Solicitar al Poder Ejecutivo que, por intermedio del Ministerio de Defensa, informe sobre las acciones y políticas implementadas para prevenir la reiteración de prácticas vejatorias de la dignidad de las mujeres en el Ejército Argentino con motivo de las fotos en ropa interior de las aspirantes al ingreso del Colegio Militar, dependiente del Ejército Argentino, tomadas y divulgadas por miembros de la institución mencionada.

Señor presidente:

El día 27 de abril en el Programa “Animales Sueltos” se dieron a conocer fotos de aspirantes al Colegio Militar en ropa interior realizando trámites. Las fotos habían sido tomadas sin el consentimiento de las aspirantes por miembros de la institución.

Como expusieron varios medios, estas mujeres fotografiadas eran obligadas a esperar desnudas, frente a personal masculino, con documentación en mano. Es alarmante que aquellos que difundieron las fotos “filtradas” a través de las redes sociales hayan sido los propios miembros de la fuerza.

Lamentablemente, este hecho no ha tenido la repercusión social y mediática que merece y su debate. Es por ello que debemos duplicar el esfuerzo para instalarlo en la agenda pública, como la contracara fáctica de las otras reivindicaciones aún pendientes en el plano legal.

La situación vivida por estas mujeres evidencia una práctica naturalizada. Es aberrante el trato irrespetuoso de los funcionarios de esta institución del Estado, quienes violaron su intimidad, su dignidad y las leyes que promueven y protegen sus derechos humanos.

Que este hecho haya sido cometido por el propio Estado, en cabeza nada menos de una institución que aún transita el camino de la reconciliación con la sociedad, es aún más alarmante.

Vienen a nuestra mente casos como el del conscripto Carrasco, el cual nos mostró que incluso en democracia las prácticas denigrantes de las Fuerzas Armadas con respecto a los jóvenes se alejan de los derechos humanos. Es peor aún si tenemos en cuenta, que este temprano “entrenamiento en la humillación”, como práctica disciplinaria, incide en la formación de los futuros integrantes y conductores de la fuerza. Se refuerza una pedagogía de la opresión sexista, cuyos efectos se padecerán en los próximos decenios en el personal de la Fuerza.

Parece que también en materia de igualdad de género el Ejército se debe actualizar.

Creemos que la urgente transformación de prácticas, el cambio cultural que trasciende el meramente normativo, se evidencia especialmente en casos como este. Más aún, en virtud de esto nos preguntamos cuáles otras vejaciones no estamos ni siquiera imaginando y padecen nuestras ciudadanas en la formación y desempeño en las Fuerzas.

No es un escándalo mediático, no requiere medidas sobreactuadas y efectistas: Es una verdadera vergüenza –para la institución, los responsables, los autores y los cómplices-, que no demanda chivos expiatorios sino medidas concretas de políticas públicas.

En ese sentido nos parece que la verdadera respuesta no es solo denunciar o autodenunciarse, sino poner en marcha acciones, medidas, políticas y programas que promuevan y garanticen la igualdad y los derechos de las mujeres. En especial en aquellos ámbitos, como este, donde la tradición refuerza el predominio de los estereotipos y prácticas regresivas y sexistas.

La explicación que ha dado el Ejército Argentino no es suficiente. Es necesario un detalle de los hechos, sus prácticas cotidianas con respecto a la temática y los medios que este arbitrará para avanzar en la defensa de los derechos humanos de todos sus aspirantes como así durante la carrera.

Por los motivos expuestos, solicito a mis pares me acompañen en el tratamiento de esta iniciativa.