Solicitar al Poder Ejecutivo Nacional que, a través del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, y en acuerdo con el Consejo Federal de Educación y el Consejo de Universidades, gestionen la incorporación de contenidos y de entrenamiento en el abordaje de la problemática del consumo de sustancias y su prevención, tanto en los planes de formación docente como en los cursos de actualización, de todos los niveles educativos.

Señor presidente:

Lamentablemente, las adicciones son un problema instalado en nuestra sociedad, y la escuela no es ajena a ello.

Argentina “se ubica dentro de los países con mayor consumo de alcohol y de marihuana en la región.” Según los estudios del OAD -Observatorio Argentino de Drogas- dependiente de la SEDRONAR, podemos decir que tenemos altos índices de consumo de alcohol, y la edad de inicio ha sufrido un corrimiento, que hoy se ubica en los 11 años de edad.

El Estado tiene responsabilidad para tratarlo desde el punto de vista social, de la salud pública y de la educación.

Pero no se trata solamente de difundir qué tipos de drogas hay, las consecuencias que trae su consumo, o cómo y dónde tratar las adicciones.

Aquí advertimos la necesidad de que, frente al problema de las adicciones, el docente tenga el conocimiento adecuado y maneje las herramientas para proceder.

Ellos son la primera línea de acción, y tienen a su cargo mucho más que impartir enseñanza. Así como afrontan los problemas sociales e individuales que los alumnos llevan a la escuela –y cuentan para eso con la ayuda de los departamentos psicopedagógicos, comedores, asistentes sociales, etc.-, deben hacer lo propio con las adicciones.

No pueden ser espectadores, o eximirse de hacer algo fundándose en que se trata del ámbito íntimo del alumno y su familia. La reacción adecuada cuando ya existe el problema en el ámbito educativo tiene gran impacto, pero obliga a tener conocimientos especializados.

Son situaciones que dan temor, rechazo, inseguridad, angustia, y es preciso asegurar que la reacción que se tenga no lleve a la exclusión del alumno. En la gran mayoría de los casos, actúan según su buen criterio les indica, pero no siempre tienen a su alcance los instrumentos adecuados y profesionales, con los que podrían contar, y el entrenamiento adecuado, sobre todo lo cual hay suficiente trabajo realizado en el país.

Debemos destacar que quienes se acercaron para sensibilizarnos sobre esta temática fueron los miembros del Centro de Educadores de San Fernando (Provincia de Buenos Aires), adherido a la Federación de Educadores Bonaerenses – FEB, quienes vienen trabajando estrechamente con el Equipo Técnico de Educación de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas –SEDRONAR-, en distintas instancias, como fueron las jornadas realizadas en esa ciudad los días 3 de julio y 4 de setiembre del corriente.

Ellos nos han dicho: “La complejidad que se desprenden de distintos factores que, construyen la vulnerabilidad desde lo personal y lo colectivo están atravesados por distintas formas de supervivencia, que muchas veces terminan en el consumo de adicciones.” “Desde el Centro de Educadores de San Fernando, adherido a la FEB, consideramos que, es crucial, responder entre todos a la temática de situaciones conflictivas, tanto en lo alimenticio como en la prevención de adicciones.” “Es indispensable, la formación de los Docentes, en los Institutos de Formación Docentes, Universidades, y todos los ámbitos donde estos se desarrollen, en esta temática.”

Son muchas ya las provincias que tienen implementado un protocolo de intervención. Preguntarse con qué regularidad concurre a la escuela un alumno, llega tarde o muy cansado, tiene inasistencias que no pueden correlacionarse con una gripe u otra enfermedad común, cómo se relaciona con sus compañeros y docentes, ha habido cambios en su conducta, se mostró violento, indolente o se quedó dormido en clase, puede llevarnos a sospechar que hay un problema de consumo inapropiado de drogas.

Y obviamente tener pautada una forma de reaccionar, a qué instituciones darles participación o de qué manera afrontar el tema con la familia, es imprescindible, pero también es preciso que haya un entrenamiento y una internalización de estos conocimientos, por lo que su incorporación como parte de la curricula de las carreras de formación docente que fuera –superior o universitaria- así como en los cursos de actualización es fundamental. Justamente las especialistas del SEDRONAR señalaron que, en su actividad en distintas jurisdicciones del país, y aún en los casos en qué sí hay un protocolo o guía, falta la formación institucionalizada de los docentes.

Hay muchas otras sugerencias para hacer al respecto, como los proyectos de tutores y de estudiantes preventores y promotores de salud integral. Y de hecho, reiteramos que se han ido generando un estado cada vez más consiente de la problemática. Vayamos, pues, por la formación de nuestros docentes.

Por lo expuesto, invito a los Sres. Legisladores a acompañar el presente proyecto.