Expresar satisfacción por el comienzo del juicio por crímenes de lesa humanidad perpetrados contra el dirigente radical Hipólito Solari Yrigoyen y contra el abogado y militante radical Mario Abel Amaya (fallecido a causa de las torturas) durante la última dictadura militar, en la ciudad de Rawson, provincia de Chubut. El juicio es un paso más hacia la verdad y la justicia sobre acontecimientos ocurridos durante la etapa más oscura de nuestra historia.

Señor presidente:

El inicio del juicio que busca esclarecer lo sucedido con los abogados Hipólito Solari Yrigoyen y Mario Abel Amaya es un paso más, esperado y bienvenido, hacia la no impunidad de los responsables por el terrorismo de estado.

Ambos fueron secuestrados y desaparecidos por efectivos de la última dictadura militar, en diferentes lugares del país. La madrugada del 17 de agosto de 1976 Mario Abel Amaya fue secuestrado en su domicilio y, simultáneamente, Hipólito Solari Yrigoyen fue secuestrado en Puerto Madryn. Fueron trasladados a la Base Aeronaval de Bahía Blanca y luego al centro clandestino de detención "La Escuelita", donde sufrieron torturas. Tras ser devueltos a Bahía Blanca el 31 de agosto, fueron encarcelados en Villa Floresta y, días después, llevados a la cárcel de Rawson, donde nuevamente sufrirían torturas (que causarían la muerte de Amaya).

Mario Abel Amaya fue un abogado, idealista, comprometido militante del movimiento reformista universitario y activista político por la existencia y la vigencia de la democracia. Su trabajo profesional se orientó al asesoramiento de trabajadores y sindicatos, lo que lo condujo a comenzar a defender presos políticos detenidos en Rawson en los inicios de la década del setenta, entre ellos al dirigente sindical Agustín Tosco. Fue luego reclamado como abogado, junto con Solari Yrigoyen, por los presos políticos fugados de esa cárcel que luego serían asesinados en la Masacre de Trelew.

Adherente desde los inicios al movimiento de Renovación y Cambio, liderado por Raúl Alfonsín, fue elegido diputado nacional en 1973, cargo que ejerció hasta su secuestro y desaparición en 1976. Asmático, no solo torturado sino además desprovisto de los medicamentos necesarios, Amaya terminó falleciendo el 19 de octubre de 1976 en el hospital de la cárcel de Devoto, destrozado y en condiciones terribles, a los 41 años.

Solari Yrigoyen tiene un largo pasado de compromiso con la democracia, como dirigente y como profesional del derecho. Fue uno de los fundadores del movimiento de Renovación y Cambio, liderado por Raúl Alfonsín, y ganó en 1973 una banca como senador nacional por Chubut en las elecciones que pusieron fin a la dictadura comenzada en 1966. Siendo senador, sufrió atentados por parte de la Triple A, que acabaron en su secuestro por parte de grupos militares en 1976 junto con Amaya.

Tras su expulsión del país, permaneció en Francia hasta la restauración democrática de 1983. Su vuelta a Argentina estuvo signada por transformarse en asesor personal de Raúl Alfonsín y embajador plenipotenciario, tras lo cual fue elegido senador por segunda vez. Participó del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 1999 a 2002, siendo vicepresidente del mismo los dos últimos años. Hasta el año pasado ejerció la presidencia de la Convención Nacional de la UCR. Actualmente, Es presidente de la organización Nuevos Derechos del Hombre, entidad no gubernamental con categoría de entidad consultiva ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.

El recuerdo de estos dos grandes comprometidos con la democracia, así como de todos y cada uno de los que sufrieron las consecuencias del terrorismo de estado, solo puede hacerse de esta manera: con verdad, y con justicia. Para ellos, para sus familiares, y para todo el pueblo argentino.