DERECHOS HUMANOS Y GARANTIAS
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PROYECTO DE RESOLUCION
Expediente: 3752-D-2010
Sumario: EXPRESAR REPUDIO POR LA SOLICITUD DE AMNISTIA QUE EFECTUARON LOS EX DICTADORES JORGE RAFAEL VIDELA Y BENITO BIGNONE JUNTO CON OTROS DETENIDOS POR SU PARTICIPACION EN CRIMENES DE LESA HUMANIDAD.
Fecha: 02/06/2010
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 67
Expresar su más enérgico repudio
a la solicitud de amnistía realizada por los ex dictadores Jorge Rafael Videla y
Benito Bignone, junto a un centenar de ex militares, marinos, policías,
penitenciarios y agentes civiles de Inteligencia detenidos por su participación en
crímenes de lesa humanidad.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
¿Por qué no dan la cara? (1)
La masividad de los festejos por el
Bicentenario de la Nación Argentina desbarató la Operación Amnistía, impulsada
desde un cuidadoso segundo plano por el Episcopado Católico. La solicitud del
perdón fue transmitida al gobierno nacional por un obispo de esa iglesia y lleva
las firmas de los ex dictadores Jorge Rafael Videla y Benito Bignone, el general
Santiago Omar Riveros y el vicealmirante Hugo Siffredi, el comisario Miguel
Etchecolatz y el sacerdote Christian von Wernich, el Turco Julián y El Nabo
Barreiro, el ex jefe del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército Carlos Tepedino
y su especialista civil en organizaciones religiosas Julio Cirino, los miembros del
grupo de tareas de la ESMA Raúl Scheller y Pablo García Velazco, los
procesados por la masacre de Margarita Belén y un centenar de ex militares,
marinos, policías, penitenciarios y agentes civiles de Inteligencia detenidos por
su participación en crímenes de lesa humanidad. Como la jerarquía eclesiástica
obvió el protocolo para entregar la solicitud al Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto, en forma extraoficial, sin una nota
introductoria, el gobierno no le dará respuesta. Sólo contestará si el Episcopado
se hace responsable de la solapada gestión que emprendió.
Desde hace tres décadas el
Episcopado Católico repite que según el catecismo de esa entidad el
sacramento de la reconciliación o la penitencia requiere algunas condiciones
ineludibles: el reconocimiento de los yerros, su detestación y la búsqueda de
posibles caminos de reparación. Pero la carta de Videla & Compañía no cumple
con ninguna de esas condiciones. Los represores rechazan la justicia y no
tienen la humildad de pedir perdón, por crímenes que no reconocen ni de los
cuales se arrepienten. Sólo ofrecen olvidar el mal que les habrían hecho a ellos
y no vengarse. Pese a que no se ajusta a sus propios cánones, la jerarquía
católica se prestó a canalizar el planteo.
Setenta veces siete
Un grupo de laicos denominado
"Proyecto setenta veces siete", del que forma parte José María Sacheri, quiso
participar del acto realizado en Luján hace tres semanas por el presidente del
Episcopado, Jorge Bergoglio, pero no se llegó a un acuerdo. Setenta veces siete
es la expresión del Evangelio para el perdón (Pedro pregunta si tiene que
perdonar hasta siete veces las ofensas de su hermano. "Hasta setenta veces
siete", le responde Jesús. El pasaje se refiere a ofensas personales y el diálogo
habría tenido lugar muchos siglos antes de que nacieran los estados nacionales
y su justicia y se tipificaran los crímenes al por mayor contra la humanidad).
Sacheri es hijo del ex conductor de la organización integrista Ciudad Católica,
Carlos Sacheri, asesinado en diciembre de 1974 por un grupo que según el
Ejército pertenecía al ERP22 mientras sus amigos sospechaban de la Triple A de
José López Rega. "Setenta veces siete" se puso en contacto con el obispo
emérito Carmelo Giaquinta, quien ese mismo día acompañó al grupo en una
presentación en la Feria del Libro, durante la cual leyó un documento propio.
Giaquinta es un teólogo que estuvo próximo al Movimiento de Sacerdotes para
el Tercer Mundo y cuya casa fue ametrallada en 1976, según él porque alojó allí
al sacerdote y militante montonero Justino O'Farrell. Ya como obispo fue uno de
los pocos que hicieron una reflexión autocrítica, por haber festejado el
campeonato mundial de fútbol de 1978 en las calles, "gritando como un
estúpido el que no salta es un holandés", en una Argentina "que tenía la
obligación de estar de luto".
La justicia como venganza
En la feria del libro, equiparó la
justicia con venganza y odio y le opuso "el misterio del perdón". Giaquinta no
explicó la diferencia entre los crímenes de lesa humanidad por cuyos autores
aboga y los pecados que enseñaba a perdonar Jesús, cuando aún no existía un
tercero neutral como el Estado que al impartir justicia evitara una escalada de
represalias. Su rudimentario fundamento evangélico es que Dios "hace salir el
sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos". Su larga
introducción teórica desemboca en un escueto final sobre "la reconciliación de
los argentinos" que, según cree este obispo, están "prisioneros en el pasado" y
sólo el perdón les permitiría desatarse esas presuntas ataduras para volver "a
caminar como Nación". Giaquinta advierte que no debe confundirse
reconciliación con impunidad, pero no explica en qué consistiría en el concreto
caso argentino. Cristo es "el reconciliador universal" y en consecuencia lo son la
Iglesia, sus ministros y los fieles que disponen para ello de la oración, el
Evangelio y los sacramentos, y "las iniciativas públicas y privadas de los
cristianos". Los únicos ejemplos que atina a proponer son la mediación de Juan
Pablo II en la cuestión del Beagle y la denominada Mesa de Diálogo, con la que
el senador Eduardo Duhalde legitimó su breve interinato a cargo del Poder
Ejecutivo. Como es ostensible, ninguna de esas circunstancias son comparables
con el perdón que el derecho internacional niega a los autores de crímenes
contra la humanidad. Pero de inmediato Giaquinta añade que la Iglesia no
puede presentarse "como un ente jurídico mediador ordinario de los conflictos
sociales, pues ello desnaturalizaría su finalidad y dañaría a las instituciones
mediadoras previstas en la Constitución". Es decir, los tres poderes del Estado,
que se pronunciaron por la imposibilidad de amnistiar esos delitos o cesar su
persecución por el paso del tiempo. Giaquinta fue acompañado en la mesa por
Arturo Cirilo Larrabure, hijo del coronel Argentino Larrabure, quien murió en
cautiverio el 23 de agosto de 1975. Las Fuerzas Armadas, parte de la justicia
federal y grandes medios de comunicación impusieron la idea de que el oficial
había sido torturado y luego asesinado por el Ejército Revolucionario del Pueblo
(ERP), que lo había secuestrado un año antes al copar la Fábrica Militar de Villa
María. Una investigación realizada por el periodista Carlos Del Frade señala que
según el expediente original de la causa, que incluye la autopsia realizada en el
momento del hallazgo del cuerpo, no hubo tortura ni asesinato y avala el relato
del empresario René Vicari, secuestrado durante los últimos días de vida de
Larrabure en una celda contigua. Otro panelista fue el ex montonero Luis
Labraña.
La declaración impulsada por la
Corporación de Abogados Católicos pidiendo que se clausure "la venganza, la
persecución implacable", el acto de Bergoglio con los laicos en Luján, la
convocatoria para el 25 de mayo a una movilización en la Plaza de Mayo
inspirada en la de Corpus Christi de 1955 y la cita de las cámaras patronales
agropecuarias a manifestarse ese mismo día en las rutas, formaban parte de
esta Operación Amnistía. El modelo de carta que se envió al gobierno por
intermedio de la jerarquía fue sugerido por un sacerdote colombiano que asiste
en las cárceles de ese país a parapoliciales detenidos. Pero la difusión temprana
de lo que se estaba preparando y, sobre todo, la escasa asistencia a Luján para
un acto que no se justificaba, a pocos días del Te Deum del 25 de mayo en la
misma Basílica, el fiasco del llamamiento ruralista, que no reunió más de treinta
personas en los principales puntos de reunión, y la ausencia de público para
escuchar la prédica de Bergoglio, condenaron la jugada a la insignificancia.
Hasta Clarín on line dijo que en la Plaza de Mayo apenas había "centenares de
personas".
Bergoglio y la política
La eficacia de los actos políticos de
Bergoglio depende de que no sean vistos como tales. Su esquema habitual es
una lectura del Evangelio, en la cual injerta conceptos políticos sin relación o
con algún vago contacto con el tema, cuyo sentido se vuelve explícito en las
interpretaciones de sus voceros oficiosos, en los principales diarios de la
Capital. Así ocurrió cada vez que Bergoglio descargó su mal disimulado encono
contra el gobierno que asumió en 2003. Esa es una de las razones por las
cuales tanto el ex presidente Néstor Kirchner como la actual CFK han preferido
no ponerse al alcance de su dedo recriminador. La opción no fue suprimir la
anacrónica institución medieval del Te Deum, como sería razonable en una
república secular, sino desplazarlo a otros lugares del país, en busca de obispos
sin la motivación ideológica y política de Bergoglio, quien como parte de las
luchas internas del peronismo tuvo fuerte influencia durante el gobierno de
Isabel Martínez de Perón, fue militante de Guardia de Hierro y ofreció la
Universidad del Salvador para honrar al dictador Emilio Massera. Cuando el
gobierno decidió solicitar el Te Deum del 25 en Luján, Bergoglio decidió realizar
otro en la Catedral. Pero convertirlo en un acto político de la oposición requería
del sigilo que se perdió cuando esos preparativos se hicieron públicos. Inquieto
al quedar tan expuesto, en una institución cuya forma de hacer política es decir
que está por encima de la política, tuvo que cambiar de planes y poner
distancia, al punto de escabullirse hacia la sacristía para que ni lo saludaran los
jefes políticos presentes, como los hermanos enemigos Maurizio Macrì y
Francisco De Narváez. También decidió no leer un texto propio acerca del
Bicentenario, sino el que la Comisión Permanente del Episcopado aprobó en
marzo, más una zalamería hacia las autoridades que en el mismo momento
estaban en la Basílica de Luján. Ese texto, "La patria es un don, la Nación una
tarea" afirma que "la celebración del Bicentenario merece un clima social y
espiritual distinto al que estamos viviendo", que según los obispos sería "de
confrontación permanente que profundiza nuestros males". La pluma episcopal
atribuye a presuntas deficiencias institucionales un alto costo social. En una
excursión por terrenos que no son de su especialidad pregona que "la calidad
institucional es el camino más seguro para lograr la inclusión" y como es usual
agrega que "si toda la Nación sufre, más duramente sufren los pobres".
También opone "leyes que respondan a las necesidades reales de nuestro
pueblo" a otras que atribuye a intereses ajenos a una imaginaria "naturaleza de
la persona humana, de la familia y de la sociedad". Es decir la reforma
antidiscriminatoria del Código Civil en los artículos sobre el matrimonio.
Aguer sobre odio y venganza
El mismo día, en la Catedral de La
Plata, su Arzobispo, Héctor Aguer, criticó que se prescinda "de la referencia
fundante a las raíces" y a la tradición, "como si fuéramos seres sin herencia".
Esto explicaría el individualismo y una "inclinación atávica a la discordia". Pero
lo más grave sería la dramática "tergiversación de la historia, en la que se han
filtrado imposturas manifiestas canonizadas como dogmas. Así ha ocurrido con
sucesos clave del siglo XIX, y ocurre nuevamente con hechos más o menos
recientes, observados con mirada tuerta, cuya interpretación sesgada mantiene
abiertas heridas dolorosas, incentiva la división, perturba los ánimos y extravía
el juicio de los jóvenes y de los desprevenidos". Para Aguer "la memoria debe
ser integral, la verdad completa; las medias verdades ofrecen mordiente al
resentimiento, atizan los rencores, perpetúan el desencuentro. La aspiración
ardiente a la justicia no debe servir de disfraz al odio y a la sed de venganza".
El "deber sagrado para quienes presiden la comunidad" sería "procurar la
reconciliación". Como Bergoglio, también Aguer habló del "recto ordenamiento
jurídico de la sociedad" que los tres poderes del Estado deben tutelar y no
deformarlo con "leyes inicuas que alteren la esencia natural del matrimonio,
que minen la solidez de la familia y entreguen al estrago la vida de los niños
por nacer".
Memoria e Identidad
El arzobispo de Mercedes-Luján,
Agustín Radrizzani, es una persona encantadora en comparación con sus
colegas de Buenos Aires y La Plata. Carece de la ambición de poder y el ánimo
belicoso de Bergoglio y de la manía por el control y la disciplina de Aguer. Su
percepción de la realidad social se forjó en los años que pasó junto a Jaime de
Nevares en Neuquén y luego como obispo del conurbano en Lomas de Zamora.
Su preocupación por los más destituidos no es hipócrita ni oportunista.
Tampoco está enfermo de hostilidad hacia el gobierno nacional. Por todas esas
razones y porque Kirchner se resbaló del brazo del sillón en el que estaba
sentado, CFK decidió pedirle que oficiara el Te Deum del Bicentenario.
Radrizzani usó un tono más sutil que Bergoglio y Aguer, pero el contenido de su
predicación no fue muy distinto. Dijo que le preocupaba un presunto "deterioro
de nuestro acervo cultural" y reclamó que las leyes promuevan "la defensa de
la vida, la familia y el bien común". Luego de establecer que en ese día no diría
más sobre "estos aspectos conflictivos" anunció que pensaría el futuro "desde
nuestra identidad", es decir el catolicismo, en cuatro dimensiones: memoria,
identidad, reconciliación y desafíos. Memoria e identidad son dos conceptos
emblemáticos de las luchas populares en las últimas décadas, asumidos por los
organismos defensores de los Derechos Humanos y por la justicia. Radrizzani se
apropió de ellos en una clave por completo distinta. La memoria sería la de la
catolicidad del Estado, expresada en el Te Deum que acompañó a la Nación
Argentina desde el 25 de mayo de 1810 (sin recordar la abierta oposición de los
papas Pío VII y León XII a la Independencia americana y el consecuente
alineamiento de los obispos de entonces con la potencia colonial). También
exaltó un "plan de Dios", que habría ayudado a superar conflictos, "a abrazar
los ideales democráticos", a recibir a millones de inmigrantes y a "cultivar el
espíritu de tolerancia", afirmaciones dogmáticas que los hechos de la historia
desmienten. La misma operación aplicó a la identidad. Exaltó los valores
cristianos que impregnaron la vida pública aun antes de la emancipación y dijo
que unidos a la sabiduría de los pueblos originarios y a las sucesivas
inmigraciones formaron "la compleja cultura que nos caracteriza", dentro de la
cual no incluyó a los otros cultos que también forman parte del país y que junto
con agnósticos y ateos suman un cuarto de su población. En esa cultura
prevalecen valores que tienen origen en Dios, como "el respeto a la dignidad
del varón y la mujer", que son los únicos "verdaderos sobre los cuales podemos
avanzar hacia un nuevo proyecto de Nación". Como ejemplo de esos valores
mencionó a Belgrano, "de profundas convicciones cristianas" que en septiembre
de 1810 mandó celebrar una misa en Luján pidiendo protección divina para sus
campañas, y a San Martín, quien llevó en sus campañas un relicario de la
Virgen de Luján. Esta visión exclusivista fue reforzada luego de la homilía
cuando un obispo ortodoxo, una pastora evangélica, un rabino judío y un sheik
musulmán fueron invitados a sumarse a la celebración, como representantes de
los hombres de buena voluntad que llegaron para habitar este suelo, es decir
extranjeros a la nacionalidad argentina, que es católica. Algunos de ellos lo
eran, pero otros tienen más generaciones en esta tierra que el arzobispo
lujanero. Una vez establecidos esos límites, Radrizzani predicó sobre la
reconciliación luego de las "tremendas luchas fratricidas", lo cual adquiere todo
su sentido con la solicitud de amnistía de Videla y los suyos. El arzobispo no
dejó de implorar una mayor transparencia, una justicia más efectiva, una mejor
y más equitativa distribución de la riqueza y una mayor independencia de los
poderes republicanos. El desafío consiste en "mejorar la calidad de nuestras
instituciones", sin "perder nuestra identidad", enriquecernos integrando "la
patria grande soñada por San Martín y por Bolívar", y lograr una educación para
todos que forme "buenos cristianos". Esas "referencias comunes y constantes",
que están "más allá de partidismos e intereses personales" son las que
permitirán "fortalecer el consenso". Por último, hace falta la ayuda divina para
"incluir a todos, promover la igualdad y el desarrollo social", ya que "la mayor
pobreza es la de no reconocer la presencia del Misterio de Dios y de su amor en
la vida del hombre". Es decir que la memoria debida es la de la catolicidad de la
Argentina, la identidad de la patria es el catolicismo y su desafío es aplicar una
receta católica para cada problema. Por ejemplo, el perdón a los
represores.
¿Un verdadero cristiano? (2)
Hace diez días, la Corte Suprema
de Justicia confirmó la condena a prisión perpetua impuesta por un tribunal oral
de La Plata al ex capellán Christian Von Wernich. Pese a ello ni el obispo del
que depende, Martín Elizalde, ni los órganos de la Conferencia Episcopal
católica le han impuesto sanción canónica alguna. Von Wernich sigue oficiando
misa en el penal de Marcos Paz y firma la solicitud de amnistía como "Padre
Christian".
¿Qué firman los represores?
El texto de la carta, cuyo facsímil
es publicada en Página 12, dice lo siguiente:
"Los firmantes, somos presos
encerrados en el penal de Campo de Mayo.
Se nos imputan delitos comunes,
pero entendemos que el fundamento último de la acusación contra nosotros es
el haber pertenecido a las fuerzas armadas o de seguridad o, en el caso de los
civiles, el haber ocupado funciones públicas, durante nuestra desgraciada
guerra interior en los años 70 del siglo pasado. Se celebra hoy un Tedeum
solemne por el Bicentenario de la Revolución de Mayo. Nuestra historia muestra
que, en esos doscientos años, junto a triunfos y glorias, las luchas intestinas,
en sucesivas recaídas, han ido dejando catálogos de muerte y de dolor,
hilvanados por una hebra roja de rencores.
Desde nuestras celdas, queremos
de este modo estar presentes en la invocación común a Dios, que nuestros
constituyentes reconocieron como fuente de toda razón y justicia, y en el
estrecharse las manos como intercambio de paz fraternal.
Seguiremos exigiendo la justicia de
la que entendemos hemos sido sin fundamentos privados. Sin embargo, por tan
augusto intermedio, manifestamos solemnemente que el dolor que nos toca
sufrir a nosotros y a nuestras familias no levanta en los firmantes el impulso a
una venganza circular y perpetua por lo infligido. Por su voz autorizada
transmitimos nuestra voluntad propicia a un acto recíproco de olvido, por el
cual los argentinos nos reconozcamos en el sufrimiento, la dignidad y la mutua
aceptación de los extravíos humanos.
Que el Bicentenario nos cobije a
todos bajo un pabellón de concordia y Dios guarde al señor arzobispo."
Consideraciones finales
Reivindicamos el estado de
derecho. Porque creemos en la Justicia. Porque quienes so responsables de
horrendos crímenes deben purgar sus condenas. Porque no puede haber
Justicia si reina la impunidad.
Por todo lo antedicho es que
solicitamos la aprobación de este proyecto de resolución.
Firmante | Distrito | Bloque |
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MORANTE, ANTONIO ARNALDO MARIA | CHACO | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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DERECHOS HUMANOS Y GARANTIAS (Primera Competencia) |