Declarar su beneplácito por la realización de la muestra titulada “La exposición pendiente” que contiene obras de los artistas mexicanos José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, en el Museo Nacional de Bellas Artes, donde podrá ser visitada por el público entre el 3 de mayo y el 7 de agosto de 2016.

Señor presidente:

La muestra de los célebres muralistas mexicanos que se expone en el Museo Nacional de Bellas Artes constituye un evento muy trascendente, no sólo por su calidad artística, sino también por su connotación histórica, social, cultural y política.

Esta muestra ha sido silenciada mucho tiempo y su primera exposición se frustró por obra del golpe de estado de Pinochet en Chile en 1973 desde donde tuvieron que sacar clandestinamente las obras nuevamente hacia México.

Orozco, Rivera y Siqueiros encarnan el movimiento muralista mexicano que expresó un contenido de denuncia de la injusticia social que se acrecentaba en América Latina en los albores del siglo XX. A través de estas pinturas monumentales los artistas expresaban la rebelión del pueblo mexicano contra la intolerancia y las condiciones económicas y sociales de miseria y exclusión que condujo a la Revolución de 1910.

En nuestro país, ya se insinúan también con nitidez corrientes realistas con contenido social. Tres obras se destacan: “Sin pan y sin trabajo” de Ernesto de la Cárcova, “La sopa de los pobres” de Reinaldo Giudice y “La hora del almuerzo” de Pio Collivadino. El movimiento artístico de contenido social tuvo relevantes exponentes como Antonio Berni, Benito Quinquela Martín, César López Claro entre otros.

El movimiento muralista tenía sus raíces en la revolución mexicana y buscaba a través de la técnica mural marcar su rechazo a la pintura de caballete y todo el arte de los círculos ultraintelectuales, porque lo consideraban aristocrático. Impulsaron la expresión de un arte monumental porque era una propiedad pública. El arte se puso al servicio de la construcción de un nuevo orden que rompía con el régimen oligárquico y corrupto de Porfirio Díaz.

El muralismo mexicano es el primer movimiento plástico del siglo XX que comenzó a hacer consciente el carácter de enajenación que detentaba el quehacer artístico dentro de la sociedad capitalista burguesa. “El muralismo es un ataque frontal al carácter privado de las realizaciones plásticas y del consumo que de ellas detentan las clases privilegiadas. Plantea la posibilidad de un arte al servicio de todos, que sólo puede darse en una sociedad netamente igualitaria. Desligado de los avatares de la revolución que le dio origen, ante los ojos de los plásticos de América y del mundo, el muralismo mexicano fue vivido como un llamado a concretar un arte americano que debía estar necesariamente fundado en el carácter de justicia de la sociedad que lo sustentara. Muchos plásticos de Latinoamérica se sintieron enrolados en esa gesta y una vasta producción, responde en todos los países al espíritu, a la temática y a las pautas formales de la gran pintura mexicana”. (Bedoya y Gil, El Arte en América Latina – Ed. Centro Editor de América Latina. 1973- pág. 73)

La exposición reúne a tres maestros Orozco, Siqueiros y Rivera que eran llamados “Los tres grandes”. Comparten una época, una situación histórica de su patria y del mundo y las interpretan con diversa sensibilidad y estilos inconfundibles (Ramos Sánchez y Vázquez González, compiladores, Diego Rivera, Ed.única . Presidencia Municipal de Guanajuato, 2003, México, pág. 58).

No es de extrañar que el golpe de estado de 1973 de Chile hubiera puesto fin a esta muestra sin que nadie haya podido verla. Las piezas que se exponen hoy en nuestro país, provienen de la colección Carrillo Gil de México y representan casi la mitad del total de obras que el curador Fernando Gamboa llevó en aquellos años al Museo Nacional de Bellas Artes de Chile. Allí estuvieron mantadas durante 18 días sin que nadie pudiera verlas, hasta que logró, con la ayuda de un guardia de seguridad, embalarlas y regresarlas a su país de origen, en un avión salvoconducto. Para esa exposición Pablo Neruda había escrito un texto (el último que escribió en su vida) en uno de cuyos fragmentos expresa que: “El fuego de esta pintura que no puede apagarse sirve también a nuestras circunstancias: necesitamos su telúrica potencia para revelar los poderes de nuestros tiempos”. (Publicado en el diario El País, edición del 5 de mayo 2016).

Por todo lo expuesto solicito se apruebe el presente proyecto de resolución.