Expresar el reconocimiento y agradecimiento a la Selección Argentina de Fútbol Femenino por su participación en el Mundial de Francia 2019 y su compromiso en visibilizar las desigualdades que atraviesan en el fútbol y el reclamo por sus derechos, el empoderamiento y el liderazgo de las mujeres en este deporte.

Señor presidente:

La UNESCO reconoció al deporte y la actividad física como un derecho humano en 1978, y ya desde entonces aspiraba a dejar de ser un patrimonio sólo de los hombres.

Sin embargo, el deporte es uno de las áreas -menos visibilizadas- en donde la mujer es fuertemente discriminada, no porque se les niegue el derecho a practicarlo sino por las condiciones desiguales que atraviesan.

En el caso del fútbol femenino ellas son amateurs, no tiene financiación ni contratos y entrenan en situaciones de alta vulnerabilidad y falta de seguridad. La magnitud de la desigualdad es tal, que la ONU señaló que el salario y la prima de un jugador representa el salario anual combinado de 1693 jugadoras de fútbol.

Las pioneras del fútbol femenino en Argentina fueron al mundial en 1971. Sin embargo, desde entonces, solamente fueron a uno más y “Francia 2019” fue recién el tercer mundial en la historia del fútbol femenino argentino. El último al que habían asistido Argentina fue el de China en 2007 en el que la Selección perdió todos los partidos y fue eliminada. Después, en los Mundiales de Alemania 2011 y Canadá 2015 no tuvo participación.

El fútbol femenino en Argentina sigue siendo amateur, todavía no hay estadísticas ni registro de cantidad de jugadoras federadas o de equipos de fútbol femenino en funcionamiento. Las jugadoras se encuentran en un lugar muy incierto, en una situación bastante precaria, sin nada garantizado y sin recursos legales para protegerse.

Las jugadoras del seleccionado argentino nunca se callaron y pidieron ser escuchadas por la Asociación de Fútbol Argentino. En septiembre de 2017, mediante una carta pública a la institución, anunciaron un paro hasta que se solucionaran "los problemas estructurales". En la foto oficial de la Copa América de Chile 2018 posaron con una mano en la oreja, pidiendo atención urgente. Recibían viáticos insignificantes para trasladarse a entrenar, debían practicar en canchas sintéticas, no de césped natural, y en alguna gira debieron dormir en el ómnibus. El predio de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en Ezeiza- Provincia de Buenos Aires- estaba preparado para los jugadores hombres, sin instalaciones del mismo tipo para las mujeres. El reclamo fue escuchado y las condiciones estructurales apenas empezaron a cambiar.

El desempeño histórico de la Selección Argentina de Fútbol Femenino en el Mundial de Francia marca un antes y después. Sus buenos resultados, aun a pesar de las restricciones muestra su enorme potencial. Sin embargo, el mayor triunfo es el que quedó fuera de la cancha, el reconocimiento social porque demostraron que la garra y el amor propio pudieron más que cualquier limitación. La amplia cobertura mediática, los casi ocho puntos de rating que tuvo el partido ante Escocia, escuelas y universidades interrumpieron sus clases para verlas, los bares poniendo sus partidos en vivo y en directo, gente pegada a las vidrieras de los locales de electrodomésticos para seguirlas.

Las jugadoras durante el Mundial no se cansaron de repetir que este debía ser el puntapié inicial para un cambio en el fútbol femenino argentino. Exigieron el sostenimiento de los avances logrados, pero no se quedaron ahí y agregaron otros reclamos como la creación de inferiores femeninas en los clubes o la federalización del torneo profesional que tendrá su primera edición a partir del segundo semestre de este año. Es el momento de su empoderamiento, de generar la igualdad de derechos de las mujeres en el deporte y en especial en el fútbol, y romper finalmente la brecha de inequidad que las atraviesa. El deporte no tiene género, tampoco el fútbol.

Por las razones precedentemente expuestas, solicito a mis pares la aprobación del presente proyecto de resolución.