ENERGIA Y COMBUSTIBLES
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PROYECTO DE RESOLUCION
Expediente: 4752-D-2015
Sumario: EXPRESAR PREOCUPACION POR LOS REITERADOS CORTES DE SUMINISTRO ELECTRICO.
Fecha: 01/09/2015
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 112
Expresar su extrema preocupación
por cómo se compone el consumo de energía eléctrica en la Argentina lo cual
puede producir constantes cortes de electricidad, emergencia y default.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
En diciembre de 2014, el avión de
carga más grande del mundo, un gigante de fabricación rusa marca Antonov,
aterrizó tres veces en el Aeropuerto de Ezeiza.
Fue la delicia de los fanáticos de la
aeronáutica que miraban cómo aquella ballena voladora levantaba su trompa para
que bajen los módulos de tres subestaciones eléctricas que el Estado compró en
Portugal a través de la distribuidora Edesur.
Se pagó un millón de dólares por
cada uno de los fletes, además de otros 50 millones por cada subestación. Se
presentó como un avance energético y hasta se envolvió aquella carga con
banderas con la inscripción Presidencia de la Nación. Nada se dijo que esos
equipos se podrían haber fabricado en el país si se hubiese planificado. Pero era
diciembre y en la Argentina de los calores reina la urgencia.
El caso del Antonov sirve para ilustrar
que la imprevisión y la emergencia dominan el mundo de la energía eléctrica. Fue
quizá la crisis más anunciada de todas, sin embargo el Gobierno no la evitó. La
Argentina tiene cada vez más cortes de electricidad, y lo que es peor, las
interrupciones son por un período más largo de tiempo y en cualquier época del
año.
A diferencia de antes, esta vez los
problemas se sienten en la distribución, la última parte del cable que lleva la
electricidad de un transformador a los domicilios particulares. En ese tramo de la
red, la inversión se retiró hace tiempo. Las principales distribuidoras, Edenor y
Edesur, tienen la tarifa congelada desde hace tiempo. En las 26 restantes que hay
en el interior, la remuneración que paga la demanda (los usuarios) no alcanza para
mantener un nivel de prestaciones aceptable. Desde hace tiempo, gran par de
estas empresas no paga lo que vende: electricidad.
Daniel Montamat, ex secretario de
Energía y socio del estudio Montamat & Asociados, dice que el deterioro de la
calidad del servicio se dio por falta de inversiones. "Tal vez estas cifras den
perspectiva. La demanda de electricidad del país en 2014 pagó US$ 2716 millones
y la oferta que generó los electrones facturó 10.325 millones (eso da una idea del
costo). Los subsidios eléctricos (la diferencia) sumaron 7609 millones de dólares."
Con esos números, el dinero que podía haber ido a inversión termina por solventar
el costo para que el sistema funcione tal como está.
"Esos subsidios dan idea de la
distorsión de precios, pero también muestran que la tarifa no remunera la
inversión, ni siquiera los costos operativos. Las empresas distribuidoras ya no
deciden dónde invertir y ni siquiera les alcanza para sus costos operativos; la
inversión prioritaria se decide en acuerdo con el Gobierno y se ejecuta por
fideicomisos, al menos en la jurisdicción de Edenor
y Edesur", completa. Las
distribuidoras provinciales, que antes disponían aumentos en el valor de
distribución en sus jurisdicciones, desde hace dos años y con la intención de
nivelar tarifas y evitar aumentos regionales perdieron esa facultad, y ahora
dependen de fondos públicos para invertir en la calidad del servicio. Esto retrasó
las inversiones en muchas provincias.
Andrés Chambouleyrón, un
economista especializado en servicios públicos, tiene otros números que
cuantifican lo que sucede. En la zona metropolitana, desde 2004 la duración
promedio de los cortes aumentó más de 200%, mientras que la frecuencia de los
cortes -veces por año- también subió.
En 2004, un usuario promedio tenía
4,6 cortes por año. El Índice de Duración de Interrupción Promedio del Sistema
(Saidi) de entonces era de 8,75 horas. En 2014, último dato procesado, la cantidad
de cortes se duplicó y pasó de aquel 4,6 a 9,14 veces por año. El tiempo del
apagón promedio se cuadruplicó y ya llega a 31,6 horas. No sólo eso. Las primeras
consecuencias para los usuarios domiciliarios de la crisis -la industria tiene cortes
desde 2006- eran los cortes en los días de calor. Pues ahora es todo el año.
Foto: LA NACION
Según datos oficiales que compila el
Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE), en julio de 2014 se registraron
65.034 reclamos por falta de suministro y 315 por cortes reiterados. Era invierno,
épocas en las que solía faltar gas no luz. En enero pasado, el primero llegó a
83.225 mientras que el segundo indicador a 379. En junio de 2015, última planilla
a la que LA NACION accedió, las denuncias por cortes fueron 78.605 y los
reclamos por reiteración llegaron a 325. Problemas que ya no conocen de
estación.
Según cuentas de operadores del
sector, sólo en el área metropolitana se necesita un flujo de inversión constante de
400 millones de dólares por cinco años para revertir el deterioro y volver a los
estándares de calidad de hace 10 años. "Doscientos millones más de lo que se
invierte ahora por distribuidora", dice Cristian Folgar, ex secretario de
Combustibles.
Cambouleyrón resume el origen del
problema en una palabra: falta de inversión. "No se invirtió lo necesario ni en
generación ni en distribución. Y la prestación se deterioró al punto de que hay más
cortes y más largos", dice.
Qué sucedió para llegar a este
momento de cortes que un experimentado consultor graficó como hongos que
aparecen después de la lluvia: "Por cualquier lado".
En principio se retiró la inversión. Los
ministros de Planificación Federal y de Economía, Julio De Vido y Axel Kicillof
respectivamente, saben que en los
Servicios públicos la plata para la
inversión la ponen los usuarios, mediante la tarifa, o el Estado. Puede haber
financiamiento, pero lo pagarán unos u otros. Nunca nadie en la Tierra inventó
otra forma.
Desde que el kirchnerismo llegó al
poder, los usuarios domiciliarios vivieron en una burbuja tarifaria. La electricidad
domiciliaria, para la gran mayoría, vale por bimestre lo mismo que un par de kilos
de pan. Al menos desde 2006, la industria y los grandes comercios sobrellevaron
cortes en verano y en invierno, costearon sus inversiones para lograr más energía
y además aportaron dinero, mediante cargos específicos que se destinaron a la
escasa inversión en el sector. La crisis se tornó invisible en las grandes ciudades.
Los industriales la padecieron con ese irritante silencio que acostumbraron a
guardar en los últimos años. Más aún, la gran mayoría de ellos la negaron si eran
consultados.
Con tarifas congeladas, las
distribuidoras pasaron de la ganancia al equilibrio y del equilibrio a la quiebra
técnica. La memoria y balance de Edenor muestra la precariedad del sistema. En
2014, la compañía tuvo una pérdida contable de $ 780 millones y un déficit
operativo antes de reconocimiento de mayores costos de 2525 millones. Desde
julio de 2014, un contrato de mutuo con la comercializadora mayorista de energía
Cammesa -una compañía cuyos hilos se manejan desde el Ministerio de
Planificación Federal-, es la manera que se fondea para pagar los sueldos. En
2014, por caso, la paritaria acordó un 30%
de aumento de sueldos más 2,14%
por año de antigüedad. La nómina creció alrededor de 50%. Ya no alcanza el
dinero que recaudan para pagar los sueldos. Mucho menos, para invertir.
El sector eléctrico tiene tres actores:
generadores, transportistas -redes de alta tensión- y distribuidores. Allí funciona
Cammesa, la empresa que comercializa la energía. Las generadoras venden y las
distribuidoras compran a este mayorista. El transporte, la tercera pata del
esquema, está operado por Transener, una empresa cuyos dueños son Pampa
Energía (accionista mayoritario), Electroingeniería y el Estado.
Desde hace tiempo ya nadie le paga a
Cammesa la energía. Asientos contables, pagarés y mutuos van y vienen. Saben
que nadie los pagará, pero igual se firman. Sólo por citar un ejemplo, Edenor
registró en su último balance un deuda de 2257 millones de pesos. Allí está la
nube negra de los subsidios.
La red al límite
Los cables se resintieron. Sólo los
aires acondicionados vendidos en los últimos dos años se llevan lo que produce
una de las centrales nuevas. Cualquier lector que haya llegado hasta este lugar de
la nota puede hacer un ejercicio muy simple: levantar la vista y mirar qué es lo
que pasa en su casa. Se topará, seguramente, con varios aparatos más
enchufados que hace 15 años. Quizás
haya cambiado los cables para que el
aire acondicionado funcione en soledad en una fase y no comprometa toda la red.
Quizá, con todo enchufado, plancha incluida, salte la llave térmica. El
procedimiento que sigue es conocido por todos: corte y oscuridad, a desenchufar
algo, subir la palanca y hágase la luz.
Nada distinto a esta situación
doméstica ocurre en las ciudades. La térmica son los transformadores
desperdigados por todos lados, enterrados o en gabinetes, que sirven de fusible y
que alimentan a tres o cuatro manzanas. Más aparatos se enchufan, más se exige
la red, hasta que finalmente, esa zona se desconecta automáticamente. En verano,
la cosa es peor. El calor que toman todos estos conductores impide el
restablecimiento inmediato. Y esto si hay suerte y el transformador no se quema
por la sobre exigencia.
Ahí llega otro problema: las cuadrillas
y sus reclamos gremiales por reencuadramiento o incorporación a la planta de las
distribuidoras. Todo puede suceder en la Argentina de los subsidios, hasta que los
gremios peleen por incorporar empleados a dos empresas que no pueden pagar
los sueldos. Pero no importa, aporta el e Estado con los subsidios.
Barrios que no tenían problemas
comenzaron a tenerlos. Cambió la densidad poblacional de enormes sectores de
las ciudades producto del reemplazo de las casas por departamentos. De una a 40
familias en los mismos metros cuadrados; de un aire acondicionado a 40; de un
par de celulares a ochenta.
"Creció mucho la demanda de
electricidad para calefacción por los artefactos frío/calor. Son baratos, fáciles de
instalar y dan una sensación relativamente rápida de confort", dice Folgar.
Durante el último tiempo, el invierno
pasado en particular, las tarifas de gas subieron en función del mayor consumo,
pero las eléctricas (Edenor y Edesur) no movieron sus números. Lo que sigue es
sentido común: se apagaron los aparatos a gas y se encendieron los
eléctricos.
El verano es conocido: manda el
aumento de confort. Bajó el costo de los aparatos y las tarifas siguen bajas.
La descoordinación manda en este
mundo donde debería gobernar la planificación. "Las redes de distribución están
saturadas y las obras no solo son costosas sino que llevan mucho tiempo.
La única solución estable es aumentar
la capacidad de distribución de las redes. Eso es caro y lento.
Por eso el Estado intentó minimizarlo
con las unidades móviles que están estacionados por todas las ciudades, pero ese
esquema no da para mas", agrega Folgar.
En las redes más aisladas,
típicamente las rurales, el problema es falta de mantenimiento. "En algunos casos
no hay plata ni para podar árboles. Ante cada tormenta los árboles tocan los
cables y saltan fusibles, que encima luego por falta de cuadrillas cuesta
reemplazar" agrega el ex secretario de Combustibles.
Se podría haber hecho mantenimiento
preventivo, es decir, crear condiciones de infraestructura para que los sucesos no
ocurran. Pero esta manera de hacer las cosas es cara y requiere planificación. No
hay banco que financie a las distribuidoras y la inversión está a cargo del Estado.
Jamás se decidieron esos planes de largo plazo. Lo que queda es la emergencia:
actuar después del corte.
En eso está el Gobierno, obligado por
los apagones del verano de 2013 y 2014. El año pasado se invirtieron 4000
millones de pesos, aproximadamente, en la zona metropolitana. Mucho de ese
dinero se utilizó para comprar y hacer funcionar generadores que inyectan energía
adicional a lugares sobre exigidos. Esa energía, que se produce con la quema de
combustibles líquidos, es cara e ineficiente. Es una salida rápida ante un suceso,
claro está, pero no avanza sobre el problema de fondo.
Ningún técnico serio cree que hay
solución en el corto plazo, aunque todos conocen la fórmula: planificar, invertir y
sobre todo, esperar. Y una cosa más, rogar que la temperatura esté en los
soñados 18°C. Es el meridiano ideal
donde no hace falta ni aire frío ni
caliente. Es el lugar donde los ánimos se calman.
Fuente: LA NACION 30/8/2015
Po r todo lo expuesto, es que vengo a
solicitar de mis pares la aprobación del presente proyecto.
Firmante | Distrito | Bloque |
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BIANCHI, IVANA MARIA | SAN LUIS | COMPROMISO FEDERAL |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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