Artículo 1º- En homenaje a las víctimas de los atentados perpetrados en nuestro país por el terrorismo internacional, y en los términos previstos por la ley 12665, declarar Lugar Histórico Nacional los siguientes espacios:

a) la Plaza de la Memoria, ubicada en Arroyo 916, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, erigida en homenaje a las víctimas del ataque terrorista contra la Embajada del Estado de Israel, ocurrido el 17 de marzo de 1992.

b) El solar que ocupa el edificio de la A.M.I.A., Asociación Mutual Israelita Argentina, ubicado en Pasteur 633, reconstruido luego del ataque terrorista, sufrido el 18 de julio de 1994.

Artículo 2º- Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional.

Señor presidente:

En mayo de 1949 las Naciones Unidas reconocieron al Estado de Israel. En breve, una delegación diplomática llegó a nuestro país y la bandera de Israel flameó en la Casa Rosada, junto a la de Argentina, para avanzar hacia la plena cooperación entre ambos Estados, profundizando el diálogo que ya existía entre la comunidad judía y la cristiana, formando parte del pueblo argentino, donde nunca existieron diferencias religiosas ni de origen, sino diversidades que nos enriquecieron, nos enriquecen y conforman el entramado multicultural de nuestra identidad.

El primer Embajador, Iaacov Tzur, poco tiempo después de esa honrosa recepción, inauguró la mansión ubicada en la calle Arroyo 916 de la Ciudad de Buenos Aires, que fue adquirida por el nuevo Estado y ornamentada con "lo mejor" por miembros de la propia comunidad, orgullosa de vivir en un país que alberga a la comunidad judía más grande de Latinoamérica. País este, al que ofrecieron sus mayores esfuerzos aportando al arte, a la ciencia y a la tecnología porque es la patria donde nacen, crecen y se educan sus hijos, nuestros hijos.

El 17 de marzo de 1992, detonó en la puerta de la sede de la Embajada de Israel, una carga explosiva de tal magnitud que transformó a la Argentina, en escenario de la exportación del conflicto de Medio Oriente. Fue el comienzo de la nueva modalidad adquirida por el terrorismo internacional, la de asestar el golpe más brutal donde menos se lo espera. Esta nueva modalidad se manifestó cruelmente en la ciudad de Buenos Aires, aquí, se cobró la vida de funcionarios israelíes, de empleados de la embajada, de vecinos y de quienes fortuitamente pasaron por allí a las 14:45, desafiando impunemente nuestra vocación pacífica interreligiosa y multicultural.

Con indignación, reconocemos que en aquellos años el Estado Argentino no estuvo a la altura de los acontecimientos. La tristeza y la responsabilidad como representantes del pueblo, nos obliga a asumir que faltó voluntad política y judicial para esclarecer un hecho funesto que puso en claro nuestra vulnerabilidad: llevó 29 personas a la muerte, provocó daños físicos y psicológicos a por lo menos 250 personas e hirió profundamente el alma de todos los argentinos.

Tan vulnerables fuimos que, sólo a dos años de la tragedia, sufrimos un atentado mayor, ya no dirigido a la representación del Estado Israelí, el 18 de julio de 1994, el objetivo fue Pasteur 633, la AMIA, Asociación Mutual Israelita Argentina, una asociación que desde que fue creada interactúa positivamente en la sociedad argentina, en comunión con otras organizaciones, educando en la cooperación y la solidaridad y brindando sus servicios a quien los necesite, más allá de su filiación religiosa aún tratándose del corazón de la comunidad judía. Esta segunda vez, los resultados en cifras fueron 86 muertos, más de 300 heridos, la conmoción más traumática pero los resultados de la justicia, tan nulos como la primera vez.

Estamos hablando de dos objetivos cumplidos por parte del terrorismo internacional, y hablamos también de dos tremendos fracasos de la justicia en la Argentina. Hoy el Estado Argentino, no está dispuesto a olvidar ni a perdonar, está en cambio, totalmente comprometido con la búsqueda de la verdad y la justicia a la que no se vinculan solamente las violaciones de derechos humanos cometidas por el terrorismo de Estado en la última dictadura militar, sino también, la necesidad de brindar justicia en el caso de estos dos atentados terroristas.

El gobierno del Presidente Kirchner, asume la plena vigencia de las instituciones democráticas como política interna y externa. Hago mías las palabras del presidente: La Argentina considera que los actos de terrorismo son criminales e injustificables, y no existe razón racial, religiosa, ideológica o de cualquier otra naturaleza, que pueda justificar el asesinato de civiles inocentes. La postura es clara: este gobierno no descansa sobre un pasado no resuelto porque con toda responsabilidad comprende que dejar pasar estas heridas significa seguir enfermos, imposibilitados, en el orden interno, para reconstruir el tejido social, e incapaces de pararnos frente al mundo como un país confiable.

En este sentido, las acciones del Estado Argentino son concretas, como lo manifestó el Sr. Canciller Jorge Enrique Taiana el 6 de julio 2006 en su discurso pronunciado en la Reunión del Congreso Judío Latinoamericano, organizado por A.M.I.A:

"frente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA en marzo de 2005 (...ratificada...) por un Decreto del Poder Ejecutivo, el Gobierno argentino reconoció, en el caso del atentado contra la AMIA, la responsabilidad del Estado argentino "por la violación del derecho a la vida, a las garantías judiciales, y a la protección judicial", así como la responsabilidad del Estado "por que existió incumplimiento de la función de prevención por no haber adoptado las medidas idóneas y eficaces para intentar evitar el atentado, teniendo en cuenta que dos años antes se había producido un hecho terrorista contra la Embajada de Israel en la Argentina".

También el Estado reconoció responsabilidad "porque existió encubrimiento de los hechos, porque medió un grave y deliberado incumplimiento de la función de investigación del hecho ilícito ocurrido el 18 de julio de 1994, y porque este incumplimiento en materia de investigación adecuada produjo una clara denegatoria de justicia. Todo ello conforme fue declarado por el Tribunal Oral Federal en lo Criminal nro 3 de la Ciudad de Buenos Aires en su sentencia del 29 de octubre de 2004."Este reconocimiento no es solo declarativo, sino que incluye una serie detallada de pasos y una mesa de diálogo que coordinamos desde la Cancillería y que está funcionando plenamente, removiendo los obstáculos legales y administrativos para avanzar en la investigación.

No es fácil abordar la complejidad del terrorismo internacional pero las acciones que se desarrollen para combatirlo, deben enmarcarse en la defensa de las instituciones democráticas y la protección de los derechos humanos. Hay en este sentido un consenso generalizado en la comunidad internacional y la Argentina ha ratificado las doce Convenciones de ONU contra el terrorismo y participa de manera activa y responsable en todos los órganos del sistema de las Naciones Unidas destinados a prevenir y combatir el terrorismo, y contribuye eficazmente en los debates para avanzar en la elaboración de un importante instrumento jurídico para prevenir y combatir el terrorismo, como será la Convención Internacional sobre Terrorismo.

Estas acciones que se llevan adelante en los organismos máximos de representación internacional, junto a otras que se realizan en el ámbito de Latinoamérica y del MERCOSUR deben tener su correlato interno en nuestro país en el plano de la justicia, que con su accionar debe desterrar la impunidad, pero también deben tener como soporte fundamental la memoria porque con ella se desarrolla la conciencia ciudadana.

La gente se renueva, la vida recobra cotidianidad, los espacios son nuevamente habitados y los hechos del pasado, cuando desaparecen las huellas, se vuelven más lejanos e intangibles. Más aún, las mismas huellas pueden pasar desapercibidas si no las incorporamos expresamente a nuestro patrimonio.

Por respeto a nuestras víctimas y en su homenaje, al cumplirse 15 años del atentado a la Embajada de Israel y 13 años del atentado a la A.M.I.A. estos espacios tan emblemáticos como Arroyo 916, donde hoy se levanta la plaza de la Memoria y Pasteur 633, donde el edificio fue reconstruido, merecen ser valorados por lo que representan para toda la comunidad argentina, por la concepción democrática, solidaria y de esperanza vital, expresadas en su estética y porque son espacios que materializan el tiempo en la sociedad argentina, como mojones que señalan el antes y el después, solicito a esta Honorable Cámara la aprobación del presente proyecto de ley, que incluye como ANEXO la conformidad de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y de Lugares Históricos.

ANEXO