Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo, a través de la autoridad correspondiente, arbitre las medidas necesarias tendientes a promover la incorporación de las denominadas "razas bovinas africanas" para el desarrollo estratégico ganadero del Norte Grande Argentino (NEA- NOA).

Señor presidente:

En el continente africano los bovinos son utilizados para producción de carne, leche y trabajo, pero debido al bajo nivel tecnológico de su sistema de producción la productividad de los animales resulta muy baja. Las poblaciones de bovinos nativos están generalmente adaptadas para sobrevivir y reproducirse en un ambiente hostil gracias a cualidades tales como habilidad materna, capacidad de recorrer grandes distancias, economía de agua, tolerancia al calor y enfermedades y habilidad para vivir con alimentos de baja calidad. Ello redunda en bajas tasas de crecimiento, maduración tardía y conformación corporal más pequeña.

Existen un gran número de razas y en todos los casos son muy distintos del Bos taurus europeo y del Bos indicus asiático, distanciados por un largo tiempo y por el ambiente en el cual evolucionaron. Es por eso, que hoy representan una fuente rica única de material genético para uso en regiones tropicales y subtropicales. La utilización de este material hoy es posible gracias al control de enfermedades, sobre todo por la posibilidad que nos brindan los embriones de trasladar individuos genéticamente completos que ocupan un pequeño espacio y minimizan el riesgo de transmitir enfermedades.

Los vacunos africanos pueden clasificarse en cinco grupos de acuerdo a sus orígenes, características anatómicas y regiones en que se asentaron:

1) Ganado sin giba del norte y oeste: Deriva del ganado europeo (Bos taurus) en el Oriente Medio, posiblemente llevadas por nómades unos 200 años a.C. Tiene cuernos de diversa longitud, de cuerpo pequeño y gran rusticidad. Supera a los cebuinos en precocidad sexual y calidad de carne, pero en regiones con alta temperatura demuestra intolerancia al calor, menor vitalidad de los terneros al nacer y debilidad ante los ecto y endoparásitos.

2) Razas cebú del oeste: Se origina en ganado de Asia (Bos indicus) y fueron llevados y criados por tribus nómades o seminómades. Se calcula su llegada 700 años d.C. Tienen cuernos de distinta longitud, algunos forma de lira, y con giba bien marcada. Sus cruzas se caracterizan por la resistencia al calor y a los ectoparásitos, facilidad de parto, longevidad, bajo desempeño reproductivo y menor terneza de la carne en comparación con las haciendas de origen británico.

3) Razas cebú del este: Ingresaron desde la India (Bos indicus), posiblemente por Egipto 2000 años a.C. Se caracterizan por tener un tamaño muy pequeño, cuerpo profundo, con patas cortas, cuernos cortos, papada grande y giba de diversos tamaños hasta nula.

4) Razas Sanga: originadas posiblemente por cruzas entre cebú y ganado europeo, se asentaron en el sur de África alrededor de 8000 años a.C., hecho corroborado a través de los petroglifos hallados. El prototipo Sanga presenta cuernos desde nulos a muy largos, tamaño mediano, patas largas, muy productivos, con una giba pequeña y por delante de la cruz, lomo hundido y anca inclinada. Se caracterizan por combinar tolerancia al calor, calidad de carne, fertilidad y mansedumbre.

5) Razas cruzas entre Sanga y cebú: Están asentadas en el este de África e isla de Madagascar. Tienen características intermedias.

En los últimos 50 años alguna de estas razas bovinas africanas, al ser cruzadas con europeas puras, dio origen a nuevas razas sintéticas como Bonsmara, San Ignacio y Senepol. La Bonsmara comenzó a desarrollarse tras la llegada de embriones desde Sudáfrica entre los años 2004 a 2007 los que fueron implantados en vacas receptoras, dando inicio a la creciente presencia de un biotipo con gran aptitud carnicera, tal como se evaluó recientemente en los INTA-Anguil y Castelar.

Sin duda, las razas Sanga ameritan una consideración especial a la hora de elegir la genética africana más afín con las condiciones argentinas. En tal sentido, el sur de África tiene características climáticas similares a las de la región chaqueña sudamericana. Esto queda confirmado en el hecho que un gran número de géneros de árboles tienen especies nativas en ambas regiones y porque el continente africano está dotado con la población de gramíneas forrajeras más abundante del mundo. En particular, la región de la sabana sudafricana aporta material genético forrajero que es utilizado hoy exitosamente en el subtrópico sudamericano. Son ejemplos el pasto llorón, la grama Rhodes, Gatton Panic, Buffer grass, entre otros.

El inicio de las investigaciones sobre las razas bovinas africanas comenzaron hacia fines de la década del '80 gracias a la visión del ingeniero agrónomo Oscar Melo, ex decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Católica de Córdoba y presidente de la Asociación de Criadores de Ganado Sanga Africano, quien realizó la primera visita a África para observar distintos tipos de ganado Sanga africano y de forrajeras para la alimentación. De esta manera, dio inicio a las investigaciones in situ de razas que podían adaptarse a las condiciones climatológicas del norte argentino.

El interés generado fue tal que el grupo de técnicos liderado por el Ing. Melo comenzó a pensar cómo importar semen desde África. Por las barreras zoosanitarias existentes entre ese continente y Argentina, la única forma fue traerlo vía Australia (Isla de Borneo), donde se habían implantado los primeros embriones Sanga. Sin embargo, los australianos no estaban dispuestos a vender su descubrimiento a la Argentina, un directo competidor en el mercado cárnico. Entonces, se realizó una triangulación de la operación vía Canadá para que la genética llegara finalmente al país.

En 1992 fueron probados en la Universidad Católica de Córdoba los primeros embriones importados. Se formuló un programa de cruzamiento que medía la habilidad combinatoria de la raza Sanga con las que se utilizaban en Argentina. "Los resultados fueron muy buenos", recordó el ingeniero Melo. Por eso, volvió a África y repitió la experiencia australiana de congelar embriones. Fue un emprendimiento conjunto con una empresa canadiense que se interesó por el proyecto de desarrollo de razas africanas en el norte argentino. Para esa época, ya se había descubierto una técnica internacional que evitaba la transmisión de enfermedades.

Allí recién comenzaba el trabajo con razas originarias de África, como la Tuli, donde los académicos empezaron a pensar en crear razas sintéticas. En este sentido, la Asociación de Criadores de Ganado Sanga Africano utiliza una selección por parámetros productivos y ya con genética argentina se están desarrollando varios programas de crianza y rigurosa elección para las razas Tuli (pura) y San Ignacio (cruzas).

La lógica inspirada en el plan del profesor Jan Bonsma (creador del Bonsmara en 1937) funcionó a la perfección. Con genética derivada de mejores razas, los zootecnistas argentinos lograron terminar de dar forma a un plan moderno a través de la biotecnología.

Singularmente, desde hacía casi cuarenta años estaba instalado en Argentina el promisorio potencial del Norte Argentino para producir carne. La tierra estaba, pero hacía falta tecnología. Nada era cuestión de capricho, sino de una íntima convicción y de toda la experiencia y visión necesarias.

Por las razones expuestas, señor Presidente, y por considerar estratégico para el Norte Grande Argentino promover el desarrollo de la ganadería vacuna subtropical a través de la incorporación de las razas multipropósito africanas, solicito el acompañamiento de mis pares para la aprobación del presente proyecto de declaración.