Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo Nacional, a través de los organismos correspondientes considere declarar al año 2018, como “Año del Centenario de la Reforma Universitaria Nacional”, acontecimiento histórico originado en el año 1918.

Señor presidente:

Argentina en el año 1918 fue testigo de un profundo cambio donde la modernidad marcó presencia para abrirse espacio frente a una élite conservadora. La tan ansiada reforma de aquel año, como modelo, ha sufrido a lo largo de la historia de la universidad argentina modificaciones y confrontaciones que nos deben llevar en la actualidad a repensar el rol que deben cumplir.

En el aspecto histórico, el positivismo como proyecto cultural se instaló en la Argentina en el siglo XIX con prestigiosos políticos e intelectuales que discutían con la cultura tradicional católica hispana. Fue con la emergencia del partido radical que se produjo una escisión en los positivistas: los liberales y conservadores. En el plano universitario, en particular en la Universidad de Córdoba, los liberales se acercaron a los socialistas y los conservadores a los católicos.

Hacia mediados de la década del 10, existían en nuestro país tres universidades nacionales. La Universidad de Córdoba, nacida con los Jesuitas en 1613, la Universidad de Buenos Aires creada en 1821, por inspiración de Bernardino Rivadavia, y la Universidad de La Plata, creada en 1905 sobre la entonces denominada Universidad Provincial de La Plata por iniciativa de Joaquín V. González. En 1889 había sido creada la Universidad Provincial de Santa Fe que sería nacionalizada luego de la reforma universitaria.

En este marco los jóvenes reformistas no perdían de vista lo que sucedía en la Universidad de Buenos Aires y en particular en la Universidad de La Plata, la que será el modelo académico para ellos y referencia para confrontar con los docentes de Córdoba. Pero sobre todo no perdían de vista que, en Europa, en los últimos cien años habían sucedido la Revolución Francesa y Bolchevique y el pensamiento ilustrado tomado de la mano con la revolución industrial articulaba filosofía, ciencia y la técnica. Ese contexto fue la clave del impulso que concluirá no sólo con la trasformación de universidad mediterránea sino además el contagio que generará en América Latina.

Aquellos jóvenes supieron hacer de las alianzas una clave de sus fortalezas. Si recordamos, la rebelión tiene su punto de partida en unos pocos jóvenes estudiantes de medicina que frente al hecho de que las autoridades cierran el Hospital de Clínicas como residencia para ellos, dichos estudiantes protestan airadamente, pero al no lograr revertir la medida, comienzan a tejer una serie de alianzas con los otros estudiantes de otras carreras, para lo cual hubo que ampliar el abanico de reclamos; es allí donde aparece un programa universitario amplio y trasformador, aunque al no poder tampoco hacer efectivas estas nuevas demandas, es que van a las calles y se impulsa una alianza con los obreros.

En tiempos de globalización y con un nuevo panorama donde cada vez con mayor intensidad se tiende a elegir la educación privada por sobre la pública, es hora de repensar las políticas educativas de nivel superior en el marco de un nuevo aniversario de la histórica revolución de 1918.

Al cumplirse en el 2018, cien años de este acontecimiento histórico de suma relevancia, la autonomía, investigación y cogobierno, deberán ser nuevamente los ejes para obtener cada vez más profesionales que estén preparados para afrontar las exigencias del presente y futuro de nuestro país.

En este sentido, creemos necesario que el Gobierno Nacional actual reafirme públicamente el interés por mantener viva la educación pública y gratuita, los pilares que la fundaron y utilice en todas sus publicaciones oficiales el enunciado “2018, Año del Centenario de la Reforma Universitaria Nacional”.

Por los distintos fundamentos expuestos, solicito de mis pares la aprobación del presente proyecto de declaración.