Expresar su profundo pesar por el fallecimiento de Laura Bonaparte, integrante de Madres Línea Fundadora, ocurrido el domingo 24 de junio de 2013.

Señor presidente:

Con profundo dolor debemos darle el adiós a esta gran Madre, luchadora incansable a lo largo de su vida, y hasta su último momento, en la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia.

Su vida fue muy dura, debió enfrentarse al dolor, a la pérdida irreparable de lo más sagrado que existe para un ser humano, sus hijos, cuando la vida de tres de éstos le fuera arrebatada vilmente por los hacedores de la vida y de la muerte como fueran los asesinos genocidas de la última dictadura cívico militar.

Además de Noni, Irene y Víctor también sesgaron la vida y los sueños de su esposo, Santiago Bruschtein y de dos de sus yernos.

Ella fue una de las primeras impulsoras de campañas internacionales a fin de que se declarara delito de lesa humanidad a la desaparición forzada de personas.

En la conmovedora nota de Marta Dilon, cuenta parte de la historia de esta mujer nacida en Paraná, Ëntre Ríos, de su padre juez socialista "que le abrió la puerta a su primera militancia alfabetizando a personas detenidas en la cárcel de Paraná, cuando era adolescente", de su experiencia "como pionera en la atención y el fortalecimiento de la salud mental de las mujeres de clases populares que asistían al Hospital Evita, el Policlínico de Lanús, ahí donde empezó a bajar al territorio su conciencia feminista para favorecer la autonomía sobre el propio cuerpo, para hablar de lo que parecía impensado o todavía postergado porque había ideales revolucionarios más urgentes: el derecho a regular la fertilidad, a elegir cuándo y cuántos hijos tener o no tener".

Recuerda también cuando se encadenó junto a un centenar de travestis que luchaban para que no los siguieran persiguiendo en los años noventa, cuando en un escrache que organizó Hijos le partió una pancarta a un represor para impedir que siguieran hostigando a los jóvenes, por lo cual le quebraron un brazo.

Ya en el exilio, durante los 70, en México, participó en la operación Santuario como observadora de Amnistía Internacional en los campos de refugiados de El Salvador y en la frontera con Guatemala durante la guerra en centro América. Luego viajaría al Líbano para defender los derechos humanos de la población denunciando las violaciones cometidas por el ejército israelí, a Bosnia para solidarizarse con las mujeres musulmanas cuyas familias habían sido víctimas de las políticas de exterminio étnico de servios y croatas.

A su regreso al país, fue una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo y luchó contra la iniciativa del gobierno de Ménen cuando intentó privatizar el predio de la ESMA, interponiendo un recurso de amparo cuya resolución impidió llevar adelante el proyecto comercial de privatización.

En una de sus notas del marzo de 2005, recuerda cuando de una cadena de televisión asiática le van a hacer una entrevista y mientras organiza como comenzar piensa partir del recuerdo de todos sus hijos "que formaban parte del coro del profesor Shultis, de Castelar. Pero Noni, Aída Leonora, además de ser pianista era la mezzosoprano del coro. Su voz era de un timbre cálido, limpio y de amplio registro. Además, ella era campeona de truco del Colegio Nacional de Morón. Y luego seguí contando que mi hijo Víctor, que estudiaba viloncello, y mi hija Irenita, soprano y su instrumento era el arpa". Agrega que todos sus hijos "eligieron lo que querían hacer, mi casa era una fiesta".

Uno de los entrevistadores le pregunta si no se acuerda de él, y le cuenta que conocía a Noni, que era amigo de su yerno Adrián, Cacho, y padre de su nieto. Solo se refirió a una situación, al momento en que asesinan a su yerno el 24 de marzo de 1976. A su hija Noni la habían asesinado el 24 de diciembre de 1975 y desde entonces Adrián junto a su hijo vivía en una casa con otros compañeros en Avellaneda, en la que también estaba quien le realizaba la nota, militante de entonces y en situación de ilegalidad. El relato de Laura Bonaparte es conmovedor:

"Cacho había salido a comprar facturas para el mate. Eran las siete de la mañana del día del golpe y debía llevar a su bebé al hospital para que le revisaran el oidito. Por eso se había levantado más temprano que de costumbre, tomaría unos mates y luego partiría con su bebé al hospital. Salió bastante temprano a comprar las facturas. Antes de llegar a la puerta de la vivienda con la bolsa de facturas en la mano, calentitas, las medialunas y las bolas de fraile, algunos churros, en fin, las necesarias para compartir el mate con los compañeros. Al pisar la primera baldosa de la vereda de su casa, se dio cuenta que un coche de la policía seguía sus pasos. Con la bolsa de facturas en la mano pasó por la puerta, decidió no entrar y seguir caminando, pasar de largo, como si su vivienda quedase en alguna otra cuadra y de esa manera salvar a su hijo y a sus compañeros. Estaba ya a una cuadra de su casa, el coche con los genocidas apuró y desde ese lugar dispararon todas sus armas contra él. Sabía por el papá de Cacho que su espalda había quedado perforada por múltiples disparos".

Más adelante agrega "Hace de esto 29 años. Sin embargo todo me pega como reciente. A veces pienso que aunque no lo reconozca sigo esperando a mi hija, a su compañero, con sus brazos ocupados por su bebé. Han pasado 29 años de este brutal episodio. El bebé al que su padre le salvó la vida ya es un joven hombre. Es bello y generoso y muy inteligente. Es hijo de esa pareja de jóvenes, ambos de un altruismo enorme. Para mí el pasado y el futuro hubieran quedado fuera del tiempo, suspendido en una mirada o en horribles estampidos. Este es otro tiempo, medible de otra manera. Un tiempo que repentinamente se hace tan actual, que insiste en la confirmación del recuerdo. Es que el recuerdo terriblemente doloroso, con otro dolor, es también por la confirmación que aquello, el acto infame de la matanza brutal, efectivamente existió. Seres que existieron para vivir y para que otros vivan".

Y en el final de esta nota agrega "No deja de asombrarme ese énfasis casi fanático por conocer toda la verdad. Tal vez espero que alguien con el mismo énfasis me diga: Laura estás equivocada, tus hijos viven, nadie murió, la gente no es tan cruel como crees, dejá de pensar mal de la gente, los militares no eran así como aparecen. Quiero fanáticamente abrir eses deseo y meterme en el como en la cueva de Alí Baba y encontrar allí a todos mis desaparecidos, darles un abrazo, sacarlos de esa oscuridad del enterramiento tan canalla, tan clandestino, y realizar el proyecto de mi familia, recuperar el canto, el tallado en la piedra, la risa, la música. El silencio es abrumador".

Luego de estas, sus palabras, solo nos queda recordarla tal como fue, y tomarla de ejemplo.

Por todo lo expuesto es que solicitamos a las/los señoras/señores diputadas/diputados que acompañen el presente proyecto.