ellas es una investigadora superior del Conicet, quien utilizó dos metodologías de estimación de las siete que estaban disponibles en ese momento en la literatura científica.
Además, contó con el asesoramiento de una prestigiosa demógrafa que formó parte del Comité Ejecutivo y fue fundadora de la Unión Internacional de Estudios de Población. Además, fue responsable de numerosos estudios que se realizaron en todo el mundo con una de las dos metodologías con las cuales realizó ese estudio.
Cabe mencionar que este material fue publicado en revistas científicas con referato -que es la manera en que la ciencia muchas veces evalúa la calidad de los trabajos-, y en congresos científicos sobre el tema.
Sin duda, como toda estimación y tratándose de un fenómeno clandestino como el aborto, el estudio tiene sus limitaciones, y por eso la estimación propone una franja de cifra y no un número preciso. Se basó en información oficial del Ministerio de Salud de la Nación y en opiniones de informantes clave, jefes de servicio y especialistas de toda la Argentina. La investigación no es infalible pero es honesta.
Quien quiera cuestionar estos datos, debe escribir un trabajo sesudo de revisión metodológica y de calidad de las fuentes de información. Además, tiene que contar con un asesoramiento de la estatura académica del que contó el estudio del que estamos hablando.
Asimismo, tiene que someterse a la revisión de pares en revistas con referato y tiene que presentar los resultados en congresos científicos, para recibir críticas y sugerencias.
Solamente de esa manera, luego de un arduo trabajo sesudo y dedicado, alguien puede estar en condiciones de cuestionar el único estudio que tiene la Argentina.
El estudio es de 2005, es decir que es un poco antiguo y tendríamos que tener uno más actualizado, pero difícilmente un fenómeno de las características que estamos analizando cambie drásticamente en su configuración.
Por eso, el orden de magnitud que da ese estudio difícilmente pueda ser muy distinto actualmente a lo que era en ese momento.
Me parece que cuestionar livianamente un estudio con la altura y características del mencionado, significa faltar el respeto a las investigadoras científicas del país y más aún a la comunidad científica internacional que validó de diversas maneras el estudio al que estamos haciendo referencia. Creo que ese debe ser el parámetro con el que debemos medir el estudio.
Con gusto dejo en la Presidencia de la comisión el artículo para que todos los que quieran puedan leerlo para enterarse más pormenorizadamente del estudio. (Aplausos.)
Me voy a permitir en estos minutos realizar algunas consideraciones sobre el estudio de estimación de números de abortos que se maneja, que fue realizado por dos investigadoras. Una de ellas es una investigadora superior del Conicet, quien utilizó dos metodologías de estimación de las siete que estaban disponibles en ese momento en la literatura científica.
Además, contó con el asesoramiento de una prestigiosa demógrafa que formó parte del Comité Ejecutivo y fue fundadora de la Unión Internacional de Estudios de Población. Además, fue responsable de numerosos estudios que se realizaron en todo el mundo con una de las dos metodologías con las cuales realizó ese estudio.
Cabe mencionar que este material fue publicado en revistas científicas con referato -que es la manera en que la ciencia muchas veces evalúa la calidad de los trabajos-, y en congresos científicos sobre el tema.
Sin duda, como toda estimación y tratándose de un fenómeno clandestino como el aborto, el estudio tiene sus limitaciones, y por eso la estimación propone una franja de cifra y no un número preciso. Se basó en información oficial del Ministerio de Salud de la Nación y en opiniones de informantes clave, jefes de servicio y especialistas de toda la Argentina. La investigación no es infalible pero es honesta.
Quien quiera cuestionar estos datos, debe escribir un trabajo sesudo de revisión metodológica y de calidad de las fuentes de información. Además, tiene que contar con un asesoramiento de la estatura académica del que contó el estudio del que estamos hablando.
Asimismo, tiene que someterse a la revisión de pares en revistas con referato y tiene que presentar los resultados en congresos científicos, para recibir críticas y sugerencias.
Solamente de esa manera, luego de un arduo trabajo sesudo y dedicado, alguien puede estar en condiciones de cuestionar el único estudio que tiene la Argentina.
El estudio es de 2005, es decir que es un poco antiguo y tendríamos que tener uno más actualizado, pero difícilmente un fenómeno de las características que estamos analizando cambie drásticamente en su configuración.
Por eso, el orden de magnitud que da ese estudio difícilmente pueda ser muy distinto actualmente a lo que era en ese momento.
Me parece que cuestionar livianamente un estudio con la altura y características del mencionado, significa faltar el respeto a las investigadoras científicas del país y más aún a la comunidad científica internacional que validó de diversas maneras el estudio al que estamos haciendo referencia. Creo que ese debe ser el parámetro con el que debemos medir el estudio.
Con gusto dejo en la Presidencia de la comisión el artículo para que todos los que quieran puedan leerlo para enterarse más pormenorizadamente del estudio. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY La Presidencia informa que queda el estudio a disposición de todos los diputados en la Secretaría de la comisión.
La diputada Carla Pitiot le formula una consulta a la licenciada Atencio, porque en su alocución mencionó que el aborto es un tema o cuestión de salud pública, de igualdad y de justicia social. ¿Dónde ubica en esta escala el derecho a la vida del niño por nacer?
Tiene la palabra la señora Atencio.
La diputada Carla Pitiot le formula una consulta a la licenciada Atencio, porque en su alocución mencionó que el aborto es un tema o cuestión de salud pública, de igualdad y de justicia social. ¿Dónde ubica en esta escala el derecho a la vida del niño por nacer?
Tiene la palabra la señora Atencio.
SRA. ATENCIO Señor presidente: nuestra consejería atiende a mujeres. Cuando dije que es una cuestión de justicia social es porque atendemos a mujeres que fueron rechazadas por el sistema de salud y a las que no se animaron a ir a ningún lado para que las acompañen, las ayuden y que alguien les diga que lo que les está ocurriendo no está mal. Son mujeres que tienen esa sensación de "no doy más" o "qué hago de mi vida" que mencioné. Todas esas cosas no pasan a veces dentro del sistema de salud.
Nosotros no nos ponemos a pensar por qué está ahí; simplemente contenemos a esa mujer que quizás nadie abrazó ni escuchó porque todos la rechazaron y hasta tal vez su familia la expulsó.
La provincia de Buenos Aires no ha adherido al protocolo de abortos no punibles. Quilmes tiene un solo hospital provincial que es objetor de conciencia. Allí, seguramente las que tienen un ingreso irán a algún lugar privado y las que no y pudieron se contactan con nosotros. No sé a qué se refiere cuando indica si en el momento en que estamos conteniendo y escuchando a la mujer, podemos preguntarle si pensó en la vida de ese posible niño o niña que podría llegar a nacer. Creo que esa es la pregunta que no hay que hacer. Debemos contener, escuchar y valorar y acompañar el derecho de esa mujer.
Nos desagarramos ante apreciaciones personales con juicios de valor y morales. No puedo preguntar eso en medio de un relato desgarrador, porque significaría desvalorizar y dejar de lado lo que le está pasando a esa mujer. No debe estar presente en un espacio de consejería lo que puedo pensar. Esto debe quedar como algo personal mío, porque soy una profesional que está asesorando y escuchando en ese momento.
Nosotros no nos ponemos a pensar por qué está ahí; simplemente contenemos a esa mujer que quizás nadie abrazó ni escuchó porque todos la rechazaron y hasta tal vez su familia la expulsó.
La provincia de Buenos Aires no ha adherido al protocolo de abortos no punibles. Quilmes tiene un solo hospital provincial que es objetor de conciencia. Allí, seguramente las que tienen un ingreso irán a algún lugar privado y las que no y pudieron se contactan con nosotros. No sé a qué se refiere cuando indica si en el momento en que estamos conteniendo y escuchando a la mujer, podemos preguntarle si pensó en la vida de ese posible niño o niña que podría llegar a nacer. Creo que esa es la pregunta que no hay que hacer. Debemos contener, escuchar y valorar y acompañar el derecho de esa mujer.
Nos desagarramos ante apreciaciones personales con juicios de valor y morales. No puedo preguntar eso en medio de un relato desgarrador, porque significaría desvalorizar y dejar de lado lo que le está pasando a esa mujer. No debe estar presente en un espacio de consejería lo que puedo pensar. Esto debe quedar como algo personal mío, porque soy una profesional que está asesorando y escuchando en ese momento.
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY La diputada Carla Carrizo le consulta a Susana Nieva por una referencia que ésta hizo al stress pos traumático que padecería una mujer que realiza una interrupción voluntaria del embarazo. ¿Cuáles es la evidencia científica que tuvo en cuenta para decir que este síndrome o stress existe? ¿En base a cuántos casos se ha hecho el estudio? ¿Qué publicaciones científicas así lo prueban? En cambio, conocemos la depresión posparto que, en muchos casos, y según la evidencia científica, genera diversos problemas de vinculación entre madre y el recién nacido.
Necesito que explique de dónde infiere que el stress posaborto es más intenso y condicionante para la salud mental de la mujer que el stress posparto que es reconocido por todos los profesionales de la salud y no ha impedido que todas las mujeres superan y sigan adelante con sus vidas.
Necesito que explique de dónde infiere que el stress posaborto es más intenso y condicionante para la salud mental de la mujer que el stress posparto que es reconocido por todos los profesionales de la salud y no ha impedido que todas las mujeres superan y sigan adelante con sus vidas.
SRA. NIEVA Señor presidente: el trastorno de stress postraumático en las mujeres que han tenido un aborto provocado ha sido visto por la psiquiatría. No hace falta que traiga estadísticas en este momento sobre esto. Ya sabemos que las mujeres tienen una serie de síntomas y de signos.
Tal como han dicho algunos de mis compañeros, hay cambios hormonales; los cambios en la maternidad se producen desde el comienzo de la fecundación y la concepción que después del aborto continúan. Hay infinidad de situaciones.
También me baso en mi práctica; en mayo de este año cumplo treinta y cuatro años de médica. He visto esta situación de stress postraumático en la mayoría de estas mujeres.
Puedo citar una estadística de un grupo de mujeres americanas que tenían pensado abortar. El 94 por ciento de estos casos pudo resolver el embarazo con una maternidad feliz luego de haber sido ayudada, estimulada, aconsejada, contenida y tratada en su salud física y personal por la contención como expliqué en el trabajo. Mientras, el 93 por ciento de ese 6 por ciento de mujeres que decidieron abortar, decide no volver a repetirlo y además no lo van a aconsejar. Esto lo cuenta muy bien la doctora Francisca Decebal Cuza, médica chilena que trabajó en Harvard y que presenta una estadística adecuada. Se puede ver su trabajo sobre stress posaborto.
Tal como han dicho algunos de mis compañeros, hay cambios hormonales; los cambios en la maternidad se producen desde el comienzo de la fecundación y la concepción que después del aborto continúan. Hay infinidad de situaciones.
También me baso en mi práctica; en mayo de este año cumplo treinta y cuatro años de médica. He visto esta situación de stress postraumático en la mayoría de estas mujeres.
Puedo citar una estadística de un grupo de mujeres americanas que tenían pensado abortar. El 94 por ciento de estos casos pudo resolver el embarazo con una maternidad feliz luego de haber sido ayudada, estimulada, aconsejada, contenida y tratada en su salud física y personal por la contención como expliqué en el trabajo. Mientras, el 93 por ciento de ese 6 por ciento de mujeres que decidieron abortar, decide no volver a repetirlo y además no lo van a aconsejar. Esto lo cuenta muy bien la doctora Francisca Decebal Cuza, médica chilena que trabajó en Harvard y que presenta una estadística adecuada. Se puede ver su trabajo sobre stress posaborto.
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY La diputada Victoria Donda le solicita al doctor Moreno Vivot, dado que él dijo que aprobar la legalización del aborto sería peor que el genocidio de Hitler, que nos indique por qué el aborto está legalizado en Israel. ¿Cree que Israel reproduce una práctica genocida? ¿Dónde consiguió la información de que en Islandia no nacen niños con síndrome de down? De acuerdo al Ministerio de Salud de ese país entre 2007 y 2012 nacieron 22 niños con síndrome de down. Indique la fuente y al período al que se refiere.
Tiene la palabra el señor Moreno Vivot.
Tiene la palabra el señor Moreno Vivot.
SR. MORENO VIVOT Sobre la primera parte de la pregunta, aclaro que hice referencia exclusivamente a las personas con síndrome de down y a las que tienen algún tipo de malformación, no hablaba de cualquier tipo de aborto. Mi presentación se circunscribió exclusivamente al inciso 3 del punto 3, donde hablan de malformaciones fetales graves.
Los otros puntos o causales de aborto son las que están en el proyecto y también estoy en contra.
Como había muy poquito tiempo elegí un tema en particular. Entonces yo me refiero a lo que se hace hoy si una mujer tiene un niño en su vientre, se hace un diagnóstico por ecografía o por estudio genético, y si tiene de alteración genética cromosómica o alteración física, se la induce a abortar. A eso me refiero, nada más.
Para mí, cualquier ser humano, no importa cómo esté, tiene derecho a la vida y a una muerte digna. Nada más que eso, no es otra cosa.
Los otros puntos o causales de aborto son las que están en el proyecto y también estoy en contra.
Como había muy poquito tiempo elegí un tema en particular. Entonces yo me refiero a lo que se hace hoy si una mujer tiene un niño en su vientre, se hace un diagnóstico por ecografía o por estudio genético, y si tiene de alteración genética cromosómica o alteración física, se la induce a abortar. A eso me refiero, nada más.
Para mí, cualquier ser humano, no importa cómo esté, tiene derecho a la vida y a una muerte digna. Nada más que eso, no es otra cosa.
SRA. DONDA PÉREZ Usted dijo que eso es genocidio. Por eso le pregunto si Israel comete genocidio por permitir el aborto aún en el caso que usted está describiendo
SR. MORENO VIVOT Para mí todo aborto es un genocidio. Yo estoy en Argentina; no estoy en Israel. Lo que legisle cada país será decisión de cada país. Si yo estuviese en España hablaría por España. Hoy hablo por Argentina y de lo que no quiero para mi país.
En relación con la segunda parte de la pregunta, como formo parte de la Federación Iberoamericana de Síndrome de Down -de la cual, además de varios países de la región, también forman parte Portugal y España- la información me la brindó la Fundación DOWN de España. En este momento no la tengo acá conmigo, pero se las puedo hacer llegar a través del secretario del diputado Massot.
En relación con la segunda parte de la pregunta, como formo parte de la Federación Iberoamericana de Síndrome de Down -de la cual, además de varios países de la región, también forman parte Portugal y España- la información me la brindó la Fundación DOWN de España. En este momento no la tengo acá conmigo, pero se las puedo hacer llegar a través del secretario del diputado Massot.
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Sí por favor, sería importante que la acerque a la comisión. Es un dato a tener en consideración.
Una pregunta de la diputada Vanesa Massetani para el doctor Moreno Vivot: ¿Por qué dice que la persona con síndrome de Down no está enferma? ¿Usted cree que se está buscando hacer desaparecer a la persona con síndrome de Down?
Una pregunta de la diputada Vanesa Massetani para el doctor Moreno Vivot: ¿Por qué dice que la persona con síndrome de Down no está enferma? ¿Usted cree que se está buscando hacer desaparecer a la persona con síndrome de Down?
SR. MORENO VIVOT La persona con síndrome de Down, para quien no lo sabe, es una persona que se genera a través de un cromosoma extra en el par veintiuno. Por eso también se lo llama trisomía del par veintiuno. Al haber un cromosoma de más existe un exceso de información; este exceso de información produce un desbalance durante la conformación de esta persona que lleva a que tenga características particulares. Dentro de ellas, una es la discapacidad intelectual, pero la discapacidad intelectual no es ninguna enfermedad.
Entonces, cuando viene un bebito a mi consultorio con síndrome de Down, yo lo agarro y lo que hago es pesarlo, medirlo, lo reviso como cualquier chico. Sí sé que tiene con más frecuencia determinadas patologías, que las voy a buscarlas para que no impacten en esa persona, para que tenga un desarrollo adecuado.
El modelo actual que pide la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, de las Naciones Unidas, habla del modelo biopsicosocial. ¿Qué busca eso? Que se caiga el modelo médico por el cual a la gente se la cataloga por lo que padece o por lo que es. O sea, dejar de llamar "down" a una persona, dejar de llamarla "estúpida" o "cretina", en defidnitiva, dejar de etiquetar a una persona por lo que es.
Una vez fui a ver a un chico a un sanatorio y el neonatólogo me preguntó a quién iba a ver. Le respondo, "a Fulana de tal", y me dice: "ah, la FQ". La FQ significa fibrosis quística. Entonces, le aclaré: "No, yo vengo a ver a Elena, que tiene una enfermedad". Pero en este caso, la persona con síndrome de Down no tiene una enfermedad; tiene una condición, que como dije anteriormente, hace que se exprese, sienta y hable de una manera particular, pero no menos humana. ¿Necesita apoyos? Sí, ¿De acuerdo a qué? A sus capacidades y a cómo las vaya desarrollando.
Perdón, y con respecto a la última parte, si yo creo que se quiere eliminar del mundo a la persona con síndrome de Down. Yo creo que sí.
Entonces, cuando viene un bebito a mi consultorio con síndrome de Down, yo lo agarro y lo que hago es pesarlo, medirlo, lo reviso como cualquier chico. Sí sé que tiene con más frecuencia determinadas patologías, que las voy a buscarlas para que no impacten en esa persona, para que tenga un desarrollo adecuado.
El modelo actual que pide la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, de las Naciones Unidas, habla del modelo biopsicosocial. ¿Qué busca eso? Que se caiga el modelo médico por el cual a la gente se la cataloga por lo que padece o por lo que es. O sea, dejar de llamar "down" a una persona, dejar de llamarla "estúpida" o "cretina", en defidnitiva, dejar de etiquetar a una persona por lo que es.
Una vez fui a ver a un chico a un sanatorio y el neonatólogo me preguntó a quién iba a ver. Le respondo, "a Fulana de tal", y me dice: "ah, la FQ". La FQ significa fibrosis quística. Entonces, le aclaré: "No, yo vengo a ver a Elena, que tiene una enfermedad". Pero en este caso, la persona con síndrome de Down no tiene una enfermedad; tiene una condición, que como dije anteriormente, hace que se exprese, sienta y hable de una manera particular, pero no menos humana. ¿Necesita apoyos? Sí, ¿De acuerdo a qué? A sus capacidades y a cómo las vaya desarrollando.
Perdón, y con respecto a la última parte, si yo creo que se quiere eliminar del mundo a la persona con síndrome de Down. Yo creo que sí.
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Una pregunta para el doctor José Peretti de la diputada Mayra Mendoza: ¿Cómo manejaría usted la situación de una mujer con cáncer de mandíbula que está cursando un embarazo de seis semanas? ¿Le haría quimioterapia? ¿Le daría información y acceso a un aborto, según lo estipulado por el Código Penal en el artículo 86, inciso 1º?
SR. PERETTI En los casos en los que el embarazo es muy incipiente, se debe realizar el tratamiento, a pesar de que con ese tratamiento también se produzca el aborto. Este es el tratamiento que se indica en las pacientes que tienen cáncer y embarazo en el primer trimestre, que sería el caso de un embarazo de seis semanas.
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Para Gabriela Bauer de parte de la diputada Frana: ¿Cómo piensa que con la legalización del aborto se va a lograr terminar con la inequidad que hoy demostró existe en nuestro país?
SRA. BAUER Como se fue haciendo en otros países, la inequidad se combate con políticas. No se pueden formular programas ni políticas públicas si no contamos con una ley, con un marco que permita desarrollarlos. Se sabe cómo hacerlo, hay suficientes grupos de expertos y sanitaristas en el país como para vencer la inequidad en este punto.
Creo que para arrancar, una ley de aborto habilita la palabra y sobre aborto no se puede hablar en los servicios de salud. Y los equipos de salud necesitamos la palabra para la relación entre equipo y paciente. Así como se habla de sexualidad, se habla de coito, de nacimiento, de infertilidad, de cuidado del embarazo y también tenemos que hablar de aborto y escuchar qué opinan las mujeres sobre este tema. Seguramente ellas también seguramente puedan escuchar nuestras opiniones.
A partir de ahí vamos a poder mejorar los procesos y lograr un modelo integral para la atención y evitar la mortalidad materna y la discapacidad asociada al aborto, con una mirada anticipativa y preventiva donde participemos todos. Una ley permite una participación comunitaria que hoy se ve imposibilitada, al menos en los marcos institucionales.
En relación a lo que permite para los gobiernos, es presupuestar todos los programas que apunten a la inequidad. Si pensamos en esas cuatro provincias que mostraba en el gráfico, veremos que necesitan financiación urgente para llegar a esas mujeres, para saber dónde están, para llegar a las mujeres de los pueblos originarios, a las niñas que se nos están muriendo y que tienen los mismos derechos que las niñas de esta ciudad.
Entonces, tener una ley como herramienta, permite muchas cosas que en este momento están privadas.
Creo que para arrancar, una ley de aborto habilita la palabra y sobre aborto no se puede hablar en los servicios de salud. Y los equipos de salud necesitamos la palabra para la relación entre equipo y paciente. Así como se habla de sexualidad, se habla de coito, de nacimiento, de infertilidad, de cuidado del embarazo y también tenemos que hablar de aborto y escuchar qué opinan las mujeres sobre este tema. Seguramente ellas también seguramente puedan escuchar nuestras opiniones.
A partir de ahí vamos a poder mejorar los procesos y lograr un modelo integral para la atención y evitar la mortalidad materna y la discapacidad asociada al aborto, con una mirada anticipativa y preventiva donde participemos todos. Una ley permite una participación comunitaria que hoy se ve imposibilitada, al menos en los marcos institucionales.
En relación a lo que permite para los gobiernos, es presupuestar todos los programas que apunten a la inequidad. Si pensamos en esas cuatro provincias que mostraba en el gráfico, veremos que necesitan financiación urgente para llegar a esas mujeres, para saber dónde están, para llegar a las mujeres de los pueblos originarios, a las niñas que se nos están muriendo y que tienen los mismos derechos que las niñas de esta ciudad.
Entonces, tener una ley como herramienta, permite muchas cosas que en este momento están privadas.
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Una pregunta para Diego Abriola de la diputada Karina Banfi: ¿Usted cree que la decisión de una persona de tener hijos corresponde al Estado o a cada uno? ¿Considera que una mujer que aborta debe ir presa?
SR. ABRIOLA El Estado es el efecto de la familia. La familia es la célula básica de la sociedad. Entonces, la institución que tenemos antes del Estado es la familia. Si la familia está fortalecida y si tiene sus miembros ordenados hacia un bien común primario -que es la familia-, ésta va a tener un efecto sano y saludable en la sociedad.
No quiero hablar de reproducción porque parece que estamos reproduciendo ratones o cobayos; en realidad es la cocreación de la persona. Esa persona va a ser más libre, antes que nada, va a tener libertad de elegir, si tiene vida. Entonces para que haya libertad, primero, tiene que haber vida. Una familia va a decidir cómo y cuándo tener los hijos, pero no por un postulado.
Acá habría que hacer una aclaración muy importante y quiero que me presten mucha atención. Cuando mencioné las políticas del holocausto demográfico, son las causas geopolíticas que por distintas circunstancias todos los países padecemos -estemos o no a favor del aborto-, muchas veces sin saberlo, porque literalmente nos han hecho un lavado de cerebro. La secuencia nunca falla, todos los países que hoy tienen la ley de aborto ya fueron por la eutanasia.
La eutanasia sería "la muerte dulce", pero en realidad es la eliminación de cualquier persona que sea una carga para el Estado, o sea, a cualquier edad se puede eliminar a un paciente en vez de darle los cuidados correspondientes para que tenga vida y dignidad, y se vaya a la otra vida cuando Dios quiera.
Entonces, como primer punto quiero señalar que no se trata de la "la reproducción humana", sino de la "cocreación", y la familia es la que decide.
El Estado somos todos. Los gobiernos pasan pero el Estado queda. Un gobierno no puede decidir, por ejemplo, enviar una ley contraria a la Constitución y al Código Penal.
Me referiré a los embarazos inesperados y lo menciono entre comillas. Yo tuve mis tres hijos con embarazos inesperados y los tuve con una alegría inmensa, una sorpresa emocionante, y la verdad que es algo indescriptible y maravilloso. En el caso de que no se quiera ese embarazo inesperado, primero, nunca se puede matar a una persona inocente y, segundo, la pena está sobre la actitud pero no sobre la persona. ¿Cuántas mujeres que abortaron están en la cárcel?
La pena de muerte está abolida por el artículo 18 de la Constitución Nacional. Los delincuentes, inclusive los violadores o estafadores, tienen un juicio previo, pero el niño por nacer tiene la pena de muerte sin haber tenido juicio previo siendo totalmente débil e inocente. Es una manipulación total.
No considero que una mujer que aborta tenga que ir presa, pero no se puede legitimar esa conducta. Se tiene que acompañar y para eso está el rol de los profesionales de la salud y de la educación, para promover la vida, para ayudar a esa persona, para darle las cosas básicas, que es la casa, la compañía; ahí está el Estado, porque es el que queda.
No quiero hablar de reproducción porque parece que estamos reproduciendo ratones o cobayos; en realidad es la cocreación de la persona. Esa persona va a ser más libre, antes que nada, va a tener libertad de elegir, si tiene vida. Entonces para que haya libertad, primero, tiene que haber vida. Una familia va a decidir cómo y cuándo tener los hijos, pero no por un postulado.
Acá habría que hacer una aclaración muy importante y quiero que me presten mucha atención. Cuando mencioné las políticas del holocausto demográfico, son las causas geopolíticas que por distintas circunstancias todos los países padecemos -estemos o no a favor del aborto-, muchas veces sin saberlo, porque literalmente nos han hecho un lavado de cerebro. La secuencia nunca falla, todos los países que hoy tienen la ley de aborto ya fueron por la eutanasia.
La eutanasia sería "la muerte dulce", pero en realidad es la eliminación de cualquier persona que sea una carga para el Estado, o sea, a cualquier edad se puede eliminar a un paciente en vez de darle los cuidados correspondientes para que tenga vida y dignidad, y se vaya a la otra vida cuando Dios quiera.
Entonces, como primer punto quiero señalar que no se trata de la "la reproducción humana", sino de la "cocreación", y la familia es la que decide.
El Estado somos todos. Los gobiernos pasan pero el Estado queda. Un gobierno no puede decidir, por ejemplo, enviar una ley contraria a la Constitución y al Código Penal.
Me referiré a los embarazos inesperados y lo menciono entre comillas. Yo tuve mis tres hijos con embarazos inesperados y los tuve con una alegría inmensa, una sorpresa emocionante, y la verdad que es algo indescriptible y maravilloso. En el caso de que no se quiera ese embarazo inesperado, primero, nunca se puede matar a una persona inocente y, segundo, la pena está sobre la actitud pero no sobre la persona. ¿Cuántas mujeres que abortaron están en la cárcel?
La pena de muerte está abolida por el artículo 18 de la Constitución Nacional. Los delincuentes, inclusive los violadores o estafadores, tienen un juicio previo, pero el niño por nacer tiene la pena de muerte sin haber tenido juicio previo siendo totalmente débil e inocente. Es una manipulación total.
No considero que una mujer que aborta tenga que ir presa, pero no se puede legitimar esa conducta. Se tiene que acompañar y para eso está el rol de los profesionales de la salud y de la educación, para promover la vida, para ayudar a esa persona, para darle las cosas básicas, que es la casa, la compañía; ahí está el Estado, porque es el que queda.
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Voy a leer una pregunta de la diputada Frana, que no tiene especificado quién quiere que responda y, por ello, puedo hacerlo quien quiera.
Dice así: "La mayoría de las niñas adolescentes embarazadas están en esa situación como resultado de abusos, ¿qué solución es el aborto si luego de realizado debe volver con el abusador?
Dice así: "La mayoría de las niñas adolescentes embarazadas están en esa situación como resultado de abusos, ¿qué solución es el aborto si luego de realizado debe volver con el abusador?
SRA. RAMOS Soy Silvina Ramos. La pregunta creo que tiene una falacia lógica. No se junta que tenga que volver con el abusador con que la niña tenga acceso a un aborto.
La niña tiene que tener posibilidades de decidir con autonomía, tal como reconoce la ley argentina. Además, es fundamental el interés superior del niño y de la niña, según la Convención sobre los Derechos del Niño, con autonomía progresiva, y tiene derecho a estar apoyada en su decisión, no necesariamente por la familia. Recordemos que en estos casos, la familia es un factor de riesgo y no un factor protector.
Asimismo, tiene que tener acceso a una anticoncepción después de hacerse el aborto y obviamente tiene que tener acceso a una denuncia penal para que ese abusador sea juzgado y sea castigado.
No comprendo cómo alguien puede pensar que estamos diciendo que una niña abusada tiene que volver con su violador. ¿En qué cabeza cabe esa pregunta?
La niña tiene que tener posibilidades de decidir con autonomía, tal como reconoce la ley argentina. Además, es fundamental el interés superior del niño y de la niña, según la Convención sobre los Derechos del Niño, con autonomía progresiva, y tiene derecho a estar apoyada en su decisión, no necesariamente por la familia. Recordemos que en estos casos, la familia es un factor de riesgo y no un factor protector.
Asimismo, tiene que tener acceso a una anticoncepción después de hacerse el aborto y obviamente tiene que tener acceso a una denuncia penal para que ese abusador sea juzgado y sea castigado.
No comprendo cómo alguien puede pensar que estamos diciendo que una niña abusada tiene que volver con su violador. ¿En qué cabeza cabe esa pregunta?
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Voy a leer una pregunta de la señora González Seligra para la señora Tinirello. Dice así: "¿Cómo es el acompañamiento a las mujeres en atención primaria? Desarrolle, por favor."
SRA. TINIRELLO Gracias por la pregunta. Nosotras, que expresamos a las mujeres de los territorios y nos organizamos desde allí, consideramos que la atención primaria es el lugar donde estamos más familiarizadas, donde estamos más cerca, al que recurrimos cuando nuestros hijos se enferman, para buscar información y para buscar acompañamiento. Por ello, consideramos que es desde la atención primaria desde donde se tiene que trabajar la interrupción voluntaria del embarazo.
En primer lugar, por lo que comenté anteriormente en mi exposición, es decir, porque no consideramos al aborto una enfermedad ni un padecimiento, sino parte de nuestro ciclo vital, que se puede llevar adelante tranquilamente en la atención primara. Consideramos que hay tecnologías que permiten la autonomía del aborto de manera ambulatoria.
Además, se puede trabajar en red. Es decir que el sistema de atención primaria acompañe lo que le corresponde y en el caso de que sea necesario asistir al hospital, porque no siempre es necesario asistir allí.
Consideramos que uno de los problemas que tiene la salud pública es el defecto de que no existe la descentralización. Es decir, todo se hace solamente en el hospital. Entonces, no hay presupuesto ni profesionales para la atención primaria y eso es lo que hay que fortalecer. Creemos que la salud pública tiene que ser fuertemente comunitaria y tiene que respetar estos niveles de atención.
Además, desde la salita, los profesionales tienen otro acercamiento a la población. Es un lugar al que nosotras acostumbramos ir, nos conocen, saben lo que nos pasa, y además se puede discutir y plantear otras cuestiones.
Lamentablemente, los hospitales tienen altos niveles de violencia, de violencia obstétrica, que no se da en las salitas. En las salitas se puede trabajar de otra manera y consideramos que tiene que estar articulado. Por supuesto consideramos que el hospital también debe hacerse cargo, no es una cosa en contraposición a la otra, sino junta y articulada.
Todo esto, permitiría que las mujeres más humildes podamos ir a hacer consultas y recibir la información que corresponde, y después nos acompañen en los posabortos, porque eso también nos parece importante. El hospital no logra hacer un acompañamiento integral pero la salita sí.
Cabe recordar lo mencionado aquí por la compañera que trabaja en atención primaria respecto de las trabajadoras sociales y sobre los servicios de psicología social. Nos parece que eso acompaña de manera integral la interrupción voluntaria del embarazo.
En primer lugar, por lo que comenté anteriormente en mi exposición, es decir, porque no consideramos al aborto una enfermedad ni un padecimiento, sino parte de nuestro ciclo vital, que se puede llevar adelante tranquilamente en la atención primara. Consideramos que hay tecnologías que permiten la autonomía del aborto de manera ambulatoria.
Además, se puede trabajar en red. Es decir que el sistema de atención primaria acompañe lo que le corresponde y en el caso de que sea necesario asistir al hospital, porque no siempre es necesario asistir allí.
Consideramos que uno de los problemas que tiene la salud pública es el defecto de que no existe la descentralización. Es decir, todo se hace solamente en el hospital. Entonces, no hay presupuesto ni profesionales para la atención primaria y eso es lo que hay que fortalecer. Creemos que la salud pública tiene que ser fuertemente comunitaria y tiene que respetar estos niveles de atención.
Además, desde la salita, los profesionales tienen otro acercamiento a la población. Es un lugar al que nosotras acostumbramos ir, nos conocen, saben lo que nos pasa, y además se puede discutir y plantear otras cuestiones.
Lamentablemente, los hospitales tienen altos niveles de violencia, de violencia obstétrica, que no se da en las salitas. En las salitas se puede trabajar de otra manera y consideramos que tiene que estar articulado. Por supuesto consideramos que el hospital también debe hacerse cargo, no es una cosa en contraposición a la otra, sino junta y articulada.
Todo esto, permitiría que las mujeres más humildes podamos ir a hacer consultas y recibir la información que corresponde, y después nos acompañen en los posabortos, porque eso también nos parece importante. El hospital no logra hacer un acompañamiento integral pero la salita sí.
Cabe recordar lo mencionado aquí por la compañera que trabaja en atención primaria respecto de las trabajadoras sociales y sobre los servicios de psicología social. Nos parece que eso acompaña de manera integral la interrupción voluntaria del embarazo.
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Voy a leer una pregunta del diputado Wechsler para la licenciada Ramos. Dice así: "Expositores y expositoras en contra de los proyectos en debate han mencionado que de legalizarse la interrupción voluntaria del embarazo muchas mujeres utilizarían el aborto como método anticonceptivo. Teniendo en cuenta su experiencia y conocimiento, ¿por qué abortan las mujeres? ¿Cuál es su opinión sobre esa afirmación? ¿Piensa que al prohibirse o negarlo dejará de haber abortos? Si los hay, si usted recibe en su guardia una mujer con un aborto mal realizado, ¿qué haría?"
SRA. RAMOS Si recibo una mujer en mi guardia voy presa, porque no soy doctora (Risas.), pero sí la voy a ayudar con todo el corazón y la fuerza.
Me pregunto de dónde sale ese fantasma. ¿Por qué subestiman tanto a las mujeres? ¿Por qué creen que somos tan livianas? ¿Por qué creen que una mujer que tiene la posibilidad de prevenir un embarazo que no quiere va a preferir ir por un aborto? Otra vez me pregunto de qué cabeza sale esa pregunta. Me resulta difícil imaginar una cabeza tan oscura que crea que una mujer va a preferir ir por un aborto antes que cuidarse y prevenir un embarazo que no quiere.
Cuando dicen que aumentarán los abortos con la sanción de la ley que queremos -y vamos a conseguir- sobre su despenalización y legalización, me pregunto si aumentarán respecto de qué, si hoy en día el aborto es clandestino. Hoy día no tenemos cifras de la cantidad de abortos porque no lo podemos medir, porque las mujeres abortan en la clandestinidad y los números se vuelven invisibles.
Los invito a que destinen estas ideas peregrinas en la cabeza y hagan un ejercicio de lógica. Si yo no estoy midiendo algo y después lo empiezo a medir, obviamente voy a tener una cifra mayor, porque antes no lo medía y ahora lo estoy midiendo; clase de metodología 1.
Después de que pasa ese período, la evidencia muestra -y acá lo han dicho varios de mis colegas y lo señalamos quienes estudiamos estos fenómenos- que la medición se estabiliza y los abortos decrecen. Esto sucedió en el caso de México y también en el de Uruguay, que son buenos ejemplos. ¿Por qué decrecen? Porque todo país razonable que legaliza el aborto también tiene políticas de acceso a la anticoncepción así como también tiene educación sexual integral.
La Argentina tiene estas cosas y las tiene que mejorar sin lugar a dudas.
Cuando el aborto se legaliza siempre va acompañado de educación sexual y anticoncepción. De allí viene el lema de la campaña: "Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir". Esa es la triada que necesitamos.
Me pregunto de dónde sale ese fantasma. ¿Por qué subestiman tanto a las mujeres? ¿Por qué creen que somos tan livianas? ¿Por qué creen que una mujer que tiene la posibilidad de prevenir un embarazo que no quiere va a preferir ir por un aborto? Otra vez me pregunto de qué cabeza sale esa pregunta. Me resulta difícil imaginar una cabeza tan oscura que crea que una mujer va a preferir ir por un aborto antes que cuidarse y prevenir un embarazo que no quiere.
Cuando dicen que aumentarán los abortos con la sanción de la ley que queremos -y vamos a conseguir- sobre su despenalización y legalización, me pregunto si aumentarán respecto de qué, si hoy en día el aborto es clandestino. Hoy día no tenemos cifras de la cantidad de abortos porque no lo podemos medir, porque las mujeres abortan en la clandestinidad y los números se vuelven invisibles.
Los invito a que destinen estas ideas peregrinas en la cabeza y hagan un ejercicio de lógica. Si yo no estoy midiendo algo y después lo empiezo a medir, obviamente voy a tener una cifra mayor, porque antes no lo medía y ahora lo estoy midiendo; clase de metodología 1.
Después de que pasa ese período, la evidencia muestra -y acá lo han dicho varios de mis colegas y lo señalamos quienes estudiamos estos fenómenos- que la medición se estabiliza y los abortos decrecen. Esto sucedió en el caso de México y también en el de Uruguay, que son buenos ejemplos. ¿Por qué decrecen? Porque todo país razonable que legaliza el aborto también tiene políticas de acceso a la anticoncepción así como también tiene educación sexual integral.
La Argentina tiene estas cosas y las tiene que mejorar sin lugar a dudas.
Cuando el aborto se legaliza siempre va acompañado de educación sexual y anticoncepción. De allí viene el lema de la campaña: "Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir". Esa es la triada que necesitamos.
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY La diputada María Teresita Villavicencio le solicita a la señora Gabriela Luchetti, si puede contar un poco más sobre su experiencia dado que se refirió a la educación brindada por las facultades de Medicina sobre el aborto.
Tiene la palabra la señora Luchetti.
Tiene la palabra la señora Luchetti.
SRA. LUCCHETTI Señor presidente: En 2006 hizo un estudio de investigación para mostrar lo que se enseñaba en las facultades de Medicina de la República Argentina que, en este momento eran treinta y cinco, de las cuales veintidós eran privadas y trece públicas.
Como tenía poco tiempo porque debía presentarlo en Guatemala busqué todos los programas de las facultades disponibles en la red. De ellos, encontré menos de la mitad, catorce programas, cuatro eran de universidades privadas y diez de instituciones públicas. Es vergonzoso ver lo que se enseñaba.
Igualmente, como había programas en donde el aborto estaba citado, uno podía en base a lo que decía sobre el aborto, intuir que tenían una visión un poco más amplia.
Luego busqué la bibliografía que mencionaba el programa, fui a la biblioteca de la Facultad y encontré todos los textos que se utilizaban en las facultades de medicina de la Argentina. Leí lo que decían sobre el aborto todos los capítulos de todos los libros que se usaban en las facultades de Medicina de la Argentina. Eso es muy vergonzoso porque si había algunos programas donde se hablaba del aborto de manera más completa y se encaraba la legislación del aborto, los tipos de aborto que existían, los textos eran lamentables. El aborto provocado es el verdadero problema que tenemos en el país, y se le dedicaba un párrafo pequeño donde decían que esto existía. En las facultades se utilizan textos de otros países, como españoles, pero en uno argentino decía que el aborto existía y, lo que me puso contenta, hablaba del artículo 86 del Código Penal en el sentido de que dicho artículo no era necesario porque con los avances de la medicina no había ninguna enfermedad que pudiera producir algún daño en las mujeres embarazadas. Lo que sucede es lamentable.
Me parece que deberíamos trabajar este tema. Cuando empiezan las clases les digo a mis alumnos -muchos son cristianos y hay un ambiente tenso- que de ninguna manera voy a transmitir mis valores, sino a decirle que los médicos tienen que saber sobre el aborto porque es algo que sucede todos los días en la vida de las mujeres. Por lo tanto, en la materia que dicto, Gineco y Obstetricia, tienen que saber sobre el aborto, porque cuando sean médicos, decidirán cuáles son las conductas que tomarán. Luego, mágicamente, el ambiente se relaja lo que nos permite trabajar muy bien este y el resto de los temas.
Como tenía poco tiempo porque debía presentarlo en Guatemala busqué todos los programas de las facultades disponibles en la red. De ellos, encontré menos de la mitad, catorce programas, cuatro eran de universidades privadas y diez de instituciones públicas. Es vergonzoso ver lo que se enseñaba.
Igualmente, como había programas en donde el aborto estaba citado, uno podía en base a lo que decía sobre el aborto, intuir que tenían una visión un poco más amplia.
Luego busqué la bibliografía que mencionaba el programa, fui a la biblioteca de la Facultad y encontré todos los textos que se utilizaban en las facultades de medicina de la Argentina. Leí lo que decían sobre el aborto todos los capítulos de todos los libros que se usaban en las facultades de Medicina de la Argentina. Eso es muy vergonzoso porque si había algunos programas donde se hablaba del aborto de manera más completa y se encaraba la legislación del aborto, los tipos de aborto que existían, los textos eran lamentables. El aborto provocado es el verdadero problema que tenemos en el país, y se le dedicaba un párrafo pequeño donde decían que esto existía. En las facultades se utilizan textos de otros países, como españoles, pero en uno argentino decía que el aborto existía y, lo que me puso contenta, hablaba del artículo 86 del Código Penal en el sentido de que dicho artículo no era necesario porque con los avances de la medicina no había ninguna enfermedad que pudiera producir algún daño en las mujeres embarazadas. Lo que sucede es lamentable.
Me parece que deberíamos trabajar este tema. Cuando empiezan las clases les digo a mis alumnos -muchos son cristianos y hay un ambiente tenso- que de ninguna manera voy a transmitir mis valores, sino a decirle que los médicos tienen que saber sobre el aborto porque es algo que sucede todos los días en la vida de las mujeres. Por lo tanto, en la materia que dicto, Gineco y Obstetricia, tienen que saber sobre el aborto, porque cuando sean médicos, decidirán cuáles son las conductas que tomarán. Luego, mágicamente, el ambiente se relaja lo que nos permite trabajar muy bien este y el resto de los temas.
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY El diputado Horacio Pietragalla le consulta a la doctora Valeria Quinteros Conticello si piensa que los que estamos a favor del aborto somos asesinos, dado que hoy se utiliza esta práctica.
Tiene la palabra la señora Quinteros.
Tiene la palabra la señora Quinteros.
SRA. QUINTEROS CONTICELLO Señor presidente: creo que la persona que interrumpe la vida de otra está cometiendo un asesinato. Claramente, sí, porque es una persona, una vida, un ser humano. Por lo tanto, no creo que nadie pueda decidir sobre la vida de otra persona, independientemente de las semanas, del tiempo o de las horas que lleve de gestación.
Sencillamente nadie tiene derecho de matar a nadie. No estoy a favor de la pena de muerte ni de la matanza de un indefenso que está dentro del útero materno y es completamente independientemente de la madre. El niño crece en la madre, pero es una célula distinta, es un embrión o un feto, como quieran llamarlo, pero tiene autonomía, genera cambios en la mujer y sobre todo, tiene derecho a vivir. ¿Por qué voy a decidir yo eliminar a una persona? ¿Porque está por nacer, porque es indefenso, porque no piensa, porque no razona?
Sencillamente nadie tiene derecho de matar a nadie. No estoy a favor de la pena de muerte ni de la matanza de un indefenso que está dentro del útero materno y es completamente independientemente de la madre. El niño crece en la madre, pero es una célula distinta, es un embrión o un feto, como quieran llamarlo, pero tiene autonomía, genera cambios en la mujer y sobre todo, tiene derecho a vivir. ¿Por qué voy a decidir yo eliminar a una persona? ¿Porque está por nacer, porque es indefenso, porque no piensa, porque no razona?
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY La diputada Banfi le hace la siguiente consulta al doctor Moreno Vivot. En 2011 el Comité de Derechos Humanos de la ONU dictaminó en contra del Estado argentino porque se le negó el aborto a una mujer joven con discapacidad mental con un embarazo producto de violencia sexual y le exigió que garantice el acceso a los abortos no punibles contemplados en el artículo 86 del Código Penal. ¿Qué piensa sobre este caso?
Tiene la palabra el señor Moreno Vivot.
Tiene la palabra el señor Moreno Vivot.
SR. MORENO VIVOT Señor presidente: no conozco el caso mencionado, pero independientemente de que esta madre tenga una discapacidad y que haya gestado un hijo de manera violenta, no tengo motivo para matar a un chico que no tiene la culpa de esa situación. Yo desconozco las cuestiones legales. Lo veo como médico. La señora que es madre con discapacidad que está embarazada por una situación violenta no tiene por qué decidir sobre la vida del niño que se está gestando. Es un pensamiento mío. Todos los pensamientos son respetables y la decisión que se tome no la voy a juzgar, no soy quién para hacerlo. Acompañaré a la familia en lo que necesite, tal como lo he hecho y lo hago diariamente. Para juzgar, están los jueces; nosotros estamos para acompañar.
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Y los legisladores estamos para redactar las leyes que aplicarán los jueces. (Aplausos.)
La diputada Mayra Mendoza le pregunta a Carolina Atencio a partir de su experiencia por el trabajo en una consejería de salud sexual en el conurbano bonaerense, qué hace ante una mujer que quiere interrumpir su embarazo.
Tiene la palabra la palabra la señora Atensio.
La diputada Mayra Mendoza le pregunta a Carolina Atencio a partir de su experiencia por el trabajo en una consejería de salud sexual en el conurbano bonaerense, qué hace ante una mujer que quiere interrumpir su embarazo.
Tiene la palabra la palabra la señora Atensio.
SRA. ATENCIO Señor presidente: tal como dije anteriormente la provincia de Buenos Aires no adhirió al protocolo de interrupción de abortos no punibles. Tiene un protocolo propio que no es tan amplio como el del Ministerio de Salud de la Nación.
Luego de escucharlas, contenerlas, quizás abrazarlas -es lo que muchas necesitan- tratamos de hacer la derivación a la Capital. En Quilmes, tal como dije anteriormente, el único hospital provincial es objetor de conciencia. Entonces no se puede derivar a ningún centro de salud de la zona y tratamos de derivarlas a la Capital Federal si están dentro de las causales de aborto no punible para que sean acompañadas desde los centros de salud que, como todos saben, hasta las doce semanas se hacen acompañamientos por causales. Esta es la forma en que trabajamos.
Luego de escucharlas, contenerlas, quizás abrazarlas -es lo que muchas necesitan- tratamos de hacer la derivación a la Capital. En Quilmes, tal como dije anteriormente, el único hospital provincial es objetor de conciencia. Entonces no se puede derivar a ningún centro de salud de la zona y tratamos de derivarlas a la Capital Federal si están dentro de las causales de aborto no punible para que sean acompañadas desde los centros de salud que, como todos saben, hasta las doce semanas se hacen acompañamientos por causales. Esta es la forma en que trabajamos.
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY La diputada González le consulta a Andrea López por qué cree que le ganó la emoción al hablar de una realidad que vive cotidianamente en su práctica profesional.
Tiene la palabra la señora Andrea López.
Tiene la palabra la señora Andrea López.
SRA. LÓPEZ Señor presidente: me ganó la emoción al escuchar las barbaridades de aquellos que se dicen defender la vida y que no piensan en la vida de mis pacientes. Además, me surgió bronca por la hipocresía de esas personas que dicen locuras, como que las que abortamos cometemos un genocidio, y porque nos quieren conmover con ecografías, con imágenes que no sabemos de dónde sacaron ni dónde están trucadas porque ninguna mujer no aborta de esa manera sino que lo hace con misoprostol antes de las catorce semanas.
Nos conmueven con malformaciones y con un montón de cuestiones. Ni siquiera las mujeres con las que trabajamos en el sistema público de salud acceden a esos estudios ni a esos diagnósticos. A veces se enteran en el parto que tienen un bebé con una malformación, jamás pudieron elegir. Están muy lejos de la realidad.
Entonces me conmueve pensar en nuestras pacientes, pensar en las mujeres que pierden la vida y pensar en las mujeres silenciadas. Acá se habla de pena de muerte cuando una mujer aborta. Yo creo que las únicas mujeres que están sufriendo una pena de muerte son las mujeres que mueren por abortos clandestinos, a quienes el Estado las obliga a esa situación y no tienen otra escapatoria. Entonces sí, desde ese lugar, seguro.
Pero por otro lado, me voy muy contenta, quiero saludar a todas las compañeras que trabajamos en salud que participaron hoy en este debate. Me voy con muy ricas experiencias, nos conocemos de encuentros y de un montón de situaciones en las que venimos peleando. Repito, como lo dije hoy, yo creo que este derecho lo vamos a conquistar, no acá en el recinto, sino en nuestros lugares de trabajo, en las calles, en el hospital público, en todos los lugares a donde podemos participar.
Nos conmueven con malformaciones y con un montón de cuestiones. Ni siquiera las mujeres con las que trabajamos en el sistema público de salud acceden a esos estudios ni a esos diagnósticos. A veces se enteran en el parto que tienen un bebé con una malformación, jamás pudieron elegir. Están muy lejos de la realidad.
Entonces me conmueve pensar en nuestras pacientes, pensar en las mujeres que pierden la vida y pensar en las mujeres silenciadas. Acá se habla de pena de muerte cuando una mujer aborta. Yo creo que las únicas mujeres que están sufriendo una pena de muerte son las mujeres que mueren por abortos clandestinos, a quienes el Estado las obliga a esa situación y no tienen otra escapatoria. Entonces sí, desde ese lugar, seguro.
Pero por otro lado, me voy muy contenta, quiero saludar a todas las compañeras que trabajamos en salud que participaron hoy en este debate. Me voy con muy ricas experiencias, nos conocemos de encuentros y de un montón de situaciones en las que venimos peleando. Repito, como lo dije hoy, yo creo que este derecho lo vamos a conquistar, no acá en el recinto, sino en nuestros lugares de trabajo, en las calles, en el hospital público, en todos los lugares a donde podemos participar.
SR. PRESIDENTE LIPOVETZKY Les quiero agradecer a todos los expositores y a todos los diputados que estuvieron aquí presentes y también a quienes la vieron por todos los medios de comunicación digitales. Hemos tenido una jornada muy extensa.
Muchísimas gracias a todos los expositores, realmente nos han respondido y nos han ilustrado con valiosas experiencias y conocimientos. Muchísimas gracias y esperamos aquí a todos los diputados, el martes que viene, para una nueva jornada de debate como lo venimos haciendo, con mucho respeto, con altura, y dando una muy buena muestra de cómo se pueden debatir estos temas con profundidad y respeto en el Congreso de la Nación. Muchísimas gracias, buenas noches. (Aplausos.)
Muchísimas gracias a todos los expositores, realmente nos han respondido y nos han ilustrado con valiosas experiencias y conocimientos. Muchísimas gracias y esperamos aquí a todos los diputados, el martes que viene, para una nueva jornada de debate como lo venimos haciendo, con mucho respeto, con altura, y dando una muy buena muestra de cómo se pueden debatir estos temas con profundidad y respeto en el Congreso de la Nación. Muchísimas gracias, buenas noches. (Aplausos.)
Es la hora 18 y 37.