DERECHOS HUMANOS Y GARANTIAS
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PROYECTO DE RESOLUCION
Expediente: 0956-D-2010
Sumario: EXPRESAR RECONOCIMIENTO A LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS EMPRENDIDA POR EL ARZOBISPO SALVADOREÑO OSCAR ARNULFO ROMERO, AL CONMEMORARSE EL 30 ANIVERSARIO DE SU ASESINATO EL DIA 24 DE MARZO DE 2010.
Fecha: 15/03/2010
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 14
Expresar su reconocimiento a la defensa de
los derechos humanos emprendida por el arzobispo
salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, al conmemorarse
el 30° aniversario de su asesinato, el 24 de marzo de
2010.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
I. ¿A monseñor Romero lo mató un
militar argentino? (1)
Este mes se cumplen treinta años del
asesinato del arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, icono universal de la
defensa de los derechos humanos. El crimen aún no se esclareció, pero la pista más
firme dice que lo mató un argentino, un represor de la dictadura llamado Emilio
Antonio Mendoza.
Su nombre figura en un documento de la
CIA, desclasificado por el gobierno de Clinton en 1993, junto a otros 12.000
documentos que se refieren a El Salvador producidos por la CIA, la embajada, el
Departamento de Estado, el Departamento de Defensa y otras agencias federales, en
respuesta a un pedido del Congreso que acababa de cerrar una investigación sobre
abusos de derechos humanos en ese país. El documento sobre "Mendoza" fue revelado
por el periodista salvadoreño Ricardo Valencia en el 2006 en una investigación
periodística del diario El Día de ese país.
El cable dice taxativamente, sin apelar a
los verbos condicionales, que "el oficial militar argentino Emilio Antonio Mendoza, fue
enviado en 1980 a Honduras junto a otros argentinos por el general Viola" y que
Mendoza "admitió de hecho haberle disparado a Romero", y pide a la Agencia que
recabe más información sobre el sujeto.
Puede ser un bolazo. El documento
desclasificado está lleno de tachaduras de los censores de la Agencia y no precisa la
fuente original de la información, no dice cómo el agente se enteró. Duane Claridge,
un jefe de la CIA que supervisaba la inteligencia de la región en esos años, le dijo a
Valencia que se trata de información cruda, que no había sido procesada por los
analistas en Washington. Pero no negó su existencia. El diplomático estadounidense
Robert White, que asumió la embajada pocas semanas después del asesinato,
reconoció en la misma investigación periodística que estaba al tanto de la existencia
del cable, aunque su impresión era que no se había producido "un hallazgo".
No habría que descartarlo. El cable lo
manda el "agente legal" de la embajada en San Salvador, o sea un hombre de la
compañía. Los agentes de la CIA podrán ser unos mentirosos para el resto del mundo,
pero tratan de pasarle buena información a sus supervisores. Aunque sea para ganarse
el bonus de fin de año. Además, está probado que al momento del crimen el autor
intelectual, Roberto D'Aubisson, recibía instrucción de militares argentinos que habían
sido enviados a El Salvador por el entonces jefe del Ejército argentino, que era Viola. Y
según muestran otros cables desclasificados por el gobierno estadounidense, cada vez
que se entrevistaba con funcionarios de los gobiernos de Carter y Reagan, Viola
demostraba una obsesión por el conflicto centroamericano.
Cuando apareció el documento de la CIA
la causa judicial por el asesinato de Romero estaba cerrada y sellada por una ley de
amnistía. Por eso "Emilio Antonio Mendoza" nunca fue investigado por la Justicia
salvadoreña.
En la Argentina mucho se ha escrito e
investigado sobre la participación de represores argentinos en el conflicto
centroamericano. Pero por distintas razones muy poco se sabe sobre el funcionamiento
de las estructuras de Inteligencia que la Marina y el Ejército montaron en la región. Se
conocen los nombres de al menos un marino, Carlos Dürich, y un miembro de Ejército,
Alfredo Zarattini, que estaban en El Salvador alrededor de marzo de 1980, en contacto
directo con quienes ordenaron y planificaron el asesinato. Pero la existencia de
Mendoza -si ése es su verdadero apellido- sigue siendo un misterio.
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Monseñor Romero sabía que lo iban a
matar y sabía desde dónde vendría la bala. Murió el 24 de marzo de 1980 de un solo
disparo al corazón mientras daba misa en la capilla de un hospital para enfermos de
cáncer. Era entonces el líder más popular del país y también un pacifista molesto en un
país al borde de la guerra civil. Sus homilías, que se transmitían por radio, llegaban a
todos los rincones del país.
Lo habían nombrado arzobispo en 1977
con el apoyo de los sectores más conservadores de la Iglesia. Pero la muerte de un
sacerdote de base muy amigo, asesinado por paramilitares junto a dos campesinos, lo
llevó a denunciar cada vez con más fuerzas las matanzas de los grupos paramilitares
que se sucedían a diario. También lo llevó a profundizar su opción por los pobres a
partir de los textos del II Concilio y el Congreso de Medellín.
Quince días antes del asesinato
encontraron 72 candelas de dinamita bajo el altar mayor de la iglesia del Sagrado
Corazón de Jesús de San Salvador, activados por reloj para estallar mientras él daba
misa. "Podrán matarme pero no podrán callar la verdad", les contestó en la siguiente
homilía.
El día antes de morir dio un sermón sobre
la muerte. "A los soldados les digo que los campesinos son su gente y que tengan en
cuenta el mandamiento No Matarás. Ninguna orden está por encima de la ley de Dios.
En nombre de Dios, en nombre de este sufrido pueblo, les pido, les ruego, que paren
con la represión", predicó. En El Salvador, en esos días, se mataba por mucho
menos.
Al día siguiente del asesinato una bomba
estalló en la catedral y francotiradores abrieron fuego contra la multitud que
participaba de la procesión, con un saldo de seis muertos y decenas de heridos.
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Al principio, la investigación judicial fue
una farsa. Tres días después de asumir el caso el juez salió ileso de un atentado, lo
balearon en la puerta de su casa. Desde entonces no demostró ningún interés por
acercarse a la verdad. Tardó nueve días en mandar peritos a la escena del crimen,
cuando ya no quedaban evidencias ni testigos. Nunca encontró nada.
La causa se reabrió en 1986 con otro juez
durante el gobierno del demócrata cristiano Napoleón Duarte. Fue gracias a un hecho,
digamos, fortuito. Tres meses después del asesinato, el ejército salvadoreño había
allanado una finca donde el entonces mayor Roberto D'Aubisson conspiraba con un
grupo de civiles y militares para derrocar a la junta militar que entonces gobernaba.
D'Aubisson era el jefe de los escuadrones de la muerte y más tarde sería fundador del
partido de ultra derecha Arena, que gobernó el país durante buena parte de los últimos
treinta años.
Entre los presentes estaba también el
capitán de la fuerza aérea Alvaro Saravia. Los conspiradores fueron liberados poco
tiempo después, pero en el allanamiento, los militares secuestraron y presentaron a la
Justicia varios documentos, entre ellos la agenda de Saravia. En esa agenda figuraban
registros de compras de armamentos y entre ellos las de dos rifles calibre 22
compatibles con los fragmentos de proyectil encontrados en el cuerpo de
Romero.
También figuraban los datos del chofer
personal de Saravia, Antonio Garay, un miembro de la Guardia Nacional. Garay declaró
que estuvo presente cuando D'Aubisson ordenó la muerte de Romero y le encargó a
Saravia que contrate a un francotirador delante de varios testigos que consintieron la
decisión, a quienes Garay también nombró. Dijo que él condujo al francotirador hasta
la escena del crimen, que su pasajero era "un hombre barbudo y bien parecido" a
quien no conocía, que estacionó su auto frente a la capilla y que vio cómo el pasajero
salía del auto y apoyaba la mira de un rifle sobre la rueda trasera. Dijo que después
escuchó un disparo y que el barbudo se subió otra vez al auto y que él lo llevó a un
lugar seguro. Se cansaron de mostrarle fotos de barbudos bien parecidos, pero Garay
no pudo identificar a su pasajero.
El juez incorporó el expediente del
allanamiento a la causa del asesinato de Romero y en base a los datos de la agenda y
el testimonio de Garay imputó a D'Aubisson como autor intelectual y a Saravia como
autor operativo. Pero no acusó a nadie por la autoría material.
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D'Aubisson nunca fue procesado porque
tenía fueros de diputado y murió de cáncer antes de que pudieran quitárselos. Saravia
se había mudado a Modesto, California, donde contrató un abogado caro para pelear la
extradición. En 1987 la Corte Suprema salvadoreña le dio la razón a Saravia y retiró el
pedido de captura cursado a las autoridades estadounidenses. Según el Center for
Justice and Accountability (CJA), una ONG estadounidense que sigue el caso desde
hace varios años con el apoyo de la archidiócesis de San Salvador, el presidente de la
Corte que retiró el pedido de extradición había sido el abogado de D'Aubisson durante
el primer juicio. El caso Romero fue incluido en el informe de la Comisión de la Verdad
publicado en 1993 y semanas después Saravia fue incluido en una ley de amnistía
aprobaba por el Congreso salvadoreño.
Saravia vivió tranquilo por un tiempo. En
1996 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ordenó reabrir la
investigación y resarcir a los deudos del arzobispo por la responsabilidad que le cupo al
Estado salvadoreño en el asesinato. El gobierno tardó tres años en contestar y cuando
lo hizo dijo que no reabriría el caso porque los responsables estaban cubiertos por la
ley de amnistía.
En noviembre del 2004 una corte civil de
California citó a Saravia a declarar sobre el asesinato en una causa abierta por el CJA
en nombre de los familiares de Romero. El capitán nunca se presentó y la corte lo
condenó en ausencia a pagar diez millones de dólares.
Desde entonces Saravia se encuentra
prófugo pero da la impresión que la Justicia estadounidense no lo busca demasiado. En
una entrevista con el Miami Herald desde la clandestinidad en el 2006, Saravia se negó
a hablar del caso, salvo para decir que él no había sido el francotirador. Ofreció
negociar su testimonio con las autoridades de su país y amenazó: "Si yo hablo, El
Salvador tiembla". No dejó más precisiones.
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"D'Aubisson era el principal nexo entre la
dictadura salvadoreña y los represores argentinos", dice al teléfono desde Maine el
politólogo de Colby College, Ariel Armony, autor de Argentina, Estados Unidos y
Cruzada Anticomunista en América Central 1977-1984 (UNQ, 1999), el libro de
referencia sobre el tema.
"Los salvadoreños admiraban a los
argentinos. No necesitaban que les enseñen a ser violentos, porque su historia está
plagada de violencia. Lo que aprendían era cómo usar esa violencia de manera más
efectiva. En Guatemala tiraban campesinos al mar desde aviones y helicópteros, algo
nunca visto hasta la llegada de los argentinos."
El propio D'Aubisson reconoció haber sido
instruido por militares argentinos en El Salvador en una entrevista de 1983 con Laurie
Becklund del Los Angeles Times: "Ellos (los argentinos) estuvieron acá un corto tiempo
pero ese tiempo fue muy útil. Transmitieron sus experiencias e informaron a nuestra
gente para sugerirles que actúen de esta forma o de esta otra forma usando este
sistema, cómo conseguir información y cómo analizarla".
Según el testimonio secreto del represor
Leandro "Lenny" Sánchez Riesse, ante un subcomité del Congreso de Estados Unidos,
a partir de 1979 desembarcó en Centroamérica un "Grupo de Tareas Exterior (GTE)"
del Batallón 601, la estructura de inteligencia del Ejército, al mando del coronel José
Osvaldo "Balita" Riviero. Armony obtuvo una transcripción de ese testimonio a través
de la ley de información pública. Otras investigaciones académicas y periodísticas
aportaron más nombres y más pruebas de la presencia de represores argentinos en la
región.
"Cuando ocurrió el asesinato de Romero
el GTE se encontraba en su apogeo, ya que recién meses después, en 1981, en las
últimas semanas del gobierno de James Carter, el gobierno estadounidense aprobó la
primera operación encubierta de la CIA contra los sandinistas. Hasta entonces el
trabajo sucio lo hacían los argentinos", dice Armony.
Los cables desclasificados en 1993 indican
que para la CIA los militares argentinos eran útiles, pero también difíciles de manejar.
"Están dispuestos a todo. Sólo hace falta que les digamos lo que tienen que hacer",
dice uno. "En un buen día son parcos y malhumorados, en un mal día actúan por
cuenta propia en contra de la política de nuestro gobierno", dice otro.
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El año pasado la ex guerrilla del Frente
Farabundo Martí para la Liberación Nacional ganó por primera vez las elecciones
presidenciales en El Salvador. En el discurso del día del triunfo, el flamante presidente
Mauricio Funes proclamó que seguiría el ideario de monseñor Romero. En el día de la
asunción, horas antes de la ceremonia, Funes visitó la tumba del arzobispo en la
catedral de San Salvador. La semana pasada repitió la visita con Lula.
Por eso, cuentan en El Salvador, el
aniversario treinta de la muerte de Romero será como ningún otro, con importantes
actos y ceremonias oficiales. Dicen que un gigantesco mural del arzobispo está siendo
pintado en la entrada del aeropuerto internacional para recibir con su imagen a los
visitantes que llegan al país.
En noviembre del año pasado la
embajadora ante la OEA del gobierno de Funes anunció la reapertura de la causa por
el asesinato de Romero en respuesta al pedido de la CIDH de 1986.
Mientras tanto, en la Argentina, la
Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa no ha recibido aún pedido
alguno de información sobre el supuesto asesino Emilio Antonio Mendoza, dijo la
directora de la secretaría, Ileana Arduino. La funcionaria aclaró que sí ha recibido otros
pedidos de otros gobiernos sobre otros represores.
El tal Mendoza no figura con ese nombre
en los archivos de la Conadep, ni en los del CELS, ni en los del Cemida, constató el
periodista salvadoreño Valencia en el 2006. Este cronista pudo comprobar que
tampoco hay datos sobre "Mendoza" en las distintas dependencias del gobierno que se
ocupan del tema, ni en los listados de personal civil de Inteligencia del Batallón 601,
recientemente desclasificados por decreto del gobierno de Cristina Kirchner, ni en la
base de datos que publicó la revista Veintitrés con el personal que actuó en el 601
durante la dictadura. Allí figura un José Emilio Mendoza con categoría de
"dactilógrafo", pero este diario pudo averiguar que durante la dictadura estuvo
destinado en Formosa.
No es fácil investigar la actividad de
espías en el exterior en ningún país. El decreto firmado por Cristina Kirchner excluye
actividades en el extranjero y la guerra de las Malvinas. Además, la colaboración desde
Centroamérica ha sido exigua o nula. "Nosotros le escribimos muchas veces al
gobierno sandinista preguntando por la actuación de militares argentinos en la época
de la dictadura pero los nicaragüenses nunca nos dieron información y a veces ni
siquiera nos contestaron", precisa una fuente del gobierno.
Este mes se cumplen treinta años del
asesinato de monseñor Romero, icono universal de la defensa de los derechos, y su
asesino anda suelto. En este momento podría estar tomando una piña colada en
Miami. O comiendo una pupusa de chicharrón en San Salvador. O, por qué no,
caminando tranquilo por las callecitas de Buenos Aires.
II. Consideraciones finales
Consideramos justo reconocer la trayectoria de un
hombre que abrazó la cruz en defensa de los más necesitados. Por ello solicitamos la aprobación
de este proyecto de resolución.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
MORANTE, ANTONIO ARNALDO MARIA | CHACO | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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RELACIONES EXTERIORES Y CULTO (Primera Competencia) |
DERECHOS HUMANOS Y GARANTIAS |
Trámite en comisión(Cámara de Diputados)
Fecha | Movimiento | Resultado |
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11/05/2010 | ANÁLISIS DE PROYECTOS DE COMPETENCIA MIXTA | Aprobado por unanimidad en la parte de su competencia sin modificaciones |
18/05/2010 | DICTAMEN | Aprobado por unanimidad con modificaciones |
21/05/2010 | ANÁLISIS DE PROYECTOS DE COMPETENCIA MIXTA | Aprobado por unanimidad en la parte de su competencia sin modificaciones |
Dictamen
Cámara | Dictamen | Texto | Fecha |
---|---|---|---|
Diputados | Orden del Dia 0391/2010 | CON MODIFICACIONES | 02/06/2010 |
Trámite
Cámara | Movimiento | Fecha | Resultado |
---|---|---|---|
Diputados | APROBACION ARTICULO 114 DEL REGLAMENTO DE LA H CAMARA DE DIPUTADOS; COMUNICADO EL 17/06/2010 | APROBADO |