DERECHOS HUMANOS Y GARANTIAS
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PROYECTO DE DECLARACION
Expediente: 3439-D-2015
Sumario: EXPRESAR REPUDIO POR EL BOMBARDEO A LA PLAZA DE MAYO, OCURRIDO EL 16 DE JUNIO DE 1955.
Fecha: 16/06/2015
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 70
El permanente repudio al cumplirse 60 años
del bombardeo a la Plaza de Mayo, perpetrado el 16 de junio de1955, del que fueran
víctimas cientos de compatriotas.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
El motivo del presente Proyecto, es recordar
los desgraciados hechos ocurridos el 16 de junio de 1955. Ese día, en horas del
mediodía, un grupo de militares antiperonistas, impulsados por los representantes de
los sectores más privilegiados de la sociedad, esos que siempre estuvieron en contra
de los intereses populares, bombardearon la Plaza de Mayo causando cientos de
víctimas entre muertos y heridos.
Estos sangrientos hechos que hace 60 años
enlutaron al país, seguramente fueron el germen de lo que en años posteriores sería la
más feroz dictadura.
El recuerdo de esa triste jornada fue
prolijamente reseñado por el historiador Felipe Pigna en su libro Los mitos de la historia
argentina 4, Buenos Aires, Planeta, págs. 330-336.
uel 16 de junio, Perón llegó como todos los
días muy temprano a la Casa Rosada. Empezó el día recibiendo al director de la SIDE,
general de brigada Carlos Benito Jáuregui. Las noticias que traía el jefe de los espías
eran preocupantes pero no estaban confirmadas. Perón decidió continuar con su
actividad diaria y estar alerta a cualquier aviso. Al terminar la reunión y mientras
esperaba al embajador de los Estados Unidos Albert Nufer, miró con cierto desgano la
agenda oficial, sabiendo que según le anticipó Jáuregui todo podía cambiar de un
momento a otro.
Dudaba todavía cuando llegó el embajador y
comenzó una cordial entrevista. A eso de las nueve de la mañana, fueron
interrumpidos, un poco intempestivamente, por el general Lucero, quien ingresó
pidiendo disculpas con un marcado gesto de preocupación. Perón sabía que estaba
programado un desfile aéreo en desagravio a la bandera nacional y a la memoria del
Libertador por los destrozos producidos en la Catedral donde descansan sus restos.
Pero Lucero estaba en condiciones de confirmar las sospechas del director de la SIDE:
ese desfile podía ser aprovechado para bombardear la Casa de Gobierno y a su
principal ocupante. Convenció al presidente de que se trasladara a su despacho en el
Ministerio de Guerra, cruzando la avenida Paseo Colón.
Desde su nueva ubicación, a las 12.40 en
punto, Perón pudo escuchar el sonido inconfundible de aviones de combate. Luego
supo que eran los Avro Lincoln y Catalinas de la escuadrilla de patrulleros Espora de la
Aviación Naval, coordinados por el almirante Samuel Toranzo Calderón y comandados
por el capitán de navío Enrique Noriega. Era un ruido inesperado, nuevo en Buenos
Aires que se estrenaba como la primera capital de Sudamérica en ser bombardeada
desde el aire por sus propias fuerzas armadas, curiosamente por la Marina.
El plan de los golpistas era exhaustivo:
"1º El bombardeo de la Casa de Gobierno,
donde se presumía estaría el presidente.
2º El copamiento por parte de civiles de
edificios públicos y emisoras radiales.
3º El alzamiento de las unidades de Entre
Ríos a las órdenes del general León Bengoa.
4º La movilización de las unidades de la
Escuela de Artillería y de Aviación de Córdoba.
5º El alzamiento de la base naval de Puerto
Belgrano
6º El despliegue de unidades de Infantería
de Marian que atacarían por tierra posesionándose de edificios públicos y otras
unidades de Ejército."
Los aviones atacantes llevaban pintadas en
sus colas una "V" y una cruz, que señalaban "Cristo Vence". En la Plaza, además de los
apurados transeúntes, había algunas familias que se disponían a presenciar el desfile
aéreo. Nunca imaginaron que la parada militar tuviera un carácter tan realista.
Las primeras bombas cayeron a pocos
metros de la Pirámide. Sobre la Casa Rosada cayeron en total 29 bombas, de entre
cincuenta y cien kilos cada una. Otra de ellas destrozó un trolebús repleto de
pasajeros.
Al enterarse de los hechos, la CGT convocó
a la Plaza a defender a Perón. El General trató de parar la movilización; desde su
puesto de comando en el Ministerio de Guerra, le ordenó al mayor Cialcetta que le
pidiera a la CGT que no movilizara a los trabajadores para evitar víctimas, pero ya era
demasiado tarde. Perón tenía claro algo que los dirigentes cegetistas parecían no ver.
Sabía que los atacantes, lejos de conmoverse por la barrera humana, dispararían
criminalmente sobre la multitud sin la menor contemplación.
A la tarde eran cientos los descamisados
reunidos para defender su gobierno en la histórica plaza, cuando una nueva oleada de
aviones espantó a las desconcertadas palomas y arrojó su mortífera carga de nueve
toneladas y media de explosivos sobre la multitud.
En la Plaza de Mayo y sus alrededores
quedaron los cuerpos de 355 civiles muertos, y los hospitales colapsaron por los más
de 600 heridos. Se había perpetrado el peor ataque terrorista de la historia argentina.
Sus autores eran "respetables" militares y civiles que se frotaban las manos
imaginándose el triunfo de un golpe militar que devolvería a la "negrada", a los
"cabecitas", a los lugares de los que nunca debieron haber salido.
Entre los autores intelectuales de aquel
horror, había varios civiles, unidos no precisamente por el amor sino por el espanto que
estaban dispuestos a provocar. Algunos de ellos eran el socialdemócrata Américo
Ghioldi, el radical unionista Miguel Ángel Zavala Ortiz, el conservador Oscar Vichi y los
nacionalistas católicos Mario Amadeo y Luis María de Pablo Pardo, miembros
fantasmales de una hipotética junta de gobierno cívico-militar.
En el Ministerio de Marina, que había sido el
cuartel general de los golpistas, uno de los líderes de aquella "revolución", el
vicealmirante de infantería Benjamín Gargiulo, decidió pegarse un tiro, mientras que
otro de los conspiradores, el almirante Aníbal Olivieri, observaba por las ventanas cómo
avanzaban sobre el edificio columnas de trabajadores enardecidos y decididos a vengar
a sus compañeros asesinados. El marino tomó el teléfono aterrado y llamó al ministro
de Guerra, el general Lucero, y le dijo: "Intervenga. Mande hombres. Nos rendimos,
pero evite que la muchedumbre armada y enfurecida penetre en el edificio del
Ministerio". Junto a Olivieri estaban sus colaboradores más cercanos, los tenientes
Emilio Eduardo Massera y Horacio Mayorga, de triste futuro.
Otro almirante y responsable directo de la
masacre de Plaza de Mayo, Samuel Toranzo Calderón, fue degradado y condenado a
prisión por tiempo indeterminado. Al almirante Olivieri se lo destituyó y condenó a un
año y seis meses de "prisión menor". Su defensor en el juicio fue el contralmirante Isaac
Francisco Rojas. Otros once oficiales fueron condenados a reclusión por tiempo
indeterminado. Pero el tiempo estaba determinado y todos serían liberados, junto con
sus cómplices, por los "libertadores".
La versión de los asesinos barre con toda
capacidad de asombro. Un volante de la "Marina de Guerra en operaciones", titulado
increíblemente "Responsabilidad de Perón y la CGT en la matanza de Plaza de Mayo",
decía: "Comparando los acontecimientos con las declaraciones del propio Perón, es
fácil determinar quiénes son los culpables de la matanza de civiles, durante los
bombardeos de la Marina de Guerra. La Marina de Guerra se sublevó, enviando al
Gobierno un ultimátum de rendición. Al rechazar ese ultimátum y apelar al Ejército, el
Gobierno se colocaba en actitud beligerante. Desde ese momento dos fuerzas militares
lucharían. Perón sabía que la Marina no salía a "desfilar", sino a combatir a muerte.
¿Por qué motivo, entonces, Perón permitió que la CGT, con criminal inconsciencia,
convocara al Pueblo a Plaza de Mayo...? ¿Cómo es posible que un jefe de Estado,
sabiendo que su Sede sería bombardeada, no tratara inmediatamente de evacuar la
población civil...? ¿Cómo es posible que los dirigentes de la CGT hayan sido tan
criminales como para llevar a la gente al matadero, sabiendo que con palos no se
puede hacer frente a aviones ni a ametralladoras...? Perón mismo lo ha dicho: Nosotros
tuvimos conocimiento de la rebelión y de sus planes unas horas antes... ¡Y conociendo
la rebelión y los planes de bombardeo, Perón hace que la CGT convoca a su querido
"pueblo" a Plaza de Mayo para ser quemado! Una sola cosa explica esta infamia: Perón
creyó que a la vista del Pueblo, la Marina de Guerra desistiría de sus propósitos. Es
decir, que una vez más, Perón utilizó a los trabajadores como escudo de sus
designios..."
Si hasta aquí el lector se quedó sin palabras,
prepárese para lo que viene: "Si los radicales o 'los clericales' hubieran invadido la
Casa de Gobierno, Perón hubiera tenido derecho a convocar a la CGT: hubieran sido
dos fuerzas civiles combatiendo en igualdad de condiciones. Pero, desarrollándose la
lucha entre fuerzas militares, convocar al pueblo indefenso al teatro de las operaciones
¡¡Es criminal, infame, cobarde y ruin!! Y la CGT que se prestó para esa carnicería es,
conjuntamente con Perón, responsable de esa canallada ante la clase trabajadora. No
lo olvidará jamás el Pueblo...
Tras concretar su masacre, 110 tripulantes,
entre ellos varios civiles como Zavala Ortiz, llegaban a Montevideo a bordo de los 39
aviones con los cuales habían perpetrado la masacre. Estos hombres, que habían
demostrado su total desprecio por la vida humana ametrallando a columnas enteras de
trabajadores, recordaron repentinamente en la Banda Oriental que existían los
derechos humanos, particularmente el de asilo.
Perón habló esa noche por la cadena
nacional de radio y televisión. En los pocos televisores que había en la Argentina se
pudo ver a un Perón desencajado, dolido, que decía: "lo más indignante es que hayan
tirado a mansalva contra el pueblo. [...] Nosotros, como pueblo civilizado, no podemos
tomar medidas que sean aconsejadas por la pasión, sino por la reflexión [...]. Para no
ser criminales como ellos, les pido que estén tranquilos; que cada uno vaya a su casa
[...]. Les pido que refrenen su propia ira; que se muerdan, como me muerdo yo en estos
momentos, que no cometan ningún desmán. No nos perdonaríamos nosotros que a la
infamia de nuestros enemigos le agregáramos nuestra propia infamia [...]. Los que
tiraron contra el pueblo no son ni han sido jamás soldados argentinos, porque los
soldados argentinos no son traidores y cobardes. La ley caerá inflexiblemente sobre
ellos. Yo no he de dar un paso para atemperar su culpa ni para atemperar la pena que
les ha de corresponder [...]. El pueblo no es el encargado de hacer justicia: debe confiar
en mi palabra de soldado [...]. Sepamos cumplir como pueblo civilizado y dejar que la
ley castigue...".
Estos tristes hechos fueron un capítulo más
en los ataques de los representantes del privilegio económico y social, frente a los
sectores populares. Asimismo muchos de sus nefastos protagonistas fueron partícipes
años después de la feroz dictadura que ocasionó unos 30.000 compañeros
desaparecidos. Siempre es bueno recordar estos lamentables sucesos para que nunca
más se repitan.
Por las razones expuestas solicito a los
señores y señoras legisladores que me acompañen en el presente Proyecto.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
GIUSTOZZI, RUBEN DARIO | BUENOS AIRES | RENOVADOR SOCIAL CRISTIANO |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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DERECHOS HUMANOS Y GARANTIAS (Primera Competencia) |
Trámite en comisión(Cámara de Diputados)
Fecha | Movimiento | Resultado |
---|---|---|
14/07/2015 | DICTAMEN | Aprobados con modificaciones unificados en un solo dictamen |
Dictamen
Cámara | Dictamen | Texto | Fecha |
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Diputados | Orden del Dia 2264/2015 - DICTAMEN CONJUNTO DE LOS EXPEDIENTES 3439-D-2015 y 3477-D-2015 | CON MODIFICACIONES | 27/07/2015 |
Trámite
Cámara | Movimiento | Fecha | Resultado |
---|---|---|---|
Diputados | APROBACION ARTICULO 114 DEL REGLAMENTO DE LA H CAMARA DE DIPUTADOS; COMUNICADO EL 04/09/2015 CONJUNTAMENTE PARA LOS EXPEDIENTES 3439-D-2015 y 3477-D-2015 | APROBADO |