ARTICULO N° 1: Sustitúyase el inc. e) del art. 8 de la ley 14.878, el que quedará redactado de la siguiente forma:

"Adoptar las medidas necesarias para el mejor y mayor desarrollo y perfeccionamiento de la producción, la industria y el comercio vitivinícolas, pudiendo regular la implantación de las variedades codificadas por el Instituto, con el objeto de mantener el equilibrio en el mercado de las provincias productoras. Tales medidas deberán disponerse por un determinado tiempo, y sólo, bajo circunstancias excepcionales, las que serán establecidas por este Instituto con el acuerdo explícito de las provincias productoras.-

ARTICULO N° 2: Comuníquese al Poder Ejecutivo.-

Señor presidente:

El presente proyecto concede la facultad al Instituto Nacional de Vitivinicultura de reglamentar por tiempo determinado y bajo circunstancias excepcionales, la implantación de variedades -por él reconocidas-, que vayan siendo exigibles en el mercado, con el sólo objeto de evitar se repitan los desequilibrios que muestra la historia.-

Evidencia de lo expresado, el cambio producido en la superficie de viñedos implantada, la que ha ido variando a través de los años. Durante 1887 y 1895, la misma se incrementó en un 15% anual; entre 1907 y 1911 en un 20%; estabilizándose en un incremento del 2% anual, durante los años 1912 a 1938. Entre 1940 a 1960, sólo se evidenció en un 3,5% anual. Todo ello afectado por los comportamientos inestables en la economía de la venta del vino, los que cada vez fueron más agudas y frecuentes.-

En algunas oportunidades la superficie implantada aumentó gracias a los beneficios impositivos, los que permitieron que entre los años 1972 y 1973, se manifestara un incremento de 10,5% anual, mostrándose, en otras oportunidades, notorias disminuciones como en 1978/1979. (Datos extraídos de la Revista Vinífera, Ed. Por INV 1992).-

Estas crisis recurrentes evidenciaban una falta de planificación en el sector de libre producción, demandando modificaciones sustanciales y, la inevitable intervención del Estado con políticas regulatorias, para de ésta forma lograr un precio que hiciera sustentable la actividad. Ejemplo de ello resultaron las leyes 20.737/74 (prorrateo de los despachos de los vinos de mesa de consumo), la ley 21.609/77 (bloqueo y prorrateo a la salida al consumo interno de vinos de mesa. Ello mejoró notablemente las condiciones de mercado, la situación de los productores y por ende el precio del vino.-

Dentro de esos avatares, se dispuso la creación del Instituto Nacional de Vitivinicultura (1959), como autoridad de aplicación de las leyes que instrumentaban las regulaciones del mercado, con el objeto de elevar el precio del vino y los ingresos del sector.-

Dentro de su ámbito, éste posee la misión de velar por la actividad y delimitar claramente las regiones productoras, registrar los viñedos y bodegas que industrializan vino, como así también componer el marco regulatorio, y la ejecución de planes y programas de control para la genuidad de los productos vitivinícolas en las etapas de producción, elaboración, fraccionamiento y comercialización. (Extracto de la pag. INV. Org.arg).-

Surgen clara y palmariamente los cambios producidos en el mercado, a raíz de la intervención del Estado. Sirva de ejemplo lo acontecido en la década del 60, época en que se aplicaron políticas de desgravación impositiva para las áreas implantadas con vid, ello originó un aumento considerable en la producción, pero un descuido en la calidad, y por ende un bajo precio. (entre 1961 y 1077 la superficie cultivada con vid aumentó un 40%)

En los 70, el consumo del vino decrecía, y el Estado intervenía a través de una política reguladora de precios sostén, comprando excedentes a través de una bodega estatal Giol. Estas medidas regulatorias, mal asimiladas, fomentaron que las bodegas pusieran su esfuerzo en la cantidad y no en la calidad.-

En la década del 80, la actividad estuvo nuevamente subsidiada, lo que trajo una vez más, el problema de los excedentes de vino, ante una demanda deprimida.-

En los 90, el estado aparece incentivando la producción, nuevamente con políticas impositivas diferidas en el tiempo, lográndose la inclusión de nuevas variedades y de formas modernizadas de producción.-

En resumen, en los últimos veinte años, la vitivinicultura en Argentina, ha tenido una profunda transformación cualitativa tendiente a alcanzar un notable mejoramiento de competitividad, sin perjuicio de las recurrentes crisis de la actividad, que en definitiva apelaban al apoyo necesario del Estado. Por ello resulta imperioso, en casos de excepción, proveerle la facultad de evitar por medio de la regulación de la implantación de vides, que se produzcan idénticas consecuencias a las que ha mostrado el devenir histórico.-

Ello está estrechamente vinculado a la evolución de la ciencia y la tecnología, a la alta preparación de los recursos humanos, y a los diferentes cambios que requieren los factores que constituyen nuestro propio desarrollo.-

La vitivinicultura es una actividad económica que responde a la realidad de un país, de una región o del mundo, siendo un factor de desarrollo porque genera riquezas, fuentes de trabajo y el uso permanente de las diversas tecnologías que aseguran la competitividad y la optimización del propio recurso.-

Resulta necesario, entonces, establecer una política reguladora de implantación de variedades, con el objeto de salvaguardar las condiciones de competitividad y mantener a la Argentina como uno de los mejores productores de vinos.-