Declarar nuestro enérgico rechazo a las recientes declaraciones de Jorge Rafael Videla reproducidas por el semanario español "Cambio 16" y expresar, al mismo tiempo, nuestro apoyo incondicional a la política de derechos humanos que se viene implementando desde el 25 de mayo de 2003.

Señor presidente:

En el inicio de esta semana los argentinos tuvimos acceso a las declaraciones vertidas por el genocida Jorge Rafael Videla en entrevista exclusiva al semanario español "Cambio 16". Leyendo su contenido en profundidad surgen vastas razones para que esta Cámara de Diputados de la Nación exprese su más enérgico rechazo.

Las declaraciones de Videla pretenden tergiversar los hechos históricos, deslegitimar la lucha que desde hace décadas vienen sosteniendo en la Argentina los organismos de Derechos Humanos y poner en cuestionamiento la orientación de la política de Memoria, Verdad y Justicia que en materia de Derechos Humanos propuso nuestro gobierno nacional desde el 25 de mayo de 2003 y que se ha transformado en una verdadera política de Estado que cuenta con el apoyo mayoritario del pueblo argentino.

Cuesta leer la interpretación histórica que realiza Videla de los años anteriores al golpe del 24 de marzo de 1976, no sólo por su fuerte contenido descalificatorio del proceso de participación social y política abierto a fines de la década del sesenta, sino por la liviandad de sus afirmaciones respecto a las autoridades democráticamente elegidas por el pueblo argentino. Sus caprichosas afirmaciones respecto a Héctor Cámpora y Juan Domingo Perón resultan ofensivas no sólo para los que compartimos el ideario justicialista: son una verdadera afrenta contra la voluntad popular expresada en las elecciones presidenciales del 11 de marzo y el 23 de septiembre de 1973. En un intento por "embarrar la cancha", Videla busca involucrar a todas las fuerzas políticas y sociales en su justificación de motivos del golpe de estado. Lo que fue una clara interrupción autoritaria al sistema democrático pretende ser reinterpretado por Videla como una acción patriótica, casi providencial, que salvó al pueblo argentino.

Videla busca, por otra parte, deslegitimar el trabajo que durante décadas vienen desarrollando en la Argentina distintas organizaciones de Derechos Humanos. Lo hace a partir de un lugar común muchas veces utilizado por los responsables del genocidio: cuestionando el número de sus víctimas. Videla dice: "asistimos a una clara manipulación en el asunto de los desaparecidos, se trataba de alterar las cifras con un sentido político o con el interés de conseguir fraudulentamente una indemnización del Estado argentino". ¿Puede algún argentino bien nacido pensar que la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo, las Madres de Plaza de Mayo, los HIJOS y tantas organizaciones pueden verse guiadas por objetivos menores como los enunciados por Videla?

El genocida vuelve a justificar el accionar del terrorismo de Estado a partir de la existencia de una supuesta guerra entre dos bandos. "En toda guerra hay muertos, heridos, lisiados y desaparecidos, es decir, gente que no se sabe donde está; esto es así en toda guerra; en cualquier circunstancia del combate, abierto o cerrado, se producen víctimas" dice Videla. Esta supuesta guerra le permite insistir con la "Teoría de los dos demonios" que todavía circula por ciertos ámbitos de nuestro país: "el gobierno actual se ha caracterizado por la asimetría y nos ha considerado solo a nosotros como la parte beligerante, como el Demonio que tiene que ser condenado y encarcelado. El otro Demonio, los terroristas o los guerrilleros, no existen, eran simplemente "jóvenes idealistas". No es casual entonces que, igual que en los tiempos de la dictadura, Videla parezca más preocupado por la semántica que por contribuir a hallar los cuerpos de los 30.000 desaparecidos en Argentina. "A nosotros nos resultó cómodo entonces aceptar el término de desaparecido, encubridor de otras realidades, pero fue un error que todavía estamos pagando y padeciendo muchos". Cuesta pensar que Videla y los genocidas hayan padecido más que las mismas víctimas y familiares del terrorismo de Estado.

Finalmente, Videla intenta deslegitimar el período de Memoria, Verdad y Justicia abierto desde el 25 de mayo de 2003 con la llegada a la Presidencia de la Nación de Néstor Kirchner. Videla dice: "nuestro momento peor, hablo para los militares, es con la llegada de los Kirchner al gobierno". Lo que para Videla es una descalificación, para nosotros es un orgullo. Lejos de abordar la cuestión de los Derechos Humanos con ánimo de revancha y venganza, con Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner hay una clara decisión política de cerrar una etapa trágica de nuestra historia con Verdad y Justicia. Por eso nos duele y rechazamos la afirmación de Videla de que "aquí no hay justicia, sino venganza, que es otra cosa bien distinta"

Como corolario, Videla se pone en defensor de valores republicanos que nunca ejerció y expresa terribles críticas hacia los distintos poderes del Estado. Dice el genocida: "hoy la República está desaparecida, no tiene Justicia porque la que tiene es un esqueleto sin relleno jurídico; el mismo parlamento no tiene contenidos, está compuesto por ganapanes que temen que les vayan a quitar el puesto y se venden al mejor postor. No hay nadie en la escena política con lucidez capaz de hacerles frente. El país tampoco tiene empresarios porque están vendidos al poder. Hoy las instituciones están muertas". Sus declaraciones demuestran el nivel de aislamiento social y político que tienen las ideas de Videla en la Argentina, aunque minoritarios grupos reaccionarios las enarbolen como bandera.

Consideramos oportuno este rechazo a las afirmaciones del genocida Jorge Rafael Videla y, al mismo tiempo, reivindicar la política de derechos humanos que se viene llevando adelante desde el 25 de mayo de 2003.

Por tal motivo solicitamos el acompañamiento de nuestros pares a este proyecto de resolución.