Declarar su profundo pesar por la muerte de quien fue la presidenta de la organización de derechos humanos Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas Mabel Gutiérrez, quien falleció a los 77 años de edad el 10 de abril de 2009.

Señor presidente:

Nuestro país atravesó, a partir de marzo de 1976 la implantación de la dictadura más despiadada de nuestra historia. Esos años de secuestro, tortura y desaparición sobre una generación que batalló por una patria para todos, dejó como saldo, no sólo muerte, dolor y consecuencias económicas desastrosas en la Argentina, sino que también parió nuevos luchadores que embanderaron la búsqueda de justicia como principal arma para abrirse camino dentro de una tímida democracia que apenas comenzaba a forjarse.

Mabel Gutiérrez, fue parte de esas luchadoras, ella decía que su hijo le había marcado el camino, porque fue Alejandro mismo, antes de que lo secuestraran el 24 de julio de 1978, quien le había mencionado la existencia del organismo que, ella misma presidiría años más tarde. Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas se constituyó primero, en Córdoba y en marzo de 1976, en la Provincia de Buenos Aires, fueron la expresión social necesaria para quienes reclamaban por los desaparecidos, así surgieron las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas de Plaza de Mayo y organizaron el grito desesperado por las ausencias.

Gracias a luchadoras como Mabel, esos reclamos se mantuvieron latentes en todas las coyunturas políticas que atravesó el país alcanzando pequeñas y grandes victorias históricas como la anulación de las Leyes de Impunidad que impulsó el presidente Néstor Kirchner.

La militancia de Mabel desde la desaparición de su hijo Alejandro, su lucha y la búsqueda de la verdad para sanar la memoria colectiva de un pueblo, deben ser reconocidas por nuestra sociedad. Por todo esto Señor Presidente, referentes como Mabel Gutiérrez deben ser rescatados por la historia y no permitir que pasen al olvido, porque fueron personas comunes de nuestro pueblo que tuvieron la grandeza de transformar el dolor en una lucha sin interrupción para alcanzar la justicia.