Su enérgico repudio a las agresiones sufridas por los trabajadores de prensa María Belén López del Río y Santiago Ventura, de la Agencia Télam, durante la manifestación del 18 de abril de 2013 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Señor presidente:

El jueves 18 de abril de 2013, durante la manifestación callejera que tuvo lugar en la zona de Plaza de Mayo de la ciudad de Buenos Aires, un grupo de manifestantes agredió de manera verbal y física a la cronista María Belén López del Río y el camarógrafo Santiago Ventura, mientras desarrollaban sus tareas de cobertura noticiosa para la Agencia Télam. Como consecuencia del violento ataque, se registraron lesiones y resultó dañado su material de trabajo.

Tales actitudes reflejan un sustrato de intolerancia que pone en duda el sentido cívico del reclamo. Las libertades consagradas en la Constitución Nacional deben interpretarse como un plexo de derechos interrelacionados en forma armónica y equilibrada. La potestad de peticionar a las autoridades y de manifestar opiniones tiene clara raigambre en la tradición democrática occidental y representa uno de los pilares cívicos del constitucionalismo argentino. Sin embargo, ni el ejercicio espurio ni el abuso de tales facultades queda habilitado, trátese de cualquiera de sus dimensiones, formal o material.

Los desacuerdos son materia prima de la construcción decisional republicana, pero enmarcados por condiciones de respeto mutuo. Luego, las intimidaciones referidas no deben soslayarse, por su grave significado. Gravedad que reside en la deslegitimización del disenso, a manos de sectores recalcitrantes, los mismos que acusan supuestas situación de peligro de la libertad de expresión en nuestro país, paradojalmente.

Más allá de las circunstanciales diferencias políticas e ideológicas, corresponde a los representantes del pueblo expresar nítida posición sobre los hechos presentados. El propio concepto de libertad de expresión está en juego cada vez que, como en ésta, se tergiversan sus fundamentos y efectos.

Quien atente contra los derechos elementales, acallando la voz del otro, merece enérgico rechazo. Especialmente cuando se ampara en la impunidad del anonimato multitudinario.

Por dichos motivos solicito a los legisladores su acompañamiento al presente proyecto de declaración.