Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo, a través del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, en el marco del Consejo Federal de Educación, analice e incorpore, de manera sistemática, la enseñanza de los derechos de los animales y los conceptos de tenencia responsable, bienestar animal, estado sanitario, alimentación adecuada y hábitat necesario que contribuyan a generar conciencia sobre necesidades de los animales y obligaciones éticas de la sociedad hacia estos, conforme a la normativa vigente y en todas las modalidades del Sistema Educativo

Señor presidente:

Desde los orígenes de la evolución, el hombre ha convivido con animales. Sin embargo, en los últimos años, ha surgido una verdadera “revolución animal”, debido a que los mismos han empezado a ser reconocidos por los ordenamientos jurídicos de muchos Estados.

Sin dudas, todas las personas tienen el derecho de poseer un animal doméstico, y beneficiarse con las consecuencias positivas que produce esta compañía, pero este derecho está fuertemente ligado a la responsabilidad de esa relación. Es decir, se debe tener plena conciencia de que las mascotas dependen en todos los aspectos y durante toda su vida de su propietario. Empero, si ello no ocurre, deberá ser el Estado el que inculque tal conciencia, a través de la enseñanza del concepto de tenencia responsable, e internalización de valores desde la primera edad. Podemos definir la tenencia responsable como la suma de deberes y obligaciones que deben cumplir los propietarios de mascotas, respecto de los mismos.

Cuando hablamos de “responsabilidad” dentro del área de bienestar animal, entendemos que es necesario proveer un medio ambiente adecuado, esto significa un lugar para vivir acorde a sus necesidades, a su tamaño y actividad física, además se debe tener en cuenta los lugares donde desarrollará sus necesidades básicas como comer, beber, dormir y hacer sus eliminaciones; como así también suministrar una alimentación adecuada a la especie, raza, edad, estado de salud, etc.; otorgarle atención veterinaria, necesaria tanto en el aspecto preventivo como curativo en las distintas etapas de la vida. También es necesario proveerle los niveles mínimos de contención y afecto, siendo totalmente incompatibles el mal trato, los abusos, la crueldad y el abandono. De esta forma se evita el riesgo que pudiere generar como potencial agresor o transmisor de enfermedades a la población humana, animal y al medio ambiente.

El estudio científico de la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal) sobre las conductas y necesidades de los animales, ha llevado a la determinación de cinco libertades básicas que deben ser aseguradas en su bienestar, las cuales enunciaré a continuación:

1. Estar libres de sed, hambre y desnutrición,

2. Estar libres de incomodidad, incluyendo molestias físicas y térmicas,

3. Estar libres de dolor, lesiones y enfermedad,

4. Libertad para expresar su comportamiento natural, y

5. No padecer temor o angustia.

El objetivo primordial del presente proyecto, es brindar a las personas, desde la primera edad, la educación necesaria para fomentar, por un lado, el aumento de adopciones responsables con el fin de disminuir los abandonos y los maltratos, lo que implica una tenencia responsable, y, por el otro, el fomento de la esterilización o castración de los animales de compañía, con o sin dueño, para evitar la proliferación.

Al evaluar los riesgos que derivan de la sobrepoblación de animales domésticos, incluyendo aspectos de salud pública, riesgos de salud animal y problemas de comportamiento, la esterilización y castración se convierten claramente en la opción más responsable.

La esterilización es un procedimiento quirúrgico por el que se impide la reproducción al animal, y puede realizarse tanto en machos (vasectomía) como en hembras (ligadura de trompas). En ambos casos se dejan intactos los órganos sexuales y el animal mantiene la conducta sexual, ya que no hay modificación de los procesos hormonales. La castración, por su parte, es la extirpación quirúrgica de los órganos sexuales. En los machos se extirpan los testículos (castración); y en las hembras los ovarios (Ovariectomía OV), u ovarios y útero (Ovariohisterectomía OVH). Los procesos hormonales desaparecen y el carácter del animal no sufre alteración (aunque en machos agresivos por dominancia sexual ésta puede llegar a desaparecer). Las hembras no tienen el celo.

Tanto la esterilización, como la castración minimizan comportamientos indeseables relacionados con las hormonas. La castración hace que el macho se vuelva más doméstico y no tenga la necesidad hormonal de vagabundear. Los perros en especial se convierten en mejores guardianes y compañeros, y son menos propensos a contraer enfermedades o sufrir lesiones, ayuda a reducir la necesidad de marcar territorio, y minimiza el comportamiento ansioso y agresivo lo que a su vez ayuda a disminuir la incidencia de mordeduras de perros.

Muchas personas creen que las crías de sus animales de compañía nunca se convertirán en animales abandonados, callejeros y sin hogar. La realidad es que muchos de estos animales que vemos divagar desamparados en las calles alguna vez tuvieron casa y dueño. Por medio de la esterilización y castración podemos prevenir que estos animales terminen en la calle.

El motivo más importante para esterilizar las mascotas es la prevención de sobrepoblación de animales domésticos, ya que la misma no es causada por muchos animales, sino por muchos animales en condiciones de engendrar. Por lo tanto, el fomento de esterilización y castración, son los componentes más importantes para poder lograr el manejo de animales callejeros a largo plazo.

Una perra sin esterilización puede procrear dos camadas cada año con seis a diez cachorros por camada y una gata sin esterilización puede procrear tres camadas cada año con cuatro a seis gatitos por camada. Si ésta y su descendencia sobreviven durante toda su edad reproductiva, tendríamos como resultado la producción de 67,000 perros en seis años y 420,000 gatos en siete años. Se estima que sesenta y ocho millones de perros y gatos terminan en refugios cada año. Recoger, dar refugio, alimentar y sacrificar a los animales sin hogar conlleva muchos gastos. Es por esto que mientras haya menos animales sin hogar, la comunidad gastará menos. Usualmente, los animales que no llegan a ser adoptados tienen que ser sacrificados y lamentablemente, cada año son más y más. Se estima que entre tres y cuatro millones de perros y gatos son sacrificados anualmente, esto es: uno cada ocho segundos.

La esterilización de mascotas debe estar disponible y ser accesible para la comunidad. Los dueños de mascotas deben aprender sobre la importancia de asumir responsabilidad por sus animales, y ellos necesitan leyes efectivas que provean una estructura y un apoyo para estos programas.

A nivel nacional e internacional contamos con una vasta normativa que da sustento a tal pretensión. En este sentido vale mencionar que la Constitución Nacional en su artículo 41 dispone “…las autoridades proveerán a la protección del medio ambiente, a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales…”.

La Ley Nº 2.786 del año 1891 declaró los malos tratamientos ejercitados con los animales como “actos punibles”, pasibles de penas de multa o arresto para las personas que los ejerciten. Más tarde, con la sanción de la Ley Nº 14.346, se impuso la pena de prisión “…al que infligiere malos tratos o hiciere víctima de actos de crueldad a los animales”.

La Ley Nº 22.953, declaró de interés nacional la lucha antirrábica, estableciendo diversas obligaciones y responsabilidades, tanto para las personas que tienen animales bajo su tenencia, como para las autoridades competentes.

La Declaración Universal de los Derechos de los Animales, del año 1977, adoptada por la O.N.U. (Organización de las Naciones Unidas) y por la U.N.E.S.C.O. (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), en su artículo 3° dispone que “ningún animal será sometido a malos tratos ni a actos crueles, y que si es necesaria la muerte de un animal, ésta debe ser instantánea, indolora y no generadora de angustia”. De igual modo, en su artículo 5° establece que “todo animal perteneciente a una especie que viva tradicionalmente en el entorno del hombre tiene derecho a vivir y crecer al ritmo y en las condiciones de vida y de libertad que sean propias de su especie y que toda modificación de dicho ritmo o dichas condiciones que fuera impuesta por el hombre con fines mercantiles es contraria a dicho derecho”. Y en el artículo 6° señala “todo animal que el hombre haya escogido como compañero tiene derecho a que la duración de su vida sea conforme a su longevidad natural. El abandono de un animal es un acto cruel y degradante”.

Insisto, al lograr como sociedad una tenencia responsable y un cuidado sanitario de los animales, no sólo se contribuye al mejoramiento del estado de los mismos, claro está, sino que también repercute directamente sobre el bienestar de la comunidad en su conjunto, evitando la transmisión de enfermedades como la rabia, la toxoplasmosis, la hidatidosis, la leptospirosis, la toxocariasis, la brucelosis y la leishmaniasis visceral. Es decir que, de esta manera, se logra un equilibrio entre la salud pública y la protección de los animales en un contexto saludable.

Es hora de que empecemos a tomar conciencia de que la subsistencia de la raza humana depende considerablemente de la subsistencia del medio ambiente que la rodea. No existe lo uno sin lo otro. Y no olvidemos esta frase que nos dejó Mahatma Gandhi "La cultura de un pueblo se mide por la forma en que trata a sus animales".

Por todo lo antes expuesto, solicito a las señoras diputadas y señores diputados que me acompañen en la aprobación de este proyecto de Declaración.