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PREVENCION DE ADICCIONES Y CONTROL DEL NARCOTRAFICO

Comisión Permanente

Of. Administrativa: Piso P02 Oficina 206

Secretario Administrativo SR. CABRERA RUBEN

Jefe SR. ABREGO HUGO IVAN

Martes 12.00hs

Of. Administrativa: (054-11) 60752241 Internos 2241

cpadiccionesycnarcotrafico@hcdn.gob.ar

PROYECTO DE LEY

Expediente: 3811-D-2009

Sumario: CREACION DEL PROGRAMA NACIONAL DE PREVENCION Y SISTEMA DE TRASTORNOS ALIMENTARIOS.

Fecha: 12/08/2009

Publicado en: Trámite Parlamentario N° 92

Proyecto
Creación del Programa de Prevención de Trastornos Alimentarios
Artículo 1: Créase el Programa de Prevención y Asistencia de trastornos alimentarios, para ser desarrollado en todas loas jurisdicciones del territorio Nacional.
Artículo 2: El Programa difundirá los trastornos alimentarios tales como la "ebriorexia", "orthorexia", "tanorexia", "vigorexia" y "diabulimia".
Artículo 3: El objetivo principal del programa es la prevención de los desórdenes orgánicos y psicológicos que afectan a todas las personas que se encuentren con dicha problemática. Para ello, se pondrá énfasis en la formación de los docentes y en programas de información familiar.
Artículo 4: - La autoridad de aplicación desarrollará acciones destinadas al cumplimiento de los objetivos fijados, para lo cual el Programa tendrá las siguientes funciones:
a) Informar y concientizar a las familias y a los grupos sociales en riesgo.
b) Coordinar acciones con organismos oficiales, entidades privadas y organizaciones no gubernamentales, así como con las asociaciones comunitarias vinculadas o interesadas por esta problemática.
c) Desarrollar sistemas de evaluación, estudio e investigación y elaborar estadísticas en base a la información obtenida del seguimiento de casos en cada jurisdicción del territorio nacional.
d) Difundir a través de los medios de comunicación los objetivos planteados, para evitar las conductas y prácticas propias de los desórdenes alimentarios, a fin de no propagandizar lo que se quiere prevenir.
e) Controlar los factores de riesgo que inciden sobre el desarrollo de los trastornos.
g) Diseño, edición y distribución de material gráfico con datos útiles y recomendaciones referidas a este tema.
Artículo 5: El Ministerio de Salud tendrá a su cargo la planificación, ejecución, coordinación y fiscalización de las acciones inherentes al Programa.
Artículo 6: El Ministerio de Educación desarrollará acciones con el objetivo de:
a) Informará en los establecimientos educativos mediante talleres especiales sobre dicha problemática.
b) Capacitara a docentes de los tres niveles educativos, para a su vez contribuyan a través de talleres, a la prevención de la problemática mencionada junto a los padres.
Artículo 7: Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional.
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FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


Ante la constante aparición de patologías que marcan cambios de conductas en adolescentes y jóvenes; con las consecuencias peligrosas para la salud que pueden llevar a la muerte; es que se presenta este proyecto para que se tome conciencia y control sobre estas entidades médicas de aparición reciente.
Debemos tener en cuenta que así como las adicciones son un grave problema que aún no ha sido controlado; éstas también son otras formas de autodestrucción que atentan contra la vida misma.
EBRIOREXIA
También conocida como drinkorexia o drunkorexia, es un trastorno (no una enfermedad) que presentan las personas que no realizan comidas para poder beber más alcohol y no engordar.
Dichas personas pasan por períodos en los que prácticamente ayunan. Estos períodos restrictivos tienen como consecuencia episodios de ingesta voraz, conocidos como atracones, por los cuales estas personas infieren que engordaron (cuentan calorías, se miden, etc), llegando luego a vomitar o compensar con medicamentos aquello que comieron de más.
Las personas mayormente afectadas por este trastorno suelen ser los adolescentes, que pueden o no encontrarse cursando un Trastorno de la Conducta Alimentaria, específicamente Bulimia Nerviosa o Trast. Inespecifico de la Conducta Alimentaria.
Lamentablemente no existen estadísticas en nuestro país, lo cual este proyecto intenta remediar, pero basta con ver los números en Estados Unidos. Entre un 30% de personas estadounidenses de entre 18 y 24 años se saltea comidas para ingerir más alcohol.
Durante el último verano, en nuestras costas, los argentinos vimos como nuestros jóvenes pasaban sus vacaciones prácticamente sin comer, viviendo del alcohol en "previas" o reuniones pre baile, lo cual además de lamentarnos por su deterioro psicofísico, su conducta autodestructiva, pueden ser peligrosos para terceras personas, ya que los jóvenes conducen ebrios, tienen conductas agresivas, o bizarras que pueden terminar en tragedias
DOCUMENTACIÓN
El DSM-IV (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), no contempla este trastorno, pero la velocidad en la que se viven estos tiempos, muchas veces no nos permite esperar. Cuando la vida de nuestros jóvenes se encuentra en peligro, es nuestro deber como legisladores, formalizar las herramientas para que los profesionales cuenten con los medios para la prevención y tratamiento no solo de las personas afectadas, sino además, sus familia y el conjunto de nuestra sociedad.
Programa: Telefé Noticias - 2da. Edición
Tema: Peligro! Alcohorexia
La unión de bulimia, anorexia y alcoholismo.
Entrevistado: Lic. Marcelo Bregua (C General de Psicólogos de ALUBA)
Evangelina Himitian
Enviada especial La Nacion
PINAMAR.- Son los dueños de la noche. Los más chicos tienen 14 años y los mayores, los "decanos de la movida," apenas llegan a los 25 años. Pasada la medianoche, esta ciudad se convierte en una fiesta a la que asisten más de 20.000 adolescentes cada noche, en la que el alcohol es el convidado de lujo y el descontrol el invitado que llega pocas horas más tarde, cerca del amanecer. Las crónicas de jóvenes heridos, apuñalados y hasta muertos cuando salían de bailar en la costa atlántica durante la pasada semana instalaron el foco sobre la nueva noche adolescente. Los vecinos y turistas de Pinamar y de San Bernardo denuncian que esas ciudades ya no son destinos de la familia y apuntan a la falta de controles del gobierno y a las inmobiliarias que les alquilan a departamentos a adolescentes. En la madrugada de ayer, LA NACION recorrió los puntos más frecuentados por la juventud en Pinamar, entre las 2 y las 9. Los bares del centro estaban repletos. Había adolescentes que bajaban a la playa con sus heladeritas. Otros, armaban rondas en la vereda. Y los que podían, se sentaban en las mesitas a la calle y pedían un trago. Cerveza, licores, mojitos. En algunos bares y quioscos, se leía una calco de la campaña que cervecería Quilmes impulsó en la costa "Yo no les vendo alcohol a menores". De todas formas, los chicos se las ingenian para conseguir bebidas. En la playa, a metros del mar, un chico se acuesta a la arena escoltado por dos ángeles: una rubia y una morocha. Primero se besa con una, después con la otra. Se quedan abrazados los tres, para espantar el frío. Hasta las 4, todo son sonrisas, miradas, tragos compartidos y besos. Pero poco más tarde, cuando el alcohol comienza a subir, aparecen las discusiones. Una camioneta de la municipalidad recorre la noche adolescente para juntar las botellas vacías y sacarlas de circulación antes de que se conviertan en armas o misiles. No es para menos. Anteayer, al joven que fue internado a la salida del boliche Ku le rompieron una botella en la cabeza y después le tajearon la espalda. Las peleas callejeras se convirtieron en un signo de esta temporada. Según comprobó LA NACION durante la última quincena, todos los días, en el hospital local, se atendieron a uno o dos jóvenes con cortes o lastimaduras por peleas en la calle durante la madrugada. Cerca de las 4, muchos adolescentes peregrinan hacia El Alma -Ku, el gran boliche de Pinamar. Ellas van de tacos, minishort e hiperproducidas. Ellos, de infaltable buzo con capucha. "Uy, Melu se puso violenta", decían unas adolescentes que iban camino del boliche. La chica, con sandalias súper altas y short balloon, pateaba descontrolada una lata de cerveza que encontró a su paso. A pocos metros, todo el grupo de chicas dio alaridos cuando un auto casi las lleva por delante. Uno de los móviles policiales instalados frente al boliche recibió la noticia: rompieron la vidriera de un local del centro y varios chicos se cortaron. Hacia allá fueron las patrullas. La entrada al boliche cuesta unos 40 pesos y hay que sumarle los tragos. Además, no se les permite el ingreso a los menores de 18. Por eso, muchos adolescentes simplemente eligen deambular por las calles y los bares hasta que amanezca.
TANOREXIA
Los medios bautizaron como tanorexia (por la palabra inglesa "tanning", que significa broncearse) la adicción a estar bronceado.
En una encuesta realizada a 400 estudiantes de la Universidad de Virginia, se reveló que un 27% de ellos podría considerarse "tanoréxico".
La doctora Carolyn Heckman, del Centro de Cáncer Fox Chase y autora de un estudio sobre el tema que publica American Journal of Health Behavior, destacó que "lo más sorprendente es que el 40% de estos adictos consigue su objetivo en cabinas de rayos UVA que empiezan a utilizar con tan solo 17 años".
"El hecho de que las personas delgadas sean más propensas a la tanorexia tiene que ver con que están más acostumbradas a mostrar su cuerpo sin complejos, algo que no ocurre con todas las personas obesas, que al no sentirse a gusto con su cuerpo prefieren no bajar a la playa o no exponerse demasiado al sol", consideró la profesora del centro Fox Chase.
DOCUMENTACIÓN
CAMA SOLAR
En llamas con la tanorexia
Clarin, viernes 17 / 12 / 2004
Calurosa obsesión: cada vez más sub 20 se meten en un cajón con rayos para estar bronceados todo el año. Los médicos alertan por el bronceado a full. No importa el mes: Alonso (25) siempre tiene un furioso bronceado, importado de Ibiza. No, no es de la isla: así se llama el solarium de Recoleta adonde va, mínimo, tres veces por semana, a tomar una sesión (o dos) de cama solar. "Empecé a los 17 porque no me gusta el color de mi piel. No soy blanco, soy transparente", asegura. Pero más que tostado, este dj de Boedo está rojo fluorescente. "Es que el domingo pasado fui a tomar sol... a las 8 de la mañana, cuando salimos de una fiesta". ¡Quemado!
La obsesión por estar bronceado tiene rótulo: Tanorexia (de "tanning", broncear en inglés). Los médicos británicos usan la palabra, alarmados por una suba en el porcentaje de cáncer de piel (los rayos UVA de las camas solares son un factor de riesgo). Esto empezó a detectarse en chicos de hasta 13 años y los médicos pidieron que se prohíba a los sub-16. "Si lo pienso es cualquiera", asume Alonso, pero no le teme a los daños (que son acumulativos). "Tomar sol en la ciudad es malísimo. Y si pasa un día que no voy, me pongo de malhumor, me cambia el día. ¿Las chicas? Y sí, algunas me dicen que les gustaría un poco menos bronceado. Pero lo hago porque me gusta verme bien yo".
ORTHOREXIA
Ortorexia, u ortorexia nerviosa es un término acuñado por Steven Bratman, para calificar como trastorno alimenticio la obsesión de comer comida considerada saludable por la persona, lo que este doctor de Estados Unidos sostiene que puede llevar a la muerte.
Bratman acuñó el término en 1997 del griego orthos, "correcto", y orexis, "apetito". Literalmente "apetito correcto", la palabra es un símil de "an" "orexis" "sin apetito".
Bratman describe la ortorexia como una obsesión perjudicial para la salud como el trastorno obsesivo-compulsivo, con lo que el paciente considera alimentación saludable. El sujeto puede evitar ciertos alimentos, como los que contienen grasas, preservantes, o productos animales, y tener una mala alimentación.
Bratman afirma que "la desnutrición es común entre los seguidores de las dietas de comida saludable."
Síntomas, consecuencias y sus posibles explicaciones
Los síntomas y consecuencias de la orthrexia nerviosa pueden incluir obsesión con la alimentación saludable, desnutrición, y la muerte por inanición. Las personas que padecen esta enfermedad suelen tener distintas concepciones de diferentes tipos de alimento. Los productos que contienen preservantes suelen ser considerados "peligrosos", los alimentos producidos industrialmente "artificiales", y los producidos biológicamente "saludables". Los pacientes suelen tener deseos fuertes y hasta incontrolables de comer cuando están nerviosos, emocionados, felices, ansiosos o con remordimiento. La ortorexia nerviosa es más común en hombres y en personas con un bajo nivel de educación.
Ya sea en busca de una cura para un trastorno específico, o simplemente excediéndose en su preocupación por llevar una alimentación sana, los ortoréxicos desarrollan sus propias reglas alimentarias. Para seguir el régimen, estas personas hacen prueba de una gran fuerza de voluntad, pero si rompen los votos y sucumben a la tentación de los alimentos prohibidos, se sienten culpables y corrompidos. Este comportamiento es similar al de las personas que sufren anorexia o bulimia nerviosa, sin embargo, los anoréxicos y bulímicos se preocupan por la cantidad de comida que consumen, mientras que los ortoréxicos se obsesionan con la calidad de la misma. Existe, como se puede ver en la televisión, revistas y publicidades, un bombardeo acerca de lo que es "bueno" y "malo" a la hora de alimentarse.
DOCUMENTACIÓN
Trastornos alimentarios poco conocidos.
Cuando comer es una penuria.
Ortorexia, atracones y síndromes de ansiedad. Cada vez más gente padece patologías de la alimentación y no lo sabe.
Fóbicos a las verduras, adictos al soufflé de calabaza y obsesivos que buscan la comida perfecta.
FERNANDA NICOLINI
Cecilia vivió veinte años sin probar verduras: la idea de tragar vegetales le daba ganas de vomitar. Carola se fanatizó tanto con los productos naturales que en unos meses su dieta se redujo a una sola comida, el soufflé de calabaza.
La de Mauro, en cambio, era a base de galletitas. Para Gabriela, comer significaba hacerlo a escondidas, a toda velocidad y sin distinguir qué: podía devorar milanesas con dulce de leche o flan con mayonesa. Todos ellos sufrieron algún tipo de patología: ortorexia, fobia, atracones, trastornos de la alimentación no tan difundidos como la anorexia y la bulimia pero más habituales de lo que se cree.
"Es común que no se diagnostiquen o que las personas no lo vean como una enfermedad. Sucede con los que sufren de ortorexia: creen que hacen lo correcto", dice Mabel Bello, fundadora de ALUBA y jefa de psiquiatría del hospital Udaondo. La ortorexia es la obsesión por comer la comida perfecta.
"La idea de perfección depende de los parámetos que se pone cada persona; sucede con los productos light u orgánicos. El individuo se vuelve esclavo de esa dieta que cree ideal y que además suele ser de cantidades reducidas y puede derivar en anorexia", explica Bello. Si bien la ortorexia afecta en mayor medida a las mujeres, también hay hombres que la sufren. La especialista recuerda el caso de un paciente de 17 años que en su bolso llevaba siete paquetes diferentes de galletitas porque estaba convencido de que debía comer media galletita de cada paquete como única dieta.
Carola, de 19 años, estudiante de Bellas Artes, es paciente de ALUBA y está en tratamiento por un cuadro de ortorexia que derivó en anorexia. Cuenta: "Al principio dejé de comer carnes rojas, después pollo y pescado. Sentía que contaminaba mi cuerpo. A lo último lo único que toleraba era el soufflé de zapallo sin huevo. Recién cuando entré a ALUBA me di cuenta de que tenía un problema: creía que la gente no cuidaba su cuerpo", concluye. Durante más de 20 años, Cecilia les tuvo fobia a las verduras.
No recuerda haber sufrido un episodio traumático. Sabe que desde chica les tuvo rechazo. "La sola idea de probar verduras me generaba náuseas", cuenta. Un día, en un chequeo, los resultados le dieron mal: tenía sobrepeso y los niveles de insulina eran demasiado altos. Los médicos le sugirieron que cambiara de estilo de vida. "Pero recién me di cuenta de que sufría de fobia cuando leí una nota sobre el tema", dice.
A las cinco semanas de empezar el tratamiento en el Fobia Club, Cecilia logró enfrentarse a una ensalada. "Al principio me generó asco, pero después, con técnicas de relajación, logré tragar sin ir directo al baño", reconoce.
A las fobias no tan comunes se las llama fobias específicas. Tal es el caso de las que involucran a los alimentos. Gustavo Bustamante, vicepresidente del Fobia Club, define a la fobia como una reacción de ansiedad desproporcionada frente a un objeto o una situación. "La particularidad del fóbico es que tiene miedo irracional: les teme a cosas a las que no habría que tenerles miedo, como a las verduras -explica-. De ahí que es importante distinguir entre alguien a quien no le gusta determinado alimento y el rechazo irracional: el fóbico se aleja de la mesa y el sólo hecho de ver el alimento en un comercial puede generarle sensación de malestar".
Desde que Jack Nicholson encarnó a un obsesivo compulsivo aferrado a decenas de rituales en Mejor Imposible, casi todo el mundo tiene una idea acerca del TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo). Es la presencia de ideas intrusivas que se imponen en la cabeza del individuo causándole ansiedad y que lo obligan a determinados actos rituales con la creencia de que, si no los hace, algo malo puede suceder. Afecta a 25 de cada mil personas y con él vienen asociados otros trastornos, como el de "comedor compulsivo", que se caracteriza por los atracones: la persona come en poco tiempo desaforadamente cantidades enormes sin distinguir el tipo de alimento. "El TOC no es sólo una patología, sino un espectro de patologías que se asocian y cobran la forma de un trastorno de la alimentación", explica Enzo Cascardo, director del Centro de Investigaciones Médicas de Ansiedad.
Gabriela, de 44 años, fue presa de rituales por casi 30 años. En el último tiempo, le obsesionaba que las ventanas, la puerta de entrada y la llave de gas estuvieran cerradas. "En un momento pensé que me estaba volviendo loca y empecé a averiguar en internet qué me pasaba. Ahí me di cuenta de que tenía TOC y que estaba relacionado con otro problema mío, el de los atracones.
Cada vez que volvía de trabajar, me escondía en la cocina a comer todo lo que hubiera en la heladera, como poseída, mezclaba dulce con salado, era horrible. Cuando empecé el tratamiento, entendí que mi sobrepeso tenía que ver con un Trastorno Obsesivo Compulsivo".
Cascardo, a cargo del tratamiento de Gabriela, explica: "Es muy común que los trastornos de alimentación se asocien con el TOC porque los mecanismos neurológicos que sostienen a ambos problemas se comparten. En el TOC hay dos polos: el compulsivo, en el que la persona se debate entre hacer y no hacer y gana el hacer, y el impulsivo, en el que las cosas se hacen sin pensar ". En pocos meses de tratamiento, Gabriela logró controlar los atracones. Y -lo que para ella es una verdadera conquista- mirar Mejor Imposible, algo que antes no podía.
Se calcula que los trastornos de ansiedad -dentro de los cuales se enmarcan las fobias y el TOC y que tienen su origen en una propensión genética- afectan a un 30% de los argentinos. Sin embargo, no existen estadísticas de los trastornos vinculados específicamente con la alimentación.
Bello, quien atiende en el Udaondo, reconoce que hay muchos más casos de los que llegan al consultorio. ¿Por qué se desconocen? "Básicamente, porque son trastornos propios de los adultos, quienes, en general, creen que esa manera de vincularse con la alimentación ya es parte de su vida. Pero que sean menos conocidos no implica que no sean bastante frecuentes", concluye.
VIGOREXIA
La vigorexia es un trastorno alimentario caracterizado por la presencia de una preocupación obsesiva por el físico y una distorsión del esquema corporal (dismorfofobia) (no confundir con el culturismo). La vigorexia -una variante del trastorno dismórfico corporal- sí está reconocida como una enfermedad por la comunidad médica internacional, pues se trata de un desorden emocional donde las características físicas se perciben de manera distorsionada, al igual de lo que sucede cuando se padece de anorexia, pero a la inversa.
Existen dos manifestaciones: la extrema actividad del deporte o, la ingesta o comedor compulsivo para subir de peso pero en el espejo verse esqueléticos y seguir comiendo más. Aunque los hombres son los principales afectados por la vigorexia, es una enfermedad que también afecta a las mujeres.
Implica una adicción a la actividad física (especialmente a la musculación): los vigoréxicos suelen realizar ejercicio físico excesivo, a fin de lograr un desarrollo muscular mayor de lo normal, pues de lo contrario se sienten débiles o enclenques. A esta exigencia se suma un trastorno en la alimentación que se hace patente en una dieta poco equilibrada en donde la cantidad de proteínas y carbohidratos consumidos es excesiva, mientras que la cantidad de lípidos se reduce. Esto puede ocasionar alteraciones metabólicas importantes, sobre todo cuando el vigoréxico consume esteroides que ocasionan cambios de humor repentinos.
La vigorexia ha aumentado en su frecuencia de aparición (ahora la proporción es cuatro de cada diez personas), pues lo que empieza con una simple idea de subir de peso puede ser una idea mortal. La baja autoestima, convulsiones, mareos, dolores de cabeza y taquicardias son síntomas de este desorden. Es más mortal que la anorexia y bulimia, ya que el cuerpo humano sólo puede soportar un período máximo de 6 meses con éstos trastornos.
La ayuda de familiares y/o amigos es primordial, pues debido a la vergüenza de su enfermedad, los pacientes evitan ir con especialistas. La enfermedad puede ser mortal. Una de sus complicaciones es la atrofia del músculo cardiaco, debido a la falta de sangre. La obsesión de estas personas por su cuerpo les lleva a pasar un gran número de horas en el gimnasio, produciendo el aislamiento social, o incluso a consumir productos dopantes. El tratamiento de este trastorno diagnosticado por Harrison G. Pope es multidisciplinar, centrándose sobre todo en terapias cognitivo - conductuales destinadas a modificar la autoestima, la imagen corporal que el vigoréxico tiene de sí mismo, y conductas tales como pesarse varias veces al día, entrenar muchas horas seguidas o ingerir gran variedad de suplementos alimenticios.
En cuanto diferenciamos la dismorfofobia y el culturismo, dismorfofobia es un transtorno de la figura de la percepción y valoración corporal que consiste en una preocupación exagerada por algún defecto inexistente en la apariencia física, o bien, en una valoración desproporcionada de posibles anomalías físicas que pudiera presentar un individuo aparentemente normal.
DOCUMENTACIÓN
SALUD "Complejo de Adonis": cuando el estado físico se vuelve una adicción
La llamada vigorexia o "Complejo de Adonis" es un desorden emocional que afecta al 1 por ciento de la población. Se ubica en las antípodas de la anorexia y la bulimia. Afecta a los hombres, especialmente adolescentes y preadolescentes.
Mariana Nisebe, De la Redacción de Clarín.com. mnisebe@claringlobal.com.ar En los gimnasios de Buenos Aires son fácilmente identificables. Están obsesionados por verse musculosos, no dejan de mirarse en cuanto espejo encuentran y suben y bajan de la balanza repetidas veces. Además, están mañana, tarde y noche haciendo aparatos. Casi ninguno lo sabe, pero más allá de sus figuras esculpidas, muchos de estos obsesivos gimnastas padecen de un trastorno llamado vigorexia o "Complejo de Adonis", un desorden emocional que afecta al 1 por ciento de la población.
Hace ya una década, el doctor Harrison Pope, hablaba de un nuevo Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA). Lo ubicaba en el extremo opuesto de la anorexia, la bulimia y ciertos tipos de obesidad que afectan principalmente a las mujeres. Pero que, en este caso, es más común en hombres, especialmente entre los adolescentes y preadolescentes. "Los cambios radicales en la dieta, la automedicación (anabólicos, complementos...), el carácter introvertido e irritable, el cuidado obsesivo de la imagen corporal y una preocupación excesiva por la composición química y calórica de los alimentos" son, según explicó el nutricionista Gabriel Franco a Clarín.com, algunas de sus características más evidentes. La trastienda de este cuadro no difiere de otros TCA en cuanto al grado de distorsión con que los individuos afectados interpretan la realidad, el deterioro de su autoestima y el entorno familiar y afectivo en los que se encuentran o creen encontrarse. "La apariencia física se distorsiona por el exceso de actividad física, y se deterioran progresivamente los huesos, músculos y tendones, los aparatos cardiocirculatorio, gastrointestinal y hormonal acusan el golpe de los anabólicos y esto puede afectar, incluso, la actividad sexual", explicó Franco, que preside la Asociación Argentina para la Prevención de los Trastornos de la Conducta Alimentaria. Para la doctora Mabel Carrera, presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición lo principal es tener cuidado con los suplementos vitamínicos y minerales. "Los excesos son malos y producen enfermedades", dijo. Aunque no hay datos concluyentes, en España, por ejemplo, algunos cálculos hablan de 20.000 pacientes afectados por la vigorexia, frente a más de 700.000 afectados por la anorexia.
Quienes sufren este desorden siempre se ven débiles y carentes de cualquier atractivo físico. Un cuadro obsesivo-convulsivo los lleva a abandonar sus actividades sociales e, incluso, laborales. Sólo quieren entrenar y lo hacen sin descanso. Como la bulimia y la anorexia, la vigorexia puede acarrear la muerte. "Lamentablemente amparada en la actividad física y la vida sana, tiene una mejor imagen social y por esto el inicio del tratamiento se posterga" explicó Franco, avisando sobre la necesidad de alertar a padres, profesores de educación física y fisicoculturismo, entrenadores y cualquier persona que tenga a su cargo la guía de los gimnastas.
El tratamiento de la vigorexia, como el de otros desórdenes de la alimentación, es complejo pero posible. Aunque no cabe duda que en el desarrollo de esta enfermedad factores socioculturales como el culto al cuerpo y los cánones de belleza juegan un rol central, también están relacionados con desequilibrios de diversos neurotransmisores del sistema nervioso central, y más concretamente de la serotonina. Por ello, se puede recurrir para el tratamiento de esta enfermedad a fármacos que actúen sobre estas sustancias. Sin embargo, la terapia fundamental es de tipo psicológico. El objetivo es modificar la conducta del sujeto, recuperando su autoestima y superando el miedo al fracaso.
Vigorexia:
Cuando el deporte también enferma.
Problemas de autoestima, la obsesión por el "cuerpo ideal", los anabólicos y el gimnasio conforman un cóctel fatal. La palabra de los especialistas.
Hasta no hace mucho tiempo, Federico vivía, dormía y comía pensando en sus músculos. El gimnasio, ese lugar a donde llegó porque el rugby le exigía un cuerpo algo más formado y no tan liviano como el que tenía, acaparó todos los aspectos de su vida y pasó de ser un espacio para mantener el organismo sano a una invitación al infierno.
"El gimnasio no es un ambiente enfermo sino que uno es vulnerable a determinado tipo de situaciones", explica Federico, y busca dejar en claro que el problema no está en las prácticas deportivas en sí sino en la obsesión en la que se puede convertir el torneado de la figura. Es que este joven, de 29 años y hablar acelerado, cayó en las redes de la vigorexia y los anabólicos cuando sólo buscaba un complemento para el rugby, y la musculatura se convirtió en una obsesión que terminó limitando su vida laboral, social y hasta sexual.
Deporte insalubre. "La vigorexia es un trastorno en donde generalmente adolescentes varones sienten que su cuerpo es esmirriado, muy delgadito, y entonces hacen muchas pesas para lograr un cuerpo mucho mas grande, hasta que se parecen a Schwarzenegger", explica Mabel Bello, doctora en psiquiatría y fundadora de la Asociación de lucha contra la Bulimia y Anorexia (ALUBA).
Actualmente en la institución insignia de la lucha contra la Bulimia y la Anorexia hay siete casos de chicos que enfermaron por esa preocupación obsesiva por el físico y una distorsión del esquema corporal, también conocida como el complejo de Adonis. Uno de ellos es Federico. "En realidad, lo que tienen es miedo a vivir, miedo a crecer. Tienen vergüenza y no actúan con chicos de su edad. Están sumamente acomplejados, se vuelven retraídos, a veces violentos y tienen una mala relación familiar" agrega la profesional.
Es deporte, pero no ayuda al cuerpo. A la hora de detectar la enfermedad, la asociación de la gimnasia con la vida sana dificulta el panorama. Es que muchas veces en lugar de ver una conducta adictiva el entorno del enfermo cree que el deporte es una salida sana a los problemas, sin importar los riesgos y sin caer en cuenta sobre el uso de sustancias dañinas como los anabólicos.
Sin embargo, las marcas que deja la vigorexia en el cuerpo son graves, y en muchos casos se pueden convertir en peligrosas y fatales. "El excesivo ejercicio junto con una dieta no indicada con un aumento excesivo de proteínas e hidratos de carbono puede ser perjudicial", manifiesta el doctor Norberto Debbag, deportólogo, cardiólogo y médico del Club Atlético Atlanta.
"Lo desmedido y sin límites de la actividad deportiva conduce a lesiones osteo-músculo-tendinosas, taquicardia, mareos y cefaleas. Siempre hablamos de personas que están entre los 18 y 35 años de edad, con un buen estado de salud y previo chequeo médico", completa el especialista, que además destaca que también es importante el esfuerzo cardiovascular, por lo que resulta fundamental el chequeo cardiológico porque de haber alguna alteración se podría desencadenar una muerte súbita.
Ser musculoso para no mostrarse. Si bien aquellos que sufren de vigorexia no desarrollan sus músculos con el objetivo de exhibirse de forma desmedida, Debbag asegura que durante la víspera del verano los casos de vigorexia transitoria aumentan en respuesta a la mayor exposición del cuerpo. En los casos más severos, el panorama cambia y muchos se esconden detrás de la ropa para ocultar figuras sumamente trabajadas porque no están todavía conformes con la imagen que les devuelve el espejo. "Hubo una época en la que me mostraba. Siempre de musculosa, de mangas cortas ajustadas, shorts o bermudas, fuera verano o invierno. También pase por periodos de ocultamiento. Era verano y estaba de campera y pantalones largos", recuerda Federico.
Una lucha de todos los días. Al igual que los que padecen bulimia y anorexia, los vigoréxicos mantienen una lucha diaria con su enfermedad. "Todavía sigo en la pugna con la enfermedad porque yo también me vinculé a nivel profesional con la musculación. Tengo un título en musculación, otro de personal trainer y otro de nutrición deportiva. La idea es volver en un futuro no muy lejano a mi profesión, a la musculación, con cautela y sanidad y tener alumnos particulares", anhela Federico, y repite una vez más, para no dar lugar a confusión, que el culturismo y la musculación son deportes muy sanos y nobles. "Esta en uno el hecho de ir por el camino adecuado o no. Siempre depende de uno y yo, en su momento, no lo supe manejar".
*Redactora de Perfil.com.
DIABULIMIA
También nueva es la palabra "diabulimia", un problema de la conducta alimentaria al alza entre chicas diabéticas, que utilizan la condición de la disciplina alimentaria que exige su enfermedad para tratar de perder el máximo peso. Así, pues, tomar una lata de cerveza (330 ml) supone al organismo un aporte de alrededor de 110 calorías; un vaso de vino (125 ml), unas 80 calorías; y un combinado supera las 200 calorías. Si se hace dieta, la limitación de tomar cervezas o combinados no suele ser bien admitida por los jóvenes, en general, y por las chicas, en particular, que son las que antes comienzan a querer adelgazar.
El término "diabulimia" trata de definir a un trastorno de la conducta que se gesta en personas recién diagnosticadas de diabetes tipo 1, que precisa tratamiento crónico con insulina. Uno de los signos comunes que preceden al diagnóstico de la diabetes tipo 1 es la pérdida de peso a causa del desequilibrio hormonal que acontece. La insulina es la hormona que en condiciones de salud regula el metabolismo de los distintos nutrientes, en particular el de los hidratos de carbono o azúcares.
Cuando el páncreas no secreta suficiente insulina, las células no pueden obtener energía a partir de los azúcares de los alimentos, y estos se eliminan por la orina, lo que conduce a un menor consumo y aprovechamiento energético, con la consiguiente pérdida de peso. Tras el diagnostico de la enfermedad, se comienza la terapia con una dieta adecuada combinada con insulina, y la persona va recuperando poco a poco el peso perdido. Sucede que muchas personas comen más azúcares para evitar las temidas hipoglucemias, bajadas bruscas de los niveles de glucosa en sangre (glucemia), lo que, a la larga, conduce a exceso de peso.
Este nuevo fenómeno conocido como "diabulimia" consiste en utilizar la condición de la disciplina alimentaria y, sobre todo, del control de la insulina que exige la diabetes para perder peso. Las personas afectadas reducen las dosis de insulina con el fin de bajar de peso de manera intencionada. El organismo al no tener suficiente insulina no puede aprovechar todos los azúcares, el aporte energético es menor y, en consecuencia, se pierde peso. Es fácil comprender que los trastornos de la conducta son especialmente peligrosos si se suman a una enfermedad crónica como es la diabetes.
Sin insulina, aumentan los niveles de glucosa en sangre. Cuando llegan a unos niveles muy elevados (hiperglucemia) y se mantienen demasiado tiempo, se produce la cetoacidosis diabética, en la que la sangre se vuelve demasiado ácida. Los ácidos de la sangre dañan las células; esto puede conducir a una situación de coma, que puede llegar a ser mortal. A la larga, el exceso de azúcares daña los vasos sanguíneos que irrigan los nervios provocando neuropatías. Si el daño se produce en los vasos sanguíneos de la retina se puede sufrir retinopatía diabética, que afecta a la visión.
Aunque el término "diabulimia" puede dar a entender que comparte conductas insanas con la bulimia nerviosa -comer por atracón y luego purgarse para compensar el exceso de calorías ingeridas-, se puede comprobar que los signos de identidad son totalmente distintos. El hecho de seguir una dieta de adelgazamiento supone considerar todos aquellos alimentos que, por su elevada carga energética, se han de limitar con el fin de darle al cuerpo las calorías que precisa pero no más.
Son diversos, y en ocasiones muy específicos, los síntomas y los signos que sirven para identificar los desórdenes alimentarios distintos de los más conocidos y de mayor incidencia, como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa. Por ejemplo, la sensación de inapetencia durante toda la mañana y de gran apetito a la hora de la cena y durante la noche son señas características del síndrome del comedor nocturno.
Este comportamiento es totalmente distinto a lo que se define en clínica como "trastorno por atracón" o "binge eating", que consiste en la ingesta exagerada de alimentos, en momentos concretos y de forma inconsciente, para calmar la ansiedad. El término de "ortorexia" se entiende como la obsesión por la comida sana, basada en la selección de alimentos orgánicos, sin aditivos, etc., y se incluye también dentro del léxico de los desórdenes alimentarios. Incluso se está extendiendo el uso popular de la expresión "manorexia" para referirse a la anorexia nerviosa en varones.
Por todo lo expuesto, solicito a mis compañeros que me acompañen en esta iniciativa.
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
ACUÑA, HUGO RODOLFO NEUQUEN MOV POP NEUQUINO
COMELLI, ALICIA MARCELA NEUQUEN MOV POP NEUQUINO
BRILLO, JOSE RICARDO NEUQUEN MOV POP NEUQUINO
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
PREVENCION DE ADICCIONES Y CONTROL DEL NARCOTRAFICO (Primera Competencia)
ACCION SOCIAL Y SALUD PUBLICA
PRESUPUESTO Y HACIENDA