DERECHOS HUMANOS Y GARANTIAS
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PROYECTO DE RESOLUCION
Expediente: 5246-D-2009
Sumario: DECLARAR DE INTERES DE LA HONORABLE CAMARA EL DOCUMENTAL "LA SANTA CRUZ", DE MARIA CABREJAS Y FERNANDO NOGUEIRA, QUE TRATA SOBRE EL SECUESTRO DE MADRES DE PLAZA DE MAYO Y FAMILIARES DE DESAPARECIDOS EN LA IGLESIA SANTA CRUZ UBICADA EN LA CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES.
Fecha: 27/10/2009
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 146
Declarar de
interés de esta H. Cámara el documental "La Santa Cruz",
escrito y dirigido por María Cabrejas y Fernando
Nogueira, que focaliza en el secuestro - el 8 de diciembre
de 1977- de algunas Madres de Plaza de Mayo y
familiares de desaparecidos en la Iglesia ubicada en la
esquina de Urquiza y Estados Unidos de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
I. Una noche
fatídica (1)
El 8 de diciembre de 1977 algunas
Madres de Plaza de Mayo y familiares de desaparecidos, que concurrían
periódicamente a las reuniones que se realizaban en la iglesia Santa Cruz, se
habían juntado en esa institución religiosa para juntar fondos a la salida de la
misa, con el objetivo de publicar una solicitada en los diarios para reclamar por
la aparición de sus familiares. Durante la dictadura, la Santa Cruz se había
convertido en un espacio que les abrió las puertas, cuyos religiosos
demostraron una apertura que no coincidía para nada con la ideología
dominante de la cúpula esclesiástica. Pero ese día algo salió mal: en el grupo se
había infiltrado Alfredo Astiz, quien se hacía pasar por familiar de un
desaparecido, con el seudónimo Gustavo Niño.
Esa mañana había comenzado
trágica: a Remo Berardo se lo habían llevado de su atelier en La Boca. Y a la
tarde, un grupo de tareas había secuestrado a Julio Fondovila y Horacio Elbert,
que también iban a la iglesia, en la esquina de Paseo Colón y Belgrano,
mientras ultimaban detalles de la solicitada. De modo que estos tres hombres
no pudieron ir a la cita masiva en la Santa Cruz, programada para la caída del
sol. Cuando terminó la misa, un grupo de tareas de la Marina irrumpió, ante la
vista de varios testigos, y secuestró a siete personas más: las Madres Mary
Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga, la monja francesa Alice
Domon, Raquel Bulit, Patricia Oviedo, Gabriel Horane y Angela Auad. Y dos días
después, la patota militar secuestró a quienes se suponía que tenían que estar
aquel 8 de diciembre y no fueron: la Madre Azucena Villaflor, en la esquina de
su casa, y la monja francesa Léonie Duquet, en su domicilio. A los doce los
llevaron a la ESMA y fueron denominados por los propios represores como "el
grupo de la Santa Cruz".
Sobre esta historia -y también
sobre el antes y el después- focaliza el documental La Santa Cruz, escrito y
dirigido por María Cabrejas y Fernando Nogueira, quienes en base a una
exhaustiva investigación armaron el rompecabezas de esos hechos. Los
testimonios los brindaron hijos, sobrinos, hermanos y amigos de los
desaparecidos en ese suceso. El film se presentó el 19 xde octubre en el Cine
Gaumont Espacio Incaa Km 0 (Rivadavia 1635), con entrada gratuita. El
documental también estádisponible en el blog oficial
(www.peliculasantacruz.blogspot.com), ya que Cabrejas y Nogueira lo
decidieron así para que todos los interesados puedan ver La Santa Cruz. En esa
tarea de reconstrucción de la memoria, los directores realizaron el documental
con la productora La Brújula y contaron con la colaboración de los trabajadores
del archivo del noticiero de Canal 7. La Santa Cruz está auspiciada por la
Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y contó con financiamiento del
Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), entre otras
instituciones.
La Santa Cruz no fue sólo un
ámbito para los argentinos comprometidos, sino también un lugar al que
recurrieron exiliados de otros países latinoamericanos. Es por todo eso que los
directores la consideran un espacio de resistencia. La idea de la película surgió
de parte del equipo de derechos humanos de la iglesia Santa Cruz, formado por
integrantes de la misma y por familiares de las víctimas del secuestro del 8 de
diciembre de 1977. "Querían tener un registro audiovisual para poder contar
esta historia. Entonces, como nosotros teníamos alguna relación con el tema
por nuestra película anterior, Missionnaire, un camino de liberación (sobre
Ivonne Pierron, una de las monjas francesas que sobrevivieron al terrorismo de
Estado), nos convocaron", señala Cabrejas en la entrevista con Página/12, en la
cual también participa Nogueira.
-¿Cómo se gestó el
movimiento religioso progresista de la Santa Cruz? ¿Esta iglesia
comenzó a identificarse con la defensa de los derechos humanos
alrededor de los '60?
María Cabrejas: -Incluso
antes de los '60 estaba en el espíritu de los misioneros pasionistas dejar entrar
a cualquiera que necesitara refugio en Santa Cruz. En la película se habla de
experiencias anteriores como el tema de la Noche de los Bastones Largos,
cuando se ocultaron estudiantes de la Facultad de Psicología, ya que la sede
queda a la vuelta, y también con el tema de los obreros de la Semana
Trágica.
Fernando Nogueira: -
Hubo un gran cambio después del Concilio Vaticano II. Había una conciencia
diferente, una toma de posición diferente y apareció uno de los que encarnaron
ese movimiento, que fue el cura párroco en ese momento: Bernardo Hughes.
Pero también había otros padres, como Federico Richards, que tomaron esa
opción por los pobres, claramente de manera militante después del Concilio
Vaticano II.
M.C.: -Pero Santa Cruz ya
era una iglesia comprometida. De hecho, la Asamblea Permanente por los
Derechos Humanos se armó allí en una reunión. Antes de la fundación del
Serpaj, Pérez Esquivel iba, porque él también pertenecía a grupos católicos.
Siempre estuvo considerada como un espacio donde tenían un lugar los
católicos más progresistas o que estaban vinculados con la defensa de los
derechos humanos durante la dictadura de Onganía. Como parte de la Santa
Cruz, al lado de la iglesia, está la Casa Nazareth, que antes de la dictadura era
un lugar de reflexiones.
F.N.: -Y de encuentros y
discusión ideológica de amplio espectro social, no solamente vinculado con la
cuestión católica o religiosa.
M.C.: -Allí solía ir el padre
Mugica a dar charlas. Todo eso fue antes de la última dictadura. Y hay un
periódico que sigue teniendo la colectividad irlandesa pero que, en ese
momento, lo dirigía uno de los curas de este grupo, Federico Richards, que ya
se la venía jugando con editoriales que sentaban precedente. Por ejemplo, la de
la muerte de los palotinos. Venían con un compromiso en todos los aspectos.
Incluso, en la época del '60, además de tomar una postura en relación con una
opción por los pobres y los perseguidos, ellos también abrieron unas misiones
que siguen manteniendo hoy en Formosa, con los wichis. Empezaron a
diversificar esta opción por los pobres. También tenían mucha vinculación con
Angelelli.
-O sea que la visión de
esos curas convirtió a la Santa Cruz en un ámbito de defensa de los
derechos humanos y la mantuvo alejada de la ideología dominante de
la cúpula eclesiástica...
M.C.: -Ellos tomaron la
decisión, pero esto permitió que gente que estaba vinculada con el campo
popular se acercara. Por ejemplo, las Madres y militantes por los derechos
humanos. Y la propia historia fue convirtiendo a Santa Cruz en un lugar de los
derechos humanos. Hoy es casi el sitio más incuestionable, porque ahí van las
Madres, los distintos partidos políticos... Es un lugar que tiene consenso de las
organizaciones de derechos humanos.
-¿Cómo fue el trabajo
de investigación para reconstruir los hechos que llevaron a la
desaparición de doce personas?
F.N.: -Tuvimos una gran
mano de la periodista Ana Bianco. Los mismos familiares también conforman
esta mesa de derechos humanos dentro de la iglesia y, entonces, también fue
un trabajo en equipo con todos ellos. Se iban atando cabos a medida que uno
iba entrevistando a los distintos familiares de los desaparecidos y a gente que
tenía que ver con ese hecho. Por ahí, ellos nunca habían tenido conversaciones
muy profundas, porque estaba primero la coyuntura de arreglar algún tema o
de llevar adelante el tema de los juicios. Siempre les había relegado una
conversación más profunda. Y, en parte, la película sirvió para que entre ellos
se enteraran de pequeños detalles, y entre todos los testimoniantes fueran
reconstruyendo esos hechos y esa época. Entonces, el trabajo de investigación
consistió en hablar mucho con cada uno de ellos y tratar de llegar a un guión
que, entre todos, nos sirviera para contar esta historia.
M.C.: -También se hizo un
trabajo con el archivo de la iglesia Santa Cruz, donde se encontró material. La
película sirvió para juntar estas piezas del rompecabezas formado por doce
historias de vida. Y una, la número trece, que es la Santa Cruz, porque creemos
que fue casual que el secuestro fuera en esa iglesia. No buscaron otra situación
para secuestrarlos sino un día a determinada hora, cuando había un montón de
testigos: ése fue el momento. Nosotros consideramos que la iglesia Santa Cruz
es el protagonista número trece de esta historia. Y se juntó material de todos
lugares para contar la previa al secuestro, el secuestro y todo lo que sucedió
después, hasta el presente.
-¿Por qué las Madres y
otras personas acudieron a esta iglesia en particular? ¿Se debió a las
denuncias que recibieron Adolfo Pérez Esquivel y Emilio
Mignone?
M.C.: -En ese momento las
Madres todavía no eran una organización consolidada, como luego las
conocimos todos, ni siquiera usaban los pañuelos. Se conocieron porque iban a
las puertas de iglesias, del Ministerio del Interior, a distintos lugares a presentar
hábeas corpus.
F.N.: -Había pocos lugares
donde poder juntarse y charlar, y la Santa Cruz abría las puertas. Ellos
entraban, por ejemplo, con la misa de las 7. Ingresaban por separado, como si
fuesen a la misa, por una de las puertas laterales pasaban a los jardines y de
allí a la Casa de Nazareth. Por ahí estaban toda la noche reunidos y salían con
la misa de la mañana siguiente. Entonces, era un lugar donde nadie les iba a
preguntar qué estaban haciendo.
M.C.: -Sí fue a través de
Pérez Esquivel y de Emilio Mignone que llegaron a este lugar, porque ellos eran
católicos y conocían a los sacerdotes de Santa Cruz.
F.N.: -Al principio, las
Madres iban a una iglesia a hablar con el cura. Le comentaban sobre sus hijos.
El cura les pedía el nombre con la idea de "ver qué puedo hacer". El tipo
juntaba los papelitos, después iba al Ministerio del Interior y entregaba la lista.
Cuando encontraron que en Santa Cruz les abrían las puertas, no les
preguntaban nada y tenían ciertas medidas de seguridad cubiertas, se
transformó en un lugar de reunión de este grupo.
M.C.: -Y además de las
Madres, también empezaron a sumarse otras personas que querían colaborar
con la causa de la aparición de los desaparecidos, o bien porque encontraron
en este lugar y en estas mujeres tan fuertes un espacio donde canalizar su
militancia, ya que en plena dictadura no se podía militar en ningún lado. Por
eso en el grupo hubo algunas personas que no eran Madres o familiares
directos (aunque la mayoría tenía un desaparecido en su familia) como, por
ejemplo, las monjas francesas que se sumaron a ayudar.
-La reconstrucción de
los hechos a través de los familiares de los desaparecidos le otorga al
film un componente emocional muy fuerte, pero a la vez también
permite contar con información muy valiosa. ¿La conjunción de estos
dos aspectos los llevó a centralizar el documental en estos
testimonios?
M.C.: -Partimos con una
hipótesis, antes de empezar las entrevistas, que era la que veníamos
trabajando con el equipo de derechos humanos: el secuestro no había sido de
casualidad, también quisieron darles un golpe a esta iglesia y a todos aquellos
lugares que recibieran a cualquiera que estuviera organizándose para resistir.
La segunda parte de la hipótesis era que no habían pedido estos doce
secuestros por azar porque, de hecho, había más personas que se reunían en
Santa Cruz y no fueron secuestradas. Con esas dos hipótesis, empezamos a
trabajar. Y es verdad que la película se podría haber encarado desde muchos
aspectos, incluso se podría haber ficcionalizado el secuestro. Había
posibilidades, pero muchos de los testimonios que aparecen en la película son
de personas que no fueron entrevistadas muchas veces. No hay un registro
documental de sus testimonios. Algunas son personas muy grandes, como las
Madres que aparecen, que tienen 80 y pico de años. Y nos parecía que era el
momento para que estas personas tuvieran la palabra. Nada más importante
que su propia voz para poder contar esto.
II. Un recuerdo vivo
(2)
En la actualidad, la Santa Cruz
sigue siendo un espacio de reivindicación de los derechos humanos. ¿Se
transmitió la experiencia a las nuevas generaciones de religiosos? Fernando
Nogueira señala que "desde aquella época a los que están hoy, hubo una
continuidad, diría una profundización de esa línea". María Cabrejas agrega que
"todos los 8 de diciembre hay una reunión masiva recordando este hecho, pero
antes de que los familiares se acercaran, se venía recordando
sistemáticamente, porque el barrio se había hecho cargo de esa memoria. Estas
misas tan masivas que hay los 8 de diciembre terminan siendo así porque, en
realidad, desde el año siguiente al secuestro, una Madre, Amabeca Horane, que
vive en Junín, llamaba y mandaba cartas a los sacerdotes de la iglesia
pidiéndoles si en la misa del 8 de diciembre podrían recordar el nombre de su
hijo y de los otros que desaparecieron. Eso fue durante varios años, hasta que
la propia iglesia Santa Cruz empezó a hacer un homenaje los 8 de diciembre. Y
en la actualidad van 500 personas". Nogueira explica que "no es una cuestión
que queda intramuros, sino que hay todo un trabajo de abrirlo a la comunidad
de esa iglesia".
III. Consideraciones
finales
Porque consideramos que la Verdad y
Justicia se construyen recordando hechos fatídicos como éste es que solicitamos la
aprobación de este proyecto de resolución.
Firmante | Distrito | Bloque |
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MORANTE, ANTONIO ARNALDO MARIA | CHACO | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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