Expresar su beneplácito por la recuperación de la identidad de Javier Matías Darroux Mijalchuk, hijo de Elena Mijalchuk y Juan Manuel Darroux, desaparecidos durante la última dictadura militar. Y reconocer la ardua y honrosa labor en materia de derechos humanos impulsada por Abuelas de Plaza de Mayo.

Señor presidente:

Presentamos este proyecto de expresión de beneplácito por la recuperación de la identidad de Javier Matías Darroux Mijalchuk, el nieto número 130 identificado por la asociación civil Abuelas de Plaza de Mayo.

Javier es hijo de Elena Mijalchuk y Juan Manuel Darroux, quienes desaparecieron en diciembre de 1977. En ese entonces, él tenía sólo 4 meses y su mamá se encontraba embarazada. Una familia completa. En estas terribles circunstancias, los criminales lo dejaron abandonado a la intemperie en una calle, a pocas cuadras de la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), sitio que funcionó como centro clandestino de detención y tortura durante la última dictadura militar de 1776-1983, en la Ciudad de Buenos Aires.

Durante la conferencia brindada el pasado jueves 13 de junio donde fue presentada públicamente su identidad, Javier explicó que a lo largo de su vida sentía la certeza de que sus padres “podrían haber sido desaparecidos por la dictadura militar”. No obstante, se resistía a vivir el proceso que implicaba el “incierto” camino de la reconstrucción de su identidad. Sin embargo, desde su círculo íntimo lo convencieron argumentando que su familia biológica podría estar buscándolo.

Y así era. La historia de su tío Roberto Mijalchuk, que a lo largo de las últimas cuatro décadas llevó adelante la ininterrumpida búsqueda de la familia desaparecida. Su firmeza llegaba a tal punto que mantuvo siempre la misma línea telefónica, a pesar de las mudanzas, con la esperanza de recibir algún día el tan deseado llamado de su hermana.

La importancia de años de incansable trabajo llevado a cabo por la asociación civil Abuelas de Plaza de Mayo, sumado al directo convencimiento de su pareja y amigos, permitió que Javier finalmente decidiera atravesar el proceso para conocer su historia. Para ello, se presentó en la sede de Abuelas de la provincia de Córdoba, ya que desde hacía unos años vivía en la localidad de Capilla del Monte. Desde ese momento, todo cambió. Al respecto, Javier agradeció a “las instituciones y personas que, desde ellas, en su inclaudicable lucha, diariamente persisten en mantener viva nuestra búsqueda, los nietos”. Y sostuvo: “La restitución de mi identidad es un homenaje a mis padres, una caricia en el alma, un símbolo de memoria, verdad y justicia”.

Con lo cual, esto demuestra que para alcanzar este verdadero acto de justicia y humanidad no se llega de un día para otro, sino con la firmeza y el arduo trabajo de muchas personas que, gracias a su esfuerzo, hoy 130 historias recuperaron sus identidades.

“El derecho a la identidad no se negocia, no se abandona y no se olvida”, sostiene Javier ante una sociedad que sigue lamentando las heridas de una de las épocas más oscuras que vivió este país. Por estos motivos expuestos, invito a mis pares a acompañar el presente reconocimiento.