CIENCIA, TECNOLOGIA E INNOVACION PRODUCTIVA
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Secretario Administrativo LIC. CAMPOS PABLO
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PROYECTO DE LEY
Expediente: 0816-D-2019
Sumario: PROGRAMA DE ESTIMULO A LA INNOVACION Y DESARROLLO DE INDUSTRIAS ESTRATEGICAS PARA EL CRECIMIENTO NACIONAL ARGENTINA 2025. CREACION.
Fecha: 19/03/2019
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 12
PROGRAMA DE ESTIMULO A LA INNOVACIÓN Y DESARROLLO DE INDUSTRIAS ESTRATEGICAS PARA EL CRECIMIENTO NACIONAL– ARGENTINA 2025
Capítulo I
De los Objetivos
Artículo 1°. CREACIÓN. Créase el Programa de Estímulo a la Innovación y Desarrollo de Industriales Estratégicas para el Crecimiento Nacional – Argentina 2025.
Artículo 2°. OBJETO. La presente ley tiene por objeto potenciar y estimular las actividades de Investigación y Desarrollo (I+D) en las áreas esenciales para crear, desarrollar y/o potenciar las industrias vinculadas a los sectores: alimenticios, servicios de software, de la defensa, de energías, fármacos, telecomunicaciones y actividad aeroespacial.
Artículo 3°. FINALIDAD. El Programa Argentina 2025 tiene como finalidad destinar recursos fiscales a los proyectos de I+D en las industrias de la alimentación, servicios de software, de la defensa, de energías, farmacológica, telecomunicaciones y actividad aeroespacial; por ser consideradas actividades esenciales y para asegurar un proceso de desarrollo sustentable en el tiempo.
Artículo 4°. ÁMBITO DE APLICACIÓN. Será de aplicación a la presente ley toda actividad de investigación y desarrollo en las áreas de alimentos, servicios de software, de la defensa, de energías, fármacos, telecomunicaciones y actividad aeroespacial se realicen en nuestro territorio o proyectos de interés nacional que sean desarrollados en el exterior.
Capítulo II
De los Proyectos
Artículo 5°. PROYECTOS. Las dependencias públicas o actores privados elevarán a la Autoridad de Aplicación los proyectos en I+D en las áreas de alimentos, servicios de software, de la defensa, de energías, fármacos, telecomunicaciones y actividad aeroespacial para su evaluación y aprobación. La Autoridad de Aplicación se encargará de fijar una programación presupuestaria de los proyectos I+D.
Artículo 6°. INDUSTRIA NACIONAL. Toda investigación, desarrollo de componentes y adquisición de materiales que se realicen en los proyectos aprobados por la Autoridad de Aplicación en el artículo 5° con Estados y/o proveedores extranjeros deben priorizar la transferencia de conocimiento hacía los actores nacionales.
Capítulo III
De la Autoridad de Aplicación
Artículo 7°. AUTORIDAD DE APLICACIÓN. El Poder Ejecutivo Nacional determinará la Autoridad de Aplicación de la presente ley.
Capítulo IV
De Financiamiento
Artículo 8°. DE FINANCIAMIENTO. Programa de Estímulo a la Innovación y Desarrollo de Industrias Estratégicas para el Crecimiento Nacional – Argentina 2025, se financiará con los siguientes recursos
a) TREINTA POR CIENTO (30%) de las sumas que el Estado Nacional efectivamente perciba en concepto de derechos de exportación de soja, en todas sus variedades y sus derivados.
b) Los fondos que destine el Poder Ejecutivo Nacional.
Artículo 9°. AUTORIZACIÓN. Autorizase al Poder Ejecutivo Nacional a realizar las adecuaciones presupuestarias necesarias para el cumplimiento de la presente ley, durante el ejercicio de entrada en vigencia de la misma.
En post de cumplir con los objetivos de la presente ley se faculta a la Autoridad de Aplicación para constituir y/o participar en empresas dedicadas a la investigación y el desarrollo. Así mismo a tomar las medidas que considere necesarias para proteger a las industrias Estratégicas para el Desarrollo Nacional.
Capítulo V
De las disposiciones finales
Artículo 10. VIGENCIA. El Programa de Estímulo a la Innovación y Desarrollo de Industriales Estratégicas para el Crecimiento Nacional – Argentina 2025 tendrá una vigencia de cinco (5) años a partir de su publicación en el Boletín Oficial, el Poder Ejecutivo podrá renovar dicho Programa cada cinco (5) años.
Artículo 11. REGLAMENTACIÓN. El Poder Ejecutivo Nacional reglamentará la presente ley dentro de los treinta (30) días de su sanción.
Artículo 12. Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Hoy estamos atravesando un proceso de avance tecnológico que no ha vivido nunca la historia de la humanidad. Nos estamos embarcado en lo que se denomina la cuarta revolución industrial. Esto debido principalmente al desarrollo de tecnologías como la inteligencia artificial, el Internet de las cosas (IoT) y el big data.
Estás tres tecnológicas tendrán el mismo impacto en nuestra vida diaria como lo tuvieron en su momento las primeras innovaciones de finales del Siglo XVIII con la primera revolución industrial. Si bien esta nueva era traerá innumerables mejoras y nuevos desafíos, también traerá aparejados infinidad de cambios.
Los cambios tecnológicos de esta nueva etapa del conocimiento están lanzados y son irreversibles. De ahí la importancia que la Argentina esté preparada para los nuevos desafíos.
En línea con los retos para los próximos años, UNESCO definió que “La innovación es fundamental para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible” e insta a los gobiernos a promover la industrialización y la innovación sostenibles, mediante el rápido incremento del gasto en I+D y el aumento del número de investigadores.
Los países con mayor grado de desarrollo y mejores estándares de vida son aquellos que más invierten en Innovación y Desarrollo (I+D) como porcentaje del PBI. El primero de la lista es la República de Corea del Sur con el 4,3%, seguida por Israel 4,1%, Japón 3,6%, y Finlandia y Suecia con 3%. Por su parte la Unión Europea fijo objetivos para lograr gasto en I+D en relación al PBI del 3% de cara al 2020. Estados Unidos, que es el país que más gasta en términos absolutos con relación al PBI en orden al 3% representando el 30% del gasto mundial en I+D. Por su parte, el gasto que China dedica a I+D el 2% de su PBI.
En América Latina, Brasil es líder, con 1,2%, mientras que la India ocupa el primer lugar en Asia Meridional y Occidental, con el 0,8%. En África, la Unión Africana ha fijado la meta en el 1%, pero sólo Kenya, Malí y Sudáfrica se acercan a esa cifra.
Nuestro país invierte el 0,6% en relación al PBI en I+D, es decir, cinco veces menos que la media de los países desarrollados. Como el avance tecnológico es algo dinámico, la brecha que tenemos hoy en inversión con los países que van en punta tiende a ser cada vez mayor y nos alejarnos cada vez más de una autonomía tecnológica.
Otro problema de nuestro país es que el sector privado es, dentro de los países del G20 quien aporta menos al I+D, siendo sostenida casi exclusivamente por el Estado. El gasto del sector empresarial es de apenas el 0,12% del PBI, es decir 1 de cada 5 pesos que se gasta en I+D en el país.
Claramente el punto de partida de la Argentina de cara a la cuarta revolución industrial no es el mejor. En líneas generales, somos un poco más de 44 millones de habitantes y producimos alimentos para más de 400 millones. A pesar de eso tenemos, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos, cerca del 30% de la población en situación de pobreza. La inversión en I+D en relación al PBI es casi 7 veces menor que los países que se encuentran en la frontera tecnológica. A esto hay que sumarle que el gasto en Ciencia y Tecnología por parte del Estado Nacional es cada vez menor, afrontando importantes recortes.
El desarrollo económico y social de las naciones no pasa por la disponibilidad de recursos naturales únicamente sino por el aprovechamiento que se hace de ellos mediante el conocimiento, lograda gracias a la inversión en educación, investigación y desarrollo de nuevas tecnologías aplicadas a los procesos industriales. Vale como ejemplo mencionar lo hecho por Holanda, un país que es un tercio del tamaño que la provincia de Santa Fe y 65 veces más pequeño que la Argentina. Según la página web de Holanda (www.holanda.es), este pequeño país de Europa es el segundo mayor exportador del mundo de productos agroalimentarios, sólo por detrás de los EE.UU. En 2017, el total de las exportaciones del complejo agrario rondaron los 113.000 millones de dólares. En términos de ventas y empleo, la industria de alimentación y bebidas es la mayor del sector industrial holandés. La industria alimentaria aporta el 16% del VAB de toda la industria. Sus ingresos netos son casi el 20% del total de la industria. Gracias a la fuerte inversiones en I+D el PBI per cápita es de casi 51.000 dólares cuando el de Argentina es de menos de $ 14.000 dólares.
El perfil productivo argentino históricamente fue con un fuerte énfasis en la agroindustria y el aprovechamiento de los recursos naturales. Nuestro país es, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), el octavo (8º) productor mundial de alimentos y según la Organización Mundial de Comercio (OMC) es el séptimo en el ranking de exportadores mundiales de alimentos.
A pesar de ser unos de los principales productores de alimentos y poseer tierras productivas, no poseemos las principales tecnologías que se utilizan en la producción agropecuaria. Por ejemplo, en el rubro semillas gran parte de las patentes son de empresas extranjeras, si bien es verdad que hoy son solo seis empresas son las que comercializan el 75 % de las semillas del mundo. Nuestro país tiene la escala y los recursos humanos para ser un participante de peso. Lo mismo ocurre con los fertilizantes, plaguicidas y herbicidas.
Por otra parte, las multinacionales concentran el 65% del mercado de maquinaria agrícola si incluimos la comercialización de productos importados y los equipos nacionalizados en las plantas que las compañías globales poseen en el país. Según la Cámara Argentina Fabricantes de Maquinaría Agrícola dos de cada tres pesos que factura el sector de la maquinaria agrícola en Argentina corresponden a productos de marcas internacionales. Es importante destacar que la maquinaria agrícola producida por empresas de capital nacional tiene más de 60% de componentes importado.
La industria del software es un sector de importancia no solo en Argentina sino también en el mundo. Hoy aproximadamente el 60% del PBI mundial se relaciona con la economía digital y los sistemas informáticos. Y la tendencia es que el porcentaje siga aumentando en los próximos años.
Por su parte, según el Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación el sector del software en nuestro país se compone por 4.200 empresas que emplean a más de 87.000. Estos trabajadores tienen salarios 45% más altos que el promedio de la economía.
Es unos de los rubros donde nuestro país es competitivo mundialmente por la calidad de los recursos humanos y por compartir la misma franja horario con Estados Unidos.
Argentina exporta unos US$ 1000 millones en servicios de software, ocupando el puesto 22 del ranking de países exportadores de servicios. El principal exportador de estos servicios en el mundo es Irlanda con US$ 51.000 millones, seguido por India US$ 50.000 millones.
Si bien en nuestro país, por todo lo antes mencionado, la industria del software es importante, solo nos dedicamos a dar servicio de mantenimiento y mejoras menores a sistemas informáticos ya creados. Por ello es importante generar estructuras de financiamiento que permitan desarrollar nuestras propias tecnologías.
Por su parte la Industria de la defensa es vital para la construcción de la soberanía industrial y tecnológica de nuestro país, ganando grados de libertad para la toma de decisiones. La industria para la defensa es y ha sido siempre, una herramienta clave de desarrollo tecnológico e industrial. Innovaciones trascendentes para la vida moderna como el GPS o internet surgieron de desarrollos para la Defensa y, en Argentina, por ejemplo, la industria automotriz se desarrolló en Córdoba apalancada por la industria pública aeronáutica, mientras que la siderurgia surge de la mano del General Savio al calor de las necesidades de la industria para la defensa, para la fabricación de barcos, tanques o proyectiles.
El potencial de nuestro país en materia de Defensa es inmenso. Por ejemplo, Argentina viene trabajando -desde 2010- en el proyecto de un submarino con propulsión nuclear. Esto ha tenido varios avances y como lo dijo el Ingeniero nuclear José Converti, del Instituto Balseiro -en la reunión conjunta entre las comisiones de Defensa y de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados de la Nación a principios de julio de 2018-, nuestro país, si se sigue invirtiendo en este proyecto, está a 5 años de desarrollar un submarino nuclear propio. Construirlo en el país demandará unos 278 millones de dólares, frente a los 1.405 millones de dólares que saldría comprarlo a un astillero en el exterior. Además del importante ahorro económico, generaría un fuerte impulso a las áreas involucradas en el proyecto.
Con el desarrollo de la industria de la defensa se potencia la sustitución de importaciones, liderando proyectos en áreas estratégicas donde la industria privada no tendría incentivo a invertir.
La Industria energética es central para sustentar un proceso de desarrollo sostenido en el tiempo, asegurando el fluido de energía para mover el aparato económico. Si bien Argentina cuenta con importantes reservas de combustibles fósiles, muestra un problema de diversificación de combustibles, porque el 85% de la matriz energética se compone entre gas de pozo y petróleo. Además, tiene existencias limitadas.
El potencial argentino en otros tipos de energías más limpias es muy importante. Por eso apostar a los proyectos de I+D en el desarrollo sustentable de las energías hidráulica, solar, eólica, nuclear, biocombustibles, biogás, biomasa, etc., es central para el futuro de nuestro país.
Dentro de la diversificación de fuentes de energía, Argentina debe explotar el potencial del mineral de litio, un componente importante para las baterías de alto rendimiento de los celulares, notebooks y autos eléctricos. Según un informe sobre ¨Mercado de Litio¨, elaborado por la Dirección de Economía Minera en 2017, nuestro país se encuentra en el cuarto lugar en cantidad de reservas probadas de litio, aunque dependiendo de las fuentes puede aparecer tercero, y posee entre 25 y 30% de los potenciales recursos del denominado ¨Triángulo del Litio¨ integrado junto a Bolivia y Chile. El país cuenta además con yacimientos de litio pegmatitas en etapa de exploración. Esta potencialidad geológica se complementa con un marco legal atractivo y mano de obra calificada.
Por último, el sector farmacéutico también es central en el desarrollo sustentable de nuestro país. Asegurar la salud de la población tiene que ser uno de los ejes centrales de las políticas públicas.
El sector farmacéutico que tiene más de 210 laboratorios con 190 plantas manufactureras, de las cuales 160 son empresas de capitales nacionales, que emplean a más de 43.000 trabajadores. Es una base importante para relacionarlo con instituciones públicas y potenciar la producción de fármacos de punta en nuestro país.
La conectividad ya no solo se da entre personas, sino también entre objetos, siendo un desafío que debe afrontar el sector de las telecomunicaciones. Es indudable que la comunicación en sus diferentes tecnologías, es una herramienta democratizadora y dinamizadora de la actividad económica.
Según el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) casi el 50% de los hogares tiene acceso a Internet, prácticamente el doble que en 2008. Si se tiene en cuenta el celular, se eleva al 70% la población conectada. Estos números van a seguir creciendo en los próximos años con la llegaba de la tecnología 5G, gracias a ella, la próxima generación de celulares brindará mayores velocidades, servicios y mayor cantidad de dispositivos conectados.
Se espera que la tecnología 5G coincida con el boom de desarrollo de una de las tecnologías disruptivas relacionada con la Internet de las cosas (IoT, sigla en inglés). Las redes 5G darán soporte a una inmensa red de dispositivos, incrementarán exponencialmente el desarrollo de la IoT.
Por eso es central incrementar las inversiones en infraestructura y en I+D para acompañar la revolución que se vendrá en materia de telecomunicaciones en los próximos años.
El último de los sectores estratégicos, es la industria aeroespacial, donde nuestro país tiene una importante historia en la materia. Comienza la producción satelital con la primera presidencial de Juan Domingo Perón, en 1947, cuando se creó la División de Proyectos Especiales dentro del Instituto Aerotécnico para iniciar el desarrollo de pequeños cohetes tácticos con motores a propelente líquido (Docampo, p. 12; Eláskar).
El primer hito fue la fabricación del misil teledirigido Tábano en 1949. Luego en 1960 se establece la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE).
Nuestro país cuenta con un Plan Espacial Nacional, que tiene el carácter de Plan Estratégico para las actividades espaciales, estableciéndose como una clara Política de Estado de prioridad nacional. La primera versión del Plan Espacial cubría el período 1995-2006, habiéndose realizado dos revisiones posteriores: Plan 1997-2008 y Plan 2004-2015, con actualización en el año 2010. Hoy se encuentra la versión preliminar del “Plan Espacial Nacional 2016-2027” que ha sido aprobada por el Directorio de CONAE y presentada al Poder Ejecutivo Nacional.
Como últimos hitos se destacan que el 16 de octubre de 2014 se realizó con éxito el lanzamiento del primer satélite geoestacionario, primero fabricado totalmente en el país, y segundo satélite de comunicaciones de Latinoamérica. Un año después, el 30 de septiembre de 2015, se realizó con éxito el lanzamiento del ARSAT-2, con el cual, la Argentina tiene llegada satelital a todo el continente americano y a toda su plataforma continental.
Argentina es uno de los ocho países en el mundo con capacidad de producción de satélites. Por eso contamos con una base de punta para potenciar los proyectos de I+D, para potenciar la industria aeroespacial, ya que esta puede ser una excelente oportunidad para priorizar el valor agregado nacional. Generando tecnológicas que luego se pueden aplicar a otros ámbitos de la economía. Recordemos que la gran cantidad de objetos que hoy en día se usan como semiconductores, materiales compuestos y muchas otras innovaciones son desarrolladas principalmente por esta industria.
La investigación aeroespacial crea la capacidad de generar riqueza en términos económicos y de seguridad nacional, así como en materia de innovación y desarrollo de alta tecnología, por lo cual la convierte en una pieza clave en el entramado industrial de cualquier país. Para afrontar los desafíos que vienen en los próximos años, Argentina necesita asegurar los recursos financieros para solventar los proyectos de I+D que nos permitan ser un actor competitivo a nivel global y asegurar una senda de desarrollo sustentable en el tiempo.
Sin dudas que tiene que ser el Estado quien impulse la inversión en I+D. Por eso es de vital importancia destinar una parte de la renta extraordinaria que genera el sector más competitivo de nuestra economía, como es el sector sojero, con el fin de replantear un eje distributivo para así potenciar al resto de los sectores estratégicos para el desarrollo.
El 30% de la recaudación de las retenciones del complejo sojero según los datos del Ministerio de Hacienda fueron en 2017 más de 3.000 millones de dólares. Esto representa el 0,6% del PBI para dicho año. Destinar esos recursos a la inversión en I+D permitirá duplicar los valores que se invierten actualmente en nuestro país. Si bien nos encontraríamos todavía lejos de los valores de inversión de los países que más empeño hacen en el desarrollo de nuevas tecnologías, lo virtuoso será que permitirá fijar un nuevo piso de inversiones.
Aumentar la inversión en I+D también permitirá contener y generar oportunidades para la gran cantidad de científicos de calidad con la que cuenta nuestro país, que hoy se ven altamente afectados por el recorte en partidas de Ciencia y Tecnología.
El esfuerzo mayor para potenciar la innovación y el desarrollo de conocimiento tiene que estar liderado por el Estado, no dejando las inversiones en I+D a las libres fuerzas del mercado, como si fueran un área más de la economía. El Estado tiene que ser el principal actor, que dirija y defina hacia dónde van a ir las inversiones en sectores estratégicos, protegiendo y potenciando la industria nacional con el fin generar más y mejor trabajo para el conjunto de los argentinos.
La inversión en I+D permitirá que las industrias estratégicas sean la base del desarrollo futuro de nuestro país. Siendo estas industrias instrumentos para romper nuestro círculo histórico de vender los cueros para comprar los zapatos y cumplir el sueño de crear una Patria con más soberanía, independencia económica y justicia social.
Por todo lo antes mencionado, es de vital importancia asegurar el financiamiento de los proyectos de I+D, es por ello que solito a mis pares me acompañen en este proyecto de ley.
Firmante | Distrito | Bloque |
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RAMOS, ALEJANDRO | SANTA FE | PRIMERO ARGENTINA |
RAUSCHENBERGER, ARIEL | LA PAMPA | JUSTICIALISTA |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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PRESUPUESTO Y HACIENDA (Primera Competencia) |
CIENCIA, TECNOLOGIA E INNOVACION PRODUCTIVA |
INDUSTRIA |