Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo, a través de los organismos que corresponda, arbitre los mecanismos necesarios a fin de realizar en los medios masivos de comunicación una intensa campaña publicitaria concientizadora y educativa, en la que se desactive el espíritu de violencia que hoy se observa en un sector importante de los concurrentes a espectáculos deportivos, especialmente el fútbol.

Señor presidente:

La estadística no para de dar datos escalofriantes. El fútbol argentino y su entorno ya se cobraron 138 muertos. Que, ante tamaña cantidad de crímenes, la Justicia apenas en 16 casos llegó a condenas, que recayeron sobre 33 personas. Que la gran mayoría de las canchas de la AFA son inseguras y propensas a incidentes. Que, en lo que va del 2000, al menos cuatro protagonistas, Luis Artime (ex Tigre), Julio Zamora (ex Platense), Adrián Barrionuevo (Comunicaciones) y Jorge López (ex DT de San Martín de Tucumán), debieron cambiar de club o anunciar el retiro definitivo por amenazas o agresiones.

El incremento de la violencia y la reiteración de delitos que afectan la seguridad pública sigue poniendo en vilo a la comunidad deportiva y en particular a los seguidores del fútbol. El aumento de las penas como única medida volverá a ser ineficaz para prevenir y evitar los hechos, pues se encuentra científicamente comprobado que no sirve como disuasorio para quien va a delinquir.

Uno de los mayores problemas para erradicar la violencia en el espectáculo futbolístico es la impunidad de sus autores por la falta de esclarecimiento de los hechos y la falta de aplicación de penas de cumplimiento efectivo. Dentro de éstas mencionamos la gran cantidad de sanciones dictadas por los jueces que han inhabilitado para concurrir a los estadios a presenciar los partidos de su equipo, y sin embargo no se ha podido garantizar el cumplimiento de dicha pena y por tanto, los violentos vuelven a las canchas y aun cuando son un número minoritario frente al gran movimiento de masas que constituye el espectáculo futbolístico, siguen produciendo desmanes y crímenes hasta hacer agonizar lo que debería ser una verdadera fiesta familiar.

Europa, y en particular Inglaterra, ha tenido que soportar situaciones graves con la actuación de sus fanáticos. Uno de los mecanismos para erradicar definitivamente la violencia fue justamente la eficacia en la aplicación de las condenas de interdicción para concurrir a los partidos. Se ha hecho mediante la obligación accesoria de permanecer demorados los sancionados en sedes policiales y así evitar su presencia en las canchas.

Por supuesto, sabemos que esta medida por sí sola no será suficiente para resolver el problema pero creemos que es un buen comienzo que la sociedad sienta que existe un sistema de responsabilidad que hace efectivas las sanciones y que el Estado ejerce el control de este cumplimiento en su obligación de garantía de la seguridad hacia el conjunto de la sociedad.

Por lo expuesto y las razones que serán motivo de la ampliación en oportunidad del análisis que hagan las comisiones respectivas, solicitamos la aprobación del presente proyecto de Declaración.