COMERCIO
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Jefe SRA. SARA GABRIELA M
Martes 14.00hs
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Reunión del día 21/09/2010
- -
- En Buenos Aires, a los veintiún días del mes de septiembre de 2010, a la hora 15 y 43:
SRA. PRESIDENTA DI TULLIO Damos comienzo a la segunda etapa de las audiencias públicas sobre Papel Prensa.
Para ello, pido al rector de la Universidad Nacional de Cuyo, ingeniero agrónomo Arturo Roberto Somoza, que vaya acercándose al estrado para hacer uso de la palabra.
Para ello, pido al rector de la Universidad Nacional de Cuyo, ingeniero agrónomo Arturo Roberto Somoza, que vaya acercándose al estrado para hacer uso de la palabra.
SR. SOMOZA Señora presidenta: en primer lugar, agradezco la invitación cursada.
Como rector de la Universidad Nacional de Cuyo vengo a presentarme aquí en adhesión al proyecto elevado por el Poder Ejecutivo que, como dice en su articulado, declara de interés público la fabricación de papel prensa. Lo hago no sólo como rector de mi universidad sino también como profesor de Dasonomía -materia que tiene que ver con los bosques y con la industria forestal-, en el entendimiento de que la actividad forestal, dentro de la agricultura, es la de mayor envergadura e importancia en el mundo.
Por eso creo que la producción de papel prensa y de toda la cadena de valor, desde la deforestación, el manejo del cuidado de los bosques implantados -en defensa de la no deforestación de los recursos forestales nativos-, el alto potencial productivo que tiene la Argentina en materia forestal y la necesidad de tomarlo con la modalidad que hoy en día es ineludible en defensa del medio ambiente, no puede ser tomada de otra manera que no sea de interés público.
Adhiriendo absolutamente al espíritu de la propuesta, solo quiero aportar desde mi conocimiento que si bien está implícito, quizás sería interesante que los señores legisladores propongan explícitamente, como política pública, el autoabastecimiento del papel y la posibilidad de que queden saldos exportables para favorecer la libertad de prensa en Latinoamérica a través de la participación argentina, en un principio en el Mercosur y luego en la UNASUR. La Argentina está en absolutas condiciones de hacerlo.
De los modelos conocidos de servicios públicos -y de alguna manera éste es uno de ellos- creo que habría que tomar el de la energía eléctrica, en el marco de todos los intertextos que ha habido. Este modelo segmenta verticalmente la producción, el transporte y la distribución, impidiendo las actividades de concentración. En este sentido, y entendiendo la lógica de la apertura a todos los medios gráficos -incluidos los del interior-, no debería haber mayoría de los mismos medios gráficos en la integración del capital accionario, porque no solo hay riesgo, como está en evidencia hoy, de que haya entidades monopólicas, sino también oligopólicas.
Este es mi aporte: ratificar mi adhesión al proyecto de ley en todo su sentido. Entiendo que será el debate legislativo el que podrá perfeccionarlo para el bien de nuestro pueblo. (Aplausos.)
Como rector de la Universidad Nacional de Cuyo vengo a presentarme aquí en adhesión al proyecto elevado por el Poder Ejecutivo que, como dice en su articulado, declara de interés público la fabricación de papel prensa. Lo hago no sólo como rector de mi universidad sino también como profesor de Dasonomía -materia que tiene que ver con los bosques y con la industria forestal-, en el entendimiento de que la actividad forestal, dentro de la agricultura, es la de mayor envergadura e importancia en el mundo.
Por eso creo que la producción de papel prensa y de toda la cadena de valor, desde la deforestación, el manejo del cuidado de los bosques implantados -en defensa de la no deforestación de los recursos forestales nativos-, el alto potencial productivo que tiene la Argentina en materia forestal y la necesidad de tomarlo con la modalidad que hoy en día es ineludible en defensa del medio ambiente, no puede ser tomada de otra manera que no sea de interés público.
Adhiriendo absolutamente al espíritu de la propuesta, solo quiero aportar desde mi conocimiento que si bien está implícito, quizás sería interesante que los señores legisladores propongan explícitamente, como política pública, el autoabastecimiento del papel y la posibilidad de que queden saldos exportables para favorecer la libertad de prensa en Latinoamérica a través de la participación argentina, en un principio en el Mercosur y luego en la UNASUR. La Argentina está en absolutas condiciones de hacerlo.
De los modelos conocidos de servicios públicos -y de alguna manera éste es uno de ellos- creo que habría que tomar el de la energía eléctrica, en el marco de todos los intertextos que ha habido. Este modelo segmenta verticalmente la producción, el transporte y la distribución, impidiendo las actividades de concentración. En este sentido, y entendiendo la lógica de la apertura a todos los medios gráficos -incluidos los del interior-, no debería haber mayoría de los mismos medios gráficos en la integración del capital accionario, porque no solo hay riesgo, como está en evidencia hoy, de que haya entidades monopólicas, sino también oligopólicas.
Este es mi aporte: ratificar mi adhesión al proyecto de ley en todo su sentido. Entiendo que será el debate legislativo el que podrá perfeccionarlo para el bien de nuestro pueblo. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA DI TULLIO Tiene la palabra el señor Alejandro Bercovich, del diario Crítica.
SR. BERCOVICH Señora presidenta: gracias a la comisión por la invitación y a todos los legisladores y colegas presentes.
En realidad, mi presencia acá y el aporte que intentamos traer en nombre de los trabajadores de prensa del diario Crítica pasa más que nada por contar la experiencia, por actualizar la situación que estamos atravesando a raíz del conflicto desatado hace ya cuatro meses y medio.
Como muchos de ustedes sabrán, este conflicto nos condujo a tomar la redacción desde ese momento hasta ahora, tras el vaciamiento del que fue responsable Antonio Matta, el accionista mayoritario de la empresa. A fines del año pasado Matta dispuso un operativo tendiente a hacer desaparecer el diario, argumentando una serie de imposibilidades para seguir adelante con la empresa, entre las cuales estaba el manejo de la pauta universitaria estatal. Sin embargo, para nosotros se trata de un caso ejemplar, tanto por la lucha y por la serie de reivindicaciones que hemos venido manteniendo desde entonces como por el contexto social en el que se desenvuelven, sin el cual el conflicto de Crítica no habría tenido el eco que tuvo. Yo diría que fue uno de los conflictos más sonados en todos los medios de comunicación, algo que no ocurría con conflictos de similar envergadura años atrás. Pongo por caso el despido de 117 trabajadores de Clarín hace diez años, entre los cuales estaban los integrantes de la comisión interna y de la junta electoral, que debían garantizar la transparencia de las elecciones de delegados del diario.
Por otra parte, este hecho tiene como corolario la ausencia total de representación sindical en el diario de mayor tirada del país y en la mayoría de sus empresas vinculadas.
Por supuesto que tenemos que ceñirnos a la discusión del proyecto de ley que aquí se discute, pero nos parece que vale la pena pasar revista de esta situación que atravesamos, teniendo en cuenta que el caso de Papel Prensa fue uno de los factores determinantes de la desaparición de un diario, cuyos trabajadores pretendíamos seguir haciendo, en el cual depositamos todas nuestras energías y fuerzas profesionales.
Por más que durante el conflicto no nos hicimos eco de la posición patronal de culpar al gobierno de Néstor Kirchner y luego de Cristina Fernández de Kirchner por la desaparición de Crítica, no vengo acá a renegar de las notas que escribíamos y firmábamos ahí, que reflejaban fielmente lo que veíamos de la realidad, y que reproducíamos con gran impacto en la población con una repercusión que iba mucho más allá de la tirada, que como todos saben era modesta.
El caso de Papel Prensa tiene injerencia porque Crítica tuvo que comprar el papel importado de Chile durante toda su existencia a un precio superior al 50 por ciento del que regía para los grandes diarios locales de mucha más tirada.
Durante un período de su existencia, Crítica se abasteció con Papel Prensa. Eso no hizo mella para que mucho antes de que se hablara en otros medios de comunicación de este caso, las tapas de Crítica reflejaran tanto los efectos sobre el medio ambiente y la contaminación del trabajo de Papel Prensa así como también la posición dominante y el abuso de la misma que ejercían los accionistas respecto de otros diarios que pretendían acceder al papel para seguir con su actividad comercial.
Las cifras de los considerandos del proyecto de ley son lo suficientemente elocuentes como para que no se pueda discutir que estamos frente a una conducta monopólica, de abuso de una posición dominante en un mercado. Por ejemplo, son cuestiones de manual que Papel Prensa pasó de abastecer el 71 por ciento del mercado en 2004 al 63 por ciento en 2009, y que en términos absolutos cayó la producción de 181 millones de toneladas a 166 millones en el mismo período.
Cuando nos tocó en algún caso escribir sobre Papel Prensa desde la sección de Economía, que es mi especialidad, el argumento que daban en la empresa era que los descuentos para Clarín y La Nación se originaban por el volumen de compra de cada uno de dichos medios.
En cierta forma, desde la lógica capitalista y de mercado que sigue teniendo una empresa donde el Estado nacional tiene una participación parcial, es difícil de cuestionar ese argumento. El descuento por volumen es una práctica comercialmente aceptada en todos lados.
Por eso creo que el proyecto debería ir más allá de la declaración de interés público y avanzar en la declaración de utilidad pública o en una intervención más directa por parte del Estado nacional, para salvaguardar el acceso a la información de toda la población y la actividad periodística de los medios que tienen una posición de relativa debilidad frente a los de mayor circulación.
No soy abogado sino economista y por ello no tengo el detalle de la diferencia entre interés público y utilidad pública. Sin embargo, sé que la diferencia permitiría avanzar en criterios de mayor intervención que garanticen los objetivos planteados en el proyecto de ley, que comparto.
Una de los argumentos que suele utilizarse para descalificar esta discusión es que las nuevas tecnologías hacen que el papel ya no sea tan relevante a la hora de definir el contenido de la información. Esto, en cierta forma, fue desmentido por los propios medios actores de la pulseada cuando dijeron que quien controla el papel, controla la palabra escrita. Además, está desmentido por la realidad cotidiana del trabajo de prensa, que hace que las tapas de los diarios y los periódicos escritos sigan determinando la agenda de lo que se habla en los medios audiovisuales y electrónicos que no utilizan papel.
Esto va al corazón de lo que quiero transmitirles acá, que es la precarización reinante en el gremio de prensa. Se trata de una precarización laboral permanente que se ha instalado a sangre y fuego durante toda la década del noventa -a fuerza de despidos, cierres y rebajas salariales- y que no se ha revertido a lo largo de estos años de recuperación económica en la actividad en general. No se ha revertido por una serie de especificidades de la actividad periodística, pero también por la inacción de un gremio como la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires. La UTBA no solo ha abandonado nuestra pelea por las fuentes de trabajo desde el día número uno del conflicto sino que además no hace nada para evitar que los trabajadores de prensa trabajen día a día en condiciones de precariedad, facturando, en negro y sin ninguna de las garantías que nos confiere el Estatuto del Periodista conquistado por quienes nos antecedieron en esta profesión.
Por estas razones es que con más énfasis los medios gráficos siguen determinando la agenda. Por ejemplo, en los países vecinos de Uruguay y de Brasil hay programas de radio y portales de internet que tienen más personal que los diarios, de modo que generan información que después determina la agenda de los otros medios, incluso repercutiendo en la prensa gráfica. Lo que ocurre acá es que las producciones periodísticas de medios audiovisuales son tan débiles y están tan ajustadas al mínimo que los medios gráficos siguen determinando la agenda a pesar de que el papel esté muriendo lentamente. De hecho, no es ahí donde está el futuro de ningún negocio periodístico serio, sea gráfico o audiovisual.
Por lo que digo de la precarización es que humildemente propondría a los señores legisladores que consideren un elemento que no se tomó en cuenta del todo, ni en esta discusión ni en la discusión por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual: el derecho de los trabajadores. Entendemos -y por eso estoy acá- que el espíritu del proyecto y del gobierno nacional es defender esos derechos. En tal sentido, venimos a proponer a los legisladores que los incluyan en la letra de la ley bajo la forma que encuentren adecuada y la forma en que pueda consensuarse. Por ejemplo, en el marco del Consejo Consultivo Federal que está previsto en el artículo 4° del proyecto de ley, integrado por medios del interior en forma rotativa y que no pueden repetirse, nosotros proponemos que haya una representación de los trabajadores de prensa, teniendo en cuenta la poca o nula representatividad que tiene el gremio que rige en la Capital y en el Gran Buenos Aires. Si la actual conducción de la Unión de Trabajadores de Prensa no hubiese cometido el fraude que estamos denunciando todos los delegados de los medios de comunicación ante el Ministerio de Trabajo, y no implementase los mecanismos que garantizan a los mismos dirigentes seguir en esos puestos desde la recuperación democrática, no habríamos estado avanzando en el control por parte de los trabajadores o en la regulación de la distribución del mercado de papel. Necesitamos avanzar en una representación que garantice que los trabajadores de los medios, sean periodistas, correctores, gráficos, retocadores, armadores, etcétera, tengamos una voz al menos para denunciar en qué medios se violan los derechos laborales de los trabajadores y el estatuto. La idea es que esos medios no sean favorecidos por una ley que busca el acceso igualitario al papel por parte de todos los medios de comunicación. Si no, estaríamos garantizando el negocio a pequeños emprendimientos periodísticos que tal vez sean tan o más negreros -en el sentido laboral- que los grandes medios de comunicación.
También hay cuestiones que no hacen estrictamente a la ley, pero sí al tema de la desaparición de Crítica. Hace un rato yo mencionaba la distribución de la asignación de la pauta publicitaria estatal.
No creemos que este sea el eje de la desaparición de Crítica. Consideramos que la misma pasa por la gestión de empresarios vaciadores que tenían la decisión de dejarlo caer, porque su mira de negocios estaba puesta en otro lado y no en el mercado editorial.
La distribución actual de la pauta oficial, con números públicos de Jefatura de Gabinete, muestra una gran diferencia respecto del año pasado. Por citar un ejemplo, Crítica tuvo asignados 2 millones de pesos en publicidad oficial y Página 12, con una tirada un poco mayor en los últimos tiempos pero bastante similar, cerca de 50 millones de pesos.
En este sentido, debería avanzarse en un criterio que no beneficie a los grandes grupos que patalean contra esta distribución actual, con un criterio que garantice el respeto de los derechos laborales de los trabajadores y sobre todo la continuidad de las fuentes de trabajo. De lo contrario caemos en el riesgo de aventuras periodísticas, financiadas por fondos que van y vuelven o que desaparecen, y después los trabajadores terminamos en la calle, sin indemnización y con tres sueldos y el aguinaldo adeudados, como es el caso mío y el de los más de ciento cincuenta trabajadores que permanecemos tomando la redacción de Crítica.
En la ciudad, por ejemplo, contra la voluntad del Poder Ejecutivo porteño, rige una ley que obliga a entregar avisos o pautas publicitarias estatales a todo medio de circulación en Capital con ciertos cánones de calidad y periodicidad. De manera que el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires está obligado a poner una pauta en medios -esto me consta porque compañeros del diario trabajan en publicaciones así- que castigan permanentemente o reflejan realidades que al gobierno porteño no le gustan. Sin embargo, se ve obligado a publicitar en ellos.
Hay otros modelos como el de Ecuador, donde por cada publicidad privada que emite un medio de comunicación está obligado a dar utilidad pública y poner una publicidad estatal sin costo. Es decir, sin que cobren por eso.
Estas son opiniones que hacen a las razones por las cuales Crítica dejó de salir; desde el 29 de abril no está en la calle y los trabajadores seguimos reclamando la continuidad de las fuentes de trabajo y el cobro de las deudas pendientes.
En lo que hace al proyecto en particular, lo que solicitamos o sugerimos es esta inclusión. Pero, el criterio o el espíritu del proyecto, como delegado de los trabajadores de Crítica -como ya dije- lo comparto. (Aplausos.)
En realidad, mi presencia acá y el aporte que intentamos traer en nombre de los trabajadores de prensa del diario Crítica pasa más que nada por contar la experiencia, por actualizar la situación que estamos atravesando a raíz del conflicto desatado hace ya cuatro meses y medio.
Como muchos de ustedes sabrán, este conflicto nos condujo a tomar la redacción desde ese momento hasta ahora, tras el vaciamiento del que fue responsable Antonio Matta, el accionista mayoritario de la empresa. A fines del año pasado Matta dispuso un operativo tendiente a hacer desaparecer el diario, argumentando una serie de imposibilidades para seguir adelante con la empresa, entre las cuales estaba el manejo de la pauta universitaria estatal. Sin embargo, para nosotros se trata de un caso ejemplar, tanto por la lucha y por la serie de reivindicaciones que hemos venido manteniendo desde entonces como por el contexto social en el que se desenvuelven, sin el cual el conflicto de Crítica no habría tenido el eco que tuvo. Yo diría que fue uno de los conflictos más sonados en todos los medios de comunicación, algo que no ocurría con conflictos de similar envergadura años atrás. Pongo por caso el despido de 117 trabajadores de Clarín hace diez años, entre los cuales estaban los integrantes de la comisión interna y de la junta electoral, que debían garantizar la transparencia de las elecciones de delegados del diario.
Por otra parte, este hecho tiene como corolario la ausencia total de representación sindical en el diario de mayor tirada del país y en la mayoría de sus empresas vinculadas.
Por supuesto que tenemos que ceñirnos a la discusión del proyecto de ley que aquí se discute, pero nos parece que vale la pena pasar revista de esta situación que atravesamos, teniendo en cuenta que el caso de Papel Prensa fue uno de los factores determinantes de la desaparición de un diario, cuyos trabajadores pretendíamos seguir haciendo, en el cual depositamos todas nuestras energías y fuerzas profesionales.
Por más que durante el conflicto no nos hicimos eco de la posición patronal de culpar al gobierno de Néstor Kirchner y luego de Cristina Fernández de Kirchner por la desaparición de Crítica, no vengo acá a renegar de las notas que escribíamos y firmábamos ahí, que reflejaban fielmente lo que veíamos de la realidad, y que reproducíamos con gran impacto en la población con una repercusión que iba mucho más allá de la tirada, que como todos saben era modesta.
El caso de Papel Prensa tiene injerencia porque Crítica tuvo que comprar el papel importado de Chile durante toda su existencia a un precio superior al 50 por ciento del que regía para los grandes diarios locales de mucha más tirada.
Durante un período de su existencia, Crítica se abasteció con Papel Prensa. Eso no hizo mella para que mucho antes de que se hablara en otros medios de comunicación de este caso, las tapas de Crítica reflejaran tanto los efectos sobre el medio ambiente y la contaminación del trabajo de Papel Prensa así como también la posición dominante y el abuso de la misma que ejercían los accionistas respecto de otros diarios que pretendían acceder al papel para seguir con su actividad comercial.
Las cifras de los considerandos del proyecto de ley son lo suficientemente elocuentes como para que no se pueda discutir que estamos frente a una conducta monopólica, de abuso de una posición dominante en un mercado. Por ejemplo, son cuestiones de manual que Papel Prensa pasó de abastecer el 71 por ciento del mercado en 2004 al 63 por ciento en 2009, y que en términos absolutos cayó la producción de 181 millones de toneladas a 166 millones en el mismo período.
Cuando nos tocó en algún caso escribir sobre Papel Prensa desde la sección de Economía, que es mi especialidad, el argumento que daban en la empresa era que los descuentos para Clarín y La Nación se originaban por el volumen de compra de cada uno de dichos medios.
En cierta forma, desde la lógica capitalista y de mercado que sigue teniendo una empresa donde el Estado nacional tiene una participación parcial, es difícil de cuestionar ese argumento. El descuento por volumen es una práctica comercialmente aceptada en todos lados.
Por eso creo que el proyecto debería ir más allá de la declaración de interés público y avanzar en la declaración de utilidad pública o en una intervención más directa por parte del Estado nacional, para salvaguardar el acceso a la información de toda la población y la actividad periodística de los medios que tienen una posición de relativa debilidad frente a los de mayor circulación.
No soy abogado sino economista y por ello no tengo el detalle de la diferencia entre interés público y utilidad pública. Sin embargo, sé que la diferencia permitiría avanzar en criterios de mayor intervención que garanticen los objetivos planteados en el proyecto de ley, que comparto.
Una de los argumentos que suele utilizarse para descalificar esta discusión es que las nuevas tecnologías hacen que el papel ya no sea tan relevante a la hora de definir el contenido de la información. Esto, en cierta forma, fue desmentido por los propios medios actores de la pulseada cuando dijeron que quien controla el papel, controla la palabra escrita. Además, está desmentido por la realidad cotidiana del trabajo de prensa, que hace que las tapas de los diarios y los periódicos escritos sigan determinando la agenda de lo que se habla en los medios audiovisuales y electrónicos que no utilizan papel.
Esto va al corazón de lo que quiero transmitirles acá, que es la precarización reinante en el gremio de prensa. Se trata de una precarización laboral permanente que se ha instalado a sangre y fuego durante toda la década del noventa -a fuerza de despidos, cierres y rebajas salariales- y que no se ha revertido a lo largo de estos años de recuperación económica en la actividad en general. No se ha revertido por una serie de especificidades de la actividad periodística, pero también por la inacción de un gremio como la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires. La UTBA no solo ha abandonado nuestra pelea por las fuentes de trabajo desde el día número uno del conflicto sino que además no hace nada para evitar que los trabajadores de prensa trabajen día a día en condiciones de precariedad, facturando, en negro y sin ninguna de las garantías que nos confiere el Estatuto del Periodista conquistado por quienes nos antecedieron en esta profesión.
Por estas razones es que con más énfasis los medios gráficos siguen determinando la agenda. Por ejemplo, en los países vecinos de Uruguay y de Brasil hay programas de radio y portales de internet que tienen más personal que los diarios, de modo que generan información que después determina la agenda de los otros medios, incluso repercutiendo en la prensa gráfica. Lo que ocurre acá es que las producciones periodísticas de medios audiovisuales son tan débiles y están tan ajustadas al mínimo que los medios gráficos siguen determinando la agenda a pesar de que el papel esté muriendo lentamente. De hecho, no es ahí donde está el futuro de ningún negocio periodístico serio, sea gráfico o audiovisual.
Por lo que digo de la precarización es que humildemente propondría a los señores legisladores que consideren un elemento que no se tomó en cuenta del todo, ni en esta discusión ni en la discusión por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual: el derecho de los trabajadores. Entendemos -y por eso estoy acá- que el espíritu del proyecto y del gobierno nacional es defender esos derechos. En tal sentido, venimos a proponer a los legisladores que los incluyan en la letra de la ley bajo la forma que encuentren adecuada y la forma en que pueda consensuarse. Por ejemplo, en el marco del Consejo Consultivo Federal que está previsto en el artículo 4° del proyecto de ley, integrado por medios del interior en forma rotativa y que no pueden repetirse, nosotros proponemos que haya una representación de los trabajadores de prensa, teniendo en cuenta la poca o nula representatividad que tiene el gremio que rige en la Capital y en el Gran Buenos Aires. Si la actual conducción de la Unión de Trabajadores de Prensa no hubiese cometido el fraude que estamos denunciando todos los delegados de los medios de comunicación ante el Ministerio de Trabajo, y no implementase los mecanismos que garantizan a los mismos dirigentes seguir en esos puestos desde la recuperación democrática, no habríamos estado avanzando en el control por parte de los trabajadores o en la regulación de la distribución del mercado de papel. Necesitamos avanzar en una representación que garantice que los trabajadores de los medios, sean periodistas, correctores, gráficos, retocadores, armadores, etcétera, tengamos una voz al menos para denunciar en qué medios se violan los derechos laborales de los trabajadores y el estatuto. La idea es que esos medios no sean favorecidos por una ley que busca el acceso igualitario al papel por parte de todos los medios de comunicación. Si no, estaríamos garantizando el negocio a pequeños emprendimientos periodísticos que tal vez sean tan o más negreros -en el sentido laboral- que los grandes medios de comunicación.
También hay cuestiones que no hacen estrictamente a la ley, pero sí al tema de la desaparición de Crítica. Hace un rato yo mencionaba la distribución de la asignación de la pauta publicitaria estatal.
No creemos que este sea el eje de la desaparición de Crítica. Consideramos que la misma pasa por la gestión de empresarios vaciadores que tenían la decisión de dejarlo caer, porque su mira de negocios estaba puesta en otro lado y no en el mercado editorial.
La distribución actual de la pauta oficial, con números públicos de Jefatura de Gabinete, muestra una gran diferencia respecto del año pasado. Por citar un ejemplo, Crítica tuvo asignados 2 millones de pesos en publicidad oficial y Página 12, con una tirada un poco mayor en los últimos tiempos pero bastante similar, cerca de 50 millones de pesos.
En este sentido, debería avanzarse en un criterio que no beneficie a los grandes grupos que patalean contra esta distribución actual, con un criterio que garantice el respeto de los derechos laborales de los trabajadores y sobre todo la continuidad de las fuentes de trabajo. De lo contrario caemos en el riesgo de aventuras periodísticas, financiadas por fondos que van y vuelven o que desaparecen, y después los trabajadores terminamos en la calle, sin indemnización y con tres sueldos y el aguinaldo adeudados, como es el caso mío y el de los más de ciento cincuenta trabajadores que permanecemos tomando la redacción de Crítica.
En la ciudad, por ejemplo, contra la voluntad del Poder Ejecutivo porteño, rige una ley que obliga a entregar avisos o pautas publicitarias estatales a todo medio de circulación en Capital con ciertos cánones de calidad y periodicidad. De manera que el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires está obligado a poner una pauta en medios -esto me consta porque compañeros del diario trabajan en publicaciones así- que castigan permanentemente o reflejan realidades que al gobierno porteño no le gustan. Sin embargo, se ve obligado a publicitar en ellos.
Hay otros modelos como el de Ecuador, donde por cada publicidad privada que emite un medio de comunicación está obligado a dar utilidad pública y poner una publicidad estatal sin costo. Es decir, sin que cobren por eso.
Estas son opiniones que hacen a las razones por las cuales Crítica dejó de salir; desde el 29 de abril no está en la calle y los trabajadores seguimos reclamando la continuidad de las fuentes de trabajo y el cobro de las deudas pendientes.
En lo que hace al proyecto en particular, lo que solicitamos o sugerimos es esta inclusión. Pero, el criterio o el espíritu del proyecto, como delegado de los trabajadores de Crítica -como ya dije- lo comparto. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA DI TULLIO Quiero recordar que pueden dejar las ponencias para que podamos subirlas a internet. De todos modos, hay taquígrafos que van a recoger todo lo que exponen en esta audiencia y la semana que viene estará la versión subida a la página. De hecho, ya está la de la audiencia del jueves pasado.
Tiene la palabra la señora Gilda Ortega, ama de casa.
Tiene la palabra la señora Gilda Ortega, ama de casa.
SRA. ORTEGA Nací en 1973, actualmente vivo en el distrito de Tigre, pero la mayor parte de mi vida la hice en la zona oeste del Gran Buenos Aries. Soy ama de casa y me hago presente en esta audiencia como damnificada por los medios de comunicación a lo largo de mi vida.
La información es poder, y no hace mucho me enteré de que la información, desde hace décadas, la manejan las empresas y los gobernantes, siempre pensando cada uno en sus intereses y nunca en el pueblo; ambos han gobernado en detrimento del resto de la población.
Como ciudadana argentina tengo derecho de exigir a los gobernantes que me garanticen una vida digna, y ello no será posible mientras no haya -entre otras cosas- un verdadero acceso a la información. Es hora de que cambien las cosas. Es hora de que se haga justicia.
Los medios de comunicación dominantes que hubo hasta ahora siempre ocultaron información. Principalmente hay que corregir la competencia desleal entre los diarios que hoy integran Papel Prensa y los demás.
No puede haber monopolio de papel prensa porque se manipula la opinión pública creando un discurso único que oculta por acción u omisión otras realidades, otras verdades, fijando una agenda que determina la direccionalidad de las decisiones en materia de políticas públicas.
Se defienden intereses corporativos de sectores ya favorecidos económica y socialmente; se presiona sobre los poderes públicos anticipando titulares a las decisiones de los mismos; se ocultan sin publicar denuncias, opiniones y cartas de lectores que quieren ser escuchados.
Espero que en la igualdad de condiciones de la venta de papel surjan impresiones en las que se vea reflejado un auténtico sentimiento por el crecimiento del país. Esto significa que apuesten de verdad a una vida digna para todos los argentinos.
Como ambientalista -participo en una asamblea ambientalista- no puedo dejar de pedir que Papel Prensa no contamine, ya que cuidar el medio ambiente es cuidar nuestra salud; condición también necesaria para llevar la vida que solicito. (Aplausos.)
La información es poder, y no hace mucho me enteré de que la información, desde hace décadas, la manejan las empresas y los gobernantes, siempre pensando cada uno en sus intereses y nunca en el pueblo; ambos han gobernado en detrimento del resto de la población.
Como ciudadana argentina tengo derecho de exigir a los gobernantes que me garanticen una vida digna, y ello no será posible mientras no haya -entre otras cosas- un verdadero acceso a la información. Es hora de que cambien las cosas. Es hora de que se haga justicia.
Los medios de comunicación dominantes que hubo hasta ahora siempre ocultaron información. Principalmente hay que corregir la competencia desleal entre los diarios que hoy integran Papel Prensa y los demás.
No puede haber monopolio de papel prensa porque se manipula la opinión pública creando un discurso único que oculta por acción u omisión otras realidades, otras verdades, fijando una agenda que determina la direccionalidad de las decisiones en materia de políticas públicas.
Se defienden intereses corporativos de sectores ya favorecidos económica y socialmente; se presiona sobre los poderes públicos anticipando titulares a las decisiones de los mismos; se ocultan sin publicar denuncias, opiniones y cartas de lectores que quieren ser escuchados.
Espero que en la igualdad de condiciones de la venta de papel surjan impresiones en las que se vea reflejado un auténtico sentimiento por el crecimiento del país. Esto significa que apuesten de verdad a una vida digna para todos los argentinos.
Como ambientalista -participo en una asamblea ambientalista- no puedo dejar de pedir que Papel Prensa no contamine, ya que cuidar el medio ambiente es cuidar nuestra salud; condición también necesaria para llevar la vida que solicito. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA DI TULLIO Voy a pedir al licenciado Ricardo Aronskind, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, si puede acercarse al estrado para hacer uso de la palabra.
SR. ARONSKIND Señora presidenta: mi aporte en relación con el debate sobre Papel Prensa es vincular dicho caso con uno de los argumentos permanentemente utilizados por uno de los medios que integran Papel Prensa: el capitalismo de amigos.
La expresión "capitalismo de amigos" se utiliza especialmente en la literatura económica anglosajona para hablar de los países que se están desarrollando y están intentando implementar estrategias para promocionar empresas nacionales y tratar de ubicarlas en el mercado mundial.
En realidad, esta práctica de que los estados elijan determinadas empresas para apoyarlas, impulsarlas, darles tamaño, transformarlas en empresas muy importantes, es una práctica universal que se está desarrollando en todo tipo de países -gigantes, medianos o pequeños-, y el objetivo es que a medida que aumenta la competencia internacional, se den cuenta de que deben tener un conjunto de empresas fuertes para aguantar la competencia del resto de los países.
Así tenemos multiplicidad de casos, desde Corea del Sur hasta Suecia, que son países que han elegido determinadas empresas para apoyarlas, estimularlas y transformarlas en grandes compañías que defiendan, de alguna manera, la ubicación nacional en el mercado mundial.
También pasan otras cosas; por ejemplo, en los Estados Unidos, en la gestión Bush, fueron reiteradas las denuncias en relación con la preferencia que tenía la administración sobre la empresa Halliburton que ganaba todas las licitaciones en Irak. Son formas de impulsar a las grandes empresas. Por otro lado, la fabricación de aviones en la Unión Europea y en Estados Unidos está claramente direccionada; los estados directamente eligen grupos empresarios y los estimulan.
La primera cuestión que quiero dejar muy claramente sentada es que impulsar grupos empresarios es una práctica universal y creciente a nivel internacional. La segunda cuestión es la vinculada con los criterios económicos para elegir o no determinadas empresas.
Hay un debate sobre lo que es más pertinente cuando un gobierno quiere estimular la economía. Puede hacer dos cosas: implementar políticas horizontales, es decir que favorezcan a todos los empresarios y que dentro de ello, algunas empresas traten de desarrollarse más que otras; o tratar estratégicamente de decidirse por algún grupo específico de empresas o alguna empresa con nombre y apellido, con el objetivo de mejorar las condiciones de la economía. Me parece que ese es el punto crucial en estas cuestiones.
En realidad, la literatura está muy divida, pero hay literatura muy sólida que sostiene que está bien apoyar a determinados grupos empresarios si el objetivo económico y social de ese apoyo es valioso.
Por ejemplo, se justifica apoyar a empresas porque aumentan la competitividad internacional del país. Se justifica apoyar a empresas que generen eslabonamientos productivos interesantes para el país, es decir que creen más tejido industrial. Se justifica apoyar a empresas que difundan tecnología y conocimientos al resto de la economía, que entrenen a los trabajadores, que generen puestos de trabajo de mejor calidad. Se justifica apoyar a empresas que aseguren la provisión local de recursos estratégicos.
Es decir que elegir a un ganador o a empresas específicas para apoyar, está dentro de las cuestiones razonables de la economía. Todo esto lo digo para pasar concretamente al análisis de Papel Prensa, que es un caso impresionante de desposesión de un grupo económico.
El proceso de reorganización nacional sostenía que venía a restaurar muchos valores, entre ellos el respeto a la propiedad privada; y lo primero que ejecuta en este caso es una usurpación lisa y llana de propiedad para transferirla a un grupo de empresas específicas -el gobierno militar está eligiendo un ganador desde el punto de vista de la literatura económica- a las que el Estado nacional coloca en una posición de extraordinaria ventaja en relación con el resto de las demás.
Como les decía antes, elegir empresas para que ganen plata y prosperen no es en sí un drama, menos para los que no somos neoliberales. El problema es otro: cuál es el sentido de esta intervención estatal.
Cuando uno ve el objetivo final, no hay ninguna razón vinculada con las premisas que mencionaba antes de mejorar la competitividad de la economía, proyectar el país hacia el mundo, mejorar la difusión tecnológica, etcétera; tiene directa y estricta relación con el proyecto del proceso de reorganización nacional.
Si analizamos cuál es el proyecto económico del proceso de reorganización nacional es claro que puede caracterizarse con muy pocas frases. Tiene que ver con la desindustrialización del país, el endeudamiento de la Argentina y con mandar el país al subdesarrollo. Ese fue el proyecto del proceso de reorganización nacional, estrictamente en el terreno económico.
Esta elección de ganadores que hace el proceso tiene que ver con reforzar estratégicamente un proceso de subdesarrollo nacional que es exactamente lo contrario que uno piensa cuando elige un grupo empresario para apoyar porque proyecta la Argentina hacia el mundo. Aquí estamos en una situación absolutamente inversa. Elijo un grupo de empresas que me van a permitir sostener un proyecto que finalmente permita subdesarrollar a la Argentina.
Quiero relacionar el tema de Papel Prensa con dos cuestiones. Por un lado, uno de los argumentos que utiliza habitualmente el diario La Nación: la competencia, el mercado. No hay nada más aberrante que lo que se hace en una situación donde se destruye la competencia, no en función de proyectar la economía hacia el mercado internacional sino precisamente en función de debilitarla, de crear condiciones ideológicas en la población argentina para que acepte un proyecto de destrucción nacional.
La segunda cuestión es que si lo miramos ya no desde la óptica de la bondad o la maldad de la posibilidad de competencia en el mercado, sino desde la perspectiva del desarrollo nacional, es muy bueno lo que hizo el Estado argentino entre los años 40 y 70, porque contribuyó extraordinariamente al proceso de industrialización nacional. Buena parte de las grandes empresas argentinas deben su existencia al Estado nacional.
En ese sentido, uno podría decir que la construcción de la empresa y la planta de Papel Prensa fue un paso adelante en el desarrollo nacional. Fíjense que Argentina recién en ese momento empieza a producir su propio papel de diario. Uno diría que muy tarde empezó a producirlo y que tendría que haberlo producido mucho antes. Albricias que en los años 70 se pensó en eso y se empezó a construir la propia producción de papel de diario. Ese es un hecho muy positivo.
Aquí viene lo impresionante del suceso que es que se va a instrumentar la producción nacional de papel de diario para crear condiciones extremadamente desfavorables en la prensa escrita para que una parte importante de las voces del pensamiento argentino no pudieran expresarse durante ese período y el posterior.
Yo diría que parte de la democracia débil que tuvimos en estos veinticinco años, esta democracia medio timorata, esta democracia que no se animaba a tomar medidas importantes, tenía que ver con este legado de la dictadura militar.
Muchos de los legados recién ahora los estamos empezando a remover, y yo me congratulo con que en el Congreso Nacional haya un proyecto tan reparador como éste para transformar el mercado oligopólico en otro mercado al que puedan acceder todos los medios gráficos de la Argentina. (Aplausos.)
La expresión "capitalismo de amigos" se utiliza especialmente en la literatura económica anglosajona para hablar de los países que se están desarrollando y están intentando implementar estrategias para promocionar empresas nacionales y tratar de ubicarlas en el mercado mundial.
En realidad, esta práctica de que los estados elijan determinadas empresas para apoyarlas, impulsarlas, darles tamaño, transformarlas en empresas muy importantes, es una práctica universal que se está desarrollando en todo tipo de países -gigantes, medianos o pequeños-, y el objetivo es que a medida que aumenta la competencia internacional, se den cuenta de que deben tener un conjunto de empresas fuertes para aguantar la competencia del resto de los países.
Así tenemos multiplicidad de casos, desde Corea del Sur hasta Suecia, que son países que han elegido determinadas empresas para apoyarlas, estimularlas y transformarlas en grandes compañías que defiendan, de alguna manera, la ubicación nacional en el mercado mundial.
También pasan otras cosas; por ejemplo, en los Estados Unidos, en la gestión Bush, fueron reiteradas las denuncias en relación con la preferencia que tenía la administración sobre la empresa Halliburton que ganaba todas las licitaciones en Irak. Son formas de impulsar a las grandes empresas. Por otro lado, la fabricación de aviones en la Unión Europea y en Estados Unidos está claramente direccionada; los estados directamente eligen grupos empresarios y los estimulan.
La primera cuestión que quiero dejar muy claramente sentada es que impulsar grupos empresarios es una práctica universal y creciente a nivel internacional. La segunda cuestión es la vinculada con los criterios económicos para elegir o no determinadas empresas.
Hay un debate sobre lo que es más pertinente cuando un gobierno quiere estimular la economía. Puede hacer dos cosas: implementar políticas horizontales, es decir que favorezcan a todos los empresarios y que dentro de ello, algunas empresas traten de desarrollarse más que otras; o tratar estratégicamente de decidirse por algún grupo específico de empresas o alguna empresa con nombre y apellido, con el objetivo de mejorar las condiciones de la economía. Me parece que ese es el punto crucial en estas cuestiones.
En realidad, la literatura está muy divida, pero hay literatura muy sólida que sostiene que está bien apoyar a determinados grupos empresarios si el objetivo económico y social de ese apoyo es valioso.
Por ejemplo, se justifica apoyar a empresas porque aumentan la competitividad internacional del país. Se justifica apoyar a empresas que generen eslabonamientos productivos interesantes para el país, es decir que creen más tejido industrial. Se justifica apoyar a empresas que difundan tecnología y conocimientos al resto de la economía, que entrenen a los trabajadores, que generen puestos de trabajo de mejor calidad. Se justifica apoyar a empresas que aseguren la provisión local de recursos estratégicos.
Es decir que elegir a un ganador o a empresas específicas para apoyar, está dentro de las cuestiones razonables de la economía. Todo esto lo digo para pasar concretamente al análisis de Papel Prensa, que es un caso impresionante de desposesión de un grupo económico.
El proceso de reorganización nacional sostenía que venía a restaurar muchos valores, entre ellos el respeto a la propiedad privada; y lo primero que ejecuta en este caso es una usurpación lisa y llana de propiedad para transferirla a un grupo de empresas específicas -el gobierno militar está eligiendo un ganador desde el punto de vista de la literatura económica- a las que el Estado nacional coloca en una posición de extraordinaria ventaja en relación con el resto de las demás.
Como les decía antes, elegir empresas para que ganen plata y prosperen no es en sí un drama, menos para los que no somos neoliberales. El problema es otro: cuál es el sentido de esta intervención estatal.
Cuando uno ve el objetivo final, no hay ninguna razón vinculada con las premisas que mencionaba antes de mejorar la competitividad de la economía, proyectar el país hacia el mundo, mejorar la difusión tecnológica, etcétera; tiene directa y estricta relación con el proyecto del proceso de reorganización nacional.
Si analizamos cuál es el proyecto económico del proceso de reorganización nacional es claro que puede caracterizarse con muy pocas frases. Tiene que ver con la desindustrialización del país, el endeudamiento de la Argentina y con mandar el país al subdesarrollo. Ese fue el proyecto del proceso de reorganización nacional, estrictamente en el terreno económico.
Esta elección de ganadores que hace el proceso tiene que ver con reforzar estratégicamente un proceso de subdesarrollo nacional que es exactamente lo contrario que uno piensa cuando elige un grupo empresario para apoyar porque proyecta la Argentina hacia el mundo. Aquí estamos en una situación absolutamente inversa. Elijo un grupo de empresas que me van a permitir sostener un proyecto que finalmente permita subdesarrollar a la Argentina.
Quiero relacionar el tema de Papel Prensa con dos cuestiones. Por un lado, uno de los argumentos que utiliza habitualmente el diario La Nación: la competencia, el mercado. No hay nada más aberrante que lo que se hace en una situación donde se destruye la competencia, no en función de proyectar la economía hacia el mercado internacional sino precisamente en función de debilitarla, de crear condiciones ideológicas en la población argentina para que acepte un proyecto de destrucción nacional.
La segunda cuestión es que si lo miramos ya no desde la óptica de la bondad o la maldad de la posibilidad de competencia en el mercado, sino desde la perspectiva del desarrollo nacional, es muy bueno lo que hizo el Estado argentino entre los años 40 y 70, porque contribuyó extraordinariamente al proceso de industrialización nacional. Buena parte de las grandes empresas argentinas deben su existencia al Estado nacional.
En ese sentido, uno podría decir que la construcción de la empresa y la planta de Papel Prensa fue un paso adelante en el desarrollo nacional. Fíjense que Argentina recién en ese momento empieza a producir su propio papel de diario. Uno diría que muy tarde empezó a producirlo y que tendría que haberlo producido mucho antes. Albricias que en los años 70 se pensó en eso y se empezó a construir la propia producción de papel de diario. Ese es un hecho muy positivo.
Aquí viene lo impresionante del suceso que es que se va a instrumentar la producción nacional de papel de diario para crear condiciones extremadamente desfavorables en la prensa escrita para que una parte importante de las voces del pensamiento argentino no pudieran expresarse durante ese período y el posterior.
Yo diría que parte de la democracia débil que tuvimos en estos veinticinco años, esta democracia medio timorata, esta democracia que no se animaba a tomar medidas importantes, tenía que ver con este legado de la dictadura militar.
Muchos de los legados recién ahora los estamos empezando a remover, y yo me congratulo con que en el Congreso Nacional haya un proyecto tan reparador como éste para transformar el mercado oligopólico en otro mercado al que puedan acceder todos los medios gráficos de la Argentina. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA DI TULLIO Voy a pedir a Flavio Rapizardi que viene en representación de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans que se acerque al estrado para hacer uso de la palabra.
SR. RAPIZARDI Señora presidenta: en primer lugar quiero agradecer la invitación cursada.
Vengo a hablar en representación de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans. Nuestra federación está formada por más de cincuenta grupos de diversidad sexual de todas las provincias argentinas, y tenemos investigadores, investigadoras y docentes en cinco universidades nacionales.
Algunos se preguntarán qué tiene que ver una federación de diversidad sexual con el proyecto que hoy estamos discutiendo sobre comercialización, producción y distribución de papel y pasta celulosa.
Queremos dejar establecida claramente nuestra posición: venimos a hablar acá sobre la libertad de expresión y la libertad de prensa. Como federación, integrada por más de cincuenta organizaciones, coincidimos con el proyecto, porque entre sus considerandos asegura el acceso igualitario al recurso básico de la prensa escrita, en tanto el mismo promueva el desarrollo de la prensa independiente.
Como personas de la diversidad sexual y de la diversidad genérica advertimos que a lo largo de estos años hemos sido "invisibilizados" e "invisilizadas" por los grandes diarios nacionales.
Nuestra primera marcha del orgullo que se realizó el 28 de junio de 1992 en la que doscientas personas dimos la cara públicamente como gays, lesbianas y trans, no mereció ningún centímetro cuadrado de pasta celulosa para Clarín ni para La Nación. Era la segunda vez en la historia argentina que personas de diversidad sexual dábamos la cara. La primera vez fue en el año 1973 cuando el Frente de Liberación Homosexual se manifestó junto a la columna de la Juventud Peronista contra el golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende. En aquel momento fue solamente el Semanario Así el que cubrió dicha manifestación.
En esta marcha de 1992 ningún diario argentino cubrió esa lucha. Hubo que esperar hasta la tercera marcha, es decir, dos años después, para que el diario Clarín cubriera con solamente un pequeño recuadro en su página ocho la marcha que habíamos denominado, contradictoriamente, "Visibles para ser iguales".
En aquel entonces no valieron de nada las actividades previas de cortes de calles, manifestaciones y agitación cultural. Para los diarios La Nación y Clarín no existíamos.
Tuvimos que realizar quince marchas más para que el diario Clarín tuviera la deferencia de nombrarnos y decir que en la Argentina había un movimiento que se estaba gestando, cuyo resultado ustedes vieron recientemente con la sanción de la ley de matrimonio igualitario.
La marcha del orgullo es sólo un botón de muestra de los modos en que los medios de prensa, cuando son oligopólicos, abordan el tema de las representaciones de los grupos discriminados.
Durante los últimos años de la última dictadura militar nuestra comunidad sufrió una serie de ataques llamados "crímenes de odio" que fueron autoadjudicados por un grupo no casualmente denominado "Cóndor". Ese grupo Cóndor asesinó a más de cien personas de la comunidad de diversidad sexual -básicamente gays- en la ciudad de Buenos Aires. Ningún diario cubrió esa noticia, salvo dos o tres que lo hicieron en la sección policial bajo la figura de "pánico moral". Es decir bajo una figura en la cual la responsabilidad del asesinato es trasladada a la víctima, básicamente hablando de la supuesta peligrosidad de las prácticas homoeróticas de seducción.
Obviamente la ley de matrimonio igualitario y su antecedente, la ley de unión civil el la Ciudad de Buenos Aires -no así la de Carlos Paz y de Río Negro- fueron tapa en estos diarios. Es obvio que el sol no se tapa con una mano.
Nuestro movimiento no fue creado sólo para el matrimonio, sino también para avanzar desde la igualdad jurídica alcanzada recientemente hacia la igualdad social y plena.
Igualdad social implica una clara difusión sobre los estereotipos y modos de representación de nuestro colectivo. ¿Alguien notó cómo somos representados en los distintos medios o nombrados o nombradas? ¿Alguien leyó en algún medio que la persona trans tiene un promedio de vida de 35 años en nuestro país, porque es asesinada por la policía, muere por complicaciones de HIV o por la violencia en los tratamientos hormonales? ¿Algún diario comentó que todas las provincias argentinas, salvo tres, derogaron los códigos de faltas que prohibían las prácticas homosexuales?
En este punto de la discusión es donde nos queremos detener: la no discriminación, la libertad de expresión y la libertad de prensa deben coincidir. Ninguno de estos derechos es absoluto. Por eso, es claro que para un acceso igualitario a las noticias, una transmisión cultural y periodística plural, para terminar con el tutelaje o las representaciones de los grupos vulnerados y dar voz a los que no la tienen, es necesario dar un nuevo marco regulatorio, como el propuesto por el proyecto de ley del Poder Ejecutivo.
Humildemente me gustaría agregar en los artículos 3º y el 4º del proyecto de ley algún tipo de instancia de participación de las organizaciones sociales y comunitarias, y de las universidades nacionales, tanto en la Comisión Bicameral como en el Consejo Consultivo Federal.
Consideramos que en este marco, la creación de la Comisión Bicameral con su propuesta de proporcionalidad de cada Cámara, no deja lugar a dudas de la transparencia del proyecto. Del mismo modo la creación del Consejo Consultivo Federal avanza en la perspectiva antidiscriminatoria, y es allí donde nosotros proponemos la participación de organizaciones comunitarias, sobre todo, de pueblos indígenas en las provincias de mayor representación.
Por todo lo dicho, la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans apoya el proyecto de ley que declara de interés público la fabricación, comercialización y distribución de pasta celulosa, dejando en claro que este nuevo marco es el comienzo -junto con la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales- de un importante debate que va a surgir sobre cómo se articulan las representaciones sociales colectivas a quienes silencian o incluyen de manera subordinada.
Nosotros y nosotras, gays, lesbianas, bisexuales y trans de la República Argentina venimos trabajando desde el año 1967, cuando los primeros gays se animaron a organizarse en el Grupo Nuestro Mundo, luchando en aquel momento por una sociedad más democrática y pluralista.
Hoy, señores diputados y diputadas, se suma un proyecto de ley que avanza en este sentido, por lo que cuenten con nuestro apoyo ahora y cuando tengamos que discutir sobre otras políticas públicas no discriminatorias que serán necesarias para que nuestras voces, la de los afrodescendientes, pueblos indígenas, personas con discapacidad, adultos y adultas mayores, privados y privadas de libertad, y todos los colectivos que sufrimos discriminación, puedan verse reflejados en los medios de comunicación que dicen contar lo que nos pasa y lo que reproducimos como sociedad. (Aplausos.)
Vengo a hablar en representación de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans. Nuestra federación está formada por más de cincuenta grupos de diversidad sexual de todas las provincias argentinas, y tenemos investigadores, investigadoras y docentes en cinco universidades nacionales.
Algunos se preguntarán qué tiene que ver una federación de diversidad sexual con el proyecto que hoy estamos discutiendo sobre comercialización, producción y distribución de papel y pasta celulosa.
Queremos dejar establecida claramente nuestra posición: venimos a hablar acá sobre la libertad de expresión y la libertad de prensa. Como federación, integrada por más de cincuenta organizaciones, coincidimos con el proyecto, porque entre sus considerandos asegura el acceso igualitario al recurso básico de la prensa escrita, en tanto el mismo promueva el desarrollo de la prensa independiente.
Como personas de la diversidad sexual y de la diversidad genérica advertimos que a lo largo de estos años hemos sido "invisibilizados" e "invisilizadas" por los grandes diarios nacionales.
Nuestra primera marcha del orgullo que se realizó el 28 de junio de 1992 en la que doscientas personas dimos la cara públicamente como gays, lesbianas y trans, no mereció ningún centímetro cuadrado de pasta celulosa para Clarín ni para La Nación. Era la segunda vez en la historia argentina que personas de diversidad sexual dábamos la cara. La primera vez fue en el año 1973 cuando el Frente de Liberación Homosexual se manifestó junto a la columna de la Juventud Peronista contra el golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende. En aquel momento fue solamente el Semanario Así el que cubrió dicha manifestación.
En esta marcha de 1992 ningún diario argentino cubrió esa lucha. Hubo que esperar hasta la tercera marcha, es decir, dos años después, para que el diario Clarín cubriera con solamente un pequeño recuadro en su página ocho la marcha que habíamos denominado, contradictoriamente, "Visibles para ser iguales".
En aquel entonces no valieron de nada las actividades previas de cortes de calles, manifestaciones y agitación cultural. Para los diarios La Nación y Clarín no existíamos.
Tuvimos que realizar quince marchas más para que el diario Clarín tuviera la deferencia de nombrarnos y decir que en la Argentina había un movimiento que se estaba gestando, cuyo resultado ustedes vieron recientemente con la sanción de la ley de matrimonio igualitario.
La marcha del orgullo es sólo un botón de muestra de los modos en que los medios de prensa, cuando son oligopólicos, abordan el tema de las representaciones de los grupos discriminados.
Durante los últimos años de la última dictadura militar nuestra comunidad sufrió una serie de ataques llamados "crímenes de odio" que fueron autoadjudicados por un grupo no casualmente denominado "Cóndor". Ese grupo Cóndor asesinó a más de cien personas de la comunidad de diversidad sexual -básicamente gays- en la ciudad de Buenos Aires. Ningún diario cubrió esa noticia, salvo dos o tres que lo hicieron en la sección policial bajo la figura de "pánico moral". Es decir bajo una figura en la cual la responsabilidad del asesinato es trasladada a la víctima, básicamente hablando de la supuesta peligrosidad de las prácticas homoeróticas de seducción.
Obviamente la ley de matrimonio igualitario y su antecedente, la ley de unión civil el la Ciudad de Buenos Aires -no así la de Carlos Paz y de Río Negro- fueron tapa en estos diarios. Es obvio que el sol no se tapa con una mano.
Nuestro movimiento no fue creado sólo para el matrimonio, sino también para avanzar desde la igualdad jurídica alcanzada recientemente hacia la igualdad social y plena.
Igualdad social implica una clara difusión sobre los estereotipos y modos de representación de nuestro colectivo. ¿Alguien notó cómo somos representados en los distintos medios o nombrados o nombradas? ¿Alguien leyó en algún medio que la persona trans tiene un promedio de vida de 35 años en nuestro país, porque es asesinada por la policía, muere por complicaciones de HIV o por la violencia en los tratamientos hormonales? ¿Algún diario comentó que todas las provincias argentinas, salvo tres, derogaron los códigos de faltas que prohibían las prácticas homosexuales?
En este punto de la discusión es donde nos queremos detener: la no discriminación, la libertad de expresión y la libertad de prensa deben coincidir. Ninguno de estos derechos es absoluto. Por eso, es claro que para un acceso igualitario a las noticias, una transmisión cultural y periodística plural, para terminar con el tutelaje o las representaciones de los grupos vulnerados y dar voz a los que no la tienen, es necesario dar un nuevo marco regulatorio, como el propuesto por el proyecto de ley del Poder Ejecutivo.
Humildemente me gustaría agregar en los artículos 3º y el 4º del proyecto de ley algún tipo de instancia de participación de las organizaciones sociales y comunitarias, y de las universidades nacionales, tanto en la Comisión Bicameral como en el Consejo Consultivo Federal.
Consideramos que en este marco, la creación de la Comisión Bicameral con su propuesta de proporcionalidad de cada Cámara, no deja lugar a dudas de la transparencia del proyecto. Del mismo modo la creación del Consejo Consultivo Federal avanza en la perspectiva antidiscriminatoria, y es allí donde nosotros proponemos la participación de organizaciones comunitarias, sobre todo, de pueblos indígenas en las provincias de mayor representación.
Por todo lo dicho, la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans apoya el proyecto de ley que declara de interés público la fabricación, comercialización y distribución de pasta celulosa, dejando en claro que este nuevo marco es el comienzo -junto con la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales- de un importante debate que va a surgir sobre cómo se articulan las representaciones sociales colectivas a quienes silencian o incluyen de manera subordinada.
Nosotros y nosotras, gays, lesbianas, bisexuales y trans de la República Argentina venimos trabajando desde el año 1967, cuando los primeros gays se animaron a organizarse en el Grupo Nuestro Mundo, luchando en aquel momento por una sociedad más democrática y pluralista.
Hoy, señores diputados y diputadas, se suma un proyecto de ley que avanza en este sentido, por lo que cuenten con nuestro apoyo ahora y cuando tengamos que discutir sobre otras políticas públicas no discriminatorias que serán necesarias para que nuestras voces, la de los afrodescendientes, pueblos indígenas, personas con discapacidad, adultos y adultas mayores, privados y privadas de libertad, y todos los colectivos que sufrimos discriminación, puedan verse reflejados en los medios de comunicación que dicen contar lo que nos pasa y lo que reproducimos como sociedad. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA DI TULLIO Tiene la palabra el ingeniero Pablo Cerioli.
SR. CERIOLI Señora presidenta: soy director de Papel Prensa por el Estado nacional.
Cuando me invitaron a participar de estas audiencias públicas me pregunté en qué podíamos aportar para la reglamentación de la ley. Consideramos que todo lo que tiene que ver con el pasado de Papel Prensa lo hemos aportado en el informe sobre Papel Prensa.
Ahora quiero marcar algunos de los puntos que en forma personal y en conjunto con el resto de los directores creemos deben ser conocidos, para pasar de la discusión en abstracto a la discusión en concreto.
Nuestro aporte tal vez sea el de haber hecho un racconto de las irregularidades que hemos ido encontrando en la empresa. Si bien está muy bien que hagamos un marco regulatorio para el futuro, también tenemos que entender por qué debemos hacerlo con la realidad concreta del presente.
Irregularidades ha habido muchas. La primera está en el informe que muestra que en un determinado momento las empresas Clarín, La Razón y La Nación firmaron un acuerdo de sindicación de acciones. Esto fue allá por agosto del año 77. ¿Qué es lo que marcaba este acuerdo de sindicación de acciones? Un par de cosas. En primer lugar, el control de la empresa, con cláusulas muy concretas y específicas de cómo iba a ser el funcionamiento, cómo se iba a rotar en la presidencia y en los cuerpos colegiados, qué se podía votar y qué no se podía votar, etcétera. En ese acuerdo incluso figuraba que si había intereses contrapuestos entre las empresas y Papel Prensa se iba a decidir por los intereses de las empresas. Esto es lo que firmaron en el año 77 y rescindieron recién en 2010. O sea que durante treinta y dos años este fue el marco en el cual se manejó Papel Prensa.
Aclaro que es legal que exista un acuerdo de sindicación de acciones: lo que no es legal es que no den información. El Estado, como participante de la sociedad, no sabía que existía ese acuerdo de sindicación de acciones, con lo cual asistíamos a una obra de teatro en la cual no sabíamos que los papeles protagónicos ya estaban repartidos de antemano. De esto nos enteramos recién en julio de este año. Por eso, cuando estos hombres hablan de la moral con respecto a los acuerdos o los pactos, hay que detenerse en la diferencia de que una cosa es lo que hablan y otra, lo que hacen. Lo que hacen es marcar pactos secretos que sean desconocidos por la gente y los actores involucrados para manejar las empresas.
Tanto es así que en ese pacto existía un comité de dirección. Ese comité de dirección estaba integrado por los respectivos representantes de Clarín, La Nación y La Razón: Magnetto, Bartolomé Mitre y Peralta Ramos. Este comité de dirección manejaba la empresa. Cuando se entra en la modalidad del manejo de la empresa se pierden también las formas, porque por su constitución y estatuto la empresa también tiene un comité ejecutivo. La última vez que se reunió el comité ejecutivo fue en el año 1992. Ese comité conduce nada más y nada menos que la acción cotidiana de la compañía y se reunió por última vez en el año 1992. Están las actas de esto y no se trata de una operación creada por el gobierno.
Pero, ¿qué ocurría? Había asignaciones dinerarias para los que desempeñaban esas funciones. Uno puede pensar que si no se reunían no cobraban; pero sí, cobraban. Una cosa es trabajar y otra es cobrar. No se reunieron, pero cobraron. Esto me hace acordar a cuando en más de una oportunidad salen a denunciar que los diputados tales participan de las reuniones de comisión y sacan a publicidad todas estas cosas en los grandes medios y nos tenemos que fijar cómo es el accionar de ellos hacia adentro. ¡Dieciocho años sin que el comité ejecutivo de Papel Prensa se haya reunido! En esto también hay que ser sinceros: acá hubo complicidad del Estado nacional.
La sindicatura de la empresa y el comité de vigilancia eran ejercidos por miembros del Estado nacional, y no ha sido denunciado. Algunos son actualmente senadores y no hablan de estas cosas.
Cuando hablamos de la integración de Papel Prensa tenemos que remitirnos a la ley de sociedades argentina, la cual marca incompatibilidades entre los órganos de dirección y los órganos de vigilancia y control.
Según la ley argentina, una persona que integra un órgano de dirección no puede tener parentesco de primer grado ni relación societaria con otra persona que integre el comité de vigilancia o la comisión fiscalizadora. Es lógico. Siempre hay una contraposición de intereses entre la ejecución y el control.
Es lógico, menos en Papel Prensa, porque mientras el señor Julio César Saguier era presidente de esta sociedad, el consejero de vigilancia era el señor Alejandro Saguier. El apellido no es casualidad, es el hermano. El señor Gowland Mitre, de los Mitre, socios en el diario La Nación, era consejero de vigilancia. Así arman un mundo feliz, en el cual se llenan de pactos de sindicación de acciones.
A partir del pacto de sindicación de acciones, para qué van a participar de la reunión del comité ejecutivo, si tienen ahí un tipo molesto, que es el Estado nacional. En el directorio se ponen ellos, al hermano, y al socio en el comité de vigilancia. Este es el mundo feliz en el cual se manejaba Papel Prensa.
Sin embargo, nosotros llegamos y vinimos a molestar. ¿Por qué vinimos a molestar? Porque había mucha gente -que hoy está expresándose en las audiencias públicas- que venía y nos decía: "A nosotros no nos venden, el papel nos sale más caro". Es decir, venían a quejarse. Entonces, la presidencia nos dijo: "Vayan y fíjense".
Como fuimos a molestar, una de las primeras cosas que preguntamos fue cómo es el circuito de venta. Cualquier empresa tiene un circuito de venta en el cual uno genera una orden de compra, una nota de pedido; como el mozo de acá a la esquina que genera una comanda, y que no es más que una nota de pedido.
De manera que preguntamos: "Bueno, señores de Papel Prensa, ¿cómo es el circuito de venta?" ¿Qué nos contesta formalmente la compañía? "La práctica comercial implementada con el mercado consumidor y consensuada con el mismo no requiere emisión de orden de compra, sino que las operaciones son convenidas a través de comunicaciones vía internet o telefónicas".
Es decir, en ese mundo feliz que arman, no tienen por qué tener notas de compra ni órdenes de venta, porque la misma está consensuada con el mercado consumidor.
Claro, de esta manera uno no puede saber a quién le vendían y a quién no. Si el pedido de Clarín había entrado después del pedido del diario El Tribuno de Salta, y en realidad privilegiaban a Clarín, no había rastros.
Entonces, empezamos a sospechar que la empresa no estaba bien administrada. Sin embargo, el gerente que administra esto gana 135 mil pesos por mes. Al enterarnos de esto pensamos que debía haber una instancia de control. Sí, hay una instancia de control: un gerente que depende del anterior que gana 110 mil pesos por mes. Como en realidad hay una desventaja en los sueldos, la esposa del gerente de control gana 47.500 pesos. Estos son sueldos mensuales. Lo aclaro porque yo digo esto y la gente me pregunta: "¿Por año?" No, no, son sueldos mensuales. Esto tiene aguinaldo. Es decir, en julio o agosto el gerente general cobró cerca de 300 mil pesos. Nos hizo una denuncia, porque dijo que como nosotros decimos esto ponemos en riesgo su seguridad familiar.
Seguimos avanzando en el mundo feliz que manejan entre sí -sin el Estado-, cobrando sueldos por reuniones que no van, y pagando 135 mil pesos a los gerentes que no generan órdenes de compra, y les preguntamos: ¿cuántas personas trabajan en la parte de venta?
Papel Prensa es una empresa importante en la Argentina que abastece a doscientos setenta diarios, según ello dicen. ¿Cómo es la estructura de venta, cómo es la estructura de distribución?
¿Qué contesta la empresa, ante la pregunta del número de personas ocupadas por canal de distribución y régimen de remuneración?
Dice que no se tienen canales de distribución. La venta y la administración de las mismas actividades operativas son ejecutadas por el área comercial, la cual cuenta con tres personas a estos fines. El régimen de remuneración de estas son sueldos fijos. Es decir que tienen el 70 por ciento en dos clientes, con lo cual tienen tres personas para el resto que le pagan sueldos fijos. Entonces, vamos al balance -que es público, que está en la Comisión Nacional de Valores- y vemos cuánto son los gastos de comercialización. Allí, en el rubro "Jornales" figura la cifra 3.183.620, y en el de "Contribuciones Sociales", 1.170.344.
Esto no lo armó el kirchnerismo como una operación política. Es el balance de la compañía que figura en la Comisión Nacional de Valores y las respuestas oficiales de la empresa a determinadas preguntas.
Nos dicen que tienen una estructura de comercialización de tres personas que gastan 4 millones de pesos por mes. Acá hay algo que no está muy claro.
Obviamente, a esta altura resultamos extremadamente molestos y cuando seguimos pidiendo información, se nos la empezó a negar sistemáticamente.
La otra cosa que pudimos comprobar fue como era el tema de los precios. Una de las personas comentaba acá que había una tabla de descuentos y se hablaba de la lógica del mercado.
Entiendo la lógica del mercado, no la comparto porque el papel de diario no es la Coca-Cola. Me parece bárbara la lógica del mercado para la Coca-Cola, pero no para el papel de diario. Esto es como querer poner en la lógica del mercado el espectro radioeléctrico.
Creo que hay cosas que tienen que ver con los intereses de la Nación, que la lógica no puede ser la del mercado. Con lo cual, en lo personal no comparto la lógica del mercado, pero ¿cuál era la trampa? La forma de escalonar los descuentos.
Yo puedo armar una empresa y digo que hago precios para descuentos mayoristas. Ahora, ¿saben que pasa? Los que llegan al último descuento son literalmente dos clientes, porque el volumen que necesitan comprar lo pueden comprar solamente dos clientes. ¿Quiénes son esos dos clientes? Mis socios en la empresa; los que llegaban a esa tabla y a los descuentos necesarios para alcanzar los máximos descuentos eran Clarín y La Nación.
Entonces, contestan con la lógica del mercado. Lo que no dicen es que esa lógica del mercado tiene un piso que para acceder hay que ser Clarín o La Nación. Esto es muy parecido a una tabla armada para hacerles descuentos a Clarín y La Nación, por más que hablen de la lógica del mercado. Esto permitía que solo ellos podían llegar a esos precios. ¿Cómo podían lograrlo? Muy fácil, porque estaban por debajo del costo de producción.
Durante dos trimestres del año pasado Papel Prensa les vendió a Clarín y a La Nación por debajo de los costos de producción. Es decir que si el papel costaba 100, se los vendía a 90; pero como la empresa ganaba plata, el resto del mercado, ese 30 por ciento que son los terceros, tenía que cubrir el déficit para llegar del precio que le vendían a Clarín y a La Nación al costo, más la utilidad de la compañía.
Era la burbuja de la felicidad perfecta. Tenían la empresa que generaba un producto, que para ellos estaba debajo del costo de producción, y para el resto del mercado -que casualmente son sus competidores en cuanto al insumo final que es la noticia o el diario-, cobraban el papel más caro. Es decir, ¿quién me termina subsidiando? El resto de los competidores. También se olvidan de que el 30 por ciento de esto lo tiene el Estado nacional que no tuvo rentabilidad, con lo cual yo pregunto ¿terminamos subsidiando a Clarín y La Nación?
¿Qué otra cosa fuimos descubriendo? La gente nos decía: "nosotros tenemos cupo, no nos venden más que una determinada cantidad." Quisimos ver cómo era el tema de los cupos, porque un argumento que hoy están usando es que todo el papel que se produce es para vender a los diarios. No es cierto, uno de los principales clientes de Papel Prensa es Arte Gráfica Rioplatense.
Arte Gráfica Rioplatense se dedica a hacer los folletos que uno ve en las grandes cadenas de supermercados, no quiero dar nombre, pero son esos libritos de tres o cuatro hojas. Además, se dedica a hacer suplementos y una serie de cosas que no tiene que ver con la producción del papel de diario en sí mismo. Entonces, saco parte de la producción del papel para ser utilizado en los diarios, y lo armo con otra empresa paralela que se dedica a hacer estas cosas.
Lo que no dije es que Arte Gráfica Rioplatense es parte del grupo Clarín.
Uno de los temas que ya estuvimos viendo es la remuneración de los gerentes. Digamos que cuando llegamos a este punto -hay una denuncia de la Sindicatura- seis de los gerentes, el año pasado, insumieron 8 millones de pesos de erogaciones. Esto fue más que la utilidad que tuvo Papel Prensa el año pasado que fue aproximadamente de 6 millones y medio de pesos. Sin embargo, estos seis gerentes representan el 12,5 por ciento del total de la masa salarial de los 814 empleados que tiene Papel Prensa.
Otro punto importante que hemos advertido y en el que no hemos podido avanzar está vinculado con las denuncias que ha realizado un ex accionista de la empresa, el señor Pirillo, quien en un cuarto intermedio de una asamblea de Papel Prensa expuso parte de sus vivencias en la compañía y manifestó que había entre un 10 y un 15 por ciento de retornos que estaban relacionados con los sobreprecios en las compras que eran gestionadas por el gerente general; es decir, por esta persona que cobra 135 mil pesos. Por eso hay que tener alcahuetes bien pagos.
Esto motivó una investigación; la comisión fiscalizadora tomó esta investigación a su cargo para desarrollarla, como ocurre en cualquier empresa normal en la que un ex accionista dice: "un empleado te roba". En cualquier empresa normal donde un empleado roba, ¿qué hace un buen patrón o empresario? Investiga.
Sin embargo, sistemáticamente, los empleados de Papel Prensa se han negado a hablar con la comisión fiscalizadora y han generado todo tipo de interrupciones y de anormalidades para que esta comisión investigadora no pueda avanzar, entre otras causas, en la relacionada con el incidente de Soaje Pinto, conocido abogado neonazi, que amenazó al síndico por su condición de judío; razón por la cual la AMIA y la DAIA hicieron una denuncia penal.
Otra cosa que ha salido muy poco publicada es que en otra de las reuniones a las cuales se convocó a la gente a participar de esta declaración, apareció un grabador pegado debajo de la mesa. Se ve que esta práctica de las escuchas se está generalizando.
Como última irregularidad también quería comentar la última asamblea. Algunas partes de la misma se han editado y se han difundido mucho. En la última asamblea el punto neurálgico de la discusión era la composición de la comisión fiscalizadora. ¿Por qué? Porque era la comisión fiscalizadora que estaba investigando los retornos del 10 y 15 por ciento que hablábamos recién.
En relación con estos retornos entre el 10 y el 15 por ciento, cuando Pirillo realiza la denuncia, dice concretamente: "El gerente es el que recauda y se lo lleva a los accionistas"; y lo cita a Magnetto, a Mitre y, en su momento, él mismo se autoimputa. ¿Qué era lo que pasaba? No querían que esta comisión investigadora avanzara. Por eso, sistemáticamente, los empleados se negaron a declarar; por eso llevaron un abogado; por eso pusieron grabadores; por eso judicializaron todo el accionar de la comisión fiscalizadora; pero como la verdad en algún punto iba a salir, fueron por la comisión fiscalizadora.
En la última asamblea, la operación de los accionistas privados fue tratar de cambiar la composición de la comisión fiscalizadora, que es el único órgano en el cual el Estado nacional tiene mayoría. Esto es así porque hay un decreto vigente que tiene que ver con la firma del contrato entre Papel Prensa y el Estado nacional, que dice que mientras que el Estado nacional tenga participación en Papel Prensa tendrá mayoría en la comisión fiscalizadora. Ese decreto está vigente, es de aplicación y durante todo este tiempo se cumplió.
Sin embargo, casualmente cuando esta comisión fiscalizadora empieza a investigar los retornos, plantean que el decreto no está vigente y quieren someter a votación la vigencia o no del mencionado decreto. Frente a eso fue que el secretario de Comercio Interior dijo: "Acá no se vota"; porque no creemos que la vigencia de los decretos pueda decidirla una asamblea de Papel Prensa.
Los decretos están vigentes; y si no están vigentes, tiene que ser la Justicia o el Poder Ejecutivo el que diga que no están vigentes, pero no la asamblea de Papel Prensa.
Nos opusimos a que se votara la vigencia de un decreto, y muchos de ustedes vieron un video compaginado amablemente en el cual se dice que impedimos una votación. Sí: impedimos que se votara la vigencia de un decreto. Quizás eso esté mal, pero vamos a impedir los golpes de Estado y todo lo que sea una alteración del orden constitucional.
Creo que el aporte que nosotros podíamos hacer es un pantallazo de la realidad en la cual está inmersa Papel Prensa, un pantallazo del descontrol de esta compañía. Pensemos en el comité ejecutivo, en personas que tienen a sus hermanos como consejeros de vigilancia, en directores que cobran pero no trabajan, en el gerente que cobra 135 mil pesos. Esta es la foto actual de Papel Prensa. En este marco, la declaración de interés público es una cosa casi obvia, con lo cual creemos que esto tiene que avanzar rápidamente, al contrario de como plantean algunos sectores de la oposición. (Aplausos.)
Cuando me invitaron a participar de estas audiencias públicas me pregunté en qué podíamos aportar para la reglamentación de la ley. Consideramos que todo lo que tiene que ver con el pasado de Papel Prensa lo hemos aportado en el informe sobre Papel Prensa.
Ahora quiero marcar algunos de los puntos que en forma personal y en conjunto con el resto de los directores creemos deben ser conocidos, para pasar de la discusión en abstracto a la discusión en concreto.
Nuestro aporte tal vez sea el de haber hecho un racconto de las irregularidades que hemos ido encontrando en la empresa. Si bien está muy bien que hagamos un marco regulatorio para el futuro, también tenemos que entender por qué debemos hacerlo con la realidad concreta del presente.
Irregularidades ha habido muchas. La primera está en el informe que muestra que en un determinado momento las empresas Clarín, La Razón y La Nación firmaron un acuerdo de sindicación de acciones. Esto fue allá por agosto del año 77. ¿Qué es lo que marcaba este acuerdo de sindicación de acciones? Un par de cosas. En primer lugar, el control de la empresa, con cláusulas muy concretas y específicas de cómo iba a ser el funcionamiento, cómo se iba a rotar en la presidencia y en los cuerpos colegiados, qué se podía votar y qué no se podía votar, etcétera. En ese acuerdo incluso figuraba que si había intereses contrapuestos entre las empresas y Papel Prensa se iba a decidir por los intereses de las empresas. Esto es lo que firmaron en el año 77 y rescindieron recién en 2010. O sea que durante treinta y dos años este fue el marco en el cual se manejó Papel Prensa.
Aclaro que es legal que exista un acuerdo de sindicación de acciones: lo que no es legal es que no den información. El Estado, como participante de la sociedad, no sabía que existía ese acuerdo de sindicación de acciones, con lo cual asistíamos a una obra de teatro en la cual no sabíamos que los papeles protagónicos ya estaban repartidos de antemano. De esto nos enteramos recién en julio de este año. Por eso, cuando estos hombres hablan de la moral con respecto a los acuerdos o los pactos, hay que detenerse en la diferencia de que una cosa es lo que hablan y otra, lo que hacen. Lo que hacen es marcar pactos secretos que sean desconocidos por la gente y los actores involucrados para manejar las empresas.
Tanto es así que en ese pacto existía un comité de dirección. Ese comité de dirección estaba integrado por los respectivos representantes de Clarín, La Nación y La Razón: Magnetto, Bartolomé Mitre y Peralta Ramos. Este comité de dirección manejaba la empresa. Cuando se entra en la modalidad del manejo de la empresa se pierden también las formas, porque por su constitución y estatuto la empresa también tiene un comité ejecutivo. La última vez que se reunió el comité ejecutivo fue en el año 1992. Ese comité conduce nada más y nada menos que la acción cotidiana de la compañía y se reunió por última vez en el año 1992. Están las actas de esto y no se trata de una operación creada por el gobierno.
Pero, ¿qué ocurría? Había asignaciones dinerarias para los que desempeñaban esas funciones. Uno puede pensar que si no se reunían no cobraban; pero sí, cobraban. Una cosa es trabajar y otra es cobrar. No se reunieron, pero cobraron. Esto me hace acordar a cuando en más de una oportunidad salen a denunciar que los diputados tales participan de las reuniones de comisión y sacan a publicidad todas estas cosas en los grandes medios y nos tenemos que fijar cómo es el accionar de ellos hacia adentro. ¡Dieciocho años sin que el comité ejecutivo de Papel Prensa se haya reunido! En esto también hay que ser sinceros: acá hubo complicidad del Estado nacional.
La sindicatura de la empresa y el comité de vigilancia eran ejercidos por miembros del Estado nacional, y no ha sido denunciado. Algunos son actualmente senadores y no hablan de estas cosas.
Cuando hablamos de la integración de Papel Prensa tenemos que remitirnos a la ley de sociedades argentina, la cual marca incompatibilidades entre los órganos de dirección y los órganos de vigilancia y control.
Según la ley argentina, una persona que integra un órgano de dirección no puede tener parentesco de primer grado ni relación societaria con otra persona que integre el comité de vigilancia o la comisión fiscalizadora. Es lógico. Siempre hay una contraposición de intereses entre la ejecución y el control.
Es lógico, menos en Papel Prensa, porque mientras el señor Julio César Saguier era presidente de esta sociedad, el consejero de vigilancia era el señor Alejandro Saguier. El apellido no es casualidad, es el hermano. El señor Gowland Mitre, de los Mitre, socios en el diario La Nación, era consejero de vigilancia. Así arman un mundo feliz, en el cual se llenan de pactos de sindicación de acciones.
A partir del pacto de sindicación de acciones, para qué van a participar de la reunión del comité ejecutivo, si tienen ahí un tipo molesto, que es el Estado nacional. En el directorio se ponen ellos, al hermano, y al socio en el comité de vigilancia. Este es el mundo feliz en el cual se manejaba Papel Prensa.
Sin embargo, nosotros llegamos y vinimos a molestar. ¿Por qué vinimos a molestar? Porque había mucha gente -que hoy está expresándose en las audiencias públicas- que venía y nos decía: "A nosotros no nos venden, el papel nos sale más caro". Es decir, venían a quejarse. Entonces, la presidencia nos dijo: "Vayan y fíjense".
Como fuimos a molestar, una de las primeras cosas que preguntamos fue cómo es el circuito de venta. Cualquier empresa tiene un circuito de venta en el cual uno genera una orden de compra, una nota de pedido; como el mozo de acá a la esquina que genera una comanda, y que no es más que una nota de pedido.
De manera que preguntamos: "Bueno, señores de Papel Prensa, ¿cómo es el circuito de venta?" ¿Qué nos contesta formalmente la compañía? "La práctica comercial implementada con el mercado consumidor y consensuada con el mismo no requiere emisión de orden de compra, sino que las operaciones son convenidas a través de comunicaciones vía internet o telefónicas".
Es decir, en ese mundo feliz que arman, no tienen por qué tener notas de compra ni órdenes de venta, porque la misma está consensuada con el mercado consumidor.
Claro, de esta manera uno no puede saber a quién le vendían y a quién no. Si el pedido de Clarín había entrado después del pedido del diario El Tribuno de Salta, y en realidad privilegiaban a Clarín, no había rastros.
Entonces, empezamos a sospechar que la empresa no estaba bien administrada. Sin embargo, el gerente que administra esto gana 135 mil pesos por mes. Al enterarnos de esto pensamos que debía haber una instancia de control. Sí, hay una instancia de control: un gerente que depende del anterior que gana 110 mil pesos por mes. Como en realidad hay una desventaja en los sueldos, la esposa del gerente de control gana 47.500 pesos. Estos son sueldos mensuales. Lo aclaro porque yo digo esto y la gente me pregunta: "¿Por año?" No, no, son sueldos mensuales. Esto tiene aguinaldo. Es decir, en julio o agosto el gerente general cobró cerca de 300 mil pesos. Nos hizo una denuncia, porque dijo que como nosotros decimos esto ponemos en riesgo su seguridad familiar.
Seguimos avanzando en el mundo feliz que manejan entre sí -sin el Estado-, cobrando sueldos por reuniones que no van, y pagando 135 mil pesos a los gerentes que no generan órdenes de compra, y les preguntamos: ¿cuántas personas trabajan en la parte de venta?
Papel Prensa es una empresa importante en la Argentina que abastece a doscientos setenta diarios, según ello dicen. ¿Cómo es la estructura de venta, cómo es la estructura de distribución?
¿Qué contesta la empresa, ante la pregunta del número de personas ocupadas por canal de distribución y régimen de remuneración?
Dice que no se tienen canales de distribución. La venta y la administración de las mismas actividades operativas son ejecutadas por el área comercial, la cual cuenta con tres personas a estos fines. El régimen de remuneración de estas son sueldos fijos. Es decir que tienen el 70 por ciento en dos clientes, con lo cual tienen tres personas para el resto que le pagan sueldos fijos. Entonces, vamos al balance -que es público, que está en la Comisión Nacional de Valores- y vemos cuánto son los gastos de comercialización. Allí, en el rubro "Jornales" figura la cifra 3.183.620, y en el de "Contribuciones Sociales", 1.170.344.
Esto no lo armó el kirchnerismo como una operación política. Es el balance de la compañía que figura en la Comisión Nacional de Valores y las respuestas oficiales de la empresa a determinadas preguntas.
Nos dicen que tienen una estructura de comercialización de tres personas que gastan 4 millones de pesos por mes. Acá hay algo que no está muy claro.
Obviamente, a esta altura resultamos extremadamente molestos y cuando seguimos pidiendo información, se nos la empezó a negar sistemáticamente.
La otra cosa que pudimos comprobar fue como era el tema de los precios. Una de las personas comentaba acá que había una tabla de descuentos y se hablaba de la lógica del mercado.
Entiendo la lógica del mercado, no la comparto porque el papel de diario no es la Coca-Cola. Me parece bárbara la lógica del mercado para la Coca-Cola, pero no para el papel de diario. Esto es como querer poner en la lógica del mercado el espectro radioeléctrico.
Creo que hay cosas que tienen que ver con los intereses de la Nación, que la lógica no puede ser la del mercado. Con lo cual, en lo personal no comparto la lógica del mercado, pero ¿cuál era la trampa? La forma de escalonar los descuentos.
Yo puedo armar una empresa y digo que hago precios para descuentos mayoristas. Ahora, ¿saben que pasa? Los que llegan al último descuento son literalmente dos clientes, porque el volumen que necesitan comprar lo pueden comprar solamente dos clientes. ¿Quiénes son esos dos clientes? Mis socios en la empresa; los que llegaban a esa tabla y a los descuentos necesarios para alcanzar los máximos descuentos eran Clarín y La Nación.
Entonces, contestan con la lógica del mercado. Lo que no dicen es que esa lógica del mercado tiene un piso que para acceder hay que ser Clarín o La Nación. Esto es muy parecido a una tabla armada para hacerles descuentos a Clarín y La Nación, por más que hablen de la lógica del mercado. Esto permitía que solo ellos podían llegar a esos precios. ¿Cómo podían lograrlo? Muy fácil, porque estaban por debajo del costo de producción.
Durante dos trimestres del año pasado Papel Prensa les vendió a Clarín y a La Nación por debajo de los costos de producción. Es decir que si el papel costaba 100, se los vendía a 90; pero como la empresa ganaba plata, el resto del mercado, ese 30 por ciento que son los terceros, tenía que cubrir el déficit para llegar del precio que le vendían a Clarín y a La Nación al costo, más la utilidad de la compañía.
Era la burbuja de la felicidad perfecta. Tenían la empresa que generaba un producto, que para ellos estaba debajo del costo de producción, y para el resto del mercado -que casualmente son sus competidores en cuanto al insumo final que es la noticia o el diario-, cobraban el papel más caro. Es decir, ¿quién me termina subsidiando? El resto de los competidores. También se olvidan de que el 30 por ciento de esto lo tiene el Estado nacional que no tuvo rentabilidad, con lo cual yo pregunto ¿terminamos subsidiando a Clarín y La Nación?
¿Qué otra cosa fuimos descubriendo? La gente nos decía: "nosotros tenemos cupo, no nos venden más que una determinada cantidad." Quisimos ver cómo era el tema de los cupos, porque un argumento que hoy están usando es que todo el papel que se produce es para vender a los diarios. No es cierto, uno de los principales clientes de Papel Prensa es Arte Gráfica Rioplatense.
Arte Gráfica Rioplatense se dedica a hacer los folletos que uno ve en las grandes cadenas de supermercados, no quiero dar nombre, pero son esos libritos de tres o cuatro hojas. Además, se dedica a hacer suplementos y una serie de cosas que no tiene que ver con la producción del papel de diario en sí mismo. Entonces, saco parte de la producción del papel para ser utilizado en los diarios, y lo armo con otra empresa paralela que se dedica a hacer estas cosas.
Lo que no dije es que Arte Gráfica Rioplatense es parte del grupo Clarín.
Uno de los temas que ya estuvimos viendo es la remuneración de los gerentes. Digamos que cuando llegamos a este punto -hay una denuncia de la Sindicatura- seis de los gerentes, el año pasado, insumieron 8 millones de pesos de erogaciones. Esto fue más que la utilidad que tuvo Papel Prensa el año pasado que fue aproximadamente de 6 millones y medio de pesos. Sin embargo, estos seis gerentes representan el 12,5 por ciento del total de la masa salarial de los 814 empleados que tiene Papel Prensa.
Otro punto importante que hemos advertido y en el que no hemos podido avanzar está vinculado con las denuncias que ha realizado un ex accionista de la empresa, el señor Pirillo, quien en un cuarto intermedio de una asamblea de Papel Prensa expuso parte de sus vivencias en la compañía y manifestó que había entre un 10 y un 15 por ciento de retornos que estaban relacionados con los sobreprecios en las compras que eran gestionadas por el gerente general; es decir, por esta persona que cobra 135 mil pesos. Por eso hay que tener alcahuetes bien pagos.
Esto motivó una investigación; la comisión fiscalizadora tomó esta investigación a su cargo para desarrollarla, como ocurre en cualquier empresa normal en la que un ex accionista dice: "un empleado te roba". En cualquier empresa normal donde un empleado roba, ¿qué hace un buen patrón o empresario? Investiga.
Sin embargo, sistemáticamente, los empleados de Papel Prensa se han negado a hablar con la comisión fiscalizadora y han generado todo tipo de interrupciones y de anormalidades para que esta comisión investigadora no pueda avanzar, entre otras causas, en la relacionada con el incidente de Soaje Pinto, conocido abogado neonazi, que amenazó al síndico por su condición de judío; razón por la cual la AMIA y la DAIA hicieron una denuncia penal.
Otra cosa que ha salido muy poco publicada es que en otra de las reuniones a las cuales se convocó a la gente a participar de esta declaración, apareció un grabador pegado debajo de la mesa. Se ve que esta práctica de las escuchas se está generalizando.
Como última irregularidad también quería comentar la última asamblea. Algunas partes de la misma se han editado y se han difundido mucho. En la última asamblea el punto neurálgico de la discusión era la composición de la comisión fiscalizadora. ¿Por qué? Porque era la comisión fiscalizadora que estaba investigando los retornos del 10 y 15 por ciento que hablábamos recién.
En relación con estos retornos entre el 10 y el 15 por ciento, cuando Pirillo realiza la denuncia, dice concretamente: "El gerente es el que recauda y se lo lleva a los accionistas"; y lo cita a Magnetto, a Mitre y, en su momento, él mismo se autoimputa. ¿Qué era lo que pasaba? No querían que esta comisión investigadora avanzara. Por eso, sistemáticamente, los empleados se negaron a declarar; por eso llevaron un abogado; por eso pusieron grabadores; por eso judicializaron todo el accionar de la comisión fiscalizadora; pero como la verdad en algún punto iba a salir, fueron por la comisión fiscalizadora.
En la última asamblea, la operación de los accionistas privados fue tratar de cambiar la composición de la comisión fiscalizadora, que es el único órgano en el cual el Estado nacional tiene mayoría. Esto es así porque hay un decreto vigente que tiene que ver con la firma del contrato entre Papel Prensa y el Estado nacional, que dice que mientras que el Estado nacional tenga participación en Papel Prensa tendrá mayoría en la comisión fiscalizadora. Ese decreto está vigente, es de aplicación y durante todo este tiempo se cumplió.
Sin embargo, casualmente cuando esta comisión fiscalizadora empieza a investigar los retornos, plantean que el decreto no está vigente y quieren someter a votación la vigencia o no del mencionado decreto. Frente a eso fue que el secretario de Comercio Interior dijo: "Acá no se vota"; porque no creemos que la vigencia de los decretos pueda decidirla una asamblea de Papel Prensa.
Los decretos están vigentes; y si no están vigentes, tiene que ser la Justicia o el Poder Ejecutivo el que diga que no están vigentes, pero no la asamblea de Papel Prensa.
Nos opusimos a que se votara la vigencia de un decreto, y muchos de ustedes vieron un video compaginado amablemente en el cual se dice que impedimos una votación. Sí: impedimos que se votara la vigencia de un decreto. Quizás eso esté mal, pero vamos a impedir los golpes de Estado y todo lo que sea una alteración del orden constitucional.
Creo que el aporte que nosotros podíamos hacer es un pantallazo de la realidad en la cual está inmersa Papel Prensa, un pantallazo del descontrol de esta compañía. Pensemos en el comité ejecutivo, en personas que tienen a sus hermanos como consejeros de vigilancia, en directores que cobran pero no trabajan, en el gerente que cobra 135 mil pesos. Esta es la foto actual de Papel Prensa. En este marco, la declaración de interés público es una cosa casi obvia, con lo cual creemos que esto tiene que avanzar rápidamente, al contrario de como plantean algunos sectores de la oposición. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA DI TULLIO Tiene la palabra la señora Magalí Luz Benazulín, estudiante de Ciencias de la Comunicación y militante de la Agrupación La Cámpora.
SRA. BENAZULÍN Señora presidenta: básicamente quisiera traer a la discusión el lugar que me toca como estudiante, que es el de los futuros periodistas y comunicadores de este país. Deberíamos ser tenidos en cuenta por lo que significan los medios de comunicación en la cultura general, aunque en lo que respecta a nuestra facultad y a la educación de hoy, no estamos dando la suficiente discusión acerca de lo que, en definitiva, va a ser nuestro futuro.
Coincido plenamente en que no podemos pensar Papel Prensa como se piensa cualquier otro comercio o negocio: justamente, se trata de un papel simbólico. A pesar de la globalización y de lo que tenemos en medios digitales, el papel sigue siendo lo que, de alguna manera, da a la persona la noción de mundo. Las noticias que podemos leer por medios digitales, las cosas que la gente escribe, las cosas que, en definitiva, se pierden en la web, no han logrado contrarrestar el poder que tiene y ha tenido siempre el grupo Clarín o la ideología tan marcada de La Nación.
Como estudiante, entiendo que estas cosas no se discuten en la facultad. Como militantes de este proyecto de ley, es nuestro deber llevarlo a los pibes que van a ser la gente del futuro, pero que hoy son la gente del presente.
Si no somos nosotros, quienes pensamos como comunicadores, los que debatimos este proyecto de ley, estamos cometiendo un grave error. La propuesta en base a esto es que este tipo de discusiones, como se dio con la ley de medios, debe darse en determinados ámbitos de la sociedad. Además, como futuros "cientistas" de las demás carreras que conforman Ciencias Sociales, sabemos que quienes escriben no sólo son periodistas sino sociólogos y politólogos; pero también debería ser la gente común. La discusión que nos estamos dando, una vez más y quizá más profundamente con este proyecto de ley, es la discusión de la palabra. Es una discusión que uno da desde el lugar académico, desde un sentido demasiado abstracto y lejano.
En definitiva, la palabra es una cosa que nos sigue dando miedo. En el supuesto caso de poder realmente quitarle la palabra al comercio de la palabra, vamos a necesitar nueva gente; vamos a necesitar justamente a cada barrio y a cada vecino hablando de su realidad, que no es esta realidad plástica que nos comunican. Ese miedo del cual hablaron otros disertantes, ese estigma, todavía nos persigue desde la dictadura.
Cuando escuchaba a nuestra presidenta comunicarnos estas cosas que ocurrieron con Papel Prensa en la Argentina, me sentí realmente un poco afuera y un poco enojada, porque son discusiones que nos dábamos de otra manera, en la Facultad y en algunos casos no las dábamos. Pareciera que el afuera y el adentro de quienes nos estamos formando para ser comunicadores, van por vías absolutamente distintas.
El compromiso, ahora, es llevar la discusión a todos los sectores. Esto cuesta muchísimo, porque como decíamos, esta palabra que construye o destruye, que genera realidades y que cuenta historias mentirosas o verdaderas, es una palabra de la cual todavía no nos pudimos apropiar. En este sentido es muy importante. No lo digo desde mis veintidós años sino desde la argentina que soy y de haber venido de Resistencia. Hay un montón de compañeros en la UBA que vienen de las provincias a buscar esta mejor formación en una facultad que en definitiva vuelve a generar aislamiento; una facultad que no da la palabra, sino que nos da más miedo a la hora de utilizarla. Como en éste y en otros ámbitos, la palabra sigue siendo la del otro; la palabra propia queda relegada a lo que uno pueda opinar en el ámbito familiar y con los amigos.
Nosotros tenemos que salir a dar este tipo de discusiones en este papel que todavía le sigue perteneciendo al monopolio, lo cual debe hacernos ruido y enojarnos profundamente sobre todo a los jóvenes, porque es nuestro papel, es nuestra palabra, son nuestras lapiceras y es este valor simbólico el que tiene la Argentina.
Como vimos con el conflicto de la resolución 125 es la palabra la que genera identidad; es esa palabra la que venimos dejando de lado desde la juventud para utilizarla recién cuando nos recibimos.
No me voy a extender mucho más. La propuesta es empezar a pensar de qué manera vamos a llevar estas discusiones a la facultad, porque es ahí donde por múltiples motivos no se da. Sabemos que, en el caso de la UBA "gorila", hay un rechazo profundo a cualquier medida del gobierno, y, por ejemplo, una ley revolucionaria como es la ley de medios sea juzgada de ser ley "K".
Dicen que al estudiante que no le interesa la política, lo cual es un error, porque si vamos a ser comunicadores vamos a hacer política. Ese tipo de argumento sesga todo tipo de discusión.
Es nuestra tarea llevar esta discusión a esos ámbitos y me parece absolutamente provechoso, porque en este momento, por ejemplo, mi facultad está tomada por grupos de izquierda que se cuelan en tomas que tienen real significación, como las de las escuelas secundarias. Pasan un montón de cosas que nos dejan dos pasos atrás y nosotros tenemos que estar cinco adelante.
Este proyecto de ley que está relacionado con la ley de medios, sigue hablando de la palabra; sigue hablando de algo que es nuestro, y tenemos que pensar en dar esta discusión de persona a persona, en igualdad de condiciones, para aquellos que van a ser los futuros comunicadores de este país. (Aplausos.)
Coincido plenamente en que no podemos pensar Papel Prensa como se piensa cualquier otro comercio o negocio: justamente, se trata de un papel simbólico. A pesar de la globalización y de lo que tenemos en medios digitales, el papel sigue siendo lo que, de alguna manera, da a la persona la noción de mundo. Las noticias que podemos leer por medios digitales, las cosas que la gente escribe, las cosas que, en definitiva, se pierden en la web, no han logrado contrarrestar el poder que tiene y ha tenido siempre el grupo Clarín o la ideología tan marcada de La Nación.
Como estudiante, entiendo que estas cosas no se discuten en la facultad. Como militantes de este proyecto de ley, es nuestro deber llevarlo a los pibes que van a ser la gente del futuro, pero que hoy son la gente del presente.
Si no somos nosotros, quienes pensamos como comunicadores, los que debatimos este proyecto de ley, estamos cometiendo un grave error. La propuesta en base a esto es que este tipo de discusiones, como se dio con la ley de medios, debe darse en determinados ámbitos de la sociedad. Además, como futuros "cientistas" de las demás carreras que conforman Ciencias Sociales, sabemos que quienes escriben no sólo son periodistas sino sociólogos y politólogos; pero también debería ser la gente común. La discusión que nos estamos dando, una vez más y quizá más profundamente con este proyecto de ley, es la discusión de la palabra. Es una discusión que uno da desde el lugar académico, desde un sentido demasiado abstracto y lejano.
En definitiva, la palabra es una cosa que nos sigue dando miedo. En el supuesto caso de poder realmente quitarle la palabra al comercio de la palabra, vamos a necesitar nueva gente; vamos a necesitar justamente a cada barrio y a cada vecino hablando de su realidad, que no es esta realidad plástica que nos comunican. Ese miedo del cual hablaron otros disertantes, ese estigma, todavía nos persigue desde la dictadura.
Cuando escuchaba a nuestra presidenta comunicarnos estas cosas que ocurrieron con Papel Prensa en la Argentina, me sentí realmente un poco afuera y un poco enojada, porque son discusiones que nos dábamos de otra manera, en la Facultad y en algunos casos no las dábamos. Pareciera que el afuera y el adentro de quienes nos estamos formando para ser comunicadores, van por vías absolutamente distintas.
El compromiso, ahora, es llevar la discusión a todos los sectores. Esto cuesta muchísimo, porque como decíamos, esta palabra que construye o destruye, que genera realidades y que cuenta historias mentirosas o verdaderas, es una palabra de la cual todavía no nos pudimos apropiar. En este sentido es muy importante. No lo digo desde mis veintidós años sino desde la argentina que soy y de haber venido de Resistencia. Hay un montón de compañeros en la UBA que vienen de las provincias a buscar esta mejor formación en una facultad que en definitiva vuelve a generar aislamiento; una facultad que no da la palabra, sino que nos da más miedo a la hora de utilizarla. Como en éste y en otros ámbitos, la palabra sigue siendo la del otro; la palabra propia queda relegada a lo que uno pueda opinar en el ámbito familiar y con los amigos.
Nosotros tenemos que salir a dar este tipo de discusiones en este papel que todavía le sigue perteneciendo al monopolio, lo cual debe hacernos ruido y enojarnos profundamente sobre todo a los jóvenes, porque es nuestro papel, es nuestra palabra, son nuestras lapiceras y es este valor simbólico el que tiene la Argentina.
Como vimos con el conflicto de la resolución 125 es la palabra la que genera identidad; es esa palabra la que venimos dejando de lado desde la juventud para utilizarla recién cuando nos recibimos.
No me voy a extender mucho más. La propuesta es empezar a pensar de qué manera vamos a llevar estas discusiones a la facultad, porque es ahí donde por múltiples motivos no se da. Sabemos que, en el caso de la UBA "gorila", hay un rechazo profundo a cualquier medida del gobierno, y, por ejemplo, una ley revolucionaria como es la ley de medios sea juzgada de ser ley "K".
Dicen que al estudiante que no le interesa la política, lo cual es un error, porque si vamos a ser comunicadores vamos a hacer política. Ese tipo de argumento sesga todo tipo de discusión.
Es nuestra tarea llevar esta discusión a esos ámbitos y me parece absolutamente provechoso, porque en este momento, por ejemplo, mi facultad está tomada por grupos de izquierda que se cuelan en tomas que tienen real significación, como las de las escuelas secundarias. Pasan un montón de cosas que nos dejan dos pasos atrás y nosotros tenemos que estar cinco adelante.
Este proyecto de ley que está relacionado con la ley de medios, sigue hablando de la palabra; sigue hablando de algo que es nuestro, y tenemos que pensar en dar esta discusión de persona a persona, en igualdad de condiciones, para aquellos que van a ser los futuros comunicadores de este país. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA DI TULLIO Voy a pedir a Lucio Castillo, secretario general adjunto de FATIDA, Federación Argentina de Trabajadores de Imprenta, Diarios y Afines, que se acerque al estrado para hacer uso de la palabra.
SR. CASTILLO Señora presidenta: nos hemos sentido identificados con el informe que brindó el ingeniero Pablo Cerioli, que nos precedió en el uso de la palabra. Este es uno de los temas que estaremos planteando en un documento que hemos preparado.
En nombre de la organización que representa a los trabajadores gráficos del interior del país, la Federación Argentina de Trabajadores de Imprenta, Diarios y Afines -FATIDA- y los veintiocho sindicatos gráficos que la integran, queremos en primer lugar, saludar la iniciativa del Poder Ejecutivo propiciando que la producción, comercialización y distribución del papel destinado a la prensa sea declarada de interés público.
De manera especial también agradecemos a la Comisión de Comercio de esta Cámara de Diputados, la posibilidad que nos brinda para manifestar nuestro total apoyo al proyecto enviado por el gobierno, y expresamos nuestra coincidencia para que el Estado nacional garantice la producción de papel y su equitativa distribución, para la democratización de los medios gráficos periodísticos y salvaguarda de los puestos de trabajo que los monopolios informativos ponen constantemente en riesgo.
Señalamos con satisfacción la acogida favorable que el proyecto ha tenido entre numerosísimos editores de diarios del interior del país, como también el de la DYPRA, entidad cooperativa que representa a más de medio centenar de medios locales y regionales, también de ciudades y pueblos de nuestra Argentina.
Como trabajadores del sector y por ser del interior del país, tal vez conocemos como pocos las mutilaciones que muchos diarios y periódicos han sufrido sin poder hasta ahora expresar públicamente sus reclamos. La FATIDA siempre ha estado -y mucho antes de ahora- preocupada por lo que hoy aflige a muchos, como la provisión del papel para diarios, revistas y libros dado el carácter de insumo indispensable para los bienes culturales al alcance del pueblo.
Muchos que antes callaron ahora pueden hablar porque estamos en democracia; porque en democracia se pueden abordar asuntos que estuvieron ocultos por la gran prensa nacional, como el traspaso de Papel Prensa, viciado de nulidad, producido en los momentos más trágicos que haya sufrido la Argentina contemporánea.
Ahora se puede hablar. Muchos medios de esta ciudad y varios de los principales del interior -como también algunas de sus entidades representativas-, años atrás dijeron cosas que luego debieron callar, porque de persistir en ello se quedaban sin el insumo básico que es el papel para imprimir sus ideas y visiones.
Allá por los años 70, Crónica, Ámbito Financiero, la Voz del Interior, La Capital de Rosario, por citar algunos junto a muchos otros, levantaron sus voces de advertencia por el traspaso de Papel Prensa, argumentando con razón que ello limitaría la libertad de expresión, opinión que coincidía con la que expresaban en esos días ADEPA y ADIRA.
Concretado el cuestionado traspaso en lo que puede calificarse como vergonzoso contubernio con la dictadura de aquel entonces, el proceso de masificación y dominio de la opinión pública se fue profundizando por Clarín y La Nación a través de un proceso de concentración que impulsaron por medio de CIMECO, sociedad por ellos formada que tenía por finalidad alcanzar el control de los principales medios gráficos provinciales.
De tal forma se quedaron con el control de Los Andes de Mendoza y La Voz del Interior de Córdoba, desembarcando más acá en el tiempo Clarín en Santa Fe, donde ahora también marca los pasos del vespertino El Litoral, acallando las expresiones que hicieran otrora, contrarias a los intereses del monopolio y al traspaso de Papel Prensa. Debe aclararse que el grupo también intentó quedarse con otros importantes diarios de cabecera de otras provincias, como se quedaron con numerosos canales de cable.
Con el control de varios medios en su poder pudieron infiltrar a ADEPA y a las entidades gremiales empresarias de los medios del interior que, limitados en las cuotas y precio del papel producido por Papel Prensa, fueron disciplinados por el monopolio alineándose con el discurso del mismo para poder sobrevivir.
Hasta la propia Sociedad Interamericana de Prensa, que en estos tiempos ha pretendido presionar sobre el gobierno a favor de Clarín, en 1978 alertaba y decía por aquel entonces: "Semejante situación encierra muchos peligros, no es el menor de ellos que esto imponga no antagonizar con el gobierno militar."
Controlar el papel es controlar la información. Expresamente así lo reconocieron el 24 de agosto último los dos socios principales de Papel Prensa, en lo que parece haber sido un lapsus propio del estado de impunidad al que siempre estuvieron acostumbrados, especialmente durante gobiernos de facto y otros que habiendo surgido de las urnas, convivieron con ellos por propia conveniencia y recíproco interés o resignada sumisión.
Quien se animaba a desafiar los lineamientos de Papel Prensa, se arriesgaba al corte del suministro o a pagar más caro el papel que compraban a Papel Prensa, mientras Clarín y La Nación lo adquirían a un 40 por ciento menos.
Medios importantes y pequeños del interior fueron amordazados por el monopolio de Papel Prensa. Periódicos regionales sucumbieron ante la falta de papel o por no poder pagar un precio que escapaba a sus posibilidades y no podía ser trasladado al precio de tapa. Muchas fuentes de trabajo se perdieron mientras la concentración avanzaba de la mano de los dos grandes e influyentes rotativos nacionales.
En este marco, debe señalarse que algunas fuentes de trabajo pudieron mantenerse gracias al esfuerzo de los sindicatos del lugar, que se hicieron cargo de resguardar los puestos de trabajo a través de la transformación de esos medios en cooperativas, como sucedió con Comercio y Justicias, de Córdoba.
Adicionalmente, muchos medios del interior con dificultades financieras se vieron necesitados de solicitar el auxilio del Estado nacional a través de los apoyos económicos brindados por éste para solventar parte del funcionamiento cotidiano.
Lo que es más grave, la pluralidad informativa se fue perdiendo en manos de esta concentración brutal que tenía por finalidad uniformar el pensamiento de un pueblo, masificándolo como nunca antes había sucedido. De esa manera, el monopolio se transformó en dueño de la mayoría de los mensajes que recibían los argentinos, a la par que muchos diarios y periódicos nacionales que representaban auténticamente la voz del lugar, dejaron de aparecer.
El sector político no fue la excepción a la presión nefasta del grupo, logrando que algunos de sus representantes los apoyen por temor a ser triturados ante la opinión pública. Es probable que ciertos legisladores lo hagan por convicción personal y otros porque han preferido comportarse como genuflexos antes que enfrentarse a la crítica escrita por este tipo de prensa nacional, aunque pretendan disimular su vergüenza detrás de una supuesta defensa de la libertad de expresión, cuando en realidad están defendiendo la libertad de empresa, desconociendo la necesaria pluralidad de voces que debe darse en democracia.
Todos sabemos que en las dictaduras impera el silencio y el discurso único coherentes con la monopolización informativa; y en la práctica esto se le parece mucho.
Durante el primer día de estas audiencias la directora de Papel Prensa por el Poder Ejecutivo nacional, Beatriz Paglieri, afirmó que "aquel que tiene que importar papel o proveerse a través de un importador, paga un 80 por ciento arriba del costo de Papel Prensa." Viene, entonces, una pregunta obligada: ¿cuánto se puede subsistir con semejante sobreprecio, porque Papel Prensa dispone arbitrariamente la cantidad y el precio del principal insumo de los medios gráficos? Esto explica uno de los principales motivos por los cuales algunos medios del interior tuvieron que ceder al control del monopolio, porque sus penurias económicas seguramente fueron "estimuladas" por el precio del papel para diarios manejado a gusto y paladar por Papel Prensa.
En representación de los sindicatos gráficos de todo el interior del país deseamos y apoyamos que el Congreso nacional, superando diferencias, y si cabe mejorándolo, dé fuerza de ley a este proyecto en análisis enviado por la presidenta de la Nación, doctora Cristina Fernández de Kirchner, por ser una necesidad estratégica para el plan de desarrollo nacional, dando trabajo y autonomía, dado su carácter multiplicador respecto de un bien como el papel para diarios y revistas, no precisamente abundante y barato en el mundo.
Nuestra Federación ha fijado su clara posición de respaldo a la iniciativa gubernamental, en el convencimiento de que la misma beneficiará a los medios gráficos de todo el país. Se fortalecerán la pluralidad informativa y las fuentes de trabajo donde cotidianamente laboran periodistas, gráficos y vendedores de diarios.
Que se instale en la sociedad un debate para enriquecer el proyecto merece nuestro apoyo, y así como el mismo propone que la distribución del papel para la prensa tenga un control bicameral, y que también participen en ello las provincias a través de un Consejo Consultivo Federal, debería ser acompañado y enriquecido con la presencia de los trabajadores del sector a través de sus organizaciones representativas, quienes finalmente también resultan damnificados por las políticas controlantes que han reinado desde hace varias décadas en nuestro país.
También pedimos que el papel para la prensa se destine exclusivamente a la misma y que este insumo no se utilice para que los diarios incursionen en el mercado de las publicaciones comerciales. El papel para diarios se ha venido utilizando para abastecer de impresos a los grandes supermercados y compañías telefónicas, implicando caída de fuentes y puestos de trabajo en el sector comercial de la actividad gráfica, hecho cometido en forma totalmente desleal merced a la situación de "abuso de posición dominante" del monopolio, que a través de este espacio estamos denunciando.
Finalmente, sostenemos que si la comunicación es un bien social, hoy es fundamental que el Estado nacional tenga el instrumento que la garantice para que se terminen los abusos por parte de quienes se creen dueños de la misma. (Aplausos.)
En nombre de la organización que representa a los trabajadores gráficos del interior del país, la Federación Argentina de Trabajadores de Imprenta, Diarios y Afines -FATIDA- y los veintiocho sindicatos gráficos que la integran, queremos en primer lugar, saludar la iniciativa del Poder Ejecutivo propiciando que la producción, comercialización y distribución del papel destinado a la prensa sea declarada de interés público.
De manera especial también agradecemos a la Comisión de Comercio de esta Cámara de Diputados, la posibilidad que nos brinda para manifestar nuestro total apoyo al proyecto enviado por el gobierno, y expresamos nuestra coincidencia para que el Estado nacional garantice la producción de papel y su equitativa distribución, para la democratización de los medios gráficos periodísticos y salvaguarda de los puestos de trabajo que los monopolios informativos ponen constantemente en riesgo.
Señalamos con satisfacción la acogida favorable que el proyecto ha tenido entre numerosísimos editores de diarios del interior del país, como también el de la DYPRA, entidad cooperativa que representa a más de medio centenar de medios locales y regionales, también de ciudades y pueblos de nuestra Argentina.
Como trabajadores del sector y por ser del interior del país, tal vez conocemos como pocos las mutilaciones que muchos diarios y periódicos han sufrido sin poder hasta ahora expresar públicamente sus reclamos. La FATIDA siempre ha estado -y mucho antes de ahora- preocupada por lo que hoy aflige a muchos, como la provisión del papel para diarios, revistas y libros dado el carácter de insumo indispensable para los bienes culturales al alcance del pueblo.
Muchos que antes callaron ahora pueden hablar porque estamos en democracia; porque en democracia se pueden abordar asuntos que estuvieron ocultos por la gran prensa nacional, como el traspaso de Papel Prensa, viciado de nulidad, producido en los momentos más trágicos que haya sufrido la Argentina contemporánea.
Ahora se puede hablar. Muchos medios de esta ciudad y varios de los principales del interior -como también algunas de sus entidades representativas-, años atrás dijeron cosas que luego debieron callar, porque de persistir en ello se quedaban sin el insumo básico que es el papel para imprimir sus ideas y visiones.
Allá por los años 70, Crónica, Ámbito Financiero, la Voz del Interior, La Capital de Rosario, por citar algunos junto a muchos otros, levantaron sus voces de advertencia por el traspaso de Papel Prensa, argumentando con razón que ello limitaría la libertad de expresión, opinión que coincidía con la que expresaban en esos días ADEPA y ADIRA.
Concretado el cuestionado traspaso en lo que puede calificarse como vergonzoso contubernio con la dictadura de aquel entonces, el proceso de masificación y dominio de la opinión pública se fue profundizando por Clarín y La Nación a través de un proceso de concentración que impulsaron por medio de CIMECO, sociedad por ellos formada que tenía por finalidad alcanzar el control de los principales medios gráficos provinciales.
De tal forma se quedaron con el control de Los Andes de Mendoza y La Voz del Interior de Córdoba, desembarcando más acá en el tiempo Clarín en Santa Fe, donde ahora también marca los pasos del vespertino El Litoral, acallando las expresiones que hicieran otrora, contrarias a los intereses del monopolio y al traspaso de Papel Prensa. Debe aclararse que el grupo también intentó quedarse con otros importantes diarios de cabecera de otras provincias, como se quedaron con numerosos canales de cable.
Con el control de varios medios en su poder pudieron infiltrar a ADEPA y a las entidades gremiales empresarias de los medios del interior que, limitados en las cuotas y precio del papel producido por Papel Prensa, fueron disciplinados por el monopolio alineándose con el discurso del mismo para poder sobrevivir.
Hasta la propia Sociedad Interamericana de Prensa, que en estos tiempos ha pretendido presionar sobre el gobierno a favor de Clarín, en 1978 alertaba y decía por aquel entonces: "Semejante situación encierra muchos peligros, no es el menor de ellos que esto imponga no antagonizar con el gobierno militar."
Controlar el papel es controlar la información. Expresamente así lo reconocieron el 24 de agosto último los dos socios principales de Papel Prensa, en lo que parece haber sido un lapsus propio del estado de impunidad al que siempre estuvieron acostumbrados, especialmente durante gobiernos de facto y otros que habiendo surgido de las urnas, convivieron con ellos por propia conveniencia y recíproco interés o resignada sumisión.
Quien se animaba a desafiar los lineamientos de Papel Prensa, se arriesgaba al corte del suministro o a pagar más caro el papel que compraban a Papel Prensa, mientras Clarín y La Nación lo adquirían a un 40 por ciento menos.
Medios importantes y pequeños del interior fueron amordazados por el monopolio de Papel Prensa. Periódicos regionales sucumbieron ante la falta de papel o por no poder pagar un precio que escapaba a sus posibilidades y no podía ser trasladado al precio de tapa. Muchas fuentes de trabajo se perdieron mientras la concentración avanzaba de la mano de los dos grandes e influyentes rotativos nacionales.
En este marco, debe señalarse que algunas fuentes de trabajo pudieron mantenerse gracias al esfuerzo de los sindicatos del lugar, que se hicieron cargo de resguardar los puestos de trabajo a través de la transformación de esos medios en cooperativas, como sucedió con Comercio y Justicias, de Córdoba.
Adicionalmente, muchos medios del interior con dificultades financieras se vieron necesitados de solicitar el auxilio del Estado nacional a través de los apoyos económicos brindados por éste para solventar parte del funcionamiento cotidiano.
Lo que es más grave, la pluralidad informativa se fue perdiendo en manos de esta concentración brutal que tenía por finalidad uniformar el pensamiento de un pueblo, masificándolo como nunca antes había sucedido. De esa manera, el monopolio se transformó en dueño de la mayoría de los mensajes que recibían los argentinos, a la par que muchos diarios y periódicos nacionales que representaban auténticamente la voz del lugar, dejaron de aparecer.
El sector político no fue la excepción a la presión nefasta del grupo, logrando que algunos de sus representantes los apoyen por temor a ser triturados ante la opinión pública. Es probable que ciertos legisladores lo hagan por convicción personal y otros porque han preferido comportarse como genuflexos antes que enfrentarse a la crítica escrita por este tipo de prensa nacional, aunque pretendan disimular su vergüenza detrás de una supuesta defensa de la libertad de expresión, cuando en realidad están defendiendo la libertad de empresa, desconociendo la necesaria pluralidad de voces que debe darse en democracia.
Todos sabemos que en las dictaduras impera el silencio y el discurso único coherentes con la monopolización informativa; y en la práctica esto se le parece mucho.
Durante el primer día de estas audiencias la directora de Papel Prensa por el Poder Ejecutivo nacional, Beatriz Paglieri, afirmó que "aquel que tiene que importar papel o proveerse a través de un importador, paga un 80 por ciento arriba del costo de Papel Prensa." Viene, entonces, una pregunta obligada: ¿cuánto se puede subsistir con semejante sobreprecio, porque Papel Prensa dispone arbitrariamente la cantidad y el precio del principal insumo de los medios gráficos? Esto explica uno de los principales motivos por los cuales algunos medios del interior tuvieron que ceder al control del monopolio, porque sus penurias económicas seguramente fueron "estimuladas" por el precio del papel para diarios manejado a gusto y paladar por Papel Prensa.
En representación de los sindicatos gráficos de todo el interior del país deseamos y apoyamos que el Congreso nacional, superando diferencias, y si cabe mejorándolo, dé fuerza de ley a este proyecto en análisis enviado por la presidenta de la Nación, doctora Cristina Fernández de Kirchner, por ser una necesidad estratégica para el plan de desarrollo nacional, dando trabajo y autonomía, dado su carácter multiplicador respecto de un bien como el papel para diarios y revistas, no precisamente abundante y barato en el mundo.
Nuestra Federación ha fijado su clara posición de respaldo a la iniciativa gubernamental, en el convencimiento de que la misma beneficiará a los medios gráficos de todo el país. Se fortalecerán la pluralidad informativa y las fuentes de trabajo donde cotidianamente laboran periodistas, gráficos y vendedores de diarios.
Que se instale en la sociedad un debate para enriquecer el proyecto merece nuestro apoyo, y así como el mismo propone que la distribución del papel para la prensa tenga un control bicameral, y que también participen en ello las provincias a través de un Consejo Consultivo Federal, debería ser acompañado y enriquecido con la presencia de los trabajadores del sector a través de sus organizaciones representativas, quienes finalmente también resultan damnificados por las políticas controlantes que han reinado desde hace varias décadas en nuestro país.
También pedimos que el papel para la prensa se destine exclusivamente a la misma y que este insumo no se utilice para que los diarios incursionen en el mercado de las publicaciones comerciales. El papel para diarios se ha venido utilizando para abastecer de impresos a los grandes supermercados y compañías telefónicas, implicando caída de fuentes y puestos de trabajo en el sector comercial de la actividad gráfica, hecho cometido en forma totalmente desleal merced a la situación de "abuso de posición dominante" del monopolio, que a través de este espacio estamos denunciando.
Finalmente, sostenemos que si la comunicación es un bien social, hoy es fundamental que el Estado nacional tenga el instrumento que la garantice para que se terminen los abusos por parte de quienes se creen dueños de la misma. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA DI TULLIO Tiene la palabra el señor Ariel Magirena, periodista de la Televisión Pública.
SR. MAGIRENA Señora presidenta: los periodistas trabajamos sobre la base de la redundancia, porque sabemos que la información que queda es la que se repite.
No les puedo contar la tentación que tuve de reiterar fundamentos que fueron expuestos por mí en audiencias en relación con la ley de democratización de los medios. No lo voy a hacer. Para eso, tengo un respaldo en papel.
No quedan en el mundo dudas sobre el daño que producen los monopolios. De hecho, la legislación de los países más avanzados es contundente a ese respecto, obligando a las empresas o grupos empresarios que toman estado dominante a deshacerse de activos, compartir tecnología o mercados competidores, abonar multas multimillonarias o hasta desactivarse.
Una empresa dominante se vuelve inmediatamente sospechosa y se investiga sus ramificaciones posibles y testaferros. Claro que ese no es el caso, en nuestro país, que le alcanza a una empresa con tener ese estatus de dominio para tener impunidad.
La conformación actual del capital modificó las estructuras y la consideración acerca de la propiedad; nunca una empresa dominante es solamente esa empresa: sus acciones pertenecen a grupos capitalistas diversos o posee esta empresa acciones de otras que tienen o no que ver con su rubro. Esta realidad se instaló como sistema o en la vieja sociología como régimen, habilitando para el desarrollo y la expansión del capital nuevas estrategias que consigan no sólo crear el objeto para el consumo sino también el sujeto que lo consuma. En el vértice de esta estrategia está, como este Parlamento discutió profundo y la sociedad argentina también, el debate por la sancionada Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en los medios de comunicación masiva.
Pese a las posibilidades que otorgan las nuevas tecnologías para tratar en ámbitos de fácil acceso cualquier tópico informativo, y al anunciado como inminente fin del periódico de papel, los especialistas y también los comunicadores confiesan que siguen siendo los diarios los que marcan la agenda periodística, que es la gran manipuladora del humor social, inmiscuyéndose en la política, la cultura, el consumo y hasta la moral.
No quiero faltarles el respeto explicando el modo en que los monopolios se cargan toda competencia destruyéndola o fagocitándola para consolidarse, y cuáles son los costos de esto. Lamentablemente debo hacer hincapié en un aspecto sobre el cual destacados legisladores y dirigentes políticos trocan en manipuladores del relato para ocultar una realidad grosera: el esquema de concentración de medios de nuestro país nació de la posibilidad de un oligopolio para asociarse y crear un monopolio a fin de someter a la prensa escrita en todo el territorio.
Los modos fueron explicados aquí por representantes de los diarios del interior, pero también por grandes e históricos diarios como Crónica. Del mismo modo que lo hizo en su momento el fundador de otro gran diario, Ámbito Financiero, Julio Ramos y que quedó como legado en su denuncia-libro Los cerrojos a la prensa.
Por supuesto que la mayor gravedad de la consumación de este monopolio la expone, sin dudas, la metodología mediante la cual se obtiene en una sociedad que incluye a empresarios con el Estado terrorista instalado en 1976. El resultado, por todos visto, fue no sólo el referido sometimiento de la competencia, que es objetivamente en el caso de los medios el asesinato de la libertad de expresión, sino la construcción de un verdadero imperio informativo satelizado en un elocuente modelo corporativo que es el que la Argentina padece. El que permite situaciones que de no ser tan dramáticas serían ridículas, como el caso Fibertel: una empresa que durante los últimos años dio un servicio para el cual carece de licencia. Algo así como que un electricista me colgara del poste de la esquina y me cobrara la luz.
Como trabajador de prensa necesito poner el alerta sobre lo que esto significa para las relaciones laborales, ya que la impunidad ganada permite formas de explotación y de precarización atentatorias contra los derechos adquiridos con lucha por nuestro gremio, incluido el referido al Estatuto del Periodista obtenido merced al Parlamento peronista de 1946.
Además, la concentración de los medios, que es la concentración de los patrones, puede ahogar o favorecer, por caso sucesivo, sindicatos o burocracias. Alcanza sólo con la decisión de ser o no deudor de los aportes sindicales o sociales, apenas el riesgo de una multa o un juicio, aunque su poder le da también capacidad de compra y de corrupción. Los periodistas sabemos muy de qué hablamos aquí, cuando jugamos por estos días la democratización del sindicato que nos representa en el área metropolitana Buenos Aires.
Quiero volver sobre un punto llamativo que apenas mencioné. Se trata de la mirada apocalíptica en relación con el desarrollo de las comunicaciones de masas. Sorprendentemente los diarios más importantes del mundo, entre ellos Clarín y La Nación, alertan sobre la desaparición del periódico de papel. Foros internacionales y grandes consultoras parecen preocupados por el derrotero de un simple soporte para la información. Bajo este supuesto las empresas que tienen el monopolio de la producción de papel para diarios deberían estar felices ante la posibilidad de compartir pérdidas con otros hasta la muerte definitiva ya anunciada, mientras se consolidan en el nuevo modelo de mercado-web.
Las más prestigiosas universidades incluso forman bajo el nuevo paradigma, mercantil y tecnológico a los nuevos periodistas; pero en realidad es una trampa. No es una visión estratégica sino un plan. No es que sea inminente la virtualización de toda demanda de información, sino una visión de mercado con un marcado sentido ideológico. Están diseñando un mundo.
Un mundo en el cual no importan aquellos que siguen siendo demoledora mayoría: quienes no tienen acceso a la última tecnología. Precisamente aquellos que, cuando tienen su lugar en los medios, son ridiculizados, estigmatizados o criminalizados, y a los que, por fin, les quitarán el periódico. Eso fue lo que hicieron también con el ahogo a los diarios del interior desde Papel Prensa.
Permítanme hacer un paréntesis para señalar que esa trampa es advertida por el gobierno nacional que se propone dotar de elementos para afrontar este nuevo paradigma en las nuevas generaciones con programas como este de distribución de netbooks entre los estudiantes y que se convirtió en un nuevo derecho.
Mientras se argumenta este ridículo -me refiero al fin inminente del periódico de papel-, que es como decretar que porque existe un cañón láser la flecha ha dejado de matar, se defiende con todos los recursos la propiedad monopólica de la producción de papel. Nos preguntamos por qué. Porque el monopolio nació de un diario. Defender la posibilidad de acceso al papel es defender la diversidad de prensa. El concepto mismo de la opinión publicada surge de la imprenta y su apropiación es la apropiación de la metáfora y origen de la libertad de prensa.
Veamos también de qué modo este modelo de concentración complica al Estado: primero criminal, administrado por una banda que concretó el golpe cívico-militar en 1976; luego abdicante, en los albores de la nueva democracia; después concesivo, bajo el paradigma neoliberal de los años 90, y finalmente víctima, a merced de funcionarios infieles operando para los intereses corporativos o con funcionarios leales cercados y sometidos a campañas sucias en los medios, en un contexto en el cual no hay pudor para violar la ley.
Recordemos esa votación de los accionistas privados que quiso evitar el secretario de Comercio Interior con un acto de humor que incluía guantes de juguete, en la que se quiso quitar al Estado sus derechos, que debieron ser restituidos por la Justicia.
Por eso debe crearse un marco legal a prueba de los caprichos o deficiencias de los gobiernos. Es precisamente un gobierno, el que encabeza Cristina Fernández de Kirchner, el que renuncia a ese privilegio, esa discrecionalidad, y propone que la cadena de producción y distribución de papel para periódicos sea categorizada como de interés público.
Tiene este Parlamento la oportunidad histórica de saldar esta vieja deuda de la democracia. En consideración de la sociedad argentina, en la consolidación de la cultura de derechos, en compromiso real con la República y en cumplimiento con el mandato constitucional tiene que hacer suyo el resguardo del acceso y la difusión de la información. (Aplausos.)
No les puedo contar la tentación que tuve de reiterar fundamentos que fueron expuestos por mí en audiencias en relación con la ley de democratización de los medios. No lo voy a hacer. Para eso, tengo un respaldo en papel.
No quedan en el mundo dudas sobre el daño que producen los monopolios. De hecho, la legislación de los países más avanzados es contundente a ese respecto, obligando a las empresas o grupos empresarios que toman estado dominante a deshacerse de activos, compartir tecnología o mercados competidores, abonar multas multimillonarias o hasta desactivarse.
Una empresa dominante se vuelve inmediatamente sospechosa y se investiga sus ramificaciones posibles y testaferros. Claro que ese no es el caso, en nuestro país, que le alcanza a una empresa con tener ese estatus de dominio para tener impunidad.
La conformación actual del capital modificó las estructuras y la consideración acerca de la propiedad; nunca una empresa dominante es solamente esa empresa: sus acciones pertenecen a grupos capitalistas diversos o posee esta empresa acciones de otras que tienen o no que ver con su rubro. Esta realidad se instaló como sistema o en la vieja sociología como régimen, habilitando para el desarrollo y la expansión del capital nuevas estrategias que consigan no sólo crear el objeto para el consumo sino también el sujeto que lo consuma. En el vértice de esta estrategia está, como este Parlamento discutió profundo y la sociedad argentina también, el debate por la sancionada Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en los medios de comunicación masiva.
Pese a las posibilidades que otorgan las nuevas tecnologías para tratar en ámbitos de fácil acceso cualquier tópico informativo, y al anunciado como inminente fin del periódico de papel, los especialistas y también los comunicadores confiesan que siguen siendo los diarios los que marcan la agenda periodística, que es la gran manipuladora del humor social, inmiscuyéndose en la política, la cultura, el consumo y hasta la moral.
No quiero faltarles el respeto explicando el modo en que los monopolios se cargan toda competencia destruyéndola o fagocitándola para consolidarse, y cuáles son los costos de esto. Lamentablemente debo hacer hincapié en un aspecto sobre el cual destacados legisladores y dirigentes políticos trocan en manipuladores del relato para ocultar una realidad grosera: el esquema de concentración de medios de nuestro país nació de la posibilidad de un oligopolio para asociarse y crear un monopolio a fin de someter a la prensa escrita en todo el territorio.
Los modos fueron explicados aquí por representantes de los diarios del interior, pero también por grandes e históricos diarios como Crónica. Del mismo modo que lo hizo en su momento el fundador de otro gran diario, Ámbito Financiero, Julio Ramos y que quedó como legado en su denuncia-libro Los cerrojos a la prensa.
Por supuesto que la mayor gravedad de la consumación de este monopolio la expone, sin dudas, la metodología mediante la cual se obtiene en una sociedad que incluye a empresarios con el Estado terrorista instalado en 1976. El resultado, por todos visto, fue no sólo el referido sometimiento de la competencia, que es objetivamente en el caso de los medios el asesinato de la libertad de expresión, sino la construcción de un verdadero imperio informativo satelizado en un elocuente modelo corporativo que es el que la Argentina padece. El que permite situaciones que de no ser tan dramáticas serían ridículas, como el caso Fibertel: una empresa que durante los últimos años dio un servicio para el cual carece de licencia. Algo así como que un electricista me colgara del poste de la esquina y me cobrara la luz.
Como trabajador de prensa necesito poner el alerta sobre lo que esto significa para las relaciones laborales, ya que la impunidad ganada permite formas de explotación y de precarización atentatorias contra los derechos adquiridos con lucha por nuestro gremio, incluido el referido al Estatuto del Periodista obtenido merced al Parlamento peronista de 1946.
Además, la concentración de los medios, que es la concentración de los patrones, puede ahogar o favorecer, por caso sucesivo, sindicatos o burocracias. Alcanza sólo con la decisión de ser o no deudor de los aportes sindicales o sociales, apenas el riesgo de una multa o un juicio, aunque su poder le da también capacidad de compra y de corrupción. Los periodistas sabemos muy de qué hablamos aquí, cuando jugamos por estos días la democratización del sindicato que nos representa en el área metropolitana Buenos Aires.
Quiero volver sobre un punto llamativo que apenas mencioné. Se trata de la mirada apocalíptica en relación con el desarrollo de las comunicaciones de masas. Sorprendentemente los diarios más importantes del mundo, entre ellos Clarín y La Nación, alertan sobre la desaparición del periódico de papel. Foros internacionales y grandes consultoras parecen preocupados por el derrotero de un simple soporte para la información. Bajo este supuesto las empresas que tienen el monopolio de la producción de papel para diarios deberían estar felices ante la posibilidad de compartir pérdidas con otros hasta la muerte definitiva ya anunciada, mientras se consolidan en el nuevo modelo de mercado-web.
Las más prestigiosas universidades incluso forman bajo el nuevo paradigma, mercantil y tecnológico a los nuevos periodistas; pero en realidad es una trampa. No es una visión estratégica sino un plan. No es que sea inminente la virtualización de toda demanda de información, sino una visión de mercado con un marcado sentido ideológico. Están diseñando un mundo.
Un mundo en el cual no importan aquellos que siguen siendo demoledora mayoría: quienes no tienen acceso a la última tecnología. Precisamente aquellos que, cuando tienen su lugar en los medios, son ridiculizados, estigmatizados o criminalizados, y a los que, por fin, les quitarán el periódico. Eso fue lo que hicieron también con el ahogo a los diarios del interior desde Papel Prensa.
Permítanme hacer un paréntesis para señalar que esa trampa es advertida por el gobierno nacional que se propone dotar de elementos para afrontar este nuevo paradigma en las nuevas generaciones con programas como este de distribución de netbooks entre los estudiantes y que se convirtió en un nuevo derecho.
Mientras se argumenta este ridículo -me refiero al fin inminente del periódico de papel-, que es como decretar que porque existe un cañón láser la flecha ha dejado de matar, se defiende con todos los recursos la propiedad monopólica de la producción de papel. Nos preguntamos por qué. Porque el monopolio nació de un diario. Defender la posibilidad de acceso al papel es defender la diversidad de prensa. El concepto mismo de la opinión publicada surge de la imprenta y su apropiación es la apropiación de la metáfora y origen de la libertad de prensa.
Veamos también de qué modo este modelo de concentración complica al Estado: primero criminal, administrado por una banda que concretó el golpe cívico-militar en 1976; luego abdicante, en los albores de la nueva democracia; después concesivo, bajo el paradigma neoliberal de los años 90, y finalmente víctima, a merced de funcionarios infieles operando para los intereses corporativos o con funcionarios leales cercados y sometidos a campañas sucias en los medios, en un contexto en el cual no hay pudor para violar la ley.
Recordemos esa votación de los accionistas privados que quiso evitar el secretario de Comercio Interior con un acto de humor que incluía guantes de juguete, en la que se quiso quitar al Estado sus derechos, que debieron ser restituidos por la Justicia.
Por eso debe crearse un marco legal a prueba de los caprichos o deficiencias de los gobiernos. Es precisamente un gobierno, el que encabeza Cristina Fernández de Kirchner, el que renuncia a ese privilegio, esa discrecionalidad, y propone que la cadena de producción y distribución de papel para periódicos sea categorizada como de interés público.
Tiene este Parlamento la oportunidad histórica de saldar esta vieja deuda de la democracia. En consideración de la sociedad argentina, en la consolidación de la cultura de derechos, en compromiso real con la República y en cumplimiento con el mandato constitucional tiene que hacer suyo el resguardo del acceso y la difusión de la información. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA DI TULLIO Pido que se acerque al estrado para hacer uso de la palabra el señor Esteban de Gori, doctor en Ciencias Sociales de la UBA y docente de la Facultad de Ciencias Sociales.
SR. DE GORI Señora presidenta: en principio quiero hacer un aporte en relación con el proyecto de ley al que adhiero personalmente.
Me parece que hay algunas discusiones muy interesantes. Tal vez desde mi campo, que es el de la historia, quisiera hacer una pequeña contribución para no aburrir, ya que de alguna forma estamos revisando los doscientos años del primer gobierno patrio.
Me llama gratamente la atención que hay algunas palabras muy importantes del vocabulario político argentino que vuelven a tener resonancia en estos días. Una fundamental es la idea de interés público. Tal vez es uno de los vocabularios políticos más interesantes y que más ha suscitado conflictos en hispanoamérica.
Si uno revisa, por ejemplo, la constitución de la opinión pública en hispanoamérica puede advertir que esa conformación está muy vinculada con el intento de algunos sectores de discutir, reformar y proponer una política en sentido del interés público.
Lo que algunos han denominado en la teoría política el republicanismo.
Lo interesante es que frente a los conflictos que se suscitaban cuando algunos grupos o sectores planteaban la realización del interés público, es que aparecía algo en ese conflicto: una frase muy interesante que también tiene que ver con el vocabulario hispanoamericano que es "la libertad de imprenta". Esto también es interesante, porque una de las expresiones que aparecen con mayor resonancia en esta ocasión es "la libertad de expresión" y "la libertad de prensa", pero no aparece "la libertad de imprenta".
Cuando uno piensa en "la libertad de imprenta" y la inscribe en esos debates, tiene un fundamento concreto muy importante, porque la libertad de imprenta también remite a aquellos recursos que se poseen para participar de esos debates públicos.
Cuando se discutía el problema de la libertad de prensa con una expresión también muy importante para el vocabulario político hispanoamericano y argentino como es "la libertad de imprenta", la "libertad" en este caso aparecía asociada a la concreción de un recurso.
Si uno retoma la idea de la libertad y cree que el Estado o mejor dicho que la ley debe garantizar la libertad, la ley también tiene que garantizar en esta propuesta la libertad de imprenta, las oportunidades y los medios de acceso a dicha libertad. Ese es un concepto muy interesante, que aparece en este proyecto de ley de interés público.
La idea de interés público es una de las apreciaciones más importantes que tiene este proyecto de ley, porque remite a todos los intentos o discusiones políticas que se dieron en hispano América durante, por lo menos, doscientos años. A partir de esa discusión, lo que quedaba sobre la escena era la capacidad de reconstruir una opinión pública, y a su vez, de tener los recursos para construirla.
Por lo tanto, al reconstruir el conflicto con la opinión pública también se reconstruye el conflicto político. Es importante que todos los actores organizados o no organizados puedan tener acceso a esos recursos que permitan una efectiva realización de la libertad de prensa.
Esto es lo que quería incorporar. Ya se dijeron muchas cosas y estoy de acuerdo. Quería incorporar el vocabulario de "interés público" que tiene una contundencia muy importante en el vocabulario político argentino. (Aplausos.)
Me parece que hay algunas discusiones muy interesantes. Tal vez desde mi campo, que es el de la historia, quisiera hacer una pequeña contribución para no aburrir, ya que de alguna forma estamos revisando los doscientos años del primer gobierno patrio.
Me llama gratamente la atención que hay algunas palabras muy importantes del vocabulario político argentino que vuelven a tener resonancia en estos días. Una fundamental es la idea de interés público. Tal vez es uno de los vocabularios políticos más interesantes y que más ha suscitado conflictos en hispanoamérica.
Si uno revisa, por ejemplo, la constitución de la opinión pública en hispanoamérica puede advertir que esa conformación está muy vinculada con el intento de algunos sectores de discutir, reformar y proponer una política en sentido del interés público.
Lo que algunos han denominado en la teoría política el republicanismo.
Lo interesante es que frente a los conflictos que se suscitaban cuando algunos grupos o sectores planteaban la realización del interés público, es que aparecía algo en ese conflicto: una frase muy interesante que también tiene que ver con el vocabulario hispanoamericano que es "la libertad de imprenta". Esto también es interesante, porque una de las expresiones que aparecen con mayor resonancia en esta ocasión es "la libertad de expresión" y "la libertad de prensa", pero no aparece "la libertad de imprenta".
Cuando uno piensa en "la libertad de imprenta" y la inscribe en esos debates, tiene un fundamento concreto muy importante, porque la libertad de imprenta también remite a aquellos recursos que se poseen para participar de esos debates públicos.
Cuando se discutía el problema de la libertad de prensa con una expresión también muy importante para el vocabulario político hispanoamericano y argentino como es "la libertad de imprenta", la "libertad" en este caso aparecía asociada a la concreción de un recurso.
Si uno retoma la idea de la libertad y cree que el Estado o mejor dicho que la ley debe garantizar la libertad, la ley también tiene que garantizar en esta propuesta la libertad de imprenta, las oportunidades y los medios de acceso a dicha libertad. Ese es un concepto muy interesante, que aparece en este proyecto de ley de interés público.
La idea de interés público es una de las apreciaciones más importantes que tiene este proyecto de ley, porque remite a todos los intentos o discusiones políticas que se dieron en hispano América durante, por lo menos, doscientos años. A partir de esa discusión, lo que quedaba sobre la escena era la capacidad de reconstruir una opinión pública, y a su vez, de tener los recursos para construirla.
Por lo tanto, al reconstruir el conflicto con la opinión pública también se reconstruye el conflicto político. Es importante que todos los actores organizados o no organizados puedan tener acceso a esos recursos que permitan una efectiva realización de la libertad de prensa.
Esto es lo que quería incorporar. Ya se dijeron muchas cosas y estoy de acuerdo. Quería incorporar el vocabulario de "interés público" que tiene una contundencia muy importante en el vocabulario político argentino. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA DI TULLIO Este ha sido el último orador del día.
Les recuerdo que el próximo jueves se reanuda la tercera audiencia pública sobre papel para diarios. Los espero a las 10 y 30 horas.
Queda levantada la audiencia.
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Es la hora 17 y 24.